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La crisis presupuestaria recurrente, agudizada por la giga inflación que vive nuestro país que
afecta de manera directa a todas las actividades inherentes a la docencia, investigación y la
extensión de las universidades venezolanas, incluyendo el mantenimiento de la infraestructura
de las instalaciones universitarias.
Deserción masiva de estudiantes, generada por la crisis económica que atraviesa Venezuela.
Muchas familias ya no tienen ingresos para seguir costeando los estudios de sus hijos; muchos
jóvenes han buscado trabajos diversos y dejado los estudios por esta razón. También afecta la
enorme migración de jóvenes hacia países de Latinoamérica, los cuales han abandonado sus
estudios universitarios sin haberlos culminado. De esta forma la matrícula universitaria ha
descendido en más de un 50 % aproximadamente, y muchas carreras se están quedando sin
estudiantes. La realidad es que buena parte de los estudiantes que continúan asistiendo a las
universidades pertenecen a los últimos semestres de sus respectivas carreras, y su perspectiva
es abandonar el país apenas hayan culminado sus estudios.
Dificultades cada vez mayores para el ejercicio de la docencia con los pocos alumnos que aún
asisten a las universidades. Muchas aulas y laboratorios se encuentran sin condiciones
mínimas para su uso docente, sin servicios de reproducción, sin aulas virtuales, sin equipos
audiovisuales, sin aires acondicionados (esenciales en climas muy cálidos), sin servicios de
internet dentro del área universitaria, sin reactivos químicos, equipos, transporte y demás
materiales para las prácticas de laboratorio y salidas de campo de los estudiantes, bibliotecas
desactualizadas y sin posibilidades de acceder a libros físicos y digitales por que se perdieron
las suscripciones a bases de datos internacionales. La docencia está retrocediendo a la época
del pizarrón y la tiza, una involución de 60-70 años que entraba considerablemente la
posibilidad de actualización del conocimiento de los docentes y el propio proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Decadencia de la lucha gremial universitaria. Una parte de los gremios universitarios, alineados
con el gobierno y organizados en la FTUV, han convalidado la antihumana política salarial que
el gobierno de Maduro ha ejecutado durante cinco y medio años, desmovilizando a los
trabajadores (docentes, administrativos y obreros) y perdiendo la visión académica de
nuestras instituciones, expresado en las tres contrataciones colectivas firmadas en este
período y que en los hechos han significado el derrumbe de las escalas salariales, de las
condiciones mínimas de trabajo y el abandono de la visión de universidad comprometida con
las grandes mayorías sociales. El otro sector gremial, liderado por FAPUV, integradas por
diversas Asociaciones de Profesores, se ha disipado al ritmo de la derrota política de la
tendencia partidista con la cual se han identificado, la MUD; sin convocar elecciones desde
hace una década (al igual que la FTUV), la FAPUV carece de discurso académico y su
complicidad con las autoridades rectorales y decanales ilegítimas la hace partícipe de la
componenda política que ha confiscado la democracia en las universidades.
En las universidades públicas, tanto las llamadas autónomas como las controladas por el
gobierno, se ha generalizado en estas últimas décadas una política de envilecimiento de los
líderes estudiantiles, cooptándolos mediante prebendas económicas e institucionales, lo que
ha conducido a un liderazgo de estudiantes mediocres, que nunca se gradúan, que actúan
dentro de la institución como ficha y respaldo político de las autoridades de las cuales son
clientes. Esta situación ha liquidado casi completamente al movimiento estudiantil crítico,
participativo y transformador que históricamente existió en Venezuela a todo lo largo del siglo
XX.