Capítulo 11: Análisis de la conciencia de la historia efectual
1. Los límites de la filosofía de la reflexión
(415) Se ha hablado de una conciencia de la historia efectual (che) que se realiza como fusión de horizontes: en efecto, la che es ante todo conciencia de la propia situación y ésta en últimas solo se logra en ese dejarse interpelar por el otro que Gadamer ha descrito como fusión de horizontes. La pregunta es si esa che no es también reflexiva, o sea no es capaz de elevarse por encima de su situación como rompiendo amarras con ella. - Esa es la estructura de la reflexividad que desde la ilustración hasta la teoría crítica considera que la conciencia humana en la medida en que saca a luz sus condicionamientos es capaz de romper con ellos y emanciparse. - Gadamer sin embargo no se refiere a este tradición sino que ve que la forma más elevada de reflexividad la encarna Hegel para quien es posible un saber absoluto que reconozca toda la verdad que se ha encarnado en la historia, y al hacerlo (416) alcance como un saber infinito que ya habría superado los límites del horizonte histórico. Ni siquiera Schleiermacher o Dilthey o el historicismo que acentuaron la idea de una individualidad que representaba una extrañeza insuperable y que sería por ello inaccesible a un saber absoluto reflexivo, logran romper la fuerza de la reflexión pues la individualidad de la que hablan se piensa todavía como conciencia infinita que solo comprender por estar involucrada en el absoluto. – La pregunta es entonces si la che está libre de esa pretensión metafísica de la filosofía de la reflexión. (417) Se busca pensar la che de forma que en la conciencia del efecto la superioridad de la obra que lo provoca no llegue a resolverse o a desactivarse con la reflexión, “importa pensar una realidad capaz de poner límites a la filosofía de la reflexión”. [la discusión la entabla Gadamer con Hegel, pero quien se sentirá más cuestionado será Habermas y la teoría crítica que creen en el poder emancipador y liberador de la reflexión racional que puede elevarse sobre ideologías perversas que nos condicionan.] Lo que Gadamer entiende aquí por filosofía de la reflexión no es la reflexión del entendimiento que el mismo Hegel criticó sino la reflexión especulativa y dialéctica del propio Hegel que consiste en ir incorporando lo extraño en lo propio, en ver el sí mismo en lo que parece otro. La reflexión del entendimiento ilustrada no es así, no avanza hacia la iluminación del todo en que estamos imbuidos (absoluto) sino que se eleva sobre todo con distancia objetiva desde la soberanía de la conciencia individual. – Si esto es así se entiende que Gadamer se ocupe de Hegel y haga fuerte su posición para criticarla luego con justicia. Por eso (418) desecha las críticas a Hegel (Kierkegaard, Marx, Feuerbach) que apelan a una supuesta instancia inmediata, o sea no mediada por la reflexión, impenetrable para esta (el cuerpo, las relaciones de producción, el azar, el tú). Para Gadamer, la dialéctica de Hegel ya se había ocupado de todas estas instancias y las había mostrado como mediadas por la razón. Ahora bien hay una forma de reflexión que es un simple juego formal si mayor interés. Es un estilo de argumentación que se basa en usar la reflexión para (419) llevar al rival a una contradicción lógica. Por ejemplo cuando se refuta al escéptico porque al decir que no sabe nada ya admite que sabe algo, o cuando se refuta al perspectivismo diciendo que su verdad “Todo es perspectiva” se quiere hacer pasar por absoluta, luego ya no es perspectiva, luego se autodestruye. Este formalismo sofístico es una forma de reflexión sin interés y ya fue combatida por Platón desde el mito. – (420) Pero la dialéctica de Hegel no es de este tipo de reflexión solo formal que él ve como una argumentación vacía del entendimiento (la llamada ‘reflexión externa’). Su dialéctica es la de una razón no simplemente lógica o instrumental, sino de una razón que es la sustancia del mundo y que en un proceso histórico de automediaciones se despliega en el mundo. En esa medida es que él aparece como un genuino rival para la hermenéutica pues su tema es el mismo que el que importa a Gadamer: la racionalidad contenida en el acaecer de la tradición y la historia. Pero donde Hegel quiere ver aquí un proceso que concluye en un saber absoluto (que se eleva por encima del efecto de la tradición), Gadamer querrá ver el devenir inacabable y siempre cambiante del comprender. Por ello importa determinar la estructura de la che en relación y confrontación con Hegel. Y como esa reflexión de Hegel que es superación de lo extraño y reconciliación consigo (421) no es juego formal sino experiencia real, Gadamer elaborará su discusión con Hegel a partir del concepto de experiencia.
2. El concepto de la experiencia y la esencia de la experiencia hermenéutica.
(421) Gadamer comienza criticando el que el concepto de experiencia se ha recortado por una esquematización epistemológica que le reduce su contenido originario. En particular el concepto ha sido colonizado por la lógica inductiva de las ciencias que le quitan toda historicidad porque lo que interesa es objetivar la experiencia. En las ciencias se trata en efecto de que los momentos propios de la situación (que es situación histórica) se desactiven para dar paso a un proceso metódico neutral que es independiente de cualquier situación y por eso es universal. Ahora bien, en realidad esto no lo introduce la ciencia moderna pues es esencial a toda experiencia (422) que cancele su propia historia y la desconecte pues está orientada teleológicamente a su resultado: la consecución de una verdad. – Aquí cita a Husserl que critica esta idealización de las ciencias que no reconocen la historicidad de la experiencia, pero se queda corto pues él mismo hace de la percepción (ahistórica) el fundamento de la experiencia. También Bacon (423, 424) tiene una posición ambigua: él identifica los momentos negativos propios de la experiencia (p.e. la tendencia del espíritu a retener solo lo positivo que verifica una hipótesis y a olvidar lo que la refuta, o las convenciones del lenguaje que extravían la búsqueda de la vedad) y con ello va más allá de la visión teleológica que hace de la experiencia solo la adquisición de una verdad, pero los identifica para suprimirlos críticamente. – (425) Para Gadamer no podemos guiarnos por estos modelos para analizar la experiencia porque no se quiere limitar al aspecto teleológico que ha dominado a esta noción, si bien este es parte de la esencia general de la experiencia. (425) Contra el enfoque solo teleológico Gadamer cita a Aristóteles quien sí describió el proceso por el que desde muchas percepciones diversas y reteniendo muchas cosas individuales se acaba produciendo la unidad de la experiencia. Esta es la unidad de algo general, pero no es aún la unidad de la ciencia y el concepto basada en el conocimiento de las causas universales. Alguien puede tener la experiencia de que tal hierba cura tal enfermedad, ya hay allí un saber de algo general que no es el saber de la causa universal de porque esa hierba tiene ese poder curativo. (426) En Aristóteles pues esa generalidad de la experiencia no es aún la de la ciencia pero es su presupuesto. ¿Qué tipo de generalidad es? Gadamer dice que en ella ya se ha elevado uno sobre lo puramente individual hacia algo general, pero que esa generalidad (427) está abierta, no está amarrada o determinada por un concepto previo, sino que está referida siempre a las observaciones individuales que la pueden modificar plenamente y que no son solo confirmaciones de una hipótesis general previa. El ejemplo del ejército en fuga muestra esto: no hay una orden previa de detenerse en tal punto y sin embargo sucesivos casos individuales van formando una situación general y común (como en el aplauso en el teatro que no está guiado por nadie pero que termina adaptándose a un ritmo general). (428) La experiencia ocurre como algo del que nadie es dueño y que se ordena de manera impenetrable. Gadamer retiene de esta paso por Aristóteles la cuestión de la apertura: el que la experiencia surge de repente y vale solo hasta que aparece otra experiencia nueva. – El problema de Aristóteles es que ve la experiencia solo en referencia a su resultado para la ciencia, por su aporte a la formación de conceptos. Por eso el pasa por encima del verdadero proceso de la experiencia: lo describe como la formación sin fricciones de generalidades típicas y no ve que este proceso es esencialmente negativo, que solo ocurre porque generalizaciones falsas son constantemente refutadas. La experiencia que se hace es siempre negativa: surge porque vemos que no habíamos visto las cosas como eran; surge de un engaño (429) que no es solo deplorable sino que es también una corrección que nos lleva a un saber mejor o más abarcante. El proceso de la experiencia es negativo porque vemos gracias a él que NO habíamos visto bien, pero esa negación no nos deja perplejos y paralizados sino que nos lleva a ver mejor y a entender el lugar justo de nuestra visión anterior de las cosas. Esto se llama una ‘negación determinada’ y fue tematizada por la dialéctica de Hegel. [Es interesante que Gadamer diga que la experiencia ocurre como un acontecer (428) imprevisible pero no sin preparación. O sea que no parte de un concepto asegurado pero tampoco es puro azar accidental. Y es importante que aluda a Temistio que ilustra la experiencia en Aristóteles con el proceso de empezar a hablar de un niño. En efecto, un niño no dispone conceptos previos, pero oye una palabra, la oye de nuevo, en situaciones distintas y variables y de pronto, de repente, algo queda fijo; así que el niño no disponía de un método para aprender a hablar, él no está aplicando un procedimiento fijo pero tampoco es puro azar, sino apertura] [El proceso de la experiencia es negativo esencialmente. Fíjense en todo lo que eso implica: (i) No hay experiencia si solo se trata de verificar una hipótesis previa; la mera verificación de una verdad no es aún experiencia. (ii) La experiencia es un proceso por el que verdades aceptadas se van negando y refutando pero eso no quiere decir que se trata de hacer de la refutación un método como en el falsacionismo de Popper que sigue atado a un concepto general y no es apertura. (iii) Tampoco hay experiencia si se queda uno en la simple negación de un saber que se reemplaza por una verdad cualquiera; de lo que se trata es de que la negación de una verdad vigente resulte o ‘determine’ una nueva verdad más abarcante. La experiencia genuina no es la afirmación arbitraria de sucesivas verdades que se van reemplazando sin más, sino que exige que cada nueva verdad ‘supere’ la anterior, o sea que la incluya en una generalidad más amplia. (iv) Lo que aquí se describe no es una experiencia científica sino toda experiencia humana en general: el aprender una lengua, el conocer otra cultura, el conocer otro individuo, la experiencia de envejecer, etc] (429) En Hegel se reconoce claramente el momento de la historicidad de la experiencia porque no se hace dos veces la misma experiencia. Cuando se hace una experiencia se gana un horizonte desde el que algo nuevo puede irrumpir para generar otra experiencia, que ya no es la del comienzo. Lo que más destaca Gadamer en este proceso hegeliano es la llamada inversión: la conciencia que se confronta con lo nuevo se vuelve sobre sí misma, se invierte sobre sí pues ve que su verdad falló y entonces examina la visión de mundo que ahora se derrumba. (430) La verdadera esencia de la experiencia es esta inversión por la cual se altera el objeto sabido (pues la verdad que hasta ahora funcionaba se integra en una verdad más amplia) y se altera la conciencia misma (pues cambia su posición ante el mundo, su saber del mismo). Por eso toda experiencia es experiencia de la conciencia consigo mismo. – Sin duda, así como antes se reconocía el carácter de apertura de la experiencia, Gadamer acoge ahora este elemento hegeliano de la negatividad determinada y la inversión como rasgos esenciales de la experiencia. Lo de la inversión es fundamental pues implica una transformación vital del que hace experiencia que claramente no está en el modelo científico. En efecto si la experiencia se limita a verificar hipótesis, no solo no cambia el objeto esencialmente pues ya está amarrado a un concepto previo, sino que tampoco cambia el saber del científico pues este es un método neutral que se aplica externamente y no cuestiona la visión de mundo y la vida del investigador. (431) Siguiendo a Hegel, se dice que la inversión se da como un reconocerse a sí mismo en lo que primero parece otro y extraño. Pero este reconocimiento me transforma vitalmente, no porque el que haga experiencia se vuelva como el otro, sino porque gracias al otro se vuelve sobre sí y se gana un horizonte más amplio de mundo que el que tenía antes. – Ahora, para Gadamer, Hegel tiene razón solo en parte porque él termina anulando este camino de la experiencia en un saber (saber absoluto) que ya no es experiencia sino ‘ciencia’, con eso ya no hay apertura del comprender sino cierre y por ello ya no se puede seguir a Hegel aquí. Para Gadamer una genuina experiencia debe referir a nuevas experiencias, está abierta y por ello el hombre experimentado es el (432) que está capacitado para volver a hacer experiencias, no quien sabe de todo. El caso es que con todo esto, sobre todo con este momento de la inversión que implica que la experiencia conlleve una transformación total de la existencia, Gadamer reconoce que se está señalando un momento cualitativo nuevo de esta noción. La experiencia no es de algo puntual o parcial sino que “forma parte de la esencia histórica del ser humano”, y por ello a nadie se le puede ahorrar. Eso quiere decir que nuestras experiencias son las que constituyen nuestro ser, y como la experiencia es un proceso abierto entonces nuestro ser es histórico (está en proceso siempre), y por ello no se nos pueden ahorrar las experiencias pues tenemos que vivirlas (incluso cuando se dice que se aprende de la experiencia de los otros, lo que se dice es que el ejemplo de los otros nos permite entender las propias experiencias). – Pero además por ser siempre una decepción la experiencia es dolorosa y desagradable por defraudar verdades, pero esta es la manera como el ser humano es histórico: no en la placidez de una verdad estática sino en esa negatividad dolorosa pero que permite el autoconocimiento creciente que se logra con el ascenso a generalidades. Gadamer señala que este dolor es el tercer momento de la experiencia y lo formula con Esquilo: aprender del padecer. Pero no en el sentido de que se aprenda dolorosamente algo específico sino el dolor que se padece (433) aquí es el del reconocimiento de nuestra finitud. Ese viene a ser el tercer momento: la experiencia es experiencia de la finitud humana. Aquí se consuma el valor de la verdad de la experiencia: y el auténtico sentido del experimentado es que sabe que no es señor del tiempo ni del futuro, y es consciente de la finitud humana. [– Si se observa con cuidado los tres momentos de la experiencia son: (i) su orientación a una generalidad o verdad general a la que apunta; (ii) la apertura y la negatividad de su proceso; y (iii) el padecer. Estos momentos no son etapas cronológicas de un desarrollo evolutivo, sino momentos lógicos simultáneos presentes en toda experiencia. Por eso apuntan todos a hacer justicia a la historicidad de la experiencia: (i) la experiencia (y por supuesto también la experiencia del comprender) es un proceso que parte de una verdad inmediata siempre dada (la inmediatez de nuestro ser histórico determinado por los prejuicios); (ii) se desencadena por una apertura esencial a lo nuevo (lo que antes llamó un dejarse interpelar por lo novedoso) y se realiza como una inversión permanente sobre el propio horizonte de lo consabido que se niega en un saber más amplio; y todo ello (iii) culmina como un pathos o un padecer (y no en la neutralidad sin afectos de un método), que no es mero afecto sino un saber profundo sobre la finitud. Se ve que Gadamer juega a ser Hegel identificando 3 momentos: el de la inmediatez positiva de los prejuicios ya dados, el del proceso de apertura e inversión por el que se niega esa primera verdad, y el del paso a un saber más profundo (o elevación a algo más general) que niega su vez ese proceso negativo y nos vuelve a un saber, pero no al del comienzo, sino al saber de la finitud humana. Se usa entonces la estructura de la dialéctica de Hegel pero no para desembocar en un saber absoluto sino en un saber de la finitud. Con ello se le hace justicia a Hegel pero se supera la reflexión dialéctica que conduce al saber absoluto infinito]. (434) Este saber de la finitud es lo contrario de un saber absoluto. Es un ‘reconocimiento de lo que es’, pero esto no es reconocer el espíritu presente o la razón en la historia, sino “percibir los límites dentro de los cuales hay todavía posibilidad de futuro para las expectativas y planes”. – Fíjese de nuevo la intención de llevar a Hegel a otro lado: el saber de la experiencia nos abre a una verdad, pero de nuevo lo que cuenta no es cerrar esa verdad en un dogma sino verla como posibilidad abierta al futuro. – El caso es que con esto la experiencia nos permite entender el modo de ser de la che. Y por ello enseguida buscará en el comprender (que es la exp hm por excelencia) los momentos identificados antes. (la experiencia del tú) En un curioso giro Gadamer no va a buscar esos momentos de la experiencia en el comprender histórico que hasta ahora ha dado la pauta, sino en el comprender otra persona, en la comprensión de un tú. (i) El momento teleológico de la experiencia, o sea el que ella apunta a un fin que es alcanzar una verdad que se capta sin mediación o sea de manera distanciada y objetiva, tiene lugar en la forma de comprensión del tú que Gadamer llama (435) el ‘conocimiento de gentes’ y que no es más que un saber metódico que busca reconocer en el otro (que no me afecta) regularidades típicas con el objeto de controlarlo o manipularlo. (ii) El momento del proceso que se identificó como la negatividad y la inversión se identifica en la comprensión del tú que Gadamer llama el reconocimiento del otro como persona. (436) Aquí la relación con el tú no es inmediata sino reflexiva, no se trata de calcular al otro como un instrumento manipulable, y sin embargo no hay reciprocidad porque se espera comprender al otro desde uno mismo, como si yo lo conociera mejor que él mismo. Yo reflejo al tú y lo entiendo desde mi propia posición, lo reflejo en mí. Esta es para Gadamer la estructura del reconocimiento hegeliano basado en dominación y servidumbre. El ejemplo de esta comprensión (437) es la asistencia social pero también es la estructura de la llamada conciencia histórica que reconoce el valor de otra época (reconoce al tú) pero lo desactiva pues lo que quiere es hacerse señora del pasado. – Fíjese que esta forma de comprensión representa el momento segundo de la experiencia pero visto en su lado defectivo: es decir aquí hay apertura al otro pero esta se desactiva porque yo quiero absorber al otro, hay inversión porque el otro me hace volver sobre mí pero esto se malogra porque lo que quiero es reafirmarme desde el otro en mi posición. (iii)El tercer momento de la comprensión es el que en el saber de la finitud recoge y consuma todo el proceso. Es decir el que se abre al otro y genera una inversión sobre la propia situación no para hacerla sólida sino para mostrarla en su finitud. Para Gadamer ese momento representa la experiencia del comprender de la llamada che. (438) Se trata de una verdadera experiencia del tú porque no se pasa de largo la pretensión de este sino que hay una auténtica apertura. No se trata de comprender al otro en el sentido de abarcarlo, sino de ‘oirse unos a otros’, de reconocer que “debo estar dispuesto a hacer valer en mí, algo contra mí, aunque no haya ningún otro que lo vaya a hacer valer contra mí”. No es pues meramente reconocer la alteridad del pasado o del tú, sino reconocer que ella tiene algo que decir.