Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
7RGRVXFHGHFRQIRUPHDVXOH\>VHUHÀHUHDOpólemos], y es a tra-
YpVGHpOFRPRVHPDQLÀHVWDODMXVWLFLDHWHUQD(VWDLGHDHPD-
nada de las fuentes más puras de donde surgen las criaturas del
helenismo, que contempla el combate, la lucha de los contrarios,
como el dominio continuo de una justicia unitaria y rigurosa,
OLJDGDDOH\HVHWHUQDVHVPDJQtÀFD6RORXQJULHJRKDEUtDVLGR
capaz de apropiársela para cimentar una cosmodicea. Se trata
de la buena Éride de Hesíodo declarada como principio univer-
sal; del pensamiento agónico [Wettkampfgedanke] –del griego
singular y del Estado griego– trasferido desde los gimnasios y
las palestras, desde los certámenes artísticos y las luchas de los
partidos políticos con el Estado a la esfera de lo universal, en
tanto que forma de explicar el mecanismo que logra el movi-
miento singular del cosmos.2
1. Tejera comenta que Nietzsche fue el crítico que vio en primer lugar –y con mayor
claridad– que la totalidad de la vida para los griegos era como una contienda agonal.
V. Tejera, Nietzsche and Greek Thought, Dordrecht, Martinus Nijhoff Publishers,
1987, p. 45.
2. KSA I, 825-826 (/DÀORVRItDHQODpSRFDWUiJLFDGHORVJULHJRV, trad. L. F. Moreno,
Madrid, Valdemar, 2003, p. 61). En adelante, indicaremos entre paréntesis la versión
castellana de la obra de Nietzsche que estemos utilizando. En el caso de que la
traducción sea nuestra, lo señalaremos oportunamente.
38
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
1. El pólemos de Heráclito
3. Aristóteles, Ética Eudemia, 1235a 25-30, trad. J. Pallí Bonet, Madrid, Gredos,
1985.
4. Cfr. G.S. Kirk et alt., /RVÀOyVRIRVSUHVRFUiWLFRV, trad. J. García, Madrid, Gredos,
1987, pp. 372-373.
5. B. Snell, /DVIXHQWHVGHOSHQVDPLHQWRHXURSHRHVWXGLRVREUHHOGHVFXEULPLHQWRGHORV
valores espirituales de Occidente en la antigua Grecia, trad. J. Vives, Madrid, Razón
y Fe, 1965, pp. 79-80.
6. Hesíodo, /RVWUDEDMRV\ORVGtDV, vv. 11-26. Sobre la diferencia de las dos Eris, véase
C. Davis Acampora, “Unlikely Illuminations: Nietzsche and Frederick Douglass on
Power, Struggle, and the Aisthesis of Freedom”, en: J. Scott y A. Todd (ed.), Nietzsche
and African American Thought, Nueva York, SUNY Press, 2006, p. 181.
7. G.S. Kirk et alt., trad. cit, pp. 275-277.
39
Úrsula Carrión Caravedo
8. Ibid., p. 275.
9. G.S. Kirk et alt., trad. cit., p. 275.
10. C. Eggers, et alt. (trads.), /RVÀOyVRIRVSUHVRFUiWLFRVtomo I, Madrid, Gredos, 1978,
p. 394.
11. G.S Kirk et alt., trad. cit., p. 305.
12. Cfr. ibid., p. 306.
13. Ibid., p. 275.
40
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
41
Úrsula Carrión Caravedo
42
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
GH ORV FRQWHQGRUHV IXHUD GHÀQLWLYR H LUUHYRFDEOH OD OXFKD FHVDUtD \
con ella, el cambio y la multiplicidad. De ahí se sigue que la guerra no
tiene una dimensión destructiva o aniquiladora. Por el contrario, para
conservar el cambio y para permitir la multiplicidad, el pólemos se
instaura como una forma permanente de competencia.
En este momento es necesario tener presente el pasaje con que
iniciamos nuestro texto y la cita de Heidegger de hace unos momen-
tos. En ambos casos se nos recuerda que el pólemos no se limita a –ni
se agota en– las competencias entre los hombres, sino que precede a
estas. Sin embargo, si bien para Heráclito el pólemos tiene un senti-
do primigenio, Nietzsche considera que “Heráclito aprendió lo típico
de este pólemos en los gimnasios, en los agones musicales, en la vida
política”24. Es momento de examinar, entonces, el agón humano desde
la perspectiva nietzscheana.
24. KGW II, 4, 272 (Los ÀOyVRIRV SUHSODWyQLFRV, trad. cit., p. 81; las cursivas son
nuestras).
25. KSA III, 448 (/DFLHQFLDMRYLDO, § 92, trad. J. Jara, Caracas, Monte Ávila, 1999, p.
89).
26. W. Jaeger, Paideia, trad. J. Xirau et alt., México D. F., F.C.E., 1957, pp. 196-199.
27. Cfr. H. Liddell et alt. (comps.), A Greek-English Lexicon, Oxford, Clarendon Press,
1973, pp. 18-19; también, M. Finley, El mundo de Odiseo, trad. M. Hernández, México
D.F., FCE, 1966, p. 133. Sobre la importancia del agón político en particular, puede
consultarse el artículo de C. Davis Acampora, “Demos Agonistes Redux. 5HÁHFWLRQV
43
Úrsula Carrión Caravedo
on the Streit of Political Agonism”, en: Nietzsche-Studien, Berlin, Vol. 32, 2003, pp.
374-390. También, los trabajos de H. Siemens, “Nietzsche and agonistic politics: A
review of recent literature”, Nietzsche-Studien, Berlin, Vol. 30, 2001, pp. 509-526;
´$JRQDO &RPPXQLWLHV RI 7DVWH /DZ DQG &RPPXQLW\ LQ 1LHW]VFKH·V 3KLORVRSK\ RI
Transvaluation”, en: Journal of Nietzsche Studies 1R SS ² ´1LHW]VFKH·V
Critique of Democracy (1870—1886)”, en: Journal of Nietzsche Studies, No. 38, 2009,
pp. 20-37.
28. KSA I, 787 (La lucha de Homero, en: 2EUDVFRPSOHWDVVol. 5, trad. E. Ovejero,
Madrid, Aguilar, 1967, p. 134).
29. Y. Garlan, “El militar”, en J. P. Vernant, El hombre griego, Madrid, Alianza, 1993,
p. 68.
30. J. Burckhardt, 5HÁH[LRQHVVREUHODKLVWRULDXQLYHUVDO, trad. W. Roces, México D.F.,
F.C.E., 1971, p. 214. La referencia a Burckhardt no es gratuita: no hay que olvidar la
LQÁXHQFLDTXHWXYRHQ1LHW]VFKHODOHFWXUDGHODVREUDVGHGLFKRDXWRU&IU. C. Janz,
Friedrich Nietzsche, trad. J. Muñoz HWDOW Madrid, Alianza, 1987, vol. 2, p. 184. Este
autor señala cómo Nietzsche, a partir de lectura de la Historia de la cultura griega de
Burckhardt, así como de sus conversaciones con este último, llegó al convencimiento
de que el agón ocupaba un lugar central en la cultura griega.
31. Cfr. KSA I, 792 (La lucha de Homero, trad. cit., p. 136).
44
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
32. KSA I, 545 (El Nacimiento de la tragedia, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid,
Alianza, 2000, p. 239).
33. Cfr. A. Birnbaum, 1LHW]VFKH /DV DYHQWXUDV GHO KHURtVPR, México D.F., F.C.E.,
2004, p. 145; también, E. Müller, Die Griechen im Denken Nietzsches, Berlin/New
York, Walter de Gruyter, DTV, W. de Gruyter, 2005, p. 82.
34. KSA I, 787-788 (La lucha de Homero, trad. cit., p. 134).
(VSUREDEOHSHQVDUTXH¶JHQLR·WHQJDHOVHQWLGRGH¶KpURH·SXHVODFLWDDSDUHFHHQ
un contexto en que Nietzsche se está ocupando de la tradición homérica. Cfr. KSA I,
789 (La lucha de Homero, trad. cit., p. 135).
36. Y. Garlan, op. cit., p. 70.
37. KSA I, 788 (/D OXFKD GH +RPHUR trad. cit., p. 135). C. Davis Acampora ve en
la condena nietzscheana al ostracismo una muestra de la apertura inherente a toda
contienda. Efectivamente, dicha apertura implica, por un lado, que la viabilidad de
OD FRQWLHQGD VHD SUHVHUYDGD SRU RWUR ODGR OD FRQWLHQGD GHEH VHU VXÀFLHQWHPHQWH
ÁH[LEOHFRPRSDUDTXHSHUPLWDUHIRUPDUVXVSURSLRVHVWiQGDUHVGHPHGLFLyQ&'DYLV
Acampora, “Unlikely Illuminations…”, ed. cit, p. 182.
45
Úrsula Carrión Caravedo
38. KSA I, 774 (El Estado griego, en: 2EUDVFRPSOHWDVVol. 5, trad. cit., p. 119).
39. Cfr. G. S. Kirk, Los poemas de Homero, trad. E. Prieto, Buenos Aires, Paidós, 1968,
p. 337. Cfr. también P. Vidal-Naquet, El mundo de Homero, trad. ' =DGXQDLVN\
Buenos Aires, F.C.E., 2001, p. 45. Él cuenta cómo Héctor invita a respetar las normas
de cortesía presentes en la guerra de Troya.
46
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
3. El agónHQWUHORV¿OyVRIRVSUHVRFUiWLFRV
40. Cfr. M. Detienne, Los maestros de la verdad en la Grecia arcaica, trad. J. Herrera,
México DF, Sexto piso, 2004, pp. 71-72.
41. M. Finley, op. cit., pp. 133-134.
42. J. Werner, op. cit., p. 295.
43. Cfr. KSA I, 771 (El Estado griego, trad. cit., pp. 117-118).
47
Úrsula Carrión Caravedo
el título /RV ÀOyVRIRV SUHSODWyQLFRV HO DXWRU VH UHÀHUH D HOORV FRPR
ÀOyVRIRV´SXURVµ\´DXWpQWLFRVLQYHQWRUHVµ44. En su opinión, ellos fue-
ron los responsables del tránsito de los mitos e imágenes a la ciencia
y los conceptos. Así, Tales aparece como el personaje que supera a
los poetas, formula conceptos y realiza una investigación sistemáti-
ca453ODWyQHQFDPELR\DQRHVXQÀOyVRIRSXURSRUHOFRQWUDULRVX
pensamiento constituye una mezcla de las ideas sostenidas por sus
antecesores: “Platón es una síntesis de los rasgos del soberbio aristó-
crata Heráclito, del melancólico legislador Pitágoras y del dialéctico
psicólogo Sócrates”46.
No nos detendremos a discutir la validez de las opiniones de
Nietzsche en torno a la diferencia entre Platón y sus predecesores;
queremos centrarnos más bien en estos últimos, por quienes el autor
alemán no esconde su admiración. Veamos el siguiente pasaje:
(QGHÀQLWLYDVRORXQDFLYLOL]DFLyQFRPRIXHODJULHJDSXHGH>@
OHJLWLPDUODÀORVRItDHQJHQHUDOSRUTXHVRORHOODVDEH\SXHGH
GHPRVWUDUSRUTXp\FyPRHOÀOyVRIRno es simplemente un pere-
grino solitario surgido por azar.47
1LHW]VFKH RSLQD TXH ORV JULHJRV ÀORVRIDURQ GH PDQHUD FDEDO FRQ
mayor intensidad que otros pueblos. Nos interesa destacar la última
IUDVHGHOSDVDMHFLWDGRODLGHDGHTXHHOÀOyVRIRQRHVXQVROLWDULRSHUH-
JULQRTXHDSDUHFHSRUHOD]DU(VWDDÀUPDFLyQFRQVWLWX\HXQDSULPHUD
pista para pensar que Nietzsche concibe la relación entre los primeros
pensadores griegos en términos de una competencia48. En efecto, que
HQ*UHFLDDSDUH]FDQYDULRVÀOyVRIRV²\QRXQRVRORGHPDQHUDDLVOD-
da– hace que sea muy probable encontrar una suerte de diálogo entre
ellos, una confrontación de puntos de vista. Así pues, los pensadores
griegos parecen estar animados por un espíritu de lucha, por la pre-
tensión de superar de algún modo aquello que dijeron sus antecesores.
En este sentido, son cercanos a los héroes homéricos, pues hemos visto
ya que una de sus características es pelear con un adversario desta-
cado, de notables cualidades, y no con personas comunes y corrientes.
(OÀOyVRIRVRVWLHQH1LHW]VFKH´SRVHHODUDUDFDUDFWHUtVWLFD²HQFLHUWR
48
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
49
Úrsula Carrión Caravedo
50
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
GHO ÀOyVRIR GH eIHVR &RQWUDGLFLHQGR VX IDPD GH RVFXUR VH H[SUHVD
sobre él de la siguiente manera: “es muy probable que jamás haya
existido un hombre que escribiera de manera tan clara y brillante”58.
Parménides “encarna también un tipo de profeta de la verdad”59.
Sobre él sostiene lo siguiente: “Hay que mirar a los adversarios de
los eléatas para poder valorar como se merecen las extraordinarias
ventajas de la teoría de Parménides”601LHW]VFKHDÀUPDDVLPLVPRTXH
ODVWHVLVGHOÀOyVRIRGH(OHD´DUURMDQVXVGDUGRVµ61 sobre sus oponentes;
probablemente, los heracliteanos. Como podemos advertir, el autor
alemán presenta la relación entre Parménides y otros pensadores a
modo de una confrontación.
Otro de los eléatas, Zenón, es caracterizado como aquel que in-
WURGXFH HO GLiORJR FRPR XQD QXHYD IRUPD GH KDFHU ÀORVRItD62. Sobre
Jenófanes sostiene que es el “maestro ético” con quien “la libertad del
individuo alcanza su cima”63. Por su parte, Pitágoras se presenta como
XQVDELR´UHIRUPDGRUUHOLJLRVRµTXHFUHyXQDQXHYDIRUPDGHYLGDÀ-
ORVyÀFD64. Bajo la perspectiva nietzscheana, todos ellos se muestran,
HQ FLHUWR VHQWLGR FRPR UHQRYDGRUHV \ RULJLQDOHV VRQ SXHV ÀOyVRIRV
exclusivos o puros que tienen algo novedoso que decir.
Continuando con su descripción de los presocráticos en términos
beligerantes, Nietzsche presenta a Anaxágoras como un pensador que
“eleva en todo su poder las dos objeciones, la del pensamiento en mo-
vimiento, y la del origen de la apariencia, en contra de Parménides”65.
'HHVWDPDQHUD$QD[iJRUDVFXHVWLRQDDOÀOyVRIRGH(OHD\QRHVFRQGH
sus discrepancias hacia él. Sobre Empédocles, Nietzsche comentará lo
siguiente: “procedía de una familia agonal”66 y, frente a Anaxágoras,
“salió decididamente vencedor”67. Así pues, la disputa entre ambos
ÀOyVRIRVVHWRUQDPDQLÀHVWD
51
Úrsula Carrión Caravedo
52
/DEXHQD(ULV5HÁH[LRQHVHQWRUQRDODOyJLFDDJRQDOHQ+HUiFOLWR\1LHW]VFKH
53
Úrsula Carrión Caravedo
54