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VII CONGRESO DE APU

“VIVIR SIN AIRE”

A PROPÓSITO DE LA ANGUSTIA EN EL FIN DE ANÁLISIS 1

El fin de análisis como problema teórico- técnico

Aún cuando los analistas coincidamos en el “inacabamiento fundamental de todo


análisis”2 podríamos sostener la diferencia entre el “ proceso analítico”, que se
desarrolla dentro de determinados parámetros temporales, del “trabajo de análisis”
como trabajo psíquico en la atemporalidad de lo inconsciente.
Este último, entendido como dispositivo interno, como reacomodación permanente,
como búsqueda de crecimiento e integración, sería interminable.
El proceso analítico, en cambio, en tanto proceso que tiene lugar en un campo
bipersonal configurado por determinado analista con un paciente en particular, tendría,
por definición, un comienzo y un fin, o al menos sería esperable que así fuera.
Si bien ambos momentos son irreductibles a una cronología lineal el encuadre establece
el comienzo del trabajo de la díada analista-analizando con cierta fijeza.
En cuanto al fin, considero que aunque resulte imposible determinarlo apriori, deberá
ser el analista quién lo sostenga, desde el inicio en el horizonte del proceso como
premisa ética a cumplir.
Pensar en fin de análisis evoca de modo ineludible los modelos teóricos explícitos e
implícitos que sustentan el posicionamiento del analista, en especial en relación a la
teoría de la cura.
1
Stella Yardino – Miembro Titular de la Asociación Psicoananlítica del Uruguay
stellayardino@gmail.com

2
Botella, César y Sara

1
Ya sea que se priorice la supresión sintomática y la disminución del sufrimiento, la
aparición del deseo inconsciente que permita al sujeto apropiarse de su historia, que el
énfasis sea puesto en lo intrapsíquico o lo intersubjetivo, o que se privilegie una
concepción de cambio psíquico como modificación de estructuras de funcionamiento
mental, estos modelos serán decisivos a la hora de considerar un fin de análisis.
Cabe aclarar que se trataría siempre de la finalización de un proceso analítico,
entendiéndolo como singular y patrimonial de un determinado analista con un
analizando en particular.
Dejaré planteadas, no obstante, algunas constantes teórico- técnicas que desde la
experiencia clínica entiendo importante tener presentes.
Entre ellas, considero fundamental la de enfrentar los límites: los del analizando, los del
analista y los del método, situación compleja en tanto involucra el narcisismo de sus
participantes.
Por eso, contactar con las motivaciones inconscientes que inciden en el analista para
dejar ir o retener a un analizando, exige el ejercicio sostenido del autoanálisis, siempre
fundamental pero ineludible cuando de aceptar límites se trata.3
Asimismo, escuchar adecuadamente un deseo de finalización implicará la cuidadosa
apreciación de las defensas imperantes en el campo analítico y la temperatura
transferencial que prima en ese momento en particular.
Con este objetivo, considero importante sostener una segunda mirada sobre el campo
analítico en su totalidad.
Esta deberá focalizar particularmente el trabajo de las transferencias (la del analizando y
la del analista) enlazado al necesario trabajo de duelo por la terminación que, es de
esperar, movilizará la cadena de pérdidas y resignaciones que han marcado la historia de
ambos integrantes de la dupla.
Sin embargo, si estos trabajos hacen a la esencia misma de la peripecia analítica, ¿por
qué poner el énfasis en el fin de la misma.?
Considero que éste, en tanto límite fáctico imposible de eludir, reactiva y reorganiza- en
el mejor de los casos- un núcleo infantil esencial a la tarea analítica, construído en torno
a la pérdida y la ausencia que será revivido y resignificado en la inminente separación.

3
Mi idea de autoanálisis remite- en apretada síntesis- al trabajo constante del analista consigo mismo,
con su propia neurosis infantil-esperablemente analizada- con sus teorías y con la(s) imago(s)
internalizada(s) de su(s) ex analista(s).
Esto no excluye la importancia del reanálisis,, tema que excedería los límites de esta reflexión.

2
Por lo tanto, es de esperar que la angustia que, ya desde Freud4 remite a las
separaciones desde la más primordial del nacimiento, pasando por el destete y el control
de esfínteres y nos conduce, en la primacía genital a la angustia de castración, se haga
presente.

Algunos fragmentos de la historia analítica de Maximiliano 5

Maximiliano comenzó su análisis a los 14 años por un cuadro depresivo en el cuál se


destacaban una importante inhibición, las dificultades de rendimiento académico y los
problemas para relacionarse con sus pares.
Único hijo de una pareja de profesionales muy destacados y exitosos, los padres
parecían sentirse confundidos y profundamente decepcionados por la problemática de su
hijo, y oscilaban entre la hiperexigencia y la sobreprotección.
.“No entendemos qué pasó”, dice el padre, “nos ocupamos de estimularlo desde la
cuna, a los 2 años ya reconocía a los clásicos y pedía escucharlos, a los 3 viajaba e iba
a museos con nosotros, le leíamos mucho… y ahora, nada le interesa, es como una
tabla rasa…”
La madre reafirma: “ Fue a colegio doble horario y trilingue desde el jardín de
infantes, y en la primaria Maxi era el chico 10, abanderado, las mejores calificaciones,
siempre fue brillante. Al empezar secundaria se fue apagando …es como que no lo
reconozco”
Con notable capacidad de insight, él me dijo de sí mismo en nuestro primer encuentro:
“No me tengo fe en nada, para nada….y creo que prefiero no hacer para no
equivocarme”….
Me pidió también que no lo llamara por el nombre completo y tampoco “Maxi” sino
“Max” y al preguntarle sobre los motivos, explicó: “Maximiliano o Maxi me hacen
pensar en “lo máximo, por eso mis padres me pusieron ese nombre….”
Fuimos de a poco develando- construyendo lo que parecía ser el nudo más fuerte de su
conflictiva: la vivencia de estar sometido a un superyo- heredero de la pareja parental-
muy severo y apresado en un yo ideal imposible de ser transformado en ideales del yo
posibles y genéricamente aceptables.

4
Freud, S. Inhibición, síntoma y angustia, 1926, A E T XX
5
Es un nombre ficticio que elegí en sustitución del verdadero y que conserva el simbolismo de éste.
Asimismo, y aunque se trate de un proceso analítico que culminó hace varios años, cabe aclarar que se
han introducido las deformaciones necesarias para preservar la identidad del paciente.

3
Juntos transitamos caminos de búsquedas y resignaciones: de la aceptación de su
cuerpo adulto y la primacía genital, de las separaciones, de la renuncia al deseo edípico
y sus nuevas posibilidades de elección de objeto, de su vocación , del vínculo con sus
pares, de desidentificaciones y nuevas identificaciones, en suma, de la construcción de
su “nueva” identidad, sexual, social y cognitiva.
Podría decirse que fue un buen trabajo, signado como era de prever por los vaivenes
propios de un proceso adolescente en el cuál basculamos del escenario narcisista al
objetal.
En cuanto a la transferencia, fue móvil y cambiante, tanto en el signo como en la
intensidad.
Una característica llamativa del trabajo con Max fue la ausencia del acto en todos sus
matices.
Pensaba que su fuerte inhibición era la máscara que ocultaba, probablemente, un
importante monto de agresividad que no se animaba a mostrar(se), no sólo por las
fantasías destructivas subyacentes, sino porque tal vez no sentía a sus padres
disponibles como para sostener una confrontación.

El comienzo del fin

4 años más tarde, Max parecía estar lejos del chico pasivo e inseguro del inicio.
Por un lado y desde la realidad objetiva, se había vuelto un buen estudiante-promedio,
no 10- que mostraba gran entusiasmo y talento para la música que integraba una banda
de rock bastante popular con “toques” todos los fines de semana: “Cambié a Mozart por
los Rolling…no creo que mis padres estén muy conformes, pero es música, no? E
igualmente no he dejado de lado la música clásica, me sigue gustando, pero para
escucharla en soledad” solía decir.
Mantenía un vínculo de pareja estable desde hacía casi un año, con una chica de su edad
que contribuía, en gran medida, a la progresiva salida de la endogamia.
Desde su mundo interno, la sustancial disminución del sufrimiento, importantes logros
afectivos, cambios en las configuraciones ideales y en la severidad del super yo, así
como su creciente estabilidad emocional, permitían sostener la hipótesis de cambio
psíquico y que surgiera en ambos la idea de la terminación.
Aparecieron sueños elocuentes, fantasías y más tarde, el fragmento de sesión que elegí
transcribir.

4
“Venía pensando…que está bueno este espacio…para pensar, para dejarse ir y hasta
para pirarse y volver …(ríe) pero estoy con poco tiempo, la facu me exige mucho y la
banda y N. (la novia) me ocupan todo el tiempo libre….(pausa, golpea ritmicamente el
escritorio. Me recuerda el comienzo de nuestro trabajo, cuando su gran inhibición le
impedía hablar y se comunicaba con golpecitos, reproduciendo compases musicales)
Entonces…pensé en decirte que era bueno venir a encontrarme contigo y conmigo, fue
bueno…estos años pero también está la vida, no? Y hay que seguirla, no hay otra…
(Silencio)
A: Y te cuesta decir que quisieras seguirla solo, que sentís como si este espacio te la
trancara…como en otros tiempos pasaba con tus padres
M: Sí, pero me siento mal…desagradecido si digo eso, porque te debo mucho, me
ayudaste montones, estuviste en los momentos más jodidos que pasé y ahora, que estoy
mejor….quiero dejar de venir? ¿Cómo es ésto? ¿Como funciona?
A: ¿Cómo será esto de querer seguir encontrándote solo, sin análisis, funcionará?
M: Y..yo creo que sí, pero no hay certezas y me pregunto…bueno, me pregunto tantas
cosas! pero acá, es dejar de venir de una, así nomás? Suena raro…después de tanto
tiempo…
A: Te preguntás cómo hacer para separarte, decías que estás mejor, también que no
hay certezas, pero tal vez ya sea tiempo…
En sesiones posteriores acordamos una fecha de terminación, tres meses más tarde.
Nuestro trabajo giró predominantemente alrededor de su ambivalencia, el deseo de
“probarse” y el temor a “bajonearse”, decía.
Aunque acompañaba sus idas y vueltas, primaba en mí la idea de que Max estaba
preparado para terminar y yo para dejarlo ir.
Matices de enojo y tristeza coloreaban su discurso:
“Estuve un rato sentado en la playa con la guitarra, pero sin tocar, sólo la tenía ahí,
acompañándome en silencio mientras apoyaba en ella la cabeza… Miraba el mar que
está bravo, picado y pensaba como sería mi vida cuando sea grande, las
responsabilidades, las obligaciones, tanto esfuerzo…no será al pedo?
(Pienso que tal vez la referencia a la guitarra que lo acompaña en silencio esté
relacionada con el proceso de internalización de la figura de la analísta capaz de
“aguantarle la cabeza”, pero no me parece oportuno transmitírselo.
Tomo en cambio, el “cuando sea grande”, que entiendo elocuente de su resistencia a
crecer y le digo:

5
“Parece que es difícil sentirse grande, adulto, responsable, es mucho esfuerzo y a lo
mejor eso te enoja, te pone bravo, como el mar”
M: Ufa! Una cosa buena de terminar va a ser que no voy a tener que oír más
pelotudeces! Para eso ya tengo a mi vieja! (Siencio)
Pero algo de razón capaz que tenés,, porque vi en el parque un padre jugando con un
niño y dije “nunca más”. Qué boludo!
A: Da tristeza dejar atrás al niño chico que jugaba con papá, por eso, por momentos,
crecer parece ser “al pedo”.

Un “regalo” de fin de análisis

Max llega a la última sesión acompañado de su guitarra, y se sienta con ella en el diván
diciendo que el regalo que preparó para mi es una canción que quisiera tocar y cantar en
ese momento.
Entre sorprendida y movilizada, escucho un tema de Maná “Vivir sin aire”6 del cuál
transcribiré los fragmentos que, en ese momento hicieron mayor impacto en mi escucha:
“Como quisiera poder vivir sin aire, como quisiera poder vivir sin ti….pero no puedo,
siento que muero, me estoy ahogando sin tu amor”
“Como quisiera quererte un poco menos, como quisiera guardarte en un cajón…”
Cómo quisiera borrarte de un soplido, me encantaría guardar esta canción…”
Se unieron en mí el impacto estético de la música- muy bien ejecutada- y estos
fragmentos de la letra, inesperados e inquietantes que me llevaron a múltiples
cuestionamientos.
¿Cómo escucharlos? ¿Por qué habría elegido Max esa canción como regalo de
despedida?
¿Aludirían a que no habíamos logrado aflojar lo suficiente el lazo transferencial?
¿Tendría relación con un “amor de transferencia” no trabajado?
¿ Tal vez con una dificultad personal como analista para aceptar- al decir de Winnicott-
quedar “olvidada en un estante” al modo del objeto transicional ya desinvestido?
Mientras que Max parecía tranquilo , yo me sentí angustiada.
Intentando poner orden en mis ideas y emociones, le digo:

6
. “Maná”, según supe luego, es un grupo mexicano surgido a fines de los 80 gracias a cuatro
adolescentes que se unieron para interpretar temas de Led Zeppelin, los Rolling Stones y los Beatles

6
“Muy linda canción Maximiliano, pero por qué habrás elegido traerme “Vivir sin
aire” en la última sesión?”
M: (entre sorprendido y divertido) Yo te preguntaría por qué me llamás Maximiliano
justo hoy”
A. (Reparo asombrada en mi lapsus) “Muchas preguntas, mías, tuyas…será que la
despedida nos está pegando fuerte?” le digo.
M: Y, sí…pero yo sabía que me ibas a preguntar eso, porque es romántico y medio
dramático el tema, muy nostálgico.
Pero es metafórico…el amor y el aire no son lo mismo, no? Pensé que cuando vine, lo
que más me diste acá fue aire, libertad para ser yo mismo y eso me lo llevo conmigo.
A: Cierto, y tal vez yo quisiera que te llevaras a “Maximiliano” entero, sin tener que
rechazar aspectos de ti mismo porque los pensás como si fueran de tus padres.
M: Y no suena mal, eh? Al menos, ya no me suena tan desajustado!
A: Tal vez porque ahora te sentís más grande, más crecido..
.Los interrogantes quedaron en suspenso hasta que los acontecimientos por venir
demostraran si los inevitables restos transferenciales harían obstáculo en la capacidad de
Max para la independencia o se tramitarían, elaboración mediante, en un futuro
próximo. Pensé en la angustia, que no se había hecho demasiado presente durante
nuestro trabajo de finalización y surgía en esta despedida. En lo manifiesto, en mi
vivencia y el cuestionamiento de la función analítica, sublimada en Max a través de una
creación, su regalo, en el cuál parecían condensarse el reconocimiento y las angustias
depresivas propias de la separación
Recuerdo haber pensado como hecho significativo el que un adolescente que no
privilegiaba el acto como modo de expresión, hubiera elegido la última sesión de
análisis para poner en gesto- acto tantos afectos trascendentes.
Se me ocurrió que, tal vez, fuera su modo de mostrar un cambio en su “historia oficial”:
como el adolescente hiperintelectualizado y brillante- en la línea del máximo con el
cuál los padres lo signaran- le iba cediendo espacio al que ahora podía priorizar su
deseo.
Nos despedimos conmovidos pero con alegría. El, para transitar su vida y probar sus
posibilidades de hacerlo sin ayuda.

7
Yo, sintiendo que ya era tiempo de “ devolverlo7” a su familia, a la vida y al mundo
luego de un intenso trabajo que, esperaba, le posibilitaría seguir creciendo con
entusiasmo.
Stella Yardino
Marzo de 2012

Referencias bibliográficas
7
Comparto esta idea con Virginia Ungar, a quién agradezco el intercambio personal que sostuvimos hace
ya tiempo en relación al fin de análisis con niños, que yo me permito aquí hacer extensivo al análisis con
adolescentes. Queda pendiente el proyecto de un trabajo en común sobre el tema

8
Acevedo de Mendilaharsu, S . 1995 Subjetividad y tiempo en el espacio analítico” En:
Revista APU XI Jornadas Psicoanalíticas, Montevideo.
Baranger, W. 1994 “Proceso en espiral y campo dinámico” En: Artesanías
psicoanalíticas. Ed Kargieman, Buenos Aires.
De Urtubey, L 1994 “Sobre el trabajo de contratransferencia” En Revista de
Psicoanaílisis Buenos Aires. Vol 51 nº 4
Etchegoyen, H “Los fundamentos de la técnica psicoanalítica” 1986
Amorrortu Editores. Buenos Aires.
Freud, S. 1912 “Recordar, repetir y reelaborar” AE OC T XII
Freud, S. 1937” Análisis terminable e interminable” AE OC TXXIII
Freída, S. 1925 “Inhibición, síntoma y angustia” AE OC T XX
Winnicott, D W.1972 “El uso de un objeto y su relación por medio de identificaciones”
En Realidad y juego. Buenos Aires Granica.
Yardino, S 2005 “El fin de la historia o la historia sin fin” Publicación del XXVII
Simposio APdeBA El método psicoanalítico tal como lo practicamos.
Reconsideraciones acerca de la técnica.

Resumen

El trabajo propone una aproximación a las particularidades teórico-técnicas

del fin de análisis, considerado como un momento en el cuál se actualizan

los duelos que han pautado la historia de la díada analista- analizando.

En este momento del proceso, la angustia( ya sea que esté presente o no) se

constituye en indicador significativo de la resignificación, en

ambos integrantes de la dupla, de un núcleo infantil vinculado a la pérdida

y a la ausencia que se activa frente a la inminente separación.

Se toma un ejemplo clínico del fin de análisis con un adolescente para

trabajar estas ideas.

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