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Presenta una alegoría que nos muestra que, del mismo modo que nuestros antiguos
Hermanos realizaron una serie de descubrimientos mientras preparaban el terreno para los
cimientos del Segundo Templo, nosotros debemos reconocer el papel central de Dios en la
vida y existencia humanas y meditar acerca de Su Naturaleza y nuestra relación personal
con Él, independientemente de cuál sea nuestro credo. En este sentido, la pura y Antigua
Masonería puede ser contemplada como un viaje de autoconocimiento y descubrimiento,
con el Arco Real culminando las lecciones prácticas de la Masonería Simbólica por medio
de una contemplación de la naturaleza espiritual del hombre, que no sustituye, sino que
refuerza y apoya lo que haya aprendido de la religión.
¿Acaso no se excita la curiosidad del Maestro Masón en el momento de su Elevación y,
posteriormente, cuando escucha al Venerable Maestro formular unas preguntas?. Estos
genuinos secretos son descubiertos únicamente en la ceremonia de Exaltación, en la que se
nos informa de que el Santo Arco Real no es un Cuarto Grado, sino la culminación del
Grado de Maestro Masón.
El Arco Real es el Grado más importante de la Masonería, con excepción de los Grados
Simbólicos, y debemos animar a los Maestros Masones a ser exaltados y a que vengan a
disfrutar y compartir el gozo y conocimiento que nosotros, como miembros de un Capítulo
del Arco Real ya poseemos, pues supondrá no ya la contemplación, sino completar su
Tercer Grado.