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Arte ecológico

“Arte ecológico” es un término relativamente nuevo que se aplica a prácticas


artísticas que, en el uso de sus materiales, en sus temas, en su relación con los
espectadores vuelven la reflexión a cuestiones de ecología y ambiente
contemporáneas, critican los modos de consumir de las sociedades actuales y la
creciente contaminación que la vida e intervención humana significan para el
ecosistema.

Es posible retrotraer sus antecedentes, sobre todo en cuanto al uso de materiales,


al Land Art de los años ’60, con sus enormes intervenciones en el espacio
geográfico o sus ideas críticas en torno al mercado de consumo. Sin embargo, un
supuesto fundamental para un arte ecológico es, en su producción y difusión, ser
cuidadoso del ambiente; como contrapartidas, obras pertenecientes a la corriente
Land Art intervienen el espacio sin ninguna consideración ecológica por él,
ejemplo de ello es la clásica obra “Spiral Jetty” de Robert Smithson, la cual
conllevó un exorbitante costo ambiental tanto en la intervención inicial realizada en
el Great Salt Lake – Estados Unidos como en el daño permanente que provocó en
esta región. Otro antecedente posible de un arte ecológico es el Arte povera,
también de la década del ’60, fundamentalmente en cuanto al uso de materiales
de desecho.

En “Estética de la instalación”, Juliane Rebentisch señala que: “la estructura de la


experiencia del arte promete la posibilidad de efectuar un cambio en la conciencia
porque genera una distancia reflexiva ante lo familiar” (p.321) en este sentido, la
riqueza de un arte ecológico se sustenta en la posibilidad de efectuar un cambio
de conciencia en el sujeto perceptor de la práctica, en generar una reflexión frente
a conductas, hábitos o prácticas familiares que atentan cotidianamente contra el
ecosistema. En este punto, si bien el arte y el arte ecológico como parte
integrante, corresponden a un juego del lenguaje propios (Ver “Juegos de
Lenguaje” en el primer tomo de esta publicación), las pretensiones ético-políticas
específicamente orientadas al discurso ecologista de un arte con estas
características, resulta innegable. El peso extraestético de estos discursos resulta
un punto central en la práctica que venimos tratando.

Quizás la obra más famosa, relato de un arte ecológico, sea “7000 Oaks” de
Joseph Beuys considerada, también, una de las primeras expresiones de esta
práctica. Realizada en 1982 durante la séptima edición de los Documenta de
Kassel (Alemania) fue terminada luego de cinco años, tras un proceso de
“reforestación urbana”. En este sentido, las propuestas de Estética relacional (Ver
“Estética relacional” en el primer tomo de esta publicación) pueden entrar en
juego, pensando en la relación social que debe establecerse al reforestar un
centro urbano entre los espectadores/participantes y la obra, así como entre ellos
mismos. En Argentina, podría considerarse a Nicolás García Uriburu como el
pionero en esta corriente. Este artista rosarino tiñó, en 1968, las aguas del Gran
Canal de Venecia durante la Bienal de Arte “en el marco de su compromiso
personal relacionado con el cuidado del medio ambiente” 1. A lo largo del tiempo,
hasta su muerte en 2016, su producción estuvo orientada por los discursos
ecologistas, en el Día Internacional del Agua realizó la obra “Utopía del
Bicentenario (1810 – 2010) 200 años de Contaminación, tiñendo esta vez las
aguas del Riachuelo en el barrio de la Boca.

La noción de “arte ecológico” entra en relación con una familia conceptual, (Ver
“Concepto” en el primer tomo de esta publicación) por ejemplo, en los últimos años
las nociones de producción sustentable y sustentabilidad, han tomado relevancia
en las áreas del diseño y, si bien un arte ecológico necesariamente será
sustentable en su producción, la relación inversa no es necesaria. Por otro lado, el
neologismo “ecoartivismo” circula en la literatura referida a estos temas, haciendo
referencia “a todas aquellas prácticas artísticas que manifiestan un compromiso
con la preservación de la biósfera y reivindican una actitud respetuosa con ella”
(Perales, p.2), sin embargo, pese a que podría considerarse una expresión
sinónima del arte ecológico, el concepto “ecoartivismo” orienta su enfoque al juego
del lenguaje correspondiente a lo político, a los activismos como práctica política,
más que a la esfera propiamente artística.
1
Recuperado de https://www.nicolasuriburu.com.ar/
Retomando a J. Rebentisch, quien dedica buena parte del libro citado a
caracterizar la experiencia estética, la autora señala que “en su estructura
autorreflexiva y performativa, [la experiencia estética] se relaciona
constitutivamente con el objeto estético, o más precisamente, con el proceso que
tiene lugar en el objeto estético jugando entre el material y el significado” (p.328)
De este modo, el objeto/obra estético tiende a guiar la experiencia estética del
espectador, en él se da un juego entre material y significado, elementos que, en
un arte ecológico, tendrán características muy particulares, orientadas por
discursos ecologistas, tendientes a configurar una experiencia estética particular.

Bibliografía

- Barale, G. y Gallo, M. compiladoras (2018). Conceptos para pensar el arte


contemporáneo. Tucumán: Editorial Humanitas.

-Perales, Verónica (2009). Ecoartivismo: prácticas artísticas implicadas con la


preservación de la biósfera. España: Transversalia, educación a través del arte.
Disponible en
https://www.researchgate.net/publication/278411249_Ecoartivismo_practicas_artis
ticas_implicadas_con_la_preservacion_de_la_biosfera

-Rebentisch, Juliane (2018). Estética de la instalación. Buenos Aires: Caja Negra.

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