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Monti - Acto Institucional
Monti - Acto Institucional
ACTO INSTITUCIONAL
Abogada egresada de la UBA. Master en Derecho administrativo de la UA. Docente en las Universidades Austral,
Católica Argentina y Católica de Cuyo. Colaboradora y coautora de varios libros y autora de diversos artículos sobre
la especialidad. Actualmente, se desempeña como secretaria letrada de la C.S.J.N.
1
Marienhoff. Miguel, Tratado de Derecho Administrativo, T. II , 3° edición actualizada, Buenos Aires, 1988,
p. 692.
2
Cassagne, Juan C., Derecho Administrativo, T. II, 6° edición actualizada, Buenos Aires, 1998, p. 70 y sigs.
3
Por su parte, Mairal sostiene que todos los actos del Poder Ejecutivo que afecten los derechos de los habitantes
serán, en principio, judicialmente revisables. Concluye en que existe “una categoría de actos emanados del
Poder Ejecutivo que no están sujetos a la Ley de Procedimientos Administrativos: son aquellos en los que la
relación entre los dos poderes políticos es de coordinación y en los cuales la intervención del Congreso, si cabe,
sólo es válida respecto de las cuestiones que la misma Constitución deja libradas a su reglamentación y siempre
que con ello no se impongan al Poder Ejecutivo restricciones que la Constitución no establece ni expresa ni
implícitamente. Estos actos pueden ser anulados en sede judicial, a pedido de quien esté legitimado para ello,
si incurren en violación de la Constitución o, dentro de los límites mencionados, de la ley aplicable. Será quizás
proclive a confusión llamarlos actos de gobierno (otros nombres posibles, como acto constitucional o acto ejecu-
tivo también pecan en este sentido), pero su régimen será, de todos modos, diferenciable del de los actos
administrativos. Frente a ellos, el tribunal se limitará a constatar su existencia y los confrontará con las cláusulas
constitucionales y, en su caso, legales, aplicables, pero no los sujetará a las disposiciones de la L.P.A.” (Mairal,
Héctor, Control judicial de la Administración Pública, T. I, Buenos Aires, Depalma, 1984, p. 503 y sigs., esp. p.
509; V., también, Barraza, Javier y Fabiana Schafrik, “Los actos de gobierno y los actos institucionales”, Revista
Argentina del Régimen de la Administración Pública, Nro. 237, p. 20 y sigs.).
LAURA MONTI
Con el fin de aclarar este punto, recordemos que el profesor Marienhoff sostiene que los
actos de gobierno o políticos no están, a diferencia de los institucionales, exentos de
control judicial, pues el particular puede ser parte interesada, en tanto sus efectos inci-
dan, directa e inmediatamente, en su esfera jurídica. De ello deriva que la invocación,
en esos casos, de la existencia de una cuestión política en modo alguno puede sanear la
violación de preceptos y garantías constitucionales. Hace hincapié en la necesidad de la
distinción, a fin de no aplicar a los actos de gobierno o políticos reglas que no les atañen
por ser propias de los actos institucionales.4
En la misma orientación, García de Enterría dice: “[…] sólo pueden ser manifestación
de la función política” (en nuestro entendimiento, los actos institucionales) “[…] las
grandes decisiones que afectan al Estado como un todo, medidas de conjunto relativas
a la seguridad interior del Estado o a la organización militar en general, pero no simples
actos administrativos típicos que afecten a una o varias personas”5.
Entre los constitucionalistas, Bidart Campos se pronuncia por la justiciabilidad plena de
las cuestiones políticas y, respecto de una de ellas en particular –la relativa a los proce-
dimientos en los juicios políticos–, sostiene: “[…] la índole política de la cuestión [...]
no puede inhibir la defensa de garantías constitucionales federales ni su juzgamiento
judicial, cuando personas individuales que las reputan afectadas, las reclaman por las
vías procesales pertinentes”6.
En el ámbito de la jurisprudencia, con relación a un acto institucional como es la decla-
ración del estado de sitio, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha recordado que lo
que puede examinar el Poder Judicial es la legitimidad del marco en el que se lo declara,
la competencia del órgano que lo establece y lo que hace a la validez constitucional de
la disposición y, en concreto, ha analizado la legitimidad de la detención de una persona
dispuesta por el Poder Ejecutivo Nacional en el marco de la situación de crisis, deten-
ción que, según expresó, debía guardar razonable relación con la autorización legal de la
que emanaba pues, en caso contrario, los jueces pueden y deben amparar al habitante
afectado mediante el control de razonabilidad.7
Como se advierte, en estos casos, no existe solamente un problema de relación entre
órganos políticos o de actuación de uno de ellos en su ámbito de competencia constitu-
cional, sino que se produce la emisión de actos que afectan a un particular en forma
directa.
En conclusión, los actos de gobierno o políticos, a diferencia de los institucionales, son
impugnables judicialmente, pues todos los actos estatales que afecten la esfera jurídica
de los particulares deben serlo.
4
Marienhoff, M., op. cit., T. II, p. 763 y sigs.; en el mismo sentido, Cassagne, J. C., Derecho Administrativo,
op. cit., T. II, p. 70 y sigs.
5
Aranda Álvarez, Elviro, Los actos parlamentarios no normativos y su control jurisdiccional, Madrid, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, 1998, pp. 117-118.
6
Bidart Campos, Germán, “Una cuestión no judiciable que ha desaparecido: El enjuiciamiento político”, El
Derecho, 128-465.
7
C.S.J.N., 03-12-85, “Granada”, La Ley, 1986-B, p. 213, con nota de Miguel Padilla, “Estado de sitio y
control de razonabilidad”.
ACTO ADMINISTRATIVO Y REGLAMENTO
Algunos autores han señalado que la cuestión relativa a la no justiciabilidad de los actos
institucionales y, en cambio, la justiciabilidad de los actos de gobierno se limitan a un
problema de legitimación, pues nadie está habilitado para impugnar un acto institucional
y generar así un caso o causa judicial. Estas reflexiones se relacionan, justamente, con
los efectos que los actos citados ocasionan, y, de esa forma, el acto institucional no es
impugnable porque no afecta a ningún particular en forma directa o inmediata, a dife-
rencia de lo que sucede con el acto de gobierno al que, por esa razón, no corresponde
excluir del control judicial.8
Cabe, por último, señalar que el hecho de que el acto institucional no esté sujeto a
control judicial no implica que su dictado y su contenido no deban encuadrarse en el
marco de juridicidad en el que han de emitirse todos los actos de los poderes públicos
y, en consecuencia, que se sujeten, el acto y sus órganos emisores, a control político. En
este sentido, se ha dicho que en los Estados constitucionales contemporáneos, la acti-
vidad política está constitucionalizada, normativizada, lo que no implica que ella deba
ser judicializada, sino que supone que la Constitución presenta un marco material al
que deben adecuarse los órganos políticos si quieren desarrollar su actividad conforme
a sus normas.9
Nos centraremos en tres supuestos en los que los conceptos reseñados se entremezclan
y que han dado lugar a pronunciamientos recientes de los tribunales.
Estos son: a) las decisiones del Consejo de la Magistratura o de otros órganos estatales
en los procesos de selección de magistrados; 2) las decisiones adoptadas en los juicios
políticos y jurys de enjuiciamiento, y 3) los procesos de reforma constitucional.
1) Selección de magistrados
Se plantea el problema de la justiciabilidad de las decisiones de los Consejos de la
Magistratura u otros órganos similares, en el proceso de selección de jueces, incluso,
respecto de la terna o lista propuesta a los órganos políticos que serán los que, en
definitiva, elegirán a los candidatos, como así también de las decisiones de los órganos
políticos en las correspondientes designaciones.
Un aspecto para destacar es la apertura indudable de la legitimación de los particulares
afectados en estos supuestos, acordada por los tribunales. Así ha sucedido en casos
sometidos a decisión de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires,
que determinó que era justiciable una decisión del Consejo de la Magistratura provincial
por el que una postulante en un concurso había perdido su condición de tal. La Corte
local sostuvo que, en principio, las decisiones del Consejo son justiciables, pero con
determinados alcances. En este sentido, entendió que no le competía evaluar y calificar
8
En este entendimiento, el proyecto de Código Contencioso Administrativo de la Nación, presentado ante el
Senado Nacional en 1998, establece una lista de actos institucionales y dispone que la competencia conten-
cioso administrativa no procederá respecto de ellos y que está compuesta por los siguientes actos: declaración
de guerra, celebración de tratados internacionales, intervención federal a las provincias o a la ciudad de
Buenos Aires, declaración del estado de sitio y nombramiento de jueces de la C.S.J.N. Distingue, sin embargo,
la situación en la que se susciten controversias con motivo de los efectos o consecuencias de los respectivos
actos de ejecución, como asimismo el juzgamiento de las indemnizaciones que en cada caso correspondan
(Art. 4°).
9
Aranda Álvarez, op. cit., p. 127.
LAURA MONTI
10
S.C.B.A., 16-02-99, “Riusech”.
11
Sentencia del 29-10-00.
12
Sentencia del 14-07-99.
13
Sentencia del 08-05-01.
ACTO ADMINISTRATIVO Y REGLAMENTO
En este sentido, Comadira opina: “[…] la terna propuesta por el Consejo de la Magistra-
tura al Poder Ejecutivo –vinculante según dispone el Art. 14, inc. 2, de la Constitución–
en tanto afecte derechos subjetivos o intereses legítimos de quienes se han presentado
al concurso, resultará susceptible de control judicial pleno en sus elementos reglados”,
en lo que hace al núcleo discrecional de la decisión, también podrá controlarse si la
decisión es razonable.14
2) Decisiones adoptadas por los órganos que intervienen en los juicios políticos y jurys de
enjuiciamiento de magistrados y funcionarios
En sentido similar, son controlables las decisiones de los órganos que intervienen en los
juicios políticos y los jurados de enjuiciamiento de magistrados y funcionarios cuando
se alteren las reglas de procedimiento que en ellos se deben seguir.
Al respecto, conforme la jurisprudencia de la C.S.J.N., en tanto puedan verse afectadas
garantías constitucionales del afectado, en especial, el debido proceso adjetivo (Art.
18), las decisiones adoptadas en estos juicios quedan sujetas a control judicial.
No es controlable, en cambio, en la fase inicial del procedimiento, la resolución que
dispone el sometimiento a juicio político, habida cuenta de que su apreciación compete
constitucionalmente al Senado de la Nación, constituido en tribunal15 y, a partir de la
reforma constitucional, al Consejo de la Magistratura, ni lo atinente a la interpretación
de la Constitución en orden a las causales de destitución por juicio político y la aprecia-
ción de los hechos materia de acusación a la luz de dicha exégesis.16
Tampoco lo es, en la fase final de aquél, la subsunción de los hechos imputados en las
causales previstas para la destitución y la valoración de las circunstancias de la causa,
inclusive la evaluación de la prueba,17 que quedan reservadas a la apreciación definitiva
del órgano que dispone la remoción18. Ello es así porque “la Constitución ha delegado
en ambas Cámaras del Congreso la apreciación discrecional de las circunstancias que
concurran en cada caso concreto, a fin de evaluar la conducta del funcionario”19.
Un problema especial se produce en lo relativo a la decisión final del jurado de enjuicia-
miento de jueces federales, salvo los de la C.S.J.N., debido a la reforma de 1994, que
estableció, en el Art. 115 de la Constitución Nacional, que el fallo de los jurys será
irrecurrible.20 Cabe recordar, sobre este punto, que la Ley N° 24.309 –por la que se
declaró la necesidad de la reforma constitucional– fijó dos límites infranqueables a la
actividad de la Convención Constituyente, esto es:
14
Comadira, Julio, “La ubicación institucional del Consejo de la Magistratura y el control judicial de algunas
de sus decisiones”, Jornadas Internacionales sobre el Consejo de la Magistratura, organizadas por el Ministe-
rio de Justicia de la Nación, Buenos Aires, 1999, p. 173.
15
C.S.J.N., 23-02-94, “Rodríguez”.
16
C.S.J.N., Fallos: 316:2.940.
17
C.S.J.N., Fallos: 317:1.098.
18
Cfr. Bidart Campos, Germán, “Dos caras del enjuiciamiento político: lo que es decisión definitiva del órgano
competente y lo que es judicialmente controlable”, comentario al fallo de la C.S.J.N. in re “Torrealday”, del
02-11-95, La Ley, 1996 C-534.
19
Armagnague, Julio, Juicio politico y jurado de enjuiciamiento, Buenos Aires, 1995, p. 118.
20
Art. 41 del Reglamento Procesal del jurado de enjuiciamiento de magistrados de la Nación: “Contra el fallo
del Jurado sólo procederá el pedido de aclaratoria, el que se deberá interponer ante el Jurado dentro de los
tres días de notificado”.
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21
María Jeanneret de Pérez Cortés entiende que podría salvarse la invalidez de la norma cuestionada acordan-
do al particular afectado la posibilidad de interponer la acción de amparo (“Reflexiones acerca de la remoción
de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación”, RAP, 111, p. 11).
Sobre el tema, hemos opinado en el trabajo “El juicio político y los jurados de enjuiciamiento de magistrados
y funcionarios”, Función política de la Corte Suprema (obra en homenaje a Julio Oyhanarte), Buenos Aires,
2000, p. 179.
22
Fallos: 317:335, con comentario de Gelli, María Angélica, “Reforma constitucional, control judicial y
proceso democrático”, La Ley, 1994 C-291.
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23
Fallos: 313:588.
24
Fallos: 313:594.
25
Badeni, Gregorio, “Constitucionalidad de la reforma constitucional”, La Ley, 1998 D-doctrina-1204.
26
Fallos: 316:2.743.
LAURA MONTI
27
Fallos: 322: 1.616. En Fallos: 322:2.272, hizo lugar a la medida de no innovar solicitada por un juez de la
Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe, en el marco de una demanda dirigida a obtener la
declaración de inconstitucionalidad del Art. 88 de la Constitución local, por el que se dispone que los magis-
trados y funcionarios del Ministerio Público son inamovibles mientras conserven su idoneidad física, intelec-
tual y moral y el buen desempeño de sus funciones, y que cesa su inamovilidad a los 65 años de edad, si están
en condiciones de obtener jubilación ordinaria. La prohibición de innovar se dirigió a las medidas que pudiera
adoptar el Poder Ejecutivo local fundado en esa norma y con relación al actor. En Fallos: 322: 1.256, hizo
lugar a una demanda por el mismo motivo y declaró la inconstitucionalidad de la citada disposición.
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II. CONCLUSIÓN
El acto institucional debe entonces ser adecuadamente distinguido del acto de gobier-
no, que afecta derechos individuales, en tanto este último es controlable judicialmente
a diferencia del primero, que no lo es. De hecho, según hemos visto en casos específi-
cos, la tendencia jurisprudencial se dirige a una apertura cada vez mayor de la
justiciabilidad de cuestiones que, otrora, podrían haber sido consideradas políticas.
Correspondería, en aras de la más amplia defensa en juicio de la persona y sus dere-
chos, considerar como actos institucionales exentos del control judicial solamente a los
que impliquen relaciones del Gobierno con otros órganos constitucionales y a los dicta-
dos en el marco de las relaciones internacionales, aunque en este último ámbito con
una reducción significativa,28 ya que debe conceptualizarse como acto de gobierno o
político –en la terminología de Marienhoff– y, en consecuencia, controlable judicial-
mente el tratado que, por su naturaleza, pueda o deba incidir directamente en la esfera
jurídica del habitante o de las personas jurídicas –sean públicas o privadas– dando lugar
a que éstas impugnen jurisdiccionalmente la aplicación del tratado en cuestión.29 De
igual manera serán cuestionables los acuerdos internacionales cuando hayan existido
vicios formales o de procedimiento en su sanción, en los casos en que se produzca esta
afectación directa de derechos de los particulares, ya que “a la par del retroceso de la
vigencia de la doctrina de las cuestiones políticas por un lado y, en concreto, del avance
jurisprudencial en materia de control judicial del procedimiento de sanción de las leyes
por otro, siempre que se encuentre lesionado un derecho subjetivo o un interés legítimo,
el control judicial” del tratado será procedente.30
28
García de Enterría así lo recuerda en Democracia, jueces y control de la Administración, 5° edición amplia-
da, Madrid, Civitas, 2000, p. 276 y sigs.
29
Marienhoff, op. cit., T. II, 1966, p. 768. Comparten esta postura Vanossi, Jorge y Alberto Dalla Vía, Régi-
men constitucional de los tratados, 2° edición, Buenos Aires, 2000, p. 232.
30
Galeano, Juan, “Los acuerdos ejecutivos y la actividad administrativa”, tesina inédita elaborada para apro-
bar el Master en Derecho administrativo de la Universidad Austral, año 2001, p. 42.