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Resumen: Cuando se analiza la excepción de falta legitimidad para

obrar debe verificarse la identidad entre los sujetos que integran la


relación jurídica sustantiva y quienes forman parte de la relación
jurídica procesal, y no la titularidad del derecho.

Palabras clave: legitimación para obrar, presupuestos procesales,


relación jurídica procesal.

1. Introducción

De la sentencia de Casación 3458-2016, Cusco, se aprecia que en la


tramitación del proceso, la parte demandada interpuso excepción de
falta de legitimidad para obrar de la demandante, alegando que la
presunta relación de convivencia entre la accionante y el
codemandado no había generado una sociedad de gananciales; de
modo que el codemandado es el único propietario del predio
submateria; pues, lo adquirió antes de que contrajera matrimonio con
la accionante; en consecuencia, la demandante carece de legitimidad
para obrar, habida cuenta que el inmueble sublitis no es un bien sujeto
al régimen de sociedad de gananciales generado por una relación de
convivencia.

En primera instancia, el juzgado declaró infundada la excepción de


falta de legitimidad para obrar de la demandante, al afirmar que lo
alegado por su parte en la demanda le otorga legitimidad para obrar; y
además, la validez fáctica y jurídica de sus afirmaciones serían
analizadas al momento de resolver la controversia.

Apelada la mencionada resolución; la sala superior, la revocó en todos


sus extremos; y reformándola, declaró fundada la excepción de falta
de legitimidad para obrar de la demandante; en consecuencia, nulo
todo lo actuado e improcedente la demanda.
La Sala Superior indica que el predio submateria fue adquirido por el
codemandado antes de que contrajera matrimonio con la demandante;
además, no se ha acreditado la existencia de la relación de
convivencia entablada entre el mencionado codemandado y la
accionante con anterioridad a su matrimonio; de este modo, la
demandante no ha demostrado que el inmueble sublitis sea un bien
sujeto al régimen de sociedad de gananciales generado por una
relación de convivencia; por lo tanto, no ostenta titularidad alguna
sobre el predio submateria para pretender la nulidad de un acto de
transferencia realizado por su propietario; además, no es objeto del
presente proceso declarar la relación de convivencia contraída entre
las partes, ni determinar si el predio sublitis fue adquirido durante la
vigencia de dicha relación de convivencia.

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Contra la resolución de la sala superior se interpuso recurso de
casación, la misma que fue declarada fundada y se confirmó la
resolución de primera instancia. Para llegar a esa decisión, la Corte
Suprema consideró que la excepción de falta de legitimidad para obrar
del demandante o del demandado a que refiere el inciso 6 del artículo
446 del Código Procesal Civil, es aquel instituto procesal dirigido a
denunciar la carencia de identidad entre los sujetos que integran la
relación jurídica sustantiva, y quienes forman parte de la relación
jurídica procesal; con dicho instituto se pone de manifiesto la carencia
de identidad entre las personas inmersas en una y otra relación, y no
la falta de titularidad del derecho, porque esta se resolverá al momento
de expedirse la sentencia.-

En ese orden de ideas –señala la Sala Suprema–, la resolución


impugnada contiene una motivación aparente; pues, los argumentos
expuestos por la Sala Superior son impertinentes para resolver la
excepción de falta de legitimidad para obrar de la demandante; pues
ha analizado los fundamentos de la pretensión postulada, como por
ejemplo, la titularidad del derecho invocado por la recurrente, en vez
de determinar si la accionante estaba habilitada por el ordenamiento
jurídico para interponer la demanda.

Por tanto, la Corte Suprema considera que la demandante pretende


que se declare la nulidad de un contrato de compraventa celebrado
por los demandados sobre el predio submateria; pues, ese bien fue
adquirido durante la relación de convivencia que sostuvo con el
codemandado, por ende cualquier acto de disposición que se
practique sobre dicho bien requería su participación; de ahí que la
recurrente está facultada a cuestionar la validez de ese acto de
transferencia, conforme a lo dispuesto en el artículo 220 del Código
Civil; puesto que, sin su consentimiento, se habría enajenado un bien
inmueble que se encuentra sujeto al régimen de sociedad de
gananciales generado por la relación de convivencia que entabló con
el transferente; en consecuencia, la excepción de falta de legitimidad
para obrar de la demandante debe desestimarse.

2. Los presupuestos del proceso y la legitimación para obrar

Los denominados presupuestos materiales y procesales son los


requisitos esenciales para que un proceso sea válido, y son: la
competencia del juez, la capacidad procesal y los requisitos de la
demanda; mientras que los presupuestos procesales son el interés
para obrar y la legitimación para obrar.

Cabe precisar que el concepto de legitimación para obrar, del cual


trata este comentario, ha diferido en el tiempo. Así, en la Casación
2204-2001, Lima; se indicó:
La excepción de falta de legitimidad para obrar nació en la antigua
Roma con el nombre de “legitimatio ad causam”, señalando Alsina que
“la acción debe ser intentada por el titular del derecho y contra la
persona obligada”; la falta de legitimidad para obrar en el demandante
o demandado es un presupuesto procesal que garantiza la existencia
de una relación jurídica procesal válida.

En la sentencia de casación citada, se aprecia que en un primer


momento (en Roma) se entendía que la legitimación era la relación
existente entre el titular del derecho y la persona obligada. En otra
sentencia de la Corte Suprema (Casación 2992-99, Lima), también se
refieren a la legitimación para obrar, y se indicó que:

La legitimatio ad causam es requisito fundamental para el ejercicio de


la acción y en doctrina se aprecian dos corrientes unos que sostienen
que hay legitimidad para accionar cuando hay coincidencia con la
titularidad del derecho sustancial y otros que aceptan que pueda existir
la primera sin que exista la segunda, de tal manera que la existencia
del derecho sustancial no es condición de la acción, sino del éxito de
la pretensión.

El primer criterio obedece al concepto romano que consideraba a la


acción como el derecho sustancial en actividad o como un elemento
del mismo, de la legis actio sacramento que era la forma general para
hacer valer en juicio los derechos propios.

El segundo criterio considera que la comprobación al inicio del proceso


de coincidencia de la relación jurídica procesal con la relación derecho
sustantivo no es condición ni presupuesto de la acción, pues eso lo se
establecerá en el momento en que se pronuncie la sentencia; y que
estar legitimado en la causa significa tener derecho a exigir que se
resuelva sobre las peticiones propuesta en la demanda, que es la
corriente que acepta este Tribunal Supremo.
De esta sentencia de casación, se advierte del primer criterio, que
antes se señalaba que para la existencia de legitimación para obrar
tenía que darse la coincidencia de las partes de la relación jurídica
material y procesal. Así por ejemplo, si A celebra un mutuo con B, para
que exista legitimación para obrar en el proceso, era una condición
para la validez del proceso que A interponga la demanda contra B.

El segundo criterio, más reciente, señala que hay casos en que no se


dé la identidad o coincidencia entre los sujetos de la relación material y
procesal, y que en todo caso la legitimación (o titularidad) tendría que
acreditarse en el proceso. Siguiendo el ejemplo que hemos hecho en
el párrafo anterior, A podría haber cedido el derecho de cobro de
mutuo a un tercero C, siendo este quien interponga la demanda contra
B, debiendo acreditar su derecho en el proceso. Como se aprecia, un
tercero (C) tendría legitimación para interponer la demanda, puesto
que A le cedió ese derecho. Bajo el primer criterio de legitimación ello
sería imposible, puesto que los mismos sujetos de la relación material
tendrían que ser los sujetos de la relación procesal.

En ese mismo sentido, Ledesma (2008: 375), indica que existen dos
formas de entender la legitimación para obrar; la primera como la
coincidencia de sujetos de la relación jurídico material con la procesal,
y la otra que se puede tener legitimación para obrar sin haber sido
parte de la relación jurídico material. Al respecto, indica:

La doctrina procesal contemporánea se inclina por ésta última (que


pueda existir legitimación sin que exista titularidad del derecho), pues
considera que la legitimación es un presupuesto de la pretensión
contenida en la demanda o resistida por el demandado en la
contestación; forma parte de la fundamentación de la demanda en
sentido general; las partes pueden estar legitimadas para la causa
tengan o no el derecho o la obligación sustancial, sea demandante o
demandado; la legitimación no es requisito de la sentencia favorable
sino de una sentencia válida de fondo.

Incluso la Corte Suprema parece seguir esta posición, al señalar lo


siguiente en la sentencia de Casación 3006-2007, Lima:

[…] Respecto a la llamada legitimidad para obrar es necesario señalar


que un sujeto puede gozar de ésta aun cuando no tenga el derecho o
la obligación sustancial ya que el derecho a poner en actividad la
jurisdicción y a recibir sentencia de mérito no corresponde solo al
titular del derecho sustancial. Cada parte tiene su propia legitimidad
para obrar, en razón de su situación personal, respecto a las
pretensiones que se discuten en un proceso.”

3. Opinión

En la sentencia analizada, respecto de la legitimación para obrar, se


aprecia lo siguiente:

La parte demandada interpuso excepción de falta de legitimidad para


obrar de la demandante, alegando que la presunta relación de
convivencia entre la accionante y el codemandado no había generado
una sociedad de gananciales; de modo que el codemandado es el
único propietario del predio submateria; pues, lo adquirió antes de que
contrajera matrimonio con la accionante.
El Juzgado declaró infundada la excepción de falta de legitimidad para
obrar de a demandante, puesto que la validez fáctica y jurídica de sus
afirmaciones serían analizadas al momento de resolver la controversia.
La Sala Superior revocó la decisión del Juzgado y declaró fundada la
excepción de falta de legitimidad para obrar de la demandante, al
indicar que el predio submateria fue adquirido por el codemandado
antes de que contrajera matrimonio con la demandante; además, no
se ha acreditado la existencia de la relación de convivencia entablada
entre el mencionado codemandado y la accionante con anterioridad a
su matrimonio; por lo tanto, no ostenta titularidad alguna sobre el
predio submateria para pretender la nulidad de un acto de
transferencia realizado por su propietario.
Elevado el expediente, la Corte Suprema considera que la excepción
de falta de legitimidad para obrar del demandante o del demandado,
es aquel instituto procesal dirigido a denunciar la carencia de identidad
entre los sujetos que integran la relación jurídica sustantiva, y quienes
forman parte de la relación jurídica procesal; con dicho instituto se
pone de manifiesto la carencia de identidad entre las personas
inmersas en una y otra relación, y no la falta de titularidad del derecho,
porque esta se resolverá al momento de expedirse la sentencia

A nuestro parecer, el criterio adoptado por la Sala Suprema en esta


sentencia no es adecuado, puesto que consideramos que acoge un
concepto de legitimación desfasado, el mismo que ya ha sido por la
doctrina e incluso por la misma Corte Suprema en otras sentencias.

Al respecto, en el análisis que desarrollamos en el numeral 2 de este


artículo, citamos la Casación 2204-2001, Lima, en la cual, la Corte
Suprema indicó:

(…) La comprobación al inicio del proceso de coincidencia de la


relación jurídica procesal con la relación derecho sustantivo no es
condición ni presupuesto de la acción, pues eso lo se establecerá en
el momento en que se pronuncie la sentencia; y que estar legitimado
en la causa significa tener derecho a exigir que se resuelva sobre las
peticiones propuesta en la demanda, que es la corriente que acepta
este Tribunal Supremo» (el subrayado es nuestro).

Como se aprecia, la misma Corte Suprema en una sentencia anterior,


ya ha señalado que “la coincidencia de la relación jurídica procesal
con la relación derecho sustantivo no es condición ni presupuesto de
la acción”, y que estar legitimado “significa tener derecho a exigir que
se resuelva sobre las peticiones propuesta en la demanda”; es decir,
una posición totalmente contraria a la que adoptada en la sentencia
que venimos analizando.

Cabe precisar que nuestra posición respecto al concepto de


legitimación para obrar, no la sustentamos solamente en dicha
sentencia, sino que es el parecer mayoritario de la doctrina actual, así
por ejemplo, Ledesma (2008: 375), comenta que:

“La doctrina procesal contemporánea se inclina por ésta última (que


pueda existir legitimación sin que exista titularidad del derecho), (…);
las partes pueden estar legitimadas para la causa tengan o no el
derecho o la obligación sustancial, sea demandante o demandado; la
legitimación no es requisito de la sentencia favorable sino de una
sentencia válida de fondo”.

De otro lado, en la sentencia materia de comentario, la Sala Suprema


señala que “la resolución impugnada contiene una motivación
aparente; pues, los argumentos expuestos por la Sala Superior son
impertinentes para resolver la excepción de falta de legitimidad para
obrar de la demandante; pues ha analizado los fundamentos de la
pretensión postulada, como por ejemplo, la titularidad del derecho
invocado por la recurrente, en vez de determinar si la accionante
estaba habilitada por el ordenamiento jurídico para interponer la
demanda”.
Sobre este punto también nos encontramos en desacuerdo, puesto
que la legitimación para obrar, no es examinar la coincidencia de
sujetos de la relación procesal y material, sino analizar la titularidad del
derecho, conforme a los sustentos que ya hemos mencionado
anteriormente, y puesto que, hay casos que un sujeto puede tener
legitimación y no haber formado parte de la relación sustantiva.

4. Conclusiones

i) Para que exista una relación jurídico procesal válida en un proceso


deben concurrir los llamados presupuestos procesales y los
presupuestos materiales, siendo uno de ellos, la legitimación para
obrar.

ii) El concepto de legitimación para obrar ha evolucionado en el


tiempo, antes se señalaba que para la existencia de legitimación para
obrar tenía que darse la coincidencia de las partes de la relación
jurídica material y procesal. El criterio actual señala, que quizá no haya
identidad entre la relación jurídica material y procesal, pero en el
proceso se tiene que acreditar la existencia de la titularidad del
derecho.

iii) En el caso analizado, la Corte Suprema entiende por legitimación la


identidad entre las personas de la relación material y procesal y no la
falta de titularidad del derecho, adoptando un criterio que ha sido
superado por la doctrina e incluso por la misma Corte en sentencias
anteriores, en la que se entiende por legitimación el derecho a exigir
que se resuelva sobre las peticiones propuestas en la demanda.

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