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Eucaristía

José María CASTILLO*

1. LAS DIFICULTADES los dos primeros siglos del cristianismo. Se trata


del debatido asunto del ministro que puede cele-
Tal como se suele celebrar actualmente la euca-
brar la eucaristía: ¿tiene que ser necesariamente
ristía, es evidente que, para muchos cristianos, tie-
un ministro ordenado?, ¿podrían presidir la euca-
ne que resultar difícil comprender y vivir correcta-
ristía las mujeres? Cuestiones de este tipo apasio-
mente lo que, según los relatos de la institución,
nan incluso a determinados sectores de la opinión
dijo Jesús al instituir este sacramento: «Haced esto
pública. Lo cual lleva consigo dos consecuencias
en memoria mía» (1Cor 11,25; Lc 22, 19). Es decir,
negativas: a) se pone un interés excesivo en cues-
«haced esto mismo para que os acordéis de mí, pa-
tiones que para nada tocan lo central de la eucaris-
ra que actualicéis mi presencia y mi memoria entre
tía; b) la creciente escasez de ministros ordenados
vosotros». Pero ¿podemos estar seguros de que una
en la Iglesia lleva consigo que ya hay demasiados
misa de pontifical solemne, celebrada en el contex-
cristianos para los que es imposible poder acudir a
to grandioso de nuestras catedrales y con toda la
misa cada domingo. Y lo más grave es que parece
pompa y ostentación que eso lleva consigo, puede
que esto preocupa menos a las autoridades ecle-
evocar espontáneamente el recuerdo y la presencia
siásticas que el mantener con firmeza la práctica
viva del Jesús del Evangelio? No se trata de una
establecida en cuanto se refiere al ministro de la
pregunta retórica, sino de algo tan obvio, que lo ex-
eucaristía.
traño es que esta pregunta produzca malestar o in-
diferencia en muchos cristianos. ¿Hasta ese punto Sea cual sea la solución que se dé a estas difi-
hemos desvirtuado el recuerdo y la presencia de cultades, es fundamental caer en la cuenta de que
Jesús entre nosotros? no se trata solamente de cuestiones meramente
prácticas. Se trata de que, al centrar la atención en
Estas preguntas tienen su razón de ser no sólo
estas cuestiones, la teología ha desviado su aten-
en la liturgia y en las costumbres de la Iglesia, sino
ción de lo que es lo fundamental en cuanto se refie-
sobre todo en la teología eucarística que hemos
re al sacramento que, en expresión del concilio Va-
elaborado y seguimos enseñando a la gente. Por las
ticano II, es «fuente y culmen de toda la vida cris-
razones siguientes:
tiana» (LG 11,1).
1. Porque la teología, desde el s. XI hasta hoy,
ha puesto su preocupación mayor en afirmar la
presencia de Cristo en la eucaristía y en las cues- 2. LOS TEXTOS EUCARÍSTICOS DEL NUEVO
tiones relacionadas con la explicación aristotélico- TESTAMENTO
tomista de esa presencia.
Para comprender la significación fundamental
2. Porque, en consecuencia, lo que más se ha que tiene la eucaristía en la vida de la Iglesia, es
enseñado a los fieles, al explicar la eucaristía, ha necesario recordar, ante todo, lo que el NT dice (y lo
sido el tema de la presencia y de la comunión. que no dice) sobre este sacramento.
3. Porque de eso se ha seguido que la fe en la La documentación de textos que el NT nos ofre-
eucaristía se ha centrado más en la devoción y en ce se puede distribuir en cinco apartados: 1) Los
la piedad personal que en la celebración de la co- textos sobre la institución (1Cor 11,23-26; Mc
munidad cristiana con sus exigencias de unión y 11,22-25; Mt 26,26-29; Lc 22,15-20). 2) Los textos
de solidaridad. que se refieren a la puesta en práctica de la euca-
ristía (Hch 2,42-47; 20,7-12; cf. 27,35). 3) El texto
4. Porque la evolución histórica en el modo de
fundamental de 1Cor 11,17-34, donde Pablo expli-
celebrar este sacramento ha orientado las cosas de
ca cómo una comunidad puede anular la celebra-
tal manera que ha prevalecido lo «sagrado» sobre lo
ción eucarística. 4) La reflexión que hace Pablo en
«comunitario». Por eso se explica que lo que comen-
1Cor 10,14-22.5) El discurso de la promesa (Jn
zó en una cena de fraternidad ha terminado siendo
6,41-59) en el contexto de la multiplicación de los
una solemne ceremonia sagrada que en nada se
panes y las palabras sobre el «pan del cielo» (la To-
parece a una comida compartida.
rah).
5. Porque uno de los problemas que más preo-
Del conjunto de estos textos cabe deducir dos
cupan a la teología eucarística actual es una cues-
conclusiones: a) la eucaristía es un hecho comuni-
tión que ni se plantea en el NT ni en la tradición de
tario: no hay ni un solo texto en el que la eucaristía
2 EUCARISTÍA • J. M. CASTILLO

aparezca como un gesto individual, sino que siem- 4. LA EXPERIENCIA DE LA PRIMERA COMUNIDAD
pre se trata de una experiencia compartida por un
En Hch 2,42-47 se resume el ideal de lo que de-
grupo; b) la eucaristía es una comida «compartida»;
be ser una comunidad cristiana. Se trata de una
lo que significa que se trata de una «acción» que
comunidad que «frecuenta el templo», «parte el pan
comporta un determinado simbolismo.
en las casas» y todos «comen juntos alabando a
Dios». El texto distingue, por una parte, el «templo»,
ya que los miembros de la comunidad eran judíos
3. LAS COMIDAS DE JESUS
de Jerusalén, y, por otra, la «fracción del pan» que
Pablo y los sinópticos coinciden en que Jesús se celebraba en las «casas». Se distingue, pues, el
instituyó la eucaristía en una comida, la cena de espacio sagrado del espacio profano. Y la eucaris-
despedida. Los evangelios hablan, con sorprenden- tía, como acto propio y específico de la comunidad,
te frecuencia, de las comidas de Jesús. Tales comi- se localiza en el ámbito de lo profano. No era, por
das eran, muchas veces, motivo de polémica y en- tanto, un ritual religioso, sino un símbolo comuni-
frentamientos. A veces, porque Jesús y sus discí- tario.
pulos no se ajustaban a las normas establecidas
Las consecuencias que se seguían de esta expe-
sobre pureza ritual (Mc 7,2-5 par.; Mt 12,21 par.;
riencia comunitaria han quedado claramente afir-
cf. Jn 18,28); otras veces, porque Jesús comía con
madas en los sumarios de los Hechos: «los creyen-
pecadores y gente escandalosa (Mc 2,16 par.; Lc
tes vivían todos unidos y lo tenían todo en común»
15,2); también porque Jesús no se ajustaba a las
(Hch 2,44); «en el grupo de los creyentes todos pen-
normas sobre el ayuno (Mc 2,17-18 par.); o porque
saban y sentían lo mismo, lo poseían todo en co-
los enemigos de Jesús le acusaban de ser un comi-
mún y nadie consideraba suyo nada de lo que te-
lón y un borracho (Mt 11,18-19). En la sociedad del
nía» (Hch 4,32). Estos textos idealizan lo que de he-
tiempo de Jesús, el hecho de comer no era una co-
cho ocurría allí. Pero expresan con fuerza las con-
sa intrascendente desde el punto de vista religioso.
secuencias que se tienen que seguir en una comu-
La comida tenía un cierto sentido teológico. Pero
nidad cuando celebra la eucaristía correctamente.
Jesús y su comunidad no se ajustaban a la teología
No se trata, primordialmente, de consecuencias de
establecida al respecto. También en este sentido,
carácter «religioso», sino de orden «social». En cuan-
Jesús resultó ser un revolucionario. ¿Por qué?
to que lo que cada uno tenía (había propiedad pri-
En la mentalidad judía compartir la mesa signi- vada), lo ponía a disposición de los demás.
ficaba solidarizarse con los comensales. Por eso era
escandaloso comer con pecadores, no observar el
ayuno, dejar de cumplir las normas rituales sobre 5. CUANDO LA EUCARISTÍA SE HACE IMPOSIBLE
la pureza precisamente para compartir la comida.
Las exigencias sociales de la eucaristía están
Porque, para Jesús, lo importante no era observar
afirmadas, con más fuerza aún, en 1Cor 11,17-34.
los rituales o las costumbres religiosas, sino la so-
Se trata aquí de las severas advertencias que hace
lidaridad con los despreciados precisamente por la
Pablo a la comunidad de Corinto, precisamente
religión. Es lo que afirma el mismo Jesús: «Cuando
porque allí se celebraba mal la eucaristía. El fallo
des un banquete invita a los pobres, lisiados, cojos
no estaba en que se dejasen de cumplir determina-
y ciegos; y dichoso tú entonces porque no pueden
das normas litúrgicas. Ni en que el ministro de la
pagarte» (Lc 14,13-14). La misma enseñanza se re-
celebración no estuviera debidamente «ordenado». 0
pite en la parábola del gran banquete (Lc 14,21
que los corintios tuvieran ideas equivocadas sobre
par.).
la presencia de Cristo en el pan y el vino. Nada de
La importancia de estas enseñanzas radica en el lo que ahora preocupa a los teólogos, en relación
simbolismo de la comida. En efecto, la comida es con la eucaristía, era allí motivo de preocupación.
fuente de vida, lo que mantiene y fortalece nuestra Todo consistía en que los cristianos estaban dividi-
vida. Por eso, compartir la misma comida es com- dos. Porque entre ellos había ricos y pobres, de
partir la misma vida. De ahí que la comida y la be- manera que los ricos comían y bebían hasta embo-
bida son consideradas realidades «sacramentales» rracharse, mientras que los pobres pasaban ham-
en muchas religiones: la bebida desencadena una bre (1Cor 11, 21). Y luego todos se reunían a cele-
cierta corriente amorosa; la comida en común liga brar la misma eucaristía.
a los participantes. Y la experiencia diaria nos en-
Ahora bien, Pablo les dice a aquellos cristianos
seña que el hecho de sentarse a la misma mesa es
que cuando la eucaristía se celebra así, eso ya no
vivido, en todas las culturas, como un gesto de par-
es celebrar la «cena del Señor», más aún, se puede
ticipación amistosa e incluso amorosa. A partir de
traducir: «así es imposible comer la cena del Señor»
estas experiencias se tiene que interpretar el signi-
(oúk éstin kyriakon deipnon phageîn) (1Cor 11,21).
ficado fundamental de la eucaristía.
Es decir, los que se reúnen para celebrar la euca-
EUCARISTÍA • J. M. CASTILLO 3

ristía en realidad no se reúnen primordialmente esclavitud de Egipto. Se trata, por tanto, de un tex-
para un acto de devoción, de piedad o de religión, y to de liberación. Una liberación que no sólo se re-
mucho menos para un acto social o de carácter po- cuerda, sino que además (y sobre todo) se hace ac-
lítico o incluso militar, sino para fundirse en uno tual. La Mishná lo comenta así: «Cada uno está
(synergoménon èpi tò aúto) (1Cor 11,20). La división obligado a considerarse, de generación en genera-
o el enfrentamiento entre personas o grupos hace ción, como si él mismo hubiera salido de Egipto». O
imposible la celebración de la eucaristía. Un hecho también: «Es necesario que todo israelita sepa que
social imposibilita un acontecimiento teológico. La él mismo ha sido liberado de la esclavitud».
«ortodoxia» depende esencialmente de la «ortopra-
Por tanto, cuando en cada celebración de la eu-
xis».
caristía se dice: «Haced esto en memoria mía», se
trata, por supuesto, de que los cristianos celebra-
mos la eucaristía para acordarnos de Jesús, o sea,
6. LA SIGNIFICACIÓN FUNDAMENTAL
para mantener vivo el recuerdo de lo que fue la vi-
De lo dicho se desprende que la significación da y el destino de Jesús. Pero no es sólo eso. Se
fundamental de la eucaristía se ha de interpretar a trata, además, de que la celebración misma es me-
partir del símbolo de la comida compartida. Com- moria passionis, mortis et resurrectionis Domini nos-
partir la misma mesa es compartir la misma vida. Y tri Iesu Christi, es decir, al celebrar la eucaristía se
como en la eucaristía la comida es Jesús mismo, hace presente y actual la condena y el fracaso de
de ahí se sigue que la eucaristía es el sacramento Jesús, la locura y la debilidad del Dios de Jesús (cf.
en el que los creyentes se comprometen a compar- 1Cor 1,25), el éxito inexplicable y desconcertante
tir la misma vida que llevó Jesús y la misma vida del condenado y el fracasado. Se trata, por tanto,
entre ellos, en el amor y la solidaridad. de una «memoria subversiva» (Metz). La eucaristía,
si es que se celebra correctamente, rompe todos
Esto es lo que expresa el evangelio de Juan. Es- nuestros esquemas y desestabiliza todas nuestras
te evangelio, que habla ampliamente de la eucaris- seguridades. Y así es como nos da la libertad y la
tía en el capítulo sexto, no recoge el relato de la felicidad que siempre anhelamos.
institución. De manera que justamente donde los
otros evangelios cuentan la institución eucarística, Pero hay más. Porque así es como la eucaristía
entre el anuncio de la traición de judas (Mt 26,21- resulta, además de «memoria», también «proclama-
25 par.) y el anuncio de la negación de Pedro (Mt ción». Lo dijo Jesús: «Cada vez que comáis este pan
26,31-35 par.), Juan coloca el mandamiento del y bebáis esta copa proclamad la muerte del Señor
amor Jn 13,34-35). El cuarto evangelio expresa así hasta que vuelva» (1Cor 11,26). En este texto el
dónde está el significado profundo de la eucaristía. imperativo «proclamad» traduce el verbo katag-
Lo fundamental en ella no está en repetir miméti- galein, que es uno de los términos técnicos que uti-
camente el relato de la institución. Ni siquiera en liza el NT para hablar de la proclamación misional
comer y beber el pan y el vino consagrados. Lo de- del Evangelio (Hch 4,2; 13,5.38; 15,36; 16,17; 17,
terminante es la experiencia profunda que se expre- 3.23; 1Cor 2,1; 9,14; Flp 1,17-18; Col 1,28). Una
sa en el ritual eucarístico. Y esa experiencia no es comunidad que hace la «memoria subversiva» de
otra que la unión de las personas en el amor. Jesús, hace también la «proclamación» ante el
mundo de que Jesús no fracasó para siempre, sino
que su presencia sigue siendo actual y decisiva.
7. EUCARISTÍA COMO MEMORIAL
Según la tradición de Lucas y Pablo, cuando Je- 8. LA PRESENCIA DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA
sús instituyó la eucaristía, dio este mandato a sus
discípulos: «Haced lo mismo en memoria mía» (Lc La presencia de Cristo en la eucaristía es un
22,19; 1Cor 11,24). La «memoria» (zikkaron), en la hecho que la Iglesia nunca ha puesto en duda. Los
concepción de los judíos, es la celebración conme- relatos de la institución dicen que Jesús tomó un
morativa de un acontecimiento del pasado que se pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a
hace presente en la comunidad celebrante, la cual los discípulos diciendo: «Tomad, comed: esto es mi
toma parte en el acontecimiento y en la salvación cuerpo» (Mt 26,26 par.). En esta frase hay que des-
que el acontecimiento anuncia. Por tanto, el «me- tacar el realismo que identifica el sujeto «esto» (un
morial» no es un mero recuerdo de lo que pasó, pan) con el predicado «mi cuerpo» (la persona de
sino que es la actualización del hecho que se re- Jesús). Téngase en cuenta que, en la tradición
cuerda. griega, la palabra soma (cuerpo) alude, desde He-
rodoto, a la persona entera. Por tanto, si tenemos
El texto más importante del AT sobre el memo- en cuenta que Jesús no era un loco (que decía co-
rial es Ex 13,3-9, que se refiere a la pascua judía, sas extrañas) ni un iluso (que vivía engañado), no
es decir, a la salida del pueblo cuando escapa de la queda más remedio que concluir en la verdadera y
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real presencia de Jesús en el pan y el vino consa- 9. LA EXPLICACIÓN DE LA PRESENCIA


grados. Por tanto, las palabras de Jesús en la insti-
La fe de la Iglesia nunca ha dudado del hecho de
tución eucarística no pueden entenderse como una
la presencia real y verdadera de Cristo en la euca-
mera comparación (esto es, «como» mi cuerpo), sino
ristía. Los problemas se han planteado cuando se
como una afirmación real (esto «es», mi persona).
ha querido buscar la debida explicación de este he-
En otras ocasiones, Jesús dijo frases parecidas, cho. Históricamente se han dado tres grandes in-
por ejemplo, «yo soy el camino» (Jn 14,6), «yo soy la tentos de explicación.
puerta» (Jn 10,8), «yo soy el pastor» (Jn 10,14). Pero
1. Explicación simbólica: es la más antigua, ya
sabemos que esas frases son metafóricas. Porque
que abarca todo el primer milenio del cristianismo,
Jesús no es ni un «camino», ni una «puerta», ni un
concretamente todo el tiempo de los Padres de la
«pastor» de ganados. ¿En qué está la diferencia con
Iglesia. Se basa en el pensamiento simbólico de
las palabras de la institución eucarística? Cuando
Platón. Por eso, en aquellos siglos, cuando se ha-
Jesús pronunció esas frases, se refería a una doc-
blaba de la eucaristía, los autores utilizaban térmi-
trina. o a una enseñanza universal, ya que se refe-
nos como símbolo, figura, imagen, semejanza, etc.
ría a todos los caminos y a ningún camino en con-
Pero, en aquel tiempo, se entendía el símbolo en
creto. Con tales frases, Jesús quería decir: «yo soy
sentido realista, como medio en el cual y por el
como un camino», «yo soy como un pastor», etc. Pe-
cual se nos hace presente una realidad que perte-
ro cuando se trata de la eucaristía, Jesús se refiere
nece al orden de la salvación.
a un gesto concreto (partir un pan, repartirlo y co-
merlo); y se refiere a un pan concreto que tenía en 2. Explicación aristotélica: se basa en el pensa-
aquel momento en sus manos, de manera que la miento de Aristóteles. Es la explicación que se in-
frase no podía tener otro sentido que decir: «esto troduce a partir de los ss. XI y XII, sobre todo con
soy yo». Por tanto, Jesús afirmó su presencia real y la gran Escolástica. Según esta teología, en las co-
verdadera en aquel pan que comieron entre todos. sas hay que distinguir, por una parte, la substan-
cia y, por otra parte, los accidentes. La sustancia es
En todo caso, al hablar de la presencia de Cristo
el fundamento de la realidad o de la cosa, mientras
en la eucaristía es enteramente imprescindible te-
que los accidentes son la apariencia, lo que aparece
ner presente que el cuerpo de Cristo que recibimos
y se percibe por los sentidos, de manera que todo
en la comunión no es el cuerpo «histórico» de Je-
lo que en un objeto (el pan o el vino) puede analizar
sús, sino el cuerpo «resucitado». En este punto ha
un químico, eso pertenece a los accidentes. En el
insistido siempre la tradición de la Iglesia, sobre
fondo, está la sustancia, que es lo que hace que el
todo la tradición del primer milenio. Lo cual, por lo
pan sea pan o el vino sea vino. Por eso, en una co-
demás, resulta obvio si tenemos en cuenta que el
sa puede ocurrir que cambie la sustancia, pero no
cuerpo histórico de Jesús ya no existe. Lo único
cambien los accidentes. Y en tal caso, nos encon-
que existe, en este orden de cosas, es el cuerpo del
traríamos con que ya aquella cosa es otra cosa, pe-
Resucitado. Cuando, en el s. IX, se produjo la pri-
ro sigue pareciendo lo mismo que antes. Esto es, a
mera controversia eucarística, el problema se plan-
juicio de la teología escolástica, lo que ocurre en la
teó desde el momento en que un monje, Pascasio
consagración eucarística: se cambia la sustancia
Radberto, empezó a difundir que la carne que se
del pan y del vino en la sustancia del cuerpo y la
recibe en la comunión no es otra que la carne que
sangre de Cristo, permaneciendo los mismos acci-
nació de María y que padeció en la cruz (PL 120,
dentes, como si el pan siguiera siendo pan y el vino
1269). A lo que se opuso radicalmente el monje Ra-
siguiera siendo vino. Es la doctrina que explica
tramno. Y de lo que Rabano Mauro, arzobispo de
Tomás de Aquino y fue ratificada oficialmente en el
Maguncia, dijo que jamás había oído ni visto seme-
concilio IV de Letrán y en el de Trento (DS 1642;
jante doctrina (PL 110, 493 A). Por eso, se hace ne-
1652).
cesario replantear a fondo si la institución de la
eucaristía pudo tener lugar en la última cena, 3. Explicación fenomenológica: desde mediados
cuando ni Jesús había muerto ni, por tanto, había del s. XX, hay teólogos que han intentado explicar
resucitado. Si la eucaristía es el «memorial» de la la presencia eucarística en categorías fenomenoló-
muerte y de la resurrección, el origen de la eucaris- gicas. Los que piensan de esta manera dicen que,
tía hay que ponerlo en las comidas del Resucitado en realidad, no sabemos ni podemos saber nada
con los discípulos. Lo que más tarde se concretó en sobre la sustancia y los accidentes. Por eso, estos
un relato litúrgico que las comunidades situaron autores no niegan la explicación aristotélica; lo que
en el momento histórico de la cena de despedida, dicen es que no basta. Porque lo importante en las
seguramente por la evocación simbólica que tal ce- cosas no es lo que cada cosa es en sí, sino lo que es
na tenía, y sigue teniendo, para la Iglesia. para nosotros. De ahí que estos autores no hablan
tanto de «transustanciación», sino que prefieren
hablar de «transfinalización» (cambio de finalidad) y
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de «transignificación» (cambio de significado). En la lebración las mujeres y los varones laicos. El NT no


eucaristía se produce un cambio de finalidad: el dice nada sobre esta cuestión. En el s. II tampoco
pan común, cuya finalidad es alimentar el cuerpo, hay datos concluyentes en este sentido. La Iglesia
pasa a ser pan eucarístico, cuya finalidad es repre- primitiva, por tanto, no vio en esto un problema
sentar y contener el cuerpo de Cristo. Y se produce sobre el que tenía que pronunciarse. Tertuliano
también un cambio de significación: antes signifi- afirma que en el s. III había iglesias en las que los
caba pan común y ahora significa el Cuerpo de laicos celebraban la eucaristía (De exhort. cast. VII,
Cristo. 3). En cuanto a las mujeres, la tradición eclesiásti-
ca no aporta datos ni a favor ni en contra. Afirmar
De estas tres explicaciones, la segunda sigue
que Jesús «ordenó» sólo a hombres es una inexacti-
siendo la explicación «oficial» que el magisterio
tud. Jesús no ordenó a nadie. Porque la teología
eclesiástico da de la presencia de Cristo en la euca-
del «orden» y de la «ordenación» se elaboró siglos
ristía. Pero tal explicación hoy resulta insuficiente.
más tarde. El silencio sobre la posible presidencia
Porque, en el caso de la eucaristía, no hablamos de
de las mujeres es un asunto de orden sociológico,
la presencia de un «objeto», sino de la presencia de
no teológico. La sociedad del tiempo de Jesús y de
una «persona». En la eucaristía no recibimos un
los siglos siguientes hacía impensable la posibili-
objeto (el pan consagrado), sino que nos unimos a
dad de que una mujer ejerciese cualquier función
una persona, que se hace presente en el que co-
de presidencia en un colectivo humano. Pero nues-
mulga. Pero la unión y vinculación entre dos per-
tra cultura ha evolucionado radicalmente en ese
sonas no se puede efectuar si esa unión no se rea-
sentido. El problema de fondo está en saber si lo
liza mediante expresiones simbólicas. En la comu-
determinante en la eucaristía está en que sea pre-
nión no nos comemos la carne histórica de Jesús,
sidida por un varón ordenado o que sea celebrada
sino que unimos y vinculamos la vida y el destino
por una comunidad de fe que así hace el memorial
de nuestra persona a lo que fue la vida y el destino
de la muerte y resurrección de Cristo. La pregunta,
de la persona de Jesús. Comulgar no es comerse
por tanto, es: la eucaristía ¿es un privilegio del cle-
un «objeto sagrado» para que aumente la «gracia»
ro o un derecho de la comunidad? El sentido fun-
en nosotros. Comulgar es el gesto simbólico me-
damental de la eucaristía privilegia claramente lo
diante el que el creyente se une real, verdadera y
segundo. Por tanto, desde el punto de vista teológi-
sustancialmente con Jesús, para que su vida y su
co, no se ve dificultad alguna para que el ministro
proyecto se hagan vida en el que comulga.
de la eucaristía pueda ser un cristiano (hombre o
Por eso la explicación de la presencia de Cristo mujer) que la comunidad elige para tal cometido.
en la eucaristía tiene que ser el resultado de fundir
las tres explicaciones antes expuestas. Es presen-
cia verdadera, real y sustancial. Es presencia sim- INDICACIONES BIBLIOGRÁFICAS
bólica. Y es presencia que implica un cambio de fi- R. Aguirre, La mesa compartida, Sal Terrae, Santander,
nalidad y de significado en el pan y el vino que re- 1994.
cibimos en la comunión. Entonces, la comida com- J. M. Castillo, «Eucaristía», en CFC, 431-445.
partida se hace realmente vida compartida. Y así la
J. Equiza, La eucaristía, ¿privilegio del clero o derecho de
eucaristía es «fuente y culmen» de la vida de la Igle- la comunidad?, Nueva Utopía, Madrid, 1999.
sia. Porque expresa y hace posible que la vida de la
M. Gesteira, La eucaristía, misterio de comunión, Sígueme,
Iglesia sea la vida de aquellos que comparten su vi- Salamanca, 1992.
da con los demás. Y hacen eso porque, en definiti- B. J. Hilberath y Th. Schneider, «Eucaristía», en P. Eicher
va, con quien comparten la vida es con Jesús, el (ed.), Diccionario de conceptos teológicos I, Herder, Barce-
que compartió su vida con la humanidad. lona, 1989, 373-389.
C. P. März et al., «Eucharistie», en LThK III, 944-968.
H. Patsch, «Eúcharistéo», en H. Balz y G. Schneider (eds.),
10. EL MINISTRO DE LA EUCARISTÍA Diccionario exegético del Nuevo Testamento I, Sígueme,
Salamanca, 1996, 1693-1695.
La doctrina oficial de la Iglesia enseña que mi-
id., «Eucaristía», ibid., 16951696.
nistros de la eucaristía sólo pueden ser hombres
A. V. Ström et al., «Abendmahl», en TRE 1, 43-229.
que han recibido el sacramento del orden. Quedan,
pues, excluidos de la posibilidad de presidir la ce-

*
CASTILLO, J. M., «Eucaristía», en TAMAYO, J. J. (dir.),
Nuevo diccionario de Teología, Madrid, Trotta, 2005, p.
342-348.

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