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INSTITUTO LA ANUNCIACIÓN

DERROTERO PARA LA NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA ANUNCIACION

“Exigencia y dedicación, camino hacia la excelencia “

1. Canción a la virgen María (para iniciar)


2. Oración inicial
3. Tema del día correspondiente
4. Reflexión del tema (corta)
5. Gozos (se debe cantar un estribillo de una canción mariana). Para los
gozos se pueden escoger poemas dedicados a la virgen María.
6. Canto intermedio ( Canto a la virgen María)
7. Oración final

ORACIÓN INICIAL

¡Oh María ¡ Madre y reina de la Anunciación, madre de Dios y madre nuestra,


llena de gracia, te saludamos, te bendecimos, te agradecemos todos los beneficios
recibidos de tu corazón maternal; son incontables, para el alma y para el cuerpo.

Permítenos., madre tan buena y tan hermosa que te amemos; queremos amarte por los que no te
aman; pero nuestro amor es tan débil y frágil que no merecemos el tuyo. Recibe, nuestros anhelos de un
amor ardiente, que logremos contagiar al universo entero; y concédenos, madre misericordiosa, para todos
los pecadores: conversión y penitencia, inocencia para los niños; fortaleza cristiana y caridad heroica para las
familias anuncaitas. Piedad solidad y pureza para nuestros niños, niñas y jóvenes. AMEN.

GOZOS (opcionales)
 Tú eres, virgen sencilla y humilde que acogiste con fe y con amor a tu Dios, que venia a encarnarse
en el pueblo que esperaba salvación.
 A Gabriel asombrada dijiste: “Soy la sierva, la esclava de Dios, que se cumpla en mi tus palabras, yo
bendigo y acato tu voz. “
 Tú cumpliste la palabra en el gozo y el dolor, que nosotros la vivamos con la misma fe y amor.
 Virgen Madre que creíste en la Palabra del Señor, ayúdanos a guárdala siempre en nuestro corazón.
 Virgen Madre de la Anunciación, a tus plantas los pobres venimos con inmensa confianza y amor, a
pedirte que nos des como madre, a tus hijos la liberación.

ORACIÓN FINAL
María, madre de Jesús y madre nuestra: tú siendo una sencilla mujer del pueblo compartiste tu vida con los
humildes y mereciste ser escogida como madre de Jesús. A través de ti el Señor se fijó en todos los hombres
de la tierra, anuncio su caída a los poderosos y la liberación de los oprimidos. Ayúdanos a trabajar para que
en nuestra familia, en nuestro barrio, en nuestro mundo, haya justicia, amos y paz. Enséñanos a vivir como
hermanos. Amen.
TEMA 1
LA GRANDEZA DE LA ANUNCIACIÓN

La Anunciación del Ángel Gabriel, es el momento en el que Dios revela al mundo,


a través de María, la encarnación de su Hijo único para nuestra salvación. Es el
momento en el que el misterio más grande del amor de Dios llega a los hombres,
su plan divino comienza a cumplirse.

El momento tan esperado por el pueblo judío y anunciado por los profetas, la
llegada del Mesías. La Anunciación, llenó y sigue llenando de gozo y esperanza al
mundo.

Para que el plan divino de Dios pudiera suceder, y el Mesías pueda encarnarse,
era necesario el Sí de María. La palabra fiat significa hágase o dar consentimiento.

Las palabras de María, “hágase en mí según tu palabra” o su Fiat, representan el


punto culmen de la Anunciación y un momento único en la historia de la salvación;
la joven virgen, la llena de gracia, acepta el plan divino y Jesús se encarna en su
seno. El momento del Fiat, es el momento en que se hace posible el plan de Dios,
y en el que el destino del hombre cambia.

«HÁGASE»

La palabra “hágase”, también es utilizada por Dios en el Génesis al momento de la


creación, es la palabra a través de la cual Dios crea todas sus maravillas. Así,
varios teólogos reconocen en el Fiat de María, “hágase en mí  según tu palabra”,
la segunda creación, ya que es por ella que el hombre adquiere la salvación.

La respuesta de María nos revela también, que la maternidad de Jesús no fue


impuesta, sino aceptada. El Padre permite que sea el libre albedrío de María, el
que haga posible su plan divino. María, en completa entrega y servicio a Dios,
acepta desde ese momento ser la Madre de Dios, Madre de la Humanidad y ser
partícipe de nuestra salvación.

¿QUÉ MÁS NOS ENSEÑA LA ANUNCIACIÓN?

El Arcángel Gabriel no solamente revela la Encarnación de Jesús, sino también


nos anuncia que Él será llamado Hijo del Altísimo, ocupará el trono de David, y
que su reino no tendrá fin. En estas cortas palabras, Dios revela al hombre todo su
plan divino.

En este acontecimiento, también se nos revela la Santísima Trinidad, pues las


palabras del Ángel nos enseñan que es el Padre, quien a través del Espíritu
Santo, envía a su Hijo al mundo.
TEMA 2
EL AMOR A MARÍA

Padre Javier Leoz

Amar a Dios y al prójimo, son dos notas contenidas en una misma línea. Es agua recogida en el
mismo cántaro.

"Este mandato hemos recibido del Señor: que quien ame a Dios ame también a su hermano" (1Jn
4,21).

María, con sencillez y obediencia, supo guardar el equilibrio entre su afán por las cosas de Dios y, su
interés, por las cosas de los hombres.

¿Quién de los que estamos aquí no recordamos las Bodas de Caná?

No quiso pasar por alto la carencia de algo que hubiera supuesto un gran feo en aquella fiesta. Y,
con decisión y coraje, indicó al Señor el drama de aquel momento: "no tienen vino".

Pero, en este tiempo de la Pascua y celebrando festivamente este mes de mayo, podríamos poner
sobre la mesa de nuestra memoria, muchas estampas que nos hablan de la solidaridad de María, de
su amor, de su entrega, de su compromiso.

¿Quién no recuerda, aun estando llena de Dios, la visita a su prima Santa Isabel?

¿Quién de los que estamos aquí -delante de Ella- no hemos sentido su ayuda, su apoyo, su mano
protectora en más de una ocasión?

¿Sabéis cuál fue el acto más supremo, el más grande de María? No lo pensemos más: dejar que
Cristo subiera a la cruz.

¿Cómo andamos nosotros en nuestro compromiso con los demás? ¿Nos echamos atrás ante las
necesidades y sufrimientos de los que nos rodean?

Dejemos, a los pies de María, y como signo de nuestra entrega, esta bandeja repleta de medicinas y
vendas. Que nunca nos cansemos de hacer el bien.

Fuente: autorescatolicos.org
TEMA 3
LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Fr. Valerio Maccagnan, O.S.M.

En la Visitación, María nos enseña a ser siempre emprendedores y valientes cuando se juega la
verdad de Dios, la verdad del Evangelio, la felicidad verdadera de los demás. De Nazaret María va a
una ciudad de Judá, mejor dicho a un pueblo, Ain Karim, distante seis kilómetros al oeste de
Jerusalén. Fueron tres o cuatro días de peregrinación; alrededor de 150 km. En el relato evangélico
se mezcla la ternura del encuentro familiar entre dos primas, dos madres: una, del Precursor, Juan
Bautista; la otra, de Cristo Salvador. Las dos experimentan las obras grandes de Dios en su vida y
en su misión. María es la Virgen servicial, la que no duda en abrirse a los demás para compartir sus
alegrías y sus dolores. La Servidora del Señor (Lc 1, 38), se hace Servidora de la Palabra, Servidora
del Reino, Servidora de sus semejantes. No hay separación entre entrega a Dios y compromiso con
los hermanos.

El mandamiento del amor encuentra en María una vivencia preclara: el amor a Dios es fuente del
amor al prójimo, sello este último de autenticidad (1Jn 4, 20-21). La Maternidad Divina y salvífica de
María hacia Cristo, se vuelve en maternidad espiritual hacia nosotros. Como educadora de fe, con
servicio y amor materno, Ella va tejiendo «en los hijos los rasgos espirituales del Hijo Primogénito»
(MC, n. 57). Maternal intercesión y presencia de la Virgen que nos llena de gozo y esperanza como
en la visita a la casa de Zacarías y a todos los habitantes de aquel pueblito sureño. Este servicio,
prestado con naturalidad y sencillez, se transforma en canal de gracia divina. La Virgen servicial y
evangelizadora, no permanece pasiva y silenciosa en Nazaret, no se encierra en su intimidad, no
esconde su secreto y su tesoro que es Jesús, sino que le urge transmitirlo y donarlo a los demás,
puesto que Él es el Autor de la Gracia.

El saludo mesiánico: “shalom”

Este aguinaldo de Dios, Jesús, no lo retiene para sí, sino que lo comunica con generosidad, con fe
espléndida y amor universal. Lo contemplado en el encuentro personal con Dios se vuelve en Ella
mensaje fecundo e irradiación de salvación. El saludo que María brinda a su prima, con toda
probabilidad fue «shalom»: la paz sea contigo. Un saludo mesiánico que hace saltar de gozo a Juan
Bautista en el seno de su madre. Todo el ambiente está envuelto de alegría mesiánica: la alegría y la
acción del Espíritu Santo, el gozo de la misericordia y la fidelidad del Dios de la Alianza. Hay un
clima de fiesta en el encuentro, sorpresa por la visita y admiración por las grandezas Divinas. Isabel
alaba a María como Madre del Señor y como primera creyente.

La Visitación es un evento eclesial, porque es la primera manifestación del Mesías. Cuando el


Evangelio no es todavía palabra pública dirigida a todos los hombres, ya es mensaje acogido por
María y hecho carne en Ella. El Verbo está encerrado en su seno, en la debilidad de un Niño que
apenas empieza a existir. Pero ya es operante en su vida y desde ella obra la santificación de una
familia, transformándose en Buena Noticia.

Fuente: Semanario, Arquidiocesano de Guadalajara, México


TEMA 4
LA VIRGEN MARÍA, HUMILDAD
Camilo Valverde Mudarra

María, con toda humildad, una vez que recibe del Ángel la explicación que Ella había pedido, llena
de sorpresa y de duda sobre aquel hecho tan inesperado y fuera de lo común, acepta con plena
disposición y se proclama esclava del Señor:

Dijo entonces María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” Y el ángel la
dejó. (Lc 1,38)

El Concilio Vaticano II, en el capítulo VIII de la Constitución Dogmática “Lumen Gentium” que dedica
a la Virgen, dice: «Pero el Padre de la misericordia quiso que precediera a la encarnación la
aceptación de la Madre predestinada, para que de esta manera, así como la mujer contribuyó a la
muerte, también la mujer contribuyese a la vida. Lo cual se cumple de modo eminentísimo en la
Madre de Jesús por haber dado al mundo la Vida misma que renueva todas las cosas y por haber
sido adornada por Dios con los dones dignos de un oficio tan grande. Por lo que nada tiene de
extraño que entre los Santos Padres prevaleciera la costumbre de llamar a la Madre de Dios
totalmente santa e inmune de toda mancha de pecado, como plasmada y hecha una nueva criatura
por el Espíritu Santo. Enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de
una santidad enteramente singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios, es saludada por el ángel
de la Anunciación como llena de gracia (cf. Lc 1,28), a la vez que ella responde al mensajero
celestial: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1,38).

Meditemos y hagamos vida en nuestra vida la actitud de serena humildad de María. Proclamemos
nuestra esclavitud voluntaria a Dios, para ser señores de nuestra vida puesta siempre al servicio de
Dios.
TEMA N°5
EL ESPÍRITU SANTO Y MARIA

El consentimiento que dio María en la Anunciación, hace dos mil años, constituye
el punto de partida de la nueva historia de la humanidad. En efecto, el Hijo de Dios
se encarnó y comenzó a habitar entre nosotros cuando María declaró al ángel:
«He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra».

La cooperación de María con el Espíritu Santo, manifestada en la Anunciación y


en la Visitación, se expresa en una actitud de constante docilidad a las
inspiraciones del Paráclito. Consciente del misterio de su Hijo divino, María se
dejaba guiar por el Espíritu para actuar de modo adecuado a su misión materna.
Como verdadera mujer de oración, la Virgen pedía al Espíritu Santo que
completara la obra iniciada en la concepción para que el niño creciera «en
sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres». En esta perspectiva,
María se presenta como un modelo para los padres, al mostrar la necesidad de
recurrir al Espíritu Santo para encontrar el camino correcto en la difícil tarea de la
educación.

El episodio de la presentación de Jesús en el templo coincide con una intervención


importante del Espíritu Santo. María y José habían ido al templo para «presentar»,
es decir, para ofrecer a Jesús, según la ley de Moisés, que prescribía el rescate de
los primogénitos y la purificación de la madre. Viviendo profundamente el sentido
de este rito, como expresión de sincera oferta, fueron iluminados por las palabras
de Simeón, pronunciadas bajo el impulso especial del Espíritu.

El relato de san Lucas subraya expresamente el influjo del Espíritu Santo en la


vida de este anciano. Había recibido del Espíritu la garantía de que no moriría sin
haber visto al Mesías. Y precisamente «movido por el Espíritu, fue al templo» en el
momento en que María y José llegaban con el niño. Así pues, fue el Espíritu Santo
quien suscitó el encuentro. Fue él quien inspiró al anciano Simeón un cántico para
celebrar el futuro del niño, que vino como «luz para iluminar a las naciones» y
«gloria del pueblo de Israel». María y José se admiraron de estas palabras, que
ampliaban la misión de Jesús a todos los pueblos.

También es el Espíritu Santo quien hace que Simeón pronuncie una profecía
dolorosa: Jesús será «signo de contradicción» y a María «una espada le
traspasará el alma». Con estas palabras, el Espíritu Santo preparaba a María para
la gran prueba que la esperaba, y confirió al rito de presentación del niño el valor
de un sacrificio ofrecido por amor. Cuando María recibió a su hijo de los brazos de
Simeón, comprendió que lo recibía para ofrecerlo. Su maternidad la implicaría en
el destino de Jesús y toda oposición a él repercutiría en su corazón.

Catequesis de S.S. Juan Pablo II. 


TEMA N°6
LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.

Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más
aún, es el «Emmanuel», el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús (*).
Es un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente, porque supera nuestras más audaces
esperanzas. Especialmente porque no es sólo un anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que
testigos fiables han visto, oído y tocado en la persona de Jesús de Nazaret. Al estar con Él,
observando lo que hace y escuchando sus palabras, han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo
resucitado después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre,
era al mismo tiempo verdadero Dios, el Hijo unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad
(cf. Jn 1,14).

«El Verbo se hizo carne». Ante esta revelación, vuelve a surgir una vez más en nosotros la pregunta:
¿Cómo es posible? El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la
Palabra eterna y omnipotente en un hombre frágil y mortal? No hay más que una respuesta: el Amor.
El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos
presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo.

La encarnación es la cumbre de la creación. Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del
Espíritu Santo, se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación
alcanzó su cima. El principio ordenador del universo, el Logos, comenzó a existir en el mundo, en un
tiempo y en un lugar.
En la noche del mundo se enciende una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del
corazón manso y humilde de quien espera al Salvador. Si la verdad fuera sólo una fórmula
matemática, en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe, el
«sí» de nuestro corazón.

http://www.sanmigueldemiramar.es/encarnacion/
TEMA N°7
LA ESCLAVA OBEDIENTE DEL SEÑOR

Las palabras de María en la Anunciación: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra», ponen de manifiesto una actitud característica de la religiosidad hebrea. Moisés, al
comienzo de la antigua alianza, como respuesta a la llamada del Señor, se había declarado su
siervo. Al llegar la nueva alianza, también María responde a Dios con un acto de libre sumisión y de
consciente abandono a su voluntad, manifestando plena disponibilidad a ser «la esclava del Señor».

La expresión «siervo» de Dios se aplica en el Antiguo Testamento a todos los que son llamados a
ejercer una misión en favor del pueblo elegido: Abraham, Isaac, Jacob, Josué, David, etc. Son
siervos también los profetas y los sacerdotes, a quienes se encomienda la misión de formar al
pueblo para el servicio fiel del Señor. El libro del profeta Isaías exalta en la docilidad del «Siervo
sufriente» un modelo de fidelidad a Dios con la esperanza de rescate por los pecados del pueblo.
También algunas mujeres brindan ejemplos de fidelidad, como la reina Ester, que, antes de
interceder por la salvación de los hebreos, dirige una oración a Dios, llamándose varias veces «tu
sierva».

María, la «llena de gracia», al proclamarse «esclava del Señor», desea comprometerse a realizar
personalmente de modo perfecto el servicio que Dios espera de todo su pueblo. Las palabras: «He
aquí la esclava del Señor» anuncian a Aquel que dirá de sí mismo: «El Hijo del hombre no ha venido
a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». Así, el Espíritu Santo realiza
entre la Madre y el Hijo una armonía de disposiciones íntimas, que permitirá a María asumir
plenamente su función materna con respecto a Jesús, acompañándolo en su misión de Siervo.

También María, aun teniendo conciencia de la altísima dignidad que se le había concedido, ante el
anuncio del ángel se declara de forma espontánea «esclava del Señor». En este compromiso de
servicio ella incluye también su propósito de servir al prójimo, como lo demuestra la relación que
guardan el episodio de la Anunciación y el de la Visitación: cuando el ángel le informa de que Isabel
espera el nacimiento de un hijo, María se pone en camino y «de prisa» acude a Judea para ayudar a
su prima en los preparativos del nacimiento del niño, con plena disponibilidad. Así brinda a los
cristianos de todos los tiempos un modelo sublime de servicio.

Las palabras «Hágase en mi según tu palabra», manifiestan en María, que se declara esclava del
Señor, una obediencia total a la voluntad de Dios. El optativo «hágase», que usa san Lucas, no sólo
expresa aceptación, sino también acogida convencida del proyecto divino, hecho propio con el
compromiso de todos sus recursos personales.

4. María, acogiendo plenamente la voluntad divina, anticipa y hace suya la actitud de Cristo que,
según la carta a los Hebreos, al entrar en el mundo, dice: «Sacrificio y oblación no quisiste; pero me
has formado un cuerpo (...). Entonces dije: ¡He aquí que vengo (...) a hacer, oh Dios, tu voluntad!».
TEMA 8
EL CORAZÓN HUMANO DE LA VIRGEN MARIA

Autor:
María no solamente ha sido el más grande ejemplo de Fe, sino el modelo más perfecto del amor
humano.

San Lucas hace dos referencias al corazón de la Santísima Virgen que llaman poderosamente la
atención. La primera nos describe a los pastores quienes, convocados por un ángel del Señor
encontraron a la Sagrada Familia. "...reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas sobre
este niño. Y todo los que lo oyeron se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho. María
guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón." En el mismo capítulo dos del
evangelista, tras el episodio del niño perdido y hayado en el Templo, encontramos una segunda y
muy similar referencia: "...Y su madre guardaba estas cosas en su corazón."

La madre del salvador guardaba estas cosas en su corazón. A la luz del Evangelio, valdría la pena
preguntarnos si esas cosas de Dios que aprendemos en la Sagrada Escritura, en algún retiro
espiritual o en la Eucaristía misma las estamos guardando en nuestro corazón. Pero además la
dulcísima Madre de Cristo no solo las guardaba, sino que además las ponderaba. ¿Solo María era
capaz, en su pureza y plenitud de Gracia ponderar y guardar las cosas de Dios en Su corazón?

Pensemos que la Virgen no solamente ha sido el más grande ejemplo de Fe al decir al Ángel Gabriel
"Hágase en mí según tu palabra", sino que la vemos como un modelo de amor humano. No es difícil
imaginar a la Virgen Santa con el niño Dios en los brazos derramando amor y ternura, entregando su
corazón plenamente a esa frágil criatura que es Dios mismo hecho hombre. Esa Madre amorosa que
abrazaba al pequeño Niño es la misma que acogió en su regazo el cuerpo inerte del crucificado. El
mismo corazón que se llenaba de gozo y pronunciaba "Mi alma glorifica al Señor..." es el que con el
cuerpo exánime de Jesús en los brazos parecía escuchar "¿A dónde se fue tu Amado, oh la más
hermosa de las mujeres? ¿A dónde se marchó el que tú quieres, y le buscaremos contigo?". Ese
corazón entregado enteramente a Dios, aún antes de la anunciación, es el mismo que gime y solloza
al pie de la cruz. Ese mismo corazón en el que se guardaban las maravillas que ocurrían en torno al
salvador es el que se remueve con fuerza de terremoto ante el sacrificio del Rey de Reyes. Y era un
corazón humano el que daba tanto amor y sentía el más profundo de los dolores. Y ese corazón, el
de María, era humano. Como el tuyo o como el mío.

Santa María no tuvo más corazón ni más vida que la de Jesús. Una vida y un corazón humanos pero
de Jesús. ¿Podemos, acaso, tú y yo amar y entregarnos de igual manera? El corazón humano de
María pudo hacerlo. Tú y yo tenemos su propio corazón como un escalón a la Puerta Santa que es
Jesús. Con el ejemplo de la Santa Madre de Dios, no solo sabemos que podemos amar a Cristo,
debemos amarle así porque la tenemos a Ella misma como intercesora.

Es a la Madre de Dios a quien hemos de acudir para pedirle que nos enseñe a amar más, a entregar
más, a ser más justos, a rogarle que con su corazón dulcísimo nos proteja, nos enseñe, nos guíe.

El corazón humano de María. Humano. Como el tuyo y como el mío.

http://www.mariologia.org/reflexionesmarianas679.htm
TEMA 9

EL SI DE MARIA
Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

“Buda, tal y como se nos cuenta, decía que un hombre herido por una flecha tenía que, sobre todo y
lo más rápidamente posible, curarse. El error sería preguntarse primero de dónde viene la flecha,
quién la ha lanzado, de qué madera ha sido tallada, etc.

Rumi, el poeta persa, ha retomado casi palabra por palabra dicha parábola.

Un guerrero fue herido por una flecha en una batalla. Quisieron arrancarle la flecha y curarlo, pero él
exigió saber primero quién era el arquero, a qué clase de hombre pertenecía y dónde se había
colocado para disparar. También quiso saber la forma exacta del arco de éste y qué clase de cuerda
utilizaba. Mientras se esforzaba por conocer todos estos datos, falleció (Jean-Claude Carrière).

Si María hubiera hecho tanas preguntas al ángel como el guerrero herido, probablemente no hubiera
nacido Jesús. María fue una mujer de fe y de amor. María acepta el plan de Dios en fe. María acogió
el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios"
(Lc 1,37). Y dando su asentimiento: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.

Durante toda su vida y sobre todo, cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no
cesó de creer en el "cumplimiento" de la palabra de Dios. María, porque creyó fue feliz y nos granjeó
la felicidad para todos. "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre,
Jesús". Isabel es la primera que llaman bienaventurada a María (Lc 1,48): "Bienaventurada la que ha
creído... “(Lc 1,45): María es "bendita entre todas las mujeres" porque ha creído en el cumplimiento
de la palabra del Señor.

María, por la fe y desde la fe, dio paso al plan de Dios y dijo que sí. Martín Descalzo hace este
comentario: Ahora sé que elegí bien la palabra: “Esclava, esclava”. Pude decir sencillamente: “Dile
que sí, que estoy de acuerdo”. O responder: “Él sabe que estoy a sus órdenes”. O preguntar:
“¿Acaso Dios tiene que pedirme a mí permiso?” Pero dije: “He aquí la esclava”, sin comprender
hasta qué punto me convertía en lo que estaba diciendo, en alguien a quien arrastrarán siempre con
los ojos cerrados por túneles oscuros que jamás entenderá.

Conducida del gozo al dolor, del dolor al espanto, del espanto a este vacío de ahora en el que mi
corazón es un lagar molido, un cesto de cenizas, una cadena de muertes. Si sabías que esto
acabaría así, ¿por qué elegiste una madre? ¿Por qué no naciste como el pedernal, en la montaña,
en lugar de entrar en el pobre seno de una mujer que no podría soportar tanta desgarradura? Todas
las madres dicen: “Los hijos son difíciles de entender, crecen, crecen; tú crees saber hasta la más
mínima de las arruguitas de su cara. Y un día descubres que han crecido tan desmesuradamente
que no acabas de creerte que un día han estado dentro de ti”.
INSTITUTO LA ANUNCIACION
Inscripción S. E. No. 1417 Código DANE: 311279000906
Aprobado por Secretaría de Educación Bogotá DC., Resol. No. 7454 de Nov 13 de 1998
Resolución Educación Media No. 8744 del 03 de Dic. De 2001
Registrado en Notaria 55 y Alcaldía de Fontibón zona 9 Nit: 900.118.693-7
EDUCACION PRE-ESCOLAR – BASICA - MEDIA
FE, PUREZA Y ESFUERZO
“Exigencia y dedicación camino hacia la Excelencia”

Queridos profesores

“Alabados sean Jesús y María, ahora y para siempre”

Iniciamos con alegría y fervor la novena a Nuestro buen padre San José y Nuestra
Señora de la Anunciación, están fusionadas puesto que los días correspondientes
a dicha festividad litúrgica no alcanzan para hacerlas por separado.

Les pedimos el favor a nuestros compañeros docentes tener en cuenta el


siguiente cronograma.

DÍA FECHA RESPONSABLE


1 13 de Marzo PASTORAL
2 14 de Marzo GRADOS 5° Y 11°
3 15 de Marzo GRADOS 2° Y 7°
4 16 de Marzo GRADOS 1° Y 6°
5 17 de Marzo GRADOS TRANSICIÓN Y 8°
6 21 de Marzo GRADOS JARDÍN , 4°, 10°
7 22 de Marzo GRADO 3° Y 9°
8 23 de Marzo LAICOS ANUNCIATOS
9 24 de Marzo HERMANITAS Y DIRECTIVOS.

Dios les bendiga por su entrega y amor a Jesús, manifestado en los detalles
propios del carisma de la Anunciación.

Fraternalmente
COMITÉ PASTORAL
¡Salve, María!, saludó el ángel a María. ¡Salve, Madre!, cantan muchos pueblos a María.
¡Salve, Madre!
En la tierra de mis amores
te saludan los cantos que alza el amor.
¡Reina de nuestras almas, flor de las flores!
muestra aquí de tu gloria los resplandores;
que en el cielo tan sólo te aman mejor.

Virgen santa, Virgen pura,


vida, esperanza y dulzura
del alma que en ti confía.
Madre de Dios, Madre mía.

Mientras mi vida alentare,


todo mi amor para ti;
y aunque tu amor me olvidare,
Virgen santa, Madre mía,
aunque tu amor me olvidare,
tú no te olvides de mí.

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