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Hasta no hace muchos años, el protocolo no era más que la dura disciplina para
marcar la distinción entre las personas de honor y rango, y de éstas con respecto al
pueblo llano sin distinción alguna. Por el protocolo, determinados rangos alcanzaban
su reconocimiento social en función al grado de cercanía física al Rey o al jefe de
Estado. Estar a su lado era "ser importante" o "mostrarse más poderoso". Situarse
lejos daba lugar a una imagen pública de menor influencia. Lógicamente, es de natural
disposición que todos quisieran estar al lado del número uno. Surge así la necesidad de
instrumentar unas normas que regulen este grado de acercamiento al que preside la
ceremonia. De modo contrario, duques y condes podrían haberse batido en duelo cada
vez que acudieran a palacio a un almuerzo real.
Fueron los egipcios en el año 3000 a.C. los que desarrollaron el primer
protocolo y ceremonial de Estado, creando las normas reguladores entre los
sujetos que integraban la sociedad. En este código ya aparecían
recomendaciones para los funcionarios del reino en lo referente a los
tratamientos, normas de cortesía y respeto a todos los ciudadanos del reino en
la organización de actos y ceremonias.
Uno de los primeros vestigios escritos de los orígenes del protocolo los
encontramos en la antigua Mesopotamia en el Código Hammurabi que data
del 1760 a. C., conservado en el Museo del Louvre en París.
El primer protocolo “deportivo” fue creado por los griegos en el año 776 a. C.
El protocolo social fue instaurado por Luis XII de Francia, quién patrocinó el uso
del tenedor y las normas del buen gourmet e hizo muchísimo hincapié en la
importancia de vestir adecuadamente.
Antes hacíamos alusión a la necesidad del protocolo para ordenar los asistentes
a un acto. Si antiguamente, "estar próximos a..." confería reconocimiento social a la
persona, en la actualidad lo confiere a la institución, que prima sobre las
individualidades. Los ciudadanos desean que sus representantes públicos defiendan la
dignidad de sus instituciones y que, por tanto, no sean maltratados o marginados.
Pero en la vida privada también es importante. ¿Cómo tengo que organizar una
fiesta? ¿Cómo sentaré en la mesa a los catorce invitados? ¿En qué momento hago el
regalo? ¿Quién tiene que pronunciar los discursos? ¿Cómo he de organizar un
congreso, una reunión, o una boda? Son cuestiones que permanentemente están ahí
presentes. Y la preparación de estos actos, por muy personales, privados o reducidos
que sean, obedece a criterios, organización, preparativos, etc. En definitiva, a
protocolo. Hacer protocolo no es oficializar los actos. Es posibilitar una buena
ejecución, al estilo que el anfitrión desee (formal, informal, espontáneo, divertido,
serio, pomposo, sobrio, reducido, numeroso...). El protocolo diseña y modela los
deseos del anfitrión, sin más límite que el cumplimiento de la normativa, el respeto a
las costumbres y tradiciones, el sentido común, el agrado de los invitados y el decoro
de las instituciones y sus representantes.
Esto obliga ya a planificar los actos teniendo en cuenta los aspectos que más
interesarán a los diferentes medios. La imagen que se proyecta en los medios tiene su
límite de tiempo y espacio, por lo que un determinado acto, en pequeñas pinceladas,
debe saber transmitir toda la filosofía y el mensaje de aquél. El ornato precisa de
mayor atención. Los símbolos –cuya ubicación debe ser muy pensada– juegan un papel
especial. Y qué decir de las personas que componen la presidencia de los actos que, a
la postre chupan más imagen. Con los medios de comunicación, para un político, un
famoso o un empresario ya no es lo mismo sentarse en un lugar que en otro, ni
quedar fuera de los discursos.
Tanto en los actos oficiales como privados puede intuirse realmente el interés de
los medios. Por ello, habrá que prever con especial cuidado el mensaje y encuadre de
ese momento. No sería la primera vez –y es conveniente tenerlo en cuenta– que el jefe
de protocolo diseña el ornato de un acto observando la imagen que llega hasta sus
ojos, sentado en el punto reservado para los cámaras y fotógrafos. Señalar, pues, las
zonas reservadas a los medios, tiene esa ventaja.
4. Tipos de protocolo.
Protocolo deportivo. Conjunto de normas, usos y costumbres que rigen los actos y
ceremonias deportivas en cada una de sus modalidades para conseguir los objetivos
del organizador.
Protocolo real. Comprende el conjunto de normas que rigen los actos o ceremonias
que cuentan con la presencia de Sus Majestades los Reyes o cualquier otro miembro
de la Familia Real.
-Protocolo
-Gabinete de Prensa
-Relaciones Públicas y Publicidad
-Comunicación interna y comunicación externa
Reuniones:
o De trabajo
o Formativas
o Informativas
o Negociaciones
o Juntas generales
Patrocinio y mecenazgo
Viajes:
o De formación
o Comerciales
o Sociales
o De intercambio
o De promoción
Visitas:
o De nuestros directivos a otras empresas
o De algún grupo organizado que va a visitar nuestras instalaciones