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Pesadillas en la infancia. En-torno del apremio por despertar.

Dra. Felisa Lambersky de Widder.


"El valiente guardián nocturno, cuya misión es velar por
el reposo de la pequeña ciudad, no tiene más remedio en
ciertas circunstancias, que armar alboroto y despertar a los
ciudadanos que duermen". (Freud, (1940, 1938).
Introducción:
Cuando las pesadillas cubren la noche de la infancia, des-cubrimos una infancia que es una pesadilla.
Dice Jones: “... todas las facultades caen bajo un hechizo paralizante y la desdichada víctima se siente
como encerrada viva, dentro de un ataúd o abrumada por una irresistible e inutilizable presión”.
Imperiosidad violenta de despertar, tan violenta como lo es el poder ejercido por la vivencia de terror,
afecto éste que es efecto de la sorpresa ante la masividad de la invasión de cantidades de excitación.
Momento del trauma, imposibilidad de ligadura, registro de dolor, emergencia de angustia, condición de
repetición.
Dice Freud: “... en las características del estado de dormir tiene que estar contenida la alteración de las
condiciones de funcionamiento del aparato psíquico”. (Freud -1900)
Indaguemos siguiendo este recorrido, el de la alteración de las condiciones de funcionamiento del
psiquismo, partiendo de algunas vestiduras que adquiere en la infancia el apremio por despertar: la pesadilla
y el pavor nocturno.
Deseo de dormir. Trabajo del dormir. ¿Deseo de despertar?.
En el mecanismo de la formación del sueño reconocemos las causas del trastorno del dormir.
"El sueño es el guardián del dormir”. Esta frase está presente como postulado categórico en tanto el
sueño en su misión, alude a la sumisión de los pensamientos latentes a un procesamiento que los torne
inocentes, ya que reprimidos durante la vigilia, pulsan por abrirse camino a la conciencia.
Los representantes pulsionales, tributarios del complejo dispositivo del soñar, acosan al Yo quien repudia
el acatamiento a la necesidad de dormir ante la inquietante demanda del inconciente del develamiento del
deseo.
En los trastornos del dormir el Yo se opondría a realizar el “trabajo del dormir”. Mediante esta labor el
sujeto adquiere esa condición psíquica “extraordinaria” que es la reactivación del estado de permanencia en
el seno materno.
¿En que consiste dicho trabajo?. Consiste en el desinvestimiento de la realidad exterior, la suspensión del
acceso a la motilidad voluntaria y la regresión a la etapa del narcisismo primitivo pleno y de la satisfacción
alucinatoria del deseo, procesos que denominó Freud regresiones temporales, del Yo y de la libido
respectivamente. Libido e interés del Yo se unen. Ello y Yo se aproximan. Porque el Yo regresa a sus
orígenes cada noche.
Dormir es para el ser humano un imperativo del que no puede huir. Condición fundamental es, por un
lado, el descenso de la carga endógena y por otro la clausura de los órganos sensoriales que favorece el
“recogimiento de la investidura de atención en la que descansa esa aparente inexcitabilidad sensorial”
(Freud-1895)
El sujeto periódicamente necesita volver a una situación similar a la vida intrauterina.
Freud introdujo en el fenómeno del sueño (dormir) un principio activo: el deseo de dormir. Se refirió a
él en varios momentos de su obra. Lo anunció en 1899. En la carta 200 dijo: “... el sueño busca cumplir en
cada caso un deseo, que se ha mudado en diferentes deseos. Es el deseo de dormir. Se sueña para no tener
que despertar porque se quiere dormir. “Tant de bruit pour une omelette”.
¿Qué sucede cuando el deseo de dormir es rechazado o el trabajo del dormir está abolido, razón por la
cual el celoso guardián se ve imposibilitado de ejercer su función y el sueño queda cautivo de los fantasmas
que, imaginariamente, intenta velar?.
Cuando el deseo de dormir ve frustrado el camino de la satisfacción por ausencia de la modificación
psíquica que significa el trabajo del dormir, los contenidos inconcientes son impulsados a la conciencia, los
cuales aparecen en ella en calidad de ataques de angustia.
En el soñar se produce un proceso de ligadura del exceso de tensión interna en relación con las
situaciones traumáticas o con estados de desvalimiento yoico.
"En términos psicoanalíticos, un adecuado funcionamiento sueño-vigilia, corresponde a un repliegue
espontáneo de la libido al estadio del narcisismo primario".(Kreisler). Quizás la clave esté dada por el
término espontaneidad del repliegue de la libido en el trabajo del dormir.
Freud menciona dos momentos de fractura en la regresión al narcisismo del estado de reposo: la que se
refiere a lo refractario de lo reprimido inconciente y a la sobreinvestidura de los pensamientos de vigilia, o
bien podríamos hablar de la sobreinvestidura de la percepción. “Cuanto más fuertes son las investiduras
pulsionales, más lábil es el dormir”.
En cuanto al repliegue espontáneo de la libido al narcisismo del dormir podemos decir que durante el
sueño está más libre el intercambio libidinal entre preconciente e inconciente, lo cual difiere de las
afecciones narcicistas en las cuales este comercio está bloqueado. Desde el punto de vista de una tópica de
la represión (desasimiento libidinal con regresión al Yo) la diferencia con el sueño radicaría en el sistema
en el cual recae el retiro de las investiduras. Cuando el dormir es el desenlace significa que todos los sistemas
han quedado desinvestidos en igual medida (Cc, Pcc, Icc). En la esquizofrenia la sustracción ocurre más
eficazmente en el Icc. (representación-cosa). En la confusión alucinatoria aguda la desinvestidura opera
fundamentalmente en el polo percepción-conciencia para desmentir una realidad intolerable y dar cabida a
la alucinación. Pero estas afecciones dejan rastros en el Yo.

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¿Cuáles serían las causas por las que dicho repliegue espontáneo se ve imposibilitado?. Quizás hablar
del dormir implique una pregunta acerca del despertar. ¿Que ocurre en las pesadillas?. ¿Podemos hablar de
un deseo de despertar?.
“Hablar del dormir como hablar del soñar equivale a quitar el velo de la estructura de la fantasía y de lo
imaginario infantil” (L. Garma), razón por la cual estos procesos anímicos no pueden ser reducidos a una
teoría general, sino a la singularidad.
Los estados de angustia en la infancia temprana se muestran como perturbaciones de las funciones
básicas tales como el dormir , el comer, etc.
Consideramos la pesadilla y el pavor nocturno en la infancia una forma de expresión de dicha alteración.
En su manifestación pueden anunciar o acompañar el desarrollo de un estado de desestructuración psíquica
o significar la ausencia de dicha estructuración.
Pesadilla: del latín pendere, que remite en su etimología a la palabra pesar.
Pesar: sentimiento de dolor interior que molesta y fatiga el ánimo.
Interrogando al material clínico.1
Pablito es llevado a la consulta a la edad de 2 años y 3 meses porque presenta trastornos del sueño, se
despierta de noche varias veces con ataques de angustia, llora sin consuelo y pega. Busca con frecuencia el
contacto corporal. Siempre tuvo dificultades para dormir, lo logra sólo si bebe mamaderas de jugo cada vez
que se despierta, también reclama la mamadera de día, aun para ir al jardín al que concurre desde poco antes
de cumplir 2 años. Evidencia algunas dificultades en el lenguaje aunque se comunica bien con la maestra y
los otros niños. Fue adoptado a los 14 días, los padres suponen que había estado desatendido dado que ellos
lo recibieron en cierto grado de desnutrición. La madre temía el encuentro con el bebe razón por la cual su
padre asumió la función materna con buena disposición. Se desconoce la historia previa.
Pablito se despierta a los gritos, llama a la madre, muestra gran agitación y llora con mucha congoja
sumido en un estado de profunda angustia, a tal punto que le impide anoticiarse del entorno conocido que
lo rodea. Se calma con el chupeteo de la mamadera y la voz de la madre.
Este perfil sintomático se presenta todas las noches y en algunas ocasiones también ocurre de día. La
madre se describe muy dependiente de su padre y de su hogar de origen a donde concurre diariamente al
regresar de su trabajo, con su hijo.
Poco antes de cumplir el niño 2 años la madre perdió espontáneamente un embarazo de 2 meses. Esta
situación, la de la pérdida, no le fue transmitida al niño, aunque sí le habían comunicado el embarazo.
Concurren desbordados por la angustia, estado que es habitual en la consulta por este síntoma. Es de
considerable importancia también el duelo en la madre.

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Material de la Lic. Nora Koremblit de Vinacur, a quien agradecemos el mismo.
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Es llamativo que en la primera hora de juego diagnóstica Pablito se interese por imágenes de un cuadro
que hay en el consultorio (para ello, se trepa a una sillita), describiendo figuras donde no las hay, es decir,
sobre el fondo del cuadro. Desplegó juegos acordes a su edad, conservando con él su mamadera. Al finalizar
la hora se quedó mirando el entorno con mucho detenimiento como si quisiera evitar la situación de pérdida
de lo percibido o más bien tratando de aprehenderlo. En esa ocasión concurrió con la madre y se angustió
ante la posibilidad de ser separado de ella. Sin embargo se alivió con la intervención de la terapeuta de quien
escuchó palabras que nombraban su afecto displacentero.
En la segunda hora, a la que concurrió con su padre, también portó su mamadera, si bien en esta ocasión
ante la sugerencia de la terapeuta, la dejó en la sala de espera.
Pidió a la terapeuta que le dibuje “una luna con ojos y boca y un sol”. Insistió en “luna, luna”,
preguntando al mismo tiempo por la madre. Jugó a alimentar un bebé y sobre el final de la sesión Pablo
comenzó a llorar con desesperación preguntando por la madre. Al finalizar la hora el padre comentó que
desde hacía tres días permanecía más tiempo tranquilo durante el día.
Análisis del material clínico.
¿Porqué el niño sobre un fondo de vacío crea imágenes donde no las hay?. ¿Podrá esta escena evidenciar
el modo de funcionamiento de su psiquismo?.
El crear una imagen en el vacío ¿será la necesidad de proyectar allí la imagen o las palabras faltantes?
Su despertar violento en medio de una crisis de angustia quizás esté orientado, como los sueños
traumáticos, a recuperar el dominio en este caso no tanto del objeto, sino de su ausencia, morigerando así el
afecto displacentero. Dolor psíquico que incita al Yo a su desvanecimiento ya que algunos de los
dispositivos con los que cuenta, tales como el examen de realidad, pueden estar anulados en el dormir. La
vivencia de terror es el modo fundamental de ligar con Eros (“el perturbador de la paz”) la pulsión de muerte
vía musculatura, transformándola en pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento. Recordemos que el
niño agita su cuerpo y pega.
El despertar violento respondería a la necesidad de generar un espacio (el cuadro) y crear en él una
imagen a la manera de un doble, formación perteneciente a las épocas psíquicas primitivas, re-creando por
un lado la situación traumática de la ausencia y al mismo tiempo en un intento excesivo por ligar el quantum
de excitación, que inundó su psiquismo ante el sentimiento de desamparo.
Freud dice que el doble es un reaseguro ante la vivencia de destrucción del Yo “un enérgico mentís ante
la omnipotencia de la muerte”. Imagen especular cuyo destino es la defensa del sentimiento de aniquilación
del Yo, imagen qué aun en su carácter de “siniestro” conduce a un cierto grado de enlace; percepción que
adquiere un valor identificatorio.
El despertar crea un espacio, como está descripto en el juego del fort-dá,(Freud estudió también en el
jugar el funcionamiento psíquico). En ese espacio, el niño ubica en un primer momento la imagen ausente

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(terror, llanto, descarga motriz, agitación) estados anudados al apremio de la vida. La imagen creada es un
paso posterior en el cual el niño comienza a establecer ligaduras con la representación-cuerpo de la madre.
Creación de una imagen materna para elaborar la angustia derivada de la ausencia del objeto.
Comprobamos que en la segunda hora se repite la escena aunque con otro contenido que es el pedido de
elementos figurativos en la hoja en blanco. Luna con ojos y boca, exigiendo mirada y voz ¿atributos del
objeto primordial?. Un espejo en el cual reflejarse.
“En lo extraño inquietante, el afuera se convierte en el reflejo del adentro y la actividad perceptiva se
modela según la experiencia del espejo, porque el cuerpo, en cuanto sujeto, tiene la particularidad de ser un
rostro que no es visible sino para otro y que comienza por ser el rostro del otro (sobre la base de la
identificación primaria el lactante tiene el rostro de la madre)”. (Sami Alí, 1979).
Retomando la pregunta acerca de las causas por las cuales queda inhibido el repliegue de la libido al
estadio del narcisismo primitivo.
¿Porqué no puede desinvestir la realidad como se desprende de la escena en la que queda fijado a la
percepción de los objetos del consultorio de la terapeuta?. Experiencia de aprehensión de la vivencia desde
la mirada.
Quizás porque ha faltado un semejante materno a quien investir. Numerosos autores relacionan el dormir
del bebé a la fusión con la madre. Un repliegue sobre sí mismo inhibido corresponde a una hendidura en ese
vínculo. Se manifiesta en este síntoma una alteración en la constitución del narcisismo primario, alteración
que denuncia un malogro en las condiciones del funcionamiento del psiquismo.
Habría otras reflexiones respecto del material que no podemos abordar por razones de espacio, tales
como la importancia del aborto después de la adopción. Esta situación nos abre un interrogante acerca del
deseo inconciente de la madre. También cabría alguna construcción en relación al ataque de angustia de
Pablito sobre el final de la segunda hora.
En la pesadilla el despertar implica un cierto pasaje del estado de tensión a un precario restablecimiento
de su atenuación. En algunos casos el niño puede recordar lo soñado y este proceso sugiere un mayor grado
de posibilidad de enlace del afecto a la representación.
En otros casos, en los que no se recuerda el contenido de lo alucinado estamos en presencia de los
llamados pavores nocturnos que Freud define como ataques de angustia con alucinaciones y la ansiedad,
resultado de los impusos sexuales reprimidos y distorsionados.
La diferenciación más precisa entre pesadilla y pavor nocturno requiere un estudio más extenso.
Quizás sea necesario tener en cuenta que, a la edad del paciente, 2 años 3 meses, el niño se encamina
hacia la etapa de la conflictiva edípica que da origen a la histeria de angustia infantil, partiendo de la etapa
anal.

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De acuerdo a lo señalado por los autores que han desarrollado este objeto de estudio, algunos trastornos
del dormir pueden ser habituales a partir de los 18 meses. Cabe preguntarse por este entorno temporal aunque
excede las posibilidades en esta oportunidad. Sin embargo es necesario notar que en este niño las dificultades
en el movimiento sueño-vigilia habían aparecido antes. Esta circunstancia implicaría dirigir la mirada hacia
alguna perturbación en las condiciones de funcionamiento de su psiquismo vinculado a la precocidad de la
situación traumática. Una talla debida al desencuentro inicial con el semejante materno.
Apremio por despertar: Guardián del vivir.
En la cita que hacemos referencia en la introducción, Freud dice que en ciertas condiciones el
funcionamiento del aparato psíquico se altera y que dichas variaciones pueden reconocerse estudiando
también el estado de dormir. Dijimos además que el estudio del dormir promueve la apertura de
interrogantes acerca del despertar. Entonces, en función de lo expuesto en este trabajo podríamos considerar
tanto la pesadilla como el pavor nocturno y otros despertares apremiantes como guardianes del vivir.
Del material clínico estudiado se desprende la dinámica conflictiva en relación a ciertos trastornos del
dormir. En su imperiosidad violenta por despertar el niño se esfuerza por constituir un mundo de
percepciones al cual aferrarse (recordar el final de la primera sesión y el inicio de la segunda). Pasaje
doloroso por cuanto en él se repite lo padecido; el dormir, en esta circunstancia es vasallo de la pulsión de
muerte. El sueño no logra asumir la función de guardián del dormir y el despertar se constituye en estos
casos en guardián del vivir. Un despertar en búsqueda de sensaciones más allá de la mirada como forzado
intento de fundar el objeto.
También se revela el apremio por crear una vivencia, vivencia de la presencia del objeto, necesidad que
es diferente de lo acontecido con el niño del juego del fort-da, quien provocaba la desaparición del carretel
ya que éste simbolizaba un objeto al cual podía perder.
En las alteraciones de las condiciones de funcionamiento del psiquismo, tal como se presentan en los
síntomas estudiados, el impacto traumático del despertar violento es el requisito posible para ligar otro
trauma.

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Bibliografía:.
Freud, S.: Cartas a Fliess. A.E. 1994.
Freud, S. : Obras completas. A.E. 1979.
Jones, E.: La Pesadilla. Paidós. 1947
Maldavsky, D.: Pesadillas en vigilia. A.E. 1995.
Widder, F. L. de: Des-velos: del trabajo del dormir a sus tras-tornos. Symposium A.P.A. 1995.

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