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CULTIVO DE ÁRBOLES, UNA AGRICULTURA

PERMANENTE

“Un objeto visto aisladamente de


la totalidad no es una cosa real”
Masanobu Fukuoka

El único medio de conseguir que el agricultor pueda cultivar su


parcela de modo exitoso y más intensivo posible es la
"Agricultura Superior", una modalidad que se implementó
por todo Europa. Ésta consistía en mantener un equilibrio entre
los animales y las plantas, planeado cuidadosamente de que
unos a otros se nutriesen mutuamente. Así las plantas servían
de alimento a los animales y éstos a su vez fertilizaban el suelo
con su estiércol, y la tierra sustentaba a las plantas. Se
alternaban diversas variedades de animales y plantas en la
misma parcela, cuidando que cada especie tomara lo necesario
para sí pero que hiciera una contribución particular a la tierra.
Así, en la mente del agricultor, las necesidades del suelo
ocupaban siempre un lugar preeminente.
Siguiendo con este tenor, en 1929, Joseph Russell Smith
emplea el término “Agricultura Permanente” como título
para su gran obra: “Tree Crops: A Permanent Agriculture”,
misma que se traduce como “Cultivo de Árboles: Una
Agricultura Permanente”. Presenta al mundo como un todo
interrelacionado y sugiere el establecimiento de sistemas
mixtos de árboles con cultivos agrícolas debajo de ellos. Insiste
en que este tipo de ecosistemas pueden sostenerse
indefinidamente.
Russell Smith inspiró a muchos individuos empeñados en lograr
una agricultura sostenible asociada con árboles tales como
Toyohiko Kagawa, pionero en el cultivo de los bosques del
Japón en la década de 1930, y quien también escribió un libro
esencial para la permacultura: “Forest Farming: Towards a
Solution to Problems of World Hunger and Conservation”
publicado en 1978, en colaboración con Kagawa, Robert Hart,
un botánico inglés.
Por su parte, Hart llevó a la práctica la teoría de Kagawa en su
granja de Highwood Hill, en Wenlock Edg, superando todas sus
expectativas, porque al no tener tiempo para el cuidado de los
bosques con las técnicas agrícolas convencionales, la
naturaleza fue abriéndose paso por sí misma. Esa falta de
intervención humana propició el crecimiento de numerosas
plantas comestibles y medicinales que enriquecieron aún más
la biodiversidad local. Así los frutos secos y carnosos, la
madera, las hierbas terapéuticas, los hongos y las verduras
fueron la recompensa que Hart consiguió en su explotación
agroforestal emprendida. En términos doctos, esta experiencia
le permitió fijar las bases técnico científicas para promover este
tipo de cultivos agroforestales en Inglaterra, y por extensión,
en el resto de Europa.
Cabe recordar que el término permacultura, como un método
sistemático, fue acuñado por primera vez por los australianos
Bill Mollison y David Holmgren en 1978. La palabra
permacultura (en inglés permaculture) es una contracción, que
originalmente se refería a una agricultura permanente, pero su
significado se amplió para incluir todos aquellos conocimientos
etnoecológicos y bioculturales, debido a que se ha comprobado
que los aspectos espirituales y sociales son parte integral de
un sistema verdaderamente sostenible. No debemos verlos
como entes aislados o separados; lo uno es consecuencia de la
perpetuidad y el buen funcionamiento del otro; esto inspirado
en la filosofía de la Agricultura Natural de Masanobu
Fukuoka, quien, a los 25 años, puso en duda la forma habitual
de cultivar la tierra en su entorno.
La esencia del método Fukuoka o Agricultura Natural
Mahayana, que surge en Japón, a mediados del siglo XX, es
reproducir las condiciones naturales tan fielmente como sea
posible de modo que el suelo se enriquece progresivamente y
la calidad de los alimentos cultivados aumenta sin ningún
esfuerzo añadido. Sus radicales principios de trabajo (No arar;
No usar abonos ni fertilizantes; No eliminar malas
hierbas ni usar herbicidas; No usar pesticidas; No podar;
Bolas de arcilla o Nendo Dango) se basan en una filosofía
de no hacer (Wu Wei), o más exactamente no intervenir.
Fukuoka alcanzó un grado de comprensión de los
microecosistemas del suelo, que ha ideado un sistema de
trabajo que libera de laboreo y esfuerzos innecesarios de la
agricultura conocida. Su método se basa en empezar dando y
luego recibir de forma natural, en lugar de exigir a la Tierra
hasta agotarla.
Bajo este contexto, Bill Mollison señala que: “La
permacultura es la filosofía de trabajar con, y no en
contra de la naturaleza; de observación prolongada y
reflexiva, en lugar de labores prolongadas e
inconscientes; de entender a las plantas y los animales
en todas sus funciones, en lugar de tratar a las áreas
como sistemas mono-productivos”.
Por consiguiente, desde los años 70, la permacultura se ha
contextualizado como una filosofía de vida que consiste en
trabajar con, y no en contra de la naturaleza. Se trata de una
actividad de observación prolongada y reflexiva, en lugar de
labores prolongadas y totalmente inconscientes; es asunto de
concebir a las plantas y los animales con todas sus funciones,
en lugar de tratarles como sistemas mono-productivos
independientes. Es un método de principios de diseño agrícola,
social, político y económico, basado en los patrones y las
características del propio ecosistema natural. Constituye la
mejor respuesta a la crisis ambiental y social que estamos
viviendo. Es algo tan sencillo, o quizá tan difícil, como escuchar
la voz de la naturaleza y plasmarla en el campo de la ingeniería
agroforestal.
A pesar de que todavía existe vaguedad entre la relación de la
producción de agua y la cobertura forestal, está claro que las
masas arboladas constituyen el más barato y eficiente
mecanismo de abasto de agua. Por lo que en un mundo donde
escasea el vital líquido, se debe implementar “por obligación”
un programa ambicioso sobre “siembra y cosecha de agua”
mediante la permacultura forestal.
Tenemos que aprender a ver más que madera
Los bosques producen veintenas de bienes y servicios
adicionales como la fauna silvestre, forraje, frutos comestibles,
hongos, materiales de construcción, plantas medicinales, tierra
de monte, resinas, gomas y leña combustible, entre otras
contribuciones. Tan solo, en México se utilizan alrededor de
1,000 productos no maderables (hojas, frutos, gomas, ceras,
fibras, tierra, hongos, cortezas, entre otros) los cuales se
obtienen de los diferentes ecosistemas forestales presentes en
el territorio nacional. Se han identificado aproximadamente
5,000 taxa de plantas útiles y 215 especies de hongos, cifras
muy modestas o conservadoras si se considera que en México
existen alrededor de 30,000 especies de fanerógamas y de
120,000 a 140,000 especies de hongos (Rzedowski, 1992,
Guzmán, 1995).
Por otra parte, el ecoturismo de bajo impacto o turismo de
naturaleza es otra contribución derivada de los bosques
permanentes, consiente de ser aprovechada. Se estima que el
número total de visitantes a los parques nacionales y reservas
de la biosfera oscila entre 5.19 - 6.13 millones de visitantes al
año, con un excedente del consumidor de aproximadamente
US$ 3.20/visitante.
Para mayores asesorías e informes me pueden escribir a
joaquínbecerra16@gmail.com
Con mis atentos saludos,
Joaquín Becerra Zavaleta
_________
Una lectura adicional que les recomiendo es la de Mario Vega: “Toyohiko
Kagawa y las tres dimensiones del bosque”. Publicado en EcoCult:
Ciencias naturales. Recuperado de: http://www.thecult.es/conciencia-
cultural/las-tres-dimensiones-del-bosque.html

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