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—LECCIÓN 9—

INTRODUCCION Y FENOMENO DEL


DESGASTE MINISTERIAL
EN TIEMPOS COMO ESTOS
Aunque muchos puede que tengan una visión pobre del ministerio, personalmente me adhiero
a la persuasión de que no hay un llamamiento más noble y sublime que el ministerio. Mi corazón
está saturado de gratitud a Dios por haberme llamado al ministerio. Estoy totalmente de acuerdo
con Pablo cuando declaró: "Y doy gracias al que me fortificó, a Cristo Jesús nuestro Señor, de
que me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio". (1 Timoteo 1:12)
El peregrinaje de esta tierra a la Gloria me ha permitido recibir varios nombramientos en el
servicio de Dios. No obstante, ningún nombramiento puede igualar el esplendor de aquel
instante en que el Rey Soberano y Cabeza de la Iglesia de Dios, Cristo Jesús, me llamó al
ministerio de la predicación. "Del cual yo soy puesto predicador..." (2 Timoteo 1:11) Es como
resultado de este amor hacia el ministerio y hacia la Iglesia de Dios que he preparado estas
lecciones sobre el tema de "DESGASTE MINISTERIAL". Como alguien que ha tenido que
afrontar este asunto, considero que no debemos permitir que esta condición prevalezca en la
Iglesia de Dios sin ser retada debidamente.
El desgaste ministerial es algo real, y está causando tremendos estragos en la casa de Dios.
Siendo que su ataque principal es sobre el Ministerio que ocupa posiciones de liderato, está
produciendo incalculable daño en los laicos; esto no puede ser pasado por alto ni ignorado.
Muchas veces se dan respuestas simplistas para la solución de problemas profundamente
arraigados, que muchas veces lo que hacen es agravar el problema o condición.
El Fenómeno del Agotamiento en Tiempos como Estos
La ironía del desgaste es que esta condición nace de las buenas intenciones que sincronizan o
coinciden en un nivel particular, y que durante un período de tiempo produce lo opuesto de los
resultados propuestos. Se ha declarado que el Desgaste es "un demonio nacido de la sociedad y
de los tiempos que vivimos en nuestras continuas luchas por invertir nuestras vidas con
significado". Es la lucha positiva por conseguir la satisfacción en la vida, lo cual, en lugar de
producir sus metas, produce destrucción. Es un caso en un punto determinado que lo que sucede
no debe suceder. Todas las intenciones son buenas, pero el resultado final es malo. El fenómeno
del Desgaste se está difundiendo entre los rangos del liderato a una velocidad sin precedente.
A veces pasa sin ser detectado debido a que no estamos conscientes de lo que está sucediendo.
¿Qué Es Desgaste?
Este término puede ser descrito como un edificio que ha sido destruido por el fuego, dejando las
paredes exteriores erectas, mientras que el interior ha sido carbonizado y cicatrizado por el fuego
devastador. Puede que la parte externa del edificio aún retenga alguna de su belleza y
permanencia, pero toda su hermosura interior y funciones prácticas, se perdieron. Podríamos
percibir una impresión irreal del edificio desde afuera, pero nos sorprenderíamos
extremadamente si lo viéramos desde el interior. Lo que una vez había sido un lugar palpitante,
hoy ha quedado reducido a hojarascas, sin valor productivo. En esencia, este es el caso de
aquellos ministros que están experimentando desgaste. Se ha dicho de tales obreros: "Una chispa
vital en el interior de estos hombres y mujeres se va consumiendo o agotando, dejando un
horrible vacío".
Lo que hace este asunto tan importante y de consecuencias de tan largo alcance es, que tal
condición no se desarrolla entre los obreros ociosos y poco productivos, sino entre los activos y
ejecutores. Los candidatos destinados al desgaste vienen de los rangos del liderato. Son los
hombres y mujeres de "acción y propósitos, los grandes ejecutores, a quienes nosotros miramos
para dirección e inspiración". Estos son los líderes que actualmente nos dirigen y de quienes no
esperamos el fracaso; por el contrario, son los muy dedicados al logro de metas, ideales y
causas. Sus intenciones son muchas veces nobles y dignas, con efectos de largo alcance.
Cualquier cosa que afecte a estos hacedores y ejecutores de la Palabra de Dios, de seguro que
tendrá un impacto directo sobre el triunfo o fracaso del grupo que dirigen. Es desde este punto
de vista vital que dicha condición no puede ser ignorada o pasada por alto.
La condición ha sido diagnosticada como sigue: "Alguien que sufre un estado de fatiga o
frustración que ha venido como resultado de su dedicación a una causa, forma de vida o relación
que fracasó en producir la recompensa esperada". El hombre debe entender y respetar las
limitaciones que se colocan sobre él por el proceso de la creación. Una devoción a una vida,
causa o relación, debe ser equilibrada entre el idealismo y la realidad. Lo expuesto anteriormente
es una vista general y concisa de lo que es Desgaste. Cuando esta condición se desarrolla entre
el liderato, y especialmente entre el ministerio, el resultado final que viene sobre los laicos o
membresía es devastador.
Desgaste Ministerial
Dios hizo al hombre un poco menor que los ángeles, y ocupará tal estado hasta que el evento
de la resurrección tome lugar. Nada que él invente o haga sobrepasará los límites que Dios ha
colocado a su alrededor. No obstante, El tiene la intención de lograr cosas grandes y
maravillosas a través de su naturaleza frágil, a fin de recibir toda la gloria. "... ciertamente hierba
es el pueblo. Sécase la hierba, cáese la flor: mas la palabra del Dios nuestro permanece para
siempre." (Isaías 40:7, 8)
La hermosura del ministerio de Dios radica en que tienen que ser vasos frágiles y limitados los
que lleven el mensaje de la eterna Palabra de Dios por todo el mundo—fungen como
embajadores del Rey soberano, llevando un mensaje de vida a la humanidad perdida. Cualquier
cosa que ataque el liderato o ministerio, haciendo que la Palabra de Dios se oculte, deberá ser
arrestada y corregida. "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor;
y nosotros vuestros siervos por Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo." (2 Corintios 4:5, 6)
Esta condición está afectando al ministerio que se ha dedicado y entregado a la gran tarea que
Dios ha puesto sobre sus hombros. Las personas negligentes y despreocupadas pueden morir de
inactividad, pero no de desgaste. Son aquéllos que se dedican y entregan totalmente a la obra los
que se agotan y descargan mental, física y espiritualmente debido a los esfuerzos excesivos que
hacen tratando de alcanzar ciertas metas. La combinación de las buenas intenciones con los
esfuerzos excesivos a menudo produce resultados negativos. Cuando uno se impele más allá de
ciertos límites, sin renovar los recursos internos, pasa de la dedicación a la dedicación extrema,
de la entrega o consagración a sus extremos, creando de esa manera un desequilibrio que le
traerá dificultades. Hay verdad substancial en la declaración formulada por Abraham Maslow
poco antes de su muerte: "Los seres humanos logran las expresiones más sublimes de su
existencia cuando su total esencia como ser se combinan en un envolvimiento sinergético o
recíproco (trabajando en armonía), con todas sus capacidades a la vez". Nuestro Dios es una
exhibición perfecta del equilibrio, y toda Su creación fue creada en un balance perfecto. Es
únicamente cuando los hombres pasan por encima del plan y propósito de Dios que impiden en
lugar de acelerar Su voluntad sobre la tierra. Una conciencia al respecto deberá ser despertada
entre nosotros a fin de examinar y reexaminar cualquier cosa que pueda ser un impedimento a la
causa que tanto amamos. Podemos estar seguros que por Su gracia lo lograremos.
Indicios y Causas
Los amados rangos del ministerio han sido invadidos por un enemigo silencioso que efectúa su
obra destructora en las cavidades más recónditas del corazón. ¿Hacia dónde se extiende el
fuego? Este sigue consumiendo o quemando cada vez más ministros. Ellos pierden su
entusiasmo y emoción. Se ponen aburridos y se cansan de hacer la obra para la cual fueron
llamados. Se notan intranquilos, pierden el interés y comienzan a luchar con sus vidas apáticas.
Lo que una vez amaban, ahora les es como una carga. Lo que les causaba tanto gozo, hoy les
causa espanto. El aburrimiento y monotonía parecen ser el estilo de vida, más bien que un
destello de vida. Ha venido a ser una labor monótona. La gente es muy amable, pero siento que
sólo estoy ocupando una vacante. Lo que una vez era dulce, hoy es amargo—sueñan diariamente
respecto al nuevo lugar que desean mudarse o cualquier otra posición que no sea monótona.
Están cautivados por la sensación de hacer algo, pero no saben qué hacer. ¿Suena esto familiar?
¡Sea honesto! La honestidad e integridad son dos virtudes que nunca debemos catalogar de
anticuadas. Un buen ministro nunca deberá pasar por alto estas virtudes. La condición descrita
no será resuelta por unas cuantas oraciones y dos aspirinas. Se necesitará alguna confrontación
honesta consigo mismo en relación al lugar donde uno está y el curso de acción que deberá
seguir a fin de ser renovado.
El desgaste tiene ciertas características que deben examinarse a través del proceso de la
evaluación honesta. Algunas preguntas que debemos formularnos al respecto son las siguientes:
1. ¿Se cansa con más facilidad? ¿Se siente fatigado más bien que lleno de energías?
2. ¿Le molesta el que las personas le digan que no se ve bien últimamente?
3. ¿Está trabajando cada vez más arduamente y logrando cada vez menos?
4. ¿Es usted cada vez más crítico en sus puntos de vista?
5. ¿Se siente desilusionado o desencantado?
6. ¿Acaso le sobrecoge a menudo una tristeza que no puede explicar?
7. ¿Nota que se va poniendo cada vez más irritable, más desilusionado con la gente que le
rodea?
8. ¿Acaso vive como un recluso, visitando a sus amigos y familiares más íntimos con menos
frecuencia cada vez?
9. ¿Está demasiado ocupado como para realizar las cosas de rutina, tales como llamar por
teléfono, leer reportes o enviar tarjetas de Navidad?
10. ¿Está sufriendo cada vez más de quejas físicas?
11. ¿Acaso no puede reírse de alguna broma que se haga de su persona?
12. ¿Siente la sensación de verse constantemente apresurado?
13. ¿Se siente desorientado y deprimido cuando las actividades cesan?
14. ¿Acaso las relaciones íntimas de esposo y esposa se están poniendo tensas?
15. ¿Acaso desearía estar en alguna otra parte, haciendo otra cosa?
16. ¿Es su gozo más evasivo?
17. ¿Nota que su necesidad hacia alguna cosa particular va en continuo aumento?
Aunque este patrón de preguntas no lo incluye todo, éstas tienen la tendencia de revelar
muchos de los efectos que el desgaste tiene sobre el ministro individual. Es justo estimar que, si
una persona ha contestado el 60% de las preguntas de arriba de manera afirmativa, de seguro
que va de camino hacia la experiencia del Desgaste. Entre más alto sea el porcentaje, mayor es
la posibilidad de que ya esté entre las garras del Desgaste.
Causas del Desgaste Ministerial
Las causas de esta condición son muchas, pero no es una situación inevitable. Los motivos
primarios que dan paso a este trastorno en nuestras metas y deseos son el resultado de las
demandas excesivas que nos imponemos a fin de cumplir con nuestros compromisos.
El idealismo debe ser templado con el realismo. Las personas deben esforzarse en lograr sus
aspiraciones, pero deben vivir en el mundo de la realidad. El hombre debe recordar
constantemente lo que dice Isaías 43:10, 11: "... antes de mí no fue formado Dios, ni lo será
después de mí. Yo, yo Jehová; y fuera de mí no hay quien salve". Si la causa a la que estamos
entregados dependiera exclusivamente de nosotros, sería un fracaso. Ni la Iglesia ni el ministerio
pueden tomar el lugar del Sublime y Excelso Salvador. La visión que llena nuestras mentes y
almas no puede traspasar los linderos de la santidad que han sido reservados para Dios.
Las malas interpretaciones unidas al celo excesivo, sólo tienen la tendencia de impedir nuestros
esfuerzos por alcanzar las metas que estimamos.
En medio de todo esto, los pensamientos que sobrevienen podrían ser: ¿Dónde está Dios?
¿Dónde está el Espíritu Santo? Es precisamente nuestra equivocación del papel que juega Dios
lo que nos causa algunas dificultades. Una verdad fundamental es que El nunca tuvo el
propósito de que el hombre realizara la obra de la gran comisión sin Su ayuda. Entre más pronto
comprendamos que la parte más grande y crítica de la obra ha de ser hecha por el
Todopoderoso, más rápido alcanzaremos las metas. Este entendimiento Sublime y Excelso del
Todopoderoso es lo que desarrolla la total dependencia que desea que depositemos en El, a fin
de que el mundo permanezca perplejo ante Su gran poder. Dios nunca creó hombres súper
humanos. Fue Su propósito realizar la parte Suprema y dejar que el hombre efectuara la parte
humana. Los papeles desplazados son sólo una invitación al desastre en la obra de Dios. No es
el llamado de Dios ni Sus normas las que están en cuestión, sino más bien las éticas del trabajo
empleadas para cumplir el plan que El ha delineado.
Éticas del Trabajo
El trabajar es honorable. Desde el principio Dios tuvo la intención de que el hombre trabajara.
Leamos lo que nos dice Génesis 2:15 y 2 Tesalonicenses 3:10 en este respecto: "Tomó, pues,
Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase".
"Porque aun estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar,
tampoco coma." Estos son únicamente dos ejemplos del propósito obvio de Dios de que el
hombre trabaje.
El problema no radica en el trabajo, sino más bien en la manera en que es ejecutado. Hay un
himno que dice: "Trabajaremos hasta que Jesús venga", y el cual está en total acuerdo con el
mandato del Señor: "Negociad entre tanto que vengo". (Lucas 19:13) No hay un llamamiento
más elevado que el de trabajar para Dios. Es cuando trabajamos en exceso que incurrimos en
problemas. Se ha dicho lo siguiente: "El desgaste entra en acción cuando el esfuerzo empleado
está en proporción inversa con la recompensa recibida; viene a ser imperativo que la ecuación
sea equilibrada". La condición del Desgaste viene como consecuencia de la desproporción entre
el exceso de trabajo y los resultados. La ironía de la desproporción es que tiene la tendencia de
dar la sensación de que lo que se necesita es trabajar más arduamente a fin de alcanzar los
resultados deseados. No obstante, en lugar de alcanzar tales resultados, lo que desarrollamos son
"adictos al trabajo" hacia la trayectoria del Desgaste.
No es cuánto hacemos, sino más bien cuánto el Todopoderoso puede lograr a través de nosotros.
Una carga que hace del trabajo o cualquier actividad el centro de mesa (adorno), está en
oposición directa con el trabajo que se hace para adorar a Dios. Los adictos al trabajo colocan la
adoración divina y la adicción al trabajo en competencia. El trabajo que se hace para Dios es
con el propósito de glorificarle, y no para apartarnos de El. Los calendarios de la Iglesia han
estado tan integrados de actividades a nivel general, de estado/nacional y local que no confieren
tiempo para la renovación o reagrupación. El alza en las actividades de la Iglesia en su totalidad
ha sido abrupto en la última década, mientras que los resultados netos han sido marginales.
Un formato para el equilibrio debe ser procurado o más ministros experimentarán Desgaste.
El esforzarse demasiado viene a ser una tiranía.
La Tiranía del Ego
"Debo, hacerlo mejor, debo estar capacitado para hacerlo mejor", puede conducir al agotamiento.
El ego o yo puede ser un tirano que siempre clama: "Pude haber, debí haber o habría", siempre
extendiéndose hacia el blanco, pero nunca lo alcanza. La tiranía de la perfección propia es una
equivocación atada al sistema ético. La Palabra de Dios nos bendice cuando enseña: "No que ya
haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si alcanzo aquello para lo cual
fui también alcanzado de Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante..." (Filipenses 3:12, 13) No es tanto una cuestión de tener, deber o poder, sino
más bien de cuánto de la apropiación activa de de Dios recibimos para poder hacer Su trabajo.
El intentar hacer lo que no podemos conducirá a la frustración y al agotamiento.
El presionar con más firmeza sobre el acelerador no hará que el trabajo sea concluido. Una crisis
también podría llegar a ser una oportunidad si se maneja debidamente.
La Crisis de la Edad Madura
El término climatérico significa un período en la vida cuando ocurren cambios críticos en la
salud y funciones del cuerpo. En algún punto poco más allá de la edad de los 40, el hombre
puede manifestar síntomas de tensiones que son peculiares de ese período en la vida. Mostrará
señales de irritabilidad, nerviosismo, fatiga, fases depresivas, insomnio, deterioro de la memoria
y recelos. Existe la evidencia de que cuando los líderes pasan a este período de crisis en sus
vidas, tienden a ser caprichosos, injustos, precipitados en sus determinaciones, lentos en tomar la
acción necesaria y tienen dificultad con el optimismo y pesimismo. Cuando dos condiciones
transitorias tales como Desgaste y la Crisis de la Edad Madura se encuentran, la caída en
términos de detrimento humano es de largo alcance.
La comisión divina de nuestro Señor debe ser una oportunidad gloriosa, no una sentencia de
muerte. No es la deserción de un trabajo que es necesitado, sino un mejor alineamiento con
nuestra tarea divina. Cuando trabajamos en exceso y continuamos presionando cada vez más
fuerte sobre el acelerador, de seguro que caeremos directamente dentro de la Ley de la Utilidad
Decreciente, la cual estipula que la indulgencia excesiva en una cosa devengará sus recompensas
en una escala decreciente. El ejemplo gráfico de esto radica en el comer barquillo de helado.
El primer barquillo de helado rendirá satisfacción máxima, mientras que cada helado sucesivo
disminuirá en sabor y satisfacción-Para el tiempo que una persona se haya comido el octavo
barquillo de helado, ya estará enferma. No es el helado lo que le enferma, sino más bien la
indulgencia excesiva. ¿Está usted enfermo de trabajar? ¡Quizás ha comido demasiados barquillos
de helado!
—LECCION 10—
CAUSAS DEL DESGASTE MINISTERIAL: VISTA
PANORAMICA DEL SISTEMA
Dios, en Su infinita sabiduría, ha dado a Sus siervos un sistema a través del cual podamos
conocer Su voluntad. La teocracia es un sistema de gobierno bajo la dirección inmediata de
Dios, a pesar de si es institucionalizado o no. Teocracia es el gobierno que Dios desea, en el cual
el hombre dirige bajo Su supervisión. Este es un principio bíblico que debe ser honrado,
defendido y proclamado. El pueblo de Dios está sujeto a Su voluntad soberana. Como pueblo
Suyo, siempre estamos sujetos a Su dirección. "Porque por él fueron criadas todas las cosas que
están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean principados, sean
potestades; todo fue criado por él y para él". (Colosenses 1:16, 17)
Un hermoso ejemplo del sistema teocrático de Dios operando sin una institución es
representado en los patriarcas de la antigüedad. Abraham se movió bajo la inmediata dirección
de Dios y vino a ser Su amigo, además de ser padre de los fieles. Isaac se movió bajo la
dirección divina de Dios y "... el varón se engrandeció, y fue adelantando y engrandeciéndose..."
(Génesis 26:13) Jacob obedeció el sistema teocrático de Dios y vino a ser el padre de Israel.
Ninguno de éstos conocieron la teocracia en una institución, pero vivieron y murieron bajo la
inmediata dirección de Dios.
Le plació al Creador que en el transcurso del tiempo, la teocracia fuera incorporada en una
institución. Estamos agradecidos de que hayamos podido abrazar esta forma de gobierno divino
en la operación de la Iglesia de Dios. No obstante, el sistema teocrático no está funcionando de
manera perfecta en la Iglesia divina. El Supervisor General tocó este punto en su Mensaje Anual
ante la 75ta Asamblea Anual como sigue: "Tendremos un Rey que no solamente es justo, mas
Uno que es perfecto en sabiduría y amor hacia Sus subalternos. Hemos sido bendecidos al
abrazar el principio del gobierno teocrático en la iglesia, pero es muchas veces administrado por
aquéllos que no siempre son perfectos en sus determinaciones.
Lo que ha causado que algunos individuos se frustren, agoten, desmayen y sufran de ansiedad
se ha debido a la operación imperfecta del sistema teocrático y los errores accidentales de sus
determinaciones. En los rangos ministeriales, hay muchos que perciben la falta de
comunicación, al no ser comprendidos, lo cual ha fomentado los elementos que producen el
Desgaste.
Bernabé, viendo las necesidades de Antioquia, fue movido por el Espíritu Santo para buscar a
Pablo. "Después partió Bernabé a Tarso a buscar a Saulo; y hallado, le trajo a Antioquia."
(Hechos 11:25) El impacto total del gran ministerio de Pablo estalló en el escenario de la
acción, a medida que hombres santos eran usados por el Espíritu Santo en el proceso teocrático
institucionalizado.
Es mediante la comprensión del proceso teocrático en la Iglesia de Dios, y por medio de
conocer lo débiles e imperfectos que somos, que nuestra dependencia de la dirección de Dios
incrementará, mientras nuestras frustraciones y ansiedades disminuirán. Todos somos meros
seres humanos tratando de cumplir la voluntad de Dios.
Todos somos vasos débiles con percepción limitada, pero todos somos iguales en nuestra
accesibilidad a Dios; por consiguiente, es El quien hará que la teocracia pura funcione. Nuestra
esperanza está puesta en El y en Su consejo predeterminado. A medida que el nivel de
accesibilidad a Dios se erija entre nosotros, más intervención divina será vista en Su institución
divina.
La persona diversificada está operando en varios niveles y en diferentes frentes. Muchos de
nuestros ministros deben ser aplaudidos por mantener un trabajo secular, criar una familia y
pastorear una iglesia a la vez. Muchos de ellos son expertos en mantener su equilibrio sin caer
de una forma de vida tan fragmentada. No obstante, hay muchísima evidencia entre nosotros de
que la depresión y problemas familiares van en continuo aumento. Estos problemas no
necesariamente están relacionados con la iglesia; después que una persona es salva, deberá
continuar viviendo en este presente mundo bajo todas sus presiones.
Cuando uno combina las demandas familiares, sociales y religiosas y las coloca sobre los
hombros de una persona, sus recursos internos están siendo consumidos por tres diferentes
frontales. Con el incremento de actividades en los tres frentes, el individuo es puesto en un
molino de rueda que le requiere correr dos veces más rápido de lo normal a fin de permanecer en
el mismo lugar. Cuando las relaciones entre los cónyuges se ponen tensas, si no se corrigen, de
seguro que terminarán, en serias complicaciones. Muchas veces estamos tan ocupados que no
sacamos tiempo para atender a nuestros hijos. Si perdemos nuestra familia, habremos perdido el
recurso más valioso a nuestra disposición.
La familia es una institución ordenada por Dios y tiene un sistema singular de su propia
naturaleza. Cuando dos instituciones con sus sistemas respectivos se unen, en este caso la iglesia
y la familia, se debe delinear un plan a fin de satisfacer las necesidades de cada una. Existen
básicamente tres estructuras de precedencia denominadas: Obra de Orientación de la Iglesia al
Hogar, del Hogar a la Iglesia y la Obra de Orientación Intrainstitucional.
Orientación de la Iglesia al Hogar: Los patrones de conducta de la Obra de Orientación de la
Iglesia al Hogar subyugarán la familia en relación a las necesidades de la iglesia. Las materias
relativas a la Iglesia casi siempre toman la primera demanda, mientras que las necesidades de la
familia son dejadas para más tarde. El tipo de ministerio dirigido de la Iglesia al Hogar es visto
como uno conservativo, siendo que tiene la tendencia de conformarse más con las normas
esperadas de la Iglesia tanto local como general. La esposa de este tipo de ministro ve su papel
más como una, ayudante al pastor o ayuda especial de su esposo. Se requiere un grado muy
elevado de dedicación al ministerio de parte de la familia del ministro a fin de que éste
desempeñe su papel. Siendo que esta orientación requiere mucho más que el anterior, la
estructura de prioridad necesitará el empleo de más energías de parte de todos los miembros de
la familia. El pasar por alto la preferencia colectiva en la obra de orientación sólo conducirá
hacia el conflicto continuo en el hogar del ministro, lo cual podría hacer que abandone el
ministerio en su intento de lograr la paz en la vida de su hogar.
Orientación del Hogar a la Iglesia: El patrón de conducta de la Obra de Orientación del Hogar
a la Iglesia revela lo opuesto de la Obra de Orientación de la Iglesia al Hogar. Los requisitos y
necesidades del Hogar tienen prioridad en este tipo de orientación. Hay menos tendencia de
ajustarse a los requisitos de la Iglesia local y general. La esposa de este tipo de ministro no juega
el papel de ayudante al pastor o de ayuda especial del esposo. Por el contrario, funge como una
dama de la iglesia, la cual rechaza el envolverse demasiado dentro de la estructura eclesiástica.
Esta orientación es más liberal en sus puntos de vistas de conformarse a las peticiones o
requisitos de la Iglesia general o local, tratando más con la operación sobre las bases de la
familia. La orientación basada en la familia afronta cierto grado de conflicto de parte de la
Iglesia general y local debido a su papel liberal. Los conflictos repetidos y prolongados con las
demandas de la Iglesia sobre la obra de orientación levantará el nivel de frustración hasta que el
Desgaste se establezca, lo cual podría conducir a la renuncia del ministro.
Cuando dos instituciones con sus respectivos sistemas se unen, es un acto sabio evaluar y
determinar, sobre las bases de la estructura matrimonial, cómo el ministro podrá ser capaz de
funcionar mejor. El que un ministro insista en que su compañera sea una esposa orientada de la
Iglesia al Hogar, cuando la verdad es que es el tipo de esposa orientada del Hogar a la Iglesia, de
seguro que ello sólo conducirá a una vida matrimonial difícil, e impedirá su ministerio en la
Iglesia. Sería mucho más sabio para el ministro obrar una combinación de ambas orientaciones a
fin de servir apropiadamente a Dios y a su familia.
La Orientación Intrainstitucional: Basada sobre un Plan de Trabajo Ministerial de Prioridad,
una combinación de las orientaciones declaradas anteriormente podría ser lograda entre la Iglesia
y la familia. Habrá tiempos cuando las necesidades de la familia deben ser colocadas en primer
lugar a las de la Iglesia, y viceversa. Todo ministro debe entender que en ocasiones tiene la
responsabilidad de servir o ministrar para satisfacer las necesidades de su familia antes que a las
de la Iglesia, y viceversa. Alguna forma de equilibrio debe tomar lugar en el Manejo del Tiempo
o el ministro se encontrará a sí mismo en un desagüe conflictivo, el cual le conducirá
directamente al Desgaste. No es cuestión de si un Plan de Trabajo Ministerial de Prioridad pueda
ser desarrollado o no; a menos que sea desarrollado, más familias se perderán en el ministerio.
Las estadísticas hablan por sí mismas; ya hemos perdido demasiados ministros. Una casa
dividida contra sí misma no puede permanecer, como tampoco lo podrá una estructura de Iglesia
contra Hogar. El desagüe conflictivo en los recursos internos desarrolla una persona frustrada e
inquieta, que da origen al nómada institucional.
El Nómada Institucional: Por falta de una mejor frase, he escogido la de nómada
institucional para representar al ministerio inquieto y nomádico que se está desarrollando entre
nosotros. Existe evidencia de que más y más pastores tienen que ser movidos frecuentemente de
un lugar a otro. Algunos de nuestros ministros están teniendo constantemente Desgastes de
Corto Plazo con cualquier asignación que se les da, mientras van de camino hacia un Desgaste
de Largo Plazo. El Desgaste de Corto Plazo es parte del cuadro global del Desgaste de Largo
Plazo. El intervalo o transcurso de tiempo de cualquier asignación dada a nuestros ministros va
reduciéndose cada vez más a uno o dos años.
Se entiende muy claramente que algún ministro tenga que afrontar la necesidad de que sea
cambiado en un breve período de tiempo de servicio debido a algunas circunstancias; sin
embargo, cuando este tipo de cambio sucede constantemente, entonces algo anda mal en sus
recursos internos, en conjunción con malas interpretaciones y aspiraciones erróneas. El único
indicador constante que tiene un Nómada Institucional es que estará mudándose continuamente.
Al parecer no hay suficientes posiciones que pueda ocupar. Sin necesidad de agregar más, esto
mantiene el ministerio y a los laicos en un constante estado de afluencia, dando realce a la
mentalidad de que no existe permanencia en el ministerio. No obstante, la ironía del fenómeno
del Desgaste es que mientras algunos se consumen demasiado en la inquietud y el cambio, otros
se ponen rígidos, pues el Desgaste tiene muchas formas de ser una amenaza.
El Síndrome de la Rigidez: La Iglesia de Dios tiene muchas cosas maravillosas que no
pueden ser cambiadas debido a que nos han sido legadas por un Dios inmutable a través de Su
Santa Palabra. Estas deben ser preservadas y defendidas contra toda intención demoníaca que
trate de destruir las hermosas normas del Creador. Sin embargo, no hemos alcanzado Toda
verdad aún, y debemos mantenernos accesibles a los medios nuevos y propicios. El síndrome de
rigidez hace que la persona resista los planes y conceptos nuevos que conducen al progreso.
La razón para esta actitud se debe a que sus recursos internos son tan escasos que no puede
concebir la idea de intentar cosas nuevas. Los surtidos internos de la persona no permiten que
acepte el reto al cambio. El cambio es una amenaza para una persona agotada. Cualquier
demanda que se le imponga, por pequeña que sea, y la cual envuelva un cambio en la manera de
hacer las cosas—aun las alternaciones constructivas—, vienen a ser inconcebibles para ella.
No es que sea inflexible, sino que, debido a su condición, es como un mecanismo de super-
vivencia.
La rigidez es una amenaza para una institución. Un individuo desgastado ha perdido la
capacidad para el cambio, estableciéndose a sí mismo sobre un patrón de rigidez. El liderato de
Dios no puede darse el lujo de ser víctima del desgaste, siendo que su mayor reto está expresado
en 2 Corintios 3:18: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el
Espíritu del Señor". El Desgaste no es inevitable, pero aunque se haya desarrollado, eso no
significa que se le debe permitir continuar. Tenemos el mayor recurso de la renovación a la
disposición en la Palabra. Leamos en Filipenses 4:19 al respecto: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo
que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús".
Así que, nuestra fuente de renovación es nuestro Señor y Salvador.
El Proceso de Renovación
En el transcurso del esfuerzo humano, es posible cruzar la frontera que nos separa de la entrega
o consagración normal a la entrega o consagración del fanatismo, al igual que de la dedicación a
la dedicación fanática o excesiva. En nuestro celo por alcanzar metas elevadas, hemos
desequilibrado nuestros recursos internos. Con todo, en medio del Desgaste, tenemos la
seguridad de la renovación. Hay un proverbio alemán que dice: "Cuando unimos nuestras manos
en oración, Dios abre las Suyas". Las manos abiertas del Salvador siempre están listas para
suplir nuestras necesidades. "Por tanto, no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre
exterior va desgastando, el interior empero se renueva de día en día." (2 Corintios 4:16) Este
versículo enfatiza una verdad fundamental, pues es cierto que en medio de la destrucción o
desgaste progresivo, el proceso de renovación (hacer nuevo y diferente) hace que uno venga a
ser mejor que antes. Hay un versículo poético que se le atribuye a Miguel Ángel que dice:
"Entre más se gasta el mármol, más crece la estatua". El Desgaste es causado por el hecho de
pasar por alto las instrucciones de la Palabra de Dios—que el hombre "interior debe ser
renovado de día en día".
Nuestro ejemplo más grande de evasión de Desgaste lo es nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
El registro de las Santas Escrituras está repleto de las dificultades que El afrontó; sin embargo,
nunca sufrió Desgaste. Por el contrario, el gran profeta Elías se topó con cierta clase de desgaste.
"... y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh Jehová, quita mi alma; que no soy yo mejor que mis
padres." (1 Reyes 19:4) Nuestro ejemplo supremo debe ser Jesús, no Elías. Nuestro Señor
mantuvo el mismo paso de la comisión en este mundo.

Los Tiempos Privados de Cristo: El marcar el paso está relacionado con el tiempo y los
eventos. Se ha dicho concerniente al tiempo: "El tiempo es inflexible—no se puede estirar; es
irremplazable—no se puede reclamar; es indispensable las cosas no pueden hacerse sin él".
La instrucción del Señor a Sus discípulos muestra cómo Cristo manejó el tiempo y los eventos.
"Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían
enseñado. Y él les dijo: "Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque
eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer". (Marcos 6:30, 31)
Después de un período de actividad evangélica, la instrucción de Jesús fue que se fueran a
descansar antes de que cayeran hechos pedazo. Los discípulos tenían que aprender respecto a la
necesidad de apartarse algunas veces a lugares de solaz, ya que tal proceso requería reposo a fin
de recibir renovación. La acción parece engendrar acción, mientras que la velocidad a menudo
se incrementa a sí misma. Es mejor tomar un tiempo de descanso, si es que deseamos obtener la
victoria. Vivimos en tiempos de movilidad, aun cuando no estemos seguros del lugar hacia el
cual nos dirigimos. Cristo ejemplificó la necesidad de sacar tiempo para estar a solas durante Su
vida.
Un Tiempo de Retiro: "Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fue a un
lugar desierto, y allí oraba". (Marcos 1:35) "Y como fue la tarde, el barco estaba en medio de la
mar, y él solo en tierra." (Marcos 6:47) Aunque Cristo amaba Sus discípulos, aun así, El sabía
cómo emplear tiempo en retiros o a solas. El proceso de renovación requiere tiempo para estar a
solas a fin de ponerse al día consigo mismo y para meditar. Tiempo para pensar o meditar es
tiempo de analizar, deliberar, examinar y evaluar. El pensamiento reflexivo requiere un lugar y
un tiempo para estar a solas con uno mismo. La comunión íntima significa estar a solas con
Dios.
Un Tiempo de Descanso: "Jesús se fue al monte de las Olivas." (Juan 8:1) No hay forma de
saber todo lo que nuestro Señor hizo cuando se retiraba al Monte de las Olivas, pero de seguro
que podemos afirmar que se retiraba a descansar. Cristo sabía respecto al valor del reposo, y en
una ocasión dijo: "... Dormid ya y descansad..." (Marcos 14:41) Cristo entendió la necesidad de
tomar un descanso o asegurarse de dormir el tiempo suficiente. La renovación requiere
suficiente reposo a fin de levantarse reposado. El descanso es requerido a fin de realizar un buen
trabajo. Una persona reposada y renovada puede manejar su tiempo de mejor manera.
Hay sabiduría en la siguiente declaración: "Los individuos obsesionados en el trabajo deben
volver a descubrir el significado del tiempo de reposo si es que desean volver a restaurar su
poder creativo".
El Manejo del Tiempo: Siendo que el tiempo es siempre visto como una prueba de marcar el
compás del reloj, la persona trabajará más fuerte para lograr más en el tiempo que tengan
disponible. Huelga decir que esta actitud crea consumo de tensión, un factor en la producción del
Desgaste. El Manejo del Tiempo es un intento de usar el tiempo en su contexto propuesto—para
nosotros, no contra nosotros. Cosas que considerar acerca del tiempo:
I. Realidades del Tiempo
A. Todos tenemos la misma cantidad de tiempo.
B. El tiempo no puede ser alargado.
C. El tiempo perdido no puede ser reclamado.
D. El logro del tiempo es producción total neta, no
potencia consumida.
II. Técnica Sobre el Manejo Efectivo del Tiempo
A. Control
1. Directo
2. Organización
3. Planificación
B. Desarrollo de una Lista de "Cosas que Hacer"
1. Prioridades
a. Tarea crítica—lo que se considera como urgente
b. Importante—debe ser realizada pronto, antes de
que venga a ser crítica
c. Tiempo discrecional—tiempo sin presiones in
mediatas
d. Delegando tareas a otros
III. Identificación de los Desperdiciadores del Tiempo
A. Metas y prioridades no claras
B. Desorganización personal
C. Inhabilidad para decir que no
D. El hábito de la procrastinación
E. Negligencia en escuchar activamente (con entendimiento)
El manejo efectivo del tiempo hará que sea como una doncella que sirve por amor, no un capataz
riguroso.
El Mito Indispensable: El tiempo es indispensable, pero nosotros somos dispensables. Algunas
cosas que parecen nobles, puede que no siempre sean sabias. Todo lo que aparece registrado en
la Palabra de Dios es cierto, mas no todo lo que se dice en ella tiene que ser observado. Algunos
ejemplos de esto son las declaraciones de Satanás, entre ellas la que está en. Génesis 3:4, y la de
la mujer de Job en Job 2:9. Aunque estos versículos son parte de la Biblia, declaraciones
registradas exactamente como sucedieron, no son verdades que deben ser seguidas ni practicadas
por los creyentes. Otro ejemplo de esto se encuentra en Filipenses 2:30: "Porque por la obra de
Cristo estuvo cercano a la muerte, poniendo su vida para suplir vuestra falta en mi servicio".
Epafrodito era un obrero muy fiel y dedicado en la Iglesia primitiva. Su servicio a Cristo ya Su
Iglesia era sobresaliente, pero se esforzó tanto en la realización del trabajo que estuvo a punto de
morir en tal exceso. Algunas cosas que son nobles puede que no sean para nuestro mejor interés.
Hay un antiguo adagio que dice que el trabajar arduamente no perjudica a nadie, pero eso no es
verdad. El exceso de trabajo puede conducir a la muerte física o hacer que alguien se enferme.
La Biblia nos muestra que Cristo fue fiel y dedicado, pero nunca se excedió demasiado en, su
trabajo hasta el punto de estar cerca de la muerte. La Biblia respalda la buena salud: "Amado, yo
deseo que tú seas prosperado en todas cosas, y que tengas salud, así como tu alma está en
prosperidad". (3 Juan 2) El celo es bueno, pero el celo con sabiduría es aún mejor. Dios desea
usarnos, pero es vital que sepamos que no somos indispensables. El mito indispensable impulsa
a la persona a trabajar como si la obra de Dios fracasaría si ella se detuviera por algún tiempo en
lo que se renueva y reagrupa, Esta clase de imagen mental la compele a ir más allá de sus
recursos o fuerzas.
Ayúdame a Ir Más Despacio, Señor: "Así como el océano sube y baja, el hombre
experimenta marejadas de creatividad y efectividad, seguidas de períodos en los que necesita
regeneración". Las personas orientadas hacia el éxito, parecen obsesionarse con los eventos,
números y velocidad. La velocidad está adentro y la lentitud afuera; sin embargo, la renovación
es un proceso lento, no uno veloz.
Hazme Caminar Despacio Señor
Hazme caminar despacio Señor calma mi corazón, calmando mi mente.
Controla mi acelerado paso con una visión del alcance eterno del tiempo.
Dame en medio de la confusión del día, la calma de las montañas eternas.
Quita la tensión de mis nervios y músculos usando la música apaciguante de los musicales
riachuelos que viven en mi memoria.
Enséñame el arte de tomar pequeñas vacaciones—de detenerme a mirar una flor, de hablar
con un amigo, de acariciar a un perrito, de sonreírle a un niño, de leer unas cuantas líneas de
un buen libro.
E inspírame para que mis raíces se entierren en la tierra de los valores duraderos de la vida,
para que pueda alcanzar mi gran destino.
Acuérdame a diario que la carrera no es siempre del más rápido; que hay mucho más en la
vida que aumentar la velocidad.
Permíteme mirar hacia arriba, hacia el roble erguido y saber que éste creció grande y fuerte
debido a que creció lentamente, y lo hizo bien.
Si no somos diligentes en nuestra prisa por alcanzar el mundo, solamente tendremos tiempo
para las personas abstractas, no para las personas reales. El trato con las almas requiere tiempo,
detenimiento, atención y paciencia. Estas cosas no pueden hacerse a la carrera.
Siervo de Todos—No Señor de Todos: “... me he hecho siervo de todos por ganar a más."
(1 Corintios 9:19) "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Filipenses 4:13) Nuestra
comisión es alcanzar a todos los hombres, lo cual significa el papel de servidor y la promesa de
ser vencedores en todas las cosas a través de la gracia divina de Dios. No estamos capacitados de
por sí para alcanzar este lugar de prominencia sin la intervención divina, y damos gracias al
Padre por otorgarnos accesibilidad a tal gracia. No obstante, una persona puede lograr muchas
cosas en su vida si extiende su capacidad para el cambio, lo cual de por sí es un proceso de
renovación.
La Capacidad para el Cambio: El cambio de por sí no es algo desagradable, puesto que hay
cambios positivos y negativos. La fuerza que resiste el cambio es el mismo cambio. El Desgaste
produce rigidez, que es resistente al cambio, mientras que lo opuesto, que es cambio, produce
renovación. Como pueblo de Dios, debemos mantener la actitud apropiada hacia el cambio, ya
que nuestra meta celestial es: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza,
como por el Espíritu del Señor". (2 Corintios 3:18) La capacidad para el cambio puede ser
extendida cuando nos entregamos de lleno al estudio profundo de la Palabra de Dios. El poder
transformador y renovador de la Palabra de Dios no puede ser calculado en términos humanos.
Es una necesidad que los ministros de Dios empleen suficiente tiempo en la lectura privada de la
Biblia; esto deberán hacerlo a paso lento. El proceso de renovación para el ministerio requiere
leer y estudiar la Palabra, al igual que el leer otros libros buenos acerca de ella. El ser
negligentes en esto afectará adversamente el ministerio y a las ovejas que dirige. Cuando
estamos demasiado ocupados para emplear tiempo a solas con Dios y en el estudio de Su
Palabra, corremos el peligro de extraviarnos.
Es para estos tiempos en los que vamos a Dios en el Espíritu, que nuestras capacidades son
ampliadas. El crecimiento realza el hombre interior, mientras que al mismo tiempo bendice a
otros. Es Crecer y luego Ir, no Ir y después Crecer.
Administración/Administrivia: La administración trata con el proceso de manejar y
distribuir, al igual que con el asunto de delegar ciertas tareas en una empresa determinada.
La capacidad para delegar a otros los asuntos de menos importancia es una manera de extenderse
para crecer. Un ministro puede ocupar todo su tiempo y talentos en cosas pequeñas, dejando los
más importantes o de más pesos implorando por su atención. Un equilibrio entre adhesión y
separación es vital para lograr una administración efectiva. La administración apropiada puede
ser una bendición mientras que la administración trivial se convierte en una servidumbre, que es
lo opuesto de renovación.
Cambiando el Paso: La repetición y la rutina tienen su manera de aburrir y desanimar las
personas. En todo trabajo hay cosas de rutina que deben ser repetidas una y otra vez.
No obstante, éstas extraen su costo de todos los obreros. Un cambio de paso es siempre algo que
refresca. Por consiguiente, las vacaciones vienen a ser una manera de cambiar el paso. A pesar
de si las vacaciones son largas o cortas en duración, es cuestión de lo que se pueda arreglar.
No obstante, todo receso de actividades o vacaciones deberán ser diseñadas a la medida para
que se ajusten a las necesidades de las partidas envueltas. Las vacaciones pueden ser un tiempo
libre para irse lejos y hacer lo que quiera o no quiera, sin las presiones de los itinerarios. Es un
tiempo para renovar nuestras fuerzas; un tiempo para reagrupar. Otro aspecto del tiempo libre
que puede necesitar nuestra atención es el plan sabático ministerial. Algunas de nuestras iglesias
son lo suficientemente fuertes como para elaborar un plan (con la debida aprobación del
supervisor) que pueda darle al pastor un tiempo sabático de 30-40 días para descansar, viajar o
realizar cualquier otra cosa que tenga en mente. El plan sabático es un tiempo muy estupendo
para que un ministro reconstruya sus recursos internos, revitalizándose de energías nuevas y
renovadoras. El cambiar el paso es una forma de fortificar la persona, ya sea si es un bloque de
tiempo libre o bloques breves de tiempo para hacer ejercicio o trabajar en algún pasatiempo; los
resultados son placenteros.
Conclusión:
"Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección; porque
haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será abundantemente
administrada la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo."
(2 Pedro 1:10, 11) No hay un privilegio mayor que el de servir a nuestro Rey y ser parte de Su
reino eterno. Nuestra entrada a tal reino nos será administrada con vida abundante, no una
agotada y vacía. La inspiración fresca no puede fluir a través de vasos fundidos, sino a través de
vasos revitalizados y fortalecidos. Lo que tenemos, eso mismo es lo que damos. Si uno está
gastado, frustrado y lleno de ansiedades, eso es todo lo que podemos comunicar. Pero si tenemos
vida abundante, saturada de las aguas del río de vida resplandeciente, entonces seremos canales
de las "corrientes de aguas vivas" que saltan para vida eterna. Lo que tenemos te damos—
¡levántate y sé renovado!
—LECCION 11—
CUANDO EL MINISTRO AFRONTA EL DESALIENTO Y COMO
CONFRONTAR ESE PROBLEMA
"Esforzaos empero vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; que salario hay para vuestra
obra." (2 Crónicas 15:7) Eso fue lo que el Profeta Azarías le dijo al Rey Asa cuando estaba
emprendiendo las reformas en Judá; esa es la actitud ideal que todo ministro deberá asumir
siempre. Pero en la experiencia práctica, la mayoría de los ministros pueden recordar aquellos
tiempos en su vida cuando se sintieron con "manos débiles" y poco efectivos. En lo que a la
recompensa de sus obras se refiere, ellos no tenían esperanza de recibir alguna.
I. La Naturaleza del Desaliento
El desaliento es uno de los principales impedimentos de nuestra obra, siempre que seamos
ministros diligentes al tratar de edificar la obra de Dios, con el deseo ardiente de llevar las almas
a Cristo. El desánimo no viene sobre ministros ociosos e indiferentes. Solamente los dedicados
y envueltos en el trabajo correrán el riesgo de desanimarse.
En un diccionario se define el desaliento como "el acto de privar o desposeer del ánimo; el
acto de disuadir de una empresa. . . aquello que destruye o abate el aliento; aquello que
disminuye la confianza o esperanza; lo que disuade o tiene la tendencia de impedir el fervor
hacia el logro de algo".
Un ministro desalentado está tan envuelto en los pensamientos negativos acerca de sí mismo,
la gente y la tarea que tiene frente a él, que le es difícil ejercer las actitudes positivas de
esperanza y ánimo que sabe que debe poseer. Se siente amenazado, derrotado, no apreciado,
inefectivo y frustrado por su falta de habilidad para lograr las metas que una vez parecían tan
fáciles de alcanzar.
El relato bíblico del profeta Elías en 1 Reyes 19:1-18, nos provee uno de los mejores ejemplos
sobre el desaliento, su naturaleza y cómo bregar con él.
Vemos a Elías en el capítulo 18 como el siervo confiado y victorioso de Dios, de pie y sin temor
ante cientos de falsos profetas, a quienes retó aclamar por el Dios que hiciera descender fuego
del cielo y consumiera el holocausto. ¡Qué torre de poder era él!
Muchas personas creen que los ministros siempre deben funcionar en el nivel de eficiencia del
Monte Carmelo, bajo toda circunstancia. Ellos siempre deberán estar al frente de las batallas,
retando el mal con valor, orando a Dios grandes oraciones de fe, las cuales deben recibir
respuestas inmediatas, al igual que milagros que acompañen su ministerio en cada mano
mientras poderosos avivamientos cubren la tierra bajo su liderato. Fue esa expectación
exagerada lo que llevó a Elías al punto más bajo en su ministerio. El es un ejemplo gráfico de
cómo el desaliento asalta, los efectos que tiene sobre uno y cómo puede ser superado.
II. Cómo Viene el Desaliento
1. La Negligencia de Aceptar las Expectativas Frustradas. Después de la gran victoria
obtenida en el Carmelo y de la culminación de una sequía que había durado tres años y medios,
la cual Dios había otorgado en respuesta a las oraciones de Elías, el profeta aconsejó al Rey
Acab que se diera prisa en llegar al palacio porque su carro se iba a estancar en el barro por la
gran lluvia que iba a caer. Elías, fortalecido por el poder de Dios (V. 46), corrió las diecisiete
millas completas desde el Monte Carmelo hasta el Paso de Jezreel, adelantándose al carro del
rey. Ciertamente que la mano de Jehová fue sobre él.
Con todo esto a su favor de parte de Dios, tal vez esperaba que El le otorgara aun más grandes
milagros en lo adelante. Pero finalmente las cosas se estaban enderezando en el sentido
espiritual. Un poderoso despertamiento había comenzado a diseminarse por toda la tierra de
Israel, y Elías estaba en el centro de toda aquella conmoción.
De seguro que no podía haber más resistencia después del gran incidente del Monte Carmelo,
y de la demostración de la misericordia de Dios al enviar la lluvia que había inundado todo el
país. El poder de Dios se había desatado y nada podía detenerlo.
Sin embargo, el mensaje amenazador, hostil y rudo de Jezabel asoló el espíritu victorioso del
profeta. La destrucción repentina de la confianza que ya tenía respecto a que al final la nación
regresaría al punto de lealtad hacia Dios, fue una experiencia frustradora. La sensación de gran
confianza que había disfrutado unas cuantas horas antes, dio paso repentino a la frustración y al
desaliento, lo cual condujo hacia una depresión más intensa. Su espíritu se deshizo
completamente. No estaba preparado para el fracaso de sus elevadas expectaciones.
Es para tales momentos que algunos ministros cuestionan el asunto de si en realidad habrán
sido llamados al ministerio. El afrontamiento de tales contratiempos y el ver sus sueños
evaporarse repentinamente, son cosas que algunos ministros no pueden resistir.
No es poco común el que algunos ministros caigan para tal ocasión en el síndrome de "no
manejé la situación de la manera apropiada", siendo el síntoma principal aquel en el cual todo
comienza a desmoronarse ante ellos. Entonces sienten que son personalmente responsables del
fracaso. Razonan que puesto que Dios no auspicia los fracasos, que son responsables de haberle
fallado, perdiendo como consecuencia Su favor divino.
Tal razonamiento no está bien fundado. Es verdad que Dios nunca falla. El es todopoderoso, y
nada le es imposible. (Jeremías 32:17) Así que, no es cierto que el ministro de por sí sea
responsable de la falta de éxito en la obra de Dios. Aun el mismo Jesús no tuvo un éxito
uniforme al tratar con las gentes. En lugar de recibirle y seguirle, muchos de los que venían para
escucharle se iban y no volvían más a verle. (Juan 6:66) Tenemos el ejemplo del joven rico que
vino a Jesús para preguntarle respecto a lo que debería hacer para recibir la vida eterna. Cuando
El le contestó su pregunta, no quiso aceptar los términos expuestos por Cristo. La Biblia dice
que se fue "muy triste". (Mateo 19:22) Los mismos apóstoles a veces se desilusionaban con la
falta de éxito en lograr que la gente siguiera al Señor. Por ejemplo, note la carta de Pablo a los
Gálatas, en la cual los reprendió por su inconstancia, pues se apartaron muy pronto de la verdad
del Evangelio de Cristo. También, note su desilusión o desánimo con la carnalidad y divisiones
que había en la iglesia de Corinto. (1 Corintios 3:1-4)
Dios es más que suficiente para hacer lo que le agrade, pero nunca se impone sobre la voluntad
del individuo. El permite que el hombre use su libre albedrío para hacer sus propias decisiones:
muchas veces escoge rechazar el liderato amoroso y compasivo de los ministros devotos que
Dios ha llamado en este mundo. El pasar por alto entender esto, e insistir en tener un Monte
Carmelo tras el otro, es como invitar los contratiempos y desánimos en la senda cristiana.
2. Una Evaluación Exagerada de la Importancia de Uno Mismo. Algunos ministros creen
que solamente ellos pueden manejar las necesidades del trabajo). No pueden delegar tareas de
importancia a nadie, excepto las más ínfimas. Elías expresó su actitud cuando le dijo a Dios: "...
Yo solo he quedado..." (1 Reyes 19:10) El pensaba que realmente era el único en quien Dios
podía confiar para realizar el trabajo correctamente. Esta actitud hace que uno se eche sobre sí
una carga muy pesada, y cuando las cosas se ponen adversas o malas, el ministro se siente
responsable de lo que sucede, pues según su opinión, es el único en quien se puede confiar.
Como consecuencia, se verá bombardeado con sentimientos de fracaso, siendo que las cosas no
siempre resultan en conformidad con nuestras más elevadas expectaciones.
Elías pensó que estaba más cerca de Dios que cualquier otra persona, y que solamente él era el
defensor de la fe. Estaba llevando una carga muy pesada sobre sus hombros, mucho más pesada
de lo que se le requería. Otros siete mil profetas habían permanecido fieles a Dios
(1 Reyes 19:18), pero eran de poco consuelo para Elías, ya que si hubiera sabido de ellos, existía
la posibilidad de que los hubiera ignorado, dependiendo de su propia importancia para la causa
de Dios, no creyendo que podían haber otros que estuvieran tan preocupados por Su obra como
él. Lo más natural es que cuando las cosas comienzan a desmoronarse o hacerse pedazos, la
tendencia es de culparse a sí mismo, por el hecho de uno ser la persona que está al mando.
Esa fue la razón por la cual Elías quería morirse, pues la carga era demasiado pesada para
llevarla solo.
3. El Esforzarse Demasiado. Cuando Elías se adelantó corriendo al carro de Acab durante
unas diecisiete millas, lo que le impulsó para hacer tal cosa fue la energía divina, pues
1 Reyes 18:46 lo comprueba: " . . . la mano de Jehová fue sobre Elías..." No obstante, cuando Su
mano fue quitada, el profeta sintió el peso de las pesadas demandas sobre su ministerio.
El Monte Carmelo había sido una experiencia de tremendo éxito, pero había demandado mucho
del profeta en términos del esfuerzo físico, mental y espiritual que empleó.
El ministerio público es agotador, y el ministro que no entiende que es mortal y que necesita
cuidarse, eventualmente pagará el precio por su negligencia. El desgaste ministerial viene como
consecuencia del mucho trabajo y las presiones rigurosas, sin tomar tiempo para el descanso o
reposo. Una vez el pastor de una iglesia le pidió al conserje que le hiciera el favor de colocar en
el tablón de edictos el siguiente tema para su sermón: "¿Están los Ministros al Borde del
Colapso?" Al notar que su pastor estaba sobrecargado de responsabilidades en su iglesia, decidió
cambiar el tema un poco para adaptarlo a la situación: "Nuestro Ministro Está al Borde del
Colapso".
Buenos pastores han renunciado a sus iglesias y otros han dejado el ministerio por completo
durante una temporada de frustración y desaliento, cuando la solución a su problema radicaba en
tomar unas vacaciones. Varios años atrás platiqué con un ministro que había renunciado a su
ministerio en una temporada de tal naturaleza. Me dijo: "Cometí un gran error al renunciar; lo
que realmente necesitaba era un tiempo de descanso y recuperación. No debí haber renunciado".
Hay un buen consejo que dice: "No renuncies un lunes". En otras palabras, no hagas decisiones
drásticas cuando las cosas empeoren. Espera hasta que tu mente y corazón estén más
capacitados para bregar con decisiones tan monumentales.
4. La Persona que se Aísla. "... yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida."
(1 Reyes 19:10, 14) Elías se había aislado a sí mismo de la compañía y confraternidad de
aquéllos que podían compartir con él el peso del trabajo y los riesgos correspondientes. (Lea el
V. 18.) Siendo que escogió pelear la batalla solo, al hacerlo se privó a sí mismo de la fortaleza y
estímulo que habría recibido de los demás que amaban al Señor y Su obra tanto como él.
El ministro es un miembro del cuerpo de Cristo como lo son los demás, y necesita su
confraternidad, estímulo y consejos tanto como cualquier otro.
Nunca ha sido la voluntad de Dios el que ninguno de nosotros se aísle o camine solo.
Nos necesitamos mutuamente. Hebreos 10:25. Una trayectoria muy difícil de transitar espera a
todos los que se aíslan a sí mismos de la asociación con los santos.
5. La Falta de Confianza en Dios. No hay indicación alguna de que Elías buscara la ayuda y
dirección de Dios. Una vez aceptó la derrota, tuvo muy poca inclinación para orar a El por la
victoria. En lugar de estar preparado para afrontar cualquier oposición, oró para que Dios le
enviara la muerte y le sacara de aquella situación totalmente. Ya no había más espíritu de batalla
en él. Era un hombre abatido. Su confianza en sí mismo y en Dios había desaparecido.
La persecución de Jezabel le pareció más poderosa que el poder de Dios. Cuando dejamos de
esperar en el Todopoderoso, es como si nos separáramos a nosotros mismos de la Fuente de
esperanza y confianza. Como consecuencia, el desánimo y la depresión se hacen prominentes.
Proverbios 3:5, 6: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no estribes en tu prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas".
III. El Fruto Amargo del Desaliento
El desaliento es un enemigo que perjudica grandemente al ministro, tanto en su vida como en el
servicio. Hasta tanto no sea liberado de sus garras, de seguro que no podrá disfrutar de la vida
cristiana abundante ni rendir un servicio efectivo. Es por tal razón que existen muchos pasajes
en la Biblia que nos estimulan a ser valientes y a que nos guardemos contra el espíritu del
desánimo, pues cuando un ministro es controlado por tal espíritu, de seguro que es vulnerable e
inefectivo.
1. El desaliento conduce al temor. "Viendo pues el peligro. . . fuese por salvar su vida."
(1 Reyes 19:3) Antes de que el espíritu del desaliento se posesionara de su vida, Elías pudo
afrontar con valentía a toda la compañía de los profetas de Baal, pero ahora tiembla de miedo
ante la ira de una mujer. El individuo desanimado ve al enemigo como un gigante y a su propia
persona como un saltamontes. (Números 13:33)
2. El desaliento destruye la fe. Existe una tremenda incompatibilidad entre la fe y el
desaliento. Donde uno domina, el otro sale huyendo. En Hebreos 11, ese gran capítulo que trata
sobre los héroes de la fe, no hubo lugar para el desaliento en aquellos grandes hombres y
mujeres, "que por fe ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon boca de
leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades,
fueron fuertes en batallas, trastornaron campos de extraños". (Hebreos 11:33, 34) En el reporte
de los diez espías (Números 13:26-29, 31-33), no hay indicio de fe o esperanza; solamente una
extensa descripción de la potencia y fiereza del enemigo y de la debilidad de Israel.
3. El desánimo conduce hacia el abandono de la obra de Dios. En lugar de pararse firme
sobre sus pies y afrontar las amenazas de la malvada Jezabel, Elías huyó del escenario de acción
y abandonó sus responsabilidades. (1 Reyes 19:3, 4) El pueblo de Israel había acabado de
renunciar a la idolatría, se había arrepentido de corazón en el Monte Carmelo, donde reconoció
que "Jehová es Dios". (1 Reyes 18:39) Pero ahora necesitaban ánimo y dirección en su
conversión reciente. Es lamentable decir que cuando más necesitaban al Profeta Elías, éste había
sucumbido en el espíritu del desaliento, dejando las ovejas abandonadas y solas ante un enemigo
sin compasión.
4. El desaliento aísla las personas de las demás. "Y él se fue por el desierto un día de
camino, y vino y sentóse debajo de un enebro." (1 Reyes 19:4) Un hombre desanimado tiene la
tendencia de apartarse de la confraternidad de los demás cristianos, y emplea su tiempo
quejándose de su mala fortuna y vida de problemas. Sus pensamientos se concentran en sí
mismo, en la manera en que ha sido tratado, de que no es apreciado y de lo mucho que está
padeciendo. El hombre animado está entregado a una causa fuera de su persona; el desalentado
piensa mayormente en el cómo ha sido afectado.
5. El desaliento arrebata el gozo de la vida y del servicio. "Baste ya, oh Jehová, quita mi
alma..." (V. 4) Uno de los ministros mejor conocidos en la Iglesia relata cómo en sus primeros
años en el ministerio, después de lo que consideró ser un intento miserable de exponer un
sermón, se fue a su casa, entró a su cuarto de dormir y oró a Dios: "Señor, si así es que van a ser
las cosas, permite que muera ahora mismo". Se acostó en su cama, cruzó sus brazos sobre su
pecho y esperó. Pero Dios sabía que le necesitaba en la obra, y obró en él hasta que llegó a ser un
ministro muy eficiente. Sin embargo, mientras un creyente en Cristo permanezca dominado por
el desaliento, no podrá disfrutar de una vida feliz. Su pensamiento es controlado por las actitudes
negativas relativas al fracaso personal y la insuficiencia. El buen ánimo y el gozo van tomados
de la mano; el desaliento y la miseria también van mano a mano.
Los siervos de Dios deben realizar sus labores con regocijo. "Para que andéis como es digno
del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento
de Dios. Corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria, para toda
tolerancia y largura de ánimo con gozo." (Colosenses 1:10, 11) Por supuesto que el gozo no
puede sobrevivir en el corazón de un creyente abatido y desanimado.
IV. Cómo Confrontarse Con El Desaliento
El ministro nunca está libre de la posibilidad de ser desanimado. La naturaleza de nuestro
trabajo trae con él retos adicionales que no son muy comunes para el creyente promedio.
El obrero dedicado sabe que está tratando con asuntos eternos, y no toma la negligencia de la
gente al rechazar el mensaje de Cristo como algo de poca importancia. El está consciente de las
consecuencias que le esperan a los que rechazan al Señor por andar en los placeres del pecado.
No obstante, está muy mal que se rinda ante el espíritu del desaliento. Por supuesto que no tiene
que ser víctima de sus asaltos, y puede vivir una vida victoriosa sobre el mismo. Consideremos
algunas maneras a través de las cuales podemos tratar con el desaliento.
1. Confiando en el Señor. El profeta desanimado había dejado de confiar en su Dios, y eso
fue lo que realmente le metió en problemas. "El justo vivirá por la fe; cuando la fe muere, toda
cosa buena y noble también muere con ella." El ministro nunca debe olvidar que esa es la obra
de Dios, y no la suya, que puede encontrar gran corroboración o fortaleza en el conocimiento de
que El está encargado de dirigirla, y que jamás la abandonará, ni tampoco a los que le sirven.

"Bendito sea Jehová, que ha dado reposo a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había
dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo ha faltado."
(1 Reyes 8:56)
Confiar en Dios significa esperar en El totalmente y en todo tiempo, reconociendo nuestra
plena dependencia en Su poder. "No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar
algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios." (2 Corintios 3:5)
Existen dos clases de confianza: 1) aquella que dice: "Señor, sin Ti, sin Tu fortaleza, Tu
suficiencia y Tu provisión, no soy nadie". 2) La segunda es la que dice: "Señor, ayúdame a
vencer esta circunstancia, y superaré la próxima que venga". Obviamente, el segundo tipo de
confianza no es de la que Pablo habla en el versículo que citamos arriba.
2. Cultivando una actitud de oración suplicante en cada faceta del ministerio. La oración
es la llave hacia la victoria, sin ella, de seguro que no podemos recibir las bendiciones de Dios.
Afronte cada situación en actitud de oración, siempre procurando la dirección y fortaleza del
Espíritu Santo.
3. Tomando tiempo para la renovación física y mental. Es de suma importancia notar que
lo primero que el ángel de Jehová hizo con Elías fue suplir sus necesidades físicas. "Levántate y
come", (1 Reyes 19:5, 7) fue la palabra que Dios dirigió al profeta desanimado, supliendo de esa
manera sus necesidades físicas. El cuerpo necesita buena alimentación, ejercicio y descanso.
Descuide estos tres aspectos y de seguro que afrontará problemas serios con su salud a lo largo
del camino.
4. Reconociendo sus limitaciones. No sea abofeteado por la culpa de no poder hacer todo el
trabajo que haya que realizar. Establezca sus prioridades, y haga aquellas cosas que son de
mayor importancia en la lista. Los apóstoles nos dieron un ejemplo educativo en Hechos 6.
Conociendo el llamamiento de Dios, estuvieron capacitados para establecer prioridades, y lo que
no podían hacer, lo delegaban a otros. Habían presiones para hacer que ellos fueran por sobre
sus límites, pero permanecieron firmes en su propósito de realizar aquellas tareas que estaban
dentro de las limitaciones delineadas. El mensaje final de Cristo fue que salieran a predicar y
enseñar el evangelio a todas las naciones. La infidelidad de algunos de los discípulos primitivos
no les desanimó (Hechos 5:1-10); la hostilidad de los líderes religiosos del judaísmo no les
amedrentó (Hechos 5:17-20); los azotes o latigazos recibidos a manos de sus verdugos no les
apartó de la causa (Hechos 5:40); y las acusaciones por algunos fracasos de parte de sus
compañeros en el ministerio, no les confundió. (Hechos 6:1-4)
5. Manteniendo una actitud de amor hacia todos, aun hacia aquéllos que obren en contra
suya. Por medio de mostrar un amor positivo y activo hacia todas las personas, usted evitará la
posibilidad de desarrollar hostilidad interna contra sus oponentes. Estos sentimientos ocultos de
negativismo, conflictos y tensiones, siempre causan muchas bajas en nuestros rangos. Algunas
veces éstos se manifiestan en dolores de espaldas, dolores de cabeza y problemas digestivos,
los cuales a su vez conducen al desaliento. El amor "es sufrido, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta. El amor nunca deja de ser". (1 Corintios 13:7, 8)
6. Conociendo la diferencia entre sus responsabilidades y las de Dios. Existen áreas sobre
las cuales usted no tiene control en lo absoluto. No puede forzar las personas a creer, a
ser fieles, a vivir como verdaderos cristianos, etc. Además, cuando ellos pasen por alto vivir en
conformidad con lo que la Biblia enseña, no deberá tomarlo como un rechazo personal.
Tampoco debe pensar que ha fracasado como persona al no poder lograr sus metas u objetivos
en la obra. El fracaso no es suyo, sino que pertenece a los que han rehusado rendirse a sí mismos
al Espíritu de Dios. Continúe siendo fiel a su llama miento divino; Dios ve todas las cosas, y

todo lo bueno que haga recibirá su justa recompensa a su debido tiempo. "No nos cansemos,
pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado." (Gálatas 6:9)
7. Piense Cosas Hermosas. Note el negativismo en los pensamientos de Elías desde el
momento en que huyó al desierto. Se quería morir (1 Reyes 19:4); sólo veía el fracaso del pueblo
(Vs. 10, 14); se sentía solitario (Vs. 10, 14); sus oraciones eran negativas y dirigidas hacia fines
destructivos, más bien que constructivos (V. 4). Considere su manera de pensar: Pudo haber
estado pensando respecto a las grandes victorias que Dios le había permitido obtener en el
Carmelo; su corazón, como el de Pablo en la cárcel de Filipo, podría haberse regocijado en el
Señor, sabiendo que El estaba en control; pudo haber estado expresando las gracias a Dios por
aquellos siete mil profetas que no habían doblado sus rodillas ante Baal (V. 18); pudo haber
estado teniendo comunión con Dios pacífica y confiadamente, en lugar de estar irritado en su
espíritu y deseando la muerte. (Filipenses 4:8, 9)
Conclusión: El ministro, al igual que cualquier otra persona, deberá aprender a vivir con
problemas sin resolver, con aspiraciones que no se pueden lograr y con frustraciones al trabajar
con otras personas. Habrá tiempos de poderosas victorias. Dios le bendecirá tanto que su copa
se desbordará. Habrá tiempos en los que El se manifestará en experiencias de vientos
majestuosos, en terremotos y en fuegos ardientes. No obstante, El es tan real y tan poderoso
cuando se le manifiesta en la experiencia de una tierna voz. Simplemente confíe en El, "y…
habiendo acabado todo. . . Estad pues firmes. . . orando en todo tiempo". (Efesios 6:13, 14, 18)

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