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FRAGMENTOS DE UN LOCO
(apuntes para una novela impracticable)

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Nouvelle

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JULIAN NEGROMANTI

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“ESTA INMINENCIA DE UNA

REVELACIÓN QUE NO SE PRODUCE ES,

QUIZÁS, EL HECHO ESTÉTICO"

Jorge Luis Borges

REVISAR (posiblemente borrar) capítulos 25, 35, 36

Algunos en el barrio piensan que estoy loco, lo sé porque lo oí con mis

propias orejas: se lo escuché ayer a la barrita que estaba holgazaneando en la esquina,

encima lo dijeron cuando yo pasaba, bien como para que me diera cuenta. Me pregunto:

¿qué le pasa a esos idiotas?; para lo único que sirven es para hablar mal de otra gente y

fumar marihuana en las esquinas, y hasta para desear a muchachas que todavía andan

muy por debajo de la edad de merecer.


¿Por qué pensarán que estoy loco?; ¿les molestará cómo me visto, o que me

encargue de bañar y alimentar a los perros que andan pulguientos y famélicos por el

barrio?

Me acaba de llegar el diario, pero todavía no lo pienso leer porque quiero

maliciar a la muchachada un rato más. Si no escribo lo que pienso sobre ellos es peor,

me lleno de fiebre neuronal de tanto andar embroncado y después quién sabe la que me

pesco. Por suerte tengo el botiquín siempre preparado, de buenas a primeras me tomo

un Clonazepam y se acabaron los nervios por un rato. ¿Sobre qué iba a escribir? Bah, no

importa, mejor leo el diario.


3

Lo mejor es ir hojeando las tiras cómicas mientras se espera que la pava se

caliente al fuego para los mates, después, mientras se da la primera chupada a la

bombilla, se mira el pronóstico meteorológico, pero no, no, no es necesario, si con

asomarse a la ventana antes de tener que salir a la calle y mirar el cielo alcanza. No hay

que fiarse del pronóstico, ya que cuando dicen soleado, llueve y viceversa, no anticipan

el granizo, ni un fenómeno tan grandioso como una nevada en Buenos Aires y gran
parte del país: ¿para qué les pagan? No hay que estar pendientes de esos datos, pero

sobre todo a la gente mayor le encanta mirar todo el tiempo en el noticiero cuántos

grados hacen y qué se yo… espero no volverme tan hincha pelotas cuando entre en la

vejez.

Compré mandarinas y resulta que están secas. ¡Cuánto odio que me pase

esto!: me viven tomando por pelotudo: ¿me habrá visto cara de bacán el boliviano que

atiende la verdulería, que cree que perder la plata que me costaron no me afecta? Se

jode él y su compatriota jefe, no les compro más y encima hago correr la bola en el

barrio de que andan dando vueltas ratas grandotas por el local. Vamos a ver quién ríe

último: mirá que encajar fruta mala a un habitante oriundo del país. ¿Por qué no se va a
currar a su propia tierra y se deja de hinchar los huevos acá?; ni siquiera debe tener

documentos el negro ese… y estas mandarinas no me sirven ni para darle de comer a

Otto, pobre perro, tiene hambre pero es exquisito como cualquier ser humano. Cuando

las mandarinas están jugosas acerca el hocico para ver si liga algún gajo, pero cuando

están como éstas ahora, las escupe ni bien le llegan a la lengua. Y después hay que

bancarse que algunos les digan “bicho” a los perros, despectivamente, cuando en

realidad los canes son más inteligentes que más de uno que conozco.

¡Qué lentos pasan los minutos cuando se espera una cita! Pispeo la

manecilla cada tres segundos, más o menos, lo que hace que por hora lo haga unas… a

ver, sesenta dividido tres, ¿cuánto da?: veinte, sí, veinte, veinte veces por minuto, o sea

que por hora son, a ver, 20 por 6= 120, sí, 120 veinte veces, no, ¿qué digo?, soy un

bruto, mil doscientas veces por hora miro el reloj, lo que pasa es que ya estoy listo por
lo menos dos horas antes de tener que salir, entonces unas dos mil cuatrocientas veces

debo mirar el reloj antes de levantar el culo de la silla e irme.

Hoy me encontré, de casualidad, con un amigo (bah, amigo es un decir: en

realidad un conocido) en un bar, y mientras bebíamos café hablábamos de literatura. En

un momento le dije:

–Si me apurás, diré que los cuentos de Bioy son superiores a los de Borges

(no es que yo no entienda nada de literatura, lo hacía solamente para hacerlo engranar).
Alzó las cejas, sorprendido:

–¿En serio lo decís?

–Y… a decir verdad, Borges me parece un poco reiterativo: siempre con sus

laberintos y sus espejos, su erudición literaria y filosófica, sus autores inventados, sus

bibliotecas, en fin, y todas esas paradojas…

–Pero sus cuentos tienen una perfección…

–Nadie lo niega, pero Bioy es bien variado.

–Y además, está la poesía de Borges.

–Ah, pero yo estoy hablando de los cuentos.

–Lo sé– dijo mi conocido, ya un poco cansado– yo me refiero a la poesía del

estilo, y a la de las ideas; ¿no te parece “el Aleph” una de las historias de amor más

maravillosas?

–Sí, del amor que no se concreta.

–Eso es lo genial, y que hable del amor sin nombrarlo.

–Bueno, sí, que un hombre pueda contemplar todo el universo

simultáneamente, desde todos los ángulos, y repare especialmente en unas cartas

obscenas que una mujer le enviaba a su amigo, es realmente genial y, si vamos a ser

sinceros, cruel y hasta de un patetismo insoportable.

–Pero hombre, sin crueldad no hay buena literatura.

–De acuerdo– dije, sin saber qué más decir para rebajar a escritor tan

grande; pero a mi amigo estaba empecinado en hacerlo rabiar– aún así, me parece

reiterativo.

–¿Y qué? Los grandes autores se obsesionan con un puñado de temas y los

tratan como si fueran variaciones musicales, mínimas variaciones, y en eso radica la


grandeza de un estilo. Además, para dar por liquidada la cuestión, Bioy, según mi

humilde entender, fue claramente superado por su mujer.

–¿Silvina Ocampo? Sí, claro, era muy original, pero la estructura de muchos

de sus cuentos deja que…

–Sí, pero en cuanto a fantasía se refiere, era muy superior –hizo una pausa, y

luego largó– y no vuelvas nunca más con tus argumentos sobre Borges, sabés que son

bien endebles…

–Bueno, peores son las críticas que le hizo Sábato a través de uno de los

personajes de una de sus insoportables novelas…

–Eso ya es otra cosa, si querés que critiquemos a Sábato te apoyo con gusto.

–No, entonces dejá; lo único que quería era discutirte un rato, si nos

ponemos de acuerdo no va.

Medialunas y divagaciones después, sin previo aviso, me levanté de la silla,

dejé un billete en la mesa y me dirigí a la salida, sin esperar ni saludar a mi amigo, que

se quedó contemplándome con sus ojos ocultos por las gafas.

Estos estúpidos de la esquina me tienen podrido, se creen dueños de la calle;

cuando me ven pasar escupen el piso; en verdad desearían escupirme a mí, los muy

despectivos: ¿por qué también no cagan en el suelo para marcar territorio?, son unos

animales, qué joder. Un día voy a agarrar a uno del cuello y le voy a pegar tal zapatazo
en el culo que no le van a quedar ganas de embromar para toda la vida. Son unos

imbéciles, si se creen tan machitos por qué no me escupen a mí, en vez de agarrase con

el pobre suelo que anda siempre lisiado. Ya van a ver.

Es linda la vida, por más que haya que salir a trabajar todos los días, y por

más que los bolivianos te vendan cítrico seco y que las banditas de pibes te miren con

desprecio. A mí esas boludeces no me van a alterar el ánimo, ya tengo una personalidad

definida, así que no me puede afectar, no soy ningún opa, y sé cuando me tengo que
alterar para defender mis derechos; a mí lo que me tiene que ocupar la mente es mi obra

literaria, tengo que elaborar y reelaborar mis poemas, pensar en qué editorial seguir

probando suerte, qué concursos están a mi alcance, en fin, ese tipo de cosas son las que

me tienen que importar, y no distraerme viendo la tele o pensando en el tipo de vecinos

que tengo. Hay que empujar siempre para adelante, aún estando solo.

¿Por qué pienso que estoy solo, si tengo a mi china? Ella debería bastarme

en una isla desierta para sentirme en medio de la civilización (ando inspirado hoy).
10

No estoy loco, no me crean si no quieren, pero no estoy loco, locos son los

demás, que no ven el mundo que los rodea, no entienden nada de la realidad, viven,

trabajan, comen, mean, cagan, tienen hijos, duermen, pero no reflexionan, no filosofan,

son animalitos de Dios, tienen un ciclo muy regular, todo lo que hacen ya está

planificado de antemano, no se enredan en sus propios pensamientos, mastican lo que


les enseñan, para aprender estudian, no saben que la única forma no estúpida de

aprendizaje se da sin estudiar. Yo no quiero estudiar, estudiar es copiar lo que otros ya

saben, memorizar, yo quiero aprender sin expropiar, yo quiero que mis ideas se

engendren de la nada, en el momento menos esperado, cuando me arrojo en la cama

boca arriba y observo las manchas que la humedad pinta sobre el techo. Yo no quiero

ser encasillado, no quiero ser puntuado de acuerdo a una norma universal. Mis mundos

son míos y de nadie más, nadie puede acceder a ellos, porque yo soy su creador y su

comprensión es exclusividad mía. Que cada uno viva en “El” mundo, yo me creo el

mío, aunque me duela, aunque tenga que aislarme. Que no se diga que estoy loco, que

odio a la gente, si los desprecio es porque los amo, si me alejo es porque temo

lastimarlos, mi amor es tan fuerte que necesariamente debe ser incomprendido, mi

bondad es inhumana. Nadie quiere un regalo de un desconocido, nadie acepta que le

prodiguen frases de belleza y de virtud. Yo me encierro para no lastimarlos, para no

mostrarles su mediocridad y su maldad. En mi interior llevo un verso leve y musical, un

verso que no requiere explicación, pero llega directamente a los sentimientos más

humanos, pero ese verso está vedado a los otros, y es el premio que obtengo a cambio

de mi encierro, a cambio de tomar distancia de mis anhelos más caros; mi china jamás

podría ser la destinataria de todo eso que hay en mí de artístico. Si alguien eleva una

sonrisa de desprecio hacia mí, eso me alimenta, porque sé que esa descarga le hace bien

a los demás, sé que los hace creer superiores, la discriminación los hace sentir fuertes, la

burla los hace sentir ingeniosos, pero en verdad son muy simples, y yo me regocijo ante

la idea de que ellos crean que soy el débil. Soy así porque nací con un altruismo

demasiado personal para ser comprendido por el común de la gente. Es por eso que me

aíslo, pero que nadie diga que estoy loco.


.

11

Hoy vino mi china y se iluminó el panorama. Lo que era frío vacío

interestelar se llenó de luces, serpentinas, fuegos de artificio. Me cebó unos mates;

después yo le cebé lo mío. Ella (sin advertirlo yo a veces) me remansa la vida. No estaré
loco si digo que la amo, aunque vergüenza me de proclamarlo, claro está, que para algo

nací hombrecito y no yegua, gracias doy a Dios si me escucha.

12

No entiendo por qué me sigo dedicando a escribir: lo único que me dio la

literatura es: hambre, pérdida de amistades, abandono de los estudios, rechazos en


infinidad de editoriales, algún que otro premio literario, insomnios, manías, sueños de

grandeza, hiel.

13

Hace un rato cedí por un momento a mi idiotez y prendí la tele, para colmo

dejé en un canal de aire: ¡¡¡insoportables los boludos mediáticos que actúan como la
mierda, y largan lágrimas de cartón que ni sus madres se lo creen!!! ¿Por qué no le dan

un lugar a alguien talentoso?, me enferma la mediocridad reinante en esos canales,

habría que caerles con una bomba (no lo digo en serio, sería apología del terrorismo, y

está fuera de mis intenciones, pero creo que afectaría positivamente que esos imbéciles

desaparecieran).

14

A veces, lo admito, me copo mirando una película por cable, mientras no

sea hollywodense está todo bien. El cine coreano anda bastante bueno. Kim-Ki Duk es
un verdadero poeta, todos sus films son obras de arte que conjugan una excelente

fotografía con buenas actuaciones e historias minimalistas que, a veces, llegan a

constituirse como leyendas o mitos. Eso es muy superior a una de terroristas en dónde

sabemos ni bien comienza que el héroe norteamericano va a terminar salvando las papas

desactivando la bomba a último momento, hecho que le valdrá la aprobación de su

tierno hijo y de su bella esposa. ¿Por qué no se dejan de joder las pelotas los yanquis

con esas boludeces?, no hay que mirar más cine del que viene de los Estados Unidos, lo

digo en serio, es una consigna que me impuse, es mejor mirar las series que dan por

cable, son muy superiores, por ejemplo, Doctor House, Lost, La ley y el orden que

cualquier película que estén produciendo en ese país. Es mejor ver cine argentino,

europeo o asiático, mil veces, antes que seguir doblegándose a esas basuras que se

repiten desde hace décadas.

15

Es hora de dejar de divagar sobre cine o tele, no soy ningún experto en esas

materias, ni vale la pena perder la vida en ese tipo de cosas, estar con una china mirando
el techo es mucho mejor, y todos sabemos bien que dos en un cuarto no se quedan

mirando el techo, por lo tanto se hace obvio lo que quiero decir. No hay televisor en mi

habitación, ni computadora, solamente una cama siempre tendida, un armario, una mesa

de luz, algunos libros que releo con frecuencia, muchas historietas que conservo desde

la infancia y ya no leo. También un cajón con tinta y papel. Con esas solas cosas soy

feliz.

16
Hoy, cuando desperté, salí afuera y encontré, en mi vereda, bolsas de basura

que no me pertenecían, rotas y desparramadas sobre las baldosas y el pasto. ¡Juro que

como me entere de quién fue lo voy a matar!: esos estúpidos no me conocen enojado.

17
A veces me enredo con mis ideas y termino haciendo bollos de papel con lo

escrito; verdaderamente es algo que me produce impotencia, y para olvidarme estoy

tentado a pensar que hay pensamientos que no se pueden explicar. Eso me alivia, pero

sólo por un rato, porque en el fondo no creo que haya pensamiento intraducible, sino

que uno tiene sus limitaciones como traductor.

18
Iba a hablar de amores que tuve o soñé en otros tiempos (ya no recuerdo con

certeza), pero no tengo ganas de escarbar en el pasado, quiero tomar unos mates

tranquilo mientras hojeo el diario, y en eso estoy.

19
Las grandes pasiones es más lindo callarlas, disfrutarlas en silencio, sin que

nadie se entere, como si fuesen secretos destinados a la eternidad, únicos en el tiempo,

solitarios en el espacio.
20

Mientras más escribo, mientras más buceo entre mis palabras, mayor es mi

sorpresa al descubrir cuántas zonas ignoro en el océano de mi conciencia.


21

INSTRUCCIONES PARA UNA NOVELA FUTURA

Quisiera escribir una novela que siga vigente dentro de diez mil años, ¡una

novela que se extinga sólo junto a la humanidad, una novela que sea quemada cuando el

sol arda con una fuerza imposible de soportar! Obviamente para eso la novela tiene que

cumplir ciertos requisitos: tiene que ser una novela que hable de todos y de nadie;

quiero decir, tiene que hablar tanto de un niñito muy pequeño nacido en alguna

populosa ciudad de la India como de un anciano nacido en la isla más remota del Japón,

tiene que hablar de las tortugas gigantes de los Galápagos, de los dinosaurios y de sus

hipotéticas extinciones, tiene que hablar de un perro y de un pulmón, de un crimen sin

condena y de un orfanato, del universo de cuerdas y de revistas de moda; tiene que ser

una novela que trascurra en todos los tiempos; esa novela tiene que hacer reír a un

desgraciado indigente, llorar a un glorioso deportista, sorprender a una tendera, hacer

reflexionar a una supermodelo, arrepentirse a un violador, sublimar a un cura, encender

un calefón y una higuera. Tiene que ser una novela gramatical aquí, agramatical allá y

extravagante por donde quiera uno; tiene que cegar los astros, viajar a mundos lejanos

donde extraterrestres con dos panzas y cuatro orejas almuercen libros al champiñón.

Tiene que ser una novela plagada de géneros discursivos y de géneros literarios: tiene

que tener fragmentos de crónicas policiales, recetas de cocina, diálogos de actrices

huecas, amores de novela rosa, listas de compras, teorías económicas, fragmentos de

libros sagrados, llamadas telefónicas desde celulares, composiciones literarias en prosa,


en verso, teatro y ensayo, filosofía, épica y cómica, búsquedas de grial, imitaciones de

Kafka, de Musil, de Hoffmann, de Lem, de Dante, de Homero, de Poe, de Anversos, de

Cannobio y Etc. Tiene que ser incoherente, rizomática, abstracta, fugaz,

inconmensurable. No importa que la novela no sea muy leída: alcanza con que la lea

una persona por generación: basta con que alguien tome el empolvado volumen de

alguna biblioteca y se ponga a leer, hoy o dentro de setenta mil años, para que el

objetivo esté cumplido; lo importante es que la novela siempre tenga algo nuevo para

decir, que no se estanque como obra de arte: tiene que ser a la vez libro de cabecera y

película, aforística, plagiaria, irreal e irreverente, tiene que contemplar todos los juegos

verbivocovisuales, los calambures, las onomatopeyas, todo, todo, nada puede quedar

afuera de ese libro inmenso y único.


22

No tengo energías para llevar adelante el libro que deseo. Mientras escribo,

me deprimo pensando en las dificultades que a futuro tendré para que me publiquen.

¡No conozco a ningún editor, ni escritor, ni nada que se le parezca! Lo más probable es

que nunca me publiquen. Creo que desisto para siempre de mi literatura, los mundos de

mi mente en mi mente morirán. Así soy yo.


23

Hace poco he llegado a la conclusión de que escribir no me hace feliz;

pasados los treinta, tendría que haber dado mi obra por terminada y dedicarme a esa

alegre paz que causa la lectura. Tengo que matizar el por qué creo que escribir no me

hace feliz: no me refiero al acto de empuñar la pluma y dejar volar la imaginación, que

es uno de los más maravillosos actos que nos fue destinado. Lo que quiero decir es que

la escritura necesariamente lleva a la corrección y al intento de publicar; esas son las

cosas que generan malestar, y contrapesan de más contra la libertad creadora.


24

Permanentemente no actué cuando debí hacerlo, dejando que se escaparan

mis objetos de deseo, y mi memoria no me deja olvidar fácil, y me repite situaciones

obsesivamente, como si la mente fuera una bandeja y lo perdido un disco rayado.

Debido a este defecto de mi inteligencia escribo. (Mi china no tiene la culpa, yo la amo,

pero no puedo sacarme de la cabeza todas las mujeres que dejé pasar: un tren me espera

en algún lado, no con una de esas anheladas mujeres del pasado, sino con su potencia

que destroza suicidas en un santiamén)


25

¿Cómo pudo Dostoievski expresar tan bien esa sensación de soledad que se

siente en medio de la urbe; esa continua necesidad de encontrarnos con nuestro sueño,

una noche, en un lugar cualquiera, y desesperadamente declarar nuestro amor y nuestro

dolor inexplicable?

¡Romántico visionario!
26

Nuestros padres, nuestros abuelos, empinan el codo como cosacos, se la

pasan hablando de las virtudes del vino (hasta los médicos los apañan), pero piensan

que un cigarro de marihuana puede provocar el apocalipsis. Oh, Dios, cuánta

ignorancia! Yo, sinceramente, creo que el alcohol es más dañino que la marihuana.

(repito: jamás mi intención es hacer apología)


27

Pobre mi China, sí que nació floja de sesera, pero es más buena que el pan,

y lo que le falta en inteligencia le sobra en habilidad para saber conformar a un hombre;

es hábil con la lengua, y no solamente para decir groserías. Lástima que de poesía nada.

Yo le muestro los poemas que escribo y ella se esfuerza pero nada, no hay caso, nunca

un verso la va a conmover, tiene como un chaleco antimetáfora cubriéndola, jamás una

imagen le va a resonar en la mente. Con ella no se puede hablar de Borges u Onetti, ni

siquiera de García Márquez o Storni, es menos leída que un ciego de nacimiento.

Imagino que cuando se pone una hoja escrita frente a los ojos las letras le bailan unas

zambas y chacareras. Pero yo la quiero, y no la rebajo por lo que no es; después de todo,

todos tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos, y nuestros propios gustos; nadie

está obligado a saber de literatura, o de una cosa determinada… y si hay que buscar

sapiencia en algo, ella tiene conocimientos enciclopédicos sobre telenovelas, y ahí está:

ella se podría burlar de mí porque no vi ninguna.

28

¿De qué me serviría escribir una novela para contar historias nada más? Ya

hay miles, y muy bien contadas: ¡al diablo con el lector! Quiero que la novela sea
ruptura y pasaje, brazo que se estira para llevarnos al más allá. Esta literatura tiene que

chillar, ser molesta, incomprensible, dejar inquieto, formular preguntas, proponer

respuestas oscuras e incómodas, generar ansiedad, antipatía. ¡Basta de placer novelesco!

¡Ficción personal (no autobiográfica) hasta los huesos! Tiene que ser escritura no sólo

atea sino decididamente antirreligiosa, también anarquista, contradictoria, irreal, carente

de erudición e intelectualismo. ¡Fantasear sin límites, abrir los poros de la novela,

mezclar todos los géneros (literarios y discursivos)!, salirse de la tradición, no aspirar a

clásico ni a best-seller, asquear al lector, impedir que termine de leer: ¡que se vaya a un

circo si quiere diversión!

29

Divago, y lo sé: es estúpido lo que escribí arriba. La mayoría de esas cosas

(sino todas) ya fueron aplicadas a la novela. No hay nada novedoso en mis palabras,
pero por lo menos me las guardo para mí, no las hago públicas, como otros que se la

dan de gurúes de la creación literaria.

30
Odio el mundo de lo fayon, me da repulsión, ganas de vomitar: es irreal,

pretencioso, inhumano; todo lo que es moda, glamur, va en contra de lo instintivo. Esas

caritas limpias, lustrosas, de modelos sólo se verían bien encharcadas.

31
Quizá la raza humana esté un poco más allá del bien y del mal, pero siempre

despunta, en algún instante, el sentimiento humanitario.

32
A los creyentes: si están tan convencidos de que Dios existe, ¿para qué lo

predican?: ¿acaso convenciendo a alguien Dios va a existir más?

33
Nadie anda por las calles predicando su ateísmo.

34
Prefiero a un religioso que contraría su moral, a un ateo estrictamente

moralista.

35
Disculpe, improbable lector, que salte de un vago comentario a frases

pretenciosas, de meros chismes a pseudo-teoría literaria; ¿pero usted qué pensaba que

iba a hacer yo?; ¿no vio que el título de mi libro es “fragmentos de un ido”? En lo que

respecta a fragmentos estoy cumpliendo; si también cumplo con lo otro queda a

exclusivo criterio de usted.

36
Antes de seguir (si es que vamos hacia algún lugar): no estamos ante una

novela, estamos ante fragmentos. No hay aquí pretensiones literarias, no hay proyecto,

es sólo un cúmulo de bocetos. Creo que la novela propiamente dicha espera ser escrita

dentro de muchos años, seguramente en el año de mi muerte, sin saberlo (tanta suerte

tengo); mientras tanto, no me queda otra que (con sorna e indignación, o con

resignación melancólica) seguir trazando estos míseros restos de un naufragio: el de mi

ser.

37
El sentimiento de soledad nos acosa a todos, creo, en algún momento de la

vida. Es un mal que está muy extendido, un pensamiento está siempre dispuesto a

cercenar nuestra tranquilidad. Son tantos los parámetros de belleza. ¿Cómo ocultar

nuestros defectos, nuestros miedos? La vejez es indeclinable, es un devenir perro.

Vamos a terminar por volvernos locos, todos.

38
Es absurdo escribir. No sé quién habrá inventado la escritura. Maldigo al

chino que hizo inscripciones en las caparazones de tortuga; por su culpa paso a veces

noches enteras encorvado frente a un cuaderno. ¡Deportes, deportes, cuánto los extraño!

Pero ya terminó hace rato la etapa escolar, ya terminaron las obligaciones ¿para qué me

quejo?

39
Podrá seguir ganando millones con sus libros, pero nunca va a elucubrar un

argumento que sea novedoso, ni tejer una trama interesante, crear un personaje querible

o complejo, y mucho menos enhebrar dos palabras en forma bella y única; por mí, que

se muera asfixiado por el peso de sus millones…

40
Algo que atraviese las eras, un mensaje descolocado pero siempre útil, o

ilógico pero siempre bello.

41
¿Cuánto esfuerzo tendré que hacer para que la masturbación no se

transforme en un arte cuando mi China sea ausencia? No le temo a esa pasión más

antigua que el hombre, le temo a la otra antigua, La Soledad.

42
Es indignante hacer lo que hago, tomar apuntes sobre la nada, ¿por qué

mejor no meto todos mis aforismos en apretada hilera y dejo ir el resto al carajo? Ya ni

ánimos para salir a la esquina a bravuconear un poco a la pandilla tengo.

43
Amar es la mejor forma de sufrir que conozco.

44
Me gustaría amarlos a todos hasta el odio (a todos: a los que pasan por la

calle, a mis familiares, a mis amigos, a mis enemigos); desgraciadamente, mi capacidad

para amar no es tan grande.

45
A veces mi china me pregunta si soy feliz (lo que quiere decir es si soy feliz

a su lado) yo le respondo que sí y se queda contenta, no se da cuenta de que soy incapaz

de expresarme en los momentos en que realmente soy feliz. Igual yo le respondo

afirmativamente y lo hago sonar sincero al monosílabo. Con eso ella tira para rato, se

conforma, el poder que ejerce la palabra sobre su ánimo es notable, tanto que me da

miedo. A menudo pienso que es muy propensa a ser convencida por cualquier otro, ya

que mis cualidades oratorias no son nada especiales; pero bueno, prefiero olvidarme de

eso.

46
Hoy advertí que no veía a mi China desde hacía más de una semana. Al rato

de eso escuché el timbre del celular avisando la llegada de un mensaje. Decía: “Idiota,

encima ke me dejaste colgada esperas ke te llame?”.

No entendí. No recuerdo haber quedado con ella. ¿Cuándo teníamos que

encontrarnos?, ¿en dónde?, y lo más importante ¿para qué? O yo ando muy mal de la

memoria, o ella se está volviendo loca, pensé. Le iba a preguntar a través de un mensaje

a qué se refería exactamente, pero estaba sin crédito, así que me quedé mirando más de

media hora (no sé cuánto tiempo, no lo conté, pero tengo la certeza de que fueron más

de treinta minutos) a través de la ventana, unas pocas personas que pasaban cansinas,

una o dos niñas que corrían y chillaban, un perro vagabundo que se paraba a ladrarle a

otro que estaba encerrado, creando una cadena de ladridos en todo el barrio.

No tengo ganas de salir a comprar: afuera no está nublado, por lo que veo

desde acá parece que hay un sol bastante fuerte, pero yo me imagino una calle gris y

mujeres mirándome pasar con desprecio. Mi mente se nubla. Me levanto de la silla,

arrastro los pasos, me dejo caer en la cama. Cierro los ojos un instante; una imagen

persiste en mis retinas. Los abro: en el techo hay una mancha de humedad ¿qué se

dibuja?; recién lo veía clarito, pero ahora no puedo captar la imagen, ni el pensamiento

que la misma me había suscitado, es cómo si una avalancha de pequeñas ideas

insignificantes sepultaran el pensamiento que me hizo abrir los ojos; ¿qué era?, ¿qué

imagen vi? Me desespero intentando ubicar en mi cerebro esa idea que se me escapó

cuando la quise racionalizar. De alguna manera creo que es importante lo que la imagen

me transmitió por un instante, pero en el momento de la percepción mi mente estaba

cercenada, la lógica no podía analizar lo que la intuición captaba, cuando abrí los ojos

sacudí el vapor en el que estaba inmerso y volví a la conciencia, pero ya lo intuitivo se


había esfumado. Ahora era imposible enhebrar las ideas. Me sentía un loco, un imbécil,

un ser de inteligencia incompleta. Cerré las pestañas, pero eran cientas, miles de

pestañas informáticas, cada una daba paso a marejadas de información, y cada pestaña

parecía conservar, en algún rincón ínfimo, un jirón, una sílaba, un color o un fragmento

de imagen que debía formar parte de aquella imagen originaria, esa que la mancha de

humedad suscitó en mí un instante antes de que cerrara los ojos y la persistencia

retiniana me la remarcara como una antorcha en medio de la oscuridad más absoluta.

Esa búsqueda insensata a través de mi cerebro me causaba vértigo, el vértigo me

producía un malestar impreciso, el bienestar de mi existencia decaía. ¿Para qué quiero

saber eso? ¡masoquista!, me dije. Con las escasas energías que fui capaz de acumular en

un instante, pegué un salto de la cama. La realidad volvió a mí. Miré la mancha. Era

solamente una mancha de humedad. Informe, producto del azar. No había nada

significativo ahí, ninguna clave. Me senté frente al cuaderno. Arrojé frases sin mucho

sentido, pero agradables al oído (hay que creerlo, porque las repetí tres o cuatro veces

en voz alta). Cerré el cuaderno, me calcé las zapatillas más presentables que tenía y fui

hasta el quiosco, dónde compré una tarjeta para el celular.

47
“Qué pasa corazón, de qué me estás hablando?” escribí, y envié. La

respuesta se demoró unos cuántos mates que sorbí con rabia, la infusión me devolvió las

energías perdidas en el trance. ¿Qué era esa maldita imagen? Esta estúpida, cuánto tarda

en contestar. Recordé un cuento breve, un cuento breve hermoso: Ante la ley, se llama,

es bellísimo porque su sentido nunca cierra. Que estúpida, cómo puede ser que esté con

ella ¿y la mancha; es uno de los laberintos más magníficos que construyó Kafka. “ke

decis tonto? Como d ke te estoy ablando, no t hagas el idiota” qué tipa estúpida, no me

responde lo que le pregunto? Ahora qué le respondo ¿era una mancha de humedad nada

más? No, un mensaje hubo, una especie de señal, por algo pasan las cosas, me dice

siempre mi china. Puta madre, qué imbécil que soy, pierdo el tiempo en cosas en las que

no lo tendría que perder, a mí me gusta perder el tiempo escribiendo, o tirado en el pasto

mirando las formas de las nubes (no, eso de chico: ya no lo hago más) ¿y los faloperos

de la esquina?; ¿estarán allá en este mismo momento?, no, pero es temprano, no se van

a exponer ante todo el barrio. Imbéciles.

48
No quiero abismos en mi mente, los desterré hace años, puedo generar soles,

salidas hábiles, bellas frases, divertimentos, y no necesito vecinos amistosos,

automóviles de lujo ni artefactos tecnológicos de avanzada. Con tinta, papel y mi

ingenio debe bastarme para construir mundos y volverme un notable

49
“China, vos sabés lo que siento por vos, no destruyas esto por un simple

olvido, no te cagué, en serio, no te dejé plantada, no estuve con nadie, mi celular se

apagó, tenía la batería baja, se ve que me puse a escribir y me desenchufé del mundo, y

el aparato quedó en algún lugar de la casa, y yo no lo advertí durante horas, pero creéme

si te digo que no te cagué, sabés que soy despistado, inútil para relacionarme

socialmente, abúlico, vago, pero infiel jamás, eso me parece demasiado fácil, y lo fácil

me parece bajo, vulgar. No te rompas la cabeza, sabés lo que siento por vos, china, no te

abandones a tus primeros impulsos, razoná, vas a ver que tengo razón”

ENVIAR.

50
“Qué te pasa que no respondés, china, no seas así, no me abandones. Sabés

que naufrago fácilmente, que la noche me devora, y que soy capaz de hacer cualquier

cosa si no estoy con vos, si no tengo la tranquilidad de saber que tu mirada inocente

todavía existe en el mundo. Vos sabés de qué te hablo, sabés lo que siento (porque con

esas cosas soy incapaz de jugar) sabés lo que siento por vos. No rifés nuestra relación

por una estupidez. BESOS”

ENVIAR

51
“soy incapaz de hacer una canallada, y lo sabés, ¿por qué me lo sugeriste en

el último mensaje? Sería imposible que yo hiciera algo así, estando como estoy todo el

tiempo encerrado, en todo caso vos sí tenés oportunidades, trabajás, y yo sé que en ese

trabajo estás permanentemente rodeada de gente, vivo en mi cueva pero no soy tan

estúpido como creés, y si nunca te controlo es porque confío en vos, así que no

destruyas esto tan fuerte que siento, ¿querés? por algo que en definitiva es tan nimio,

un olvido, una salida, que para mí era importante pero me olvidé, mi memoria falló, lo

que no significa que no tuviera importancia, una cosa no tiene nada que ver con la otra,

mi memoria falló y listo, también podría llegar a fallar el día de mi cumpleaños, qué le

voy a hacer?. No me condenes. Te quiero, y te necesito”

ENVIAR

52
“¿no andarás con otro, y por eso no querés venir, no?”

ENVIAR

53
“Decís que tenés cosas que hacer después del trabajo, pero no me decís qué,

y no me vayas a salir con que tenés que ir a lo de alguna amiga porque no te voy a

creer”

ENVIAR

54
“ah sí, tenés que ir a lo de tu amiga, mirá vos, jajajaja, contate otro. No soy

tan idiota como pensás, ni lo parezco, así que no me tomés por gil. Hoy vos te venís

para acá, tu amiga puede esperar, ¿desde cuándo uno debe darle prioridad a un amigo?

Ahora, si quien te espera es un amante, ahí si se te puede complicar. Si no aparecés hoy,

olvidate de que existo. Me busco otra”

ENVIAR

56
Al final apareció. Yo sabía que si le ponía los puntos sobre las íes iba a

ceder. Tiene miedo a quedarse sola, tiene más miedo que yo, sabe que va a encontrar a

alguien, pero no está segura de que la amen, teme que la usen, como ya le debe haber

pasado muchas veces. Así que vino, le hice unos masajes, jugamos a las cartas mientras

tomábamos unos mates, intercambiamos fluidos corporales y dormimos. Hoy me

levanté como nuevo, utilicé sus labios para mis caprichos y después la acompañé a la

parada del colectivo. Ahora está trabajando, y yo acá, hundido en mis escritos.

57
No soy alegre, soy feliz pero no alegre, únicamente extraigo del hueso de

mis textos una pequeña oda a la felicidad. No es fácil para mí explicar en qué consiste

esa felicidad; de hecho nunca me fue fácil expresar mis sentimientos. Hay algo extraño

en mi interior, como una conexión dislocada entre mi mente y mi cuerpo, entre mi

intelecto y mi emotividad, entre mi espíritu y mis deseos de muete.

Soy puro, incapaz de mentir, y aún así no soy una persona fácil. Para tratar

conmigo hay que tener cierta base de inteligencia e ingenio, y demostrar un amor por el

ser humano en cada gesto, en cada mirada. Amar a los animales, tenerles piedad, crear

ligas en defensa de ellos, es fácil. Yo quiero ver a alguien que ponga las manos en el

fuego por la raza humana, y al decir raza me refiero a todos, sin distinción de credos,

sin banderas políticas ni territoriales.

Mucha gente se anima a decir “creo en Dios”, pero ¿cuántos se animan a

decir “creo en el hombre?”. Bueno, yo soy de esos pocos, de esos elegidos que creen en

el hombre: creo en su capacidad destructiva y en su arte de engendrar, de modificar, de

predecir el futuro en base a ciencia; el problema es que esa ciencia, admirable por su

capacidad de espera, por el cúmulo de conocimientos que es su vanidad y mayor virtud,

está dominada por seres ambiciosos y egoístas. Eso, el tener tanto poder, la hace odiosa

y temible.
58

El odio hacia el prójimo no es algo bueno, y no por el sentimiento de odio

en sí, sino porque si odiamos demasiado tiempo a una persona, corremos el riesgo de

encariñarnos con el odio, y lo que es peor, corremos el riesgo de encariñarnos con la

persona odiada. Es mejor amar a nuestros enemigos, no es fácil, pero es una salida más

elegante, y hace bien.


59

Varias veces me tomaron por imbécil, pero yo no soy ningún imbécil: sí

puedo ser egocéntrico, pero de ninguna manera imbécil. Imbécil es aquel que no sabe

ocultar la cuota de estupidez que le tocó en suerte.


60

¿Qué sería de mí sin mí?

A menudo me imagino inválido, en medio de un desierto, y me desprecio

profundamente, pero no le temo a esos sueños, a esas ofuscaciones, es más, creo que

son muy necesarias para seguir adelante con fuerzas renovadas. Yo no soy un cínico: de

hecho, nada me causa más piedad que una persona que se ríe de su propia desgracia.
61

Yo no escapo a los sentimientos ni al ridículo, solamente soy enemigo de

faltar a la verdad; no sé de dónde salió esta ética mía, pero la llevo marcada a fuego

sobre mi cuerpo frágil. No soy bufón de nadie, aun cuando algunos se empeñan en

reírse de mí: ya va a caer mi mano pesada sobre ellos, ignoran mi fuerza al ver mi

fragilidad, eso es lo que me hace peligroso; un día me voy a cansar, y mi revancha va a

surgir sin aviso. Quiero ver cómo se ríen ante una situación de pánico, a quiénes le

tiemblan las piernas y a quiénes no.


62

Esos estúpidos que viven pegados a la computadora, como si la vida se

escondiera detrás de la pantalla de un monitor (tiemblan con extraña energía los

intrincados circuitos). “Ya va a Salir alguien de la pantalla, a visitarnos llegará, será el

día de mayor dicha”: eso creemos, ingenuos de la peor calaña, y nos agotamos en esa

fantasía. Pensamos “somos millones, mi soledad tiene que ser, por mera estadística,

pasajera”, pero no, el azar se empecina en mostrarnos que el error está en uno, la

excepción a la regla. Que esa regla no nos margine, que no nos lleve al vértigo de un

puente o una terraza. Si no soy neurótico es porque me escribo.


63

Cómo tensa la cuerda, China de porquería, no puede vivir en paz dos días

seguidos, tiene que forzar a una pelea, es parte de la naturaleza con que está forjada. La

largaría a la mierda si tuviera otra mujer (cualquiera) entre ojos, si fuera tan fácil. A

veces me hace creer que la odio.


64

No puedo atrapar la felicidad y dejarla resbalar por mi literatura. Cuando

respiro mal mi prosa se traba, prosa disléxica que será mi perdición. ¿Dónde quedó el

estilo que mis jóvenes 20 años anunciaban? Únicamente destaca este cadáver como

único testimonio de mi dolor (dolor inexpresable: las palabras nunca me alcanzan).


65

Hoy no me aguanté más, fui y los insulté, sin pensarlo dos veces. Estaban,

como siempre, en la esquina, riendo grotescamente vaya a saber uno de qué. Me paré a

cierta distancia prudencial de ellos y les grité “porreros de mierda, váyanse a fumar a

otro lado”. Nadie me respondió, se miraron entre ellos como si yo no existiera, y al

minuto ya estaban a los gritos y risotadas nuevamente. Yo me metí en casa y tardé largo

rato en recuperarme del exabrupto. Agitado, observaba las pilas de papeles que guardo

en el armario, esperando hacer, alguna vez, una obra inesperada, algo que me guiñe el

ojo y me diga “este es el motivo por el cual estás en la Tierra, no otro”.


66

Ya no espero nada de mis pocos conocidos, no soy iluso, sé que nadie me va

ayudar, y que todo lo tengo que esperar de mi propia voluntad, cuando no del azar.
67

Hay un chiste que dice “gracias a Dios soy ateo”, esa porquería de broma

me hizo reflexionar, y pienso que es así, hasta el más ateo desearía, en ciertos momentos

de su vida, que Dios exista para ser cobijado en su seno. Hablando del “Quía”, una vez

estuve por un quirófano y cuando desperté de la operación, sentía un dolor y una

oscuridad inmensa y nada más, es decir, mi conciencia era aquel dolor que no sabía de

dónde provenía, mi ser era esa oscuridad. Creo que mis gritos hicieron que me

inyectaran morfina: esa droga únicamente puede describirse como “La caricia de Dios”
68

Hoy empecé a vigilar a la China. No esperen una explicación racional, tuve

un instinto y lo escuché. Una media hora antes del horario de salida de su trabajo, yo ya

estaba en la esquina del supermercado en el que es cajera. Me comí las uñas mientras

esperaba. Cuando por fin salió, vi como se le acercaba un tipo y la besaba en la boca. Lo

que más me llamó la atención era el parecido físico del chabón: llevaba el pelo cortado

como yo y tenía una estatura muy similar a la mía. Me dieron ganas de matarla, pero fue

un instante nomás, después lo pensé, di media vuelta y me dirigí a un bar.


69

Ya la va a pagar, China de mierda. No sé qué pero algo feo voy a hacerle.

Mientras tanto, febrilmente, comienzo a escribir los primeros capítulos de la novela que

siempre soñé hacer. Tengo que aprovechar este dolor.


70

Hoy vino y no la maltraté. Qué débil soy: como estaba mimosa la dejé hacer

lo suyo. Estoy renovado, pero la bronca no se me pasa. Sigo escribiendo.


71

Hoy, cuando empezaba a oscurecer, de nuevo me asaltó la intuición. Estaba

inmerso en la escritura de un violento capítulo de mi obra y de golpe se me cruzó la

imagen de la plaza que queda frente al edificio municipal. “Se van a ver ahí” pensé.

Dejé las hojas y el bolígrafo a un lado y me dirigí al lugar. Entré a la plaza y encontré a

la China de inmediato: venía por el sendero de grava justo en dirección a mí; yo la

miraba con desconfianza, amenazante; cuando la tuve a un paso iba a regañarla pero me

sorprendí al ver que pasaba a mi lado sin siquiera mirarme. Me di vuelta y vi como se

abrazaban en la esquina. No sé de dónde había salido él, pero le acariciaba el cabello y

le susurraba algo (ella estaba más linda que nunca), después se fueron caminando

tomados de la mano. Los seguí de cerca, escondiéndome a cada momento detrás de otra

gente. Llegaron a una heladería y pidieron dos cucuruchos. Yo crucé la calle y los

observé desde la vereda de enfrente, cobijado por la sombra que daba la copa de un

árbol. El tipo se parecía a mí hasta en los exagerados gestos que hacía para sonsacarle

sonrisas a mi China. Cuando terminaron los helados saciaron su sed en el bebedero y

luego se alejaron agarrados de la mano. Los seguí nuevamente. A las pocas cuadras

comencé a darme cuenta de algo que me pareció terrible: estaban enfilando para el

barrio donde yo vivo. “No puede ser: se dirigen a mi casa”. Un temblor me recorrió el

cuerpo completo. “Esta es capaz de enrostrarme su engaño”. Pensé que lo mejor que

podía hacer era irme para otro lado y al otro día llamarla y decirle (inventarle) que yo

estaba saliendo con otra mujer y que ahí mismo se terminaba lo nuestro, pero estaba tan

alterado que sentí el imperioso impulsó de llevar la situación al límite. “Si me obligan a

hacerlo, voy a matarlos adentro de mi casa: algún pretexto voy a encontrar para

excusarme ante la justicia después” pensé en ese momento de ofuscación. Un minuto


más tarde mis temores se confirmaban y nos encontrábamos los tres frente a la puerta de

mi hogar. Abrí y me hice a un lado, dejándolos pasar. Luego entré yo y cerré con llave.

Cuando me di vuelta, la China, sonriente, se colgó de mi cuello. ¿Qué hacés? dije

frunciendo el seño y rechazándola. “Nada. Te abrazo, ¿por qué?”

“¿Dónde se metió el otro?”

“¿Qué otro?”

“El que estaba con vos hasta recién”

“¿De qué estás hablando, estás loco?”

“No te hagás la estúpida conmigo: ¿Qué clase de broma es esta?

“No sé de que hablás, en serio. ¿Te sentís bien?”

“No me tomés más el pelo, porque me estoy enojando. Los vi en la plaza

abrazados y después se fueron a tomar un helado”. Dije esto y la china estalló en

carcajadas. Hablando seriamente, creí que iba a matarla. “¿Qué es lo que te resulta tan

gracioso?, explicame” dije en forma autoritaria.

“Cómo no me va a causar gracia, si estuve con vos en la plaza y después

fuimos juntos a tomar un helado; estábamos tan bien y ahora me salís con esto”

“Dale China, si el otro día vi como te pasaba a buscar al trabajo”

“Sí, vos me pasaste a buscar, y después fuimos a un albergue y…” “cállate,

embustera” dije, y le apliqué un soplamocos con el revés de la mano. Le sangraba la

nariz. “Gracias al dolor que me causa haberte descubierto en la trampa, escribo al fin mi

novela, la que siempre deseé… y todo gracias a vos”.

“Estás loco” dijo limpiándose la sangre de la nariz con el borde de unas

cortinas. Llevaba un escote muy provocativo. “¿Loco?, ahora te voy a mostrar los

capítulos que llevo escritos, China desagradecida”. Fui hasta mi cuarto y de la mesa de

luz saqué la pila de hojas. “Tomá, acá tenés, incrédula”. La China agarró y se puso a
hojear. Un hilo de sangre se deslizó por su barbilla y cayó sobre una hoja. “Pero estas

hojas están en blanco” dijo. Se las quité de la mano y me puse a revisar: era verdad.

“¿Dónde se metió el otro? –pregunté furioso- Fue él el que me cambio las hojas, ¿no,

China de mierda?, ¿dónde se metió?, lo voy a matar”. Fui a la cocina y agarré un

cuchillo. “Le voy a descocer el cogote” amenacé. La China comenzó a gritar y a

forcejear conmigo. Sentí que me desvanecía.


72

Recuerdo que desperté recostado en una cama en una habitación muy

pulcra. Sentía calor en la frente y un ligero sopor. Me puse a gritar como loco hasta que

se me acercó una mujer joven. Era una enfermera. La miré con desprecio y le dije

“quiero tinta y papel”. Se marchó y a los pocos minutos regresó con lo que le había

pedido. Bastante más tranquilo, me puse a escribir.


73

Yo no me quejo de mí como se queja uno de heridas aleatorias, no me quejo

de espanto ni de aburrimiento, más bien miro a las palabras con descaro, uso y abuso

de ellas, hasta que el lenguaje llega y se queja por mí. Yo no ahondo en la estética más

que de manera casual --soy humano, pero no por mis palabras.


que una cantante lírica te diga dos palabras, que resonarán el resto de

la noche como la más poderosa de las sinfonías: volvé, volvé al piano que canta sin

voz humana, volvé al piano de los armónicos espectrales, alfa y omega de los

lamentos del poeta

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