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Hablar de la castidad es hablar de la sexualidad.

No se puede entender bien la necesidad de


la virtud de la castidad sin entender la importancia de la sexualidad y su papel en la vida del
hombre
El sentido de la sexualidad se encuentra en que el ser humano ha recibido una vocación al
amor. El hombre en su vocación al amor refleja la donación que Dios ha hecho de sí
-porque ha sido creado en la imagen y la semejanza de Dios-. 
Dado que la virtud de la castidad tiene como fin la sexualidad y el bien de la persona,
educar en la castidad es educar en la sexualidad. El objetivo de la educación en la
sexualidad y la castidad es el conocimiento del desarrollo pleno de la vocación en su
totalidad. No hay que olvidar que la vocación es íntegra, abarca todo el hombre.
La virtud de la castidad es una expresión de la virtud de la templanza. Otras expresiones de
la templanza son la sobriedad en la comida y en la bebida, la moderación en el descanso, la
generosidad para dar ayuda a quien la necesita, la austeridad en el uso de los bienes
materiales, la mortificación del deseo inmoderado de saber novedades o de la curiosidad, la
sencillez -según su propio estado- en el estilo de vida,
La virtud de la castidad lleva también a vivir una limpieza de mente y de corazón: a evitar
aquellos pensamientos, afectos y deseos que apartan del amor de Dios, según la propia
vocación (4). Sin la castidad es imposible el amor humano y el amor a Dios. Si la persona
no se empeña por mantener esta limpieza de cuerpo y de alma, se abandona a la tiranía de
los sentidos y se rebaja a un nivel infrahumano.
La lujuria es la satisfacción desordenada del apetito sexual. Es un desorden porque: 1)
aspira a una satisfacción sensual del apetito sexual y es una degradación de la persona; 2)
frustra, evita o pone en peligro la procreación; 3) atenta contra el matrimonio como vínculo
sexual moralmente ordenado.
La virtud de la castidad es pluriforme y tiene matices propios de los diversos estados del
hombre cristiano. Es diferente lo que exige la castidad a quien se ha consagrado en
virginidad o celibato, a quien está unido en legítimo matrimonio, o a quien, sin estar aún
unido en matrimonio, tiene el propósito o deseo de contraerlo más adelante. En todas las
formas de castidad hay algo común: el señorío sobre el apetito sexual, como expresión de la
búsqueda de Dios por sobre todo otro bien, y la búsqueda de cualquier bien sólo en la
perspectiva de la búsqueda de Dios y de su am or.

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