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Respuesta

De manera breve debo decir que mi interpretación de los capitulo 8 y 9 se puede presentar
de la siguiente manera

Tiene la pretensión de expandir o complementar aún más su planteamiento teórico sobre la


naturaleza y los objetos naturales, mediante el elemento de la causa final.

Aristóteles tiene la pretensión de mostrar cómo es que en la naturaleza y las cosas naturales
(no todas) tienen la característica de poseer una causa final, es decir, son como son en parte
porque tienen un fin determinado. Sin embargo, Aristóteles ve la obligación de mostrar una
distinción que considera fundamental, entre finalidad y necesidad.

El concepto de necesidad lo ilustra mediante la lluvia de Zeus, la cual no existe por un fin
determinado, sino por necesidad, ya que lo que se evapora sube, se congela y vuelve a
descender. Me parece que lo importante a resaltar es precisamente que en el mundo existen
Aristóteles deja claro que la pretensión en estos fragmentos es la de mostrar como la
naturaleza posee una causa final (lo que no quiere decir que se vuelva efectiva siempre.
Recuerde, en lo natural hay tendencias que no siempre se logran), y mostrar como la
necesidad está presente en la naturaleza. Esto deja de entrada presente la existencia de la
distinción entre finalidad y necesidad, lo cual se ilustra con el ejemplo de la lluvia de Zeus
y las cosechas: La lluvia no cae por finalidad, sino por necesidad. La clave aquí radica en
que los efectos no son iguales a los fines (la Cárcel nació con la finalidad de reintegrar
ciudadanos correctos, pero tiene el efecto de aumentar los vicios en quienes entran). De ahí
que si bien la lluvia tiene el efecto de que crezca la cosecha, de que nos permita acumular
agua y con ella realizar bebidas, comidas, etc, no quiere decir que la lluvia haya sido hecha,
o exista con ese fin, sino que por necesidad es así y es solo casualidad que tenga los efectos
(no los fines) antes mencionados.

De lo anterior Aristóteles argumentará como todas las entidades naturales tienen una
finalidad y no son mera casualidad. La primera razón es que los entes naturales poseen
ciertas regularidades (como se había mencionado anteriormente en el libro II) y que lo que
existe es o bien por casualidad o bien por un fin (esta premisa debería reforzarse más),
dado que lo natural tiene cierta regularidad entonces no es algo de suerte, luego lo natural
debe tener un fin. La segunda razón resulta de cierta semejanza que encuentra Aristóteles
entre lo que es producto del arte y producto de lo natural, de ahí que si la naturaleza
produjera casas las haría tal cual están, pero las casas que produce el arte tienen una
finalidad, entonces de ahí parece haber una relación entre la naturaleza y las finalidades (así
como las hojas de un árbol que sirven para proteger un fruto, existen realmente para dicho
fin, no son mera casualidad)

La tercera razón
El capítulo 8 y 9 son capitulos que tienen la pretensión de mostrar por un lado como la
concepción de naturaleza y lo natural poseen una finalidad (causa final. Lo que no quiere
decir que dicho fin se logre siempre), y por otro lado el papel que juega el concepto de
necesidad en la naturaleza, lo cual exigirá realizar una distinción entre la finalidad (o
tendencia) y la necesidad.

Para mostrar lo primero Aristóteles recurre a dos razones o argumentos. El primero refiere
a que los entes naturales poseen ciertas regularidades (como se había mencionado
anteriormente en el libro II) y que lo que existe es o bien por casualidad o bien por un fin
(esta premisa es fundamental), dado que lo natural tiene cierta regularidad entonces no es
casualidad, luego lo natural debe tener un fin. La segunda razón tiene que ver con una
congruencia que encuentra entre lo que es producido por el arte y lo que es producido por la
naturaleza (Si la naturaleza produjera casas las produciría de igual forma como las produce
el arte). Lo que produce el arte tiene siempre una finalidad, y dada dicha congruencia que
logra notar Aristóteles, pareciera ser entonces que todo ente natural también ha sido hecho
con un fin.

De lo anterior es notoria entonces la presencia de la causa final en la concepción de


naturaleza de Aristóteles. Habría sin embargo que recordar que ésta finalidad (o tendencia)
que se encuentra en los entes naturales no siempre se vuelve efectiva (de ahí que el término
‘‘tendencia’’ sea tan clarificador), así como si bien la finalidad de una telaraña es alimentar
a la araña (supongamos), éste fin no siempre se lleva acabo (aquí está ya implícito todo el
recorrido anterior del Libro II, como su noción de juego de fuerzas). Habría que mencionar
además que Aristóteles deja de manifiesto que la causa final se encuentra en la forma del
ente natural, no en su materia (éste ente es un compuesto de materia y forma, como se
menciona en el libro II).

Dejado expuesta las claridades sobre la causa final (o tendencias) de la naturaleza y los
entes naturales, entonces será más sencillo mostrar la distinción entre finalidad y necesidad.
Para ilustrar esta diferencia Aristóteles hace uso de la lluvia de Zeus, la cual no cae con un
fin, sino que cae por necesidad, lo que significa que la lluvia no tiene un fin ,cae por
cuestiones de la estructura del mundo (no cae para que crezcan las cosechas o hayan seres
vivos. Esto es solo un efecto, más no un fin). Ahora bien, ya hemos mostrado como es que
la naturaleza y los entes naturales sí poseen una finalidad (que no quiere decir que ocurran
necesariamente, ya que la potencia no siempre se actualiza). La pregunta que queda es:
¿qué papel juega la necesidad en la naturaleza y los entes naturales?

La respuesta de Aristóteles será que la necesidad se encuentra en una parte del compuesto
de materia y forma, y que la necesidad aquí aparece posicionada del lado de la materia
(anteriormente dejé de manifiesto que la finalidad estaba del lado de la forma), y esto en
razón de que la forma (que es potencia y tendencia) solo puede volverse efectiva si se
encuentra con una materia que sea bien dispuesta para que dicha forma se logre (una casa
no puede ser hecha de agua). Es así como la necesidad existe en la naturaleza, pero en el
sentido de que para que existan ciertos entes naturales es necesaria una materia especifica
que sea acorde con el logro de dicha forma.

Para concluir: El capítulo 8 y 9 del Libro II presenta una especie de concretización de


elementos trabajados a lo largo del libro (causas, necesidad, finalidad, juego de fuerzas,
casualidad, materia y forma, etc.), ya que sin ellos no podría defender la tesis fundamental
del libro, que gira en torno a cómo la naturaleza está asociada a la noción de finalidad (traté
de dejar de manifiesto los diferentes elementos que había que entender para poder seguir la
argumentación de Aristóteles) y que dichos entes naturales son compuestos de materia y
forma.

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