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El Orfismo en Luciano y La Segunda Sofis
El Orfismo en Luciano y La Segunda Sofis
LVII
1. INTRODUCCIÓN
Desde el último tercio del siglo I hasta comienzos del siglo III d.C.
se produce en las regiones grecoparlantes del Imperio romano un
vigoroso resurgimiento de la oratoria, que se convierte en el género
nado Segunda Sofística (ya desde las Vidas de los sofistas de Filós-
literario más cultivado y apreciado. Este movimiento se ha denomi-
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Para los cultos orientales en el Imperio romano es todavía importante el estudio de
Cumont, 1929.
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Acerca de la salvación personal en los cultos orientales, véase Bianchi-Vermaseren,
1982.
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Sobre el orfismo en la época imperial, en especial en lo referente a la literatura, véase
Brisson, 1990.
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Capítulo LVII
2. EL MITO DE ORFEO
ré de Filóstrato (el Viejo) como autor de la Vida de Apolonio de Tiana, Vidas de los Sofistas,
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nes se le atribuyen con facilidad rasgos no tracios con tal de que estén
marcados como orientales. Así, en una representación descrita por
Filóstrato lleva una indumentaria persa típica6. Se trata de unos tapi-
ces de los palacios babilónicos en los que aparecía con tiara y calzón7,
al lado de otros personajes de la mitología griega. También llevaba
tiara en dos cuadros descritos por Filóstrato el Joven8.
Philostr. VA 1.25.
tiavran ... kai; ajnaxurivda. La segunda palabra es de origen persa (v. LSJ siglo v.). El
6
uso de tiara se atribuye tanto a persas (Hdt. 5.49, Luc. DMort. 12[14].4), entre los que es un
7
Philostr. Iun. Im. 6.3 (dorada; cuadro sobre Orfeo) y 11.1 (cuadro sobre la nave Argo).
importante símbolo religioso, como a escitas (Hdt. 1.71).
Con Anfión: D. Chr. 32.61 (OF 911 I), 32.62; Luc. Im. 14 señala que ambos fueron
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canto. Con Támiris: D. Chr. 70.3, Philostr. Ep. 73, VS 483 Wright, Aristid. 22.1. Con Lino:
los más seductores (ejpagwgovtatoi), hasta el punto de que movían seres inanimados con su
D. Chr. 1.58. En Luc. Dom. 18 el tracio es mencionado junto a Femio, Demódoco, Támiris
D. Chr. 19.3, 32.62-63, 35.9, 53.7-8, Philostr. Her. 23.2 (23, 17 de Lannoy), Luc. Im.
y Anfión.
14, Ind. 11. Filóstrato el Joven (Im. 6.1) ofrece el relato más completo del poder de Orfeo
10
para encantar (qevlxai) a los seres irracionales cuando describe un cuadro en que aparecía
Orfeo rodeado por todo tipo de animales (como leones, jabalíes, ciervos o pájaros) y arro-
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Capítulo LVII
co en los oradores del siglo II d.C. Como eran capaces de convocar gran-
des auditorios y mantenerlos entretenidos largo tiempo, utilizan a un
antecesor ilustre, Orfeo –el mismo que había señalado Platón–, para
dotar de reputación a su profesión. Así, Filóstrato (VA 1.25) deja de lado
a los animales y dice que el tracio encantaba (e[qelge) a los oyentes con
su música y sus cantos. En una línea semejante, Aristides sostiene que
la imagen del cantor arrastrando troncos y piedras no sería sino una
hipérbole del mito para significar que atraía a todos con su música14.
Tanto antiguos sofistas15 como oradores contemporáneos16 son compa-
rados a menudo elogiosamente con el mítico poeta: ni el propio Orfeo
encantaría tanto como lo hace determinado orador o músico. En reali-
dad, la equiparación del poder de la retórica con el de la magia es una
constante en Grecia17.
En un sentido antitético, a veces la figura de Orfeo, símbolo de
excelencia musical, es contrapuesta a la decadencia del presente. Así,
13
Pl. Prt. 315a (OF 949). Más adelante (316b) dice que el arte sofístico es antiguo, aun-
que estuviera enmascarado de poesía, en el caso de Homero, Hesíodo y Simónides, o de ini-
ciaciones y oráculos, en el caso de los seguidores de Orfeo y Museo. Algo muy similar dice
Eurípides (IA 1211-1214) cuando, al apuntar que Orfeo podía embelesar (khlei``n) a los que
quisiera con sus palabras, pone más énfasis en la parte verbal que en la musical, como si se
Philostr. Ep. 73 alude a este pasaje para demostrar que Platón tenía un buen concepto
14
15
teı) a la gente, al modo de Orfeo y Támiris. En VS 483 Wright, señala que Pródico hechiza-
de los sofistas, pues decía que iban por las ciudades grandes y pequeñas encantando (qevlgon-
ba (qevlgwn) las ciudades que visitaba, como Orfeo y Támiris. En el diálogo del Heroico (23.2)
entre un viñador y un fenicio, éste muestra su interés ante las historias que su compañero le
cuenta y dice estar más atento que las fieras que oían cantar a Orfeo. Aristid. 3.252 llega a afir-
mar que Temístocles arrastró a todos los varones atenienses a luchar en Salamina y que ni
siquiera Orfeo los habría alejado con la atracción de su canto. Al comenzar su discurso sobre
Eleusis (22.1) se hace la pregunta retórica de si Orfeo, Támiris o Museo serían capaces de llo-
D. Chr. 19.3, 35.9; Luc. Dom. 18.2; Philostr. VS 520 (qevlxein), a propósito de Esco-
rar una desgracia tan grande como la destrucción del santuario por los bárbaros (año 170 d.C.).
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D. Chr. 32.61 (OF 911 I), 32.62.
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Se trata del mencionado discurso 34.45 (OF 967).
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538-545).
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Véase nota 17 sobre su discurso 34.
25
Cfr. caps. 19, § 6, y 31, §§ 2-3.
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en esta obra se relacionaban las siete cuerdas de la lira del cantor con
la música de las siete esferas. Luciano, seguramente reproduciendo lo
que «Orfeo» decía en el poema, subordina sus capacidades musicales
a las astrológicas. Al asegurar que obtuvo tales conocimientos (los
astrológicos) a través de la investigación (tau`ta ... dizhvmenoı), nos
ofrece una insólita imagen de Orfeo como «científico». Es sabido que
con el paso del tiempo el mítico poeta se convierte en un autor como-
dín al que se atribuyen todo tipo de poemas de contenido mágico,
esotérico y (pseudo-)científico, como ya se expuso en otro capítulo28.
A partir de sus descubrimientos, dice Luciano, construye una lira de
siete cuerdas para reproducir la música de las siete esferas celestes,
con la que logra hechizar y dominar todo. El autor especifica que tal
poder no nacía de la música de Orfeo, sino de la gran lira formada por
los astros. Queda claro, por tanto, que según este pasaje el tracio no
sería un verdadero músico, sino un astrólogo encubierto.
En resumen: los autores de la Segunda Sofística dan muestra de la
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Favorino cuenta que varios argonautas, una vez que la nave Argo
ros, oficio que ya le atribuye Eurípides30.
Philostr. Im. 2.15, donde aparece aplacando la furia del mar, y Philostr. Iun. Im. 1.11,
donde es descrito cantando al son de la lira. Luc. Fug. 29.
29
E. Hyps. Fr. 752g.8-14 Kannicht, v. cap. 50, § 2.2; A. R. 1.536-541 (OF 1008 I) y
escolios (46.16 Wendel = OF 1008 II).
30
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Favorin. Cor. 14 (305.17 Barigazzi = OF 1012 I). Suele considerarse este discurso
Eumel. Fr. 8 Bernabé (= Fr. 28 West). Sobre la cuestión, véase Barigazzi, 1966, 305,
como obra suya, aunque se haya transmitido entre los de Dión Crisóstomo con el número 37.
32
323-325; West, 2002, 122. También aparece mencionado Orfeo en un fragmento papiráceo
atribuido a Eumelo por Debiasi, 2003, que sería el primer texto de la literatura griega que
antiguo; Preger, 1891, 57, lo data en el s. I d.C. y Brisson, 1990, 2919, considera que el poema
es obra de Favorino.
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Luc. Nec. 8 (OF 1002). De esta guisa se lo encuentra un amigo nada más ascender
Luciano pudo haberse inspirado en Ar. Ra. 45 s., donde Dioniso en su descenso va
(Nec. 1).
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Las noticias de los autores que nos ocupan con relación al final de
Orfeo son muy escuetas, quizá por tratarse de un motivo conocido,
que apenas es aprovechado con fines literarios. En ningún caso adu-
cen los motivos del crimen. Luciano, en varias ocasiones, se limita a
apuntar muy brevemente que el cantor murió desmembrado40. Sólo
en dos pasajes (los dos primeros citados en la nota) aclara que las
Strab. 7 Fr. 10a Radt (OF 554), pasaje que ha analizado Bernabé, 2002d.
Luc. Salt. 15 (OF 599 I).
36
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phxavmenoı ga;r luvrhn o[rgiav te ejpoieveto kai; ta; iJera; h[eiden.
un escolio virgiliano (OF 417), era tratado en el poema de la Lira. Más probablemente, sería
39
Quizá haya una alusión a la evocación de las almas a través de la lira, tema que, según
astrales a través de la música, ascenso descrito en el Sueño de Escipión (Cic. Rep. 6.18; cfr.
un ritual en que se reproduciría el ascenso del alma tras la muerte por las distintas esferas
West, 1983a, 31 s.). De ahí que Luciano acabe su exposición sobre Orfeo asegurando que
Luc. Ind. 11 (OF 1052), al comienzo de un extenso relato sobre el destino de la lira
él y los que lo escuchaban ocupan un lugar en el cielo.
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Luc. Ind. 11 (OF 1052).
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Antes cuenta un ejemplo similar (8-10): un tal Evángelo acudió a los Juegos Píticos
con ricos vestidos y con una lira de oro, adornada con joyas y con las imágenes de las
Musas, Apolo y Orfeo. Sin embargo, es vencido en el concurso por un tal Eumelo con una
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Según la versión de la Pequeña Ilíada (Arg. Il. Parv. p. 74 Bernabé = Procl. Chr. 206
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como Grineo, Claro y Delfos, por lo que Apolo tuvo que ordenar su
silencio. Puede ser una simple explicación mítica de por qué el orácu-
lo había desaparecido en tiempos del autor.
Aparte de los musicales y oraculares, Dión Crisóstomo narra otros
prodigios acaecidos tras la muerte del poeta tracio, en una historia sin
duda imaginada por él (32.63-65). Como los animales que lo seguían,
principalmente ovejas y aves, se sentían muy tristes tras su muerte,
Calíope pidió a Zeus que diera a sus cuerpos forma humana y con-
servara sus almas. De ellos habrían nacido aquellos macedonios que
luego se instalaron en Alejandría. Con esta historia el orador explica
la locura colectiva por las audiciones musicales que hacía presa en los
alejandrinos, a los que va dirigido el discurso. Dión atribuye esta his-
toria a un frigio, para librarse de cualquier responsabilidad ante sus
oyentes, pero al aclarar que se trata de un contemporáneo de Esopo
parece hacer el guiño de que no se trata más que de una fábula. Él
mismo la llama «la mayor y más extravagante broma sobre vosotros»
(63).
A este relato añade otro similar (66), con la misma ironía repleta
de humor: entre los animales que oían al tracio, sólo algunos intenta-
ron imitarlo, los perros, que conservaron su costumbre al ser trans-
formados en hombres. De ellos procede la estirpe de los tañedores de
lira alejandrinos. Ya antes (61) había atacado su mediocridad (al decir
que entre ellos no había ningún Orfeo ni ningún Anfión) y había asi-
milado sus canciones a gruñidos y ladridos, más que a cantos de cisnes
y ruiseñores (en lo que parece haber un juego de palabras: en realidad
ante una ocurrencia del autor derivada del topos retórico de Orfeo y
son «perros» (kuvneı), no «cisnes» (kuvknoi). Estamos nuevamente
su música, usado por los oradores como piedra de toque para alabar
o censurar a músicos o a colegas contemporáneos.
En cuanto a la tradición del catasterismo de la lira de Orfeo,
Luciano (Astr. 10) menciona que los griegos la destinaron al cielo y
que así llaman a muchos astros, y que incluso pueden verse las figu-
ras del cantor y de los animales que lo rodean.
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OF 1. Bernabé, 1996a, hace un estudio exhaustivo del uso de este tópico en la lite-
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aceptada por los egipcios, sino de una que circulaba sólo entre una
elite, de ahí que Luciano la compare con el contenido de los misterios
o de los poemas órficos, sólo asequible a unos pocos, los iniciados.
a la memoria, en el que decía que todo se marchita por causa del tiem-
E. Mel. Fr. 484 Kannicht (OF 66 I). Sobre el carácter órfico de tales fragmentos v.
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memoria, parece ponerlo en la órbita del orfismo más que del pitagoris-
mo: no hay más que recordar la importancia que tiene la memoria en las
laminillas órficas para la obtención de la bienaventuranza, pues gracias a
ella se recordaba la iniciación y las instrucciones dadas en ella para sal-
varse, una vez se llegaba al Hades (la principal, beber del agua de la fuen-
te de la Memoria). Con todo, no hay dificultad alguna en considerar al
personaje a la vez pitagórico y órfico, pues sabemos que muchos poemas
atribuidos a Orfeo fueron escritos por pitagóricos, tanto en época clásica
ellas se contaba que éste desprendía abundante luz y que con ella ilu-
minó todo ante la única mirada de la Noche (OF 123):
parte con el bivoı ∆Orfikovı, como en VA 1.1, 6.11 (OF 636), 8.7.4-5. Para un análisis de
59
Filóstrato recuerda a menudo estos preceptos pitagóricos, que coinciden en buena
estos elementos órfico-pitagóricos en la obra, véase Lizcano, 2003, 58-72. Sobre la cerca-
nía de Apolonio al orfismo, además de al pitagorismo, nos da una idea él mismo, cuando en
una carta (48.58.26 Penella), a propósito de las críticas recibidas, se compara con Pitágoras,
Orfeo, Platón y Sócrates.
60
Prwtospovroı ... ajrchv, expresión que, como indica West, 1983a, 255, n. 63, puede
estar tomada de un poema órfico. Nono utiliza tal expresión para denominar a Eros (D.
1.398, 41.129) y prwtospovroı como adjetivo de Fanes (9.142).
61
... lamprw`i de; fwti; th;n ajmaura;n nuvkta petavsaı panto;ı ajyuvcou te kai; yuch;n
e[contoı ejgevnou dhmiourgovı (sc., “Erwı).
62
West, 1983a, 255.
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De esta manera hizo que aparecieran todas las cosas (OF 127)63,
«El que aparece» (cfr. OF 126) y «el que hace que las cosas aparez-
lo que explicaría su nombre como derivado de faivnw («mostrar»):
63
Theosoph. Tubing. 61 (43 Erbse2 = OF 127 I): o}n Favnhta prosagoreuvei, dhmiour-
Philostr. Im. 1.14 faidro;ı aujto;ı oi|on ajsthvr tiı ajpastravptwn. La propuesta es de
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un momento:
palabra»)68.
Allá, como los Diálogos de los muertos, o que hablan de él por exten-
Son varias las obras de Luciano que tienen como escenario el Más
66
D. Chr. 36.56 (OF 255 I) tou`ton uJmnou`si pai`deı sofw`n ejn ajrrhvtoiı teletai`ı
Como también indica Procl. in Ti. 1.49.12 Diehl (OF 255 III). Russell, 1992, 245,
”Hraı kai; Dio;ı eujdaivmona gavmon.
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piensa que los «hijos de los sabios» son los filósofos y que los «ritos secretos» son sus ense-
En Luct. 2-9 se ofrece un cuadro sistemático sobre las concepciones griegas de ultra-
68
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tumba. Sobre la imagen del Más Allá en Luciano, véase la descripción detallada de Betz,
Iul. Or. 7.25 = Diog. V B 332 Giannantoni = OF 435. Es probable que haya un juego
1961, 81-99; y Nilsson, 1961, 552-555.
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les los mitos escatológicos de Platón (situados al final del Gorgias, del
órficas. Parece más probable que haya utilizado como fuentes principa-
71
Ésta fue señalada como fuente principal para el Más Allá de Luciano por Helm, 1906,
Luc. Luct. 5 menciona «una fuente enemiga de la memoria (mnhvmh)», que por eso es
18 ss.
llamada del Olvido (Lhvqh); también aparece en Cat. 1 y 28, D. Mort. 13.6, 23(29).1 y Tim.
72
54; ya Pl. R. 621a y Ar. Ra. 186 hablan de la llanura del Olvido.
Minos: Nec. 11-12, D. Mort. 25(12) y 24(30); Radamantis: Cat. 13 y 23-29 (sin
embargo, en VH 2.6 gobierna la Isla de los Bienaventurados); ambos: Luct. 7. Éaco es más
73
bien un portero del Hades, al lado de Cerbero (v. Luct. 4; Cat. 4). El tribunal, aunque no los
nombres de los jueces, es mencionado en D. Mort. 20(10).13. La huella de Pl. Grg. 524a-
526d es evidente en Luc. Cat. 24-29, donde se dice que Radamantis juzga a los difuntos des-
nudos y se fija en sus estigmas; también se habla de la purificación a través de la filosofía
a los no iniciados. Luciano alude a él en Alex. 25, donde cuenta que cuando le preguntaron
76
Según Platón (Phd. 69c), los que instituyeron las iniciaciones auguraban este castigo
a la fraudulenta serpiente que tenía Alejandro de Abonutico (la cual era supuestamente
Asclepio) qué hacía Epicuro en el Hades, contestó: «Está sentado en el fango con grilletes
de plomo» (molubdivnaı e[cwn ... pevdaı ejn borbovrwi kavqhtai). Aristides (22.10) considera
motivo también es vinculado por otras fuentes a Eleusis (el mismo Platón, R. 363ce, lo atri-
eleusinia la enseñanza de que los no iniciados yacerán en la oscuridad y en el fango. Este
Ar. Ra. 145), lo que es indicio de la permeabilidad de imágenes entre los misterios órficos
buye a Museo y su hijo, probablemente Eumolpo, muy relacionados ambos con Eleusis; cfr.
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El castigo de recoger agua en una vasija agujereada es mencionado por Pl. Grg. 493b.
dena, entre otros motivos órficos (v. LIMC V. «Danaides», ns. 7-18). En textos literarios este
En la cerámica apulia de finales del siglo IV a.C. aparecen las Danaides cumpliendo esta con-
castigo de las Danaides aparece más tarde (por ejemplo en Ps.-Pl. Ax. 371d; más pasajes en OF
62). Luciano menciona su inútil castigo en D. Mort. 21(11).4. Al igual que Platón, ofrece una
interpretación alegórica: Diógenes, hablando con Crates, compara ese castigo con la actitud de
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Igualmente, en La travesía (22) bajan al Hades las almas de los cínicos Micilo y
80
Cfr. cap. 23, § 2.4.
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Lo que se dice en los misterios85 sobre eso, que los hombres esta-
mos en una especie de prisión y que de ningún modo está permitido
que uno mismo se libere ni se escape de ella, me parece algo de gran
importancia y difícil de penetrar.
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dos se da cuenta de que la idea platónica del castigo del alma sólo
puede explicarse a través del mito de Dioniso y los Titanes.
En otro discurso, pronunciado en Tarso (33.1), menciona Dión
que sus habitantes tienen como fundadores a los Titanes, quienes
parece que recibían culto en la ciudad. Utiliza el término ajrchgoiv,
con el que se designa frecuentemente a los fundadores de una estir-
pe87. Puede haber también aquí un indicio de orfismo: por extraño
que pueda parecer, los Titanes, en cuanto dioses antepasados de la
de los Titanes (OF 327-329), pues nada más hablar de obras de Orfeo
sobre Dioniso se refiere al episodio de la fulminación de Sémele, que,
como sabemos, también formaba parte de las teogonías órficas90.
Entre los conocimientos apropiados para un bailarín, Luciano enu-
mera una serie de motivos mitológicos, como «el desmembramiento
de Yaco», una clara alusión al mito de Dioniso y los Titanes91. Unos
párrafos después nos transmite una noticia semejante92: en Jonia y en
el Ponto se celebraban unas danzas báquicas en las que se represen-
taba a Titanes, Coribantes, sátiros y boyeros (boukovloi), todos ellos
figuras habituales en el ámbito órfico93 (quizá a excepción de los sáti-
ros). Estos testimonios se complementan con un pasaje ya menciona-
do de Filóstrato94, que en su biografía de Apolonio de Tiana cuenta
que éste se escandalizó cuando vio que a la luz pública del teatro de
87
Isoc. 3.28; D. S. 5.56; Arist. EN 1162a 4.
OF 327.
89
Luc. Salt. 39. Las palabras «el desmembramiento de Yaco y el engaño de Hera» cons-
90
tituyen los OF 304 IV y 311 IX, y, junto con las palabras que siguen («y el abrasamiento de
91
nombre de «boyeros» (boukovloi), como queda testimoniado en el P. Gurob l.25 (OF 578),
93
Determinados oficiantes de los misterios, tanto eleusinios como órficos, recibían el
en OH 1.10 y 31.7 y en la Inscripción de Torre Nova (OF 585), donde se nombran varios
boukovloi y ajrciboukovloi. V. Cozzoli, 1993, 161-163, y Hordern, 2000, 134 y 139. Por su
parte, Morand, 2001, 249-287, ofrece un extenso análisis de estos términos y de los textos
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con ello una noticia de Luciano. En las Saturnales (2), Crono dice
acción, utilizando yeso, harina o barro96. Quizá tiene alguna relación
que sólo tiene poder durante los siete días que duraban estas fiestas
y que lo único que puede hacer son acciones ridículas, entre las que
menciona tirarse al agua fría de cabeza con la cara tiznada de hollín.
Dado que Crono era hermano de los Titanes, es posible que haya una
referencia a algún ritual mistérico relacionado con éstos. Los fieles
dionisíacos, llamados falóforos, según el historiador helenístico Semo
(FGrHist 396 F 24), llevaban el rostro embadurnado de hollín (aij-
qavlwi). Quizá en un ámbito ritual el hollín (material del que habían
sido moldeados los hombres según el mito antropogónico órfico)97
simbolizaba la victoria de Zeus sobre los Titanes, que mueren fulmi-
nados, y el uso de un pigmento negro en lugar del blanco pretendía
ser una forma de desagravio a Dioniso, engañado por culpa del yeso
que ocultaba el rostro de sus enemigos los Titanes.
Las referencias más o menos extensas a este mito característica-
mente órfico son una de las mayores pruebas de la persistencia del
orfismo durante la época imperial. El relato tan explícito de Dión
(30.10) es sumamente valioso, pues el mito casi siempre es aludido
de manera muy velada, es probable que por pertenecer a las doctrinas
más veneradas y protegidas.
95
Luc. Salt. 79. Que tales danzas representaban el mito órfico es sostenido por Burkert,
1983a, 225 s., y Lada-Richards, 1999, 96.
Tal como lo transmite Olymp. in Phd. 1.3, que utiliza el término aijqavlh.
96
V. cap. 33, § 2.3.
97
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puede ser una forma de prohibir el suicidio, que, según Platón, era
considerado sacrílego en los misterios99. En otras dos ocasiones Apo-
da en el orfismo, está ya atribuida a escritos órficos desde Arist. de An. 410b 27 = OF 421
98
Esta idea del alma que se mezcla con el aire, aunque no es la opinión más extendi-
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to. Al final del Heroico (58), se lamenta el fenicio por no poder oír la
Podemos poner en relación con esta noticia otro pasaje de Filóstra-
∆Orfevwı ... uJpe;r tw`n ajpoqanovntwn melwidivai Philostr. VA 8.7.14 (OF 820).
Isoc. Busir. 10.8.
102
La lámina (P. Colon. inv. T. 1) fue publicada por Wortmann, 1968, 57 ss., y luego
103
104
por Jordan, 1988, 248-251, que fue quien descubrió la presencia de fragmentos métricos.
tituyen el OF 830a, a los que el editor A. Bernabé ha añadido un verso más («sálvame, vene-
No es segura su supuesta procedencia de Oxirrinco. Los trímetros (lin. 57-61 Jordan) cons-
rable, la más excelsa entre los muertos»), citado junto con el 2 por Marcell. Emp. De medi-
cam. 15.89 (119, 25 Niedermann), en un remedio contra el catarro. Sobre estos textos véase
Los tres primeros versos aparecen en P. Mag. LXX 9 ss. (II 902 Preisendanz-Hen-
el cap. 21, § 1.3.
105
ce reproducir una especie de catábasis ritual (OF 712). En P. Mag. IV 2333 s. (I 144 P.-H.),
richs), conjuro para evitar el miedo al castigo, seguramente en el Más Allá. El papiro pare-
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106
OF 830a y b, respectivamente.
OF 496a-b, f.
107
Chrysostomou, 1992, 137 ss.
108
1999, 99-102. En Eleusis: Ar. Ra. 326, 334-336, 354-356, 384, 395-397; Plu. Alc. 34.4;
110
Sobre la danza en los misterios, véanse Riedweg, 1987, 58, n. 144; Lada-Richards,
véase Burkert, 1983a, 288. En los misterios en general: Aristid. Quint. 3.25 (p. 129.11 Win-
nington-Ingram) (OF 600 II); en el ritual de la entronización: D. Chr. 12.33.
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Capítulo LVII
la danza, al haber sido fundados por Orfeo, Museo y los mejores bai-
larines de entonces, de ahí que el revelar el contenido de los ritos se
denominara «bailar fuera de lugar» (ejxorcei`sqai)111.
El mismo Luciano nos ofrece un posible testimonio de que en los
misterios de Orfeo se representaban mediante danzas ciertos pasajes
de las teogonías. En la breve historia de la danza que ofrece, empie-
za asegurando que ésta habría surgido con la aparición de Eros y que
el movimiento armónico entre los astros y su «comunión rítmica»
(eu[ruqmoı ... koinwniva) serían muestra de la danza primigenia (prw-
togovnou ojrchvsewı)112. Parece haber aquí una alusión a Eros-Fanes-
Primogénito (Prwtovgonoı), la importante divinidad que da origen al
universo en varias teogonías órficas. Un misterioso dios llamado Pro-
teuritmo (Prwteuvruqmoı), que aparece entre varios acompañantes de
Dioniso en una inscripción del tíaso ateniense de los Yobacos, ha sido
identificado como Primogénito113. Vuelve a haber una directa cone-
xión con la danza, pues el ritual más importante de este tíaso consis-
tía en una pantomima sagrada, en la que los papeles (Dioniso, Core,
Palemón, Afrodita y Proteuritmo) eran asignados por sorteo114. Es posi-
ble que Luciano conociera danzas mistéricas de este tipo, que quizá
escenificaban los acontecimientos narrados en las teogonías, en concre-
to la primera danza de los astros, comenzada al nacer Primogénito. Tén-
gase en cuenta que su tratado sobre la danza, quizá del 163 o 164 d.C.,
es estrictamente contemporáneo de la citada inscripción.
Luc. Salt. 15 (OF 599 I). Uso del verbo en relación con los misterios de Eleusis:
Epict. 3.21.13-16, Ps.-Luc. Am. 24, Aristid. 22.13; título de su discurso 34; Clem. Al.
111
por Merkelbach, 1988, 28, que menciona varios versos del Himno órfico (6) a Protógono
relacionó este dios con el pasaje de Luciano y lo identificó como Primogénito. Es seguida
en que se dice que éste se mueve por el cosmos (vv. 1, 7) y que es bramador (v. 5). Maass,
1895, 64, consideró el nombre Proteuritmo un título de Orfeo, como primer cantor o dan-
zante, aunque parece más convincente interpretarlo como el epíteto de un dios.
114
Líns. 120 ss. Véase Harrison, 1903a, 474 s., 655 s., que señala (475) que las regula-
ciones para mantener el orden marcan al tíaso más como órfico que como dionisíaco «orto-
doxo».
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5. CONCLUSIONES
A Orfeo: Didym. en Gp. 2.35.8 (OF 648 XI); a un hierós lógos: Sch. Hom. Il. 13.589
(III 513 Erbse), Eust. in Il. 948.24, ambos OF 648 I y II.
115
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Capítulo LVII
Rapsódica o la Lira.
Por otro lado, no son escasas las referencias a varios componen-
tes esenciales del movimiento órfico, como a sus características ense-
ñanzas sobre el origen del mundo y del hombre o sobre el alma y su
destino, así como a sus poemas y sus ritos, donde se reflejaban tales
creencias. A veces estos autores son los primeros en exponer con sufi-
ciente claridad muchas doctrinas fundamentales, hasta entonces sólo
aludidas encubiertamente, como el mito de Dioniso y los Titanes.
En sus obras se observan todo tipo de tonos: desde el solemne y
grandilocuente propio de la oratoria de aparato hasta el popular y satí-
rico de las diatribas de Luciano, tonos que manifiestan las diversas
actitudes de los autores hacia el fenómeno órfico. Dión Crisóstomo,
Aristides y Filóstrato muestran respeto y veneración por las creencias
órficas, al igual que por las de otros misterios, hasta el punto de que
toman muchos elementos doctrinales o literarios para embellecer sus
discursos y obras. Incluso para conferir prestigio a su actividad, a
menudo comparan (sobre todo Aristides) el dominio de los recursos
retóricos con la iniciación mistérica. Es más complejo el proceder de
Luciano. Según el tono particular de cada obra, los elementos órficos
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