Está en la página 1de 4

MAESTRIA EN ADMINISTRACION

UNIVERSIDAD DEL VALLE


ASIGNATURA TEORIAS DE LA ADMINISTRACIÓN Y LA GESTIÓN
DOCENTE WILLIAM ROJAS ROJAS

EL POLITICO Y EL CIENTIFICO
LA CIENCIA COMO VOCACION

Presentado por: Claudia Ximena Gonzalez Castro


Código: 202001269
Año 2020 – 2do Semestre

El reconocido autor MAX WEBER, destaca en este libro la importancia de aclarar


el concepto de vocación científica, y cómo los profesionales de la ciencia deberían
desempeñarse en el ámbito investigativo y académico respecto a este eje.

Mediante análisis comparativos, históricos, éticos, entre otros, se logra


contextualizar esta premisa dentro de los parámetros correspondientes a la ciencia
de la época.
Weber inicia esta obra con unas preguntas sobre las cuales intenta definir, saber
¿Cómo se presenta la ciencia como profesión? ¿Cuál es la situación de un
graduado que está a punto de ejercer la ciencia como profesión en el campo
universitario? Para entender esto, el enunciado “la ciencia como vocación”, en
primera instancia abordare el problema desde las relaciones externas.
El autor establece una comparación entre la metodología alemana y americana
(Estados Unidos), y así poder responder a las interrogantes en función de la
contextualización y posibles influencias.
La carrera académica presenta en un comienzo una importante diferenciación en
ambos casos. En Alemania el aspirante a la profesión científica comienza como
Privatdozent; en América, los primeros pasos del joven que desea consagrarse en
el área comienzan con el nombramiento de assistant, cargo que, en cambio, muy
pocas veces desemboca en el de Privatdozent en el caso alemán. Esto último se
explica de mejor manera al entender sobre qué sistema opera el uno y el otro.
Alemania sitúa sus bases en la plutocracia, ya que, en definitiva, el riesgo que
corre un científico joven sin capital ante los azares de la vida académica es muy
alto. En Estados Unidos, al contrario, impera un sistema burocrático. Al assistant
se le otorga un sueldo, lo que le da cierta estabilidad, sin embargo, siempre está
abierta la posibilidad de que sea destituido de la forma más despiadada por la
insuficiencia de sus funciones, cosa que no le ocurre al Privatdozent, quien cuenta
con cierta consideración y respaldo. Otra diferencia notoria es que el Privatdozent
abarca dentro de su profesión temas secundarios (los temas primarios son

CLAUDIA XIMENA GONZALEZ CASTRO


MAESTRIA EN ADMINISTRACION
UNIVERSIDAD DEL VALLE
ASIGNATURA TEORIAS DE LA ADMINISTRACIÓN Y LA GESTIÓN
DOCENTE WILLIAM ROJAS ROJAS

responsabilidad de los Dozenten más antiguos), lo que, a la vez, se traduce en


una carga académica menos densa, posibilitándolo -en sus primeros años- de una
mayor envergadura investigativa. El caso del assistant es el contrario; es
justamente en los primeros años cuando más abrumado de trabajo académico se
encuentra, esto en parte debido al perfil remunerado de su cargo. En fin, las
comparaciones siguen.
Sin embargo, la brecha se ha estrechado en tanto que los grandes Institutos de
Medicina o de ciencias se han convertido en empresas de “capitalismo de Estado”.
En definitiva, la vida universitaria alemana se americaniza al igual que muchos
otros aspectos de la vida cotidiana. Las ventajas técnicas y prácticas de esta
situación son evidentes, más se alejan considerablemente del viejo “espíritu” que
caracterizaba a la vida docente alemana. Aun así, continúa operando una especie
de azar a la hora de determinar quiénes terminan desempeñando el rol de
profesor, eso no ha cambiado.
Otro punto es que, todo joven dispuesto al desempeño profesional de la ciencia
debe estar al tanto de la doble vertiente que esto significa, ya que, no basta sólo
con ser un gran sabio, si no, también, se debe ser un buen profesor. Claramente
estos aspectos no necesariamente van de la mano. Si se es catalogado como un
mal profesor frecuentemente esto deriva en la muerte académica, aun cuando
este juicio derive de apreciaciones superficiales por parte del estudiantado; por
ejemplo, el descontento hacia su temperamento, o aspectos aún más
superficiales. En este sentido apunta esta crítica; el arribo del capitalismo en las
universidades se ha enfrascado en una ridícula batalla por un mayor número de
matrículas, lo que, no asegura el éxito de las cátedras. Esta democratización no
constituye el fundamento más acertado dentro del ejercicio de la ciencia, es más,
dentro de las universidades se debería procurar que la educación científica se
mantuviera en lo posible dentro de los márgenes de una “aristocracia espiritual”.
En síntesis, el joven académico debe estar preparado para sobrellevar estos
inconvenientes más una serie de situaciones dadas por la mediocridad del
sistema, sin que su espíritu se vea afectado. Esto es, en parte, lo que constituye la
parte exterior de la vida académica.
La situación vocacional de la ciencia, llevada al punto de vista interior está
condicionada, en primer lugar, por la ascendente especialización científica,
tendencia que se sostendrá en el tiempo. Sólo mediante esta especialización el
investigador podrá adquirir un sentimiento de plenitud, ese que probablemente
sólo una vez en la vida le haga decir: “aquí he construido algo que durará”. Cabe
destacar, también, que no se es nacido para la ciencia si no se trabaja con pasión.
Sin embargo, la pasión no asegura esta plenitud, incluso si es inherente al trabajo

CLAUDIA XIMENA GONZALEZ CASTRO


MAESTRIA EN ADMINISTRACION
UNIVERSIDAD DEL VALLE
ASIGNATURA TEORIAS DE LA ADMINISTRACIÓN Y LA GESTIÓN
DOCENTE WILLIAM ROJAS ROJAS

arduo; la inspiración es algo que llega cuando quiere, no cuando nosotros


deseamos.
También debemos preguntarnos sobre qué sentido tiene la ciencia. Teniendo
conciencia de que la verdad es algo que no terminaremos de conocer nunca, o
tomando en cuenta el carácter falsable de la ciencia, ¿por qué ocuparse en algo
que no tiene ningún fin definido? Una primera respuesta es la función práctica y
organizativa que esta desempeña, mas esta aplicación no contempla cuál es la
actitud intima del hombre de ciencia para con la misma, ni mucho menos que
entendemos realmente por vocación científica. Estas preguntas han surgido en
distintos periodos y contextos históricos, en donde la ciencia ha constituido, entre
otras, el camino “hacia el verdadero ser”, “hacia el arte verdadero”, “hacia la
verdadera naturaleza”, “hacia el verdadero Dios”, “hacia la felicidad verdadera”. La
respuesta más simple ante lo que hoy sería la vocación de la ciencia es expresada
de la siguiente forma, en las palabras de Tolstoi: “La ciencia carece de sentido
puesto que no tiene respuesta para las únicas cuestiones que nos importan, las de
qué debemos hacer y cómo debemos vivir”. Difícilmente se podría discutir esto,
más “todo trabajo científico tiene aún otro supuesto necesario, el de que el
resultado que con él se intenta obtener es ‘importante’, en el sentido de que es
‘digno de ser sabido’.” Con ese supuesto debemos volver necesariamente a
plantearnos el problema. Visto así, la vocación es algo que más allá de los efectos
técnicos y prácticos, simplemente descansa en el interés “por el conocimiento
mismo”. Este supuesto no es necesariamente demostrable, así como tampoco se
puede demostrar que la ciencia sea digna de existir, sin embargo, las ciencias en
general no trabajan sobre este problema, si no, más bien, sobre qué deben hacer
para manejar técnicamente la vida.
Por otra parte, los docentes, si quieren hacer un buen uso de su cargo no deberán
por ningún motivo ejercer influencias personales, ya sean filosóficas, políticas,
etc., bajo el alero de las aulas al estudiantado. ¿Cuál es la razón de que no se
deba caer en esto?
Hay muchas razones para no concurrir en esta falta a la ética. En simples
palabras, al haber un ambiente de sumisión por parte de los alumnos, resulta no
pertinente expresar ideas propias cuando no se dan las condiciones para una
contra respuesta. También es sabido que el hombre de ciencia que se pierde en
estas visiones subjetivas pierde toda objetividad en el ejercicio profesional. El
docente debe comportarse como tal, y no como una autoridad, pues no lo es.
La ciencia hoy como vocación realizada a través de la especialización, es una
herramienta que está al servicio de la conciencia, comprensión y paradigmas del

CLAUDIA XIMENA GONZALEZ CASTRO


MAESTRIA EN ADMINISTRACION
UNIVERSIDAD DEL VALLE
ASIGNATURA TEORIAS DE LA ADMINISTRACIÓN Y LA GESTIÓN
DOCENTE WILLIAM ROJAS ROJAS

investigador científico o profesor, sin embargo, en las aulas se requerirá la más


plena objetividad y pertinencia en cuanto a su contenido.

Max Weber concluye que todas las estructuras intelectuales de la ciencia


“constituyen para la juventud actual un reino ultraterreno de abstracciones
artificiales que trata, sin jamás lograrlo, de aferrar entre sus macilentas manos la
sangre y la savia de la vida real”. Así lo fue también para los antiguos griegos. Fue
en el Renacimiento donde surgieron las técnicas experimentales como principios
indispensables de la investigación científica e, incluso, el trabajo científico,
influenciado por el protestantismo y el puritanismo, era considerado el camino
hacia Dios. Sin embargo, Weber manifiesta más bien que la ciencia es una
vocación “llevada a efecto mediante las especializaciones puestas al servicio de la
toma de conciencia de cada uno de nosotros, y del conocimiento basado en
determinados enlaces fácticos”, constituyendo un testimonio de nuestra memoria
histórica, al cual no podemos dejar de lado si pretendemos mantener la fidelidad
para con nosotros.
De esta manera Weber termina con una reflexión en la que considera que “en
estos tiempos la ciencia está lejos de ser un don de visionarios y profetas que
reparten bendición tras bendición y propagan revelaciones; tampoco es parte
integrante de las reflexiones de sabios, en especial de filósofos, en torno al sentido
del mundo”.

Bibliografía:
MAX WEBER
El Político Y El Científico
La Ciencia Como Vocación

CLAUDIA XIMENA GONZALEZ CASTRO

También podría gustarte