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El nombre de Vodanovic Haklicka no suele figurar entre los civilistas chilenos y sin

embargo debiera ser reconocido como uno de los mejores exponentes de la


disciplina civil del siglo XX. Lo que sucede es que su obra principal, que fue editada
entre 1939 y 1942 en cuatro tomos en los que trataba la parte general del Derecho
Civil, las Obligaciones y las Fuentes de las obligaciones, con un estudio de los
contratos en particular, ha sido atribuida por largo tiempo a Arturo Alessandri
Rodríguez y a Manuel Somarriva Undurraga. Tan es así que incluso en obras de
juristas rigurosos a veces se citan párrafos de estos libros, o sus ediciones
posteriores, como si fueran de Alessandri. El mismo libro ha sido conocido como el
“Alessandri-Somarriva”.

La confusión deriva de la mezcla entre un cierto artilugio editorial y la humildad de


don Antonio (bastante poco frecuente entre nuestros escritores jurídicos). El artilugio
es probablemente idea de don Carlos Nascimento, por entonces dueño de la
editorial de su apellido y que financió la primera edición. Habrá pensado que sacar
un libro tan voluminoso de un autor joven, de provincia (antofagastino), aún no
recibido de abogado, prácticamente ignorado por el medio académico, era
económicamente riesgoso. De allí que ideó que la obra fuera atribuida a Arturo
Alessandri y a Manuel Somarriva, por entonces célebres profesores de Derecho Civil
de la Universidad de Chile, y solo más abajo en letra menor mencionaba que se
trataba de “versiones de sus clases tomadas por Antonio Vodanovic H.”, pero es
claro que se trató de un recurso de lo que hoy día llamaríamos marketing, que no se
corresponde con la realidad. El mismo Vodanovic aclara ya en los primeros prefacios
que aunque haya tomado algunas ideas de dichos maestros, la sistemática y el
contenido mismo del libro es de su propia autoría.

Pese a ello, cuando la Editorial Jurídica de Chile editó nuevamente la obra, ahora
separada en Tratados, actualizados por el mismo Vodanovic, mantuvo la atribución
de autoría para Alessandri y Somarriva, solo que ahora Vodanovic pasó a ser el
tercer autor y no solo el redactor. Fallecido don Antonio en 2005, sus obras han sido
reimpresas sin actualizaciones.

La editorial Ediciones Jurídicas de Santiago ha reimpreso, con la autorización de los


hijos del autor, los Tratados de Parte General, Bienes y Obligaciones, pero tal como
habían sido editados por última vez por la Editorial Jurídica de Chile y, por tanto, con
triple autoría.

En cambio, ahora ha publicado la primera parte del originario volumen IV del Curso
de Derecho Civil, que permaneció sin actualizar desde 1942, y que se refiere a las
Fuentes de las Obligaciones. Además, la edición de este primer tomo ha sido
actualizada por tres jóvenes profesores de Derecho Civil: Carolina Riveros Ferrada,
de la U. de Talca; Gonzalo Ruz Lártiga, de la U. Autónoma de Chile y Luis Vargas
Sáez, de la U. Austral de Chile.

Y por fin este libro aparece solo con un autor, que es el auténtico: Antonio Vodanovic
Haklicka, si bien en letra menor se conserva la tradicional leyenda de que “está
basado en las explicaciones de los profesores de la U. de Chile Arturo Alessandri
Rodríguez y Manuel Somarriva Undurraga”.

El libro ha mantenido su sistemática original, aunque en este volumen solo se trata


de la parte general de las fuentes de las obligaciones, en la que se realiza un
completo tratamiento del contrato, que incluye materias que se suelen tratar en la
teoría del acto o negocio jurídico: como el consentimiento, su formación y vicios, la
lesión, la capacidad, objeto, causa y solemnidades. Se agrega un análisis de los
efectos, las figuras de la estipulación por otro y promesa del hecho ajeno, así como
la inoponibilidad como forma de ineficacia y la interpretación e integración. El tratado
culmina con un extenso estudio de las formas de extinción de los contratos, en las
que se incluye la inexistencia y la nulidad, así como la simulación y la reserva mental.
A ello se agregan dos apartados dedicados a la declaración unilateral de voluntad y
al principio de la autonomía de la voluntad.

La actualización ha sido respetuosa del texto original, lo que debe agradecerse


porque no suele ser habitual. Muchos libros que son actualizados por terceros no
hacen la distinción, con el resultado de que no es fácil saber si una determinada
opinión es del autor original o del actualizador. La modalidad, que ha sido diseñada
para no interrumpir el discurso de la obra, es la de subrayar con línea tenue todo el
texto que ha sido agregado por los actualizadores; solo muy excepcionalmente se
presentan discordancias con este criterio, ya sea porque textos nuevos no llevan el
subrayado (notas 27, 42-46, 135-136 y 228) o textos originales han sido subrayados
(encabezamiento de notas 252 y 376).

Cuando ha sido necesario agregar una materia que no estaba considerada en la


obra original se han agregado números bis, ter o quáter, también con el texto
subrayado. Finalmente, algunos párrafos largos que estaban totalmente
desactualizados, como las incapacidades de la mujer casada, de los religiosos y de
las personas jurídicas, y la capacidad especial de los indígenas, se trasladaron al
final como apéndices.

Aunque el libro original de Vodanovic ya era bastante avanzado para su época


(1942), es indudable que después de más de 60 años era necesario ponerlo al día.
La labor de los actualizadores es encomiable en este sentido, ya que no se limitan
únicamente a poner al día las reglas legales contenidas en la obra, sino que van
más allá e incorporan la doctrina chilena y la jurisprudencia posterior a la obra,
bastante doctrina extranjera y referencias a la legislación moderna en la materia.

No podía faltar, y es constantemente citado a lo largo de todo el libro, la obra de


Jorge López Santa María sobre los contratos, aunque en su 2° edición de 1998 (el
año pasado salió la 6° edición en coautoría con el profesor Fabián Elorriaga). Pero
además se refieren obras de Alessandri Rodríguez, Avelino León, Gonzalo
Figueroa, René Abeliuk, Ramón Domínguez Águila, Víctor Vial, Daniel Peñailillo,
Enrique Barros y muchos autores de las nuevas generaciones de civilistas como
Fabiola Lathrop, Lilian San Martín, Álvaro Vidal, Ruperto Pinochet, Patricia López,
María Sara Rodríguez, Íñigo de la Maza, Carlos Pizarro, Rodrigo Momberg, Jaime
Alcalde, Alberto Pino, Jorge Baraona y Rodrigo Barcia. Es de lamentar, sí, que no
se haya incluido una bibliografía al final para ubicar inmediatamente la obra que va
citada a pie de página.

En la doctrina extranjera se ha dado especial relevancia a las obras de Luis Díez-


Picazo y Antonio Morales Moreno, pero también se citan autores franceses, italianos
y alemanes.

A lo anterior deben añadirse los comentarios que los actualizadores realizan sobre
la base de nuevas regulaciones civiles, como el Código Civil de Perú (1984), de
Brasil (2002), de Quebec (1994), de la Federación Rusa (1994-2006) y de Argentina
(2015). Muy citada aparece la Ordenanza por la cual se reformó el Código Civil
francés en materia de contratos del 2016. Igualmente, se incluyen alusiones a los
instrumentos de armonización del Derecho de los Contratos, tanto de hard
law (Convención de Viena) como de soft law (Principios Europeos de Derechos de
los Contratos, Principios Unidroit).

En ocasiones los comentarios son pequeños tratados de puntos novedosos en la


doctrina contractual, como el contrato forzoso, la evolución del voluntarismo al
solidarismo contractual, los contratos de consumo, los contratos innominados, la
contratación estandarizada y la disciplina de las cláusulas abusivas, la formación del
consentimiento en la contratación electrónica, la cesión de contrato, el error en la
persona en el consentimiento matrimonial, la modernización del vicio de fuerza
frente a publicidad agresiva y violencia económica, el dolo y la publicidad engañosa,
la calidad y capacidad de las personas de pueblos originarios, la nulidad de derecho
público y de contratos de consumo. Hay que constatar, sí, que en ocasiones los
números añadidos con comentarios adicionales son tomadas de obras previas de
los actualizadores (cfr. 251 bis, ter y quáter).

En todos ellos se intenta dar una visión sintética y más bien informativa que analítica.
Se refieren los cambios que han efectuado en estas materias algunas leyes de
reforma del Código Civil y otras especiales como la Ley de Protección de Derechos
del Consumidor Nº 19.496, la Ley de Matrimonio Civil Nº 19.497 y la Ley Concursal
Nº 20.720. En algunos casos los comentadores se atreven a complementar la
enseñanza de Vodanovic (Nº 49, 98, 117, Nº 205) o incluso a corregir algún error
manifiesto (Nº 43, nota 67).

Los actualizadores no dan opiniones personales sobre las diversas temáticas del
libro; solo en contadas ocasiones expresan su parecer y alguna vez llegan a
modificar el texto original del autor. Así sucede cuando bajan a nota de pie de página
el ejemplo que Vodanovic utiliza para clarificar la regla de que solo se prohíbe lo que
no se puede hacer y que se refiere al matrimonio de personas del mismo sexo, que
aunque no está prohibido, dice el autor, es un contrato imposible. Los actualizadores
señalan que el ejemplo habría perdido actualidad al aprobarse la Ley Nº 20.830,
sobre Acuerdo de Unión Civil, y anuncian que se vislumbra “inevitablemente” una
tendencia hacia la consagración del “matrimonio igualitario”, slogan con el que se
conoce la pretensión de que la unión entre personas del mismo sexo goce del
estatuto matrimonial. Sin entrar en el punto, parece claro que aquí los actualizadores
han renunciado al estilo imparcial e informativo que predomina en la mayor parte de
sus comentarios, lo que se agrava porque no solo han hecho un comentario, que
sería legítimo, sino que han modificado el texto principal para ponerlo en
congruencia con su personal opinión.

En todo caso, debe felicitarse a los actualizadores por la realización de una labor
tremendamente compleja y ardua, a lo que se une el que prácticamente no tiene
reconocimiento alguno en el ámbito científico-jurídico (Fondecyt). Sin duda,
académicos, abogados, jueces, estudiantes y demás personas interesadas en la
materia agradecerán disponer de una obra que, aprovechando toda la profundidad
de los conocimientos, la claridad expositiva y la agudeza argumental de Antonio
Vodanovic, nos ofrece un panorama de cómo se encuentra el Derecho de los
contratos en nuestro país y en legislaciones similares a la nuestra.

También debe felicitarse a Ediciones Jurídicas de Santiago y a quienes han


trabajado en la publicación de esta obra, ya que la edición ha sido muy bien cuidada,
con tapas duras y papel de calidad, y, por sobre todo, con un diseño elegante y de
buen gusto, tanto de la portada como del interior de la obra, con lo que se pone a la
altura de las mejores editoriales jurídicas chilenas y latinoamericanas.

No nos queda más que expresar los deseos de que pronto los actualizadores y la
editorial den a la luz los tomos que continúan este tratado y que, si se sigue la
primera edición de 1942, se referirán a los contratos en particular, cuasicontratos y
responsabilidad civil extracontractual.

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