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El coronavirus

Los coronavirus son una serie de virus llamados así por su forma, ya que tienen
una especie de corona (como la de un reloj) alrededor del virión, del 'núcleo' del
virus. Estos organismos conviven con el ser humano desde siempre, y hay
muchos tipos de ellos, tanto animales como humanos.

Muchos estados, ciudades y comunidades están tomando las pautas de


distanciamiento físico (a menudo llamado distanciamiento social) seriamente al
decirles a los residentes que permanezcan en sus hogares lo más que puedan.
Los restaurantes y negocios no esenciales por todo el país se cerraron
temporalmente, los estudiantes realizan sus tareas escolares en casa y los
empleados que pueden trabajar a distancia lo hacen.

Los hogares de ancianos y centros de cuidados a largo plazo —cuyos residentes


tienen un alto riesgo de complicaciones causadas por la COVID-19

prohibieron las visitas, incluidos los voluntarios y el personal no esencial del


cuidado de la salud, conforme a las recomendaciones federales.

Y aunque limitar el contacto con los demás es una manera de ralentizar la


propagación del virus y proteger a las poblaciones de alto riesgo, los expertos de
salud pública también recomiendan acciones diarias que las personas pueden
realizar para reducir su riesgo de infección, como lavarse las manos
frecuentemente y desinfectar las superficies de mucho contacto. Esto incluye
mesas, picaportes, interruptoresi de luz, mostradores, manijas, escritorios,
teléfonos, teclados, inodoros, grifos y lavabos. 

Tener suficientes suministros 

Los adultos mayores del país y los adultos que rutinariamente toman
medicamentos deben tener un suministros adecuados a la mano, eso
es, suficientes medicamentos para aproximadamente 1 mes para evitar cualquier
situación que se pueda presentar con el cierre de las ciudades.

También es importante abastecerse de medicamentos de venta libre para tratar la


fiebre, la tos y otros síntomas, así como pañuelos desechables y otros suministros
médicos comunes.

Las principales compañías de seguros de salud se han comprometido a flexibilizar


los límites para el reabastecimiento de medicamentos de mantenimiento debido al
brote de coronavirus.
¿Cuál es la mejor manera de protegernos?

Limitando la exposición. Esa es la mejor manera de evitar la propagación


del COVID-19. Esto quiere decir evitar los destinos que han reportado desarrollo
del virus, y pensar dos veces antes de exponerse a alguien que muestra síntomas
de la enfermedad.

Las autoridades de salud también aconsejan tomar medidas corrientes que


pueden prevenir la dispersión de virus respiratorios. Lávate las manos con
frecuencia con agua y jabón, frotándolas por lo menos durante 20 segundos, y usa
un desinfectante para manos a base de alcohol cuando el jabón no esté
disponible. Evita tocarte los ojos, la nariz y la boca si no te has lavado las manos,
y cúbrete la boca si toses o estornudas. 

Consejos adicionales: 

Permanece en tu hogar si estás enfermo, mantén una distancia de 6 pies de otras


personas, así como limpia y desinfecta objetos y superficies que se tocan con
frecuencia. 

El Coronavirus, en el cambio Climático

Con el coronavirus, la naturaleza nos llama al orden. De forma poderosa, como un


relámpago, inesperada. Y nos avisa. Esto es un ensayo general ante otra
pandemia global que, según Naciones Unidas, es más mortal y peligrosa aún; una
pandemia que, a cámara lenta, amenaza la supervivencia civilizada de nuestras
sociedades, tan soberbias, industrializadas y tecnologizadas como frágiles,
insostenibles e interdependientes. Así que usemos las enseñanzas de esta
inmensa crisis sanitaria para atender a tiempo, y con la suficiente determinación,
el mayor reto sanitario, económico y social del siglo XXI: el cambio climático.
¿Qué podemos aprender, pues, de los tiempos de excepción generados por
el Covid-19?

Primero, que las decisiones se tienen que tomar en función de las evidencias


científicas. Ante el coronavirus, todos los países afectados, independientemente
de su régimen político o ideológico, y tras una primera fase de negación, han
tenido que admitir la realidad material y biológica de la crisis y ponerse por fin en
los peores (pero a la vez más probables) escenarios. Pues bien, en el caso del
cambio climático no existe hoy en día duda alguna, la comunidad científica es
unánime: nos queda apenas una década para evitar los peores (pero también más
probables) escenarios del calentamiento global. Y los compromisos actuales de
reducción de gases por parte de los países, incluidos los de España y la Unión
Europea, no permiten en absoluto cumplir con el Acuerdo climático de París.
Actuar hoy alineándose con la Ciencia es la única alternativa realista y sensata
para frenar la pandemia climática.

Segundo, la salud y la vida de las personas tienen que estar por encima de la
economía, la producción y el consumo. Más bien al contrario, es necesario aplicar
medidas drásticas a la altura del reto al que nos enfrentamos para salvar vidas y
evitar un coste social, económico e institucional aún mayor en el futuro que nos
acerque a posibilidades reales de colapso sistémico. La buena noticia es que, con
el coronavirus, nos hemos dado cuenta de que es perfectamente factible. Es más,
todo lo que parecía imposible hace unos días se ha vuelto posible hoy. 

Tercero, es preciso asumir y explicar que esta (re)construcción social y ecológica


post-emergencias no es un camino de rosas. Si bien abre horizontes
prometedores, la transición ecológica, tampoco. Son transformaciones
estructurales y profundas que implican modificar sustancialmente nuestro modelo
económico y nuestro estilo de vida. Lo estamos viviendo en carne propia con el
coronavirus. Pasará lo mismo con la transición ecológica hacia un
mundo descarbonizado. 

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