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Hegemonía

Se denomina hegemonía al dominio de una entidad sobre otras de igual tipo. En el mismo significado: un
bloque de naciones puede tener hegemonía gracias a su mayor potencial económico, militar o político, y ejerce
esa hegemonía sobre otras poblaciones, aunque estas no la deseen. Por «hegemonía mundial» se entiende el
dominio del mundo por parte de una sola nación o un grupo de naciones.

«Hegémono» fue llamado Poncio Pilatos en "El maestro y Margarita", de Mijaíl Bulgákov.

Desde un aspecto social, se entiende como «hegemonía cultural» —según se lee en la obra de Antonio
Gramsci— la dominación y mantenimiento de poder que ejerce una persona o un grupo para la persuasión de
otro u otros sometidos, minoritarios o ambas cosas, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías,
que configuran y sostienen el sistema político y social, con el fin de conseguir y perpetuar un estado de
homogeneidad en el pensamiento y en la acción, así como una restricción de la temática y el enfoque de las
producciones y las publicaciones culturales..

Índice
Etimología
Hegemonía mundial
Hegemonía cultural
Papel de las entidades culturales
Poshegemonía
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Etimología
El término hegemonía deriva del griego ἡγεμονία hēgemonía ('dirección, primer puesto, preferencia, mando,
jefatura') del verbo ἡγεμονεύειν hēgemoneúein que significa 'guiar, preceder, conducir' y de la cual derivan los
significados «estar al frente», «comandar» y «Gobernar».

Por ἡγεμονία se entendía en griego antiguo la dirección suprema del ejército. Se trata, pues, de un término
militar. El hēgemṓn era el conductor, el guía y también el comandante del ejército. En el tiempo de la guerra
del Peloponeso, se habló de la ciudad hegemónica a propósito de cada una de las ciudades que dirigían la
alianzas de las facciones contendientes: Atenas y Esparta.

Hegemonía mundial
A lo largo de la historia moderna, sólo seis Estados han alcanzado la hegemonía en el sistema-mundial: las
Provincias Unidas, Gran Bretaña (Pax Britannica), España, Francia, Portugal y Estados Unidos. Dichas
hegemonías, al igual que todos los fenómenos sociales, han tenido períodos de determinada duración: para este
caso, han sido nombrados como ciclos hegemónicos o ciclos de las hegemonías mundiales. Ahora bien, los
ciclos hegemónicos constan de cinco fases: 1) emergencia o ascenso, 2) despliegue, 3) apogeo, 4) declive, y 5)
extinción.1 Dichas fases han sido ampliamente estudiadas desde la dimensión económica, pero menos desde
la dimensión política.

Ahondar en el examen de las fases políticas por las que atraviesa el hegemón mundial es de suma importancia,
puesto que si se conjetura que la gobernanza internacional es ejercida principalmente por los Estados con
mejor posicionamiento en la estructura internacional gracias a sus capacidades nacionales, entonces el
hegemón –que por definición es la potencia que sobresale por su máximo cúmulo de poder nacional- será el
actor más determinante en la gobernanza del sistema.

Cada fase del ciclo hegemónico se corresponde con la promoción de ideas y valores orientados por
determinada ideología. Esto quiere decir que conforme evolucionan las capacidades nacionales de un Estado
hegemónico, este tiende a favorecer u obstruir ciertas ideologías, lo que se traduce en un posicionamiento
internacional frente a determinadas políticas, Estados y organizaciones. Dichas fases por las cuales atraviesa el
hegemón según su ideología han sido nombrados como ciclos políticos hegemónicos (https://www.academia.e
du/18862981/_2015_Poder_estructura_y_hegemon%C3%ADa._Vol._III_ciclos_pol%C3%ADticos_hegem%
C3%B3nicos_-_Daniel_Morales_Ruvacaba) y son fundamentales para comprender la dirección política
internacional que el hegemón imprime en la gobernanza internacional.

Hegemonía cultural
Según Gramsci, la hegemonía existe cuando la clase dominante no solo es capaz de obligar a una clase social
subordinada a que satisfaga sus intereses, renunciando a su identidad y a su cultura grupal, sino que también la
primera ejerce control total en las formas de relación y producción de la segunda y el resto de la sociedad.

Se puede matizar este argumento señalando que el autor expresa que este proceso no posee un carácter
explícito, sino que más bien se da de manera sutil. En ese sentido, la clase social subordinada adopta las
concepciones de la clase dominante y las incorpora a su repertorio ideológico, hecho ligado a lo que
comúnmente se denomina «sentido común».

Papel de las entidades culturales


Actualmente, la hegemonía se consigue a través del control de los agentes culturales, entre los cuales destacan
por su impacto social los medios de comunicación de masas. Ejemplo de ello es lo que se explica a través de la
teoría del imperialismo cultural, siendo de especial interés el imperialismo de la industria cinematográfica
estadounidense, y se da a entender que la tendencia actual en cuanto a hegemonización se centra en la
exposición de modelos de pensamiento y conducta propios de la sociedad estadounidense para que otras
sociedades adopten esos mismos modelos (fenómeno conocido como proceso definido en la teoría de la
reproducción).

Por otro lado, también existen otros agentes socializadores que se están utilizando desde las entidades de poder
como herramientas de hegemonización del statu quo, tales como la religión, la educación (mediante el
establecimiento de un currículo académico que favorece el aprendizaje de aquellas materias más afines a la
ideología dominante), el arte y los medios de consumo (mediante la asociación de estos medios con
determinados espectáculos potenciados por la publicidad).

Poshegemonía
Teniendo en cuenta que la hegemonía se instaura a menudo mediante un conflicto entre ideologías
mayoritarias y minoritarias en el que el eje es la persuasión dialéctica, cuando este proceso culmina con el
dominio de una ideología sobre otras, comienza a desarrollarse un periodo de instauración paradigmática
entendido como «poshegemonía» en el que la persuasión pasa a un discreto segundo plano, ya que no hace
falta convencer, sino controlar y mantener la ideología dominante, es decir: reproducir en los sectores
sometidos el modelo establecido.

Las personas que viven en el periodo poshegemónico han interiorizado el discurso y las prácticas de la
ideología dominante (marco cultural), y las han integrado en su repertorio comportamental en los planos
conductual, emocional y cognitivo (construcción simbólica de la identidad individual).

Michel Foucault describe el poder como algo que no habita en una entidad determinada, sino que nace en la
relación entre los dominantes y los dominados. En su teoría, describe esta relación de poder sobre la base de la
existencia de dos fuerzas opuestas: potentia y potestas. La potestas, representada por la ideología dominante,
tiene como objetivo la supervivencia y la disciplina como criterios de verdad; la potentia contrarresta esta
fuerza mediante el trabajo de resistencia a su influjo. Por lo tanto, siempre que la potentia actúa en un grupo
sometido o a someter, emerge la potestas para contrarrestarlo, por lo que el resultado de estas fuerzas define la
relación de poder entre ambas.

La cuestión que se plantea a partir de esta teoría es un cambio en la forma de influir en las ideologías
minoritarias o en los grupos sometidos para poder seguir manteniendo el statu quo. En este sentido, Foucault
explica la relevancia de los hechos como herramienta de influencia en sustitución de la persuasión argumental;
es mediante los hechos como los representantes de la ideología o pensamiento dominante persuaden y
convencen al resto de la sociedad de la necesidad de mantener su postura. Este enfoque pragmático de la
organización social ya no requiere de un trasfondo argumental: las acciones se justifican por sí mismas, y las
opiniones en contra son relegadas por falta de acciones que corroboren su eficacia. Por ejemplo, en regímenes
totalitarios no es posible homogeneizar el pensamiento dominante; siempre existirán minorías que mantengan
una postura diferente, aunque ésta no sea visible en la sociedad, y, debido a la imposibilidad de acción ante la
situación de control social ejercida por el régimen, no podrán demostrar su eficacia, por lo que quedarán
relegadas a un segundo plano.

En síntesis, la era hegemónica es considerada como la era de las representaciones, y se caracteriza por la
dominación legítima basada en la argumentación dialéctica, mientras que la era poshegemónica, superada la
fase anterior, es considerada como la era de la comunicación, y se caracteriza por la comunicación ilegítima
basada en el control social.

Referencias
1. «El fin del ciclo hegemónico de Estados Unidos | Foreign Affairs Latinoamérica |» (http://revista
fal.com/el-fin-del-ciclo-hegemonico-de-estados-unidos/). revistafal.com. Consultado el 2 de
octubre de 2017.

Bibliografía
GRUPPI, L. (1978) El concepto de Hegemonía en Gramsci. México. Ediciones de Cultura
Popular.
LASH, S. (2007). Power after Hegemony: Cultural Studies in Mutation? Theory, Culture &
Society; vol. 24: pp. 55 - 78. Nottingham Trent University, Reino Unido.
SINCLAIR, T. (2005) Mad, bad or sad?: Ideology, distorted communication and child abuse
prevention. Journal of Sociology, Sep 2005; vol. 41: pp. 227 - 246. Griffith University, Australia
.i..
ALTHUSSER, L., (1971) Ideology and the State . En Lenin & Philosophy and Other Essays.
New Left Books. Reino Unido.
Enlaces externos
El nuevo multilateralismo (https://web.archive.org/web/20090723095856/http://www.lostiempo
s.com/diario/opiniones/columnistas/20090722/el-nuevo-multilateralismo_26951_42516.html)

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