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Psicothema, 1996. Vol. 8, nº 1, pp.

229-240
ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG

LA MENTALIDAD POSTMODERNA*
José Luis Pinillos
Universidad Complutense de Madrid

Excmo. y Magfco. Sr. Rector, Señoras y comparte con las gentes de su grupo. Lo
Señores: que entendemos por mentalidad es, pues,
la forma social de la mente, es decir, la
Sean mis primeras palabras de agrade- forma particular que adopta la vida mental
cimiento a esta Universidad de Oviedo y a en función de su pertenencia a una socie-
su Rector, Don Santiago Gascón, que se dad determinada. El homo universalis es
han dignado honrarme admitiéndome en el un ideal del que, en el sentir postmoderno,
seno de su eminente Claustro de Profeso- es menester desconfiar. En mi interven-
res. A todos ellos, y muy en especial a mis ción trataré de explicar el porqué de esta
compañeros y amigos de la Facultad de desconfianza de los postmodernos en la
Psicología y a mi Padrino y Decano Sera- Idea de una mentalidad universa1.
fín Lemos, mi más sincera gratitud. Esta La tarea no es nada fácil, entre otras ra-
distinción que tan generosamente me ha- zones por la ambigüedad del propio térmi-
béis otorgado me hermana aún más con no ‘post-moderno’ que, en realidad, signi-
vuestra Universidad, que ya es también la fica bien poco, pues es obvio que ‘después
mía, y con esta noble ciudad de Oviedo a de’ lo moderno puede venir cualquier co-
la que me unen lazos de los que perduran sa. La voz ‘postmodernidad’ deja práctica-
toda la vida. Gracias de nuevo, Sr. Rector, mente intacto el ahora, lo que sigue a lo
y mi reconocimiento a todos. Ahora per- moderno, porque su referente es un tiempo
mítidme que cumpla con la grata obliga- que se supone ya pasado. A esta circuns-
ción de pronunciar mi discurso de ingreso tancia se une la condición plural y algo ex-
en este Claustro. travagante del propio postmodernismo
que, como es natural, se resiste a todo
La mentalidad postmoderna aquello que tienda a unificarlo, a conver-
tirlo en un monolito doctrinal, a la par que
Considerada en sí misma, al margen de manifiesta unas ideas bastante chocantes
sus determinaciones biológicas y sociales, para el común de las gentes. De ahí que si
la mente humana es una abstracción cien- se desconoce el sentido profundo del pen-
tífica o filosófica que carece de existencia samiento postmoderno, la simple enume-
real. El hombre es siempre de algún lugar, ración de sus rasgos más salientes resulta
piensa en una lengua concreta y tiene una incomprensible o fastidiosa para el hom-
manera de ser y de ver la realidad que bre de la calle y, al parecer, también para

Correspondencia: José Luis Pinillos * Discurso pronunciado con motivo de su investidura


Real Academia de la Lengua como Doctor Honoris Causa por la Universidad de
Madrid. Spain Oviedo

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LA MENTALIDAD POSTMODERNA

las elites. En líneas generales, esta imagen nos agrade o no, de que sea bueno, malo o
de un postmodernismo trivial y sin pies ni regular, el fenómeno postmoderno es una
cabeza es la que se ha depositado en la realidad con indiscutible presencia en los
opinión pública española. círculos intelectuales y artísticos de Euro-
Por razones en las que no hay tiempo pa y América, que parece haber prendido
de entrar ahora, la realidad es que, con en la mentalidad de las generaciones jóve-
las excepciones de rigor, aquí el tema de nes.
la postmodernidad no cayó bien. Al poco Por descontado, nada de esto quiere de-
tiempo, nuestros expertos en el arte de cir que por ahí ande todo el mundo entu-
estar de vuelta de las cosas sin haber ido siasmado con las ideas postmodernas, o
se apresuraron a dar por superado el que el pensamiento moderno haya desapa-
asunto de la postmodernidad y decidie- recido de la escena. En otras partes, las
ron anunciar su próxima defunción. Lo críticas al postmodernismo son muy nu-
que ha ocurrido luego no tiene mucho merosas y a veces feroces. Excepto que las
que ver con eso, pero la mala imagen ha críticas de los postmodernos a la moderni-
perdurado. No importa que fuera de Es- dad tampoco escasean y, a menudo, son de
paña el postmodernismo haya originado las que levantan ampollas. A decir verdad,
a un debate importante, que aún continúa la confrontación actual entre modernos y
vivo en América y en gran parte de Eu- postmodernos no es menos fuerte que la
ropa. Últimamente, a pesar de la escasa famosa querella de antiguos y modernos
atención que se la prestado al tema, las que tuvo lugar durante la Ilustración. Hoy
encuestas de Juan Díez Nicolás y Aman- por hoy, después de más de treinta años,
do de Miguel han detectado en la pobla- continúa la polémica, siguen enfrentados
ción española la aparición de unos nue- los partidarios de desguazar lo que queda
vos valores postmaterialistas caracterís- de la modernidad, con los que por el con-
ticos del proceso de posmodernización trario están decididos a reflotarla por enci-
que, según algunas investigaciones so- ma de todo. En ambas posturas hay mu-
ciológicas, ha reemplazado desde hace chos matices, por supuesto, pero en esen-
un cuarto de siglo al proceso de moder- cia las posiciones principales en relación
nización clásico2. con este asunto son de tres clases. Por un
Alguien podría objetarme de todos mo- lado, están los postmodernistas radicales,
dos que, diga lo que diga Inglehart, no hay que creen que la ruptura ya se ha produci-
que hacer mucho caso de la postmoderni- do y no tiene vuelta atrás. En unos casos,
dad porque objetivamente es un tema frí- la interpretación de la supuesta ruptura es
volo, carente de interés y ya anticuado. positiva; este es por ejemplo el caso de
Pudiera ser, no digo que no. Pero lo que John Cage o Nicolas Zurbrugg, que defini-
está ocurriendo en los países llamados tivamente esperan del postmodernismo un
avanzados no es precisamente eso. En es- mundo mejor. Otros, como Baudrillard,
tos países, los hechos apuntan en sentido coinciden en que la ruptura se ha produci-
contrario al anuncio de la muerte del do, sólo que para mal. Algunos entusiastas
postmodernismo. Yo más bien creo que lo de Braudillard, como los canadienses Kro-
que ocurrió aquí es que el tema se despa- ker y Cook, llegan al extremo de conside-
chó antes de tiempo y luego resultó que las rar el postmodernismo como una cultura
cosas tomaron un camino distinto del que excremental. En el otro extreno se encuen-
parecía que iban a seguir. Hoy resulta difí- tran aquellos que niegan la existencia de
cil negar que, con independencia de que discontinuidad o ruptura alguna, como es

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el caso de Jürgen Habermas, de Callinicos bermas, Umberto Eco, Richard Rorty,


o Charles Taylor. Por último, son mayoría Charles Jencks, Jacques Derrida, o Jean-
los que han optado por una dialéctica de François Lyotard, por citar sólo algunos
continuidades y discontinuidades: por nombres de los más conocidos a esta orilla
ejemplo, Jean-François Lyotard, Richard del Atlántico.
Rorty, Stephen Toulmin, Fredric Jameson, A todo esto es menester añadir que el
David Harvey y muchos más. La voz que postmodernismo ha encontrado eco en ma-
en cambio ha enmudecido es la de los que terias y disciplinas tan diversas como la
en su día anunciaron la pronta muerte del historia, el arte, la literatura, la semiolo-
postmodernismo. Los años han pasado y el gía, el teatro, el cine, la música, la crítica
postodernismo sigue en pie, como podrán cultural, la educación, el feminismo, los
colegir ustedes de algunos datos que, aun- prejuicios raciales, el derecho, la sociolo-
que sea sólo de un modo telegráfico, les gía, la economía, la ciencia política, la ar-
ofreceré a continuación. Son datos que ha- quitectura, la ecología, la medicina, la psi-
blan por sí mismos respecto de la situación cología, la psiquiatría, la antropología, la
en que se encuentra actualmente la cues- filosofía y también la teología. Por su-
tión. puesto, el eco no ha sido siempre favora-
Diré algo en primer lugar de publica- ble. Ha habido comentarios enormemente
ciones y de autores. El debate de la post- elogiosos, pero también mortales de nece-
modernidad está efectivamente tan “supe- sidad. Lo que no ha habido es silencio, in-
rado” que la Biblioteca de la Universidad diferencia. La presencia activa del
de Harvard, por hablar de un tema que he postmodernismo en la escena intelectual
seguido directamente, ha incorporado a de países como Estados Unidos y Canadá,
sus fondos durante los últimos cuatro o o los miembros de la Comunidad Europea,
cinco años como medio millar de libros valga el ejemplo, constituye un hecho de
sobre postmodernismo. De otra parte, sin bulto que no es serio pretender esquivar.
más trabajo que anotar las editoriales del Pero hay algo más que, aunque sea
centenar de obras que he manejado en es- brevísimamente, todavía debo añadir a
tos años sobre este asunto, me he encon- este preámbulo. Me refiero al lenguaje.
trado con que aproximadamente una terce- Entre las partículas compositivas de los
ra parte de esos libros han sido publicados idiomas modernos, el prefijo ‘post’ está
por universidades tan aficionadas a patro- en alza desde hace aproximadamente una
cinar tonterías como el M.I.T., Yale, Prin- década. Sobre todo a partir del último
ceton, John Hopkins, Chicago, Illinois, lustro, cada vez son más las palabras que
Columbia, New York State, San Diego, ponen sus referentes a la cola de otros, es
Berkeley, California, Oxford, Cambridge, decir, que definen sus objetos por ir “de-
la Open University británica o la propia trás de” o “después de” algo previo, sea
Universidad de Harvard, aparte de edito- la modernidad, la guerra o cualquier otra
riales privadas, algunas de gran prestigio, cosa que al pasar haya dejado “detras de”
cuyo nombre me callo, no sea que algún sí - que eso quiere decir ‘post’ - ciertas
juez me incluya en la lista. Huelga decir secuelas. El término posguerra, vaya por
que, entre tanto libro, hay de todo. Los hay caso, lo define el Diccionario de la Aca-
deleznables, por supuesto, y la crítica es demia como tiempo inmediato a la termi-
bien dura con ellos; pero los hay también nación de una guerra, durante el cual sub-
que llevan la firma de autores como Step- sisten las perturbaciones ocasionadas por
hen Toulmin, Charles Taylor, Jürgen Ha- la misma. Por analogía con la palabra

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postguerra, lo postmoderno vendría a ser “Hasta ahora, jamás un signo lin-


el oleaje producido por el naufragio de la güístico, anunciando el advenimien-
modernidad. to de una época nueva, había recibi-
Hasta hace poco tiempo, esta clase de do una atención tan generalizada a
palabras se contaban con los dedos de la nivel internacional e interdisciplinar
mano. El Tesoro de la lengua castellana o como el postmodernismo” 3.
española, de Covarrubias (1611) mencio-
na sólo tres voces -postre, postrero y pos- Creo que la evaluación de Ingeborg Ho-
trimerías- que, en realidad, son variantes esterey, que es el autor de estas líneas, re-
de la misma palabra. Siglo y medio des- fleja la realidad del postmodernismo como
pués, en el 1778, el Diccionario de la Real un fenómeno cultural que no tiene dema-
Academia Española registra unas pocas siado que ver con la movida, ni tampoco
más, como una media docena, entre las es tan sencillo de entender como creen al-
que, por cierto, no se habla aún de ‘pos- gunos. A propósito de la Europa del Este,
guerra’. Por último, en la edición del 92, L.B. Smárgunov, un profesor de la Univer-
las palabras que empiezan con ‘pos’ o sidad de San Petersburgo, ha publicado
‘post’ son ya más numerosas - aparecen hace poco un artículo contando que los
postoperatorio, posventa y otras por el es- movimientos de protesta de Rusia y otros
tilo -, aunque aún falta por incorporar la países de la órbita de la antigua Unión So-
prolífera generación de neologismos que viética se oponen, desde luego, a las es-
proceden del vocablo ‘postmoderno’. tructuras del antiguo régimen totalitario y
Aparte de esto, en mis lecturas me en- propugnan la defensa del pluralismo y la
cuentro cada vez con más frecuencía neo- diferencia, en el espíritu del postmodernis-
logismos formados con el prefijo ‘post’, mo, excepto que entendiéndolo a través de
tales como postmarxista, postcolonial, la lógica totalitaria, que es naturalmente la
postpositivista, postilustrado, postdivor- que la gente tiene por educación 4. Ya me
cio, postparto, poscristiano o poscomu- doy cuenta, desde luego, que el ejemplo de
nión y otras muchas - unas treinta, hasta Rusia no es del todo aplicable a España.
ahora - que aún no están en el Diccionario Pero lo cierto es que, aunque por otras ra-
de la Academia. Pero aun así, aunque el zones, también aquí el postmodernismo ha
incremento es notable, no significa nada si tropezado con una resistencia que merece
se compara con la impresionante lista que ser analizada, no sé si en términos freudia-
aparece en el Webster de este año, con más nos, pero sí próximos al psicoanálisis.
de 300 entradas de neologismos en ‘post’. En definitiva, dado el estado de vague-
Este fenómeno lingüístico quiere decir al- dad en que ha quedado por estos parajes el
go: indica a mi parecer inseguridad en un problema de la postmodernidad, creo que
presente cuyo futuro es incierto y cuyo mi intento de aclarar un poco más en qué
único referente es un pasado que ya no consiste eso de ser postmoderno acaso
existe. puede tener algún sentido. No hace falta
En fin, todas estas y alguna más son las devanarse mucho los sesos para compren-
razones, pienso yo, por las que el editor de der que si a la gente se le dice a palo seco
una reciente y muy crítica compilación de que los postmodernos defienden el caos,
textos sobre el postmodernismo, titulada juegan al ‘vale todo’ en el arte y en la vi-
simbólicamente Zeitgeist in Babel, se ha da, les encantan el collage y los pastiches,
sentido en la obligación de declarar lo si- en arquitectura mezclan el gótico con el
guiente: estilo internacional de Mies van der Rohe

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o de Le Corbusirère, se complacen en te transfondo explicativo, y las afirmacio-


romper las fronteras y límites de las disci- nes se exponen de tal forma que lo que
plinas científicas, no respetan los géneros, más resalte es lo que tienen de contrarias
ni los literarios ni los del sexo, dan por ob- al sentido común y a la recta razón, y
soletos el heroismo y la patria, anteponen cuando además se emplea un lenguaje abs-
las autonomías y el cultivo de las lenguas truso, plagado de galicismos y de términos
vernáculas a la Nación y su idioma oficial, insólitos como ‘diferendo’, ‘différance’,
van de frívolos e irónicos por la vida, textualidad, paralogismo, conmodificacio-
practican la crítica por sistema, tienen co- nes, implosión o performatividad, en ese
mo objetivo prioritario desmontar cual- momento es obvio que cabe esperar lo pe-
quier conocimiento o sistema establecido, or. Habrá quizá quien ponga cara de cir-
desprecian la metafísica, cultivan el pen- cunstancias y diga que muy bien; otros se
samiento light, declaran que su filosofía reirán, y algunos llegarán a enfadarse ante
carece de fundamento, rechazan la idea de lo que consideren que es una intolerable
verdad, recelan de la objetividad, opinan tomadura de pelo. Por fortuna, no faltan
que nuestras representaciones mentales no quienes se han preocupado de proponer
son reflejo de las cosas sino construccio- explicaciones teóricas del asunto. Críticos
nes socio-lingüísticas, se oponen al huma- marxistas como Fredric Jameson, por
nismo, han condenado a muerte al sujeto, ejemplo, mantienen la tesis de que el
están en contra de la autenticidad perso- postmodernismo es la lógica cultural del
nal, abrigan muchas reservas con respecto capitalismo tardío. Sociólogos conserva-
a las señas de identidad de las personas y dores como Daniel Bell tienden a cargarle
de los grupos, prefieren el cambio y las a la postmodernidad el muerto de los con-
rupturas a la permanencia y continuidad flictos del capitalismo. Bell parece estar
de las costumbres, les encanta lo fragmen- convencido de que el postmodernismo no
tario y efímero, conciben la vida como un es sino un nihilismo de pacotilla y un he-
video clip, anteponen la estética a la ética, donismo narcisista, responsable poco me-
están convencidos de que la historia uni- nos que de la decadencia de Occidente.
versal es un invento del imperialismo oc- Según contó la prensa, un día llegó a decir
cidental para dominar el mundo, insisten en El Escorial -y eso al menos tiene gra-
en que hay que reemplazarla por la mi- cia- que la postmodernidad era una “olla
crohistoria, creen que en realidad la histo- podrida”, supongo que sin saber lo que de-
ria como camino de progreso de la huma- cía. La mayoría de la gente, sin embargo,
nidad ha concluido, proclaman que la teo- pasa del tema. O no ha oído hablar de él, o
ría y la unidad de la razón son sino argu- le trae al fresco, o piensa que a esos pobres
cias para lograr la unificación del mundo posmodernos o pos lo que sea les falta un
ad mayorem Occidentis gloriam y, en defi- tornillo.
nitiva, hacen del error, de los falsos razo- Lo que ocurre es que muchas de esas
namientos y del desorden la clave de una afirmaciones que se atribuyen a los
ciencia postmodernista, entonces muchas postmodernismo son medias verdades, que
gentes se asusten y piensen del postmo- dichas fuera de contexto suenan rarísimas.
dernismo lo peor. Una vez explicadas, ya no parecen tan es-
Por supuesto, esta clase de afirmacio- trambóticas. Todo el asunto toma efectiva-
nes no las hacen los postmodernos así, si- mente un cariz muy distinto si se contem-
no al hilo de un discurso que trata de jus- pla al trasluz del discurso que hay detrás.
tificarlas. Pero cuando se prescinde de es- Pero la tarea no es fácil. El postmodernis-

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mo carece de una teoría y un método uni- El rechazo de estos grandes relatos le-
ficados. Por principio, no posee un mani- gitimadores del proyecto de una moderni-
fiesto o programa común que compartan dad progresiva y emancipadora, punto pri-
todos los que se reclaman de postmoder- mero del credo postmoderno según Lyo-
nos, y eso evidentemente dificulta la tarea, tard, cobra sentido si se le mira al trasluz
aunque no la hace imposible. De hecho, de las incalificables monstruosidades co-
hay áreas de pensamiento más o menos co- metidas en este siglo con ayuda de la cien-
munes al postmodernismo que, si uno po- cia. De otro lado, ese rechazo también se
ne empeño, se pueden entender. Si se hace justifica si se le sitúa en una línea de rei-
este esfuerzo, entonces se cae en la cuenta vindación de la pluralidad de culturas
de que muchas, o algunas, de las ideas frente a la alternativa uniformizante que
postmodernas responden a una crítica de ofrece la civilización tecnológica. El
problemas de nuestro tiempo que la mo- postmodernismo protesta de que se identi-
dernidad ha ocultado cuidadosamente. Pe- fique la postmodernidad con la civili-
ro de todos modos es verdad que la aclara- zación postindustrial. Lo que Baudrillard
ción de ese oculto trasfondo exige un tra- considera postmoderno forma parte, en re-
bajo que a mucha gente no le parece que alidad, del postindrustrialismo a que justa-
merezca la pena. A la postre, igual que mente se opone la postmodernidad. El re-
ocurre con tantas cosas, el postmodernis- chazo de los grandes relatos -gran récits-
mo puede ser una necedad, una locura o al- que se han contado con el fin de legitimar
go sumamente interesante dependiendo de la misión emancipatoria de la modernidad,
lo que se lea y de quien lo lea. En el resto no se limita sólo a criticar la consabida
de mi intenvención trataré de convencerles historia del ascenso del hombre a la uni-
de que los postmodernos tienen más razón versalidad de la razón por medio de la
de lo que parece en lo que dicen. ciencia y la educación. Incluye también un
Por lo pronto permítanme señalar que vade retro a la gran narrativa de la salva-
ser postmoderno no es sólo ir ‘detrás de’ o ción por las nuevas y omnipotentes tecno-
‘después de’ lo moderno, sino que sobre logías que Jean Baudrillard ha descrito
todo consiste en estar ‘de vuelta de’ lo mo- con tanta perspicacia en sus análisis del si-
derno. Auschwitz, Hiroshima o el Goulag mulacro y la hiperrealidad.
impiden a muchos postmodernos seguir Pero Jean-François Lyotard es quien tal
creyendo en la unidad de la razón y en la vez ha explicado mejor cómo el nuevo sta-
racionalidad esencial de la raza humana. tus que el saber ha adquirido durante este
El postmodernismo entiende que el discur- siglo de grandes avances tecnológicos, fi-
so humano es heterogéneo y que la racio- nalmente se ha convertido en el determi-
nalidad moderna es instrumental. Dicho de nante estructural de una condición post-
otro modo, los postmodernos están con- moderna, en la cual ya no es posible legi-
vencidos de que el ideal de una humanidad timar el conocimiento apelando a metadis-
emancipada a través de su ascenso a la cursos de ningún género. Las grandes na-
universalidad de la razón es una quimera. rrativas como la elaborada por los ilustra-
A la vista está, dicen, en qué se ha tradu- dos del XVIII sobre la emancipación del
cido el progreso del conocimiento durante género humano a través de la razón suenan
el siglo XX. Después de lo que ha ocurri- ya a hueco. Lyotard ve el postmodernismo
do, las grandes palabras sobre la emanci- como un movimiento de deslegitimación
pación y la felicidad del género humano de la modernidad: lo postmoderno es la in-
suenan a delirio o a cinismo. credulidad en las metanarrativas. Bien en-

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tendido -aquí un galicismo no va mal- bien cer lugar, el factor decisivo consistiría en
entendido, digo, que Lyotard incluye tam- los gérmenes de nihilismo que albergan
bién en la categoría de metadiscursos legi- dentro de sí las propias ideologías legiti-
timadores la narrativa cristiana que cuenta madoras de la modernidad, que son los
cómo el pecado de Adán es redimido por que en definitiva las han hecho vulnera-
el amor y, cómo no, tampoco se deja fuera bles a la erosión de las nuevas tecnologías.
la buena nueva marxista, que anuncia que Una vulnerabilidad que por lo visto no
la clase obrera se liberará de la explota- existe en Japón, quizá porque su cultura
ción y la alienación del capital mediante la no sea “moderna” en el sentido occidental.
socialización del trabajo. Todas esas so- De otra parte, en un espíritu comple-
lemnes palabras, insiste Lyotard, están mentario al de la incredulidad en los gran-
fuera de servicio. En parte, desde luego, des mensajes se halla el imperativo de-
como resultado de los tremendos cambios construccionista que Ihab Hassan designó
técnicos, políticos, militares y económicos inicialmente con el término unmaking, una
habidos durante el siglo XX; pero sobre forma del verbo unmake, ‘deshacer’, que
todo a causa de la insuficiencia respirato- cabría traducir acaso por desmontaje o de-
ria que padecen los metadiscursos mis- construcción. De hecho, la primera pre-
mos. sentación general de la literatura y el pen-
En nuestro tiempo, explica Lyotard, el samiento postmodernos se debe a un artí-
conocimiento ha perdido el aura sacral que culo que Hassan publica en 1971, donde
tenía en el modernismo, o sea, recibe el ya declara que el Post-Modernismo es
mismo tratamiento que cualquier otro sis- esencialmente subersivo en la forma, y
tema de producción disociado de los indi- anárquico en su espíritu cultural. Es Post-
viduos. En esencia, tres le parecen ser los Modernismo dramatiza su falta de fe en el
factores que han contribuido más a la gé- arte, e incluso en su propia producción de
nesis de la condición postmoderna. De una nuevas obras de arte encaminadas a preci-
parte, la primacía que desde la II Guerra pitar su disolución artística y cultural5.
Mundial han adquirido las cuestiones de En un notable artículo sobre la función
comunicación, eficacia y rendimiento, en innovadora de la crítica, aparecido unos
perjuicio de las relativas al valor intrínse- años más tarde, el crítico norteamericano
co de los conocimientos y a la naturaleza acepta la existencia de otros términos más
de los fines perseguidos con ellos. Valga o menos afines al de unmaking, como por
como ejemplo el hecho de que el conoci- ejemplo deconstrucción, descentramiento,
miento se ajusta cada vez más al formato desmitificación, descontinuidad, différan-
exigido por el procesamiento de informa- ce, que se usan para significar una relación
ción que son capaces de ejecutar las nue- de oposición con otros términos básicos
vas máquinas -los ordenadores-, de las que del modernismo, tales como totalización,
a la postre dependen el funcionamiento del universalismo, centro, trascendencia, je-
sistema. El segundo factor determinante rarquía y orden. Lo cual, a juicio de Has-
de la condición postmoderna habría sido el san, significa que el pensamiento postmo-
triunfo de la nueva economía capitalista derno representa un momento antinómico
(el llamado postfordismo), con su antepo- de la mentalidad occidental clásica. El
sición del consumo hedonista al heroismo postmodernismo implica una obligación
de las grandes causas o, dicho de otro mo- de deconstruir, un imperativo de desmon-
do, con la substitución de las relaciones de tar cualquier sistema de conocimiento es-
producción por las de consumo. Y en ter- tablecido, por entender que sólo así será

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posible romper el orden rígido que conge- miento postmoderno. Esta investigación
la las posibilidades de hacer frente de for- tiene por objeto la formulación de una
ma creadora a los inmensos cambios acon- nueva Segunda Ley de la Termodinámica,
tecidos en el mundo desde finales del siglo según la cual el crecimiento del orden y la
XIX. Esta pretensión, que tomada al pie de estructura en el universo es tan inexorable
la letra a muchos les resulta inquietante, como el de la entropía y puede considerar-
contiene sin embargo un punto de razón, se como su contrapartida. Excepto que el
en la medida en que el orden excesivo re- camino de la organización, es decir, de la
duce la entropía y, con ella, reduce tam- perpetua generación de un orden nuevo, es
bién las posibilidades de crear órdenes al- más dificil de entender que el de la desor-
ternativos con mayores posibilidades de ganización, ya que los átomos están cons-
incrementar la autonomía funcional del tantemente tratando de actuar de forma
hombre frente al medio. aleatoria.
En relación con este punto, déjenme de- Lo importante de esta nueva segunda
cirles que este verano he pasado por la ciu- ley de la entropía es que afirma que las en-
dad de Santa Fe, en Nuevo Méjico, donde tidades emergentes -nuevas especies, nue-
tiene su sede el Instituto de Ciencias de la vas formas artísticas, etc.-ejecutan sus
Complejidad. Este Instituto, fundado a operaciones más creativas cuando operan
mediados de la década de los 80 por Geor- al borde del caos, at the edge of chaos. Es
ge Cowan, eligió la idea de complejidad de esas zonas asomadas al abismo del ca-
como marco de referencia de sus trabajos os de donde surgen niveles cada vez más
sobre redes neurales, inteligencia artifi- altos de complejidad. Así es como funcio-
cial, teoría del caos, ecología, política y nan la biosfera, y también la historia. Los
economía. Los científicos del Instituto, seres vivos no están inscritos en un orden
entre los que se encuentran varios premios rígido; de algún modo operan siempre en
Nobel, como Murray Gell-Mann y Philip esas situaciones de transición donde las
Anderson en física, y Kenneth Arrow en cosas andan, por decirlo así, como más
economía, piensan que disponen de una sueltas y la acción es más fluida. Dema-
materia no lineal -no sé si se puede llamar siado orden acaba por paralizar la esponta-
así- capaz de ayudar a descifrar el proceso neidad, aunque por el lado contrario las
de organización espontánea que preside de turbulencias la volatilicen. Los sistemas
forma inexorable la evolución del univer- complejos -y la historia es uno de ellos-
so, como ya anticipó Heriberto Spencer el son incompatibles con el ordenancismo.
siglo pasado en su principio de la evolu- Por poner un ejemplo, déjenme recordar-
ción de lo simple a lo complejo. En todo les que en dos fascinantes libros relaciona-
caso, los miembros del Instituto piensan dos con esta cuestión -Los usos del desor-
que en el Instituto se está forjando la pri- den y Los usos del error-, Richard Sennet
mera alternativa rigurosa al pensamiento y Frank Kermode cuentan hasta qué punto
reduccionista y lineal que ha dominado en ambos factores, el desorden y el error,
la ciencia desde la época de Newton6. pueden tener consecuencias fecundas7.
De entre las muchas investigaciones En definitiva, lo que pretendo decir con
que se llevan a cabo en el Instituto de San- todo esto es que las fluctuaciones entre las
ta Fe, aquí interesa especialmente una que fuerzas de dispersión y las del orden de que
dice referencia directa al problema del or- se ocupa la ciencia de los sistemas comple-
den, que juntamente con la idea de Totali- jos -por ejemplo, las investigaciones de
dad, es el caballo de batalla del pensa- Prigogine sobre las estructuras disipativas-

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guardan una intrigante analogía con los derna por legitimar la homogeneidad del
principios cosmogónicos de Empédocles y discurso humano, la lucha contra el gran
de los Upanishads, también con la osci- fetiche de la totalidad, la búsqueda del
lación pendular que va del polo de la unión pluralismo y de la diferencia, el imperati-
(Bindung) al de la dispersión (Losung), ob- vo de complejidad y disentimiento, el uso
servada por Karl Joël en su clásico estudio de juegos de lenguaje y de paralogismos
de las fluctuaciones de la visión del mundo aptos para fragmentar un discurso que se
a lo largo de la historia y, asimismo, con la supone unitario, la deslegitimación de
visión postmoderna del mundo 8. Uno de esos conceptos solemnes como verdad,
los miembros del Instituto, Chris Langton, fundamento o sujeto, que son necesarios
piensa que la lección que debemos apren- para acceder a un Todo al que no es posi-
der es que la evolución no ha concluido, ble llegar sin ellos, son acciones decons-
que continúa en su marcha hacia una com- tructivas que, vistas desde la perspectiva
plejidad creciente, que ahora tiene lugar en de una lucha contra los totalitarismos, co-
el plano de la historia. bran un cierto sentido que no hay que per-
No sé. Sin pretenter apurar el arriesga- der de vista. La ruptura de la unidad, el he-
do juego de las analogías, he de confesar cho en apariencia aterrador de tener que
que el pensamiento postmoderno muestra, vivir sin seguridad en el fragmento, con-
al entender de muchos, una cierta conver- lleva desde luego unos graves riesgos, pe-
gencia con los postulados fundamentales ro tiene también sus ventajas, porque jus-
de la ciencia de este siglo. La pluralidad, tamente amparados en la universalidad del
la discontinuidad, el particularismo y el Todo es como sus partidarios se hacen to-
desorden forman parte de las categorías talitarios, es decir, se erigen en terribles
del pensamiento científico actual, y tam- mesías de una unidad frente a la cual toda
bién de la visión postmoderna del mundo. diferencia es culpable. Desenmascarar el
La mecánica cuántica primero, y luego las viejo sofisma de presentar la parte como el
ciencias de la complejidad sugieren que la Todo, poner en un aprieto a los falsos
realidad es heterogénea y se halla estruc- mensajes emancipadores, hechos en nom-
turada de una forma plural. Como se ha bre de una Idea del Todo que ofrecen co-
permitido apuntar Wolfgan Welsch en su mo constitutiva cuando en realidad sólo es
riguroso volumen sobre la postmoderni- regulativa, todo eso da, como digo, un
dad, en los umbrales del tercer milenio la cierto sentido a la defensa postmoderna de
realidad muestra un diseño postmoderno 9. un pluralismo entendido como condición
Después de todo, si se piensa bien, puede de posibilidad de la libertad.
que la entrada en Babel que encabezan los La última y definitiva legitimidad que a
actuales postmodernos tenga más sentido la postre valora la ciencia postmoderna no
del que parece a primera vista. Quizá más es, pues, la mejor actuación, no es la efi-
que una modernidad que se ha vuelto loca, cacia máxima que estamos acostumbrados
la postmodernidad sea una modernidad a tomar como el más alto criterio de valo-
que está tomando conciencia de sus pro- ración del conocimiento: es más bien la di-
pias locuras. En todo caso, el postmoder- ferencia comprendida como paralogía, co-
nismo representa un desafío a quienes mo la producción de enunciados incon-
identifican la defensa de la verdad con su mensurables con los ya expresados y tam-
monopolio. bién con aquellos que eventualmente les
En fin, contempladas desde esta pers- sucedan, o sea, como la génesis de enun-
pectiva, la guerra contra la obsesión mo- ciados que no estén comprometidos con el

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LA MENTALIDAD POSTMODERNA

consenso. Por virtud de este mecanismo nismo aspira al menos a renovarlas, o en


paralógico de ruptura con los supuestos tá- todo caso pretende despejar el camino de
citos de la lengua usual, las ciencias hu- los obstáculos que estorban la creación de
manas son capaces de hacer saltar por los alternativas. Sin duda, son muchos, mu-
aires, vaya por caso, categorías bipolares chísimos los aspectos del postmodernismo
tan establecidas en la episteme moderna que resultan discutibles o francamente ina-
como la de hombre-mujer, raza blanca-ra- ceptables. Pero hay en él un empeño de re-
za de color u otras por el estilo que, bajo la novación y, sobre todo, un deseo de que
apariencia de la pura simplificación des- nadie pueda arrogarse la posesión de la
criptiva en términos de ‘esto o lo otro’, in- verdad absoluta que a mí me lo hacen
troducen de forma insidiosa sesgos perju- atractivo. Naturalmente está por ver que es
diciales para el segundo miembro del par. lo que va a quedar de la postmodernidad.
Pues bien, la ciencia postmoderna no sólo ¿Quién va a saberlo? Pero quede lo que
es incompaginable con el uso de esta clase quede, pienso que en la mentalidad de mu-
de oposiciones binarias, sino que rechaza chos postmodernos late el deseo de de-
cualquier narrativa que utilice la sintaxis fender lo que Lyotard ha llamado “el ho-
opresiva de un “nosotros” que en realidad nor del pensamiento”. Y eso ya es mucho
es un “nos” sin los “otros”. En suma, la en los tiempos que corren.
ciencia postmoderna se opone frontalmen- Por ello, cuando veamos que un presun-
te a la entronización de saberes que pre- to postmoderno escribe panfletos contra el
tendan pasar por perennes, o aspiren a Todo, cuando le oigamos criticar la verdad
convertirse en fundamentos inmutables, o alabar el desorden pensemos que detrás
en paradigmas estáticos que impidan la de todo ello puede haber algo más que me-
aparición de otras nuevas maneras de con- ra incongruencia o ganas de enredar. Ten-
siderar la realidad. Con la salvedad de que go para mí que en asuntos tan complicados
en esta ciencia ‘post’ lo nuevo no tiene el como éste, y “en todas las ocasiones”, co-
sentido admirativo y acumulativo que po- mo se dice en Asturias, es bueno atenerse
see el discurso moderno. a aquel sencillo lema de Espinosa que, an-
En fin, el tiempo manda y he de con- te lo que parece incomprensible, aconseja
cluir dejando intactas mil cuestiones que no reirse, no mentir, ni despreciar, sino en-
me habría gustado al menos rozar. De to- tender: non ridere, non lugere neque de-
dos modos, lo que pretendía decir ya que- testare, sed intelligere. El tema de la men-
da dicho. Mi pretensión no era otra que talidad postmoderna nos ofrece a todos, y
mostrarles que con argumentos como estos a mi el primero, desde luego, una excelen-
que hemos expuesto al galope, y otros mu- te ocasión de practicar este admirable con-
chos que habría que añadir, la crítica del sejo. Muchas gracias.
postmodernismo ha alcanzado a la moder-
nidad en su talón de Aquiles. Considerada
a la luz de esta crítica, no parece nada se- Notas
guro que el proyecto de la Ilustración esté
a la altura de lo que exigen las nuevas cir- (1) Ronald Inglehart: ‘Modernization and
cunstancias. Tampoco el postmodernismo Postmodernization: The Changing Relatioship
between Economic Development, Cultural
tiene la solución del problema, desde lue- Cahnge and Political Change’. Encuentro sobre
go. Pero es más que dudoso que las fór- valores sociales y políticos, en conmemoración
mulas que fueron útiles en el pasado sean del 700 aniversario de la Universidad Complu-
las que se necesitan hoy, y el postmoder- tense, Madrid, 1993.

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JOSÉ LUIS PINILLOS DÍAZ

(2) Ingeborg Hoesterey (ed.): Zeitgeist in (6) Richard Sennet: The Uses of Disorder.
Babel. Indiana University Press. Personal Identity and City Life. Penguin Bo-
(3) L. B. Smárgunov. Revista de la Univer- oks, Londres, 1970. Frank Kermode: The
sidad de San Petersburgo, nº 6, marzo de 1993. Uses of Error. Harvard University Press,
(4) Ihab Hassan: “POSTmodernISM: A Pa- 1991.
racritical Bibliography. New Literary History, (7) Karl Joël: Wandlungen der Weltans-
3, 1, 1971. chauung (2 vols). Tübingen 1928-1934.
(5) Cf. M. Mitchell Waldrop: Complexity. (8) Wolfgang Welsch: Unsere postmoder-
The emerging Science at the Edge of Order and ne Moderne. Acta Humaniora, Weinheim,
Chaos. A Touchstone Book, Nueva York, 1995. 1991.

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MARINO PEREZ, JOSE LUIS PINILLOS, SERAFIN LEMOS
Fotografía realizada por José Luis Cereijido

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