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Introducción
El Papa Francisco ha escrito una hermosa Exhortación Apostólica dirigida a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios,
un documento que surge después de la XV Asamblea General Ordinaria del sínodo de los obispos, que tuvo como eje
central a los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
En Paraguay celebramos en setiembre el mes de la juventud, en coincidencia con el inicio de la Primavera, por lo
que nos pareció una perfecta oportunidad para acercarnos a esta “carta abierta” de Francisco, y hacerlo en pequeñas
partes, orando y dejando que las palabras de nuestro querido Papa nos acompañen.
En este sencillo material compartimos seis cuartos de hora con algunas frases del documento que esperamos sirva
a muchos para ir preparando el corazón para conectar con lo que significa realmente ser joven y lo que Jesús y la Iglesias
esperan de nosotros.
Orientaciones generales
- Para cada día sugerimos empezar siempre con un momento de hacernos consientes del aquí y ahora, respirando,
serenándonos, adoptando la postura adecuada para hacer oración, realizando la señal de la cruz…
- Luego poder repetir pausadamente la oración preparatoria, una adaptación de la oración para iniciar el Cuarto de
Hora de San Enrique de Ossó;
Dios y Señor y Padre mío, que me amas
Yo creo que estas presente en todo lugar,
que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón
Viendo lo más hondo de mi ser.
Te adoro con la más profunda humildad y reverencia,
desde mi propia verdad
Te pido gracia para hacer con provecho
este rato de oración. ¡Enséñame a orar!
Para conocerme y conocerte para hacerte conocer y amar.
AMEN
- Cada día también dejar en el momento sugerido al menos unos 3 minutos de silencio en el que posibilitemos que
los jóvenes entren en contacto con Jesús, como un amigo habla con un amigo, para lo que es necesario hacer
silencio e ir educando a los jóvenes en esa necesaria práctica. Se puede poner música instrumental. Está indicado
de esta manera: silencio orante
- Para cada día también hay un cartel con la frase del día que puede servir para ambientar lo lugares. Son
creación del departamento de Comunicación del Colegio Teresiano de Asunción, a quienes agradecemos
la colaboración.
Esperamos que este material sea de ayuda, todas las sugerencias para complementarlo son más que
bienvenidas, porque estamos convencidas de que gratis lo hemos recibido y gratis queremos seguir
compartiéndolo. ¡TODO POR JESUS!
vdcsecretariaprovincial@stjteresianas.org
Compañía Sta. Teresa de Jesús
Provincia Virgen de Caacupé
DIA 1:
“Jesús vive y te quiere vivo” (CV 1)
La canción “Vivir”, interpretada por Rozalén y Estopa, refleja y nos adentra en la experiencia de dolor de muchas mujeres,
sus hijos y sus familias. La letra recoge testimonios de distintas pacientes de cáncer con las que la cantautora se reunió
durante varios meses.
Pero no es una canción triste en absoluto, porque transmite mucha alegría y energía vital. Está llena de profundas
convicciones y rezuma esperanza. En el vídeo aparecen ellas, las mujeres, sus hijos y familiares cantando y proclamando a
los cuatro vientos que la vida merece la pena y que no se puede vivir de cualquier manera. Pequeñas píldoras de optimismo
y grandes dosis de luz que han nacido de muchas desolaciones y noches oscuras.
Escuchar, una y otra vez, sabias lecciones de vida: poner el contador a cero, que no pase mucho tiempo sin hablar de lo
importante, no hay tiempo para odiar, dar las gracias cada día, rechazar lo que no aporte nada o aprender a volar cuando
alguien detenga nuestros pies… El reto que tenemos delante es ir añadiendo nuestras propias lecciones. ¿Cuál sería la
tuya?
(Fuente: https://pastoralsj.org/ser/1697-vivir)
Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para
volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará
allí para devolverte la fuerza y la esperanza.
Coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado el joven se sintió más
orgulloso aun, y con mayor fervor aseguro poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acercó y dijo: "¿Por qué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío?"
Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, este estaba
cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y estos habían sido reemplazados por otros que no
correspondían, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor.
Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió, ¿Cómo
puede el decir que su corazón es más hermoso?, pensaron...
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.
- "Debes estar bromeando", dijo. "Comparar tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto
de cicatrices y dolor."
- "Es cierto", dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Mira, cada cicatriz
representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mí corazón para entregárselos a cada uno
de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó
abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan
el amor que hemos compartido."
"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco
del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos - dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me
producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día tal vez
regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."
- "¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?".
El joven permaneció en silencio, lagrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su
hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo
del suyo ya viejo y maltrecho y con el tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldo, pero no a la perfección. Al no
haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho
mas hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
En el cuento veíamos que el hombre viejo tenía un corazón lastimado, pero que ese era el corazón más lindo, sin embargo el joven
con el corazón perfecto, lo tenía así porque no había amado.
En un momento de silencio me pregunto… mi corazón... ¿cómo es? ¿Joven o viejo? Un corazón capaz de amar o un corazón
“perfecto” pero alejado de los demás… dice San Agustín: “Si no quieres sufrir no ames pero si no amas ¿para qué quieres vivir”
silencio orante
Dame hoy un corazón que sepa tener esperanzas cuando todos los demás la pierden.
Un corazón amable que sepa sonreír aun con lágrimas.
Dame un corazón que no pierda nunca la confianza en los hombres, aunque fallen mil veces
Un corazón que sepa ser siempre puro, generoso, desinteresado aunque sienta el lastre del egoísmo
En un momento de silencio le presento a Jesús alguna dificultad o aspecto de mi vida en el que quiero cambiar, que deseo superar…
le pido la luz para descubrir la enseñanza que hay detrás de esta dificultad…. pido la fortaleza para levantarme… también le pido
por aquellas personas que están pasando una dificultad, desafío… cómo puedo ser presencia de Dios frente a la dificultad de los
otros…
silencio orante
Terminamos escuchando la música: Todo va a ir bien (Luis Guitarra) también se puede ver el video con la letra
https://www.youtube.com/watch?v=8r4Vs18vKO4
DIA 4:
Este bautismo no era como el nuestro, que nos introduce en la vida de la gracia, sino que fue una consagración antes de
comenzar la gran misión de su vida. El Evangelio dice que su bautismo fue motivo de la alegría y del beneplácito del Padre: «Tú
eres mi Hijo amado» (Lc 3,22). En seguida Jesús apareció lleno del Espíritu Santo y fue conducido por el Espíritu al desierto. Así
estaba preparado para salir a predicar y a hacer prodigios, para liberar y sanar (cf. Lc 4,1-14). Cada joven, cuando se sienta
llamado a cumplir una misión en esta tierra, está invitado a reconocer en su interior esas mismas palabras que le dice el Padre
Dios: «Tú eres mi hijo amado».
Tal vez me olvido de que Dios me ha creado y pronuncia sobre mí esa frase. Soy su predilecto. Si me creyera de verdad que
soy su elegido tantas cosas cambiarían. Dejaría seguro de mendigar amor. Creería más en ese amor de Dios sobre el que se
levanta mi vida. Cuando es así, ya sólo me queda confiar y creer en ese Jesús que va conmigo.
Pero a veces, en medio de la noche de mi cruz, dudo y me pregunto: ¿Realmente, Jesús, me quieres tanto a mí? ¿Soy tu predilecto?
Veo que no me das lo que te pido. No haces lo que me sana. No respetas la vida de los míos. No allanas mi camino. Me quitas
la esperanza. ¿Cómo voy a pensar que me quieres de forma predilecta? Pienso todo lo contrario. No me amas de forma especial.
Es normal que piense así, me digo, cuando las cosas no me resultan. Es verdad. Cuando no salen adelante mis planes. Cuando
no sale bien lo que emprendo. Cuando me quedo solo en el fracaso. Cuando me insultan y hablan mal de mí. Cuando no me
alaban ni me siguen. Cuanto todo el mundo se ríe de mis decisiones. ¿Cómo voy a ser yo el predilecto? Lo dudo. No me creo
el amor predilecto de Dios.
Me falta fe para tener esa mirada de fe. No la tengo. No me siento la ocupación predilecta de Dios. Pero me gustaría sentirlo.
Me gustaría pensar que en medio de mi cruz sostiene Dios mis pasos. Sana mis heridas. Levanta mi cuerpo cuando ha caído. A
lo mejor Él tampoco es mi ocupación predilecta.
¿Doy tanto valor a mi oración? ¿Me gusta estar a su lado cuidándole a Él que me ha elegido? Muchas veces son otros los que
van delante de Dios en mi lista de ocupaciones. Tengo otras prioridades que elijo. Hay otras ocupaciones que me despiertan
más alegría.
¿Es Dios mi Padre predilecto, ese Dios al que elijo? No lo creo. Lo dudo porque mis obras no se corresponden con mis
promesas. He prometido ocuparme de Dios en todo lo que hago. Ponerlo en el centro de mis obras. Amarlo por encima de
todas las cosas. Elegirlo como el tesoro más grande de mi campo.
Por eso hoy me acerco con Jesús al Jordán. Me pongo en la misma cola de hombres caminando hacia Juan. Sin pretender nada
especial, como Jesús, uno más entre tantos. Me acerco a Jesús porque quiero escuchar asa voz de Dios. No sucede todo de
forma extraordinaria. Es más bien en lo cotidiano donde Dios me habla, donde me dice que me ama.
Ahí en medio de ese bautismo, yo también escucho este día: TU ERES MI HIJO AMADO, TU ERES MI HIJA AMADA. Escucho
mi nombre, lo pronuncia Dios con amor, ese amor que renueva mis fuerzas y con determinación le digo: YO SOY TU HIJA
AMADA, YO SOY TU HIJO AMADO… TU ERES MI PADRE…
silencio orante
(Fuente: https://es.aleteia.org/2018/01/10/sientes-de-verdad-que-eres-un-hijo-amado/ )
Sin embargo, al mismo tiempo a los jóvenes se les recomienda: «Sean sumisos a los ancianos» (1 P 5,5). La Biblia siempre
invita a un profundo respeto hacia los ancianos, porque albergan un tesoro de experiencia, han probado los éxitos y los
fracasos, las alegrías y las grandes angustias de la vida, las ilusiones y los desencantos, y en el silencio de su corazón guardan
tantas historias que nos pueden ayudar a no equivocarnos ni engañarnos por falsos espejismos.
La palabra de un anciano sabio invita a respetar ciertos límites y a saber dominarse a tiempo: «Exhorta igualmente a los
jóvenes para que sepan controlarse en todo» (Tt 2,6). No hace bien caer en un culto a la juventud, o en una actitud juvenil
que desprecia a los demás por sus años, o porque son de otra época. Jesús decía que la persona sabia es capaz de sacar
del arcón tanto lo nuevo como lo viejo (cf. Mt 13,52). Un joven sabio se abre al futuro, pero siempre es capaz de rescatar
algo de la experiencia de los otros.
En el Evangelio de Marcos aparece una persona que, cuando Jesús le recuerda los mandamientos, dice: «Los he cumplido
desde mi juventud» (10,20). Ya lo decía el Salmo: «Tú eres mi esperanza Señor, mi confianza está en ti desde joven […]
me instruiste desde joven y anuncié hasta hoy tus maravillas» (71,5.17). No hay que arrepentirse de gastar la juventud
siendo buenos, abriendo el corazón al Señor, viviendo de otra manera. Nada de eso nos quita la juventud, sino que la
fortalece y la renueva: «Tu juventud se renueva como el águila» (Sal 103,5). Por eso san Agustín se lamentaba: «¡Tarde te
amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé!»[2].
Si has perdido el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad, ante ti se presenta Jesús como se
presentó ante el hijo muerto de la viuda, y con toda su potencia de Resucitado el Señor te exhorta: «Joven, a ti te digo,
¡levántate!» (Lc 7,14).
Para la reflexión
- ¿Cómo vivo la esperanza… soy un joven con sueños e ilusiones?
- ¿Cómo recibo el consejo de las personas mayores? ¿Los escucho o los desprecio?
- ¿En este tiempo vivo desanimado y sin ganas de vivir… o más bien con ilusión, esperanza y deseos de más?
Hablo con Jesús de cómo vivo mi juventud, le doy gracias por la ilusión que me regala cada día o le pido que también hoy a mí me
diga… ¡LEVANTATE! Que nadie te robe la ilusión de ser joven…
silencio orante
“Jóvenes: ustedes son el ahora de Dios. No sólo son el futuro, son el presente
y lo están enriqueciendo con su aporte.” (CV, 178)
«¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos sino para
todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan
miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano,
más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor»
Amigos, no esperen a mañana para colaborar en la transformación del mundo con su energía, su audacia y su creatividad.
La vida de ustedes no es un “mientras tanto”. Ustedes son el ahora de Dios, que los quiere fecundos[96]. Porque «es
dando como se recibe»[97], y la mejor manera de preparar un buen futuro es vivir bien el presente con entrega y
generosidad.
silencio orante