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Capítulo 1 Capítulo 13
Capítulo 2 Capítulo 14
Capítulo 3 Capítulo 15
Capítulo 5 Capítulo 16
Capítulo 6 Capítulo 17
Capítulo 7 Capítulo 18
Capítulo 8 Capítulo 19
Capítulo 9 Capítulo 20
Capítulo 10 Capítulo 21
Jasper
No soy un chico bueno y no pretendo serlo. Condéname si quieres, me importa
un carajo. No eres nada para mí. Nada lo es… excepto ella… Max. Ella es mi
objetivo. Y fui contratado para hacer muchísimo más que protegerla… me
contrataron para matarla.
Las pesadas cadenas alrededor de mis hombros y pecho lentamente se liberaron y supe que
era demasiado tarde para mi Ink... sentí el vacío. El tatuaje grabado todavía estaba allí, pero
lo que vivía dentro de él estaba muerto. Muerto de hambre. Roto. Atrapado por días bajo las
cadenas, incapaz de liberarse de mi cuerpo a mi llamado. Era la primera parte de un Scar que
moría cuando estaba cerca de la muerte.
—Wasp, déjame…
Levanté mi mano, mientras mantenía la cabeza hacia abajo, los ojos cerrados.
La imagen de ella, su cuerpo roto tirado en la tumba poco profunda como un trozo de carne
podrida se seguía repitiendo y agrietaba las frágiles piezas sanas que quedaban en mí. No fui
suficientemente fuerte para luchar contra ellos.
Débil.
Patético.
Me rompí mientras un salvaje frenesí me alcanzó y curvé mis manos en el suelo y comencé
a cavar.
Arañé.
Rasguñé.
Era desesperación mientras mi cordura se derrumbaba en fragmentos del hombre que solía
ser.
Encontrarla.
El viento helado se aferró a mi piel desnuda, pero apenas me di cuenta. Estaba entumecido
hasta los huesos después de colgar de mis muñecas por lo que parecieron semanas. Los días
habían sido los peores cuando el sol me golpeaba, un cadáver colgado en el calor.
Luego llegaban las noches y el alivio del sol no duraba mucho. Me sacudía tan
violentamente del frío que las cadenas temblaban constantemente. Pero sufriría mucho más si
solo pudiera recuperarla. Salvarla de ellos.
Quería gritar “Ayúdame, maldita sea”, pero mi garganta estaba tan seca por la falta de
agua que salió un sonido sordo arañado.
—Wasp... Jasper. —El tono era apenas audible, pero al ser un Sounder, podía oír el
chasquido de una ramita o el aleteo de las alas de una mariposa a una milla de distancia.
Bloquear los sonidos fue crucial aprenderlo cuando era niño o el caos volvería a un Scar
Sounder loco. Mi audición era ordinaria, excepto cuando me centraba y usaba mi singular
capacidad.
Pero los vampiros me debilitaron tanto que no podía controlar los sonidos. Me colgaron
aquí, desnudo, luchando contra las cadenas irrompibles, gritando hasta que mi garganta estuvo
tan inflamada que sangró.
Ellos sabían que escucharía todo lo que le hicieron antes de que la mataran.
Un sollozo se atascó en mi garganta y escarbé más. Más rápido. Tierra cayó en mi rostro
y probé la arenilla mientras algunas aterrizaron en mi boca.
Escuché las voces de Holden y su mejor amigo, Guise, junto con un par de otros, a mi
alrededor, pero sus palabras fueron silenciadas mientras mi mente se tambaleaba en la
oscuridad de lo que tenía miedo de encontrar. Estaba descendiendo, la realidad tratando de
filtrarse en mi locura de lo que pensé que podía hacer… salvarla.
Yo hice esto.
Ella era mía para salvar y llegué muy tarde. Les dije lo que querían demasiado tarde y la
mataron de todos modos. Si les hubiera dicho antes tal vez...
Peleé violentamente contra ellos, el rugido en mi pecho pura agonía. Pateé y golpeé, sin
saber a quién estaba golpeando o contra quién estaba luchando, solo que ellos me mantenían
lejos de llegar a ella. Oí un fuerte gruñido y el agarre de mi brazo derecho se aflojó. Me liberé de
un tirón entonces giré alrededor y golpeé a la otra persona que me retenía.
Mi puño conectó con su mandíbula y por un segundo después del impacto, dudé mientras
mi visión se aclaraba. La sangre corría por la comisura de sus labios y coincidía con las lágrimas
que manchaban sus mejillas.
Mi hermano me miraba como si yo fuera un fantasma, ojos muy abiertos y llenos de dolor.
Yo causé eso. Yo puse esa mirada en sus ojos.
—¡No! Una Healer puede traerla de vuelta. —Sabía que era una locura, que en algún
lugar dentro de mí mis palabras no tenían sentido, pero era como si estuviera jadeando por aire
y la única manera de respirar era traerla de vuelta.
Sacudí la cabeza hacia adelante y hacia atrás, la tierra que se aferraba a mi cabello se lanzó
en todas las direcciones.
—No, una Healer… una poderosa... Lillian... Lillian puede traerla de vuelta. —Me
apresuré hacia la tumba, pero mis piernas se doblaron y aterricé sobre mi costado—. Ella tenía
diez años. Tenía solo diez años y yo la maté. —Las palabras desgarrándose de mi garganta con
una voz embrujada que no reconocía.
Sabía que mi hermano y el Talde estaban observando, pero no trataron de detenerme esta
vez mientras arrastraba mi cuerpo roto de vuelta a la tumba y tiraba de la tierra otra vez. Cavé
hasta que el sol cayó y la luna se levantó. No podía parar. Tenía que seguir intentándolo. Pero
estaba tan débil que apenas podía mover puñados de tierra.
Miré fijamente a las brillantes estrellas y parpadearon como si se estuvieran riendo de mí.
Miré a mi madre y la sangre brotó a través de mis dedos. ¿Por qué no se detiene el sangrado?
Mis manos ardieron con mi habilidad de curación pero todo estaba mal. No la sané. No pude
porque él me alejó de ella.
La urgencia me atravesó y entré en pánico. Tenía que sanar a mi mamá. Tenía que
sanarla. Ahora era mi oportunidad. Mi cuerpo ardía como su fuera un horno. Dios, ¿por qué
estaba tan caliente?
El cuello de mi mamá se estiró mientras ella inhalaba un aliento gorgojeante. Luego habló,
pero era diferente que antes. Su voz era fuerte y me estaba sonriendo.
»Mamá, no hables.
Pero era como si ella no me escuchara y el disco rayado repetía las palabras que nunca
olvidaría.
No. No era demasiado tarde. Esta vez podría sanarla y luego sanaría el Talde y todos
estaríamos bien.
La grabación siguió avanzando.
»Drake tiene un Ink que nunca deberá ser sanado. La Diosa Azzurra lo mató. —Ella tosió
sangre y salpicó mi rostro una y otra vez. No se detendría. Dios, detente. Por favor detente.
»Él es demasiado poderoso con su Ink. Drake no sabe acerca de tu otra habilidad… —Sus
facciones se derritieron y luego estalló en llamas.
Oh, Dios, Mamá. Mamá. No. Intenté alejarme, pero no pude moverme.
Ella tomó mi mano y la apretó. Hacía mucho calor. Tenía que alejarme del fuego.
»Nunca le digas a nadie, Breanna, Es muy peligroso. Nunca uses esa habilidad.
De repente, Drake estaba allí, arrastrándome fuera de la casa. Mi mamá. Mi Talde. Todos
estaban muertos. Él los mató.
Pateé y luché, pero mi cuerpo se negaba a obedecer mis órdenes ya que estaba flácida en
sus manos. ¿Por qué no me estaba moviendo? Traté de gritar, pero no emergieron las palabras.
Su voz atravesó las imágenes y yo estaba en completa oscuridad a excepción del eco de su
profunda voz.
Pero esto… tomé una profunda y larga inhalación… esta era la peor, el día que
me tomaron. Odiaba esta pesadilla; la voz de mi mamá… el quemarse. Hace diez
años y era como si hubiera sido ayer.
Drake hizo el hábito de viajar a lugares en los cuales nunca ha estado así la
siguiente vez, era capaz de Trace, teletransportarse, allá. Él me dijo que algún día no
habría lugar en el cual no hubiera estado antes. Y su razonamiento era para que
nunca hubiera un lugar en el mundo al que pudiera escapar que no me encontraría.
Me convertiría en su Healer privada y nunca me dejaría ir.
Pero había estado libre durante cuatro años, viviendo en el pazo de Xamien, su
mansión, en España. Era poco probable que Drake hubiera estado aquí considerando
que Xamien era un Taldeburu.
Podía esconder quien era a todos y enterrar el pasado bajo los escombros. Incluso
le dije a Xamien que mi nombre era Max. Ya no era Breanna y nunca lo sería.
La bruja vampiro híbrida que Xamien tenía viviendo en el ático hundió sus
dientes en mí ayer y luego me levantó, arrojándome a través de la habitación como
si fuera una figura de plástico que no pesaba. Mi cuerpo golpeó la pared y me estrellé
contra el suelo. Me golpeé tan fuerte, dejando en mi costado un tejido con amarillos
y verdes.
La nueva herida de mi cuello era solo otra cicatriz para agregar a mi colección.
Recordatorios de por qué era más seguro estar encerrada. Cada quemadura. Cada
marca que Drake dibujó en mí. Era él atormentándome. Nunca permitiéndome ir.
Mi única esperanza era que nadie descubriera que yo era la niña pequeña, la
poderosa Healer, quién fue asesinada en el fuego junto con su Talde hace diez años.
Esa era mi única oportunidad de mantenerme oculta de Drake.
Me quedé debajo del caliente rocío hasta que deje de temblar luego cerré el agua
y salí de la tina. Mientras me estiraba para tomar la toalla del gancho, escuché pisadas
en el piso de madera dura afuera de la puerta. Era más allá de la media noche, y
Xamien raramente tenía invitados y si lo hacía, me decía que venían.
Las pisadas se detuvieron afuera de la puerta del baño. Esperaba que llamaran a
la puerta y Xamien me preguntara si estaba bien. Seguido vendría a revisarme si me
despertaba en la noche gritando; en lugar de esto la perilla giró y la puerta se abrió.
Apreté la toalla a mi piel empapada mientras me encontré con los duros ojos
grises de un hombre que nunca había visto antes. Mi primer pensamiento que vino a
mi cabeza fue pantera, una pantera mortal. Elegante y delgado, sus músculos
definiendo cada centímetro de él incluso a través de su ropa.
Era como si estuviera listo y ansioso por abalanzarse sobre cualquier presa que
tuviera en su mira. Y en este momento, esa era yo. Lo que suavizaba su mirada eran
los rizos sueltos que caían en desorden sobre su cabeza y el ligero tic en la comisura
de su boca como si estuviera… divertido.
—¿Quién eres? —Tal vez debería haber preguntado qué demonios estaba
haciendo entrando a mi baño a la mitad de la noche, pero estaba más preocupada
sobre quién era y de lo que era capaz. Tenía que ser un Scar porque Xamien rara vez
permitía a nadie en su mansión excepto Scars; sin embargo, recientemente, permitió
que una bruja vampiro fuera encarcelada en el ático.
»¿Eres un Scar? —Los escudos alrededor de mis pensamientos para ocultar mis
habilidades eran bastantes resistentes, pero todavía me inquietaba conocer a nuevos
Scars. Este tipo, con su postura engreída y expresión arrogante, parecía que tenía una
gran cantidad de confianza. Solo esperaba que no tuviera la capacidad de emparejar.
—Seguro lo soy. Pero si prefieres que sea otra cosa, estoy dispuesto a jugar por
una noche.
—Oh, lo noté. —Sus ojos vagaron atrevidamente por todo mi cuerpo, vaciló en
mi pie donde yacía mi desfigurado tatuaje Ink, y luego la arrastró de vuelta para
encontrarse nuevamente con mi mirada. Su expresión permaneció serena y
despreocupada cuando casualmente apoyó su hombro contra el marco de la puerta y
cruzó los brazos.
—¿Puedes irte por favor? —Intenté mantener mi voz cortés como siempre lo
hacía, pero esta vez había coraje e hizo eco en el baño.
—Una pequeña cosa educada, ¿verdad? —respondió con una dura voz de
barítono, que tenía un toque de escocés acompañado con la suavidad del irlandés.
Mi sangre bombeaba más rápido por mis venas mientras el sonido sexy vibraba
a través de mí. La pesadilla obviamente había dañado mi cerebro.
—Porque te agrado.
Resoplé.
Carne de gallina se esparció por mi piel húmeda cuando sus ojos cambiaron de
un gris carbón claro a un negro reluciente, como un pavimento mojado en la noche.
Era absolutamente cautivador… y no me gustó ni un poco.
Los Scars tenían emociones mucho más fuertes que los humanos, a veces, tan
poderosas, que eran debilitantes, pero nunca había tenido a mi cuerpo reaccionando
a un hombre de esta forma. No que tuviera mucha experiencia.
Mis ojos volvieron a los de él y una emoción ociosa se elevó en mi interior; ira.
Eso arañó mi escudo mientras se paraba en el umbral como si fuera su derecho estar
allí.
Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba y capté un vistazo de sus
perfectos dientes blancos.
—No creas que habré terminado por un tiempo. —La palabra terminado salió en
una pronunciación lenta que permaneció en el aire entre nosotros.
—No es asunto tuyo. —Los Scars eran inmortales y envejecían hasta los treinta
y dos años, así que era difícil para mí adivinar cuánto tiempo él había estado
alrededor. Yo solo tenía veinte años, y para un Scar eso era realmente joven.
—Oh, nena, ahora mismo, eres mi asunto.
Dios, ¿por qué me estaba mirando como si pudiera ver a través de mi toalla? ¿Por
qué yo no le estaba llamando a Xamien? Él estaba lo suficientemente cerca para
hablar telepáticamente, pero no había usado esa forma de comunicación desde que
tenía diez años.
Mis mejillas ardían mientras agarraba una y la puse frente a mí, luego salté sobre
mis pies. Nuestras miradas se cruzaron y noté el cambio rápido en su expresión de
cejas fruncidas sobre sus molestos ojos color carbón a la diversión de nuevo.
—Impresionante.
Sin confrontación. Simple. Sin embargo, no había nada simple acerca de este
hombre. Podía verlo escondido en el fondo de sus ojos: oscuridad, dureza. Y había
cambiado de expresiones tan rápido como si no quisiera que yo presenciara las partes
más oscuras de él.
Él rió y un suave rizo cayó frente a sus ojos. Casualmente lo empujó detrás de su
oreja.
No. Y no me importaba.
—Jasper Kyelin.
¿Rayito de sol? Dios, odio las palabras cariñosas. Eran degradantes. Quería decirle
que tomara su rayito de sol y se lo metiera en el culo donde el sol no brillaba, pero
no jugaría su juego y, por su actitud divertida y engreída, esto era un juego y yo era
la pieza del juego.
—Mi nombre es Max, no “Rayito de sol”, aunque sospecho que eso ya lo sabes
—respondí.
Él se encogió de hombros.
—¿Qué estás haciendo? —Mi voz tembló y él sonrió. Jesús, junta tu mierda, Max.
Se agachó frente a mí y mis ojos siguieron su ágil movimiento mientras tomaba
mi pinza para el cabello. Lentamente se levantó de nuevo y dio otro paso hacia
adelante. Estaba tan cerca de mí que su aliento rozó mi rostro cuando exhaló.
Mi pecho se apretó cuando su esencia se derramó dentro de mí. Era tierra fresca
mezclada con un toque de cedro seco; sensual. Traté de ignorarlo, pero cuando
respiré, se instaló en mis pulmones y provocó que una ola de calor se extendiera por
mi piel. Rápidamente bajé mi mirada, intentando ignorarlo; en cambio, mis ojos se
arrastraron por sus largos y musculosos muslos.
Tragué saliva y curvé los dedos en los bordes de la toalla, apretándola más en mi
cuerpo. Mantuve mis ojos pegados al suelo, tratando de ignorar las nuevas
sensaciones recorriéndome.
—De pie aquí, mejor mírame, cariño. —Su dedo se coló bajo mi barbilla y apreté
mi mandíbula mientras levantaba mi cabeza para que nuestros ojos se encontraran—
. Y no soy alguien que se repita. —Sostuvo mi pinza en su mano opuesta.
Me miró con tanta intensidad que no estaba segura de lo que él estaba haciendo.
Y eso no me gustó. Él era un Scar y no sabía de qué tipo, y algunos Reflectors eran
realmente buenos rompiendo escudos. Había una ligera pesadez en mi cabeza y ese
era él intentando leer mis pensamientos, pero sabía por la presión que no era lo
suficientemente fuerte. Afortunadamente, era una ventaja que había obtenido de mi
cautiverio, un muro de concreto alrededor de mis pensamientos. Tomó varios años
antes de que consiguiera controlarlo, e incluso Xamien, que era casi tan poderoso
como el Taldeburu Norteamericano, Waleron, era incapaz de leer mi mente.
—Un Scar con pensamientos ilegibles. —Sus cejas se elevaron y las comisuras
de sus labios se curvaron hacia arriba—. Pero… —Su pulgar me acarició la barbilla—
. Hay algo más en ti que eso.
Me puse rígida, mis ojos se abrieron, luego tiré de mi cabeza hacia un lado,
quitando su mano. ¿Cómo lo leyó? Oh, Dios, no podía saberlo solo por tocarme
¿cierto?
—Rayito de sol, no me importa ni una mierda lo que estás ocultando. —Me miró
audazmente y luego arrastró las palabras—. Excepto tal vez lo que hay debajo de esa
toalla.
Mordí mi labio inferior, duro. Tan duro que saboreé sangre. Liberé la presión y
saqué mi lengua para acariciar la superficie dañada.
»Me gusta la acción de la lengua, pero mejor la mantienes apartada o perderás
esa toalla. La moral raramente cruza por mi mente. —Jalé mi lengua de vuelta dentro
de mi boca. Él sonrió, pero no coincidió con la mirada penetrante en sus ojos.
Él chasqueó.
»Jodidamente hermosa.
Me derrumbé sobre el asiento del inodoro y puse mi cabeza entre mis manos.
A la mañana siguiente, según Xamien, Jasper se había ido antes de que saliera
el sol. Debería haberme sentido aliviada; en cambio, me encontré pensando en él y
no fue solo ese día. Continuó días después.
Y lo peor era, que mis pesadillas recordándome que debía permanecer oculta y
a salvo se llenaron de sueños eróticos sobre Jasper.
Pero la sensación de que él estaba cerca de mí nunca fue consistente. Era como
si él estuviera ahí y luego… se hubiera ido. No podía entenderlo y después de varios
meses, dejé de intentarlo. Lo que sí sabía fue que cuando ya no lo percibí, me sentí…
sola.
Max
Seis meses después
Rodé, gimiendo mientras el profundo rugido del silenciador de una motocicleta
sonaba fuera de la ventana de mi dormitorio. Puse la almohada sobre mi cabeza
mientras derrapaba en la graba y luego el motor resonaba antes de apagarse.
Abrí un ojo y miré al número digital rojo en el reloj sobre mi mesa de noche: una
quince. ¿Qué estaba haciendo Xamien... ?
Disparos de miedos mancharon mi piel mientras oía los pasos en el piso de abajo.
Mi corazón golpeó contra mi pecho y lancé los cobertores a un lado, saltando fuera
de la cama y luego arrodillándome en el piso, tanteando allí hasta que encontré el
azulejo ligeramente levantado. Enterré mis uñas debajo y lo desencajé, entonces la
deslicé a un lado.
Estirándome dentro del hoyo, saqué mi pistola y rápidamente revisé si aún estaba
cargada, aunque siempre la dejaba así. Nunca asumía que estaba segura, incluso
luego de años de estar libre del monstruo. Ni fingía creer que el sentimiento se alejaría
alguna vez.
Me aferré al arma, mi dedo curvado alrededor del gatillo mientras los pies con
botas subían las escaleras, dos escalones a la vez. Dos a la vez... Drake nunca las
subiría de esa forma. Él lo haría calmadamente, tranquilo y con gracia. Con completo
control. Majestuoso.
Rápidamente miré a mis manos... estaban normales, no calientes. Después de
años de sanar los pulmones de Drake, semana tras semana, mis manos
automáticamente solían calentarse cuando sea que él estaba cerca. Se volvió mi señal
de advertencia de que él llegaba... a casa. A pesar de lo que pasó allí, sin embargo se
volvió una casa para mí por seis años. No tenía nada más. No tenía a nadie más. Él
se aseguró de eso.
Mi única fuerza era que había aprendido a estar adormecida. A apagar el bucle
interno de emociones. Era mi forma de no sentir el dolor. De detener mis habilidades.
De detenerlo todo.
Y lo odié por eso. Odiaba cómo despertaba algo dentro de mí. Él era como una
larva, cavando profundo en mi piel, del que no podía deshacerme.
Mientras que él controlaba con tanta facilidad sus emociones, las mías habían
estado por todas partes, como mariposas en una tormenta de viento.
Los pasos avanzaron confiadamente por el corredor, así que rápidamente fui de
puntillas detrás de la puerta de mi dormitorio y presioné mi espalda contra la pared.
Sostuve el arma con ambas manos en frente de mí, mi dedo firme sobre el gatillo
mientras esperaba que mi puerta se abriera. Miré a mi ventana y pensé en correr, pero
no quería correr. Pasé cuatro años aprendiendo cómo manejar armas y era buena en
ello.
Esa sonrisa engreída que usó tan fácilmente en nuestro último encuentro había
desaparecido. Ahora lucía... violento. Despiadado. Y, de repente, el alivio de que
fuera él desapareció y la inseguridad me dominó. Sus ojos grises entornados
destellaban con una constante gravedad mientras me miraba. La afilada silueta de su
mandíbula palpitaba y los músculos en su cuello se tensaron.
Y yo no iba a ir a ningún sitio con él. No tenía idea de por qué estaba aquí en
medio de la noche, pero ciertamente no confiaba en un renegado y asesino Scar, sin
importar cuánto pensé en él los últimos seis meses.
—Necesitamos salir de aquí como la mierda. —Lo miré mientras él iba hacia la
ventana, separando las cortinas y mirando al exterior. Usaba pantalones cargo
negros, que colgaban perfectamente de sus caderas y una ceñida camiseta negra, con
una pistolera colgada sobre su hombro. Mis ojos se deslizaron hacia abajo por sus
brazos tatuados y a su mano, que estaba curvada alrededor del mango de un cuchillo.
Se giró y se me acercó.
»Mierda, rayito de sol. ¿Tienes un problema con las instrucciones? —Me agarró
de la parte superior del brazo.
Jasper levantaba algo en mí, una rebelión para mi frialdad y tenía la urgencia de
intentar romper ese control que él poseía.
—No voy a ir a ninguna parte con usted, señor. Ahora, déjeme ir.
—Llámame así una vez más y, una vez que salgamos de este maldito lugar, te
lanzaré sobre mis rodillas y azotaré tu culo.
»Mierda, me estás molestando. Guarda las balas para los idiotas quienes vienen
hacia aquí. —Jaló mi brazo, fuerte. Tropecé hacia él y su mano fue a mi arma.
Apreté el gatillo.
Bang.
El sonido hizo eco a través de la habitación, junto con una fuerte vibración
acompañando su rugido.
»Mierda.
Lo recordé mirándome en el baño, usando una toalla y nada más. Cómo sus ojos
deambularon sobre mi cuerpo como si él fuera a lanzarme sobre el mostrador y salirse
con la suya conmigo.
Retrocedí un paso, el arma aun apuntándolo. Pero esta vez, estaba teniendo
problemas para mantenerla estable. Nunca antes le había disparado a alguien y no
había pretendido dispararle a Jasper, bueno, no realmente.
Por supuesto que lo hacía, recordaba cada palabra. Solo no sabía a qué parte se
estaba refiriendo.
»Sin moral, rayito de sol. —Caminó hacia la cama, levantó la sabana y luego,
con su cuchillo, rompió una tira. Elevó la mirada hacía mí—. Nada me afecta. Ni tu
desprecio o el de nadie más. No me importa si me odias o si no puedes esperar por
tener tu boca alrededor de mi polla. Porque, cuando todo esto termine: No. Me.
Importa. Una. Mierda. Lo que sí me interesa, es que me paguen. —Tomó el pedazo
de lino y lo envolvió alrededor de su muslo, varias veces, y la sangre
instantáneamente se filtró a través de esta—. Y ahora, mi paga por salvar tu culo
acaba de triplicarse.
»Nena, amo esta posición, y estoy seguro de que eres consciente de eso. Pero,
realmente, no tenemos tiempo para esto.
—Sal de encima. —Pensé que mi voz sería estable; en lugar de eso, tembló y
diablos que él lo notó.
Oh. Mi. Dios. ¿De verdad creía que tendría sexo con él? Probablemente. No,
probablemente no.
»Te desafío a hacer otro movimiento, ángel. —Arqueó una media sonrisa y fue
del tipo que no había podido sacar de mi cabeza por meses—. Nunca he golpeado a
una mujer. Y nunca lo haré. Pero estoy seguro que la pondré en su lugar de otra
manera. Y nalgadas… eso es juego limpio.
Su mirada fue con brusquedad hacia la ventana y entrecerró los ojos, con la
cabeza inclinada como si estuviera escuchando.
La mayoría de los Scars eran telepáticas, pero estaban limitadas dentro de dos
kilómetros o menos, excepto por unas pocas que podían llegar más lejos. Tenía que
llamar a Xamien. No confiaba en Jasper y estaba segura de que no saldría con él
hasta que descubriera lo que estaba pasando.
Jasper se acercó y agarró mi celular, luego lo tiró al piso y lo rompió con su pie.
—Qué...
Él se encogió de hombros.
Jasper frunció el ceño y todo su cuerpo se puso rígido. Cualquier rastro de humor
desapareció cuando dio un paso hacia mí. Retrocedí hasta que mi espina golpeó la
barrera de la pared. Mierda. Realmente lo cabreé y no tenía armas, aunque no estaba
segura de sí tendría las agallas para dispararle de nuevo. Él era un Scar renegado y
asesino, un delincuente que parecía que iba a matarme.
Sin decir una palabra, agarró el escote de mi pijama. Luego, con su cuchillo, lo
desgarró en el medio. Me quedé boquiabierta. La ropa que tenía puesta, ahora se
sostenía frente a mis pechos desnudos. No se detuvo allí mientras ponía sus manos
en mis caderas y tiraba de mis pantalones de pijama de seda blanca.
—Oh, Dios mío. —Me paré en mis bragas rosadas frente a él, pero él ni siquiera
me estaba prestando atención; en cambio, caminó hacia la ventana otra vez.
—Ponte la ropa jodida o vas desnuda. —Su tono era áspero con un profundo
acento escocés mientras la tensión latía de él.
Cuando me vestí, él estaba frente a mí otra vez, agarrándome del brazo y antes
de que incluso me bajaran la camiseta, me jaló hacia la puerta.
»Parece que tendré que trabajar para mi dinero ahora. Espero que sepas cómo
patear un culo porque planeo vivir para que me paguen por este trabajo. —Nunca
tuve la oportunidad de usar mis armas, pero practiqué con ellas y pensé que podría
defenderme—. Nuestro mejor escenario... salimos vivos de aquí. El peor… tener que
usarte para negociar por mi vida.
Lo miré boquiabierta.
»En caso de que muera, deberías saber que he querido follarte desde ese día en
el baño.
Guau, realmente no tenía filtro, y ¿por qué iba a querer follarme? Yo era un
alfiletero de cicatrices y quemaduras.
»Sí, vi las cicatrices. Me importa una mierda. Significa que tienes una historia,
es todo. Una que planeo leer mientras me hundo entre tus muslos. —Jasper no se
movía de puntillas a mí alrededor como si fuera una figurita de cristal con rasguños
por todas partes. Era directo, honesto y… completamente ofensivo.
Pero yo era un bien estropeado y no tenía tiempo para sexo, punto. El sexo era
carnal y lleno de emoción. Había demasiadas posibilidades de que mis escudos
fallaran y él vería más de quien yo era. Y las consecuencias de que alguna vez
saliera… era más seguro para todos de esta manera.
»Estoy suponiendo diez hombres entrenados con armas de alto poder. Esa es la
mala noticia. La buena... —Me sonrió—, peleo más fuerte excitado.
Él abrió la puerta.
Jasper se detuvo, se volvió hacia mí, arrastró sus ojos hacia mi frente y luego se
quitó la camiseta negra y me la arrojó.
Lo miré por un segundo, luego su pecho desnudo, que era una dura losa de
músculo con tatuajes atravesados en su hombro izquierdo uniéndose con los de su
brazo.
Rápidamente lo puse sobre mi top y me colgó hasta la mitad del muslo. El olor
a él se arrastró en mis pulmones e inhalé profundamente con mi barbilla hacia abajo
hasta que escuché su risa distintiva. Entonces quise pegarme un tiro en el pie.
Estaba tan asombrada por simplemente quedarme allí y dejar que me besara.
Teníamos hombres viniendo detrás de nosotros. Tenía un disparo la pierna y me
estaba besando y fue... Jesús, fue penetrante, implacable y duro.
Fue hermoso.
Me miró.
Solté un bufido cuando cada mariposa fue asesinada y cayó en picado a una
muerte dolorosa en la boca del estómago.
Jasper
La besé, maldita sea. No lo había planeado... bueno, no aún, al menos, pero
verla inhalar el aroma de mi camiseta... eso rompió mi control. Fue malditamente
caliente como el infierno.
Tembló cuando la besé y esos labios, esa boca había sido cálida y maleable bajo
la mía. Jesús, era mejor de lo que imaginé y lo había imaginado jodidamente mucho.
La cosa era que, ahora, este era un trabajo. Ella era un trabajo. No quería que lo
fuera. Mierda, era el peor jodido trabajo de todos, pero no había forma en el infierno
que algún otro bastardo se acercara a ella.
Rodé a un lado cuando la bala pasó rozando mi oreja izquierda. Jalé a su amigo
en frente de mí mientras el arma continuaba disparando. El abrupto impacto de las
balas golpeando el cuerpo causó que se sacudiera varias veces. Estúpido bastardo.
Lancé el cuerpo al frente cuando estuvo fuera de ritmo y tropezó por las escaleras,
golpeando al idiota y ambos aterrizaron en una pila.
Sin joder por ahí. Dime lo que quiero o muere. Ahórrame un infierno de tiempo
perdido arrancando uñas o sacando dientes.
Debería estar pensando en salir de aquí como la mierda. Podría querer follar
mujeres, pero mi trabajo estaba primero. Siempre. Y este trabajo era bastante
importante, porque Max tenía algo que yo quería. Eso era si podía mantenerla viva
y fuera de las manos del sujeto quien estaba tras ella. Si él se acercaba demasiado, no
tendría opción... tendría que matarla.
Era esa la razón por la que me escogieron. Era el único Scar quien la mataría si
necesitaba hacerlo. No estaba orgulloso de eso. Mierda, nunca pensaba en los
trabajos que hacía y a quien tenía que matar. Ellos eran un medio para un fin, excepto
que mi fin nunca llegaba. No podría salir de abajo de la tormenta que se avecinaba
en mi interior. Atrapado en un círculo vicioso de la atormentada pena de mi familia
y mi culpa comiéndome por dentro.
—¿Jasper?
Me tensé, entonces levanté la mirada hacia la chica que había estado acosando
por meses. Al principio, lo dejé suceder como lujuria, y siendo el bastardo enfermo
que era, quería romper a la chica que conocí en el baño. Pero cuando me fui por un
trabajo, ella jodió con mi mente y era en todo en lo que podía pensar. No podía
esperar para regresar y verla sorber su café en el patio, o ver el sudor gotear por sus
mejillas sonrojadas mientras practicaba con esas rudas cuchillas circulares. Lo peor
fue deslizarme en su dormitorio en las noches y tener que irme cuando ella
comenzaba a girar y gemir.
Jesús, tenía que recomponerme. Ella necesitaba aprender las reglas y yo tenía
que comenzar a pensar en ella como un trabajo.
Enlacé mis dedos con los suyos y luego corrimos hacia la cocina, saliendo por la
puerta trasera. Tan pronto como estuvimos a varios metros de la casa, oí el grito
sobre nosotros, desde la ventana del segundo piso.
Me congelé.
Cavando.
Frenéticamente.
De rodillas.
Débil. Había sido tan débil. No lo suficientemente fuerte para salvarla. Luego, el
llanto de mis padres... la bilis se elevó en mi garganta a medida que recordaba los
puños de mi mamá, golpeando en mi pecho, gritando y llorando histéricamente.
Había sido Holden quien la alejó de mí.
No podía detenerlos.
No podía salvarla.
No podía...
El débil clic del arma amartillada a quince metros de distancia me sacó del
trance. Jesucristo, curvé mi mano alrededor de mi cuchillo mientras la rabia cubría
totalmente el recuerdo.
—¿Estás tratando de hacer que me maten, chica? Mierda. —Llegué detrás de ella
y la arrastré hacia arriba por debajo de sus axilas.
Mierda. Podría tener que matar a esta chica. Tengo que tranquilizarme.
Max se puso en pie de un salto, con una cuchilla en cada mano, y maldita sea si
mi polla no se endureció.
Fruncí el ceño.
—Trata de recordar que eres una Healer y no hagas nada estúpido. —La agarré
del brazo y comenzamos a correr otra vez, aunque fue más un trote con mi pierna
que me ralentizaba.
Dos tipos salieron por la puerta lateral y corrieron tras nosotros, las balas pasaron
volando, pero noté que apuntaban hacia abajo, a nuestras piernas para no matar a
Max. La empujé hacia adelante tratando de tenerla frente a mí para que estuviera
protegida cuando escuché su rápida inhalación. Ella se tambaleó, su peso me detuvo
y cayó de rodillas.
—Joder. —La levanté en picada y me escondí detrás del cobertizo para cubrirme.
La bajé, me puse en cuclillas y le levanté la camiseta para ver qué tan malo era. Ella
no podría morir. La necesitaba con vida. Traté de convencerme de que era por el
pago si la mantenía con vida, lo que era mucho más lucrativo que mi pago si me
obligaban a matarla. Pero sabía que era otra cosa. Algo peligroso para sentir. Algo
que no dejaba entrar por mierda justo como ésta.
—Quédate aquí. —Me puse de pie y luego me fui tras los pendejos. Disfrutaba
el extraño juego del gato y el ratón, pero habíamos jodido por mucho tiempo y estaba
apostando a que estos tipos estaban pidiendo refuerzos. Los humanos eran fáciles de
matar, vampiros muchísimo más difíciles, pero por lo que Adrian me había dicho,
este era uno de los nuestros, un Scar que estaba detrás de Max y que tenía la habilidad
de Transportarse. Si él se transportaba aquí antes de que nos fuéramos a la mierda,
estaría fuera del trato, y más que probable, mi vida.
Era bueno en lo que hacía. Por eso lo hacía. Me importaba una mierda el por
qué era contratado para un trabajo. Hacía por lo que me pagaban y me marchaba.
Era simple. Mi vida era simple. Lo mantuve de esa manera.
No podía olvidar a Max sin importar lo que hiciera. Intenté alejarme de la casa
de Xamien, pero no dejaba de regresar, ansiaba echarle un vistazo siquiera.
Jodidamente la aceché. Durante semanas la observé hasta que me necesitaron para
un trabajo, pero luego... luego estaba de vuelta. Siempre malditamente regresé.
Y luego estaban las noches en que escuché sus gritos de las pesadillas. Tuve la
necesidad abrumadora de decir “a la mierda” y correr hacia ella, abrazarla. Pero no
pude. No podía importarme. Tenía que dejar de preocuparme. Esas fueron las noches
que me fui y encontré algo para matar.
Xamien descubrió que yo estaba allí, persistente como una sombra negra en las
afueras de su propiedad. Solo se contactó conmigo una vez telepáticamente,
preguntándome qué demonios estaba haciendo. Me fui ese día y no volví durante un
mes. Y cuando lo hice fue después de la llamada de Adrian sobre el trabajo. El que
rechacé al principio y le colgué.
Pero cuanto más la observaba, más quería ver lo que había debajo de la dura
capa exterior detrás de la que ella se escondía. Quería liberarla, romper el sello y oírlo
sisear, burbujear y gritar.
Todo sobre esto era jodido. Lo sabía, pero había una posibilidad de que pudiera
obtener lo que necesitaba y alejarme de esto, de ella.
—Jesús. —Corrí hacia mi moto, bueno, cojeando porque mi puta pierna dolía
como un hijo de puta. Me detuve cuando la vi y casi volé mi carga. Estaba sentada a
horcajadas sobre mi moto buscando las llaves. Me pregunté, si los habría dejado en
el encendido si ella se hubiera ido sin mí.
Levantó la vista y yo las saqué del bolsillo y las dejé colgando. Me imaginé que
me sonreía, que no era así y me di cuenta de que esta chica nunca sonreía. La había
visto esporádicamente durante meses y nunca la había escuchado reír o haberla visto
sonreír. Y eso me molestó mucho.
Noté que sus navajas estaban metidas en mi bolso de cuero al costado de la moto
y no pude evitar quedar un poco impresionado. Y maldita sea ella sentada a
horcajadas sobre mi motocicleta, un maldito ángel.
Lo que pasaba era que ya no tenía mucho de ángel en ella. Según Adrian, quien
era responsable de encontrarme la mayoría de mis trabajos y era tan corrupto como
yo, tal vez peor, había dicho que Xamien la encontró encadenada en el piso en un
dormitorio cuando tenía dieciséis años. Le llevó un año hablar y decirle a Xamien
que su nombre era Max. Quienquiera que haya tomado a esta chica cuando era niña
había chupado su felicidad y la había cubierto de piedra. Bueno, yo era capaz de
cincelar a través de la piedra. Solo necesitabas saber cómo manejar el puto cincel.
»Creo que debería haber arrancado esa toalla hace seis meses. —No, sabía que
debería haberlo hecho. Me moví y noté que se ponía rígida—. Es una lástima que me
pusieras una bala en la pierna que empieza a doler como el infierno; de lo contrario,
iría a matar al resto de esos hijos de puta y luego hundiría mi polla dentro de ti, justo
aquí en la parte superior de mi moto.
Esperaba algún tipo de reacción; eso fue para lo que la presioné. Pero Max
simplemente me miró con esos ojos en blanco, su mano presionada a su lado. Parecía
que tendría que trabajar un poco para hundirme entre sus piernas. Porque eso era lo
que esto era. Una obsesión lujuriosa con una chica que no debería tomar, pero era
bueno en hacer lo incorrecto. Había hecho lo incorrecto toda mi vida, ahora lo
acababa de aceptar y no puse excusas por ser quien era.
Ella no dudó. Me gustó eso. Fui yo quien tuvo problemas cuando subí y luego
tuve que jalar de ella hacia adelante sobre el asiento de cuero para que su pelvis
quedara ajustada contra mi trasero. Apreté los dientes mientras mi polla se tensó
contra mis pantalones.
»Brazos.
Cuando ella no puso sus brazos alrededor de mi cintura, yo iba a hacer que lo
hiciera, cuando dos tipos llegaron corriendo por el costado del cobertizo. Pateé el
pedal de la moto para encenderla y patiné por la entrada.
No dispararon y supe por qué; no era el único que quería que Max viviera.
Max
Rodamos por una hora, con mi cuerpo presionado contra el suyo. Me las arreglé
para sostener la barra de metal en la parte posterior durante unos cinco segundos
antes de ceder y poner mis brazos alrededor de él. Jasper montaba su motocicleta
como si estuviera pegada a la carretera y cuando tomó la primera curva y nuestras
rodillas casi besaron el pavimento, lo agarré. Estaba bastante segura de que lo había
hecho a propósito cuando escuché su risa. Idiota.
Con las palmas de las manos apoyadas contra su estómago, sentí los profundos
contornos de los músculos, surcos y duros. Tragué saliva y traté de pensar en otra
cosa, en cualquier otra cosa, pero nada me vino a la mente excepto la sensación de
él bajo mis manos. Su culo y mi pelvis ajustados, la vibración de la motocicleta debajo
de nosotros.
Apreté con fuerza mi codo contra mi costado donde la bala había penetrado y
gruñí de dolor. Mucho mejor. Conocía este tipo de dolor. Era familiar y sabía cómo
manejarlo. Lo que sentía por Jasper era nuevo y estimulante y no tenía lugar en mi
vida. Tenía que controlar mis emociones, y Jasper las hacía chasquear y crujir.
Apreté mis dientes y cerré mis ojos, esperando ignorar su suave caricia. En
cambio, la imagen de él encima de mí mientras empujaba brilló y rápidamente abrí
los ojos otra vez.
Condujimos durante horas, dándome suficiente tiempo para pensar en lo que iba
a hacer. Todo lo que sabía sobre Jasper era que era un asesino y un amigo de Xamien.
Aunque, estaba recelosa de llamarlos amigos, ya que según los rumores, Jasper no
tenía amigos.
Era la primera vez que conocía al Taldeburu, Waleron, que vivía en Toronto. Él
se sentaba en el consejo con los Wraiths y se sabía que era frío, carente de emociones
y que haría cualquier cosa para proteger a los Scars. También tenía un Ink que intentó
tomar el control de él.
Lo mantuve oculto de Drake durante seis años. Nunca supo que podría haber
curado su Ink y que sus pulmones dañados se habrían reparado con el renacimiento
de su Ink. Pero yo sabía las consecuencias si lo hubiera hecho.
Drake había matado a todo mi Talde solo por mi habilidad para sanar sus
pulmones. Si él supiera que podía sanar su Ink, un Ink que la Diosa mató por lo
peligroso que se volvió, Drake no se detendría ante nada para volver a encontrarme
y eso se sentó en la boca de mi estómago todos los días desde entonces. Mi única
esperanza era que él estaba muerto. Que sus pulmones finalmente cedieron a la
negrura que los sofocaba.
Pero Drake era uno de los Scars originales, más viejo que Waleron, que era
conocido como el Scar vivo más poderoso. Estaba decidido y buscó un día gobernar
o destruir a los Scars.
Puse mis manos en sus caderas mientras bajaba de la motocicleta e hice una
mueca de dolor por mi costado. Me quedé frente a él, con los brazos cruzados sobre
mi pecho.
Había algo detrás de sus ojos oscuros, una dureza despiadada que incluso cuando
mostraba esa sonrisa engreída, se asentaba allí como una mota de arena mojada en
el desierto.
—No sé quién, pero Xamien llamará mañana y puedes preguntarle, aunque dudo
que él tampoco lo sepa. En este momento, estoy cansado como el infierno y necesito
esa bala fuera de mi muslo.
Él se encogió de hombros.
—Porque quieres vivir unos días más. —Buscó en su bolsillo y sacó una pila de
billetes—. Ve, consíguenos una habitación. Es más probable que ignoren la sangre
en ti que en mí. No necesitamos atención adicional.
No pensé que fuera capaz de gruñir como chica, pero hice un sonido que vino
desde el fondo de mi garganta y Jasper lo escuchó porque se rio y luego se recostó,
descansando en su motocicleta, con los tobillos cruzados.
»Te dije cómo iba a ser. Debería haber escuchado. —Me llevó a la puerta de al
lado, metió la llave en la cerradura y luego la abrió. La cerró de golpe con la punta
del pie, entró en la habitación y me tiró a la cama.
»No te estoy persiguiendo, Max. —Era la primera vez que usaba mi nombre y
vacilé—. Sienta tu culo. —Sus palabras fueron como rocas chocando y su postura
era amplia, lista para agarrarme si siquiera intentaba llegar a la puerta—. Voy a
limpiar esa herida de tu costado y luego sanarás mi pierna que tu tan amablemente
le clavaste una bala. Después de eso, ambos tendremos un descanso. —Cruzó sus
brazos sobre su pecho desnudo—. En ésta habitación. Juntos.
Cuando volvió a salir, tenía una tela mojada en la mano. Se dirigió hacia una
bolsa de cuero junto a la puerta, la abrió y la revisó hasta que sacó una botella de
plástico. Caminó hacia mí, con el pecho aún desnudo, las líneas vívidas de sus
músculos manchados en sangre seca. Dios, él no tenía una sola cicatriz en su piel
ligeramente bronceada, perfecta. Todo lo contrario de mí.
Me puse rígida, sentándome más recta mientras colocaba mis manos sobre mis
muslos llenos de cicatrices. Luego levanté la barbilla y miré hacia adelante.
Eso no importa.
Nada importaba.
No me importa.
Él se encogió de hombros.
»Tendré que hacerlo hasta que lleguemos a mí… el lugar de una amiga mañana.
—No me gustó el sonido de eso. Y él dudó en la palabra amiga y estaba suponiendo
eso porque Jasper no tenía amigos; él tenía relaciones comerciales.
—¿Un Scar? —Esperaba que no. Logré mantener ocultas mis habilidades
durante años, pero tenía cuidado con quién me reunía. Conocer a Waleron hace
varios meses fue un error y entonces Jasper había sentido que yo era una Healer.
Todo lo que necesitaba era que un Scar se metiera en mi cabeza y descubriera que
podía dar vida a los Ink, y entonces se correría la voz y sería una desventaja.
—No. Ella es humana. —Alcanzó el dobladillo de mi camiseta, su camiseta, y
retrocedí. Su mano agarró mi cadera y me mantuvo firme—. Sí, quiero follarte, pero
en este momento, no se trata de eso. Así que necesitas aguantar y dejarme hacer esto.
Las yemas de sus dedos calentaron mi piel a través del material y no había nada
sexual en eso, sin embargo, era todo sexual. Mi pulso latía en mi garganta y
hormigueaba como estrellas fugaces irrumpiendo a través de mí en todas partes. No
tenía restricciones y lo odiaba. Aparté su mano de mí y luego abruptamente levanté
la camiseta.
Mis ojos se clavaron en los suyos, pero él no dijo nada, simplemente mantuvo su
mirada fija en mí. Era casi mejor cuando decía algo porque al menos yo sabía lo que
estaba pensando.
Después de algunos segundos, abrí mis ojos mientras el dolor se disipaba... hasta
que él comenzó a limpiar la sangre seca de la carne abierta. Era gentil, la esquina de
la cálida tela húmeda frotándose ligeramente sobre mi piel.
Bajó la botella al suelo y luego puso su mano de regreso a mi cadera, sus dedos
calmados y abiertos sobre mi piel. Me sorprendí de que nunca alejara la mirada de
mi costado y de lo que estaba haciendo, sus cejas fruncidas juntas en un profundo
ceño de concentración.
Íntegramente imbécil.
Jasper se inclinó sobre sus talones, sacó un cuchillo de su bota y se estiró hacia
mí. No me moví. Estaba acostumbrada a cuchillos sobre mi carne y si tenía que cortar
o limpiar quitando carne, entonces debía hacerse. Mis dedos se curvaron en el
cubrecama y no pude evitar la aguda inhalación cuando él se acercó más con el
cuchillo.
—Jesús. —Mi visión se puso borrosa y habría estado a mitad de camino a través
de la cama si él no hubiese anticipado esa reacción y se hubiera aferrado con fuerza
a mi muslo.
Mordí mi labio inferior con fuerza, para evitar decir algo. No le permitas hacerte
reaccionar.
Creo que la única forma en que lo soporté fue repetir una y otra vez en mi cabeza,
que bastardo insensible era. Pero él tenía razón. Debí haber sido más cuidadosa y no
estaba segura de qué me molestaba más, no haberlo sido o el comentario de Jasper.
Decidí enfocarme en el comentario de Jasper, porque estaba siendo un idiota y
apostaba que la mayoría de las chicas caían a sus pies y extendían sus piernas tan
pronto como les sonreía.
Iba a decirle que sanaría su pierna primero, así podía terminar con eso, y luego
decidí que él podía sufrir un poco más. Me levanté de la cama, fui hacia el baño y
cerré la puerta. Busqué el seguro... no había uno.
Terminé y tenía una pierna fuera de la tina cuando la puerta se abrió. Agarré los
bordes de la cortina de ducha y lo jalé a mi alrededor.
—No hay un maldito seguro —grité. Me congelé, notando que había gritado.
Dios, no había gritado desde... desde que Drake lo extrajo de mí. No tenía permitido
gritar, chillar o pelear.
—Si quieres que te vea desnuda, todo lo que tienes que hacer es pedirlo, rayito
de sol. Soy un sujeto bastante directo. No necesito los juegos.
¿Juegos? ¿Él pensaba que yo estaba jugando? Deseé como el infierno poder
fácilmente bajar mi cabeza y decir “sí, señor”... pero no podía. Jasper me irritaba
demasiado, arruinando mi habilidad para mantener mi boca cerrada.
—¡Sal!
El pensamiento de usar sus boxers... Cómo habían estado junto a sus muslos,
con su polla rozándose contra el material...
Detente.
—Ducha larga.
—No fue una hora. —Fruncí los labios. No iba a entrar en su juego.
Necesitábamos algunas reglas de campo antes de que lo tocara—. No me beses de
nuevo... nunca.
—Oye, solo tomo lo que quieren dar, rayito de sol. Y solo me refiero a las
mujeres. Cualquier otra cosa... en su mayoría, solo tomo.
Sí, apostaba que tomaba cualquier cosa que quisiera y ni siquiera lo pensaba dos
veces.
—Y tú dormirás en el suelo.
Ponle un freno, Max. Tomé una profunda respiración, trepé sobre la cama y gateé
sobre su muslo herido. Mis ojos golpearon la ligera hinchazón en sus pantalones,
entre sus piernas.
Se encogió de hombros.
»Está fuera de mi control, ángel. Las chicas calientes gateando en sus manos y
rodillas hacia mi región inferior... es la maldita fantasía de cualquier hombre. Incluso
una mejor es que uses mis calzoncillos.
—Bóxer.
Cómo apestaba que me gustara el sonido de su risa, muchísimo. Era bueno que
él raramente se riera. Sus risitas y sonrisas podía manejarlas, pero su risa, no tanto.
Entonces, hice lo que terminaría su risa y presioné mis manos con fuerza en su
herida. Se detuvo abruptamente y frunció el ceño, sus músculos flexionados. Eché
un vistazo a sus tatuajes en sus brazos, que se abultaron con la tensión.
De lo que había oído sobre las otras Healers, no podían tocar a nadie con una
herida sin que sus manos reaccionaran. Pero yo era diferente, tenía que concentrarme
y enfocarme en la sanación y solo entonces, comenzaría a suceder. A veces, se sentía
como si pudiera hacer lo opuesto a quitarlo. Que tenía que decirle a mi habilidad qué
camino tomar, sanar o destruir.
Mi sanación tomó control mientras el ardor crecía en mis manos y las imágenes
se movían más rápido a través de mi mente, como una película en cámara rápida.
Pensé en todos los momentos en que sané a Drake, semana tras semana por seis años,
sanando sus pulmones así él podría respirar. Sabía que era porque su Ink estaba
muerto. Mi madre me lo dijo antes de morir. La diosa habían matado a su Ink para
debilitar a Drake y, sin mi sanación, él podría no haber muerto, pero sería frágil.
Solía ponerse muy enojado cuando la sibilancia comenzaba a solo una semana
después de sanarlo, luego el dolor en su pecho. El castigo era hacerme intentar con
más fuerza, obligarme a sanar sus pulmones por completo, pero no podía. No podía
sin sanar su Ink al mismo tiempo, y nunca podría hacer eso. Él mataría a todos los
que alguna vez amé. Y sin importar lo que me hizo, nunca le fallaría a mi madre o
al Talde. Nunca sanaría su Ink.
—¿Max?
—No muy a menudo te quedas con la bala que te disparó una mujer a la que vas
a follar.
—Jasper, ¿qué...?
No podía dejar de mirar. Los contornos de sus muslos eran como montañas con
grietas en un valle, largos, duros y firmes. Tenía la necesidad de correr las puntas de
mis dedos sobre ellos y...
—Oh, Dios.
—Nada. —Chillé y bajé la cabeza. Eché un vistazo hacia él justo cuando sus
dedos fueron al borde de su bóxer.
Tragué. Me congelé. Entonces miré desde debajo de mis largas pestañas mientras
él se inclinaba y se los bajaba de una sola vez.
Mierda.
Caí hacia atrás sobre la cama, cubriéndome el rostro con mis manos. Estaba
excitada. Caliente, húmeda y palpitando. Estaba excitada por las piernas y trasero de
un sujeto. Pero Jasper no tenía solo cualquier trasero; era redondo, duro como roca
y curvado perfectamente en sus muslos esculpidos. Era mortificante. Yo estaba
usando su bóxer, húmeda y sintiendo emociones que nunca supe que tenía. Y la peor
parte era que él lo sabía.
Nunca había estado preocupada por los pensamientos de los otros sobre mis
cicatrices, pero de repente lo estaba. Ahora importaba. Ahora, quería mantenerme
cubierta de él y odiaba sentirme insegura sobre mí misma, pero Jasper mirando a mi
piel arruinada... elevaba mi consciencia de cómo lucía.
Oí el crujir de papel y sospeché que él encontró los jabones baratos que lancé a
la basura junto con el que usé.
Mordí mi labio inferior y sonreí. No noté cuán bien se sentía sonreír, cuánto lo
extrañaba hasta que lo hice. Era como si estuviera más ligera, más cálida y la cubierta
de oscuridad se desvaneció por un segundo.
Entonces, lo bloqueé de nuevo. Porque con una emoción, venían otras. Otras
que me romperían por completo.
Me levanté, jalé el edredón fuera de la cama y luego lancé una almohada sobre
el suelo a su lado. Jalé de nuevo las sábanas blancas, me arrastré debajo y me
acurruqué sobre mi lado, mis manos bajo la almohada. El sonido de la ducha
mezclado con la estable voz mecánica de un presentador en la televisión me
arrullaron al sueño en segundos.
Jasper
Me sequé con una toalla el cabello mientras estaba desnudo al lado de la cama
viendo Max, acurrucada profundamente dormida. Una hebra de cabello caía sobre
su nariz y cuando exhalaba, las finas hebras se levantaban y luego caían de nuevo.
Me acerqué para empujarlos a un lado y luego me detuve.
¿Qué mierda estaba haciendo? Jesús. No tenía por qué tocarla así. Sin derecho
de gustarme esta chica y sin embargo... lo hacía. Al principio, pensé que era lujuria
y lo era; quería follar con ella, todavía lo quería, pero después de verla... ver cómo
retenía la sonrisa mientras corría sus yemas de los dedos a través de las flores
silvestres cada mañana. Cómo soplaba su café cada vez antes del primer sorbo. La
forma en que sus cejas se reunían cuando estaba practicando con sus navajas. Era la
única vez que veía esa determinación oculta en ella. Lo escondía de Xamien con la
forma en que inclinaba la cabeza y hablaba tranquilamente con él, pero siempre había
tensión en sus hombros. Y una vez, cuando él se alejó, vi el parpadeo de tristeza en
sus ojos mientras ella lo miraba fijamente. Y eso no me gustó. Sabía que no pasaba
nada entre ellos, pero de igual forma no me gustaba el hecho de que sintiera algo por
el poderoso y noble como el infierno Taldeburu.
Lo que me encantaba era joder con ella, ver su furia elevarse y el calor en sus
mejillas. Era la única manera en que podía obtener una reacción de ella y lo anhelaba.
Lo necesitaba. Y joder si no quería besar cada centímetro de ella hasta que
ronroneara en mis brazos.
Pero yo no tranquilizo.
Yo follo.
Follar no era emocional. Era una necesidad básica. Pero por alguna jodida
razón, la idea de follarla era completamente consumidora.
Pero Max tenía problemas de límites. No me iba bien con eso. Me gustaba pelar
las capas, hacerlas sangrar entonces si lo necesitaba podía usar lo que tenía contra
ellos para conseguir lo que quería.
Era bueno rompiendo límites, reglas y cualquier otra cosa. Viviendo mi forma
de vida no había tiempo para tonterías personales. Las mías estaban cerradas tan
fuerte, ni siquiera un Scar Reflector podría llegar a mis secretos.
Al carajo eso.
Rompí ese límite con el beso. Ella estuvo tiesa bajo mis labios al principio y
supuse que había tenido la maldita experiencia o si ella lo hizo, fue con un pobre
besador de mierda que no podía tomar lo que él quería. No me equivocaba al
mostrarle a una mujer cómo era ser tomada. Mierda, ellas querían eso y si no lo
hacían, entonces no eran una chica en la que me importaba hundir mi polla.
No tenía ninguna duda de que pelearía conmigo la primera vez. Sería una batalla
de voluntades, pero estaría mojada como el infierno y palpitante para mí. Sentiría el
deseo atado a través de sus venas, necesitando ser liberado. Y yo iba a ser el que lo
rompería mientras me conducía dentro de ella.
Siempre era claro con cualquier chica en la que hundía mi polla, tomar y salir.
Mi lema. Le daría el mejor sexo que hubiera tenido y entonces me iría. No lo veía
como egoísta, lo contrario de hecho. Le daba el mejor placer que había tenido y me
iba antes de que llegara a conocerme, le estaba haciendo un favor al irme. A veces,
volvía por segundos, meses después, pero permanecer demasiado tiempo en la cama
de una mujer llevaba a los apegos. Los apegos llevaban a preocuparse y preocuparse
no tenía nada que ver en mi vida. Me mataría y a cualquier otro cercano a mí.
Enganché la almohada del suelo y la arrojé en la cama, y luego fui y cerré las
cortinas. Me dirigí de nuevo a la cama y miré a Max de nuevo, un maldito ángel con
actitud.
Un ángel atrapado en el infierno. Un sol bloqueado por nubes densas. Sí, esas
marcas en su cuerpo tenían una gran historia. Normalmente me encogería de
hombros, no era asunto mío, pero quería que fuera asunto mío. Quería matar al
bastardo que le hizo eso. No, quería hacer más que matarlo. Quería crucificarlo,
hacerlo sufrir, hacer que rogara por misericordia, por su vida mientras yo reía. Solo
entonces lo mataría.
Tortura. Joder. Yo no torturaba, pero de repente quería ver sufrir a otra persona
antes de morir.
Y si tuviera que matarla, no podría negar el hecho de que las piezas de ella que
se habían asentado en mi interior detonarían.
Max
Me deslicé, agarrando la almohada en un extraño momento de dicha después de
haber dormido toda la noche sin pesadillas. Suspiré, sintiéndome renovada mientras
estiraba mis piernas y golpeaba cálido, duro…
Mis ojos se abrieron de golpe y me encontré cara a cara con un torso liso y
desnudo con líneas de tinta negra recorriendo todo su costado. La sábana cubría sus
piernas y luego se detenía en un caos arrugado en sus caderas. Mi mirada siguió por
el camino de vellos hacia... Me deslicé hacia la derecha, tirando de la sábana
conmigo.
—Ya era hora de que despertaras. Estuve despierto por horas escuchándote
roncar como un elefante con su trompa doblada.
Jadeé.
Había recorrido los últimos cuatro años sin tener que decir mucho y de repente
en las últimas veinticuatro horas, estaba respondiendo, discutiendo e incluso
sonriendo.
Exploté. No como yo. No como lo hago, pero estaba furiosa. No había sentido
emociones como esta desde entonces... mis primeros meses en cautiverio.
—Oh, soy todo menos típico. Y te escuché, solo elegí ignorarte. Mi derecho. Y
es el tuyo salir de mi cama.
—¿Tu cama?
—Oh, cariño, te sorprenderían muchas cosas que sé. ¿Te importaría averiguarlo?
—Oh Dios. —Giré, corrí al baño y cerré la puerta. Escuché la profunda risa de
Jasper siguiéndome.
¡Al demonio! Me sentía como un arma nuclear viajando en una carretera plagada
de baches. Incierta y lista para explotar en cualquier momento. Todo lo que él hacía
era probar mi control. Mierda, no lo estaba probando; lo estaba dividiendo.
Puse mis manos sobre el borde del lavabo, cerré los ojos e intenté alejar la
erupción de emociones, pero la imagen de Jasper, tendido en la cama medio
desnudo, casual, seguro, sin disculparse por su erección, no la haría desaparecer.
—Max. Vamos a movernos. —Jasper llamó a la puerta. Era una voz sin sentido,
severa como diciéndole a sus soldados que salieran.
Tenía que detener esto... esto... bueno, lo que sea que era. La gente usaba
personas para obtener lo que querían en la vida. Aprendí realmente joven y Jasper
estaba ciertamente en la parte superior de la lista de usar a otros, excepto que no
trataba de ocultarlo. Sabía que le pagaban para protegerme. También sabía que
estaba jugando conmigo y disfrutándolo.
Encendí los grifos y me lavé el rostro con agua fría, el ardor en mis mejillas se
disipó lentamente. Pasaron unos buenos cinco minutos antes de juntar mi mierda.
Cuando abrí la puerta, Jasper estaba vestido y en su teléfono, de pie de espaldas
a mí. Quienquiera que estuviese en el otro extremo debe haber estado hablando por
completo, porque Jasper dijo unas breves palabras y luego colgó. Sin mirarme, abrió
la puerta y se marchó.
Cuando escuché que la motocicleta arrancaba, noté que su bolso y mis cuchillas
habían desaparecido. Salí y me acerqué a él.
—Te ves bien para mí. —Jasper estaba sentado a horcajadas sobre su
motocicleta, sus manos descansaban sobre sus muslos luciendo completamente en
control. Mierda, él tenía el control.
Ladeé la cadera y puse mi mano sobre ella y luego vi la ligera contracción en las
comisuras de su boca. Él estaba jugando conmigo otra vez.
—¿Cómo has…?
—No tienes amigos. Sin novios. Nunca viajas y pasas los días cuidando el jardín
de Xamien y practicando con esa navaja tuyas. Lo del jardín es aburrido como el
infierno, pero supongo que es algo de Healer... haciendo que las cosas crezcan y esa
mierda.
Él apretó su mandíbula.
—Jasper.
Miré a Jasper y apoyó su codo contra el manillar. Noté que sus ojos se mantenían
enfocados e intensos, incluso cuando estaba molestando y coqueteando conmigo.
—Tu casa... está arruinada, señor. Jasper dice que los hombres que lo hicieron
están detrás de mí y que ha sido contratado para protegerme. ¿Es eso cierto? —Luego
añadí, porque Jasper me estaba molestando por parecer tan arrogante y lleno de sí
mismo—, ¿Debería matarlo?
Jasper se echó a reír y el sonido me hizo sonreír, pero me volví ligeramente para
que no pudiera verlo.
—Max. Sé que eres una Healer. —Cerré los ojos, apretando con la mano el
teléfono—. Las Healer siempre están en peligro y creo que es por eso que lo
mantienes oculta.
»¿Satisfecha?
—En realidad no. —Pero podía esperar hasta ver a Xamien mañana.
Él sonrió.
Fruncí el ceño.
Elevó las cejas y miró el bulto entre sus piernas. Puse los ojos en blanco y él se
rió, un sonido que hizo que mis entrañas se iluminaran como si me hubiera tragado
una bengala. Asintió con la cabeza hacia la alforja de cuero.
¿Qué?
—¿Cuándo?
—¿Cuándo qué?
1
Dick en inglés que también significa pene o polla.
Pisé fuerte con mi pie y eso me molestó porque no pisoteaba, ni me enojaba, ni
me ponía nerviosa y estaba sintiendo todo lo anterior.
Jasper me atrapó por la cintura y me atrajo hacia él. Aterricé con fuerza contra
su muslo, mis manos yendo a su pecho con mi ropa siendo lo único que nos separaba.
—Nena, tú y yo… no fue un estímulo del momento. Tomé algunas de tus cosas
cuando estabas en el jardín hace unos días solo en caso de que la mierda empeorara.
Luego la mierda definitivamente empeoró y tuve que sacarte de ahí. —Me jaló más
cerca y su rodilla se metió entre mis piernas. Mi aliento se atascó en mi garganta—.
Ahora, ángel, ¿quieres cambiarte o permanecer aquí parada hablando sobre cómo
conseguí tu ropa? Porque necesito café.
La forma más rápida de conseguir que me liberara era estar de acuerdo con lo
que sea que él dijera.
—Sí.
—Sí, señor.
Sus cejas bajaron y frunció los labios, justo como sabía que sucedería. Luego
sacudió la cabeza y se rió entre dientes; la vibración volviendo loco mi interior.
—Mierda, eres linda cuando tratas de molestarme. —Me dio una palmada en el
culo y me aparté, tambaleándome un par de pasos hacia atrás y luego lanzándome
hacia la habitación del motel. Esperaba que su risa me siguiera, pero no lo hizo.
Cuando volví afuera vestida con mi ropa, ni siquiera lo miré mientras lanzaba
mi pierna sobre la parte posterior de la motocicleta. Esta vez, no iba a agarrarme a él
sin importar qué tan rápido fuera o cuán brusco tomara las curvas. Preferiría
convertirme en una muerte más del camino. Agarré la blandengue barra detrás de mí
y Jasper no dijo nada mientras arrancaba.
La camarera trajo la jarra y nos sirvió el café. Noté que vertía el de Jasper más
despacio mientras sus ojos seguían parpadeando desde debajo de sus pestañas
cubiertas de máscara para mirarlo. La chica era linda, con una melena morena corta
al estilo bob y brillantes ojos azules. También parecía joven, no es que eso le
importara a Jasper.
—Adrian.
—¿Es un Scar?
—Sip. —Levantó su café y vi sus labios curvarse alrededor del borde de la taza
y luego a su manzana de Adán moverse arriba y abajo mientras tragaba.
Jasper dejó su café, estiró sus piernas hacia un lado y cruzó los tobillos.
»Siéntate. Ahora.
No lo hice.
Su agarre se apretó.
»No estoy jugando. Causamos una escena, y nena, haré una jodida escena si eso
es lo que se necesita para evitar que salgas, y entonces quienquiera que esté tras de ti
tendrá una pista sobre en qué camino estamos viajando. —Asintió a los clientes—.
¿Crees que estas personas no hablarán sobre el chico y la chica que causaron
disturbios en Medina’s?
—¿Vas a sentarte?
Su mandíbula se apretó y luego me dejó ir, se inclinó hacia atrás y medio sonrió.
—Jasper.
—Bien. Siéntate.
La mesera miró entre nosotros.
—Estamos bien, gracias —le dijo a la mesera sin mirarla y ella se alejó—. Come
rayito de sol, y te diré lo que sé.
—Eso es ridículo.
Se rió entre dientes y una extraña burbuja de risa se elevó en mi pecho. Él levantó
la barbilla hacia el plato.
Envolví mis manos alrededor de mi taza de café y la levanté antes de soplar una
corriente de aire en ella y tomé un sorbo. Cuando la estaba bajando de vuelta, los
ojos de Jasper estaban sobre mí. Rápidamente miró hacia otro lado y fue la primera
vez que pensé que se veía incómodo. Fue sorprendente y era incluso más
sorprendente que me gustaran sus ojos sobre mí. Me gustaba que me mirara como
si… como si fuera más que un trabajo. Más que una mujer a la que se quería follar.
Él asintió.
Jasper mordió una tostada, la arrojó sobre el plato y se apoyó contra el respaldo
de plástico verde.
—Se trata más de situaciones de cuidado que no cree que deban llevarse al
Deaconry. Eso debería tratarse internamente.
Mi Talde me había enseñado sobre nuestra historia y sabía cómo vivíamos bajo
un juramento a la Diosa que nos creó para defender las leyes. Por como sonaba eso,
este tipo Adrian y su organización estaban encontrando una forma de evitarlos.
—No sé eso. Adrian tiene conexiones, muchas, y sabe cuándo la mierda se viene
abajo antes que nadie. Supongo… que es como escucho que alguien estaba
buscándote.
—No, no sé quién. Todo lo que me dijeron fue que era un Scar y puede
Transportarse.
—¿Y tomas trabajos de este tipo? —No podía entender por qué Jasper haría esto.
¿Por qué tomaría trabajos de un hombre del que realmente no sabía nada?
—Sí, nena. Lo hago. Eso es lo que soy. —Su voz se endureció y abruptamente
sacó su billetera y arrojó algo de dinero. Él estaba en silencio y sus cejas bajaron con
un ligero movimiento en su mandíbula—. Y mi vida y lo que hago no es asunto tuyo.
Aparté mi taza y le hice la pregunta cuya respuesta temía escuchar, pero tenía
que saber qué tan lejos llegaría Jasper.
—Probablemente.
—Entonces, si este tipo que está tras de mí te ofreciera mucho dinero para
entregarme, ¿lo harías?
—Jesús, Max. —Se levantó tan bruscamente que mi taza se derrumbó cuando la
mesa se movió y los restos del café se derramaron sobre la mesa. Luego escupió—:
Sí, lo haría. ¿Eso es lo que quieres oír? ¿Lo que has escuchado de mí? No te
preocupes, rayito de sol, él nunca podría igualar lo que Adrian me está dando.
Debería haber esperado esa respuesta. Esperaba esa respuesta, pero por alguna
razón, esperaba más de Jasper. Pensé que cuando tocó mi brazo, su voz se había
suavizado, y el gris de sus ojos se calentó, había algo bueno en Jasper.
Dobló por un largo y angosto camino de entrada y luego apagó el motor frente
a una linda casa de estilo español con un porche envolvente. Me deslicé y miré
brevemente a mí alrededor, notando los hermosos claveles rojos y campanillas en el
costado de la casa.
Mi pulso se elevó lentamente mientras los admiraba. Las flores silvestres tenían
una belleza frágil con una resistencia increíble para resistir la prueba de la naturaleza.
Sus tallos se balanceaban e inclinaban ante los duros vientos y la lluvia; sin embargo,
si eran lo suficientemente fuertes, se paraban de nuevo cuando los rayos del sol los
iluminaban.
Y aun así...
Una raíz de lo que una vez fui. En quien se suponía que debía crecer.
Xamien pudo haber salvado mi caparazón, pero nunca volvería a ser la misma.
Y ahora Jasper... era la tormenta violenta, tratando de desenterrarme y yo estaba
agarrándome con ambas manos y luchando. No podía dejarlo ir. Tenía que
permanecer escondida tanto para mi propia supervivencia como para la de los demás.
Ya había perdido a mi madre y al Talde por ser quien era.
Me quedé sin aliento cuando sus manos se posaron en mis caderas, su pecho
contra mi espalda.
Mi pulso se aceleró.
Apreté los dientes. Fruncí mis labios. Iba a darle un codazo en el estómago
cuando sus manos se apretaron y su voz baja rozó mi oído como un distante y
ensordecedor rugido de trueno.
Oí el ruido de una puerta mosquitera y miré hacia la casa. Una mujer, que
parecía tener unos treinta años, se detuvo en el escalón superior del porche y luego
se protegió los ojos con la mano. Una sonrisa brillante y un respetable grito salió a la
superficie, si se podía llamar a cualquier grito respetable, pero esta mujer lo logró de
alguna manera.
—Mon cheri. —Y era francesa, genial—. Deberías haberme dicho que vendrías.
—Ella caminó... no, se paseó hacia nosotros, moviendo las caderas rítmicamente de
lado a lado como un péndulo, un péndulo voluptuoso.
Susurró:
—Sigue el juego, por favor. Ella es humana y no sabe nada sobre los Scars.
Odiaba seguir el juego. Esa fue la razón por la cual me mantuve callada.
—¿Por qué estamos aquí? —Habíamos pasado una buena cama y desayuno hace
quince minutos.
Estaba bastante segura de que Jasper pensó que su café era buenísimo porque la
mujer francesa se había servido algo más de antemano. Y estaba bastante segura de
que si la mujer le servía barro después de tener sexo, él habría pensado que sabía bien.
La mujer con elegante cabello rubio hasta los hombros, con algunas rayas de
sutil color rojo entretejidas, se mordió el labio inferior y luego lentamente lo dejó
deslizarse entre sus dientes. Ciertamente no me estaba poniendo atención. Podía
agitar los brazos y bailar como un pollo y la mujer no se habría dado cuenta. Sus ojos
estaban en Jasper mientras caminaba hacia ella.
Ella cayó contra él, largos brazos como arañas envolviéndole el cuello, pintadas
uñas de color rosas desapareciendo en su cabello. Arrastró la cabeza de él abajo...
arrastró era la palabra incorrecta ya que Jasper no parecía que lo arrastraran a ningún
lugar al que no quisiera ir. Y luego lo besó.
Jasper tenía sus dos manos en su cintura y un extraño dolor se agarró a mi pecho
cuando desvié la mirada.
Era buena en actuar impasible. Así fue como sobreviví viviendo con Drake por
tanto tiempo. Entonces, cuando Jasper y la mordedora de labios se volvieron hacia
mí, sostuve mi barbilla en alto y los encontré de frente.
—Max. Julianna nos ha ofrecido una cena y un lugar para dormir por la noche.
También tiene un desinfectante para poner en ese rasguño tuyo.
Jodidamente adorable.
Julianna pasó un dedo por su mejilla hasta su barbilla y luego bajó para seguir
un camino por su pecho. Él la tomó de la mano y la apartó, y luego le dijo algo. Ella
me miró y disparó cuchillas con su mirada. Jasper se inclinó hacia ella otra vez y dijo
algo más y sonrió, sus dientes blancos brillando contra sus labios rojos como la
sangre.
Ella deslizó su mano por su brazo tatuado hasta que sus dedos se unieron a los
suyos y luego se giró, regresando adentro escoltada por Jasper. Me agaché junto a la
motocicleta y comencé a desenganchar la bolsa.
»Lo haré más tarde. Entra aquí, Max. Necesitamos vendar esa herida —llamó
Jasper por encima del hombro. Entonces la puerta mosquitera se cerró ruidosamente
detrás de ellos.
»Ángel —gritó Jasper. Frunció el ceño cuando echó un vistazo a la bolsa y esperó
mientras caminaba por el patio. Evité mirarlo mientras me deslizaba junto a él. Tomó
la bolsa de mi hombro y luego me detuvo tomando mi mano. Me empujó hacia él,
así que mi espalda estaba ajustada contra su pecho. —Julianna y yo...—. Se detuvo
y un temblor estalló en su pecho mientras gruñía.
—¿Segura de eso? —Su brazo alrededor de mi cintura se apretó y clavé mis uñas
en el dorso de su mano tan fuerte como pude.
—Cuidado —murmuró.
Sabía que estaba jugando con un hombre peligroso, pero estaba cansada de ser
cuidadosa y Jasper desataba mi imprudencia. Inhalé su aroma y sentí como si un
pestillo se levantara y finalmente pude tomar una respiración profunda. Sonreí y él
frunció el ceño.
Escuché pasos y miré más allá de la pintoresca casa de Julianna. Ella de pie en
la escalera de roble mirándonos y, con sus delgados labios rojos fruncidos y las uñas
clavadas en la barandilla, parecía un gato cabreado con los pelos de punta.
No sabía por qué lo hice, tal vez porque Jasper estaba abriendo una parte de mí
que no entendía. Pero algo se levantó dentro de mí y fue rencoroso. Me consideraba
inteligente, calmada, cuerda... hasta este momento.
Ella no tenía idea de lo que estaba haciendo con la mano mientras acariciaba
arriba y abajo, y luego apretaba suavemente. Y eso lo hizo. Jasper se aferró con fuerza
a mi muñeca y tiró de mi mano.
Ten control de ti misma, Max. Estaba resbalando, pero por una vez, quería que
Jasper fuera el que tuviera fuera de control.
—¿Quién soy yo para ti? —Sabía que mi pregunta podía ser tomada de dos
maneras diferentes y no era una seductora; en realidad, nunca había seducido a un
hombre en mi vida.
—Mi hermana.
Solté un bufido.
—Nunca lo creerá.
—Me importa una mierda lo que ella crea. Aceptará lo que le diga. —Entonces
sus manos se apartaron de mí y se giró, caminó hacia Julianna y le rodeó la cintura
con un brazo—. ¿Hay algo para comer, Jules?
Su risa envió un chillido por mi espina dorsal y la fría pared de hielo apagó mis
emociones. Caminaron hacia la cocina cogidos del brazo; Julianna se inclinó como
para mordisquear su oreja y lo vi alejarse de ella, pero luego ella dijo algo y él se rió
entre dientes.
Lo odiaba.
Max
Gritaba y temblaba tanto que apenas podía soportarlo. Él se pudo de pie detrás de mí,
asegurándose que no escapara, aunque había aprendido hace mucho tiempo que correr y
desobedecer solo causaba más dolor, más cicatrices.
Me fulminó con la mirada; brazos cruzados, una barricada contra cualquier escape. Bajé
la cabeza y luego entré en la ducha, el agua helada al instante empapándome.
Dolor.
¿Cómo podría el agua causar tanto dolor? Pero en cuestión de minutos, cada centímetro
de mí estaba tan frío que sentía como si estuviera ardiendo. Envolví los brazos para tratar de
controlar los escalofríos, pero nada lo detendría… excepto él.
De repente, todo cambió y tenía cadenas en las muñecas y tobillos y él venía hacia mí con
la ardiente varilla de metal. No. Dios no. Mi Ink. Iba a matar mi Ink.
»No. No.
Ahora estábamos en la casa de mi Talde y tenía diez años otra vez; el día que él me llevó.
Estaba viendo la escena mientras Drake y yo permanecíamos juntos, su mano casualmente
sobre mi hombro mientras veíamos mi casa arder. No estaba llorando. Estaba tranquila y
aceptándolo.
Luego dijo:
Me desperté gritando.
Me enderecé en la cama, piel húmeda, el cabello pegado a las mejillas como una
envoltura. La sábana estaba envuelta alrededor de mi cuerpo como un capullo. Entré
en pánico y salí del enredo, me caí de la cama y me postré sobre las rodillas. Sabía
que era solo un sueño, pero aun así me froté las muñecas y los tobillos, asegurándome
de que los grilletes no estaban allí.
La manta de miedo me sofocó. Era esa chica otra vez, cerrando los ojos con una
súplica desesperada de que el mundo imaginario que estaba viviendo era solo eso;
imaginado, no fue así.
Desesperada.
Sola.
Asustada.
Jasper estaba de pie en nada más que sus jeans que obviamente habían sido
arrojados apresuradamente porque estaban desabrochados y revelaban el rastro de
vello ralo. Su daga estaba en la mano derecha, con la postura muy abierta y lista
mientras escaneaba la habitación. Cada músculo estaba flexionado, los ojos negros y
estrechos con las cejas sobre ellos. No había ni un centímetro de él que no pareciera
tenso y listo para cortar cualquier cosa que se cruzara en su camino.
Este era el Scar asesino. El hombre que tenía todo el derecho de ser arrogante
como el infierno. Una bestia. Amenazante y viril. Un depredador.
—Jesús, Max. —Pateó la puerta con el pie descalzo y se dirigió hacia mí. Se
acercó y se agachó frente a mí. Escuché el crujido de sus pantalones de mezclilla
mientras se estiraban. Extendió la mano y recogió un mechón de cabello húmedo y
lo frotó entre sus dedos. Dejándolo ir, pasó un dedo por la humedad de mi mejilla—
. Estás sudando. Y llorando.
—Hace calor.
Su ceño se hizo más profundo y las líneas alrededor de sus ojos se acentuaron.
Jasper se veía primitivo; cada hueso mostrando su propósito. No había incertidumbre
con la estructura de su rostro, o sus expresiones. Y de alguna jodida manera, lo que
más me gustaba era su ceño fruncido. Eso respiraba emoción.
Me encogí de hombros.
—Se llama pesadilla. —Lo que sea—. ¿De qué se trataba, Max?
Agachado, con los brazos apoyados en los muslos y los ojos penetrantes. Y no
era con un ardiente deseo a fuego lento; esto era una ira acalorada. Él estaba enojado.
No estaba segura de por qué esto lo molestaba tanto. ¿Porque lo había despertado?
O tal vez había estado en medio de la jodida Julianna.
—Nada.
—¿De qué mierda fue la pesadilla, rayito de sol? No has tenido una así en meses.
—¿Qué? —¿Cómo lo sabría? Sabía que tenía una esta noche por lo que estaba
pasando, pero él tenía razón—. ¿Cómo lo sabes?
—He estado alrededor. Ahora, ¿de qué se trataba el sueño? —Se movió hacia la
pared a mi lado, se sentó en el suelo y se apoyó en ella. Luego estiró las piernas y
cruzó los tobillos como si se estuviera acomodando para un largo viaje.
¿Estado alrededor? Miré por un segundo a sus pies descalzos, cómo sus uñas se
mantenían cortas y ordenadas. Por alguna razón, eso no me sorprendió... que se
cuidaba a sí mismo.
—¿Vigilándome?
Ignoró mi pregunta.
Creo que era la segunda vez que me llamaba por mi nombre y, a pesar de odiarme
por gustarme, lo hacía. La forma en que rodaba fuera de su lengua en un profundo
sonido pícaro envió hormigueo a través de mi piel.
»Quienquiera que sea él… nunca lo dejaré acercarse a ti. —No le creí y por qué
debería. Yo era un trabajo para él y cuando terminara, se iría y esas palabras no
significaban nada.
No tenía ideas erróneas sobre quién era este hombre. Sin embargo, Xamien
probablemente sí. Era un asesino y asesinaba por dinero. Pero este trabajo era todo
lo contrario. Le pagaban para protegerme. ¿Me preguntaba por qué incluso lo haría?
¿Por qué un asesino tomaría este trabajo? No tenía sentido.
Negué con la cabeza. Nunca tuve más de una por noche. Al menos así era en los
últimos años.
Hizo una pausa y vi la tensión en sus hombros, pero quería verle el rostro, porque
a menos que Xamien le dijera, que estaba cien por ciento segura de que Xamien no
hablaría de mis pesadillas con nadie, entonces Jasper había descubierto otro camino.
Antes de que pudiera decir algo más, la puerta del dormitorio se abrió y pude ver
a Julianna de pie con un negligé rojo que acentuaba todas sus curvas y no dejaba
nada a la imaginación. Nunca tuve la necesidad de sentir celos, pero lo hacía ahora.
Quería correr hacia la puerta y golpearla en el rostro. Mejor aún, agarrar a Jasper y
besarlo justo en frente de ella.
No lo hice tampoco.
●●●
Jasper entró a mi habitación antes de que el sol se levantara. Estaba vestido
apropiadamente esta vez, con el cabello mojado y peinado, y oliendo a papaya y
lavanda. No le quedaba bien. Jasper tenía un aroma terroso natural, erótico.
Había estado sentada aquí desde la ducha, tratando de descubrir mis opciones.
Jasper podría pensar que no tenía opciones, pero las tenía. Podría haberme ido
anoche y estaba apostando a que habría estado demasiado ocupado follando con su
princesa francesa para darse cuenta de que me había ido.
Julianne sonrió lentamente, sus labios se retiraron para revelar sus dientes
blancos como perlas.
—Oh, ¿no lo sabías? Los especiales son lo que sea que se debe usar antes de que se
vuelvan malos. —Su espalda se puso rígida.
Miré más allá del hombro de Julianne y lo vi de pie en el otro extremo del pasillo,
luciendo omnicomprensivo con su postura amplia, los hombros anchos casi llenando
el ancho del pasillo. Sabía que me había escuchado; la pregunta era si había
escuchado toda la conversación. Por supuesto que sí; era un Sounder.
Lo miré y murmuré.
—Sí, señor.
Él me escuchó.
—Por el amor de Dios. —Giró sobre sus talones y dos segundos después, la
puerta de pantalla se cerró de golpe.
—Gracias por su hospitalidad. —Luego pasé junto a ella, seguí a Jasper afuera,
caminé hacia su motocicleta y me subí. La encendió de nuevo y puse las manos en
la barra trasera. Él estiró la mano hacia atrás, agarró ambas muñecas y las empujó
hacia adelante para que mis brazos estuvieran a su alrededor.
—Jesús. Tienes un tipo que se puede Transportar. ¿Podrías querer recordar eso
antes de salir corriendo? Porque, rayito de sol, no importa lo bueno que soy, no puedo
jodidamente Transportarme, así que si él llega a ti primero, eres historia.
Su mandíbula se apretó.
—Te lo dije. No lo sé. Él nunca me lo dijo. Pero sé que tienes miedo. Estás
aterrorizada como el infierno, de quien te dio esas cicatrices; de lo contrario, no
tendrías pesadillas sobre él. El miedo te está devorando desde adentro hacia afuera.
Puedo ver eso tan claro como el jodido sol.
—No creas que me conoces, Jasper. —Porque todo lo que él veía era a una chica
dañada con un pasado jodido y el fajo de dinero que obtendría cuando terminara el
trabajo—. Nunca me conocerás.
Tenía que hacer pipí… mucho. Intenté alejarme, pero Jasper enganchó mi mano
y me llevó al mostrador. Levantó la barbilla hacia la camarera.
—¿Baño?
Ella respondió en español y señaló hacia la derecha del mostrador. Jasper no dijo
gracias, simplemente tiró de mí detrás de él, golpeó con la palma de la mano la puerta
y entró. Una chica volviendo a aplicar lápiz labial protestó a él, con los ojos abiertos
de par en par. Dejó caer el lápiz labial en el lavabo y sonó, balanceándose de ida y
regreso dentro del cuenco de porcelana. Me estaba dando cuenta de que Jasper tenía
ese efecto en las chicas. Ya sea que ella estaba impactada con un hombre en el baño
de mujeres o porque él estaba actualmente irradiando rabia, era discutible.
Se apoyó contra el tocador, con las manos enroscadas alrededor del borde del
mostrador laminado. Sus cejas se levantaron cuando me miró por la puerta.
¿Realmente iba a quedarse allí de pie mientras orinaba? Esto era acerca de la dignidad
y hacer pis delante de Jasper, incluso con una puerta cerrada... Bueno, no iba a
hacerlo.
El grifo goteaba.
Mierda. Doble mierda cuando cruzó los brazos. No tenía sentido pedirle que
esperara afuera; su respuesta sería no.
Continuó caminando.
—Sopla tan fuerte, cuando estoy tratando de escuchar a cualquiera que venga...
sentido común.
Era molesto que a pesar de su rudeza, la mujer lo mirara con una mirada aturdida
y una sonrisa brillante. ¿Qué significaba que los hombres calientes se salieran con la
suya por ser groseros? Si yo hubiera hecho eso, ella me habría llamado perra y no me
hubiera servido.
—Noto cosas.
Se encogió de hombros.
—Te dije que estuve vigilando la casa de Xamien por unos días.
—¿Obtienes todo eso en unos días? —Un hilo de inquietud bailaba tap sobre mi
piel.
No podía respirar mientras me balanceaba hacia él, mis manos subiendo para
descansar sobre su pecho, dedos curvándose en su camisa. Fue el debilitamiento de
la rodilla, la amortiguación de las bragas y el corazón palpitante. Debería haberlo
alejado. No lo hice.
Jasper Kyelin era un imbécil autoritario y moralmente deficiente. Pero por ese
único momento en que sus labios tomaron los míos, me hizo suya. Y por primera
vez, me sentí querida y hermosa.
Luego gimió.
Nuestros ojos se encontraron. Mis labios se separaron como para decir algo, aún
sin aliento por su beso. No había esperado que fuera tan potente, como una droga
que me atraviesa las venas. No era estúpida. Sabía que quería follarme y sospechaba
que sabía que yo lo quería.
Pero necesitaba pisotearlo antes de que pisoteara todo sobre mí. No estaba
siendo blanda, a segundos de Julianna.
—Tu boca es un infierno de un lugar para estar, rayito de sol. No esperaba eso.
—Su agarre se apretó—. Si hay una próxima vez, y sospecho que lo habrá, tu boca
no tocará a ninguna otra. No mientras juega con la mía.
Guau, ¿qué?
—¿La próxima vez? ¿Me estás tomando el pelo? No debería haber habido una
primera vez. ¿Tuviste tus labios cerrados en alguna otra chica hace cuántas horas?
No, no habrá una próxima vez.
—No la besé, Max. Ella me besó y la detuve.
—Oh, es esa una de tus reglas. ¿Sin besos, solo follar? —¿Por qué me molestaba
si se follaba a otra mujer? No me debería importar No me importaba. Pero lo hacía.
—Hombres junto a la puerta. Dos de ellos. Vamos a caminar junto a ellos. Hacen un
movimiento, te diriges a la motocicleta y te encontraré allí.
Era la primera vez que me hablaba telepáticamente. Era una forma muy íntima
de comunicación, como si la persona estuviera dentro de ti, parte de ti. La voz de
Jasper era diferente, más ronca y su acento era más distinguible. Pero su sutileza lo
hacía misterioso y oscuro, pero con una dulzura como si me acariciara con sus
palabras. También percibí el agujero negro que encerraba su corazón.
Jasper Kyelin era más que un Scar asesino con una arrogancia que luchaba
contra la Diosa que nos creó. Contra las leyes de los Scars. Tenía partes de él que
yacían ocultas bajo su comportamiento de imbécil.
Hubo una ligera presión en mi cabeza mientras trataba de pasar las paredes
alrededor de mis pensamientos. Le tomaría un tiempo llegar porque vivir con Drake
me había enseñado a aprender a bloquear a los demás. Me había llevado años, pero
el hecho de que Drake leyera mis pensamientos me preparó para recibir más castigos
porque él sabía exactamente lo que estaba pensando.
Jasper era un Sounder, probablemente había escuchado hablar a los dos hombres
y supo al instante que me estaban buscando. La tensión zumbaba en su cuerpo, los
músculos enroscados listos para reaccionar. Un tipo como Jasper se mantenía con
vida siendo vigilante y cauteloso.
Sus dedos jugaban casualmente con mi cabello, tentador y sensual. Sin embargo,
su atención estaba en otra parte. Si yo hubiera sido observadora, habría visto a un
hombre concentrado en su chica, los ojos ardientes y la cercanía de los cuerpos.
Mecánico. Se sentía y se veía sensual, pero si mirabas más allá de lo que había
allí, leías los signos, era mecánico. Una máquina bien engrasada. Rítmico. Enfocado.
Inquebrantable a la amenaza.
Esta era la razón por la cual se le pagó a Jasper para protegerme.
No había duda en nada de lo que hacía. Me preguntaba por qué no salíamos por
la puerta de atrás tal vez a través de la cocina. Los hombres nos miraron mientras
nos acercábamos. Sabía por la falta de perfume de regaliz negro que no eran vampiros
ni Cuellos Largos, CWOs, que parecían recién salidos de un contenedor de basura.
Así olían también.
—¿Qué son?
Jasper me ignoró.
—Disculpe —le dijo al único hombre que bloqueaba parcialmente la puerta con
su estructura.
Los pies se movieron y luego pasamos junto a ellos y salimos por la puerta. Jasper
arrojó los cafés y tostadas en el cubo, y en cuestión de segundos, estábamos en la
motocicleta y de vuelta en la carretera.
No tenía idea de hacia dónde nos dirigíamos, pero donde sea que fuera, fue
rápido. Jasper nunca dejaba pasar una buena hora. Cuando finalmente se detuvo
sobre la orilla, en un camino más tranquilo donde pasaban pocos automóviles.
Apagó la motocicleta y me deslicé fuera. Y esperé. Porque Jasper se quedó dónde
estaba, con las manos apoyadas en los muslos y sin decir nada.
Entonces lo hizo.
—¿Intentas matarnos? —Estaba parada detrás de él, así que tuvo que volverse
para mirarme. Y joder, era una mirada. Una que levantaba los vellos de mi nuca y
me hizo rechinar los dientes—. Nunca... —Se enganchó en mi muñeca, con los dedos
magullados—, hables telepáticamente con cualquiera cuando no sabes qué carajos
son ellos.
—Tú lo hiciste. —Tal vez debería haber mantenido mi boca cerrada y solo decir,
“sí, señor” como lo había hecho con Drake. Pero Jasper me había abierto y no podía
permanecer callada. Mi lucha para recuperar el control que solía tener y la facilidad
de vivir en la oscuridad… se estaba escapando.
¿Había estado preocupado por esos hombres? ¿Sobre él mismo? ¿Sobre mí? ¿O
fue simplemente mi imaginación?
—Súbete a la motocicleta.
—¿Al menos me puedes decir adónde vamos? —Sabía que nos encontraríamos
con Xamien, pero no estaba segura de dónde o cuándo.
—A Francia.
—¿Francia?
—Hay un lugar que es seguro para ti. Xamien se encontrará con nosotros cerca
de allí. Ahora, ¿te subirás a la motocicleta? —dijo.
—Lo siento.
Su espalda se puso rígida y luego golpeó el manillar y se volvió para mirarme.
—No lo sabías. Está bien. —Sabía que no, pero él estaba tratando de hacerme
sentir mejor y esa fue la primera vez. Él encendió la motocicleta de nuevo y lo abracé.
Viajamos durante otra hora antes de que se saliera a un camino de tierra. Nos
movimos a lo largo del sinuoso sendero torturado por árboles a cada lado de
nosotros. Unos minutos más tarde, entramos en un claro y miré por encima del
hombro de Jasper.
Ahora, esto no lo había esperado. Había un pequeño avión y una pista de hierba.
Un avión con alas usadas con la edad del tiempo. Manchas negras cubrían la base
del ala superior y lo que parecía óxido se reflejaba en la hélice del frente.
—¿Un avión?
—Conoce a Fiona.
—¿Fiona?
—Mi avión.
—Sí, lo entiendo. Pero Fiona necesita mejorar su aspecto. Tal vez incluso una
nueva Fiona.
Yo no.
Una máquina. Nada que pueda devolverle el amor. Algo que fácilmente podría
destruir si lo necesitara. Sin apegos.
Y podría argumentarse que yo tampoco tenía apegos, pero tenía mis razones. La
pregunta era... ¿Cuáles eran las de Jasper?
Escuché el rugido de otra motocicleta y miré a Jasper que estaba ahora frente al
avión revisando la hélice oxidada. Rápidamente abrí la alforja y saqué mis navajas,
una en cada mano. Retrocedí hacia Fiona, sin perder de vista la dirección del sonido
de la motocicleta. ¿Nos habían seguido esos hombres? No, habría dos motocicletas o
un automóvil.
Seguí retrocediendo hasta que tropecé con algo duro, Jasper. Sus manos se
deslizaron por mis brazos para cubrirme las manos con las cuchillas a los lados.
—Alguien viene.
—Damien. Y te aconsejo no joder con él. Todavía está enojado con la raza
femenina.
Golpeé mi codo contra su abdomen y golpeé una masa sólida. Estaba preparado
para eso.
Damien se detuvo frente a nosotros, con las piernas cruzadas, los brazos
cruzados y ni una astilla del hombre con el que me había encontrado hace algunos
meses. Sus ojos eran como mirar el agua fangosa, incapaz de ver lo que había debajo
de la superficie. Damien se veía como yo lo había hecho alguna vez... vacío de
emociones. Viviendo y respirando, pero solo en el sentido mecánico.
Sin estrechar las manos, una palmada en la espalda, cómo esas, formalidades
entre los hombres. Directo al punto.
»Si tenemos suerte, te seguirán —dijo Jasper—. Sugiero ir al sur. ¿Tienes una
chica para montar en la parte posterior?
Damien asintió.
Jasper se rió entre dientes y luego hizo un gesto con la cabeza inclinada hacia
mí.
Resoplé.
—No te preocupes, rayito de sol. Nunca te haría eso. Mis mujeres vienen
primero, literalmente.
—Sí. Parece que podría ser él y si eso es... más de lo que puedes soportar —.
¿Estaban hablando de Abby o de mí?—. Puede que quieras... terminar esto. Las
probabilidades no están a tu favor en este caso.
Silencio.
Los miré por encima del hombro. Jasper tenía la cabeza baja, los brazos cruzados
y la espalda rígida. Damien estaba parado, con los brazos a los lados y me miraba
con sus ojos sombríos.
—¿Estás comprometido?
—No dejes que te engañe. Son todas perras crueles —dijo Damien y luego giró
sobre sus talones y se dirigió a la motocicleta de Jasper. Descolgó la alforja y la lanzó
hacia nosotros.
—Nada. Vámonos.
No estaba tan segura de si Fiona iría a algún lado. ¿Sabía él lo que estaba
haciendo? No era como si tuviera miedo a volar o morir, pero mi elección de muertes
no sería en picada hacia el suelo.
El motor salió a borbotones y las hélices gimieron unas pocas veces antes de que
giraran de repente. Jasper sonrió.
»Eso es todo, cariño. —Poco a poco el avión se sacudió hacia adelante y vi las
hélices por la ventana lateral girando. Me sorprendió que no haya visto el óxido que
flotaba en el aire.
Jasper puso su mano sobre mi muslo y lo miré. Tenía una sonrisa engreída y sus
ojos brillaban como si supiera algo que yo no sabía.
Me encogí de hombros. Sospeché que Jasper no haría algo tan estúpido como
volar un Cessna sin ser muy bueno en eso. En realidad, Jasper parecía el tipo de
persona que era condenadamente bueno en todo lo que se proponía, incluido, según
él, el sexo.
»Piensa que me va a gustar escuchar que gritas y te retuerces debajo de mí. —Me
puse rígida, preguntándome si había leído mis pensamientos. Pero eso era imposible.
Lo sentiría y mis escudos alrededor de mi mente estaban intactos—. Inclinando tu
mundo en su eje con mi polla dentro de ti… viendo tus ojos llenos de deseo. Ángel,
esa falsa actitud de indiferencia no te tocará cuando yo esté dentro.
Crucé los brazos, más para evitar que el corazón saltara por mi caja torácica que
cualquier otra cosa. Solo el pensamiento de Jasper dentro de mí me estaba
catapultando a través de un laberinto de emociones.
Pero Jasper, era diferente. Tenía problemas para leerlo. Él no tenía moral. ¿Qué
significaba eso? ¿Qué tan lejos iría a conseguir lo que quería? ¿Mataría a personas
inocentes? ¿Traicionaría a un Scar? En el exterior, Jasper era arrogante y seguro de
sí mismo con una actitud inflexible y sin estupideces. Pero anhelaba saber qué había
debajo.
¿Qué lo hizo un asesino? ¿Qué lo hizo de esta manera? Porque todos éramos
producto de nuestro pasado; era solo la forma en que vivimos con lo que
experimentamos lo que nos moldeaba en lo que nos convertimos.
Lo miré mientras hablaba con alguien por sus auriculares, y no era en inglés.
Frunció el ceño y luego dijo unas pocas palabras agudas antes de que sus manos se
apretaran alrededor de los controles. De repente movió su boquilla y me miró.
Pasé años callando, y aprendí a apreciarlo. Cuanto menos dijera, mejor, pero
con Jasper, tenía problemas para mantener la boca cerrada. Presionaba mis botones
y yo quería empujar de regreso.
—Nada que no haya visto antes. —Me encogí de hombros y miré por la ventana
lateral—. Vivo con Xamien, recuerda. —Xamien era uno de los hombres más
atractivos que jamás había visto, mundano con un aire casual sobre él. También
pensaba en él más como una figura paterna que como un hombre en el que estaría
interesada alguna vez—. Nada inusual en mi mundo.
—¿Tu mundo? —se burló Jasper—. Tu mundo está formado por Xamien y su
mayordomo, Glunk, cerca de cien acres y una mansión. Usted, señorita Rayito de
sol, ni siquiera ha experimentado una taza de té del mundo.
Me tensé, con las manos agarradas a los apoyabrazos de cuero. ¿Una taza de té?
¿Simplemente comparaba mi vida con una taza de té?
—Al menos en mi “taza de té” tengo moral y puedo dormir por la noche.
—Oh, yo duermo bien. —Su voz era baja y suave cuando dijo—: ¿Puedes tú,
Max?
—Porque eres linda cuando te enojas. —Su boca se crispó en las esquinas.
Pequeña sacudida.
Luego me mordí el labio inferior y lentamente arrastré mis dientes sobre ellos.
Juego terminado.
Estaba cabreado porque no podía leer sus pensamientos. Hacia mi trabajo más
difícil, protegiendo a una mujer no tenía ni idea de lo que estaba canalizando a través
de su cerebro. La información era mi ventaja y yo era bueno en encontrarla y usarla
para conseguir lo que quería. Tal vez era mejor que no leyera sus pensamientos; era
demasiado íntimo y mi obsesión con ella ya me estaba jodiendo.
—¿Te gusta lo que ves? —dijo ella, sus ojos parpadeando abiertos.
Las esquinas de mis labios temblaron, sabelotodo. Lo que había descubierto con
Max era que era muy luchadora. La forma en que manejó a Jules me hizo querer
agarrarla y besarla hasta que gimiera mi nombre. Sabía que Jules quería que Max
pensara que estábamos follando, pero la verdad es que ya no había nada entre
nosotros. Habíamos follado unas cuantas veces hace un par de años atrás, pero eso
era todo. Y normalmente, no me importaría una mierda lo que otra chica pensara,
pero Max... me molestó escucharla hablando con Julianna. No me gustaba que
pensara que me la follé.
—Sí, lo hago. —No tiene sentido negarlo. Mierda, quería saborearla, acariciarla,
hundirme dentro de ella tanto que era como si mi polla colgara por una soga,
estrangulándose con necesidad.
La cosa era... tenía la sensación de que una vez no iba a ser suficiente y eso me
molestaba. De todas formas no me impedía desearla. Tampoco me había impedido
observarla durante meses. Además, tomaba lo que quería y me ocupaba de las
consecuencias más tarde.
Aún no la oía reír y maldita sea, quería hacerlo. Apuesto a que inclinaría su
cabeza ligeramente hacia atrás, revelando su delgada y pálida garganta y sus ojos
brillarían como zafiros azules. El sonido... joder, tendría la dulzura del jarabe con el
calor de una salsa picante.
Desenrolló las piernas y puso los pies en el suelo, buscando sus zapatos. La
cicatriz blanca dentada y la piel descolorida en el puente de su pie por encima de lo
que era su tatuaje me llamó la atención. Lo había visto varias veces y era obvio que
alguien había destruido intencionalmente su Ink al quemarla. Por lo que quedaba, el
Ink había sido una especie de araña.
Nunca di una mierda por las cicatrices, físicas o emocionales, que la gente tenía.
Todos las teníamos. Nos hacía lo que éramos... bueno y malo.
Pero quería saber exactamente qué le pasó. Quería matar al bastardo. Era mío
para destruir.
Esperaba esa respuesta. Max era tan cerrada sobre su pasado como yo.
—Es mi asunto. Tú eres mi asunto y hasta que diga lo contrario, me vas a decir
todo lo que necesito saber sobre ti. —Realmente no necesitaba saber nada de ella.
Todo lo que tenía que hacer era mantener su culo a salvo y si no podía hacer eso,
entonces tenía que matarla. Debería haber sido un trabajo sencillo. Pero era
complicado como el infierno y jodía con mis emociones. Traté de enfrentar la lujuria,
pero mi obsesión era más que eso. No solo la quería, quería ser su dueño. Y la parte
loca como la mierda era que quería que ella quisiera ser poseída por mí.
Los labios de Max se fruncieron y supe que estaba llegando a ella. Cuando conocí
a la chica, tenía un escudo alrededor de sus emociones del tamaño de Asia. Pero yo
lo estaba haciendo astillas y ella se estaba desmoronando.
Esta vez, me hizo reír. Frunció el ceño y su espina dorsal se endureció lo que
hizo sobresalir sus dulces pechos que me dieron una probada al presionarse contra
mí durante horas en la moto. Chasqueé el interruptor para el piloto automático
entonces alcancé su pie.
»¡Déjame!
—Nada.
Dobló la rodilla y debí haberlo visto venir, pero mis manos estaban envueltas
alrededor de su delicado tobillo, y estaba ocupado tambaleándome, la imagen
sofocándome. Ella pateó y me golpeó en el costado de la cabeza, desequilibrándome.
Mis manos se deslizaron de su tobillo y gruñí cuando mi visión se volvió borrosa por
un segundo.
Ella estaba de pie y detrás de su asiento, sus manos curvadas alrededor de la parte
posterior del mismo.
—Tócame de nuevo y mi espada será la última cosa que veas. ¿Entiendes?
Conté hasta diez, construyendo el escudo sobre mi mente. No podía dejar que él
llegara a mí. Ya no era esa chica vulnerable. Sabía cómo pelear. Sabía cómo
protegerme.
Levanté mi barbilla.
Se encontró con mi mirada fija, y por un segundo, pensé que iba a dispararme
un comentario inteligente, pero esta vez me sorprendió y asintió abruptamente.
Cuando bajé las escaleras, estaba apoyado contra el avión, con los brazos
cruzados con la confianza de un león orgulloso defendiendo su montaña y la
montaña era Fiona. Me acerqué y busqué las cuchillas que él tenía en la mano. Los
puso detrás de su espalda y con su otro brazo, me enganchó por la cintura y me apretó
contra él. Mis manos se dirigieron automáticamente a su pecho, una palma plana
contra su corazón.
Estaba tan desconcertada por las simples pero poderosas palabras que permanecí
callada y quieta en sus brazos. Sabía que algo había cambiado entre nosotros en ese
momento. Su capacidad para disculparse y la mía... sí, lo acepté porque sabía que
obtener esas palabras de Jasper era monumental.
No pude entenderlo. Era juguetón y flirteaba, pero era cruel y duro, como si
quisiera lastimarme. Pero sentí algo cuando nos tocamos y fue más que deseo. Era
más fuerte, y si alguno de nosotros cedía, tenía la sensación de que sería la
destrucción de lo que nos convertiríamos.
—¿Max?
Jadeé ante la voz familiar y me volví. Xamien cerró la puerta de un Audi negro
y caminó hacia mí con una amplia sonrisa en su rostro. La tensión en mis hombros
desapareció al instante cuando encontré la brillante calidez en sus ojos. Si había una
persona en este mundo que me importaba, era Xamien. Cada vez que lo veía, el
recuerdo de él levantándome en sus brazos y sacándome del infierno de Drake me
producía un gran alivio.
»¿Estás bien?
Asentí y retrocedí.
Mi mirada se disparó hacia él y noté que sus ojos parpadeaban hacia la mano de
Xamien todavía asentada en mi cintura. La mirada furiosa... estaba llena de irritación
Yo era una Healer y no podía sentir emoción como un Scar Reflector, pero nadie
necesitaba una mayor capacidad para sentir la tensión que irradiaba de él.
—Me dijiste que no lo harías. Te advertí que mantuvieras tus manos alejadas. —
Las palabras salieron una por una, como un puño golpeando un tambor—. Debería
haberlo sabido mejor. Lo sabía bien.
La tensión entre ellos hizo que el aire cambiara y rápidamente puse mi mano en
el brazo de Xamien para atraer su atención hacia mí.
¡Guau! No esperaba que algo así viniera de Xamien. Siempre era relajado e
informal, pero este era el lado que otros temían. Xamien se adelantó y me apartó el
cabello del cuello. Escuché a Jasper toser y murmurar algo por lo bajo. Xamien debe
haber distinguido sus palabras porque comenzó a ir hacia él, pero me aferré a su
brazo.
Xamien levantó la cabeza y miró hacia el automóvil. El aire se volvió más frío y
luego apareció una nube gris de niebla.
Me puse rígida cuando una figura emergió de la niebla y me encontré con los
ojos azul hielo de Waleron. Me miró y por un segundo, me pregunté si sabía quién
era yo.
Él era un antiguo, defendía las leyes por encima de todos los demás y protegía a
los Scars con su vida. Era excepcionalmente privado y nadie sabía dónde vivía. Pero
dos cosas que todos sabían era que sufrió sesenta y un años de tortura por parte de
un CWO, un Lilac, y que haría cualquier cosa por proteger los Scars, cualquier cosa.
—Xamien. Jasper —dijo Waleron y luego se volvió hacia mí—. Max. —Me
estremecí al escuchar mi nombre. Era como si supiera que no era mi verdadero
nombre. ¿Era eso posible? ¿Sabía que yo era Breanna y que mentí sobre mi nombre
todos estos años?
Xamien asintió con respeto. Jasper no dijo nada; de hecho, me di cuenta de que
evitaba mirar a Waleron en conjunto, lo cual era extraño porque Jasper se reunía con
todos de frente.
—¿De qué diablos están hablando? —Jasper apretó los puños a los costados—.
Waleron, maldita sea. Bastardo. Me dijiste que no sabías quién demonios estaba
detrás de ella.
Waleron ni siquiera se inmutó cuando se levantó con calma y mantuvo sus ojos
en mí. Lo supe. Nadie tenía que decir nada. Sabía lo que me iban a decir.
—El Scar buscándote —dijo Xamien—. Ha sido visto en todo el mundo durante
los últimos seis meses en busca de una chica. Una chica de unos veinte años con
cicatrices y una quemadura en la parte superior del pie por un tatuaje. —La bilis se
levantó en mi garganta y tuve que tragar varias veces—. Su nombre es Drake y es un
Scar antiguo, Max. —Dios. Era Drake—. Este Scar... la Diosa mató a su Ink porque
era demasiado poderoso. Quería destruir a los Scars y ser el único en gobernar.
Cuando su Ink murió, debilitó sus pulmones y le quitó la mayor parte de sus poderes,
incluida su capacidad de Transportarse.
»Max, necesitamos respuestas para protegerte. —Xamien frotó mis brazos arriba
y abajo, tratando de consolarme, pero todo lo que podía pensar era en Drake.
—Sí. Lo sané por seis años. —Cerré los ojos cuando el miedo se aferró a mí y
me hizo caer. Temblaba y escuchaba voces que resonaban, discutían, pero no podía
concentrarme en nada excepto que Drake era el que estaba detrás de mí.
—¡Max! —Fue el tono cortante de Jasper lo que me cortó y lentamente abrí los
ojos. Jasper tenía sus manos en mis caderas y yo estaba agarrando su camisa mientras
me paraba frente a él, sin saber siquiera cómo llegué allí—. Él no te encontrará.
—Sí, lo hará. —Me olvidé de Xamien y Waleron mientras miraba a Jasper a los
ojos, llenos de lágrimas mientras todo lo que había luchado para evitarlo se derrumbó
sobre mí—. ¿Sabías que caminaba por las calles de diferentes ciudades todos los días?
Todo el mundo solo para poder Transportarse a cualquier lugar que quisiera. Lo sané
todas las semanas para que fuera lo suficientemente fuerte para Transportarse. —
Todo el cuerpo de Jasper palpitaba de tensión mientras miraba a Waleron que estaba
a nuestro lado—. Me tomaron cuando tenía diez años. Él mató a mi madre y al
Talde. Quemó todo y luego él...
Luego me torturó durante seis años; me vio sufrir. Me forzó a sanarlo. Dejó
recordatorios en mi cuerpo, por lo que cada vez que me miraba en el espejo lo veía.
Xamien puso su mano sobre mi hombro como si supiera que necesitaba algún
tipo de apoyo.
Waleron aún no reaccionaba ante nada de lo que yo decía, pero rara vez
reaccionaba; frío como la piedra.
—Deberías haberme dicho jodidamente que fue ese bastardo quien le hizo eso.
Que fue Drake quien la perseguía. —La voz de Jasper estalló en el silencio. Me
sacudí, pero sus abruptas palabras no fueron dirigidas hacia mí; eran para Waleron—
. Jesús. —Se dio la vuelta y se alejó, y lo observé, los músculos de su espalda apretada
y su mano corriendo por el cabello mientras se acercaba al auto y luego golpeó con
su puño el techo. El sonido hizo eco y supe que tenía que haber una gran mella.
—Eres un asesino. Eso es lo que haces. —Lo dije suavemente y no había querido
que fuera malo, solo que era la verdad. Jasper era un asesino. Era bueno en eso. Era
el cazador, no la presa y en este momento, éramos perseguidos por un Scar antiguo
que podía Trasportarse y ahora… ahora era más fuerte que nunca. Porque Drake era
ahora vampiro.
—Sí, bueno, alguien tiene que hacer lo que se necesita hacer. —Creí ver a
Waleron asentir, pero no podía estar segura y su expresión nunca cambió.
Xamien maldijo por lo bajo. No había otra posibilidad, excepto que Drake se
hubiera vuelto un híbrido.
—Balen tiene una gran habilidad para Rastrear vampiros. Podemos llamarlo.
Balen era un Scar Tracker que estaba con un Talde en Toronto. Una vez había
bebido sangre de vampiro a cambio de salvarle la vida a una mujer. Casi había
transicionado a un vampiro, pero luchó contra la sed de sangre y la venció.
Drake lo sabía. Sabía que podía sanar su Ink. Por eso me estaba buscando. Era
la única posibilidad. El momento era el correcto. Hace seis meses, me había
comunicado con el Ink de Waleron. Hace seis meses, supuestamente Drake había
comenzado a hacer preguntas sobre una chica con cicatrices.
Miré a Xamien que le estaba frunciendo el ceño a Jasper. Amaba a Xamien; era
lo más cercano que tenía a una familia y al igual como mi madre y mi Talde habían
intentado protegerme, también lo haría Xamien. Incluso iría contra Waleron.
Los brazos de Jasper se tensaron a mí alrededor y por un minuto, pensé que iba
a discutir, pero no lo hizo y odié sentirme decepcionada. Entonces me enojé por
hacerlo.
—Sí, eres una maldita princesa. Y en este momento, eres mi princesa. —Empujó
hacia abajo mi cabeza—. Entra en el auto.
—Max… ¿o quieres que te llame Breanna ahora? —La reconfortante voz de Xamien
entró en mi cabeza.
—Max, señor —respondí. Esa era quien era ahora. Durante seis años, no fui
nadie, algo usado, un objeto, y cuando me convertí en Max, volví a ser una persona.
Xamien no me utilizó ni me lastimó. Simplemente me amaba por la chica rota en la
que me había convertido.
Era más fuerte que Breanna. Luché para enterrar el miedo que Drake me había
inculcado y aunque todavía vivía ahí, ya no me poseía como solía hacerlo. Y ahora
Jasper… lo miré mientras entraba en el auto. Jasper desenterró el miedo y me hizo
querer luchar por la chica que era ahora.
—Lo encontraremos —dijo Xamien—. Sabes que no dejaré que te pase nada.
—¿Xamien?
—¿Sí?
—También te amo, Max. —Hizo una pausa—. Prométeme que tendrás cuidado con
Jasper. Ya sabes a lo que me refiero, ¿verdad?
El tiempo para tener cuidado ya había pasado.
Jasper salió de las pequeñas puertas del aeropuerto y las bocinas sonaron
mientras se pasaba la luz roja. No dijo nada y yo tampoco lo hice durante diez
minutos.
Finalmente, me rompí.
—¿Y entonces? —Mi voz tembló y odié estar permitiendo que el miedo volviera
a entrar, pero no era solo Drake quien ahora me cubría con incertidumbre. Era la
seguridad de Xamien y los sentimientos que tenía por Jasper. Era lo que tenía que
hacer para protegerlos a todos. Lo que mi Talde tendría que haber hecho hace años.
Lo que debería haber intentado hacer durante esos seis años con Drake, pero estaba
demasiado asustada y débil.
—Max, maldita sea. No puedo dar más que eso. Ya estoy demasiado cer… —El
automóvil avanzó aún más rápido—. No puedo.
No estaba segura de lo que quería decir con “no puedo”. Pero sonaba como si
estuviera hablando en voz alta más para sí mismo que para mí.
Se detuvo en un hotel unas horas más tarde y esta vez fue uno muy agradable,
con un hermoso jardín al frente y un arco amarillo sobre el camino de entrada. Era
pequeño, tal vez con cincuenta habitaciones, y solo tenía cuatro pisos. Las montañas
estaban detrás y me imaginé esquiando aquí en invierno.
Noté que sus ojos vagaban apreciativamente sobre Jasper y esperaba que él le
procurara una media sonrisa. Excepto que esta vez, él fue todo negocios para la obvia
desilusión de la chica. Insistió en una habitación en la planta baja y luego pagó en
efectivo. Sin mirarme, tomó mi mano y caminamos por la hilera de habitaciones
hasta que llegamos a la última. Abrió la puerta, encendió la luz y luego tiró de las
cortinas para cerrarlas, bloqueando la vista de la montaña.
»Descansa un poco.
—Estaba pensando —Fue al baño y se lavó las manos. Cuando salió, continué—
: ¿y si me usamos para atraer a Drake? —Sabía que era arriesgado, pero ellos no
conocían a Drake como yo. Nunca se daría por vencido. Era implacable en su
búsqueda por ser el Scar más poderoso. Eso lo decía todo sobre él.
»Puedo hablar con este chico Adrian y asegurarme de que recibas tu dinero. —
El miedo podía romperte, pero también podía llevarte a conquistarlo y yo lo había
estado intentando durante cuatro años practicando con mis cuchillas. Necesitando
sentirme fuerte de nuevo. Fui una débil marioneta usada por un hombre debido a mi
habilidad—. Lo conozco. Conozco sus debilidades. —Y era más fuerte ahora. Podría
destruir su Ink de modo que nunca pudiera volver a renacer. No sabía con certeza si
podría hacerlo o si era posible, pero por el momento era lo mejor que tenía.
—¡Quiero que termine, maldita sea! —grité—. Estoy cansada de vivir en una
burbuja. Quiero salir, Jasper. Podemos usar…
Jasper comenzó a caminar hacia mí, sus manos curvadas en puños, tensión en
cada parte de su cuerpo. Levanté la barbilla, pero mi corazón estaba golpeando mi
caja torácica y no de miedo. No le tenía miedo a Jasper, sus palabras podían ser
duras, pero había algo en él que me hacía confiar. Esa mota en sus ojos que se negaba
a dejarme entrar, pero revelaba su vulnerabilidad, su suavidad.
—Él nunca se acercará a ti otra vez. Dos semanas, dos jodidos años, doscientos
años. Él no te está tocando de nuevo.
—Pero si podemos…
—¿Qué harías si hiciera que Xamien colgara de sus uñas siendo torturado día
tras día? Dime, Max. ¿Te romperías entonces? ¿O lo verías sufrir durante semanas?
Escuchando sus gritos, esperando que alguien venga a tiempo para salvarlos a los
dos. —Su mandíbula palpitó y su voz cargada de ira. Me di cuenta, que esto no era
sobre mí; esto era sobre él.
—Jasper…
Mi respiración se detuvo. Él dijo ella. ¿Qué le había pasado? ¿Quién era ella?
Abrió la puerta otra vez media hora más tarde. Agua goteaba de su barbilla y de
los mechones de su cabello. Y su rostro, oscuridad. El devastador dolor se había
deslizado en las profundidades de sus ojos y se asentó allí, oculto bajo la arrogante
confianza que exudaba. Una bestia al acecho y que parecía lista para atacar.
—Lo siento. Por lo que sea que te haya pasado a ti…y a ella.
Sabía que estaba actuando, justo como yo lo hice para mostrarme fría y
silenciosa. Era mi red de seguridad para mantenerme cerrada. Jasper estaba haciendo
lo mismo.
Deslicé mi mano fuera de la de él, me puse de pie, luego agarré la parte inferior
de mi camiseta y tiré de ella hacia arriba por encima de mi cabeza.
Jasper
—¿Qué diablos estás haciendo?
—No. —¿Qué diablos estaba haciendo? No había tenido sexo en meses. La había
acechado; la observé durante meses y ahora... ahora la estaba alejando.
Pero yo era egoísta y duro y ella misma lo dijo... era un imbécil y de repente no
quería que me viera de esa manera.
—¿Por qué no? Tú me deseas y yo te deseo. Es sexo. No soy tan estúpida como
para pensar que es algo más, Jasper.
Me estremecí con sus palabras. Por alguna razón, las palabras de Max me
molestaron, gran momento. Eso debería ser aún más una razón por la que debería
follarla y demostrarme a mí mismo que esto era solo eso, sexo.
Joder.
Era un hombre. Un tipo que no le importaba una mierda si una mujer me odiaba
por la mañana, pero nunca lo hicieron. Puede que sea un bastardo egoísta pero nunca
dejé a una mujer insatisfecha. Y era más una razón egoísta, ya que siempre podía
conseguir segundos cuando quería. Pero esto era diferente. Todo era diferente. Max
era diferente.
Pero Max... mirando fijamente su piel blanca, desnuda... sus pechos de tamaño
de un puño con pezones erectos y esperando que mi boca les chupe. Debería haber
caminado de vuelta al baño, cerrado la puerta y haberme masturbado en la ducha.
No lo hice.
Jesús. Esa palabra fue por dos razones. Era jodidamente preciosa, incluso con
cicatrices en las piernas y unas cuantas en el estómago. Algunas de ellas eran líneas
débiles como las que vendrían de un cuchillo, pero otras parecían crudas y con
relieve, tal vez quemaduras de algo.
Mierda, Max merecía más que yo. No podía hacerlo. Quería probarme a mí
mismo que podía y aún alejarme de ella, pero sabía que ya estaba sintiendo más por
ella de lo que debería. Durante meses traté de convencerme de que no era nada, pero
era algo. Era un montón de algo.
—Ponte la ropa. —Me alejé de ella, caminé al otro lado de la cama y me acosté.
Coloqué las manos debajo de la cabeza y cerré los ojos. Desafortunadamente, todo
lo que vi fue a Max de pie desnuda y dispuesta delante de mí.
Joder.
Joder.
Me importa un bledo Max. Esto era un trabajo. Era un maldito trabajo. Pero no
lo era. Nunca había sido un trabajo. Ella era Max. La chica que observé durante
meses porque no podía permanecer lejos.
Mis ojos se abrieron cuando su mano rozó sobre mi muslo. Tenía una rodilla en
la cama y la otra pierna levantada y se acercaba a ponerse a horcajadas sobre mí. Mis
manos se aplanaron contra sus muslos desnudos y gemí. No tenía que preguntarle
qué estaba haciendo. Sabía malditamente bien qué diablos estaba haciendo. Y yo le
había dado una salida... que expiró en el momento en que se montó a horcajadas
sobre mí.
Mis palmas se deslizaron por sus muslos, curvadas alrededor de sus caderas y
luego sobre la carne desnuda de su culo. Un dedo se deslizó en la cuerda de su tanga
y la tiré hacia arriba, duro.
—Lo sé.
Miré hacia otro lugar por un segundo, asintiendo y dije en voz baja:
—No me odies en la mañana. —Nunca le había dicho eso a una mujer antes
porque nunca me importó si lo hacía o no. Pero Max...
No me quité los jeans, pero bajé el cierre, saqué mi polla y deslicé el condón.
Esto era sexo, crudo, sencillo y sin la intimidad de los besos. Por la mirada dura en
sus ojos, ella sabía exactamente lo que yo iba a hacer y no necesité comprobar si
estaba mojada. Sabía que lo estaba. Su cuerpo temblaba con anticipación debajo de
mí. Su piel enrojecida. Su pulso latía frenéticamente en su garganta.
Sostuve mi polla mientras la deslizaba hacia arriba y hacia abajo entre sus
piernas, su humedad aferrándose al condón. Sus piernas se doblaron a cada lado de
mí y libere sus muñecas para poner una pierna en mi hombro.
—Estás empapada.
Sonreí, corrí mi mano por su pierna, sobre las cicatrices con relieve a su muslo,
a través de su abdomen, y luego más abajo. En el segundo en que toqué su clítoris y
presioné, su cuerpo se tensó y empuje mis caderas hacia adelante y llevé mi polla
dentro de ella.
Fue un movimiento duro, sabiendo que ya estaba tensa y apretada, pero nunca
dije que era dulce y gentil, justo lo contrario y vi su expresión, escuché su fuerte
ingesta de aliento. Sorprendida por la repentina intrusión. Dolor. Y luego aceptación
mientras el deseo ardía de las profundidades de sus ojos.
Empuje todo el camino y luego vacilé y golpeé de nuevo en ella una y otra vez.
Ella estaba jadeando, los ojos cerrados, las manos curvadas en la almohada a ambos
lados de su cabeza.
Me salí. Sus ojos se abrieron y se encontraron con los míos. Fue en ese segundo
que supe que no podía hacer lo que me contrataron a hacer sin importar las
consecuencias. Tal vez lo había sabido todo el tiempo, pero traté de convencerme de
lo contrario. Demostrarme que podría si tuviera que hacerlo.
Pero esto no era solo una maldita follada. Era ella, Max. Y no importaba lo que
pasó con Drake, sabía que matarla no era una opción.
—De rodillas. —Hizo lo que le ordené y corrí mis manos sobre su culo. Jesús,
era perfecto. Un poco regordete, así tenía algo que sostener, que agarrar, que
abofetear si quería.
Gemí y mi dedo se deslizó por la grieta de su culo, y luego entre sus piernas,
donde estaba empapada. Mierda, eso era lo mejor para excitarme. Una mujer que
estaba húmeda como el infierno. Empujé mi dedo dentro de ella y gimió, su parte
delantera bajando como si fuera un gato estirándose.
—Apresúrate.
Sonreí, y luego saqué mi dedo, curvando el brazo en frente para poder golpear
su clítoris.
—Quédate ahí.
—Eso duele.
—Sí. Pero te gusta. Lo quieres. ¿Verdad? —No tenía que preguntar, porque sabía
que ella era como yo: escondiendo una parte de sí misma.
Pero el sexo era donde yo encontraba liberación y, si ella lo sabía o no, igual ella.
Era donde podía soltarme y finalmente, solo sentir. Quería que Max experimentara
eso. Que dejara caer el escudo y permitiera entrar al dolor, y con eso, el placer.
No dijo nada y lo hice de nuevo. Esta vez, su cuerpo tembló por el dolor. Sabía
que podía soportarlo.
Gritó.
—Jasper. Dios.
¿Estaba rogando? No, no aun. Mierda, no aun. Quería más de ella. Detuve mi
mano, pero mantuve mis caderas sacudiéndose atrás y adelante, más y más duro, su
cuerpo moviéndose al frente tan fuerte que puso sus palmas sobre la cabecera para
evitar golpearse la cabeza.
—Regresa tus manos a donde estaban. —Trató de pegarme con su codo en las
costillas, pero con mi brazo ajustado alrededor de su cintura, mi polla dentro de ella
y mi peso empujándola hacia el colchón, no tenía oportunidad—. Ponlas donde
estaban.
Resoplé e hice lo que había estado soñando hacer desde el día en que la conocí.
Salí de ella, presioné mi mano en su espalda baja y luego, con la otra mano, azoté su
culo con fuerza.
Gritó y trató de menearse para alejarse, pero yo era más fuerte y estaba decidido
como el infierno. La azoté de nuevo.
»Jasper. Detente.
Golpe.
Se las arregló para sostenerse del borde superior de la cabecera y, con un jalón,
se salió de abajo mío y se apoyó en sus pies. Antes de que pudiera salir de la cama,
yo estaba sobre ella y golpeé mi cuerpo contra el suyo, empujándola contra la
cabecera.
—No. Yo te joderé a ti. —Me empujó nuevamente y me reí, porque ella no tenía
nada de ventaja; justo de la forma en que me gustaba—. Abre tus piernas como una
buena chica y déjame follarte, Max.
—Nunca has sido azotada. ¿Cómo lo sabrías? Y ahora mismo, apuesto que estás
tan malditamente caliente por mí que tu coño está palpitando y está más húmedo
que nunca.
Max era una peleadora. Podría haber permanecido callada y aislada por años,
pero era una rebelde, y eso moría por salir. Y yo iba a ser quien liberara esa parte de
ella.
Inseguridad.
Pasión centelleante.
Necesidad y deseo.
Todo eso.
»Prueba cuán húmeda estás. —Acaricié su labio inferior con mi dedo y entonces
su lengua se disparó hacia afuera mientras lamía mi dedo.
No era solo un beso. Era el asalto de nuestras bocas; dejando marcas, anhelando,
probando, por lo que habíamos estado muriendo de hambre. La vibración de su
gemido bajo mis labios hizo manar una salvaje necesidad dentro de mí. La mantuve
fija allí con mi cuerpo y mi boca, mientras agarraba mi polla y empujaba de nuevo
dentro de ella... donde pertenecía, maldita sea.
»Mierda —gemí mientras mi empuje final dentro de ella iba profundo. Me vine
más fuerte de lo que nunca antes y fue casi doloroso.
Fue entonces cuando noté que aún tenía mi ropa puesta. ¿Qué mierda estaba
pensando al follarla con mi ropa puesta? Era lo que normalmente hacía con una chica
cualquiera. Quería estar desnudo y tenerla acurrucada a mi alrededor.
¿Qué diablos?
—Tuvimos sexo. Ambos lo queríamos. Y fue sexo jodidamente genial. ¿Por qué
estás corriendo? —Mierda. Solo debí salirme de encima y dejarla irse, pero no podía.
No podía dejarla ir.
Me miró fijamente y, por un segundo, pensé que iba a decirme algo mientras su
boca se abría y luego se cerraba de golpe. Vi el cambio en ella, cómo se tensó y luego
la confusión en su expresión.
Por alguna razón, hubo un infierno de mucho más significado en esas palabras
que el que solo me quitara de encima, pero me moví, y al segundo en que lo hice,
salió de la cama.
—¿Max?
Me ignoró, tomó su ropa bruscamente del suelo y fue hacia el baño.
La oí girar el seguro.
Max
Agarré el borde del lavamanos, con la cabeza gacha, respirando con dificultad y
mi cuerpo todavía palpitando. ¿Qué había hecho? ¿Qué estaba haciendo? Él tomó
todo lo que escondí y lo destrozó. Lo rompió.
Cerré los ojos y respiré por la nariz. Dentro y fuera. Dentro y fuera
Me azotó.
Estaba luchando por encontrar la paz de nuevo. El control constante con el que
vivía. Jasper simplemente lo jodió y no tenía idea de cómo recuperarlo. Lo necesitaba
de vuelta.
Dios, sus manos vagaron sobre mí como... era como si él ni siquiera notara mis
cicatrices. Sin piedad. Sin preguntas. Solo la cruda necesidad del uno por el otro.
Entonces me azotó.
Me froté la mano sobre el trasero, cerrando los ojos mientras la ternura volvía a
despertar el deseo en mí. Lo imaginé detrás de mí, sus duros muslos contra los míos,
las manos en mis caderas y luego corriendo hacia abajo.
—¡No! —grité y golpeé el borde del lavabo y me alejé del espejo para no mirarme.
Ver el rubor en mis mejillas, la mirada de satisfacción en mis ojos.
El marco de la puerta cedió cuando su pie la pateó, pero hizo más que eso; dejó
un gran agujero en el medio de la puerta. Me rehusé a ser provocada por él y mantuve
mi lugar mientras estaba en la puerta, mirándome.
Se acercó y luego se agachó frente a mí. Mantuve los ojos apartados porque…
porque todavía estaba tratando de juntar mis piezas y estaban cada vez más lejos con
Jasper tan cerca.
Se dejó caer a mi lado, con las rodillas dobladas y los brazos casualmente
colgando sobre ellos.
—Relájate, cariño. —Su tono era juguetón e informal como si fuéramos… más.
—¿Estás tratando de obtener otra zurra?, porque todo lo que tienes que hacer es
pedirlo.
Levanté mi rodilla tan fuerte como pude. Lo vio venir y se apartó del camino
aun riendo.
Lo mejor que pude hacer fue fulminarlo con la mirada mientras él flotaba arriba.
—Oh, sé que puedes, pero no lo harás. No cuando me tienes para que te cuide.
Joder, sí.
—No. —Anoche, Jasper hizo mucho más que follarme; él rompió a través de
mí.
Una ligera inclinación hacia arriba en la esquina de sus labios y luego bajó un
poco más, su cálido aliento flotando a través de mi piel.
Puse los ojos en blanco y salí de la cama, rápidamente me puse la ropa antes de
tomar su cartera. Encontré en ella un pequeño estuche de cuero negro que tenía su
afeitadora y… lo revisé… colonia, un fajo de billetes, desodorante y condones.
—Max. —Su rostro estaba mojado, agua goteaba de su barbilla para recorrer su
pecho desnudo. Me acerqué y le pasé el estuche de cuero—. ¿Encontraste algo
interesante?
—No.
Me lo quitó.
Antes de que pudiera siquiera contemplar sus palabras, se inclinó hacia adelante,
movió su mano hacia la parte posterior de mi cuello y luego me besó. Fue duro y
posesivo, como él, tomando lo que quería, cuando lo deseaba. Hacía que mi corazón
bombeara locamente y mi estómago se revolviera como si saltara en un trampolín.
Tan rápido como me trajo a él, me dejó ir. Me quedé aturdida y acalorada, el
dolor entre mis piernas exigiendo atención. Y sus palabras aún giraban en mi cabeza
como confeti.
Salió del baño unos segundos después y sacó una camiseta de su bolso,
poniéndola sobre su cabeza. Me sorprendí mirando mientras sus músculos se
flexionaban justo antes de que la camiseta cayera en su lugar. Se agachó, empacó la
bolsa y luego cerró la cremallera.
Me sacudí y miré sus ojos color carbón sin darme cuenta de que todavía estaba
mirando sus brazos tatuados que habían estado envueltos alrededor de mí la noche
anterior.
—¿Eh?
—Sin pesadilla.
Tiré la almohada que estaba en el piso de regreso a la cama y me encogí de
hombros.
Extendió la mano y caminé hacia él y la tomé. No tenía energía para discutir con
Jasper y si quería sostener mi mano, entonces lo permitiría. Arrojó un fajo de billetes
sobre el tocador y lo miré cuestionando.
Mierda, correcto.
Caminamos por el hotel, nos detuvimos para tomar agua y croissants y luego
salimos por la puerta de entrada donde él le pasó al valet las llaves de su auto.
—¿Sí?... Mierda. Lo dejaremos aquí. —Su mano se apretó contra la mía y todo
su cuerpo se puso en alerta—. Ella puede lograrlo. —Comenzó a caminar, tirando
de mí detrás de él—. Dije, ella puede lograrlo.
—No. —Me miró—. Las cosas han cambiado. —Estaba callado y podía
escuchar a alguien gritar desde el otro extremo—. No me importa una mierda —
respondió Jasper con calma—. Si se trata de eso, entonces me ocuparé de ello… No.
Una puta mierda… entonces ven a matarme. —Presionó terminar, y luego arrojó su
teléfono al suelo y lo aplastó con su bota.
Jasper no dijo nada, pero sus labios estaban fruncidos y tenía la mandíbula
apretada. Después de unos segundos, dijo:
Jasper suspiró y se pasó la mano por el cabello. Algo estaba mal, lo agitaba y no
pensé que Jasper fuera capaz de estar agitado. Al menos no por la inminente amenaza
de los vampiros y algún tipo que lo haya enojado por teléfono.
—No.
—Sí. —Apartó la vista de la mía y luego se sacó la mochila del hombro, la abrió
y sacó una bolsa de papel marrón con los croissants recién horneados. La boca se me
aguo cuando me pasó uno y rápidamente lo tomé y lo mordí.
No sabía con quién había estado hablando por teléfono, o qué me esperaba en la
montaña, pero a pesar de la actitud de Jasper, confiaba en él para mantenerme a
salvo, lo que por ahora era mi mejor opción.
Me negaba a quejarme, pero a medida que pasaban las horas con el sol y la
temperatura, el frío se hundía en mis huesos. Me estremecí incontrolable al caer la
noche, los músculos de mis muslos quemando y los arcos de los pies dolían.
No pensé que podría dar un paso más cuando Jasper se volvió para mirarme por
primera vez en una hora. Su mirada descendió por mi tembloroso cuerpo hasta mis
pies empapados y luego volvió a subir.
—Jesús —murmuró y luego se dirigió hacia mí. Me agarró del brazo y me apoyó
en un árbol—. Apóyate contra el árbol, bebé. —Su cuerpo presionó contra el mío y
el calor que emanaba de él fue como si me hubiera envuelto en una manta de lana.
Frunció el ceño mientras frotaba mis brazos arriba y abajo varias veces.
—Deberías haberme dicho que estabas fría. —Bajó su bolso al suelo y sacó una
de mis navajas. Lo colocó en mi mano, doblando mis temblorosos dedos fríos
alrededor del mango—. Quédate aquí. Vuelvo enseguida. —Pateó su bolsa más cerca
de mí, así el tronco del árbol la ocultaba, y luego sacó su cuchillo de la funda de cuero
que estaba sobre su pecho.
—Jasper…
—No te muevas. Debo asegurarme de que el lugar sea seguro primero. —No
esperó una respuesta mientras se deslizaba en la oscuridad.
Estaba de pie apoyada contra el árbol, mis músculos gritaban por el esfuerzo y
el frío, y sostenía mi navaja con ambas manos frente a mí. No estaba segura de qué
daño podría hacer si me atacaban. Tenía las manos entumecidas y sospechaba que
colapsaría si daba un paso más.
Pasaron solo un par de minutos antes de que escuchara su voz y luego estuvo allí
frente a mí otra vez.
—Holden, mi hermano.
Me sacudí.
Asentí.
Jasper asintió. No estaba segura de qué, luego se dio vuelta, arrojó su mochila
en un sofá de cuero negro y caminó hacia la cocina y comenzó a abrir los armarios.
—Por supuesto.
Era hermoso.
El olor. Dios, el olor de mi carne quemada había sido peor que el dolor. Grité y
lloré y le supliqué a Drake que no lo hiciera, pero él me sacudió de un lado a otro
mientras el vampiro quemaba el puente de mi pie, matando mi Ink.
—Max. Max. —Jasper se agachó frente a mí—. Max. —Se inclinó hacia
adelante y se apartó—. Jesús, estás llorando.
Jasper puede pensar que sí, y él era lo suficientemente arrogante como para creer
eso, pero yo sabía de manera diferente. Si Drake me persiguiera, entonces no estaría
segura sin importar dónde estuviéramos o quién intentara protegerme de él.
—Estoy bien.
—Puedes mentir, pero siempre sabré la verdad. —Estaba a punto de discutir
cuando él se inclinó más cerca, su boca tan cerca de la mía que podía saborearlo en
la punta de mi lengua sin siquiera tocarla—. No dejaré que se acerque a ti.
Me puse rígida.
—Sí —susurré.
—Max… —Rozó sus labios contra los míos y al instante mi estómago se revolvió
y fue una invasión de mariposas—. Joder, nena. No sé cómo hacer esto —dijo por lo
bajo y luego me dejó ir. De pie, caminó hacia la cocina—. Siéntate en la mesa.
—Gracias.
—De nada. —Tomó una cucharada de sopa de tomate, y sin mirarme, comió.
Estaba aturdida. Palabras tan simples y, sin embargo, viniendo de Jasper… era
diferente. Nosotros éramos diferentes. Y no eran solo palabras; ellas tenían un
significado.
No quería que me importara. No debería. Lo sabía bien. Jasper era claro sobre
quién era y sin embargo… se había deslizado a través de las grietas. Él era un asesino.
Había sido un idiota y, sin embargo, había visto un lado genuino de él. Simplemente
no sabía si confiaba en él. ¿De repente era amable conmigo porque necesitaba algo
de mí? Usaba a las personas. Me lo dijo.
—Sí, uso personas. —Oh, Dios, leyó mis pensamientos. El horror me aplastó
como un martillo y vi el dolor en sus ojos grises—. ¿Quieres lo real? Me pagan para
matar personas. Los que no mato, los uso para mi propio beneficio. Y sabes qué,
princesa, me importa una mierda si confías en mí, en realidad es mejor que no lo
hagas. —Sus labios se curvaron en una sonrisa cruel y un toque tembloroso bailó
sobre mi piel, y esta vez no fue por deseo—. ¿Qué? ¿No te gusta saber que te follaste
un idiota? Bueno, demasiado tarde para eso, rayito de sol. Lo hiciste.
—¿Por qué haces esto? Es como un interruptor de luz que enciendes y apagas.
Nunca sé de qué lado de ti voy a obtener. —Empujé el tazón y se derramó por los
lados y salpicó sobre la mesa—. No te entiendo. —Tenía que alejarme de él. De mí.
De todo lo que estaba sintiendo
Sabía lo que estaba haciendo. Quería que lo odiara. Era como se protegía a sí
mismo, para ahuyentar a las personas. Bueno, estaba funcionando porque las
lágrimas brotaron y necesitaba escapar antes de que las viera.
Saltando sobre mis pies, me dirigí hacia la puerta. Me estaba ahogando bajo todo
lo que estaba sucediendo. Yo era un trabajo para él; un objeto para Drake; una
responsabilidad para todos.
Miré su bolsa en el sofá a unos metros de donde estaban mis navajas. Siguió mi
mirada y luego agarró mi barbilla.
No tenía idea de si él quería decir que no me dejaba salir por la puerta o más que
eso, pero en ese momento, no me importaba. Solo quería escapar de todo. Durante
años, había estado muerta a las emociones y era como si todo dentro de mí estuviera
explotando.
Levanté la mano para alejarlo, pero se movió hacia la derecha y luego usó el
movimiento para empujarme hacia un lado y levantarme así que colgaba sobre su
hombro.
—¡Jasper!
Empezó a caminar de nuevo, luego abrió una puerta y la cerró con la punta del
pie. Me arrojó sobre la cama y me apresuré a levantarme, pero se aferró a mi tobillo
y me arrastró de regreso. Tirando de mí hasta la cabecera, acostado sobre mí, me
retorcí debajo de él.
Entonces lo vi.
—No me estoy yendo. No tengo adónde ir, maldita sea. Solo quiero alejarme de
ti.
—Bueno, estás recibiendo tu deseo.
Asintió.
—Cierto. —Se giró y caminó hacia la puerta—. Necesitas darte cuenta cuando
digo algo, lo digo en serio.
Lentamente se volvió.
—¿Qué?
—Me escuchaste.
—Sí, pero eso fue tan estúpido que pensé que había escuchado mal.
—No. —Cruzó los brazos y se apoyó contra la puerta—. Pero por favor,
continúa. Me gustaría escuchar tu plan para perseguir a un vampiro / Scar que es un
antiguo y puede Transportarse. Pero no importa lo que digas, no me hará desatarte.
¡Al carajo!
Frunció el ceño y pensé que iba a salir por la puerta, pero de repente, fue como
si todas las emociones enjauladas se liberaran y vino hacia mí.
Justo cuando pensaba que me iba a desmayar, me dejó ir. Mientras aspiraba aire,
él lo robó con su boca chocando contra la mía. Gemí bajo su duro asalto. Era como
si quisiera castigarme, pero estaba lleno de necesidad y pasión desenfrenada.
—Rayito de sol. —Su voz vibró en mis labios. Era un suave susurro, y sin
embargo, no había nada suave o amable en él en ese momento. Estaba enojado y
feroz cuando su boca rasgaba en la mía, la lengua violando, las manos
desgarrándome la ropa al mismo tiempo. Me subió la camiseta por encima de los
brazos y la dejó allí, luego desabrochó mis jeans y los arrastró por las piernas.
Maldijo cuando se engancharon en mis zapatos y tuvo que tirarlos primero.
—Jasper. Desátame.
—Joder, no. —Gruñó y luego desapareció en el baño donde escuché cajones que
se abrían y cerraban. Cuando salió, vi el paquete de condones en su mano. Lo rasgó
con los dientes y finalmente me miró, con la camisa abierta, el pecho agitado, las
manos atadas por encima de la cabeza.
Sabía lo que él estaba sintiendo. Podía verlo en sus ardientes ojos grises; reflejaba
el mío. Había estado goteando de mí desde el día en que nos conocimos, no había
forma de esconderse o huir de esto.
—No voy a ir a ninguna parte. —Le di una sonrisa juguetona mientras tiraba de
la cuerda—. Bésame, Jasper. Quiero que me beses y luego quiero tu polla dentro de
mí.
Sus ojos vagaron por toda la longitud de mi cuerpo y había ira y tensión en él
otra vez. Sabía lo que estaba viendo: mis cicatrices. Cerré los ojos, no queriendo ver
su disgusto; miedo de que se fuera y me dejara.
La cama se hundió y luego jadeé cuando sus labios acariciaron una de las
cicatrices en mi estómago cerca de mi ombligo. Luego otro beso justo debajo de mi
pecho derecho. Su lengua se deslizó sobre la superficie elevada y la piel de gallina se
dispersó cuando arqueé mi espalda hacia él.
Sus manos se posaron en mis caderas para mantenerme quieta mientras el calor
aterciopelado de su lengua besaba cada cicatriz en mi pecho y abdomen y luego…
luego me desabrochó el sujetador y se llevó el pezón a la boca y lo chupó.
»Jasper —respiré.
Desesperada por tocarlo, tiré con fuerza de las cuerdas, pero una de sus manos
se acercó y sostuvo mis muñecas sobre la almohada.
—No luches, cariño. No esta vez. —Su boca reclamó la mía otra vez y fue lenta
e insinuó una juguetona travesura antes de que se volviera enérgica y reclamara de
nuevo.
Fue entonces cuando le dejé tener todo, todo de mí. Mi necesidad de escapar, de
tener algo de control sobre esto fue arrastrada por su beso, su toque y dejé que me
devorara. Y estaba devorando mientras se tomaba su tiempo explorando mi cuerpo,
sin vacilar nunca en mi piel dañada.
»No soy bueno para ti. —Su voz era irregular mientras besaba mi cuello—. Pero
no puedo parar.
—Estoy segura de que le dices eso a todas las chicas. —Traté de negarlo, pero
Jasper se echó hacia atrás y frunció el ceño.
—No, porque no me importa lo que piensen. Solo tú, Max. Solo tú. —Se sentó,
su polla presionando contra mí, así que empujé hacia arriba, necesitándolo dentro de
mí.
—No quiero promesas. —Quería la verdad y eso era lo que me dio al admitir
que no podía prometerme nada—. Te quiero. Te he querido desde el principio.
Silencio. Esperé, el corazón latía como loco, la sangre corría por mis venas y el
deseo palpitaba entre mis piernas.
—¿Jasper? —Estaba rebosante de anticipación de tenerlo dentro de mí otra vez.
Y toda esta charla, escuchando su baja voz grave, sintiendo sus manos
sosteniéndome… Jesús, estaba chisporroteando.
El calor en sus ojos iluminó un infierno listo para asaltar, causar estragos en mi
cuerpo y prender fuego a cada pieza de mí.
No importaba. Conocía el dolor. Crecí con eso y era parte de mí. Y por un
segundo, pensé en Jasper dándome nalgadas y cómo me excitaba. ¿Era solo él o era
la pelea? Ambos. El dolor impactante liberó un nuevo tipo de placer y de repente lo
quise de nuevo. Ese dolor fuerte y placer que me despertaba. Me hizo sentir viva.
—Joder, Max —gimió Jasper contra mi boca—. Necesito entrar en ti. Ahora.
—Hazlo. Ahora.
Pensé por un segundo que iba a negarse cuando su mirada ardiente recorrió mis
labios hinchados y luego hasta mis ojos entrecerrados.
Y fue entonces cuando sonrió y un pedazo de mí cayó... duro. Sabía que estaba
mal. Sabía que no había nada bueno en lo que sentía por él. Sin embargo, había
destruido mi resistencia y me hizo desear vivir de nuevo. Me hizo querer luchar por
algo. Para aquellos a los que yo importaba. Para mí.
Se movió hacia arriba y luego volvió a bajar sobre mí. Grité ante la repentina
intrusión de su polla llenándome. Fue apretado y doloroso. Era como si me estuviera
destrozando y luego el placer de ser reconstruido de nuevo.
»Jesús.
—Mi rayo de sol. —Y luego empujó y fue él quien me mostró quién tenía el
control mientras me tomaba.
Nuestros cuerpos se encontraron una y otra vez con una pasión áspera y cruda
mientras se deslizaba dentro y fuera de mí. Su espalda se arqueaba, sus caderas
avanzaban con un ritmo duro que empujó contra mi clítoris.
Abrí los ojos justo cuando el orgasmo me golpeó. No había ninguna advertencia
mientras gritaba, mis manos agarraban la gruesa cuerda mientras todo mi cuerpo se
tensaba. Él golpeó más fuerte. Más rápido. Luego gimió largo y profundo.
Asintió y luego vi su boca abierta como para decir algo más, pero luego la cerró
y bajó las cejas. Se deslizó fuera de mí y se dirigió al baño. Vi como rodó el condón
y lo arrojó a la basura.
Volvió y se inclinó sobre mí y sus dedos se deslizaron por mis brazos hasta mis
muñecas y luego desató la cuerda. La suave caricia de sus manos masajeando donde
las cuerdas habían frotado mi piel me hizo gemir.
—Él no te tiene. —Se inclinó más y me besó larga y lentamente antes de resbalar
en la cama detrás de mí, rodeando mi cintura con los brazos y acercándome a su
cuerpo desnudo y acalorado. Su aliento susurró en mi cuello mientras goteaba besos
sobre mi piel—. Para que lo sepas, rayito de sol, mi polla solo dentro de ti. Ninguna
otra polla, lengua o dedos se acercan a ti.
No sabía si estaba equivocada por confiar en él, pero sin el riesgo, no había nada,
y ya no quería nada.
Su mano se deslizó por mi abdomen hasta mis costillas y dejé de respirar cuando
su dedo sacudió ligeramente mi pezón; al instante se volvió erecto. Contuve la
respiración cuando mi cuerpo reaccionó a él. Acarició una y otra vez mi pezón
palpitante, sus nudillos apenas tocando.
—¿Jasper?
—Sí, nena.
Terminó siendo dos más. Cuando finalmente nos dormimos, Jasper me acunó
en sus brazos; nuestras manos unidas, descansando en mi abdomen.
Jasper
Me desperté sobre mi espalda, con su mejilla sobre mi pecho y su palma
descansando sobre mi abdomen. La sábana se encontraba abajo de mi cintura y
apenas cubría sus pechos. Tenía el cabello recogido detrás de la oreja, excepto por
algunos mechones que escaparon y cayendo a través de su nariz y boca.
¿Cómo diablos llegué aquí? Para quererla más de lo que debería. Anhelar cada
centímetro de ella, necesitando escuchar su voz o verla moverse. No podría soportar
el respirar sin ella.
Ya era demasiado tarde. Los dados fueron arrojados y tenía que lidiar con las
consecuencias.
—Que te jodan, Holden. No soy tan idiota. —Sí, lo era. He follado a muchas
mujeres e hice exactamente eso. Ella se merecía algo mejor que eso. Se merecía
muchísimo más que yo. Aunque eso no significaba que la estaba dejando ir.
Holden sacó la silla a mi lado, se sentó, y luego estiró sus largas piernas,
cruzando por el tobillo.
Ahora, había retado a Adrian, quien había pasado sobre Waleron y no eran Scars
con los que joder. No sabía qué diablos estaba haciendo. Siempre tenía un plan...
ahora no lo tenía. Todo lo que sabía era que el trabajo nunca fue un trabajo. Era una
forma de acercarme a ella. Para asegurarme de que se encontraba protegida y que
nadie más se acercara a ella. Eso era más crucial que nunca.
Luego, cuando la vi fría y temblando... todo lo que quería hacer era tenerla en
mis brazos y hacerlo mejor, hacer que todo fuera mejor. Y ese tipo de pensamiento
fue lo que la hizo peligrosa para mí. Me asustó porque estaba actuando de manera
irracional, del tipo que te mata y aún peor, que la haría aterrizar justo donde
comenzó, en manos de Drake.
Pero eso se suponía que nunca sucediera. Fui elegido porque me aseguraría de
que no pasaría. Dije que haría lo que fuera necesario para evitar que Drake la usara
para recuperar su Ink.
Un Ink que no se detendría ante nada para destruir a todos los seres vivos. Sabía
las consecuencias si no hacía mi trabajo. Era catastrófico y de todas formas... no
había manera en el infierno de que lo hiciera.
—¿Escuchaste?
—Xamien y Waleron tienen a cada Scar cazándolo. Sí, lo escuché, pero lo que
no puedo entender es por qué la trajiste aquí. Odias este lugar. Me odias. Odias
nuestro Talde. Joder, odias a todos.
No era verdad. Intenté odiar a Holden, pero la verdad era que me mantuve
alejado de él porque me importaba. Mi mierda contaminada nunca lo tocaría y sin
embargo, aquí estaba.
—Necesitaba un lugar al que pocos se han Transportado antes. —Eso era verdad.
Dudaba que Drake hubiera estado alguna vez aquí y eso nos daría tiempo para
escapar si lo escuchaba venir.
Holden era más alto que yo, pero solo por unos cuantos centímetros y más ancho
en los hombros, más como un defensa y en forma mientras yo era un mariscal de
campo. Su cabello oscuro de color nogal colgaba sobre sus orejas, en ligeros rizos
que siempre estaba apartando de su rostro. Era un Scar Tracker y podía rastrear
aromas como un sabueso. Lo usaba para encontrarme cuando me perdía en la noche
para ir a los pubs. Luego, cuando tenía dieciséis años, lo usó para rastrearme cuando
me dejaron colgando para pudrirme. Pero había sido demasiado tarde para nuestra
hermana.
Mi espalda se puso rígida. Joder, Adrian debe haber llamado a Holden cuando
no pudo contactarme desde que destruí mi teléfono.
Un montón de mierda.
Holden suspiró.
Holden di un paso adelante para poner su mano sobre mi hombro, pero me alejé.
De él.
—Y no eres responsable por lo que Drake hizo. Al igual que no fuiste responsable
de lo que le sucedió a Beth. No importaba lo que hicieras o dejaras de hacer, Avispa,
la iban a matar. Sé lo que estás pensando. Quieres ir tras este bastardo enfermo.
Joder, cazaste a esos vampiros durante veinte años hasta que todos y cada uno de
ellos murieron. Cabreando con muchos vampiros, también. —Y valió la pena. Vale
la pena el sacrificio de todas las vidas que maté para llegar a ellos. No me arrepentía
de lo que había hecho—. Si te preocupas por ella, entonces quédate aquí y haz tu
trabajo. Protégela y deja que los demás lo encuentren.
Holden se tensó.
—¿Qué...?
—Cualquiera puede protegerla, esconderla en algún lugar. Piénsalo, ¿por qué yo?
—me burlé—. Porque soy el único jodido que la mataría si hubiera una posibilidad
de que Drake la atrape.
Resoplé.
—¿Quién coño crees que lo preparó? Nunca arriesgaría una multitud de vidas
por el bien de uno. —Waleron había sospechado la habilidad de Max seis meses atrás
cuando Max tocó su Ink y la tranquilizó. Según Adrian, Waleron no pensó mucho
en eso hasta que se corrió la voz de que Drake estaba buscando a una joven con
cicatrices y que era una Healer—. Drake está detrás de su habilidad y es muy vital
que no la use en él, nunca.
Jesús. Estaba jodido. Cementado. Eso era como se sentía. Todo este tiempo,
pensé que estaba destrozando su escudo cuando ella había estado quitándome el mío.
—Se dice que es una Healer y es por eso que Drake la quiere de vuelta. Pero esa
no es una razón para que Waleron quiera matarla, Jasper.
—No lo es.
—Dime que estoy equivocada. —Ignoré al que nos miraba, el que sospechaba
que era su hermano—. Dime que lo que estoy pensando no es verdad.
Permaneció inmóvil, con la boca apretada, los ojos vacíos de alegría y la mancha
de oscuridad que se extendía por la reluciente superficie. Su silencio me hizo enojar
más porque quería una excusa. Quería que me dijera que no era verdad. Dios, quería
que mintiera si tuviera que hacerlo. Y eso me enojó más porque sería tan patético
que quisiera que me mintiera. Pero después de anoche… no quería perder lo que
compartimos y tuve. Todo se estaba desmoronando y cayendo por la montaña
conmigo.
Por qué fue elegido para protegerme cuando era un asesino y no una niñera.
Por qué le importaba que me quedara con vida.
Él lo sabía.
—Max. —Su acento era más pronunciado cuando su voz cortó a través de mí.
Quería correr. Hacer en lo que era buena y esconder mis emociones detrás de un
escudo de hielo, pero él había roto eso y me había dado una muestra de la vida, de
los sentimientos y, a pesar del daño que eso traía, quería recuperar mi vida y sí, quería
la verdad, la necesitaba.
Sus ojos nunca dejaron los míos mientras cruzaba la habitación a grandes
zancadas, el arrogante habitual había desaparecido, pero aún seguía seguro de sí
mismo. Esta vez no lo detuve, y por su expresión feroz, no pensé que lo hiciera de
todos modos.
¿Fue por eso que tuvo sexo conmigo? ¿Por qué me había besado? ¿Por qué me
tuvo en sus brazos cuando me rompí?
—No. Lo veo en tus ojos, Max. Ni siquiera vayas allí. —Agarró mis antebrazos,
sus dedos se enroscaron en mí. Quería caer en sus brazos y… llorar. Quería llorar y
eso me hizo odiarlo más—. Para. —Me sacudió una vez, con los dedos
magullando—. Me acosté contigo porque te quería. Joder, todavía lo hago. No tiene
nada que ver con... —Maldijo y luego me soltó y se pasó la mano por el cabello
mientras su expresión se tensaba como si le doliera—. El pago.
Su voz se apagó y cerré los ojos, incapaz de mirar al hombre que pensaba que
era... diferente. Mis expectativas fueron demasiado altas y pensé... haber visto algo
más en él. Sentir el derretimiento de su núcleo externo para revelar a alguien
lastimado. Oculto. Pero no era un núcleo externo. Era todo su núcleo.
—¿Qué?
—¿Por qué esperar hasta que se terminen tus dos semanas? Ahí es cuando tendré
que darte el pago por salvarme la vida durante dos semanas, ¿verdad? Ese es el trato.
—Quité mi mano de la pared—. ¿Por qué esperar? Vamos a terminarlo y luego
puedes seguir tu camino alegremente. —Lo miré, encontrando sus ojos
sorprendidos—. ¿Qué? ¿De repente tomas consciencia? Los dos sabemos que eso es
imposible.
Se quedó congelado, los músculos flexionados, las manos a los lados apretadas
en puños. Pero no fue enojo; fue un shock y quería animarme en silencio, pero nada
podía hacerme feliz en este momento. Sabía que él era malas noticias. Sabía cómo
era él. Putamente sabía que estaba manchado, pero había visto más en él. Al menos
pensé que sí.
»¿Qué? Quieres más. ¿El trato incluyó sexo conmigo después? Bueno, lo tuviste
antes. No puedes tocarme otra vez. No puedes protegerme. Y seguro que no puedes
usarme otra vez. —Metí las palmas de las manos en su pecho y retrocedió
tambaleándose un paso, pero no hizo ningún movimiento para tocarme—. Sanaré tu
Ink y luego te alejarás. Ese es mi maldito trato.
—No me alejaré.
Lo volví a empujar, esta vez con ambas manos, pero él estaba listo para eso y no
se movió. Luego, pasé a su lado, pero me agarró del brazo y me atrajo. Extendí las
manos para evitar chocar contra él y descansaron sobre su corazón. No era el ritmo
constante habitual. Era frenético.
—¿Dónde está tu Ink? —Se negó a responder y elevé la voz—. ¿Dónde diablos
está tu jodido Ink?
—No estamos haciendo esto. —Jasper lanzó una mirada a su hermano, luego
puso sus manos en mi cintura y las deslizó hacia abajo para agarrar mis caderas—.
Max, te lo dije, la mierda cambió. Era un trabajo. Ahora, no lo es. Mierda, no lo fue
desde el principio. Lo tomé para protegerte.
Bajé la cabeza.
—Sí. —Eran palabras sin significado. No confiaba en nada de lo que decía.
—Rayito de sol. —Un agudo dolor golpeó mi pecho ante su suave acento—.
Joder. Tomé el trato y… —Agarró mi lado de mi rostro y me obligó a levantar la
cabeza para que lo mirara—. Max, no sabía qué me iba a importar. No me ha
importado nada por un maldito siglo. —Desvié mis ojos y apretó su agarre, sus dedos
se enroscaron en mi cabello―. Jesús. No te alejes de mí. —Su tono se estremeció y
se suavizó cuando dijo—: Por favor, Max.
Quería creerle, y tal vez había algo de verdad en sus palabras porque lo sentí.
Pero no cambiaba el hecho de que Jasper me había estado utilizando por mi
habilidad.
—Dile el resto. —La voz de Holden cortó bruscamente el aire—. Díselo o lo haré
yo.
—¿Qué...?
Jasper se alejó, el color desapareció de su rostro. Oh, Dios, era malo. Peor aún.
Aferré a la mezclilla de mis jeans a cada lado de mí mientras esperaba que la bola de
demolición hiciera su destrucción final.
Mi respiración se detuvo cuando negué con la cabeza. No. No podría ser cierto.
Xamien... Xamien no permitiría que eso sucediera. Pero de repente no estaba segura
de nada y me estaba alejando en el abismo del engaño. Me estaba ahogando en las
profundidades cuando fui arrastrada por la fuerza de las olas, arrastrada a la
oscuridad donde estaba a salvo.
—Nena, no es…
La ira destelló y fui a por él. Debió haberlo visto venir, pero no hizo nada para
detenerme cuando lo abofeteé, su cabeza sacudiéndose a un lado por la fuerza. El
sonido hizo eco en el silencio de la habitación y luego, estaba golpeando su pecho
mientras las emociones que mantuve ocultas por años se liberaban de repente.
—Eres un frío hijo de puta —grité mientras perdía el control por completo—.
¿Te excita dormir con mujeres a quienes te contrataron para matar? Apuesto que sí.
Apuesto que tú...
Sangrando.
Drenándome.
Ahogándome.
Engaños.
Mentiras.
Traición.
Empujé a Holden lejos de mí, trastabillando hacia atrás hasta que choqué con la
pared. Los sollozos retorcieron mi cuerpo a medida que la furia se volvía dolor, y
colapsé al suelo. Pensé que era fuerte. Pensé que era más fuerte, pero me sentí como
lo hacía al vivir con Drake. Un objeto. Usada y golpeada. Quizás, esta vez, no eran
heridas físicas, pero esto era peor. Jasper me había atraído, me hizo sentir segura,
fuerte y viva, antes de lanzarme en un océano de tiburones hambrientos.
●●●
—Cariño, despierta.
Tan frío. ¿Por qué era tan frío? No podía dejar de temblar. Traté de forzar mis
ojos, pero no se abrían. Drake se cernió sobre mí, burlándose con su mano extendida.
No me obligues.
Sus brazos me rodearon y grité, empujándolo, luchando por alejarme. Tenía que
pelear. Necesitaba pelear con él. No había peleado con él la última vez. Pero era más
fuerte ahora. No le permitiría ganar.
Cerré los ojos mientras él me encerraba a él, negándose a soltarme. Mis dedos se
aferraron a su camisa y su corazón latió sólido y estable bajo mi mano.
—Te tengo. —Sus gentiles palabras me jalaron hacia él, a pesar de tratar de
luchar con ellas. Un dedo acarició mi húmedo cabello fuera de mi rostro y lo metió
tras mi oreja—. No puedo retirar lo que hice, Max. Era un trabajo y no sabía... —
Suspiró y me jaló un poco más cerca—. No sabía que me importaría tanto.
Busqué la verdad en sus palabras, pero no confiaba en mí misma. No confiaba
en él.
—No importa ahora. —Porque era demasiado tarde. Cualquier cosa que hubiese
comenzado a construirse fue derrumbada y pisoteada.
Me besó.
—Por favor. —Era un demacrado ruego, que arrancó otro pedazo de mí porque,
lo que sea que había pasado entre nosotros, estaba perdido en las turbias mentiras.
Me quedé floja contra él, mi boca sin moverse mientras me besaba. Se detuvo y
descansó su frente contra la mía, respirando pesado. Mis labios cosquilleaban y se
sentían hinchados. Corrí mi lengua sobre ellos, de inmediato saboreándolo y
arrepintiéndome.
»Ella me siguió al río una noche, a donde yo iba a nadar a veces. No teníamos
permitido dejar nuestro Talde esa noche, a causa de las amenazas de vampiros y...
bueno, no éramos lo suficientemente fuertes aun. —Su voz era baja y vacilante—.
Holden solía molestarse conmigo cuando salía de noche. Él siempre era el práctico y
yo odiaba las reglas.
»No creí que hubiese daño alguno si ella venía conmigo. No hubo señales de
vampiros en meses. Yo era bastante... confiado en mí habilidad de Sounder y pensé...
pensé que era lo suficientemente fuerte a los dieciséis. No lo era. —Se quebró en las
últimas palabras y aclaró su garganta, su mano tensándose sobre mí por un segundo
antes de comenzar a hablar de nuevo—. Ni siquiera llegué al río antes de oír sus
acallados gritos desde atrás. Mi mundo se colapsó al escuchar ese sonido. Me
desgarró, pero no fue nada comparado a lo que pasó durante los siguientes días. —
Me miró y lágrimas llenaron sus ojos, pero no cayeron, solo inundaron sus párpados
inferiores—. Ellos querían saber dónde estaba Lillian, una Healer realmente
poderosa. No les diría. Nunca me rendiría. Pero entonces sus gritos... los gritos de
mi hermana... —Dejó caer su cabeza al frente y su voz bajó—. Tres días. Les dije
donde estaba el Talde de Lillian luego de tres días. Prometieron soltar a Beth, pero
sabía que no lo harían. Mierda, sabía que no lo harían, y les dije de cualquier forma,
porque esperaba que, quizás... mierda, quizás solo me matarían y la dejarían irse.
—Mis padres... su pena... eso los destrozó. Tuve que irme. Ya no podía observar
lo que les había hecho. Nunca los vi de nuevo y pasé el siguiente año cazando a los
vampiros quienes mataron a Beth. Y cada día que lo hice, me preocupaba menos y
menos sobre... todo. Era más fácil de esa forma. Sin preocuparme nunca sobre
nada... o nadie, de nuevo. —Su mano encontró la mía y enlazó nuestros dedos—.
He vivido de esa forma cada día desde entonces... hasta ti.
Ella tenía razón. No era solo ella con quien la había jodido; era Xamien. A pesar
de lo que trataba de ignorar, él era mi amigo. “Era” siendo la palabra clave porque
Xamien me mataría cuando se enterara de esto.
¿Cómo diablos esto se volvió tan fuera de mi control? Cuando la conocí hace seis
meses, sabía que algo era diferente. La aceché por el amor de Dios. Cuando estaba
lejos, era como si hubiera dejado mi corazón atrás para que pudiera quedarse con
ella.
Pero luché contra eso. Fingí que no era más que lujuria cuando sabía que sí lo
era.
—No. —Tal vez intenté convencerme de lo contrario, pero ella... Max me hizo
sentir como si respirara aire puro y sin contaminación. Me dio de comer la vida que
había sumergido en la tierra con Beth. Tomé el trabajo para estar más cerca de ella,
para protegerla, y al mismo tiempo, mi lado autodestructivo lo tomó para tratar de
convencerme de que no me importaba. Que podría hacer el trabajo y alejarme con
mis dispersas piezas fragmentadas.
Lo que no me había dado cuenta era que Max había estado reparándome
lentamente sin que yo lo supiera. Me importaba un comino que mi Ink se sanara y
tomé el trabajo para que ningún otro bastardo la matara.
—Deja de pensar en lo que has hecho y arréglalo. —Solté un bufido y los labios
de Holden se tiraron hacia abajo con esa ceñuda desilusión que siempre me daría
cuando la jodía cuando era niño—. Es rescatable, hermano, y ella lo vale, ¿no? Vale
intentarlo. ¿Vale la pena lo que sea necesario?
—Joder, sí.
—Dale algo de tiempo y luego habla con ella. No tu mierda, Avispa, realmente
habla con ella.
—Avispa. —Se dirigió a la cocina, sacó una taza del armario y vertió café
humeante en ella.
Guise era un Visionary, lo que significa que tenía la capacidad de ver muy lejos.
Lo extraño era que llevaba gafas, con montura ligera, sutil y sentadas de forma casual
en el puente de su nariz. Lo hacían parecer inteligente y cálido cuando Guise era
todo lo contrario.
Guise también era el mejor amigo de mi hermano. También era mío cuando
éramos niños, aunque era mucho mayor que yo. Adrian me daba actualizaciones
sobre él y Holden, si los quería o no. Con los años, solo aceptaba la información y
había una ligera ola de alivio cuando escuchaba algo; significaba que estaban vivos.
El aire cambió cuando Max me vio y se congeló. Sus ojos enrojecidos brillaban
y cada segundo que me miraba era como si estuviera apretando su mano alrededor
de mi corazón y tratando de romperlo.
Y Max... Max estaba hecha de todas las bondades. Pero también estaba
compuesta de contradicciones. Silenciosa y sutil en los bordes exteriores mientras
intentaba mantenerse encerrada detrás de su mente protegida, pero debajo de eso:
fuego. Y sentí el ardor de ese fuego ardiendo con su ira desenfrenada. Pero preferiría
tener su enojo que la chica cerrada que conocí hace seis meses.
Observé a Max, cada músculo rígido, palpitante y ansioso por responder con lo
que estaba luchando: yo mismo. Guise caminó hacia ella tendiéndole la mano para
darle un café, el jodido caballero perfecto y sin embargo... Guise era el engaño
perfecto. Deslizaría su cuchillo entre sus senos sin mirar atrás ni arrepentirse si ella
fuera una criminal que hiriera a un inocente.
—Gracias. —Asintió hacia Guise y su voz se movió a través del espacio de casi
cuatro metros entre nosotros como un gorrión en las alas de una suave brisa. La
forma en que dijo gracias me golpeó y ya tenía mis piernas corriendo hacia ella. Y
estaba totalmente jodido porque quería arrastrarla de vuelta a la habitación y follarla
hasta que me perdonara.
—Déjalo, hermano. Él sabe que estás mirando y está tratando de hacerte enojar.
La venganza por alejar su amistad durante el último siglo. —La voz de Holden tenía
un tono profundo y resonante cuando se acercó a mí. Fue una advertencia que calmó
el rugido que jugaba con mi control.
—Sí, se llama dar una mierda. Bienvenido a los vivos. —Me dio unas palmaditas
en la espalda—. Ella necesita tiempo, Jasper. —Max se sentó junto a la mesa y dobló
sus piernas debajo de ella y luego levantó la taza. Contuve la respiración,
esperándola. Frunció los labios y luego sopló suavemente sobre el café humeante. Vi
el sutil temblor en sus manos y supe que fui yo quien causó eso. No Drake. La hice
temblar y no fue en el buen sentido.
Dudé, incapaz de mirar hacia otro lado, cautivado y atado por ella. Sabía que las
palabras no eran suficientes para Max. Y solo había una forma en que tuviese la
oportunidad de traerla de vuelta a mí.
—Mantenla a salvo. —Me volví para bajar por el pasillo para agarrar mi bolso y
luego salir por la puerta de atrás.
—Guau. Jasper. Estás jodido ahora mismo. No seas estúpido. Sé lo que estás
pensando, pero no es la única manera.
—Las palabras no significan nada para ella. Estoy haciendo lo que debería haber
hecho en el segundo que Adrian me ofreció el trabajo. —Porque sabía que la amaba
o al menos me estaba enamorando de ella. Empecé a caminar por el pasillo, pero
Holden me siguió.
Resoplé.
—No es un Scar antiguo, es un Scar híbrido antiguo, pero una cosa que he
destacado en los últimos años... es mantener una reputación de ser un idiota.
—Drake habrá oído hablar de mí. Sabe lo que hago para ganarme la vida y sabe
que cambiaré de bando por el suficiente dinero.
Me encogí de hombros.
Holden me agarró del brazo y tiró de mí para detenerlo. Sacó su teléfono celular
de su bolsillo y me lo pasó.
—¡No! —Tiré su brazo de mí—. Nunca. Nunca dejaré que toque mi Ink. —Me
detuve para no mirarla una vez más, sabiendo que no podría irme si lo hacía y luego
me alejé.
Max
Me levanté de la mesa cuando Jasper desapareció por el pasillo con Holden. El
Scar, Guise, estaba diciendo algo acerca de su Talde y lo que hacen, pero yo había
estado centrada en Jasper y no escuché nada de lo que dijo.
—¿Yéndose? ¿A dónde?
Guise se levantó.
Holden se acercó.
Había hecho todo lo que pude quedándome callada y sola en casa de Xamien.
Me había hecho invisible, oculta para mí misma. Oculté mis habilidades de los Scars
para que nunca hubiera una oportunidad de que Drake oyera hablar de mí. Descubrir
dónde estaba.
Hice lo que mi mamá quería. Hice lo que se suponía que debía hacer y nunca
curé su Ink. Ellos no murieron por nada. Durante seis años sobreviví a Drake.
Finalmente libre de él, tuve que permanecer oculta así nunca me volvería a encontrar
y mataría a más personas.
Pero Jasper me encontró. Había cavado y cavado hasta que desenterró las
emociones atrapadas y finalmente me sentí… viva. Y me gustó. Me gustaba pelear
con él; me gustaba sentir el calor entre nosotros. Me gustaban las burlas y la ligereza
en mi pecho cuando estaba conmigo.
Sentí algo.
—Soy yo.
Jasper
Encontré el auto de Holden oculto a un lado de la colina con un montón de
hierbajos encima. Tiré de cada rama con frustración. Desde que salí de la cabaña,
había tenido la urgencia de volver corriendo.
La pintura se desprendió del techo cuando arrastré una pesada rama sobre ella y
la aparté a un lado. La vi volar por el aire, aterrizar con dureza y rodar por la montaña
fuera de control.
Como yo. Me sentía como esa rama, incapaz de detenerme. Bombardeado con
emociones que no me había permitido sentir en un siglo. Tal vez fuera en parte
debido a dónde estábamos. Aquí en las montañas donde juré que nunca volvería.
Apostaba que tenía dos días. Dos jodidos días para cazar al bastardo que la
lastimó. No quería nada más que causar destrucción, pero había mucho más en esto
de lo que quería admitir.
Quería sostenerla en mis brazos mientras dormía. Quería verla cruzar una
habitación sabiendo que era mía. Quería ser quien la hiciera reír. Ver el destello de
brillantez en sus ojos mientras inclina su cabeza hacia atrás y libera el sonido
atrapado dentro de ella.
—Jesús. —Estampé ambos puños contra el techo del auto. Sabía lo que tenía que
hacer. Tenía más conexiones en el bajo mundo que nadie y sería fácil avisarle a Drake
que quería encontrarme con él para llegar a un acuerdo. Mi reputación lo haría
posible. Cualquiera que hubiera oído hablar de mí sabía que haría cualquier cosa por
dinero. Y estaba apostando a que Drake lo sabía. Lo que quizás podría delatarme
sería Drake siendo un Scar Reflector capaz de leer y sentir las emociones. Si
descubriera mis sentimientos por Max, vería mi plan a la perfección.
Mi plan. Mierda. Era un riesgo… no, era un alto riesgo que había estado
golpeando en mi mente desde el momento en que descubrí que él era un vampiro.
No sabía que iría tras él hasta ahora, pero estaba vivo porque nunca dejaba de pensar
en todos los escenarios posibles en mi cabeza. Y joder, quería matar al bastardo que
se llevó a Max…no, Breanna…la pequeña niña de diez años que vio morir a su
madre, a todo su Talde y que luego la rompió durante seis años. Seis jodidos años.
Aplastó su alma hasta que ella enterró cada parte de quién era y de esa chica…
esa chica con el desafío, la lucha, la fuerza y la dulzura que lo calmaba todo con su
belleza. Mierda, ella había confiado en mí. Se entregó a mí y no había palabras para
reparar el daño que vi en sus ojos.
Pero sabía cómo funcionaba su mente porque conocí a los hijos de puta más
crueles y desagradables de este mundo, y había una forma de que confiara en mí.
Tendría que ser como él, un híbrido. Un vampiro.
Me metí en el auto y conduje por el traicionero camino de tierra, y cuanto más
avanzaba, más ansioso me sentía. Era como si mis células corrieran frenéticamente
por mi cuerpo en su búsqueda… por Max.
Saqué el celular de Holden y recorrí los contactos hasta que encontré a Xamien.
Tomó un medio tono para que respondiera.
—¿Holden?
—Jasper.
—Sí y Balen. Hemos captado el rastro no muy lejos de ti. Los vampiros que
llegaron al aeropuerto se dirigen en tu dirección. ¿Estás seguro de que ella está a salvo
ahí? Deberíamos alcanzarlos antes de que se acerquen pero…
Xamien hizo una pausa, obviamente sospechando que algo estaba por caer.
—¿Quién?
—Me contrataron para proteger a Max, pero si las cosas iban mal y había una
posibilidad de que se la llevara… fui contratado para matarla. No sabía que se trataba
de Drake en ese momento…
—Estás muerto. —El tono bajo de Xamien era amenazante y podía decir que
apenas se estaba conteniendo. En cualquier momento me colgaría y entonces…
entonces me cazaría.
—Ella puede curar los Ink, Xamien. Waleron lo sabe. Por eso hizo que Adrian
me contrató. —Escuché su fuerte inspiración y luego el teléfono crepitó, y supe que
él estaba caminando de regreso y sospeché que iba por Waleron. Mierda, yo lo haría,
pero yo no era Xamien, quien generalmente era controlado y nada impulsivo—. No
lo hagas, Xamien. Waleron lo hizo para proteger a los Scars. Eso es lo que hace. Eso
es lo que es. Si Max curara el Ink de Drake, las repercusiones serían demasiado
grandes y ahora… —Ahora que era un vampiro sería aún peor—. Drake intentará
destruir a los Scars. Creo que todos sabemos que quiere el control del inframundo.
La Diosa no puede matarlo porque es su creadora, así que nosotros tenemos que
hacerlo antes de que tenga la oportunidad de acercarse a Max y recuperar su Ink.
—La tocas… y tu muerte no será rápida. —La voz de Xamien era firme y estaba
en control, pero mezclada con una verdad ominosa en cada palabra.
Xamien se burló.
—¿Quieres morir ahora? Porque eso es lo que va a ocurrir. Drake nunca confiará
en ti.
—Tal vez no, pero no estoy esperando hasta que Drake o alguien más vaya tras
ella y… —Todo en mí se quedó en silencio. Fue como si el latido de mi corazón, mi
sangre, mis células se detuvieran por un momento antes de que ella hablara. La calma
antes de una tormenta furiosa.
—Jasper.
—¿Están contigo?
—Sí.
—Él está cerca. —susurró—. Mis manos, se calientan cuando está cerca.
Traté de girar el auto pero el capó se estrelló contra un árbol y se arrugó como si
fuera un acordeón, el vapor y un silbido comenzaron a escapar del motor.
Corrí más rápido mientras alcanzaba a mi hermano. Mis pulmones gritaban por
aire y empujé más fuerte, mis músculos temblando, el corazón latiendo desenfrenado
y el miedo arrastrándose a través de mí como una lenta red, sofocándome.
—Su habilidad no miente. Está entrenada para curarlo. Joder, tal vez él no sea capaz de
Transportarse allí, pero seguro como el infierno que puede usar sus malditas piernas. Y si le
pone una sola mano encima, ella se irá.
—Te encontraremos en el río.
Tropecé, caí de rodillas y abrí la palma sobre una roca dentada. No. Esto no
estaba destinado a suceder así. Grité en mi cabeza. Mierda. Me levanté y corrí más
rápido colina arriba. Tenía que recorrer una milla para llegar al río.
—Rayito de sol, tienes que cubrir tus manos. Él es un Reflector y siente tus emociones.
Sentirá la curación y podrá seguirte más fácilmente.
—¿Jasper?
Sólo el hecho de que dijera mi nombre con ese ligero temblor en su voz despertó
el miedo inquietante del que había tratado de huir desde Beth.
—No tengo… no tengo miedo de morir, Jasper. Es lo correcto, pero… no tú. No permitas
que seas tú quien lo haga.
—Está bien.
Ella estaba sin aliento y supe que estaban corriendo. Holden y Guise la
mantendrían a salvo. Tenían que hacerlo.
Corrí hasta que mis pulmones sangraron, hasta que finalmente, aspiré un soplo
de aire que se roció con ella.
—Estamos en el río.
—Esa es mi chica. Estoy casi ahí. —Porque no importaba lo que ella estuviera
pensando en ese momento, yo sabía que ella era mía. Y nadie la apartaría de mí.
Todos estos años asesinando con facilidad, convirtiéndome en el mejor en lo que
hacía… era todo por esto. Tenía un propósito. Yo tenía un propósito.
Escuché el silbido del viento desde unos cientos de pies a mi izquierda y luego el
distintivo aroma a regaliz negro. Mierda. Vampiros. Estarían sobre mí en diez
segundos.
—Jesús, hermano.
—Jasper. No, Jasper. Podemos… —El grito de pánico de Max hizo eco en mi
cabeza, pero lo ignoré, apartándola de mi mente.
No volví a mirarla porque sabía que Holden y Guise ya estarían corriendo con
Max, ya fuera de buena gana o no.
Conté nueve vampiros. Podría luchar. Y siempre había una posibilidad de que
saliera con vida, pero esta vez no. Esta vez tenía que hablar para salir de ahí y darle
a Max el tiempo suficiente para escapar. Drake estaba a pie, así que su ventaja de
Transportarse había desaparecido, y Holden conocía esta montaña como si fuera su
propio patio trasero. Ambos la conocíamos.
—Ahhh, el famoso Scar Asesino, Jasper. —Una voz profunda y áspera surgió de
entre los árboles y siguiéndola solo podía ser Drake—. Y puedo olerla toda sobre ti.
Interesante y… no demasiado bueno para ti. No le gustará mucho cuando te corte en
pequeños pedazos. O tal vez la dejaré ver cómo tu cuerpo arde como lo hice con su
madre.
La oportunidad de lograr que Drake confiara en mí se deslizó entre mis dedos.
Sentí la posesión en él, la rabia caldeada de la necesidad arremolinándose en las
profundidades de sus ojos rojos y brillantes. No le había gustado ni un poco que yo
hubiera estado con Max y eso era lo que me iba a matar.
Max
—No. No —murmuré bajo la mano de Holden, acallando mis gritos.
—Él me matará.
—Jasper. Jasper. —Pero mi voz golpea una pared de ladrillos y se regresa a mí. Él
se cerró para sí mismo.
Pero, ¿no lo había hecho ya? Él se fue por mi culpa. Lo alejé porque él sintió que
tenía que probarme lo que dijo. Tomó el trabajo para protegerme de cualquier otro
que quisiera a matarme.
Pero lo supe. Lo sentí cuando estuvimos juntos. No pudieron haber sido todas
mentiras. No se sintieron como mentiras. Hubo una devastación en esos ojos grises
cuando conocí la verdad. Ese no era un hombre a quien no le importaba.
La forma en que besó mis cicatrices anoche... cómo me sostuvo en sus brazos...
cómo se sentó conmigo luego de mi pesadilla. Cómo admitió haberme observado por
meses. Cómo supo las pequeñas cosas sobre mí.
Asintieron entre sí y luego, como una máquina automática, cada uno sabiendo
qué hacer sin dudar, comenzamos a correr de nuevo... sin Holden.
Después de lo que se sintió como una hora, pero que probablemente fueron diez
minutos, se detuvo y me dejó de pie. Di un paso para dirigirme de regreso a donde
vi a Jasper por última vez, lo cual ahora tenía que estar a kilómetros, cuando Guise
se aferró a mi brazo y me jaló al frente con tanta fuerza, que caí de rodillas. Bajó la
mirada hacia mí, su rostro una dura estatua firme de ira.
—Vas a correr, maldita sea. No corres, eres responsable por la muerte de Holden,
porque él está asegurándose de que lleguemos a salvo.
Fue como si me hubiese pateado en el pecho y me lanzara para que caiga por la
montaña cuando el asfixiante sollozo se retorció en mi garganta y el dolor me llenó.
Me sacudí sin control y con cada respiro, dolía... pero corrí. Tomé la mano de
Guise y corrí.
Pasó un rato antes de que Guise se detuviera y sostuviera su teléfono en alto,
buscando señal. Colapsé contra un árbol, doblada por la mitad, ahogándome y
escupiendo mientras mis pulmones gritaban por el esfuerzo. Puse mis manos sobre
mis muslos, mi cabello una cortina a través de mis mejillas manchadas de lágrimas.
—Xamien. —La voz de Guise parecía tan alejada, pero estaba justo en frente de
mí, sus pies con botas caminando de un lado a otro—. En la base. Jasper... sí... no
estoy seguro sobre él. Busca a Holden. Se quedó atrás... bien... el hotel en la base de
la montaña de esquí.
Dijo algo más, pero mi mente se quedó en blanco mientras me hundía al suelo y
envolvía mis brazos alrededor de mis rodillas. Pude haberlo detenido. Pude haber
evitado que Drake lo matara. Hacer un intercambio. Haber hecho algo.
—Jasper peleó toda su vida, tratando de redimirse por algo sobre lo que no tuvo
el control. —Guise se estiró y frotó su pulgar sobre un punto sobre mi frente, donde
indudablemente tenía mugre—. Se preocupaba por ti. Cualquiera podría verlo en
cuestión de segundos, al verlo mirarte. Bueno, tuvo la oportunidad de probarte, y a
sí mismo, que él valía algo.
Me rompí. Quería ser fuerte y pelear contra la pena que me comía viva. Sabía
cómo. Lo había hecho por años, pero se había ido. El caparazón se había roto y yo
era vulnerable al dolor.
Abrí todos mis escudos, esperando que si a Jasper le quedaba algo de vida, me
oiría.
Sacudí mi cabeza hacia arriba y Guise se tensó, saltando a sus pies y llevándome
con él. Mi corazón golpeteó por la profunda voz ronca que no había oído en cuatro
años.
—Sabes lo que quiero. No me hagas perseguirte... —Hizo una pausa y pude oírlo
respirar en mi mente—. Habrá consecuencias por dejarme y por mentirme, lo sabes. Pero lo
haré más fácil para ti, si dejas de correr.
—¿Y Jasper?
—¿Jasper? —repetí.
—Él vivirá, si vienes a mí. Incluso seré generoso y te permitiré sanarlo. Pero él se va y tú
regresas conmigo. A donde perteneces, Breanna.
—Me encontraré contigo. Pero si Jasper no está vivo, nunca sanaré tu Ink. —No tenía
intención de sanar su Ink alguna vez, incluso si mi idea no funcionaba.
—Como mi esclava, lo harás.
—Debes saber esto, Drake. Si él muere, nunca beberé tu sangre. Y pasaré cada uno de los
días peleando contigo. Sé cómo odias cuando peleo. —Mi pecho se hinchó con algo del
poder que tenía sobre Drake. Ya no era miedo, sino decisión. Ya no era sumisión,
sino rebelión. Podía torturarme, herirme y destruirme mentalmente, pero lo que no
podía hacer era arrebatarme mi voluntad. Para volverme un vampiro y su esclava,
yo tenía que beber voluntariamente su sangre, y ya no era la niñita de diez años quien
no tenía a nadie.
—No, porque lo sanaré y luego le dejarás marcharse. Él se alejará primero. Así que,
maldición, será mejor que te asegures de que permanezca con vida, Drake. —Siseó, sabiendo
que yo tenía la ventaja—. Y las cuchillas que tengo en mi garganta. No temo morir. Tú te
aseguraste de eso. No jodas conmigo, Drake.
Estuvo callado y, por un segundo, pensé que dejó mi mente, pero la fría negrura
cruel aún permanecía y supe que estaba decidiendo qué tan lejos podía presionarme.
—Hay una casa blanca junto al camino, al otro lado del hotel donde te quedaste... con él.
Encuentra una forma de llegar allí. Tienes menos de dos horas. ¿Recuerdas tu casa, ardiendo
con tu madre dentro? Eso es lo que le pasará en dos horas si no te presentas... sola, Breanna.
Y entonces, se fue.
Jasper
Me recogieron bajo mis axilas y me obligaron a estar de pie. Colgué sin fuerzas
entre dos vampiros y apenas podía levantar la cabeza; estaba tan jodidamente débil.
La sangre empapaba la herida en mi pecho y era solo cuestión de tiempo antes de
que inundara mis pulmones y tomara mi último aliento.
Pero ella se escapó. Sabía que lo había hecho, de otro modo el bastardo no estaría
aquí conmigo.
—Ella te quiere vivo. Suficiente para sacrificarse por tu miserable y patética vida.
Ella no lo haría. Era inteligente. Incluso cuando era niña, Max ocultó su
habilidad de Drake. Seis años de tortura y dolor y lo que sea que él le hizo sobre lo
que ni siquiera podía pensar. Pero lo que más me asustaba era saber que Max no lo
haría. Ha tratado de proteger a todo el mundo escondiéndose a sí misma y su
habilidad, así que no había ninguna posibilidad en el infierno de curar el Ink de
Drake. No, se suicidaría o haría que alguien más lo hiciera antes de hacerlo.
Jesús, Max.
—Ya te habría matado solo por tocar lo que es mío si no fueras necesario… por
ahora. Tráiganlo.
Mi cabeza cayó hacia adelante mientras él me soltaba la barbilla y usé la poca
fuerza que me quedaba y levanté la cabeza de nuevo. Drake ya se había girado y
estaba caminando a una camioneta negra.
Fui suyo durante meses, observándola, enamorándome de ella cada día un poco
más y sin embargo negándolo. Luchando. Y Max... tal vez no me amaba todavía,
pero lo sentí dentro de ella, estado en sus pensamientos y me dio todo de ella. Me
dio las piezas que escondía de todos.
Drake giró sobre sus talones y vino caminando hacia mí. Mantuve mis ojos en
él, su furia embravecida en sus ojos mientras ardían de rojo. Pero no me mataría.
Arriesgaría demasiado y a pesar de que Drake era un maldito Scar, era inteligente.
—Lo veremos cuando te tenga rogando que acabes con el dolor mientras ella
mira.
La escuché antes de que la viera. El sutil latido de su corazón que coincidía con
sus ligeros pasos, un ciervo; un ciervo entrando a un matadero.
Jesús. Cerré los ojos mientras sus pasos se acercaban y con ellos, los de él.
No podía evitar mirar y pasó un mero latido de corazón antes de que sus ojos
encontraran los míos.
Max
—Oh, Dios. —Las palabras quemaron mi garganta cuando el grito estrangulado
emergió al segundo en que lo vi. Traté de liberarme de Drake, pero él me devolvió
de un tirón—. Renace mi Ink primero, luego permitiré que lo sanes.
Reprimí las lágrimas que amenazaban con caer y me convertí en la niña débil
que se quebró bajo el hombre que ahora me tenía en sus manos. Pero ya no era esa
niña pequeña. Había luchado para mantener mi secreto oculto. Había luchado por
seguir con vida y ahora estaba peleando por la vida de Jasper. Eso era más poderoso
que las pesadillas de seis años con Drake.
Pensé que estaría más aterrorizada de él, pero no lo estaba. Él era una lastimosa
desgracia para los Scars y lo que representaban. No había honor en él y era débil.
Usó vampiros y a una niña pequeña para llegar hasta aquí. Era un monstruo que
destruía a otros para sentirse mejor.
Sabía exactamente lo que estaba diciendo. No debía tocar a Jasper, excepto para
sanar su herida.
Me tomó todo lo que tenía caminar lenta y constantemente hacia Jasper cuando
todo lo que quería hacer era correr y rodearlo con mis brazos. Mi corazón latía
erráticamente, y mi sangre corría por mi cuerpo como una lluvia torrencial.
Sabía que los Scars tenían que estar buscándome para este momento y lo planeé.
No sabía en ese momento cómo me alejaría de Guise, pero cuando entramos en el
bar del hotel para esperar a Xamien, Waleron y, con suerte, a Holden, supe que tenía
que hacerlo en ese momento o nunca tendría una oportunidad. Esperé diez minutos
e incluso eso fue una batalla mientras miraba el reloj por encima de la barra. Tenía
una hora antes de que Drake volara la casa en la que estaba Jasper. Y no hubo dudas
en mi mente de lo que haría. Él no tenía nada que perder si yo no aparecía.
—Ve. Vamos a limpiarte. Hombres. —Negó con la cabeza, frunció los labios y
le sonrió a Guise—. Siempre son los calientes los que son unos idiotas.
Y ahora… viendo a Jasper de nuevo, supe que hice lo correcto. Podría hacer
esto. Tenía que hacerlo. Quería hacerlo.
La viga a la que Jasper estaba encadenado se alzaba desde el suelo hasta el techo
y era gruesa y sólida. Tendría que encontrar una manera de deshacerme de las
cadenas. No ahora, Drake estaría mirando todo lo que hacía, pero cuando llegara el
momento correcto… después de que lo matara.
Había una buena posibilidad de que no pudiera. Que mi plan fracasara, pero ésta
era la única forma de intentar salvar a Jasper. Drake lo habría matado si hubiera
tenido algún indicio de que los Scars estuvieran conmigo.
Me detuve frente a Jasper, nuestros ojos nunca separándose desde que comencé
a dar los diez agonizantes pasos hacia él.
—Rayito de sol.
Fruncí mis labios y el ceño, esperando que entendiera lo que estaba diciendo.
Drake era un Scar antiguo y aprendí a aislarlo de mis pensamientos, pero ahora
también era un vampiro y podría ser capaz de interceptar nuestra telepatía. No podía
correr el riesgo de que nos escuchara. Solo esperaba que Jasper entendiera lo que
estaba haciendo.
Mi instinto era gritar, llorar y sostenerlo entre mis brazos, pero si lo hiciera,
destruiría todo lo que había conseguido para salvarnos a ambos.
Cerré los ojos cuando las imágenes me golpearon y lo vi todo. Jasper colgando
de un árbol por las muñecas, las puntas de los dedos de sus pies apenas tocando el
suelo. Tenía cadenas alrededor de su hombro para evitar que llamara a su Ink y
hematomas en todo su cuerpo, pero no sangraba ni tenía heridas. Las estrellas
brillaban sobre su piel desnuda mientras temblaba con tanta violencia que las cadenas
se sacudieron.
Su hermana. Beth.
Las imágenes vinieron más rápido como una película que se reproduce en
cámara rápida y me debilité, tal como lo hizo Jasper cada día que lo dejaron ahí. Su
cuerpo comenzó a cerrarse y entonces… su Ink. Sus gritos estrangulados suplicaban
ser liberado de las cadenas que los vampiros habían arrojado sobre el tatuaje para
mantenerlo atrapado.
Escuché los pasos de Drake caminando hacia nosotros y supe que si se acercaba
lo suficiente, notaría que la herida en el pecho de Jasper no había sido curada y que
mi mano en su hombro era la única que ardía con el calor.
Tenía que correr el riesgo de que Drake no pudiese oírnos. Necesitaba la ayuda
de Jasper. Moví ambas manos al omóplato y usé todo lo que tenía para devolverle la
vida a su Ink. Tenía segundos.
La quemadura en mis manos era tan intensa que era como si estuviera
sosteniéndolas sobre las llamas de un fuego ardiente. Pero no podía parar. Nunca me
detendría.
—Jasper, ¿cuál es el nombre de tu Ink? Necesito llamarlo.
—Nena, ¿qué estás haciendo? Mi Ink… no puede… no puede ser llamado cuando estoy
herido.
—Por ti no puede. Pero yo puedo llamarlo. Jasper, no hay tiempo, dime. Ahora.
Sabía que Drake estaba detrás de mí y entonces… me tiró hacia atrás tan fuerte
que caí sobre mi trasero. Escuché el rugido de Jasper y el sonido de las cadenas
mientras luchaba por liberarse.
—Groar. Es Groar. —Dejó de moverse y lo vi cerrar los ojos, y supe que estaba
tratando de ayudarme a llamar a Groar a la vida.
No tenía elección. Necesitaba decir las palabras en voz alta para que fueran más
efectivas que telepáticamente.
—¿Qué hiciste? —Drake me agarró del cabello e hice una mueca cuando tiró de
mí para ponerme de pie—. Perra. —Levantó su puño y me preparé para el dolor,
sabiendo que si me noqueaba, nuestra oportunidad estaría perdida. El Ink de Jasper
estaría lento e incluso peor, eso debilitaría aún más a Jasper.
Pero su puño nunca conectó cuando algo chocó contra los dos. Aterricé fuerte
sobre mi costado y quedé aturdida por un segundo antes de buscar a Drake. Estaba
sobre su espalda con un salvaje monstruo parecido a un jabalí, de piel plateada
cubierta de tatuajes, encima de él gruñéndole. Había sangre salpicada sobre todo
Drake. Me apresuré hacia ellos y vi el daño que el Ink había hecho con su primer
asalto. Los cuernos tan filosos como una hoja de afeitar estaban cubiertos con la
sangre de Drake después de haber penetrado en su pecho.
Pero él sanaría. Era medio vampiro y en unos minutos, sanaría de nuevo. Drake
agarró al Ink por los cuernos y tan pronto como lo hizo, sus palmas sangraron
mientras lo cortaban. Ignorando el daño, Drake arrojó a Groar al otro lado de la
habitación. Hubo un fuerte chillido cuando golpeó la pared y cayó de costado, y
luego estaba de nuevo sobre sus cascos y lanzándose hacia él para desgarrarlo.
—Max. No. —Las palabras de Jasper se perdieron cuando Groar saltó sobre
Drake otra vez pero en esta ocasión Drake estaba listo y se lanzó hacia la derecha y
luego giró, agarró la pierna de Groar y tiró tan fuerte de ella que oí el crujido de los
huesos cuando se rompieron.
Pero los Ink nunca se rendían y de eso dependía. Groar pelearía hasta la muerte
o hasta que su maestro lo llamara nuevamente.
—Lo mataré —gritó Drake—. Desearás estar muerta, Breanna. Me rogarás por
ello y nunca te mataré.
—¿Qué estás haciendo? —Su voz era un susurro mientras tomaba todo lo que
tenía. Su corazón se desaceleró cuando me abalancé sobre él. Las manos de Drake
se apartaron del cuello de Groar y luego sus ojos rodaron en la parte posterior de su
cabeza.
Detuve la sangre fluyendo por sus venas. Sus órganos de funcionar y luego…
finalmente… le robé el aire a sus pulmones. Pulmones que había estado sanando
durante seis años.
La repentina y cruel risa que Drake soltó con su último aliento envió escalofríos
a través de mi cuerpo. Sus ojos se abrieron de golpe y se encontraron con los míos
por un breve segundo mientras decía:
Nada.
Me desplomé de costado, mi cuerpo temblando y frío, incluso mis manos se
congelaron. No podía parar; tenía que llegar a Jasper. Me puse de pie, me tambaleé
y caí de rodillas.
—Ve con él —le dije a Groar. El jabalí con sus hombros anchos y su peso pesado
caminó a mi lado, la sangre goteando de sus cuernos para dejar gotitas en el suelo a
lo largo de su camino. Luego saltó en el aire hacia Jasper, siguiendo la brillante luz
que los ataba. El rayo de luz disminuyó cuando se fusionó con Jasper nuevamente y
vi su cuerpo sacudirse por el impacto.
»Jasper. —Me puse de pie de nuevo y corrí hacia él, colapsando contra su pecho,
con los brazos alrededor de su cuello—. Jasper.
Tenía los ojos cerrados y estaba helado. Su corazón era tan débil que tuve que
presionar mi oreja contra su pecho para escuchar los latidos lentos e irregulares.
»Aguanta, cariño.
»Oh, Dios. —Lloré mientras las presionaba más fuerte en la herida—. Por favor.
Por favor.
»Detente —dijo—. Joder, para. —Se tensó contra las cadenas—. Morirás. Max,
es demasiado. Detente.
»Max —llamó.
Otro fuerte golpe como si los muebles cayeran. Abrí la puerta y, en el instante en
que lo hice, olí el penetrante olor a humo y oí el chisporroteo del fuego.
—Oh, Dios —Mató a sus seguidores vampiros en el piso de arriba solo para
asegurarse de que Jasper no escapara. Que ardiera aquí, al igual que mi madre y el
Talde. Y lo haría si no saliéramos pronto. La casa colapsaría sobre nosotros o el
humo nos sofocaría.
»Un arma. Algo —dije y corrí hacia el cuerpo de Drake, buscando rápidamente
cualquier tipo de arma para romper la cerradura—. Tiene que haber...
—No. No. —Negué con la cabeza mientras tiraba de las botas de Drake
buscando un cuchillo, cualquier cosa—. Él no haría eso.
Pero sabía que eso era exactamente lo que había planeado. Por eso sabía que
tenía que intentar matarlo. Lo que no había previsto era no poder sacar a Jasper de
las cadenas.
»Buena chica. —Esbozó una media sonrisa y luego se fue y lo supe. Sabía lo que
vendría—. Mi corazón es tuyo, rayito de sol. —Mi propio corazón se estrelló a través
de su jaula de protección y cayó en mi estómago—. Nunca supe que tenía uno hasta
ti. Perdió su ritmo hace mucho tiempo cuando me perdí. Nunca pensé que latiría de
nuevo, hasta a ti.
—Jasper. No. —Sabía por qué estaba diciendo esto y negué con la cabeza—. No.
No lo quiero. No lo quiero sin ti. —Me agarré a su camisa, las lágrimas manchando
mis mejillas mientras le suplicaba.
»Nena, detente.
—Necesito que me mires, Max. —Agarré sus muñecas atrapadas hasta que él
agregó—: Por favor.
Mis manos temblorosas se deslizaron por sus brazos estirados y lejos de las
cadenas que iban a rompernos; desgarrarnos antes incluso de que nos reuniéramos.
Cambié de posición, así que estaba de pie frente a él otra vez, ignorando los sonidos
crecientes del crujir y golpear escaleras arriba.
Oh, Dios, el dolor que aplastaba mi pecho era tan debilitante que tuve que
agarrarme de él para mantenerme en pie.
»Mírame para que pueda ver las estrellas en tus ojos. Voy a llevarlos conmigo,
ángel.
»¿Vas a darme tus ojos, rayito de sol? Porque joder, no quiero morir sin volver a
verlos.
Me arrastré hacia él, mis piernas vibraban tanto que necesitaba usarlo para
mantenerme de pie. Levanté mi barbilla y luego mis ojos borrosos y llenos de
lágrimas se deslizaron por su cuerpo, más allá de su barbilla, su nariz y luego...
De esto se trataba. Esta era la razón por la cual cualquiera pasaría por
sufrimiento porque en el otro lado era esto... la brillantez abarcadora de lo que Jasper
y yo compartimos. Éramos nosotros fusionándonos, con esa única mirada y
convirtiéndonos en uno.
»Eso es todo, bebé. Joder, eres hermosa. Estoy tan orgulloso de ti. —Arqueó una
media sonrisa y por la mueca de dolor después, supe que era doloroso para él darme
eso. Recorrí sus labios con mis dedos mientras las lágrimas seguían corriendo por
mis mejillas—. Max. Necesito que salgas de aquí. Toma la camisa de Drake y ponla
sobre tu cabeza, mantente baja y corre. Usa tu telepatía para tratar de alcanzar a los
demás. Tienes que irte antes de que sea demasiado tarde.
Pero estaba demasiado débil para usar mi telepatía y no iba a dejar a Jasper.
Nunca. No tenía miedo de morir; tenía miedo de irme.
—No. No te dejaré. —Me puse de puntillas y enrosqué mis manos alrededor de
su cuello y luego lo besé. Su gemido vibró debajo de mi boca y profundicé el beso,
mi lengua saboreando, mi necesidad tan intensa que era como si no pudiera respirar
sin él.
—No estoy a salvo. Nunca estaré a salvo sin ti. Eres mi refugio, Jasper. ¿No lo
ves? —Me encogí cuando sus ojos se endurecieron. No. No. Sentí náuseas por las
lágrimas, los sollozos, el dolor que tenía a mi corazón en la mano y lo apretaba hasta
que sentí como si estallara y me estaba ahogando con mi propia sangre.
—Haz esto por mí. Jesús. No puedo verte morir. No me hagas hacerlo. Eres
libre, Max. Finalmente eres libre de él.
Pero no podía darle eso. No lo haría. Había vivido toda mi vida encerrada
haciendo lo que tenía que hacer para proteger a todos. Ahora, estaba haciendo lo que
quería y nunca lo dejaría. Nunca.
Nos miramos el uno al otro durante unos segundos, ambos inquebrantables. Fue
Jasper quien desvió la mirada primero y fue él quien suspiró. Luego cada músculo se
relajó mientras colgaba, aceptando lo que no podía luchar.
Atrapé cada uno y los traje de vuelta y ahora eran míos. Él era mío y yo era suya.
»Mierda, eres terca. —Su voz era un susurro irregular y escuché el tinte de
miedo—. Pero te amo, Max. Te amo maldita sea.
Presioné mi frente contra su pecho, su corazón aún latía fuerte y firme a pesar
de las paredes que se derrumbaban a nuestro alrededor. Se estaba acercando. El calor
me quemaba la espalda y el humo se escapaba por debajo de la puerta para hacer una
ligera niebla en la habitación.
—Te amo. Te amo. Te amo —le dije cuando se produjo un choque repentino de
lo que sonaba a partes del techo.
—Jesús, Max. —Sabía que debía haber escuchado el miedo en mi voz. Pero no
era miedo a morir; siempre lo acepté. Lo que me asustaba era que no nos
estuviéramos muriendo al mismo tiempo. De tenerlo muerto en mis brazos o él
verme siendo quemada viva.
»No mires, está bien. Bésame, bebé. Solo bésame y nos iremos juntos.
Mantuve los ojos cerrados, ignorando la agonía del calor que quemaba mi
espalda, el humo llenando mis pulmones con cada respiración que era la de Jasper y
la mía juntas.
Pero mi beso terminó demasiado rápido mientras luchaba por respirar y mis
manos se deslizaron de su cuello mientras tosía violentamente. No. No.
Entonces Xamien se acercó a nosotros y algo más. Un Ink. Una luz brillante unía
la sombra negra de una bestia masiva a Xamien. Era transparente, excepto por la
boca, los ojos y las garras que brillaban con un color turquesa brillante. Tenía que
medir más de dos metros de altura con descoloridas marcas grises en toda la forma
negra sombreada. Xamien me tomó de Waleron y luego le habló a su Ink.
—Las cadenas, Grief. —El Ink se movió como el viento y pasó a nuestro lado.
Gruñó y surgieron afilados colmillos. Bajó la cabeza y apretó las cadenas alrededor
de Jasper. En cuestión de segundos, cayeron al suelo.
A pesar de las protestas de Xamien que yo estaba demasiado débil, tan pronto
como escapamos de la casa ardiendo, curé lo suficiente a Jasper así estaba segura que
no moriría. Había intentado curarlo por completo pero fue Guise quien me apartó en
el momento en que comencé a temblar por el esfuerzo. Guise era aterrador como el
infierno de una manera silenciosa y sutil, pero todavía luché contra él para volver a
Jasper y terminar de curarlo. Fue cuando Holden y Xamien vinieron con sus
expresiones inflexibles y bloquearon mi campo de visión, y a Jasper que cedí.
Waleron se fue tan pronto como estuvimos a salvo. La tensión entre él y Xamien
era obvia por sus miradas feroces el uno al otro. En algún momento lo dejarían salir
y no sería bonito.
Jasper permaneció inconsciente todo el camino de regreso y supe que era debido
a la pérdida de sangre. Podía curar una herida y reparar el daño, incluso ofrecer el
calor de mi propio cuerpo, pero no podía dar sangre. Pero su latido del corazón era
constante a pesar de que no era fuerte todavía y ya no estaba sangrando.
Xamien voló el cubo oxidado de Jasper, Fiona, y yo estaba menos preocupada
por morir de una muerte ardiente esta vez ya que estaba demasiado preocupada por
Jasper. Holden vino con nosotros a la mansión, pero Guise dijo que se iba al hotel.
Algo sobre la camarera, Vee, y que necesitaba hablar con ella.
Fueron horas más tarde cuando me desperté y él se había ido. Entré en pánico y
salí de la cama tan rápido que tropecé con la sábana y caí de rodillas. Entonces
escuche la ducha.
Y esto lo había dicho tres veces ya, tanto así como “no estabas pensando” y
“pudiste haber muerto”. Enloqueciendo. Sí, Jasper ha estado en un alboroto desde
que salió de la ducha y me vio despierta, sentada sobre la cama.
Creo que la realidad de lo que pasó finalmente lo golpeó y el alivio inicial de que
ambos estábamos vivos se había desplazado a la ira sobre cómo se hizo.
»En serio, Max. ¿Por qué? —Dejó de caminar para ponerse delante de mí; sus
brazos a los costados, las manos en puños—. ¿Y si no hubieras sido capaz de
despertar mi Ink? ¿Pensaste en eso? Cristo, ¿y si no pudieras...? joder, ni siquiera sé
qué mierda le hiciste a Drake, pero seguro que no fue curarlo.
—Bueno, pensé…
—Pensaste —gritó.
Me encogí de hombros. Tal vez no fue el gesto más inteligente cuando se estaba
tambaleando porque eso le molestó más.
»Tú, de buena gana, caminaste directo a los brazos de Drake, sola, con un plan
para despertar mi Ink, que por cierto, un Ink del que no sabes nada. Crees que puedes
manipular tu habilidad para hacer lo contrario, a un Scar antiguo híbrido. —Levantó
la voz en la parte de Scar antiguo híbrido —. Y luego te niegas a dejar un edificio en
llamas. Joder, Max. —Inclinó la cabeza y le oí rugir bajo en la parte posterior de su
garganta—. ¿Algo de eso suena sin sentido para ti?
—Tal vez. —Esa era mi respuesta más segura en este momento y había sido
riesgoso, pero lo volvería a hacer. Yo era una Scar, una luchadora y ya no iba a
esconderme.
Sabía que no había terminado todavía, así que esperé tranquilamente en el borde
de la cama mientras corría su mano por su cabello varias veces más. Jasper estaba
luchando mucho más que con lo que pasamos. Debía haber enfrentado situaciones
peores a través de los años en su línea de trabajo, pero éste era él teniendo que hacer
frente a todo lo que éramos ahora. Su pasado chocaba con lo sucedido. De casi perder
a alguien que le importa de nuevo.
Pero para lo que no estaba preparada era que caminara directamente hacia mí y
cayera de rodillas, sus manos agarrando mis caderas, su cabeza cayendo hacia
adelante para descansar en mi regazo. Dejé de respirar.
—Jasper...
—Jasper...
Me besó ligeramente en los labios y cuando me incliné hacia él, queriendo más,
se apartó bruscamente.
—Bien, porque, bebé... —Su tono se endureció así como también su apretón en
mí—, arrojas mierda como esa otra vez... Te daré una paliza tan fuerte que no
caminarás durante días.
Arrastré mis dientes por encima de mi labio inferior mientras el innegable dolor
aumentó. Debe haber notado el ligero endurecimiento en mi cuerpo y mi sutil cambio
en la respiración porque sus cejas se levantaron.
No, era más que eso. Quería vivir. Quería sentir todas las emociones que había
y quería hacerlo con Jasper.
Pero ver a Jasper caer al suelo con esa expresión... era invaluable. Comencé a
reírme. No pude evitarlo. Y luego, una vez que comencé, no podía parar ya que el
desconocido sentimiento se apoderó de mí y no me dejó ir. Me dolía el pecho y me
mareé al inhalar cortas respiraciones de aire mientras reía.
Cuando finalmente encontré un poco de control y lo miré, mi risa se detuvo. Él
estaba en un codo sobre su costado, mirándome. Sus ojos grises suaves y llenos de...
afecto y asombro. Su voz era ronca y tenía esa sexy entonación escocés en ella
mientras decía:
—¿Qué?
Medio sonrió.
—¿Lo harías?
Lo pensé un segundo.
Resopló.
Hice un mohín, pero eso me excitó totalmente. Se echó a reír antes de que se
inclinara y me recogiera en sus brazos y se montara de nuevo a la cama.
—Quiero oírlo de nuevo. Pero primero quiero oírte gritar mi nombre. —Mis ojos
se ensancharon de horror—. Y tenemos un problema que resolver. —Se sentó en el
borde de la cama y yo estaba a horcajadas en su regazo, rodillas en el colchón a cada
lado de él. Vi el deseo ardiendo en sus ojos y estaba bastante segura de que mis ojos
estaban haciendo lo mismo porque mi cuerpo ya estaba caliente y dolorido por él.
—La próxima vez, no pienses en mentir, nena. No sobre esto. No sobre lo que
te excita. —Me arrancó la camiseta y me bajó las bragas con un tirón afilado y luego
su mano me acariciaba el culo.
—Creo que quieres más esto —dijo Jasper, su dedo deslizándose por la raya y
dentro de los pliegues que estaban manchados de humedad—. Sí, lo haces. Y, rayito
de sol... siempre te daré lo que necesitas.
Nalgada.
Ardor. Dolor.
Nalgada.
Oh, Dios. Fue como una explosión de fuegos artificiales dentro de mí. Dolía
como el infierno, pero me prendió fuego. Me liberó. Me hizo querer chillar, gritar, y
pelear. Y lo hice. Luché contra él, pero fácilmente me sostuvo en mi sitio, mientras
sus manos bajaban sobre mi trasero varias veces más, y no fue agradable. Fue
realizado para hacerme gritar.
Y lo hice. Grité.
—Mieeeerda, Jasper.
—Eso es, cariño. —Y fue entonces cuando se detuvo y acarició el ardiente dolor,
suave y gentil, luego deslizó sus dedos por mi grieta hacia la humedad, y entonces...
Jadeé cuando sus dedos se condujeron dentro de mí, mis manos curvándose.
»Voy a hundir mi polla dentro de esto. —Empujó otro dedo dentro y luego
embistió dentro y fuera—. Y vas a decirme que nunca harás eso de nuevo. Nunca
arriesgarás tu vida así de nuevo.
Se apresuró al baño, el mismo baño donde nos conocimos por primera vez, y
agarró su camiseta negra del mostrador, poniéndosela por encima de su cabeza. Solo
entonces, me miró y su expresión era tensa, firme.
—Sabes lo que hago, ¿verdad, Max? Sabes que me pagan por matar. —Asentí.
Sí, por supuesto que lo sabía—. Entonces, necesito que estés de acuerdo a nunca
hacer algo así de nuevo. Porque, a causa de mi mierda, las personas con las que lidio,
no te tendré persiguiéndome si un jodido pone sus manos sobre mí.
Caminé hacia él. Estaba preparado, listo para mí, luciendo como una enorme
roca inamovible.
—Sí. Vivir. —Empujé mis manos hacia su pecho. Por supuesto que no tuvo
efecto y él permaneció sólido—. Vivir, Jasper. Así sea un día o mil años, quiero
vivir... contigo. Y si vas a continuar arriesgando tu vida, entonces puedes esperar
condenadamente bien que arriesgue la mía para conservarte.
Su expresión decidida se debilitó. Hubo un destello de sorpresa mientras sus ojos
se ampliaban brevemente, y entonces se entornaron de nuevo.
—No —dijo él. Pero la única palabra fue suave y ya no tenía la fuerza de la
decisión.
Como a su hermana.
—Quizás. Pero no será tu culpa. Así como lo que le pasó a Beth no lo fue. —Su
mandíbula se tensó—. Jasper, ámame, protégeme, pero permíteme amarte y
protegerte también.
—Entonces, sabes por qué estoy peleando contigo en esto. Yo tampoco puedo
perderte.
»No me envíen más trabajos —dijo al teléfono, entonces presionó terminar, sin
siquiera esperar una respuesta. Presionó varios números más y puso el teléfono de
regreso a su oído—. Guise... sí, estoy bien. Sí, ella también está bien... sí, lo haré...
dile a Holden que estoy con el Talde... mierda, ¿él está aquí? Bien, yo mismo le diré.
—Oí un abrupto “mierda, ya era hora” a través del teléfono, entonces Jasper presionó
terminar y lo lanzó sobre la cómoda.
Crucé mis brazos y las esquinas de mis labios se curvaron hacia arriba. Así era
como él planeaba ganar la discusión.
Asintió.
—Sip.
Y eso significaba que él tendría a Guise, Holden y a los otros que aún tenía por
conocer en el Talde. Me protegerían y, suponía, me detendrían de ir tras Jasper si
alguna vez se metía en problemas. La cosa era que... ahora él tenía un Talde para
defenderlo y protegerlo.
Uní mis labios juntos y observé mientras se quitaba sus pantalones. Estaba
desnudo debajo, y ya duro. Me puse de pie, palpitando, mi respiración desigual
cuando se puso el condón.
Oh, yo quería follarlo. Dios, quería follarlo. Y aún estaba palpitando, dolorida
por él, pero Jasper no podía obtener lo que quería todo el tiempo y, a pesar de que
me perdería sexo caliente, tenía que probar un punto. Me dirigí hacia la puerta.
Casi llegué cuando su brazo me rodeó la cintura. Me jaló con fuerza hacia atrás,
contra su pecho y luego mis pies estaban fuera del suelo cuando me alzó y llevó a la
cama, mi cuerpo agitándose como un pez fuera del agua.
—Jasper, bájame.
—Nunca trates de huir de mí. —Gimió cuando movió sus caderas y su polla
sobresalió en la parte inferior de mi muslo—. Siempre te atraparé. —Deslizó una
mano por la longitud de mis brazos estirados y luego a lo largo de mi cintura y hacia
mi cadera. Su respiración barrió contra mi nuca mientras hacía un camino de besos,
y daba diminutos mordiscos a mi piel—. Y no siempre te va a gustar cuando lo haga.
—Se movió a un lado y me hizo voltear, entonces estuvo encima de mí de nuevo.
No peleé con él. Estaba tan caliente y adolorida, era una tortura solo esperar que
pusiera su pene dentro de mí. Pero sabía que, si rogaba, me haría esperar. Le gustaba
el control. No, necesitaba el control y a mí me excitaba eso. Finalmente, podía dejarme
llevar y sabía que él me cuidaría.
»Joder, Max, amo cada parte de ti. Cada jodida parte. Incluso tu lado irracional
y terco. —Deslizó su mano entre nosotros, mientras bajaba su cabeza y su boca
tomaba la mía.
Suspiré bajo sus labios, nuestro beso incendiando las chispas cargadas entre
nosotros. Su mano sosteniendo mis muñecas encima de mi cabeza me soltaron, y
mis manos se movieron a su cabello, arrastrándolo más cerca, necesitándolo más
cerca.
Me arqueé cuando sus dedos hicieron círculos sobre mi sexo, y mis piernas
cayeron abiertas, más amplio, entonces rompí el beso, inclinando mi cabeza hacia
atrás, mis ojos cerrados mientras gemía:
—Dios, Jasper.
—No aún, princesa. —Su dedo se detuvo y gemí con frustración—. Siempre te
vendrás alrededor de mi polla o mi lengua. En este momento, será mi polla.
Pensé que estaba lista para él. Mierda, lo estaba, pero él era grande y se empujó
con fuerza dentro de mí, y dolía, pero diablos, también se sentía bien. Besó mi cuello,
el hueco de mi garganta y luego justo encima de mi pecho derecho.
—¿Estás bien con eso? —Tomó mi pezón en su boca y chupó, mientras sus
caderas se movían lentamente y con facilidad.
—Auu.
Su lengua lamió la superficie sensible de mi pezón y oí la dulce succión de su
caliente boca sobre mí. Retrocedió.
—¿Sí? —Aún no estaba segura qué estaba preguntando, pero diría cualquier cosa
para hacer que me follara más duro—. Jasper... por favor.
—Joder, cariño. Joder. —Sus caderas se sacudieron al frente varias veces más.
Me besó de nuevo y, esta vez, estuvo lleno con gentileza mientras sus labios me
amoldaban a él.
Sonrió.
—Cariño, no voy a dejarte ir. Podemos vivir donde sea que quieras.
Se quedó quieto.
—¿Lo sabes?
—Jasper, es hora de que vayas a casa. Y quiero que me lleves contigo. Tú eres
mi hogar ahora, Jasper.