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EN BOCA CERRADA NO ENTRAN MOSCAS.

Malditas sirenas, no pasa un día sin que escuche el ruido de las sirenas, es atormentador. En
la antigüedad se creía que las sirenas entonaban cantos hermosos, dulces, mágicos, con la
finalidad de atraer a los marineros, los embrujaban con sus hermosos cantos para después
devorarlos o hacerles el amor, no sé. Pero yo no me refiero a esos seres mitológicos sino a
las otras sirenas, a las del siglo xx a las que provienen de ambulancias o patrullas con la
finalidad de apartar el tráfico. Se me presentan a cualquier hora del día así nomás sin avisar,
a veces es un sonido que se aleja y otras veces se acerca, pero da igual, siempre anuncian
alguna desgracia, son indicadores de que alguien en algún punto de la ciudad no muy lejos
de aquí está pasando por un jodido momento.
Se puede uno imaginar tantas cosas, un accidente, un asalto, un incendio, un asesinato o
dos, una persona infartada en algún supermercado. La lista puede incrementar o disminuir
su grado de fatalidad dependiendo del número de sirenas escuchadas en el mismo
momento, si son muchas y seguiditas, fácilmente podrían indicar una buena balacera en la
que posiblemente haya muchos muertos y heridos, talvez la policía atrapo un pez gordo,
uno nunca sabe realmente, solo se lo imagina al escuchar ese sonido altamente reconocible
y para mí altamente molesto. Cuando esta uno acostumbrado a vivir en la ciudad lo toma
como algo común y cotidiano a veces a uno le importa y a veces no, es algo de todos los
días. Pero para mí hay algo que es verdaderamente importante y eso es el poder
concentrarme en mi trabajo y ese maldito ruido no lo soporto me saca de quicio, puede
conducirme al borde de la neurosis de una manera mágica, misteriosa y solo me quedo con
una tremenda frustración ante la imposibilidad de tomar venganza, ¿Cómo diablos podría
hacer eso?
Eh estado tratando de dar final a mi última novela, quiero que sea un final épico,
inigualable. Después de todo se lo debo a mis personajes, los estuve torturando durante
veinticuatro capítulos que es un poco más de la mitad de mi novela, no puedo darles un
final cualquiera, pero me ha sido imposible poder concentrarme, nada de lo que eh escrito
durante las últimas tres semanas me parece bueno incluso he pasado días enteros sin
escribir una sola palabra, ya no brotan ideas de mi mente, tal parece que la musa de mi
inspiración se ha conseguido otro amante.
Alguna vez leí algo sobre el bloqueo del escritor, pero me parecieron puras patrañas, tan
solo una leyenda urbana, un mito inventado con la única finalidad de asustar a los escritores
novatos. yo nunca lo creí, nunca me imaginé que fuera a pasarme algo así, a lo largo de mi
vida nunca tuve problemas para plasmar en un papel lo que siento, lo que pienso o lo que
invento, pero ahora me doy cuenta de que es posible, de que el mito es real, estoy
bloqueado y no quisiera que esto se prolongara durante más tiempo ya que tiempo, es lo
que menos tengo, mi editor me ha estado amenazando con mandarme al carajo, me insiste y
me hostiga constantemente, necesita que le entregue algo bueno y pronto. Eh batallado
durante años para encontrar a alguien que se decidiera a publicar mis libros no me ha sido
fácil abrirme camino en este maldito oficio de escritor, no puedo decepcionarlo él ha sido el
único que me ha tendido la mano. Sé, que lo que tengo es bueno es muy bueno, pero no sé
si pueda terminarla a tiempo ni siquiera sé si pueda terminarla, la desesperación poco a
poco se ha ido infiltrando dentro de mí y no es algo que me ayude a desbloquear mi cabeza.
Esa angustia, esa frustración combinada con una dosis de ansiedad. Y esas sirenas, esas
¡malditas sirenas! ¡no lo soporto!
Eh pensado en tomar calmantes, la opción es muy tentadora, tal vez algo de Valium o
clonazepam ayudarían a tranquilizarme, pero también me adormecerían y eso solo haría
que postergara más mi trabajo así que no son una buena opción después de todo.
Ya no sé qué hacer, estoy al borde de la locura. Todos esos ruidos que provienen de la calle
me atormentan, ahora sé porque algunos escritores prefieren retirarse a lugares remotos y
tranquilos, algunos incluso tienen una linda cabañita cerca de un hermoso y gran lago, pero
yo no puedo costearme algo así eso solo les sucede a los grandes escritores, a los best seller
que están en las grandes ligas, y yo, que apenas tengo para pagar la renta de este mes, pero
esta novela puede ser el éxito que he estado esperando durante tantos años, tengo que
terminarla, no sé cómo, pero lo hare y será magnifica de eso estoy seguro.
he intentado sofocar todos esos molestos ruidos, poniendo algo de música, pero fue inútil,
intente escribir a altas horas de la madrugada, pero fue igual de inútil, los perros de las
azoteas no dejaban de ladrar, pareciera como si todo el universo conspirara de una forma
extraña y misteriosa para arruinarme la vida, solo sé que sigo sin poder concentrarme, en
mi mente no brotan las palabras, no hay inspiración alguna, solo juicios estúpidos, sí, me la
paso juzgando a la sociedad, al mundo. Cada vez estoy más cerca de la locura y esta
neurosis mía, esta histeria, no deja de crecer. ¡Por dios, he intentado de todo!
Ahora, nuevamente sentado frente al computador, después de haberme preparado una taza
de café, miro a través de la ventana que da al patio intentando encontrar un momento de
tranquilidad siempre es bueno disfrutar de un buen café, un buen café bien preparado puede
convertirse en un bálsamo capaz de aliviar las penas del alma y si es acompañado de un
buen cigarro pues que mejor, esa siempre ha sido la mejor manera de fugarme de esta
realidad que puede ser el cielo un día y al otro día convertirse en un infierno. En estos
momentos en que decido escaparme de este infiernito, me reclino sobre mi silla y observo
sin ninguna intención hacia el exterior de mi casa. Puedo ver un pedazo de cielo
contaminado y a una que otra golondrina atravesándolo velozmente, subiendo y bajando,
aterrizando en la orilla de un tinaco o sobre los cables de luz, me percibo distraído,
divagando, dándole un sorbito al café regreso a mi realidad, aunque me hubiera gustado
permanecer en ese estado tan solo un minuto más, vuelvo a mirar la página en blanco, y
nada ni siquiera un leve murmullo de mi consciencia no se me antoja escribir ni un punto,
ni una coma siquiera. Regreso la vista a la ventana con la intención de deleitarme un
momento más con ese pedacito de cielo que me toca observar desde donde estoy y observo
claramente como una mosca se cuela dando giros a diestra y siniestra como explorando el
lugar de manera frenética, se posa sobre el pisapapeles con forma de pirámide que está en
el escritorio a medio metro de mí. Me parece un acto muy vulgar y descarado de su parte,
se frota las patitas mientras me observa, como si tramara algo, vuelve a volar dando un
doble giro y la pierdo de vista, no le doy importancia alguna, vuelvo a mirar la hoja en
blanco y nada, ni una idea siquiera. Siento como la ansiedad aumenta poco apoco, puedo
compararme con una olla exprés que carece de una válvula de escape, en cualquier
momento podría estallar, soy una bomba de tiempo y tener conciencia de mi estado mental
no es nada agradable.
Alguien toca a la puerta, no sé si abrir o no. ¿Qué podría ser más decepcionante que
levantarme abrir la puerta y encontrarme con un estúpido vendedor de algo que
seguramente no me interesa? Ya sé, encontrarme con los testigos de Jehová queriendo
salvar mi alma de las llamas del infierno, eso sí sería algo decepcionante, mi vieja alma
hace ya tiempo que la perdí. La perdí en un juego de billar, mientras me tomaba unas
cervezas en un bar del centro que ya ni recuerdo como se llama. Se la aposte a una morena
con el cabello más hermoso que jamás había visto en una mujer, lo llevaba trenzado, era
una trenza tan larga que le llegaba muy por debajo de la cintura, fácilmente rebasaba la
hermosa curvatura de su trasero. Yo quería llevármela a la cama y ya estando ebrio no se
me ocurrió otra cosa que la de apostarle mi alma a cambio de que me acompañara a mi
departamento, intentaba ser algo romántico, pero resulto ser algo bastante estúpido cuando
vi que se burlaba mientras metía una a una y de una forma magistral las estúpidas bolas de
billar sin siquiera permitirme hacer un solo intento, después de meter la última bola en la
esquina superior derecha se acercó a mí, le dio el último trago a su cerveza y muy cerca de
mi oído me susurro, -ahora tu alma me pertenece guapo. – me quede paralizado mientras
ella me daba un beso entre el labio y la mejilla. Después de ese momento (que yo considero
uno de los momentos más eróticos de mi vida), se dio media vuelta y salió del bar sin
siquiera decirme su nombre, yo me quede con mi cerveza en la mano mirando la mesa de
billar que se encontraba ya bacía y con el único consuelo de saber que mi alma le
pertenecía a la mujer más sexi que jamás haya visto.
Bueno. finalmente me decido por no abrir la puerta, aunque siguieron insistiendo, por un
momento pensé que podría ser algún vecino con algún tipo de necesidad, pero me importo
aún menos, porque al fin y al cabo odio a mis vecinos y mis vecinos me odian a mí, así
que…
Después de mi determinada decisión parece que finalmente se rinden. Yo sigo sentado
frente al computador, termino mi taza de café y enciendo un cigarro y de pronto aparece,
como alguien al que no se le invito a la fiesta por que todos saben que es un aguafiestas, el
maldito ruido de una sirena, parece que se aleja, y no sé porque, pero comienzo a sentir un
placer extraño un tanto perverso, sí, alguien está sufriendo y me da gusto y me doy cuenta
de que estoy empezando a odiar al mundo y que mi neurosis a alcanzado nuevos niveles.
Esta novela está terminando conmigo lo que me parece verdaderamente absurdo porque yo
debería de ser el que terminara con ella.
Apago el cigarro en el cenicero que esta junto al pisapapeles con forma de pirámide y
aterriza sobre el dorso de mi mano la maldita mosca, quito mi mano bruscamente con la
finalidad de espantarla y se lanza revoloteando sobre mi rostro, yo me defiendo lanzando
unos buenos manotazos, pero ni siquiera logro tocarla, se va por tres segundos y regresa,
esta vez aterrizando sobre el teclado de la computadora, la observo fijamente y mientras la
observo ahí dando unos pasitos y desplazándose de la tecla erre a la eme, la imagino
terminando mi novela.
¿Puede acaso, una mosca ser mejor que un hombre? ¿puede acaso, esta maldita mosca
mandada por el mismísimo demonio ser mejor que yo? Esta idea me enfurece, a tal grado
que golpeo con fuerza el escritorio y la mosca sale disparada, vuela de aquí para allá
recorriendo todo el ancho de la habitación y yo solo deseo que se valla por el mismo lugar
por el que llego, pero no tengo tanta suerte, la maldita regresa aterrizando esta vez sobre la
pantalla de la computadora, camina sobre la hoja en blanco y se detiene para frotar sus
patitas traseras como si se estuviera burlando, yo la vuelvo a observar y deseo con todas
mis fuerzas que muera, que desaparezca, que me deje solo con mi neurosis y mis
problemas, no puedo estar lidiando ahora con esto, mi mente es una bomba de tiempo y este
despreciable insecto parece ser el detonante perfecto, así que decido terminar con ella, no
puedo dejar que ande paseándose por todo el departamento y que me fastidie cada vez que
se le antoje con su molesto zumbido y su constante vuelo de un lado a otro, esta mosca
definitivamente deja en segundo término al llanto de las sirenas.
Ahora camina por el escritorio, sin miedo a nada, no le importa nada, es feliz en su vida de
mosca. Vuela, hace una curva a la izquierda y luego una más a la derecha para después
aterrizar en uno de mis libros, parece tener buen gusto ya que es nada más y nada menos
que el tomo dos de la narrativa completa de H.P. Lovecraft en donde viene la historia del
Necronomicón un libro con el que según Lovecraft se pueden hacer conjuros, hechizos,
invocaciones a demonios y todo tipo de brujerías y la imagino invocando a Belcebú ya que
después de todo Belcebú es el señor de las moscas y me parece una idea bastante ridícula.
La muy maldita ni siquiera se imagina que está a punto de morir, busco algo con que
aplastarla y ya que no cuento con un insecticida o matamoscas a la mano, improviso, cojo
el último ejemplar de la revista letras libres que se encuentra sobre un taburete a mi costado
izquierdo, lo enrollo y con arma en mano espero el momento justo para propinarle
tremendo golpazo.
Maldita sea ¿Cómo es posible que esté pasando esto? Llevo más de media hora esperando
que la maldita mosca se me acerque y nada, solo se la pasa volando a mis espaldas y en
varias ocasiones ha pasado zumbando cerca de mi oído, puedo escuchar cómo se ríe, se está
burlando de mí, de mi mediocridad, nunca he sido un buen cazador de moscas, pero a ¡ésta!
juro que la matare. Ahora algunos brotes psicóticos se unen a la fiesta, hablo con la mosca
y ella me contesta, es bastante desdeñosa al parecer soy muy poca cosa para ella, solo
escucho su risa, su perversa risita de mosca yo la insulto, la amenazo, la injurio cada vez
que la veo pasar volando cerca de mí, pero a ella no le importa, tal vez se ha dado cuenta de
que el loco soy yo, tal vez yo me eh dado cuenta de que eh traspasado las barreras de la
normalidad y de que cada vez me pierdo más en los confines de mi mente, pero no me
importa le eh declarado la guerra a una mosca, ya ni siquiera me importan los ruidos de la
calle o los ladridos de los perros o la música corriente que ponen los vecinos a todo
volumen, toda mi atención está puesta en terminar con la asquerosa vida de esta mosca, ¿de
dónde me ha nacido tanto odio por ese miserable insecto? No lo sé, y a estas alturas de las
circunstancias ya no importa, solo sé que está dentro de mi pecho de una manera absurda eh
incomprensible.
No estoy muy seguro de cuanto sea el tiempo de vida de una mosca, doce horas, un día o
dos, una semana tal vez, no lo sé, pero esta parece ser una mosca joven, me doy cuenta de
eso porque es muy activa, no se cansa de andar volando de un lado a otro, aunque también
pudiera ser que antes de llegar aquí se dio una buena atascada con alguna sustancia dulce,
tan dulce que se ocasiono un daño en su cerebrito de mosca y quedo loca. De lo que estoy
seguro es de que no es una mosca cualquiera ésta parece estar dotada de algo que no sabría
cómo explicar, pero la convierte en una mosca rara, muy rara, pero da igual, la asechare y
la matare y la convertiré en un trofeo, así como hacen los grandes cazadores.
ahora está allí parada, sobre la taza del café que me tome hace un rato, la observo
atentamente sin hacer algún movimiento que pudiera espantarla, es mi oportunidad, tengo
lo revista en mi mano lista para matar, calculo muy bien la distancia, apunto muy bien a mi
objetivo y golpeo con fuerza, la taza vuela en pedazos y pierdo completamente la calma al
verla pasar volando frente a mis ojos a la muy maldita. Creo haber perdido más que la
calma, la poca cordura que me quedaba se fue volando con la misma rapidez con la que ha
escapado esa mosca de mi mediocre ataque. La persigo por todo el departamento
repartiendo golpes por todos lados, vuela en pedazos el viejo florero que compre en un
bazar, vuelan mis libros que están en la estantería y los cuadros y retratos que están en las
paredes también se convierten en víctimas de mi descontrolada furia, vuelan los trastes
sucios y limpios que están en la cocina los platos que están en el suelo se convierten en
rompecabezas imposibles de armar y vuela la mosca ilesa librando todos y cada uno de mis
ataques, la he perseguido por todo el departamento, eh destrozo todo el departamento, se ha
convertido en una zona de guerra, me convertí en un huracán que destruyo todo a su paso.
Ya no me importa nada perdí completamente la conciencia, solo deseo terminar con la vida
de ese miserable insecto, un miserable insecto que representa toda mi angustia, toda mi
ansiedad y frustración, un miserable insecto que representa todo lo podrido que llevo por
dentro.
Me encuentro agitado, furioso y al ver a mi alrededor todos los daños que ocasione estando
en ese estado de locura, recobro poco a poco la calma. La mosca sigue viva volando por ahí
como si nada hubiera pasado. Vuelvo a mi escritorio, lo único que sigue intacto es mi
computadora y esa hoja en blanco, que ha estado intacta desde hace tiempo. Enciendo un
cigarro y me quedo observando la pantalla durante unos minutos. Pero… ¿Qué acaba de
ocurrir aquí? ¿qué es lo que me ha pasado? ¿acaso algún espíritu maligno se apodero de mi
ser? Me pregunto a mí mismo sin encontrar respuesta alguna.
Aun algo alterado busco el cenicero a mi alrededor, estoy seguro de haberlo tirado en algún
lado no muy lejos de mi escritorio, lo recojo del piso y lo vuelvo a poner en su lugar, apago
en el mi cigarro para después reclinarme en mi silla, inhalo profundamente y exhalo, me
doy cuenta de que he pasado por un momento catártico, tan liberador que me ha llevado a
otro estado de conciencia en el que me siento más tranquilo, mi respiración recobra su
ritmo poco a poco y me quedo allí un momento disfrutando de esa tranquilidad, no hay
pensamientos que crucen por mi mente, solo observo el techo fijamente y escucho mi
respiración e incluso puedo sentir los latidos de mi corazón, es una sensación muy extraña,
un sentimiento de paz creo, algo a lo que no estoy acostumbrado.
veo a la mosca pasar varias veces y así sin más aterriza sobre mi frente, siento su
cosquilleo cuando camina y escucho que zumba al levantar el vuelo y pienso en la vida de
las moscas que, siendo los seres más repudiados sobre la tierra, son capaces de posarse
sobre la cabeza de los reyes más poderosos.
recobro la postura y me levanto de la silla voy a la cocina para prepararme un café que ya
no puede ser servido en ninguna tasa porque todas están convertidas en mil pedazos, así que
busco entre los escombros que hay en la cocina algún vaso de plástico que no esté muy
sucio, me sirvo el café y regreso a mi escritorio, dejo mi café sobre el escritorio y enciendo
otro cigarro.
Ya estando ahí arrojando algunas bocanadas de humo y viendo cómo se desvanecen esas
nubes fantasmales, entro en un mar de divagaciones en el que las preguntas son un tanto
confrontativas, por ejemplo. ¿Cuál puede ser el sentimiento de un hombre que ha sido
derrotado por una mosca? ¿Impotencia, frustración, miseria? ¿vergüenza tal vez? No lo sé,
no tengo respuesta y no lo sé exactamente porque todos esos sentimientos ya estaban en mí
antes de toparme con ese repugnante ser come mierda, antes de que esa maléfica mosca
atravesara volando por la ventana solo para atormentar a este neurótico en potencia
colmado de angustia y desesperación.
Mientras termino mi cigarro aun consternado por lo que acaba de ocurrir veo pasar a la
mosca frente a mí un par de veces y le arrojo la última bocanada de humo con el más
ferviente deseo de envenenarla, de sofocarla siquiera. Me doy cuenta de que ese ha sido mi
último intento de acabar con ella, todas mis esperanzas desaparecen junto con el humo.
Jamás terminare de escribir esta novela. Estoy desecho, es el fin de mi carrera como
escritor, podría dedicarme a otra cosa, no lo sé, tal vez a manera de venganza me convierta
en fumigador de insectos.
Apago la colilla de cigarro en el cenicero y levanto mi café y justo antes de llevarlo a mi
boca veo caer en el vaso a la maldita mosca, no puedo creerlo, en verdad no puedo creer lo
que está pasando, la veo allí nadando, atrapada, sufriendo, y así con la despedida más
absurda muere, en un instante sus patitas dejan de moverse y su cuerpecito de mosca queda
flotando en el café, la muy maldita ni siquiera me ha permitido brindar por ella, dejo el
baso en el escritorio y después de ordenar el desastre que ocasione por todo el
departamento me voy a la cama sin saber que pensar. Esa noche soñé que una mosca
gigante con el cabello largo y trenzado tocaba a mi puerta con toda la intención de
evangelizarme y yo la recibo amablemente, pero al verme de frente con sus miles de ojos,
solo extiende una de sus peludas patas para entregarme una tarjetita que dice “vale por un
alma” y sin decir una palabra se da media vuelta y se va volando y yo me quedo ahí con la
tarjetita en mano sin saber dónde o como canjearla y con una tremenda impresión muy
semejante a la de un niño que acaba de ver un terrible monstro.
Me despierto como solo se puede despertar de una pesadilla, con el corazón a mil por hora
y la respiración agitada además de una sensación nauseabunda. Ya no me quedan cigarros
así que solo me siento en la orilla de la cama y en medio de la oscuridad de mi cuarto trato
de tranquilizarme y descubrir cuál es el mensaje que hay de tras de esa terrible imagen que
se quedó grabada en mi mente.
Vuelvo a recostarme sobre la almohada empapada de sudor y me pregunto. ¿Cómo es que
un ser tan común e insignificante como una mosca es capaz de producir tanto caos en la
mente de un hombre? Esta duda se queda clavada en mi cabeza hasta que… ¡sí! ¡esa es la
clave! Esto es lo que necesito para dar fin a mi novela, algo común e insignificante, tan
común y tan carente de sentido como el vuelo de una mosca, pero capaz de producir el más
grande caos en el alma de mi villano principal, un caos que saque a relucir toda su
capacidad neurótica, toda su locura, toda su fuerza de la misma manera que me ha sucedido
a mí, ¡sí! A partir de esa idea pondré orden al desenlace. Al parecer el bloqueo ha
terminado las ideas empiezan a fluir, mi ansiedad ahora es una ansiedad alegre, soy como
un niño queriendo desenvolver su regalo de navidad. Ahora todo es muy claro en mi mente
las frases brotan como las flores en primavera. No puedo esperar más, me dirijo al
escritorio alegre y emocionado, la computadora tarda en encender así que cojo bolígrafo y
papel, las palabras fluyen, me siento como alguien que hubiese estado perdido en medio de
un bosque oscuro y tenebroso y que de repente encuentra el camino de vuelta a casa.
Después de pasar varias horas sin parar de escribir le doy un trago a mi café, es un café ya
muy frio, un café que lleva ya tiempo en el escritorio.

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