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Los Tiempos Privados de Cristo: El marcar el paso está relacionado con el tiempo y los
eventos. Se ha dicho concerniente al tiempo: "El tiempo es inflexible—no se puede estirar; es
irremplazable—no se puede reclamar; es indispensable las cosas no pueden hacerse sin él".
La instrucción del Señor a Sus discípulos muestra cómo Cristo manejó el tiempo y los eventos.
"Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían
enseñado. Y él les dijo: "Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque
eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer". (Marcos 6:30, 31)
Después de un período de actividad evangélica, la instrucción de Jesús fue que se fueran a
descansar antes de que cayeran hechos pedazo. Los discípulos tenían que aprender respecto a la
necesidad de apartarse algunas veces a lugares de solaz, ya que tal proceso requería reposo a fin
de recibir renovación. La acción parece engendrar acción, mientras que la velocidad a menudo
se incrementa a sí misma. Es mejor tomar un tiempo de descanso, si es que deseamos obtener la
victoria. Vivimos en tiempos de movilidad, aun cuando no estemos seguros del lugar hacia el
cual nos dirigimos. Cristo ejemplificó la necesidad de sacar tiempo para estar a solas durante Su
vida.
Un Tiempo de Retiro: "Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fue a un
lugar desierto, y allí oraba". (Marcos 1:35) "Y como fue la tarde, el barco estaba en medio de la
mar, y él solo en tierra." (Marcos 6:47) Aunque Cristo amaba Sus discípulos, aun así, El sabía
cómo emplear tiempo en retiros o a solas. El proceso de renovación requiere tiempo para estar a
solas a fin de ponerse al día consigo mismo y para meditar. Tiempo para pensar o meditar es
tiempo de analizar, deliberar, examinar y evaluar. El pensamiento reflexivo requiere un lugar y
un tiempo para estar a solas con uno mismo. La comunión íntima significa estar a solas con
Dios.
Un Tiempo de Descanso: "Jesús se fue al monte de las Olivas." (Juan 8:1) No hay forma de
saber todo lo que nuestro Señor hizo cuando se retiraba al Monte de las Olivas, pero de seguro
que podemos afirmar que se retiraba a descansar. Cristo sabía respecto al valor del reposo, y en
una ocasión dijo: "... Dormid ya y descansad..." (Marcos 14:41) Cristo entendió la necesidad de
tomar un descanso o asegurarse de dormir el tiempo suficiente. La renovación requiere
suficiente reposo a fin de levantarse reposado. El descanso es requerido a fin de realizar un buen
trabajo. Una persona reposada y renovada puede manejar su tiempo de mejor manera.
Hay sabiduría en la siguiente declaración: "Los individuos obsesionados en el trabajo deben
volver a descubrir el significado del tiempo de reposo si es que desean volver a restaurar su
poder creativo".
El Manejo del Tiempo: Siendo que el tiempo es siempre visto como una prueba de marcar el
compás del reloj, la persona trabajará más fuerte para lograr más en el tiempo que tengan
disponible. Huelga decir que esta actitud crea consumo de tensión, un factor en la producción del
Desgaste. El Manejo del Tiempo es un intento de usar el tiempo en su contexto propuesto—para
nosotros, no contra nosotros. Cosas que considerar acerca del tiempo:
I. Realidades del Tiempo
A. Todos tenemos la misma cantidad de tiempo.
B. El tiempo no puede ser alargado.
C. El tiempo perdido no puede ser reclamado.
D. El logro del tiempo es producción total neta, no
potencia consumida.
II. Técnica Sobre el Manejo Efectivo del Tiempo
A. Control
1. Directo
2. Organización
3. Planificación
B. Desarrollo de una Lista de "Cosas que Hacer"
1. Prioridades
a. Tarea crítica—lo que se considera como urgente
b. Importante—debe ser realizada pronto, antes de
que venga a ser crítica
c. Tiempo discrecional—tiempo sin presiones in
mediatas
d. Delegando tareas a otros
III. Identificación de los Desperdiciadores del Tiempo
A. Metas y prioridades no claras
B. Desorganización personal
C. Inhabilidad para decir que no
D. El hábito de la procrastinación
E. Negligencia en escuchar activamente (con entendimiento)
El manejo efectivo del tiempo hará que sea como una doncella que sirve por amor, no un capataz
riguroso.
El Mito Indispensable: El tiempo es indispensable, pero nosotros somos dispensables. Algunas
cosas que parecen nobles, puede que no siempre sean sabias. Todo lo que aparece registrado en
la Palabra de Dios es cierto, mas no todo lo que se dice en ella tiene que ser observado. Algunos
ejemplos de esto son las declaraciones de Satanás, entre ellas la que está en. Génesis 3:4, y la de
la mujer de Job en Job 2:9. Aunque estos versículos son parte de la Biblia, declaraciones
registradas exactamente como sucedieron, no son verdades que deben ser seguidas ni practicadas
por los creyentes. Otro ejemplo de esto se encuentra en Filipenses 2:30: "Porque por la obra de
Cristo estuvo cercano a la muerte, poniendo su vida para suplir vuestra falta en mi servicio".
Epafrodito era un obrero muy fiel y dedicado en la Iglesia primitiva. Su servicio a Cristo ya Su
Iglesia era sobresaliente, pero se esforzó tanto en la realización del trabajo que estuvo a punto de
morir en tal exceso. Algunas cosas que son nobles puede que no sean para nuestro mejor interés.
Hay un antiguo adagio que dice que el trabajar arduamente no perjudica a nadie, pero eso no es
verdad. El exceso de trabajo puede conducir a la muerte física o hacer que alguien se enferme.
La Biblia nos muestra que Cristo fue fiel y dedicado, pero nunca se excedió demasiado en, su
trabajo hasta el punto de estar cerca de la muerte. La Biblia respalda la buena salud: "Amado, yo
deseo que tú seas prosperado en todas cosas, y que tengas salud, así como tu alma está en
prosperidad". (3 Juan 2) El celo es bueno, pero el celo con sabiduría es aún mejor. Dios desea
usarnos, pero es vital que sepamos que no somos indispensables. El mito indispensable impulsa
a la persona a trabajar como si la obra de Dios fracasaría si ella se detuviera por algún tiempo en
lo que se renueva y reagrupa, Esta clase de imagen mental la compele a ir más allá de sus
recursos o fuerzas.
Ayúdame a Ir Más Despacio, Señor: "Así como el océano sube y baja, el hombre
experimenta marejadas de creatividad y efectividad, seguidas de períodos en los que necesita
regeneración". Las personas orientadas hacia el éxito, parecen obsesionarse con los eventos,
números y velocidad. La velocidad está adentro y la lentitud afuera; sin embargo, la renovación
es un proceso lento, no uno veloz.
Hazme Caminar Despacio Señor
Hazme caminar despacio Señor calma mi corazón, calmando mi mente.
Controla mi acelerado paso con una visión del alcance eterno del tiempo.
Dame en medio de la confusión del día, la calma de las montañas eternas.
Quita la tensión de mis nervios y músculos usando la música apaciguante de los musicales
riachuelos que viven en mi memoria.
Enséñame el arte de tomar pequeñas vacaciones—de detenerme a mirar una flor, de hablar
con un amigo, de acariciar a un perrito, de sonreírle a un niño, de leer unas cuantas líneas de
un buen libro.
E inspírame para que mis raíces se entierren en la tierra de los valores duraderos de la vida,
para que pueda alcanzar mi gran destino.
Acuérdame a diario que la carrera no es siempre del más rápido; que hay mucho más en la
vida que aumentar la velocidad.
Permíteme mirar hacia arriba, hacia el roble erguido y saber que éste creció grande y fuerte
debido a que creció lentamente, y lo hizo bien.
Si no somos diligentes en nuestra prisa por alcanzar el mundo, solamente tendremos tiempo
para las personas abstractas, no para las personas reales. El trato con las almas requiere tiempo,
detenimiento, atención y paciencia. Estas cosas no pueden hacerse a la carrera.
Siervo de Todos—No Señor de Todos: “... me he hecho siervo de todos por ganar a más."
(1 Corintios 9:19) "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Filipenses 4:13) Nuestra
comisión es alcanzar a todos los hombres, lo cual significa el papel de servidor y la promesa de
ser vencedores en todas las cosas a través de la gracia divina de Dios. No estamos capacitados de
por sí para alcanzar este lugar de prominencia sin la intervención divina, y damos gracias al
Padre por otorgarnos accesibilidad a tal gracia. No obstante, una persona puede lograr muchas
cosas en su vida si extiende su capacidad para el cambio, lo cual de por sí es un proceso de
renovación.
La Capacidad para el Cambio: El cambio de por sí no es algo desagradable, puesto que hay
cambios positivos y negativos. La fuerza que resiste el cambio es el mismo cambio. El Desgaste
produce rigidez, que es resistente al cambio, mientras que lo opuesto, que es cambio, produce
renovación. Como pueblo de Dios, debemos mantener la actitud apropiada hacia el cambio, ya
que nuestra meta celestial es: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza,
como por el Espíritu del Señor". (2 Corintios 3:18) La capacidad para el cambio puede ser
extendida cuando nos entregamos de lleno al estudio profundo de la Palabra de Dios. El poder
transformador y renovador de la Palabra de Dios no puede ser calculado en términos humanos.
Es una necesidad que los ministros de Dios empleen suficiente tiempo en la lectura privada de la
Biblia; esto deberán hacerlo a paso lento. El proceso de renovación para el ministerio requiere
leer y estudiar la Palabra, al igual que el leer otros libros buenos acerca de ella. El ser
negligentes en esto afectará adversamente el ministerio y a las ovejas que dirige. Cuando
estamos demasiado ocupados para emplear tiempo a solas con Dios y en el estudio de Su
Palabra, corremos el peligro de extraviarnos.
Es para estos tiempos en los que vamos a Dios en el Espíritu, que nuestras capacidades son
ampliadas. El crecimiento realza el hombre interior, mientras que al mismo tiempo bendice a
otros. Es Crecer y luego Ir, no Ir y después Crecer.
Administración/Administrivia: La administración trata con el proceso de manejar y
distribuir, al igual que con el asunto de delegar ciertas tareas en una empresa determinada.
La capacidad para delegar a otros los asuntos de menos importancia es una manera de extenderse
para crecer. Un ministro puede ocupar todo su tiempo y talentos en cosas pequeñas, dejando los
más importantes o de más pesos implorando por su atención. Un equilibrio entre adhesión y
separación es vital para lograr una administración efectiva. La administración apropiada puede
ser una bendición mientras que la administración trivial se convierte en una servidumbre, que es
lo opuesto de renovación.
Cambiando el Paso: La repetición y la rutina tienen su manera de aburrir y desanimar las
personas. En todo trabajo hay cosas de rutina que deben ser repetidas una y otra vez.
No obstante, éstas extraen su costo de todos los obreros. Un cambio de paso es siempre algo que
refresca. Por consiguiente, las vacaciones vienen a ser una manera de cambiar el paso. A pesar
de si las vacaciones son largas o cortas en duración, es cuestión de lo que se pueda arreglar.
No obstante, todo receso de actividades o vacaciones deberán ser diseñadas a la medida para
que se ajusten a las necesidades de las partidas envueltas. Las vacaciones pueden ser un tiempo
libre para irse lejos y hacer lo que quiera o no quiera, sin las presiones de los itinerarios. Es un
tiempo para renovar nuestras fuerzas; un tiempo para reagrupar. Otro aspecto del tiempo libre
que puede necesitar nuestra atención es el plan sabático ministerial. Algunas de nuestras iglesias
son lo suficientemente fuertes como para elaborar un plan (con la debida aprobación del
supervisor) que pueda darle al pastor un tiempo sabático de 30-40 días para descansar, viajar o
realizar cualquier otra cosa que tenga en mente. El plan sabático es un tiempo muy estupendo
para que un ministro reconstruya sus recursos internos, revitalizándose de energías nuevas y
renovadoras. El cambiar el paso es una forma de fortificar la persona, ya sea si es un bloque de
tiempo libre o bloques breves de tiempo para hacer ejercicio o trabajar en algún pasatiempo; los
resultados son placenteros.
Conclusión:
"Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección; porque
haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será abundantemente
administrada la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo."
(2 Pedro 1:10, 11) No hay un privilegio mayor que el de servir a nuestro Rey y ser parte de Su
reino eterno. Nuestra entrada a tal reino nos será administrada con vida abundante, no una
agotada y vacía. La inspiración fresca no puede fluir a través de vasos fundidos, sino a través de
vasos revitalizados y fortalecidos. Lo que tenemos, eso mismo es lo que damos. Si uno está
gastado, frustrado y lleno de ansiedades, eso es todo lo que podemos comunicar. Pero si tenemos
vida abundante, saturada de las aguas del río de vida resplandeciente, entonces seremos canales
de las "corrientes de aguas vivas" que saltan para vida eterna. Lo que tenemos te damos—
¡levántate y sé renovado!
—LECCION 11—
CUANDO EL MINISTRO AFRONTA EL DESALIENTO Y COMO
CONFRONTAR ESE PROBLEMA
"Esforzaos empero vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; que salario hay para vuestra
obra." (2 Crónicas 15:7) Eso fue lo que el Profeta Azarías le dijo al Rey Asa cuando estaba
emprendiendo las reformas en Judá; esa es la actitud ideal que todo ministro deberá asumir
siempre. Pero en la experiencia práctica, la mayoría de los ministros pueden recordar aquellos
tiempos en su vida cuando se sintieron con "manos débiles" y poco efectivos. En lo que a la
recompensa de sus obras se refiere, ellos no tenían esperanza de recibir alguna.
I. La Naturaleza del Desaliento
El desaliento es uno de los principales impedimentos de nuestra obra, siempre que seamos
ministros diligentes al tratar de edificar la obra de Dios, con el deseo ardiente de llevar las almas
a Cristo. El desánimo no viene sobre ministros ociosos e indiferentes. Solamente los dedicados
y envueltos en el trabajo correrán el riesgo de desanimarse.
En un diccionario se define el desaliento como "el acto de privar o desposeer del ánimo; el
acto de disuadir de una empresa. . . aquello que destruye o abate el aliento; aquello que
disminuye la confianza o esperanza; lo que disuade o tiene la tendencia de impedir el fervor
hacia el logro de algo".
Un ministro desalentado está tan envuelto en los pensamientos negativos acerca de sí mismo,
la gente y la tarea que tiene frente a él, que le es difícil ejercer las actitudes positivas de
esperanza y ánimo que sabe que debe poseer. Se siente amenazado, derrotado, no apreciado,
inefectivo y frustrado por su falta de habilidad para lograr las metas que una vez parecían tan
fáciles de alcanzar.
El relato bíblico del profeta Elías en 1 Reyes 19:1-18, nos provee uno de los mejores ejemplos
sobre el desaliento, su naturaleza y cómo bregar con él.
Vemos a Elías en el capítulo 18 como el siervo confiado y victorioso de Dios, de pie y sin temor
ante cientos de falsos profetas, a quienes retó aclamar por el Dios que hiciera descender fuego
del cielo y consumiera el holocausto. ¡Qué torre de poder era él!
Muchas personas creen que los ministros siempre deben funcionar en el nivel de eficiencia del
Monte Carmelo, bajo toda circunstancia. Ellos siempre deberán estar al frente de las batallas,
retando el mal con valor, orando a Dios grandes oraciones de fe, las cuales deben recibir
respuestas inmediatas, al igual que milagros que acompañen su ministerio en cada mano
mientras poderosos avivamientos cubren la tierra bajo su liderato. Fue esa expectación
exagerada lo que llevó a Elías al punto más bajo en su ministerio. El es un ejemplo gráfico de
cómo el desaliento asalta, los efectos que tiene sobre uno y cómo puede ser superado.
II. Cómo Viene el Desaliento
1. La Negligencia de Aceptar las Expectativas Frustradas. Después de la gran victoria
obtenida en el Carmelo y de la culminación de una sequía que había durado tres años y medios,
la cual Dios había otorgado en respuesta a las oraciones de Elías, el profeta aconsejó al Rey
Acab que se diera prisa en llegar al palacio porque su carro se iba a estancar en el barro por la
gran lluvia que iba a caer. Elías, fortalecido por el poder de Dios (V. 46), corrió las diecisiete
millas completas desde el Monte Carmelo hasta el Paso de Jezreel, adelantándose al carro del
rey. Ciertamente que la mano de Jehová fue sobre él.
Con todo esto a su favor de parte de Dios, tal vez esperaba que El le otorgara aun más grandes
milagros en lo adelante. Pero finalmente las cosas se estaban enderezando en el sentido
espiritual. Un poderoso despertamiento había comenzado a diseminarse por toda la tierra de
Israel, y Elías estaba en el centro de toda aquella conmoción.
De seguro que no podía haber más resistencia después del gran incidente del Monte Carmelo,
y de la demostración de la misericordia de Dios al enviar la lluvia que había inundado todo el
país. El poder de Dios se había desatado y nada podía detenerlo.
Sin embargo, el mensaje amenazador, hostil y rudo de Jezabel asoló el espíritu victorioso del
profeta. La destrucción repentina de la confianza que ya tenía respecto a que al final la nación
regresaría al punto de lealtad hacia Dios, fue una experiencia frustradora. La sensación de gran
confianza que había disfrutado unas cuantas horas antes, dio paso repentino a la frustración y al
desaliento, lo cual condujo hacia una depresión más intensa. Su espíritu se deshizo
completamente. No estaba preparado para el fracaso de sus elevadas expectaciones.
Es para tales momentos que algunos ministros cuestionan el asunto de si en realidad habrán
sido llamados al ministerio. El afrontamiento de tales contratiempos y el ver sus sueños
evaporarse repentinamente, son cosas que algunos ministros no pueden resistir.
No es poco común el que algunos ministros caigan para tal ocasión en el síndrome de "no
manejé la situación de la manera apropiada", siendo el síntoma principal aquel en el cual todo
comienza a desmoronarse ante ellos. Entonces sienten que son personalmente responsables del
fracaso. Razonan que puesto que Dios no auspicia los fracasos, que son responsables de haberle
fallado, perdiendo como consecuencia Su favor divino.
Tal razonamiento no está bien fundado. Es verdad que Dios nunca falla. El es todopoderoso, y
nada le es imposible. (Jeremías 32:17) Así que, no es cierto que el ministro de por sí sea
responsable de la falta de éxito en la obra de Dios. Aun el mismo Jesús no tuvo un éxito
uniforme al tratar con las gentes. En lugar de recibirle y seguirle, muchos de los que venían para
escucharle se iban y no volvían más a verle. (Juan 6:66) Tenemos el ejemplo del joven rico que
vino a Jesús para preguntarle respecto a lo que debería hacer para recibir la vida eterna. Cuando
El le contestó su pregunta, no quiso aceptar los términos expuestos por Cristo. La Biblia dice
que se fue "muy triste". (Mateo 19:22) Los mismos apóstoles a veces se desilusionaban con la
falta de éxito en lograr que la gente siguiera al Señor. Por ejemplo, note la carta de Pablo a los
Gálatas, en la cual los reprendió por su inconstancia, pues se apartaron muy pronto de la verdad
del Evangelio de Cristo. También, note su desilusión o desánimo con la carnalidad y divisiones
que había en la iglesia de Corinto. (1 Corintios 3:1-4)
Dios es más que suficiente para hacer lo que le agrade, pero nunca se impone sobre la voluntad
del individuo. El permite que el hombre use su libre albedrío para hacer sus propias decisiones:
muchas veces escoge rechazar el liderato amoroso y compasivo de los ministros devotos que
Dios ha llamado en este mundo. El pasar por alto entender esto, e insistir en tener un Monte
Carmelo tras el otro, es como invitar los contratiempos y desánimos en la senda cristiana.
2. Una Evaluación Exagerada de la Importancia de Uno Mismo. Algunos ministros creen
que solamente ellos pueden manejar las necesidades del trabajo). No pueden delegar tareas de
importancia a nadie, excepto las más ínfimas. Elías expresó su actitud cuando le dijo a Dios: "...
Yo solo he quedado..." (1 Reyes 19:10) El pensaba que realmente era el único en quien Dios
podía confiar para realizar el trabajo correctamente. Esta actitud hace que uno se eche sobre sí
una carga muy pesada, y cuando las cosas se ponen adversas o malas, el ministro se siente
responsable de lo que sucede, pues según su opinión, es el único en quien se puede confiar.
Como consecuencia, se verá bombardeado con sentimientos de fracaso, siendo que las cosas no
siempre resultan en conformidad con nuestras más elevadas expectaciones.
Elías pensó que estaba más cerca de Dios que cualquier otra persona, y que solamente él era el
defensor de la fe. Estaba llevando una carga muy pesada sobre sus hombros, mucho más pesada
de lo que se le requería. Otros siete mil profetas habían permanecido fieles a Dios
(1 Reyes 19:18), pero eran de poco consuelo para Elías, ya que si hubiera sabido de ellos, existía
la posibilidad de que los hubiera ignorado, dependiendo de su propia importancia para la causa
de Dios, no creyendo que podían haber otros que estuvieran tan preocupados por Su obra como
él. Lo más natural es que cuando las cosas comienzan a desmoronarse o hacerse pedazos, la
tendencia es de culparse a sí mismo, por el hecho de uno ser la persona que está al mando.
Esa fue la razón por la cual Elías quería morirse, pues la carga era demasiado pesada para
llevarla solo.
3. El Esforzarse Demasiado. Cuando Elías se adelantó corriendo al carro de Acab durante
unas diecisiete millas, lo que le impulsó para hacer tal cosa fue la energía divina, pues
1 Reyes 18:46 lo comprueba: " . . . la mano de Jehová fue sobre Elías..." No obstante, cuando Su
mano fue quitada, el profeta sintió el peso de las pesadas demandas sobre su ministerio.
El Monte Carmelo había sido una experiencia de tremendo éxito, pero había demandado mucho
del profeta en términos del esfuerzo físico, mental y espiritual que empleó.
El ministerio público es agotador, y el ministro que no entiende que es mortal y que necesita
cuidarse, eventualmente pagará el precio por su negligencia. El desgaste ministerial viene como
consecuencia del mucho trabajo y las presiones rigurosas, sin tomar tiempo para el descanso o
reposo. Una vez el pastor de una iglesia le pidió al conserje que le hiciera el favor de colocar en
el tablón de edictos el siguiente tema para su sermón: "¿Están los Ministros al Borde del
Colapso?" Al notar que su pastor estaba sobrecargado de responsabilidades en su iglesia, decidió
cambiar el tema un poco para adaptarlo a la situación: "Nuestro Ministro Está al Borde del
Colapso".
Buenos pastores han renunciado a sus iglesias y otros han dejado el ministerio por completo
durante una temporada de frustración y desaliento, cuando la solución a su problema radicaba en
tomar unas vacaciones. Varios años atrás platiqué con un ministro que había renunciado a su
ministerio en una temporada de tal naturaleza. Me dijo: "Cometí un gran error al renunciar; lo
que realmente necesitaba era un tiempo de descanso y recuperación. No debí haber renunciado".
Hay un buen consejo que dice: "No renuncies un lunes". En otras palabras, no hagas decisiones
drásticas cuando las cosas empeoren. Espera hasta que tu mente y corazón estén más
capacitados para bregar con decisiones tan monumentales.
4. La Persona que se Aísla. "... yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida."
(1 Reyes 19:10, 14) Elías se había aislado a sí mismo de la compañía y confraternidad de
aquéllos que podían compartir con él el peso del trabajo y los riesgos correspondientes. (Lea el
V. 18.) Siendo que escogió pelear la batalla solo, al hacerlo se privó a sí mismo de la fortaleza y
estímulo que habría recibido de los demás que amaban al Señor y Su obra tanto como él.
El ministro es un miembro del cuerpo de Cristo como lo son los demás, y necesita su
confraternidad, estímulo y consejos tanto como cualquier otro.
Nunca ha sido la voluntad de Dios el que ninguno de nosotros se aísle o camine solo.
Nos necesitamos mutuamente. Hebreos 10:25. Una trayectoria muy difícil de transitar espera a
todos los que se aíslan a sí mismos de la asociación con los santos.
5. La Falta de Confianza en Dios. No hay indicación alguna de que Elías buscara la ayuda y
dirección de Dios. Una vez aceptó la derrota, tuvo muy poca inclinación para orar a El por la
victoria. En lugar de estar preparado para afrontar cualquier oposición, oró para que Dios le
enviara la muerte y le sacara de aquella situación totalmente. Ya no había más espíritu de batalla
en él. Era un hombre abatido. Su confianza en sí mismo y en Dios había desaparecido.
La persecución de Jezabel le pareció más poderosa que el poder de Dios. Cuando dejamos de
esperar en el Todopoderoso, es como si nos separáramos a nosotros mismos de la Fuente de
esperanza y confianza. Como consecuencia, el desánimo y la depresión se hacen prominentes.
Proverbios 3:5, 6: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no estribes en tu prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas".
III. El Fruto Amargo del Desaliento
El desaliento es un enemigo que perjudica grandemente al ministro, tanto en su vida como en el
servicio. Hasta tanto no sea liberado de sus garras, de seguro que no podrá disfrutar de la vida
cristiana abundante ni rendir un servicio efectivo. Es por tal razón que existen muchos pasajes
en la Biblia que nos estimulan a ser valientes y a que nos guardemos contra el espíritu del
desánimo, pues cuando un ministro es controlado por tal espíritu, de seguro que es vulnerable e
inefectivo.
1. El desaliento conduce al temor. "Viendo pues el peligro. . . fuese por salvar su vida."
(1 Reyes 19:3) Antes de que el espíritu del desaliento se posesionara de su vida, Elías pudo
afrontar con valentía a toda la compañía de los profetas de Baal, pero ahora tiembla de miedo
ante la ira de una mujer. El individuo desanimado ve al enemigo como un gigante y a su propia
persona como un saltamontes. (Números 13:33)
2. El desaliento destruye la fe. Existe una tremenda incompatibilidad entre la fe y el
desaliento. Donde uno domina, el otro sale huyendo. En Hebreos 11, ese gran capítulo que trata
sobre los héroes de la fe, no hubo lugar para el desaliento en aquellos grandes hombres y
mujeres, "que por fe ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon boca de
leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades,
fueron fuertes en batallas, trastornaron campos de extraños". (Hebreos 11:33, 34) En el reporte
de los diez espías (Números 13:26-29, 31-33), no hay indicio de fe o esperanza; solamente una
extensa descripción de la potencia y fiereza del enemigo y de la debilidad de Israel.
3. El desánimo conduce hacia el abandono de la obra de Dios. En lugar de pararse firme
sobre sus pies y afrontar las amenazas de la malvada Jezabel, Elías huyó del escenario de acción
y abandonó sus responsabilidades. (1 Reyes 19:3, 4) El pueblo de Israel había acabado de
renunciar a la idolatría, se había arrepentido de corazón en el Monte Carmelo, donde reconoció
que "Jehová es Dios". (1 Reyes 18:39) Pero ahora necesitaban ánimo y dirección en su
conversión reciente. Es lamentable decir que cuando más necesitaban al Profeta Elías, éste había
sucumbido en el espíritu del desaliento, dejando las ovejas abandonadas y solas ante un enemigo
sin compasión.
4. El desaliento aísla las personas de las demás. "Y él se fue por el desierto un día de
camino, y vino y sentóse debajo de un enebro." (1 Reyes 19:4) Un hombre desanimado tiene la
tendencia de apartarse de la confraternidad de los demás cristianos, y emplea su tiempo
quejándose de su mala fortuna y vida de problemas. Sus pensamientos se concentran en sí
mismo, en la manera en que ha sido tratado, de que no es apreciado y de lo mucho que está
padeciendo. El hombre animado está entregado a una causa fuera de su persona; el desalentado
piensa mayormente en el cómo ha sido afectado.
5. El desaliento arrebata el gozo de la vida y del servicio. "Baste ya, oh Jehová, quita mi
alma..." (V. 4) Uno de los ministros mejor conocidos en la Iglesia relata cómo en sus primeros
años en el ministerio, después de lo que consideró ser un intento miserable de exponer un
sermón, se fue a su casa, entró a su cuarto de dormir y oró a Dios: "Señor, si así es que van a ser
las cosas, permite que muera ahora mismo". Se acostó en su cama, cruzó sus brazos sobre su
pecho y esperó. Pero Dios sabía que le necesitaba en la obra, y obró en él hasta que llegó a ser un
ministro muy eficiente. Sin embargo, mientras un creyente en Cristo permanezca dominado por
el desaliento, no podrá disfrutar de una vida feliz. Su pensamiento es controlado por las actitudes
negativas relativas al fracaso personal y la insuficiencia. El buen ánimo y el gozo van tomados
de la mano; el desaliento y la miseria también van mano a mano.
Los siervos de Dios deben realizar sus labores con regocijo. "Para que andéis como es digno
del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento
de Dios. Corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria, para toda
tolerancia y largura de ánimo con gozo." (Colosenses 1:10, 11) Por supuesto que el gozo no
puede sobrevivir en el corazón de un creyente abatido y desanimado.
IV. Cómo Confrontarse Con El Desaliento
El ministro nunca está libre de la posibilidad de ser desanimado. La naturaleza de nuestro
trabajo trae con él retos adicionales que no son muy comunes para el creyente promedio.
El obrero dedicado sabe que está tratando con asuntos eternos, y no toma la negligencia de la
gente al rechazar el mensaje de Cristo como algo de poca importancia. El está consciente de las
consecuencias que le esperan a los que rechazan al Señor por andar en los placeres del pecado.
No obstante, está muy mal que se rinda ante el espíritu del desaliento. Por supuesto que no tiene
que ser víctima de sus asaltos, y puede vivir una vida victoriosa sobre el mismo. Consideremos
algunas maneras a través de las cuales podemos tratar con el desaliento.
1. Confiando en el Señor. El profeta desanimado había dejado de confiar en su Dios, y eso
fue lo que realmente le metió en problemas. "El justo vivirá por la fe; cuando la fe muere, toda
cosa buena y noble también muere con ella." El ministro nunca debe olvidar que esa es la obra
de Dios, y no la suya, que puede encontrar gran corroboración o fortaleza en el conocimiento de
que El está encargado de dirigirla, y que jamás la abandonará, ni tampoco a los que le sirven.
"Bendito sea Jehová, que ha dado reposo a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había
dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo ha faltado."
(1 Reyes 8:56)
Confiar en Dios significa esperar en El totalmente y en todo tiempo, reconociendo nuestra
plena dependencia en Su poder. "No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar
algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios." (2 Corintios 3:5)
Existen dos clases de confianza: 1) aquella que dice: "Señor, sin Ti, sin Tu fortaleza, Tu
suficiencia y Tu provisión, no soy nadie". 2) La segunda es la que dice: "Señor, ayúdame a
vencer esta circunstancia, y superaré la próxima que venga". Obviamente, el segundo tipo de
confianza no es de la que Pablo habla en el versículo que citamos arriba.
2. Cultivando una actitud de oración suplicante en cada faceta del ministerio. La oración
es la llave hacia la victoria, sin ella, de seguro que no podemos recibir las bendiciones de Dios.
Afronte cada situación en actitud de oración, siempre procurando la dirección y fortaleza del
Espíritu Santo.
3. Tomando tiempo para la renovación física y mental. Es de suma importancia notar que
lo primero que el ángel de Jehová hizo con Elías fue suplir sus necesidades físicas. "Levántate y
come", (1 Reyes 19:5, 7) fue la palabra que Dios dirigió al profeta desanimado, supliendo de esa
manera sus necesidades físicas. El cuerpo necesita buena alimentación, ejercicio y descanso.
Descuide estos tres aspectos y de seguro que afrontará problemas serios con su salud a lo largo
del camino.
4. Reconociendo sus limitaciones. No sea abofeteado por la culpa de no poder hacer todo el
trabajo que haya que realizar. Establezca sus prioridades, y haga aquellas cosas que son de
mayor importancia en la lista. Los apóstoles nos dieron un ejemplo educativo en Hechos 6.
Conociendo el llamamiento de Dios, estuvieron capacitados para establecer prioridades, y lo que
no podían hacer, lo delegaban a otros. Habían presiones para hacer que ellos fueran por sobre
sus límites, pero permanecieron firmes en su propósito de realizar aquellas tareas que estaban
dentro de las limitaciones delineadas. El mensaje final de Cristo fue que salieran a predicar y
enseñar el evangelio a todas las naciones. La infidelidad de algunos de los discípulos primitivos
no les desanimó (Hechos 5:1-10); la hostilidad de los líderes religiosos del judaísmo no les
amedrentó (Hechos 5:17-20); los azotes o latigazos recibidos a manos de sus verdugos no les
apartó de la causa (Hechos 5:40); y las acusaciones por algunos fracasos de parte de sus
compañeros en el ministerio, no les confundió. (Hechos 6:1-4)
5. Manteniendo una actitud de amor hacia todos, aun hacia aquéllos que obren en contra
suya. Por medio de mostrar un amor positivo y activo hacia todas las personas, usted evitará la
posibilidad de desarrollar hostilidad interna contra sus oponentes. Estos sentimientos ocultos de
negativismo, conflictos y tensiones, siempre causan muchas bajas en nuestros rangos. Algunas
veces éstos se manifiestan en dolores de espaldas, dolores de cabeza y problemas digestivos,
los cuales a su vez conducen al desaliento. El amor "es sufrido, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta. El amor nunca deja de ser". (1 Corintios 13:7, 8)
6. Conociendo la diferencia entre sus responsabilidades y las de Dios. Existen áreas sobre
las cuales usted no tiene control en lo absoluto. No puede forzar las personas a creer, a
ser fieles, a vivir como verdaderos cristianos, etc. Además, cuando ellos pasen por alto vivir en
conformidad con lo que la Biblia enseña, no deberá tomarlo como un rechazo personal.
Tampoco debe pensar que ha fracasado como persona al no poder lograr sus metas u objetivos
en la obra. El fracaso no es suyo, sino que pertenece a los que han rehusado rendirse a sí mismos
al Espíritu de Dios. Continúe siendo fiel a su llama miento divino; Dios ve todas las cosas, y
todo lo bueno que haga recibirá su justa recompensa a su debido tiempo. "No nos cansemos,
pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado." (Gálatas 6:9)
7. Piense Cosas Hermosas. Note el negativismo en los pensamientos de Elías desde el
momento en que huyó al desierto. Se quería morir (1 Reyes 19:4); sólo veía el fracaso del pueblo
(Vs. 10, 14); se sentía solitario (Vs. 10, 14); sus oraciones eran negativas y dirigidas hacia fines
destructivos, más bien que constructivos (V. 4). Considere su manera de pensar: Pudo haber
estado pensando respecto a las grandes victorias que Dios le había permitido obtener en el
Carmelo; su corazón, como el de Pablo en la cárcel de Filipo, podría haberse regocijado en el
Señor, sabiendo que El estaba en control; pudo haber estado expresando las gracias a Dios por
aquellos siete mil profetas que no habían doblado sus rodillas ante Baal (V. 18); pudo haber
estado teniendo comunión con Dios pacífica y confiadamente, en lugar de estar irritado en su
espíritu y deseando la muerte. (Filipenses 4:8, 9)
Conclusión: El ministro, al igual que cualquier otra persona, deberá aprender a vivir con
problemas sin resolver, con aspiraciones que no se pueden lograr y con frustraciones al trabajar
con otras personas. Habrá tiempos de poderosas victorias. Dios le bendecirá tanto que su copa
se desbordará. Habrá tiempos en los que El se manifestará en experiencias de vientos
majestuosos, en terremotos y en fuegos ardientes. No obstante, El es tan real y tan poderoso
cuando se le manifiesta en la experiencia de una tierna voz. Simplemente confíe en El, "y…
habiendo acabado todo. . . Estad pues firmes. . . orando en todo tiempo". (Efesios 6:13, 14, 18)