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Antecedentes Doctrinarios de la Reparación Digna

“...es un principio de derecho internacional (léase una concepción general del derecho)
que toda violación de un compromiso internacional implica la obligación
de reparar de una forma adecuada”
Corte Permanente de Justicia Internación
Caso Fábrica Chorzów, Sentencia 27-julio- 1927 (párrf. 21)

Guatemala1 se contextualiza como país producto de la colonización, conscientes que los


efectos colaterales que de la misma se han derivado, visibilizan en el Estado y en la
población guatemalteca realidades, sobretodo en las mujeres y niños, en sus diversos
contextos familiares, comunitarios y sociales han sido víctimas de violencia, violencia
sexual, violación de derechos humanos, sufridos durante la guerra, y postguerra, así como
la forma en que sus cuerpos han sido históricamente expropiados. [Méndez, Luz y Alvarado
M, 2019]. Así pues Guatemala, ha buscado restablecer el orden social, firmando y
ratificando convenios internacionales, mismos que han procurado ser guías orientadoras de
la ruta que el Estado debe tomar ante las desigualdades y conflictos que han sufrido las
víctimas de violencia, violencia sexual y demás. Sin embargo, la firma y ratificación de
convenios internacionales no es suficiente si a ello no va sumado el cumplimiento de las
obligaciones respectivas a las que cada Estado miembro se compromete, y como
consecuencia permite la continuidad de cometer graves violaciones a los derechos
humanos.

Por lo tanto, la omisión o poca actuación del Estado de Guatemala en la protección y


otorgamiento de medidas y garantías protectoras de derechos humanos, lo han llevado a
recibir constantes sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
tales como Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala, sentencia 27 de noviembre 2003, serie C
no. 103; Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala, sentencia 25 de noviembre 2003, serie C
No. 101 entre otros; y la reciente condena al Estado por el caso Veliz Franco vs.
Guatemala, generando en la sociedad y las víctimas de las mismas, una frustración ante el
sistema de justicia. Sin embargo, no se debe olvidar que Guatemala, desde su Constitución
Política, se considera, en sus artículos 1 y 2, como un Estado protector de la persona y la
familia, cuyo deber es garantizar a los habitantes la vida, la libertad, la justicia, la seguridad,
la paz y el desarrollo integral de la persona.

El deber de otorgar resarcimiento a las víctimas de violaciones a los derechos humanos en


Guatemal constituye un compromiso de Estado derivado de la normativa nacional e
internacional. Particularmente, por un mandato específico de los Acuerdos de Paz, y en el
Acuerdo Global sobre derechos humanos que establece: “ Es un deber humanitario resarcir
y asistir a las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Dicho resarcimiento o
asistencia se harán efectivos a través de medidas y programas gubernamentales, de
carácter civil y socioeconómico, dirigidos en forma prioritaria a quienes más lo requieran,
dada su condición económica y social [1994: numeral VIII, párrafo 1].

1 Méndez, Luz y Alvarado M. “Mujeres, Justicia y Resarcimiento - Violencia sexual en el Conflicto Armado” ;
Primera edición, UNAMG, Guatemala, 2018.
Dicho mandato sobre el resarcimiento además menciona que “con base en el principio de
que toda violación de un derecho humano da lugar a un derecho de la víctima a obtener la
reparación e impone al Estado el deber de reparar, la Ley dispondrá que una entidad estatal
tenga a su cargo una política pública de resarcimiento y asistencia a las víctimas de
violaciones a derechos humanos. La entidad encargada tomará en cuenta las
recomendaciones que formule al respecto la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
[1996: numeral VIII, párrafo 19]”.

La firma de los Acuerdos de Paz, abre la puerta a dar un paso hacia la justicia transicional 2,
sobre casos de violencia y violencia sexual, así como el reconocimiento de las graves y
masivas violaciones a los derechos humanos durante el Conflicto Armado Interno, que aún
enfrenta dificultades y retos.

En ese sentido, los factores implícitos en la justicia transicional es que el Estado cumpla con
establecer todos aquellos mecanismos que conlleven a una democracia que adopte
herramientas, tanto legales como administrativas, que pongan fin a las violaciones de
derechos humanos, cometidas y por cometer, así como adoptar las medidas necesarias
para restablecer o reconocer el o los daños ocasionados. Y esto se deriva de antecedentes
que podemos encontrar en los tribunales penales internacionales como el de la ex
Yugoslavia y Ruanda, y los tribunales internacionales ad hoc, en los cuales, con el Estatuto
de Roma elevaron los estándares internacionales sobre violencia sexual en conflictos
armados, llevando consigo establecer que las víctimas declaren una sola vez a lo largo del
proceso penal con el fin de evitar la revictimización. Asimismo, el sumamente conocido caso
de las mujeres víctimas de esclavitud sexual por el ejército japonés en la Segunda Guerra
Mundial, llamadas “mujeres del confort”; y es que este caso fue abordado desde una
perspectiva de justicia simbólica en el año 2000, en el Tribunal de Tokio, en el cual fueron
señalados como responsables de ese crimen el emperador japonés y los altos mandos
militares. Y es hasta finales de 2015, cuando el gobierno de Japón pidió perdón a Corea y
ofreció una indemnización a las pocas sobrevivientes mujeres coreanas que fueron
esclavizadas sexualmente por el ejército japonés.

Es oportuno mencionar, que los tribunales internacionales antes mencionados, tanto


penales como simbólicos, han permitido construir herramientas jurídicas que hacen posible
que la violencia sexual sea juzgada como crimen de trascendencia internacional e
incorporar la justicia transicional, que lleva consigo la aplicación de principios tutelares en
protección de la víctima y reparación de sus derechos vulnerados. Guatemala es uno de
los países donde, a pesar del contexto adverso prevaleciente, se registran mayores
avances en la justicia de transición. [Méndez, Luz: 2018: 27].

Entendiendo que, la reparación es un derecho sustantivo de las víctimas, forma parte de las
normas internacionales de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario.
Es un principio irrenunciable, reconocido en múltiples instrumentos jurídicos y políticos a

2 Irantzu Mendía (2012:9), la justicia transicional, constituye “... el proceso por el cual se quiere lograr que tras
una dictadura o un conflicto armado una sociedad transite del autoritarismo a la democracia, o de la guerra a la
paz; en segundo lugar … la transición requiere enfrentar las graves violaciones de los derechos humanos
cometidas en el pasado, asumidas como un legado de violencia que debe resolverse; y … ese tránsito puede
adoptar múltiples formas, es decir, que no existen fórmulas universales, sino diferentes estrategias en función de
factores jurídicos, políticos y éticos”.
nivel internacional y nacional. Es así pues que, la reparación, la verdad y la justicia son tres
componentes esenciales de la justicia transicional y elementos indispensables para la
construcción de la paz. Por ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en
2005 los principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones
manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves
del derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones
(Resolución 60/147). Esta resolución establece que “una reparación adecuada, efectiva y
rápida tiene por finalidad promover la justicia, remediando las violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos o las violaciones graves del derecho
internacional humanitario” (Párrafo 15).

El Estado de Guatemala, en consecuencia, ha buscado las medidas de resarcimiento,


considerando que la dignificación de las víctimas, es también “la búsqueda de la verdad
mediante la recuperación de la memoria histórica [...] es un paso fundamental del proceso
de reparación y de dignificación de las víctimas”. [Viaene, 2007]. Y se debe tener en cuenta
que, en Guatemala, “el resarcimiento es un proceso de recuperación ética (...) por las
muertes, injusticias y violaciones a los derechos humanos cometidas durante el Conflicto
Armado Interno” [Elich, 2007:91]. Sin dejar de lado, el resarcimiento económico, material,
psicosocial y rehabilitación, y la garantía de no repetición, que conllevan a la construcción
de políticas y marcos jurídicos e institucionales, que prevengan a futuro causas similares
que vulneren los derechos humanos de las víctimas, como la creación la Ley de
Reconciliación Nacional, así como el Programa Nacional de Resarcimiento, como un
mecanismo de resarcimiento de las víctimas del Conflicto Armado Interno.

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