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G. W. F.

Hegel
Fenomenología del Espíritu (1807)
Traducción de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, 1966, (Pág. 208-214)
Corregida parcialmente con la traducción de Gómez Ramos, Abada, 2010.
Subtítulos desde la traducción de Hyppolite, 1946.
Separación en párrafos agregada, 2020.

C. AA. RAZÓN
V. Certeza y verdad de la Razón
B. La realización de la autoconciencia racional por sí misma
[Introducción]

A. [Introducción de la Introducción]
1. a. [208] La autoconciencia ha encontrado la cosa como sí misma y se ha encontrado a sí misma
como cosa; es decir, para la autoconciencia la cosa es en sí la realidad objetiva.

b. No es ya la certeza inmediata de ser toda realidad, sino una certeza para la que lo inmediato en
general tiene la forma de algo superado, de tal modo que su objetividad solamente vale como la
superficie cuyo interior y esencia es la autoconciencia misma.

c. Por tanto, el objeto con que ésta se relaciona de un modo positivo es una autoconciencia; este objeto
es en la forma de la coseidad, es decir, es independiente; pero la autoconciencia tiene la certeza de que
este objeto independiente no es algo extraño para ella; sabe, así, que es reconocida en sí por él; la
autoconciencia es el espíritu que abriga la certeza de tener la unidad consigo misma en la duplicación
de su autoconciencia y en la independencia de ambas.

d. Esta certeza es la que ahora tiene que elevarse ante él a verdad; lo que vale para ella, el que sea en sí
y en su certeza interior, debe entrar en su conciencia y llegar a ser para ella.

B. I. La dirección inmediata del movimiento de la conciencia de sí; el reino de la eticidad


2. Recapitulación y proyección de la Razón Activa
a. Cuáles serán las estaciones universales de esta realización lo caracteriza ya, en general, la
comparación con el camino recorrido hasta aquí. En efecto, lo mismo que la razón observadora repetía
en el elemento de la categoría el movimiento de la conciencia, a saber, la certeza sensible, el percibir y
el entendimiento, la razón recorrerá también de nuevo el doble movimiento de la autoconciencia y
pasará de la independencia a su libertad.

b. Primeramente, esta razón activa sólo es consciente de sí misma como un individuo y debe, como
[209] tal, postular y hacer brotar su realidad en el otro;

c. en segundo lugar, al elevarse su conciencia a universalidad, deviene razón universal y es consciente


de sí como razón, como un en y para sí ya reconocido, que aúna en su pura conciencia toda
autoconciencia;

d. es la esencia espiritual simple, que, al llegar al mismo tiempo a la conciencia, es la sustancia real
dentro de la cual las formas anteriores retornan como a su fundamento, de tal modo que sólo son, con
respecto a éste, momentos singulares de su devenir que, aunque se desgajan y se manifiestan como
figuras propias, de hecho sólo tienen ser allí y realidad en cuanto sostenidas por dicho fundamento, y
sólo tienen su verdad en tanto que son y permanecen en él mismo.
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3. El reino de la eticidad
a. Si tomamos en su realidad [Realität] esta meta que es el concepto que ha nacido ya para nosotros -a
saber, la autoconciencia reconocida que tiene la certeza de sí misma en la otra autoconciencia libre y
que tiene precisamente en ella su verdad- o si destacamos este espíritu todavía interior como la
sustancia que ha llegado ya hasta su ser allí, se abre en este concepto el reino de la eticidad.

b. Este no es, en efecto, otra cosa que la unidad espiritual absoluta de su esencia en la realidad
independiente de los individuos; una autoconciencia en sí universal que es así tan real en otra
conciencia, que tiene esta perfecta independencia o es una cosa para ella y que precisamente en esto es
consciente de la unidad con el otro y sólo en esta unidad con esta esencia objetiva es autoconciencia.

c. Esta sustancia ética en la abstracción de la universalidad es solamente la ley pensada, pero es


también, de un modo no menos inmediato, autoconciencia real, o es el hábito ético [Sitte, ethos]. Y, a
la inversa, la conciencia singular es solamente este Uno que es, en tanto que es consciente de la
conciencia universal en su singularidad como su propio ser, en cuanto que su obrar y su existencia son
el hábito ético [Sitte, ethos] universal.

4. La vida de un pueblo reconciliado


a. En efecto, es en la vida de un pueblo donde, de hecho, encuentra su realidad [Realität] consumada el
concepto de la realización de la razón consciente de sí, donde esta realización consiste en intuir en la
independencia del otro la perfecta unidad con él o en tener por objeto como mi ser para mí esta libre
coseidad de un otro previamente encontrada por mí, que es lo negativo de mí mismo.

b. La razón se halla presente como la sustancia universal fluida, como la coseidad simple inmutable,
que estalla en muchas esencias totalmente independientes como la luz estalla en las estrellas como
innumerables puntos luminosos para sí, que en su absoluto ser para sí no sólo se disuelven en la simple
sustancia independiente, sino que son también para sí mismos;

c. son conscientes de ser estas esencias independientes singulares por el hecho de que sacrifican su
singularidad y de que esta [210] sustancia universal es su alma y su esencia; del mismo modo que este
universal es, a su vez, su acción como esencias singulares o la obra producida por ellas.

5. La división del trabajo


a. El obrar y afanarse puramente singulares del individuo se refieren a las necesidades que éste tiene
como esencia natural, es decir, como singularidad que es. Si incluso estas sus funciones las más bajas
que tiene no se reducen a la nada, sino que tienen realidad, ello se debe al médium universal que
sostiene al individuo, al poder de todo el pueblo.

b. Pero el individuo no encuentra, en general, en la sustancia universal solamente esta forma del
persistir de su actuar, sino también, igualmente, su contenido; lo que el individuo hace es la capacidad
y el hábito ético [Sitte, ethos] universales de todos.

c. Este contenido, en tanto que se singulariza totalmente está, en su realidad, circunscrito dentro del
actuar de todos. El trabajo del individuo para satisfacer sus necesidades es tanto una satisfacción de las
necesidades de los otros como de las suyas propias, y sólo alcanza la satisfacción de sus propias
necesidades por el trabajo de los otros.

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d. Así como el individuo lleva ya a cabo en su trabajo singular, inconscientemente, un trabajo
universal, lleva a cabo, a su vez, el trabajo universal como un objeto consciente;

e. el todo se convierte en obra suya como totalidad, obra a la que se sacrifica y precisamente así se
recobra a sí mismo desde esta totalidad.

f. No hay aquí nada que no sea recíproco, nada en que la independencia del individuo no cobre su
significación positiva del ser para sí en la disolución de su ser para sí en la negación de sí mismo.

g. Esta unidad del ser para otro o del hacerse cosa y del ser para sí, esta sustancia universal, habla su
lenguaje universal en las costumbres y leyes de su pueblo; pero esta esencia inmutable que es no es
sólo la expresión de la individualidad singular misma que parece contrapuesta a ella; las leyes expresan
lo que cada singular es y hace; el individuo no sólo las reconoce como su coseidad objetiva universal,
sino que se reconoce asimismo en ella, o se reconoce como singularizado en su propia individualidad y
en cada uno de sus conciudadanos.

h. Por tanto, solamente en el espíritu universal tiene cada uno la certeza de sí mismo, o sea la certeza de
no encontrar en la realidad que es más que a sí mismo; está tan cierto de los otros como de sí. Veo en
todos que son para sí mismos solamente esta esencia independiente, como lo soy yo; veo en ellos la
libre unidad con los otros, de tal modo que ella es a través de mí lo mismo que a través de los otros; los
veo a ellos como yo, y me veo a mí como ellos.

6. La razón en un pueblo libre


a. Por eso, en verdad, en un pueblo libre se realiza, por tanto, la razón; ésta es el espíritu vivo presente,
en que el individuo no sólo encuentra [211] expresado su determinación, es decir, su esencia universal
y singular, y la encuentra presente como coseidad, sino que él mismo es esta esencia y ha alcanzado
también su determinación. De ahí que los hombres más sabios de la antigüedad hayan formulado la
máxima de que la sabiduría y la virtud consisten en vivir de acuerdo con las costumbres de su pueblo.

C. II. El movimiento inverso contenido en esta dirección: la esencia de la moralidad


7. La individualidad como razón exteriorizada
a. Sin embargo, de esta dicha que consiste en haber alcanzado su destino y vivir en él ha salido fuera la
autoconciencia, que primeramente sólo de un modo inmediato y de acuerdo con el concepto es espíritu,
aunque también podríamos decir que aún no lo ha alcanzado, pues ambas cosas podrían decirse del
mismo modo.

b. La razón tiene que salir fuera de esta dicha; pues sólo en sí o de un modo inmediato es la vida de un
pueblo libre la eticidad real [reel], o es una eticidad que es, con lo cual este espíritu universal es
también él mismo un espíritu singular y la totalidad de las costumbres y las leyes una sustancia ética
determinada, que sólo en el momento superior, a saber, en la conciencia de su esencia, se despoja de la
limitación, y sólo en este reconocimiento, pero no inmediatamente en su ser, tiene su verdad absoluta;
en este ser es, en parte, una sustancia limitada y, en parte, la limitación absoluta consistente
precisamente en que el espíritu es en la forma del ser.

8. El individuo
a. Además, la conciencia singular, tal como tiene de un modo inmediato su existencia en la eticidad
real [real] o en el pueblo, es una confianza firme, en la que el espíritu no se ha resuelto en sus
momentos abstractos y que, por tanto, no se sabe tampoco como ser para sí como pura singularidad.
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b. Pero, cuando llega a este pensamiento, como necesariamente tiene que llegar, se pierde esta unidad
inmediata con el espíritu o su ser en él, pierde su confianza; aislada para sí, la conciencia singular es
para sí misma la esencia, y no ya el espíritu universal.

c. El momento de esta singularidad de la autoconciencia es, ciertamente, en el espíritu universal


mismo, pero sólo como una magnitud llamada a desaparecer, que, al surgir para sí, se disuelve también
de un modo inmediato en aquél y llega a la conciencia solamente como confianza.

d. Al ser fijado así -y todo momento, por ser un momento de la esencia, tiene necesariamente que llegar
él mismo a presentarse como esencia-, el individuo se ha enfrentado a las leyes y a las costumbres;
éstas sólo son un pensamiento [212] sin esencialidad absoluta, una teoría abstracta sin realidad; y el
individuo es para sí, como este yo, la verdad viva.

9. Paso de la Razón observadora a la Razón Activa


a. O bien la autoconciencia no ha alcanzado aun esta dicha de ser la sustancia ética, el espíritu de un
pueblo. Pues, al retornar de la observación, el espíritu no se ha realizado todavía, por el momento,
como tal y por sí mismo; sólo se ha puesto como esencia interior o como la abstracción.

b. O es primeramente de modo inmediato; pero lo que es de modo inmediato es un singular; es la


conciencia práctica, que avanza hacia el mundo con que se ha encontrado con el fin de duplicarse en
esta determinabilidad de un singular, de engendrarse a sí mismo como un éste en tanto que su
contraimagen que es y de devenir consciente de esta unidad de su realidad con la esencia objetiva.

c. La conciencia práctica tiene la certeza de esta unidad; da por valedero que esta unidad se halla ya
presente en sí o que se halla ya presente esta coincidencia de sí y de la coseidad, pero que sólo llegará a
devenir para ella a través de ella misma o que su hacer es también el encontrar aquella unidad.

d. Y, como esta unidad se llama dicha, este individuo será enviado, así, por su espíritu al mundo a la
búsqueda de su dicha.

10. Devenir de la Razón Activa [Fausto, Moor, Quijote]


a. Así, pues, si la verdad de esta autoconciencia racional es para nosotros la sustancia ética, para ella se
encuentra aquí el comienzo de su experiencia ética del mundo. Visto por el lado de que no ha llegado
aún a la sustancia ética, este movimiento impulsa hacia ella; y lo que en ella se supera son los
momentos singulares que la autoconciencia racional considera válidos como aislados. Estos momentos
tienen la forma de un querer inmediato o de una pulsión natural, el cual alcanza su satisfacción, que es
a su vez el contenido de un nuevo impulso.

b. Pero, vista la cosa por el lado de que la autoconciencia ha perdido la dicha de ser en la sustancia,
estos impulsos naturales se hallan unidos a la conciencia de su fin como el verdadero destino y
esencialidad; la sustancia ética ha descendido a un predicado carente del sí y cuyos sujetos vivos son
los individuos que tienen que cumplir su universalidad por sí mismos y velar ellos mismos por su
destino.

c. Por tanto, en aquella significación, aquellas figuras son el devenir de la sustancia ética y la preceden;
en esta otra, la siguen y revelan a la autoconciencia cuál es su destino; de acuerdo con el primer lado,
en el movimiento en que se experimenta cuál es su verdad, se pierde la inmediatez o la tosquedad de
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los impulsos y el contenido de éstos pasa a ser un contenido más alto; en cambio, por este otro lado, lo
que se pierde es la falsa representación de la conciencia que pone su destino en aquellos impulsos.

d. Según aquel lado, la meta que los impulsos alcanzan es la sustancia ética inmediata; en cambio,
[213] según éste, es la conciencia de la misma, una conciencia que ella sabe como su propia esencia; y
en este sentido, sería este movimiento el devenir de la moralidad, de una figura superior a aquélla.

e. Sin embargo, estas figuras constituyen, al mismo tiempo, solamente un lado de su devenir, a saber,
aquel que cae en el ser para sí o en el que la conciencia supera sus fines, y no el lado con arreglo al
cual surge de la sustancia misma.

f. Y como estos momentos no pueden tener todavía la significación de ser convertidos en fines en
oposición con la eticidad perdida, valen aquí, ciertamente, según su contenido espontáneo, y la meta
hacia la que impulsan es la sustancia ética.

g. Pero, al hallarse más cerca de nuestros tiempos, aquella forma de los mismos momentos bajo la que
se manifiestan después que la conciencia ha perdido su vida ética y repite en su búsqueda aquellas
formas, se los puede representar aquí más bien en la expresión de este modo.

11. Partes de la Razón Activa y paso a la Individualidad


a. La autoconciencia, que primero es solamente el concepto del espíritu, aborda este camino en la
determinabilidad de ser ella misma la esencia como espíritu singular; y su fin es, por tanto, el de darse
la realización como un singular y el de gozar de sí mismo como tal, en ella.

b. En la determinación de ser ella misma la esencia como lo que es para sí, esta autoconciencia es la
negatividad del otro; en su conciencia, ella misma se enfrenta, por tanto, como lo positivo, a algo que
ciertamente es, pero que tiene para ella la significación de algo que no es en sí; la conciencia se
manifiesta escindida en esta realidad encontrada y en el fin que cumple mediante la superación de dicha
realidad y que convierte en realidad en vez de aquélla.

c. Pero su primer fin es su inmediato ser para sí abstracto o el intuirse a sí misma, como este individuo,
en otro, o intuir otra autoconciencia como sí misma. La experiencia de lo que es la verdad de este fin
eleva a la autoconciencia a un plano más alto y se convierte a partir de ahora en fin de ella, en cuanto
que es al mismo tiempo universal y tiene la ley de un modo inmediato en ella misma. Pero, al cumplir
esta ley de su corazón, experimenta que la esencia singular no se mantiene aquí, sino que el bien sólo
puede cumplirse mediante el sacrificio de ella, y la autoconciencia deviene virtud.

d. La experiencia que ésta hace no puede ser otra que la de que su fin está ya cumplido en sí, de que la
dicha se encuentra de un modo inmediato en la acción misma y de que la misma acción es el bien. El
concepto de toda esta esfera, de que la coseidad es el ser para sí del espíritu mismo, deviene su
movimiento para la autoconciencia.

e. Al encontrarlo, la autoconciencia es, pues, para sí misma realidad [Realität], como [214]
individualidad que se expresa de modo inmediato, que no encuentra ya resistencia en una realidad
contrapuesta y para la que solamente este expresar mismo es su objeto y propósito.

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