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¿Cuáles serían las causas por las que dicho repliegue espontáneo se ve imposibilitado?. Quizás hablar
del dormir implique una pregunta acerca del despertar. ¿Que ocurre en las pesadillas?. ¿Podemos hablar de
un deseo de despertar?.
“Hablar del dormir como hablar del soñar equivale a quitar el velo de la estructura de la fantasía y de lo
imaginario infantil” (L. Garma), razón por la cual estos procesos anímicos no pueden ser reducidos a una
teoría general, sino a la singularidad.
Los estados de angustia en la infancia temprana se muestran como perturbaciones de las funciones
básicas tales como el dormir , el comer, etc.
Consideramos la pesadilla y el pavor nocturno en la infancia una forma de expresión de dicha alteración.
En su manifestación pueden anunciar o acompañar el desarrollo de un estado de desestructuración psíquica
o significar la ausencia de dicha estructuración.
Pesadilla: del latín pendere, que remite en su etimología a la palabra pesar.
Pesar: sentimiento de dolor interior que molesta y fatiga el ánimo.
Interrogando al material clínico.1
Pablito es llevado a la consulta a la edad de 2 años y 3 meses porque presenta trastornos del sueño, se
despierta de noche varias veces con ataques de angustia, llora sin consuelo y pega. Busca con frecuencia el
contacto corporal. Siempre tuvo dificultades para dormir, lo logra sólo si bebe mamaderas de jugo cada vez
que se despierta, también reclama la mamadera de día, aun para ir al jardín al que concurre desde poco antes
de cumplir 2 años. Evidencia algunas dificultades en el lenguaje aunque se comunica bien con la maestra y
los otros niños. Fue adoptado a los 14 días, los padres suponen que había estado desatendido dado que ellos
lo recibieron en cierto grado de desnutrición. La madre temía el encuentro con el bebe razón por la cual su
padre asumió la función materna con buena disposición. Se desconoce la historia previa.
Pablito se despierta a los gritos, llama a la madre, muestra gran agitación y llora con mucha congoja
sumido en un estado de profunda angustia, a tal punto que le impide anoticiarse del entorno conocido que
lo rodea. Se calma con el chupeteo de la mamadera y la voz de la madre.
Este perfil sintomático se presenta todas las noches y en algunas ocasiones también ocurre de día. La
madre se describe muy dependiente de su padre y de su hogar de origen a donde concurre diariamente al
regresar de su trabajo, con su hijo.
Poco antes de cumplir el niño 2 años la madre perdió espontáneamente un embarazo de 2 meses. Esta
situación, la de la pérdida, no le fue transmitida al niño, aunque sí le habían comunicado el embarazo.
Concurren desbordados por la angustia, estado que es habitual en la consulta por este síntoma. Es de
considerable importancia también el duelo en la madre.
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Material de la Lic. Nora Koremblit de Vinacur, a quien agradecemos el mismo.
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Es llamativo que en la primera hora de juego diagnóstica Pablito se interese por imágenes de un cuadro
que hay en el consultorio (para ello, se trepa a una sillita), describiendo figuras donde no las hay, es decir,
sobre el fondo del cuadro. Desplegó juegos acordes a su edad, conservando con él su mamadera. Al finalizar
la hora se quedó mirando el entorno con mucho detenimiento como si quisiera evitar la situación de pérdida
de lo percibido o más bien tratando de aprehenderlo. En esa ocasión concurrió con la madre y se angustió
ante la posibilidad de ser separado de ella. Sin embargo se alivió con la intervención de la terapeuta de quien
escuchó palabras que nombraban su afecto displacentero.
En la segunda hora, a la que concurrió con su padre, también portó su mamadera, si bien en esta ocasión
ante la sugerencia de la terapeuta, la dejó en la sala de espera.
Pidió a la terapeuta que le dibuje “una luna con ojos y boca y un sol”. Insistió en “luna, luna”,
preguntando al mismo tiempo por la madre. Jugó a alimentar un bebé y sobre el final de la sesión Pablo
comenzó a llorar con desesperación preguntando por la madre. Al finalizar la hora el padre comentó que
desde hacía tres días permanecía más tiempo tranquilo durante el día.
Análisis del material clínico.
¿Porqué el niño sobre un fondo de vacío crea imágenes donde no las hay?. ¿Podrá esta escena evidenciar
el modo de funcionamiento de su psiquismo?.
El crear una imagen en el vacío ¿será la necesidad de proyectar allí la imagen o las palabras faltantes?
Su despertar violento en medio de una crisis de angustia quizás esté orientado, como los sueños
traumáticos, a recuperar el dominio en este caso no tanto del objeto, sino de su ausencia, morigerando así el
afecto displacentero. Dolor psíquico que incita al Yo a su desvanecimiento ya que algunos de los
dispositivos con los que cuenta, tales como el examen de realidad, pueden estar anulados en el dormir. La
vivencia de terror es el modo fundamental de ligar con Eros (“el perturbador de la paz”) la pulsión de muerte
vía musculatura, transformándola en pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento. Recordemos que el
niño agita su cuerpo y pega.
El despertar violento respondería a la necesidad de generar un espacio (el cuadro) y crear en él una
imagen a la manera de un doble, formación perteneciente a las épocas psíquicas primitivas, re-creando por
un lado la situación traumática de la ausencia y al mismo tiempo en un intento excesivo por ligar el quantum
de excitación, que inundó su psiquismo ante el sentimiento de desamparo.
Freud dice que el doble es un reaseguro ante la vivencia de destrucción del Yo “un enérgico mentís ante
la omnipotencia de la muerte”. Imagen especular cuyo destino es la defensa del sentimiento de aniquilación
del Yo, imagen qué aun en su carácter de “siniestro” conduce a un cierto grado de enlace; percepción que
adquiere un valor identificatorio.
El despertar crea un espacio, como está descripto en el juego del fort-dá,(Freud estudió también en el
jugar el funcionamiento psíquico). En ese espacio, el niño ubica en un primer momento la imagen ausente
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(terror, llanto, descarga motriz, agitación) estados anudados al apremio de la vida. La imagen creada es un
paso posterior en el cual el niño comienza a establecer ligaduras con la representación-cuerpo de la madre.
Creación de una imagen materna para elaborar la angustia derivada de la ausencia del objeto.
Comprobamos que en la segunda hora se repite la escena aunque con otro contenido que es el pedido de
elementos figurativos en la hoja en blanco. Luna con ojos y boca, exigiendo mirada y voz ¿atributos del
objeto primordial?. Un espejo en el cual reflejarse.
“En lo extraño inquietante, el afuera se convierte en el reflejo del adentro y la actividad perceptiva se
modela según la experiencia del espejo, porque el cuerpo, en cuanto sujeto, tiene la particularidad de ser un
rostro que no es visible sino para otro y que comienza por ser el rostro del otro (sobre la base de la
identificación primaria el lactante tiene el rostro de la madre)”. (Sami Alí, 1979).
Retomando la pregunta acerca de las causas por las cuales queda inhibido el repliegue de la libido al
estadio del narcisismo primitivo.
¿Porqué no puede desinvestir la realidad como se desprende de la escena en la que queda fijado a la
percepción de los objetos del consultorio de la terapeuta?. Experiencia de aprehensión de la vivencia desde
la mirada.
Quizás porque ha faltado un semejante materno a quien investir. Numerosos autores relacionan el dormir
del bebé a la fusión con la madre. Un repliegue sobre sí mismo inhibido corresponde a una hendidura en ese
vínculo. Se manifiesta en este síntoma una alteración en la constitución del narcisismo primario, alteración
que denuncia un malogro en las condiciones del funcionamiento del psiquismo.
Habría otras reflexiones respecto del material que no podemos abordar por razones de espacio, tales
como la importancia del aborto después de la adopción. Esta situación nos abre un interrogante acerca del
deseo inconciente de la madre. También cabría alguna construcción en relación al ataque de angustia de
Pablito sobre el final de la segunda hora.
En la pesadilla el despertar implica un cierto pasaje del estado de tensión a un precario restablecimiento
de su atenuación. En algunos casos el niño puede recordar lo soñado y este proceso sugiere un mayor grado
de posibilidad de enlace del afecto a la representación.
En otros casos, en los que no se recuerda el contenido de lo alucinado estamos en presencia de los
llamados pavores nocturnos que Freud define como ataques de angustia con alucinaciones y la ansiedad,
resultado de los impusos sexuales reprimidos y distorsionados.
La diferenciación más precisa entre pesadilla y pavor nocturno requiere un estudio más extenso.
Quizás sea necesario tener en cuenta que, a la edad del paciente, 2 años 3 meses, el niño se encamina
hacia la etapa de la conflictiva edípica que da origen a la histeria de angustia infantil, partiendo de la etapa
anal.
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De acuerdo a lo señalado por los autores que han desarrollado este objeto de estudio, algunos trastornos
del dormir pueden ser habituales a partir de los 18 meses. Cabe preguntarse por este entorno temporal aunque
excede las posibilidades en esta oportunidad. Sin embargo es necesario notar que en este niño las dificultades
en el movimiento sueño-vigilia habían aparecido antes. Esta circunstancia implicaría dirigir la mirada hacia
alguna perturbación en las condiciones de funcionamiento de su psiquismo vinculado a la precocidad de la
situación traumática. Una talla debida al desencuentro inicial con el semejante materno.
Apremio por despertar: Guardián del vivir.
En la cita que hacemos referencia en la introducción, Freud dice que en ciertas condiciones el
funcionamiento del aparato psíquico se altera y que dichas variaciones pueden reconocerse estudiando
también el estado de dormir. Dijimos además que el estudio del dormir promueve la apertura de
interrogantes acerca del despertar. Entonces, en función de lo expuesto en este trabajo podríamos considerar
tanto la pesadilla como el pavor nocturno y otros despertares apremiantes como guardianes del vivir.
Del material clínico estudiado se desprende la dinámica conflictiva en relación a ciertos trastornos del
dormir. En su imperiosidad violenta por despertar el niño se esfuerza por constituir un mundo de
percepciones al cual aferrarse (recordar el final de la primera sesión y el inicio de la segunda). Pasaje
doloroso por cuanto en él se repite lo padecido; el dormir, en esta circunstancia es vasallo de la pulsión de
muerte. El sueño no logra asumir la función de guardián del dormir y el despertar se constituye en estos
casos en guardián del vivir. Un despertar en búsqueda de sensaciones más allá de la mirada como forzado
intento de fundar el objeto.
También se revela el apremio por crear una vivencia, vivencia de la presencia del objeto, necesidad que
es diferente de lo acontecido con el niño del juego del fort-da, quien provocaba la desaparición del carretel
ya que éste simbolizaba un objeto al cual podía perder.
En las alteraciones de las condiciones de funcionamiento del psiquismo, tal como se presentan en los
síntomas estudiados, el impacto traumático del despertar violento es el requisito posible para ligar otro
trauma.
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Bibliografía:.
Freud, S.: Cartas a Fliess. A.E. 1994.
Freud, S. : Obras completas. A.E. 1979.
Jones, E.: La Pesadilla. Paidós. 1947
Maldavsky, D.: Pesadillas en vigilia. A.E. 1995.
Widder, F. L. de: Des-velos: del trabajo del dormir a sus tras-tornos. Symposium A.P.A. 1995.