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Él Capítulo 12

Capítulo 1 Capítulo 13

Capítulo 2 Capítulo 14

Capítulo 3 Capítulo 15

Capítulo 5 Capítulo 16

Capítulo 6 Capítulo 17

Capítulo 7 Capítulo 18

Capítulo 8 Capítulo 19

Capítulo 9 Capítulo 20

Capítulo 10 Capítulo 21

Capítulo 11 Sobre La Autora


Max
Los sentimientos son un lujo que no puedo permitirme. Escondida detrás de un
escudo de placidez silenciosa, mantengo mi secreto seguro de quien lo usaría en mi
contra. Hasta él… el tatuado, egocéntrico asesino Scar contratado para protegerme.

Él se complace en atormentarme, destrozando mis defensas como si yo fuera un


juguete para jugar. Odio que continuamente me recuerde que no soy nada más que
un trabajo. Odio que mi cuerpo responda a su toque. Lo odio.

Jasper
No soy un chico bueno y no pretendo serlo. Condéname si quieres, me importa
un carajo. No eres nada para mí. Nada lo es… excepto ella… Max. Ella es mi
objetivo. Y fui contratado para hacer muchísimo más que protegerla… me
contrataron para matarla.

Debería haber sido simple, pero era complicado como el infierno.

Independiente. Una novela de cuerpo entero. Ven a conocer a los Scars

Scars: guerreros inmortales con capacidades derivadas de los sentidos: Healers,


Tasters, Visionarios y raros Reflectores. Cada uno tiene lo que se conoce como un
Ink, un tatuaje que puede ser llamado a la vida.
1902 Francia
Me derrumbé el momento en que las cadenas soltaron mis muñecas de la rama colgando y
mis rodillas golpearon fuertemente el seco e implacable suelo. Encorvado, tomé varias
respiraciones profundas y desiguales a medida que la sangre se precipitaba de nuevo en mis
brazos.

Las pesadas cadenas alrededor de mis hombros y pecho lentamente se liberaron y supe que
era demasiado tarde para mi Ink... sentí el vacío. El tatuaje grabado todavía estaba allí, pero
lo que vivía dentro de él estaba muerto. Muerto de hambre. Roto. Atrapado por días bajo las
cadenas, incapaz de liberarse de mi cuerpo a mi llamado. Era la primera parte de un Scar que
moría cuando estaba cerca de la muerte.

Mi hermano, Holden, tocó ligeramente mi brazo y salté.

—Wasp, déjame…

Levanté mi mano, mientras mantenía la cabeza hacia abajo, los ojos cerrados.

—Jodidamente. No. Me. Toques.

La imagen de ella, su cuerpo roto tirado en la tumba poco profunda como un trozo de carne
podrida se seguía repitiendo y agrietaba las frágiles piezas sanas que quedaban en mí. No fui
suficientemente fuerte para luchar contra ellos.

Débil.

Patético.

Cuando mis extremidades volvieron a funcionar, me arrastré hacia el lugar donde la


enterraron y me quedé mirando el suelo perturbado. Mis palmas planas en el suelo, apretadas
en la tierra. Las emociones me golpearon como relámpagos. Ella no podía haberse ido. Yo no
podía haber hecho esto.

Me rompí mientras un salvaje frenesí me alcanzó y curvé mis manos en el suelo y comencé
a cavar.

Arañé.
Rasguñé.

Lo arranque y pequeños gránulos se metieron debajo de mis uñas.

Era desesperación mientras mi cordura se derrumbaba en fragmentos del hombre que solía
ser.

Encontrarla.

Tenía que encontrarla.

Protegerla. No la había protegido.

El viento helado se aferró a mi piel desnuda, pero apenas me di cuenta. Estaba entumecido
hasta los huesos después de colgar de mis muñecas por lo que parecieron semanas. Los días
habían sido los peores cuando el sol me golpeaba, un cadáver colgado en el calor.

Luego llegaban las noches y el alivio del sol no duraba mucho. Me sacudía tan
violentamente del frío que las cadenas temblaban constantemente. Pero sufriría mucho más si
solo pudiera recuperarla. Salvarla de ellos.

Más rápido. Tenía que cavar más rápido.

La enterraron aquí. Yo los vi. Me sostuvieron la cabeza y me obligaron a mirar mientras


tiraban su cuerpo inerte sin vida a la tumba delante de mí.

Quería gritar “Ayúdame, maldita sea”, pero mi garganta estaba tan seca por la falta de
agua que salió un sonido sordo arañado.

Una mano bajó sobre mi hombro y apretó.

—Wasp... Jasper. —El tono era apenas audible, pero al ser un Sounder, podía oír el
chasquido de una ramita o el aleteo de las alas de una mariposa a una milla de distancia.

Bloquear los sonidos fue crucial aprenderlo cuando era niño o el caos volvería a un Scar
Sounder loco. Mi audición era ordinaria, excepto cuando me centraba y usaba mi singular
capacidad.

Pero los vampiros me debilitaron tanto que no podía controlar los sonidos. Me colgaron
aquí, desnudo, luchando contra las cadenas irrompibles, gritando hasta que mi garganta estuvo
tan inflamada que sangró.

Ellos sabían que escucharía todo lo que le hicieron antes de que la mataran.

Se regodearon al oír mis gritos. Los gritos de ella.


Pero cuando me la trajeron...

Un sollozo se atascó en mi garganta y escarbé más. Más rápido. Tierra cayó en mi rostro
y probé la arenilla mientras algunas aterrizaron en mi boca.

Escuché las voces de Holden y su mejor amigo, Guise, junto con un par de otros, a mi
alrededor, pero sus palabras fueron silenciadas mientras mi mente se tambaleaba en la
oscuridad de lo que tenía miedo de encontrar. Estaba descendiendo, la realidad tratando de
filtrarse en mi locura de lo que pensé que podía hacer… salvarla.

Yo hice esto.

Ella era mía para salvar y llegué muy tarde. Les dije lo que querían demasiado tarde y la
mataron de todos modos. Si les hubiera dicho antes tal vez...

Manos implacables en mis brazos me alejaron.

—No. Déjame en paz.

Peleé violentamente contra ellos, el rugido en mi pecho pura agonía. Pateé y golpeé, sin
saber a quién estaba golpeando o contra quién estaba luchando, solo que ellos me mantenían
lejos de llegar a ella. Oí un fuerte gruñido y el agarre de mi brazo derecho se aflojó. Me liberé de
un tirón entonces giré alrededor y golpeé a la otra persona que me retenía.

Mi puño conectó con su mandíbula y por un segundo después del impacto, dudé mientras
mi visión se aclaraba. La sangre corría por la comisura de sus labios y coincidía con las lágrimas
que manchaban sus mejillas.

Mi hermano me miraba como si yo fuera un fantasma, ojos muy abiertos y llenos de dolor.
Yo causé eso. Yo puse esa mirada en sus ojos.

—Jasper. Ella se ha ido.

—¡No! Una Healer puede traerla de vuelta. —Sabía que era una locura, que en algún
lugar dentro de mí mis palabras no tenían sentido, pero era como si estuviera jadeando por aire
y la única manera de respirar era traerla de vuelta.

—Es demasiado tarde. Jasper, mírame.

Sacudí la cabeza hacia adelante y hacia atrás, la tierra que se aferraba a mi cabello se lanzó
en todas las direcciones.

—No, una Healer… una poderosa... Lillian... Lillian puede traerla de vuelta. —Me
apresuré hacia la tumba, pero mis piernas se doblaron y aterricé sobre mi costado—. Ella tenía
diez años. Tenía solo diez años y yo la maté. —Las palabras desgarrándose de mi garganta con
una voz embrujada que no reconocía.

Sabía que mi hermano y el Talde estaban observando, pero no trataron de detenerme esta
vez mientras arrastraba mi cuerpo roto de vuelta a la tumba y tiraba de la tierra otra vez. Cavé
hasta que el sol cayó y la luna se levantó. No podía parar. Tenía que seguir intentándolo. Pero
estaba tan débil que apenas podía mover puñados de tierra.

Finalmente me derrumbé sobre mi espalda y miré fijamente al cielo estrellado. En el


momento en que dejé de cavar, hubo una pérdida de quién había sido yo. Y tal vez por eso
intenté por tanto tiempo llegar a ella porque sentí que tan pronto como me diera por vencido y
dejara que la verdad se asentara... nunca sería el mismo hombre.

Las últimas piezas de mí se quemaron hasta cenizas y luego se esparcieron en el cielo,


desintegrándose. Desapareciendo.

Miré fijamente a las brillantes estrellas y parpadearon como si se estuvieran riendo de mí.

Cerré los ojos. Entonces la frialdad descendió y se hundió en mi corazón.


Max
2015
—Mami por favor. —Caigo sobre mis rodillas y presiono mi mano sobre la herida abierta
en su cuello. Sangre me rodeaba y cuando bajé la vista a mi blusa estaba empapada en rojo.
Me moví en cámara lenta mientras pasé mis dedos por mi blusa a través de la cálida y pegajosa
substancia… miel. Y tenía pechos. Yo era mayor. Pero se suponía que tenía solamente diez
años.

Miré a mi madre y la sangre brotó a través de mis dedos. ¿Por qué no se detiene el sangrado?
Mis manos ardieron con mi habilidad de curación pero todo estaba mal. No la sané. No pude
porque él me alejó de ella.

La urgencia me atravesó y entré en pánico. Tenía que sanar a mi mamá. Tenía que
sanarla. Ahora era mi oportunidad. Mi cuerpo ardía como su fuera un horno. Dios, ¿por qué
estaba tan caliente?

»Mami, por favor. Puedo sanarte. No me dejes.

El cuello de mi mamá se estiró mientras ella inhalaba un aliento gorgojeante. Luego habló,
pero era diferente que antes. Su voz era fuerte y me estaba sonriendo.

Conocía las palabras, cada una de ellas estaba grabada en mí.

»Mamá, no hables.

Pero era como si ella no me escuchara y el disco rayado repetía las palabras que nunca
olvidaría.

—Es demasiado tarde para mí, bebé.

No. No era demasiado tarde. Esta vez podría sanarla y luego sanaría el Talde y todos
estaríamos bien.
La grabación siguió avanzando.

»Drake tiene un Ink que nunca deberá ser sanado. La Diosa Azzurra lo mató. —Ella tosió
sangre y salpicó mi rostro una y otra vez. No se detendría. Dios, detente. Por favor detente.

Lloré histéricamente mientras me senté en un charco de su sangre mientras ella


tranquilamente habló.

»Él es demasiado poderoso con su Ink. Drake no sabe acerca de tu otra habilidad… —Sus
facciones se derritieron y luego estalló en llamas.

Oh, Dios, Mamá. Mamá. No. Intenté alejarme, pero no pude moverme.

Ella tomó mi mano y la apretó. Hacía mucho calor. Tenía que alejarme del fuego.

»Nunca le digas a nadie, Breanna, Es muy peligroso. Nunca uses esa habilidad.

De repente, Drake estaba allí, arrastrándome fuera de la casa. Mi mamá. Mi Talde. Todos
estaban muertos. Él los mató.

No quería irme. Nunca tuve la oportunidad de salvarlos.

Pateé y luché, pero mi cuerpo se negaba a obedecer mis órdenes ya que estaba flácida en
sus manos. ¿Por qué no me estaba moviendo? Traté de gritar, pero no emergieron las palabras.

Su voz atravesó las imágenes y yo estaba en completa oscuridad a excepción del eco de su
profunda voz.

—¿Veremos a tu madre quemarse?

Abruptamente me desperté, mi cabeza golpeo la pared. Estaba en el suelo en la


esquina de la habitación, temblando y fría, aun así sudor escurría por mis cejas. No
había tenido esta pesadilla en mucho tiempo, la mayoría de las veces soñaba con los
seis años que viví con Drake.

Pero esto… tomé una profunda y larga inhalación… esta era la peor, el día que
me tomaron. Odiaba esta pesadilla; la voz de mi mamá… el quemarse. Hace diez
años y era como si hubiera sido ayer.

Me puse de pie, usando la pared para ayudarme a ganar algo de equilibrio y


luego fui al baño. Me quité el pijama húmedo, agarré un broche de plástico de la
cesta junto a mí en el lavabo y torcí mi cabello marrón en un nudo y lo enganché.
Estirando mi mano dentro de la ducha para abrir una de las llaves, noté mi mano
temblorosa. Habían pasado cuatro años desde que fui rescatada y todavía las
pesadillas vivían en mí.
Fue Xamien y su Talde quienes me encontraron en el sótano de Drake con una
cadena en mi tobillo para evitar que escapara. Sin embargo, hasta este día, Xamien
no tenía idea que era la casa de Drake. Drake se había alejado y sus seguidores
vampiros estuvieron “buscándome”.

Drake hizo el hábito de viajar a lugares en los cuales nunca ha estado así la
siguiente vez, era capaz de Trace, teletransportarse, allá. Él me dijo que algún día no
habría lugar en el cual no hubiera estado antes. Y su razonamiento era para que
nunca hubiera un lugar en el mundo al que pudiera escapar que no me encontraría.
Me convertiría en su Healer privada y nunca me dejaría ir.

Pero había estado libre durante cuatro años, viviendo en el pazo de Xamien, su
mansión, en España. Era poco probable que Drake hubiera estado aquí considerando
que Xamien era un Taldeburu.

Desafortunadamente, con mi libertad vinieron las pesadillas cuando comencé a


descongelarme y salir de la oscuridad.

Luchaba contra eso.

Quería permanecer insensible y sola.

Sin preguntas. Sin respuestas.

Podía esconder quien era a todos y enterrar el pasado bajo los escombros. Incluso
le dije a Xamien que mi nombre era Max. Ya no era Breanna y nunca lo sería.

Dentro de esta capa protectora de entumecimiento, era fuerte y había luchado


mucho para ser así, encerrando al miedo que me despertaba en la noche. Esa fue la
única vez que me encontró. La única vez que no tuve el control. Me convertí en un
molino de viento en una tormenta, girando fuera de control, mi miedo rabioso a
través de mí incapaz de ser detenido. Pero el desapego se estaba desvaneciendo. La
luz que me habían arrebatado cuando solo tenía diez años estaba luchando por
encontrar un camino para reparar.

No quería reparar. No podía. No si Drake estaba vivo.

Toqué el vendaje de gasa blanca en mi cuello y arrastré mi dedo sobre este, la


pegajosidad de una esquina de la cinta volteada atrapó mi piel. Lo empujé
nuevamente hacia abajo, ignorando la ternura mientras presionaba más fuerte de lo
necesario.

La bruja vampiro híbrida que Xamien tenía viviendo en el ático hundió sus
dientes en mí ayer y luego me levantó, arrojándome a través de la habitación como
si fuera una figura de plástico que no pesaba. Mi cuerpo golpeó la pared y me estrellé
contra el suelo. Me golpeé tan fuerte, dejando en mi costado un tejido con amarillos
y verdes.

La nueva herida de mi cuello era solo otra cicatriz para agregar a mi colección.
Recordatorios de por qué era más seguro estar encerrada. Cada quemadura. Cada
marca que Drake dibujó en mí. Era él atormentándome. Nunca permitiéndome ir.

Eso es lo que él me hizo. Eso fue lo que me despertó en mitad de la noche


gritando. Él era al único que temía. Dolor, muerte, tortura… ya nada de eso me
asustaba. Pero él y el poder que tenía sobre mí… él me poseía y ese miedo que no
podía enterrar porque si él estuviera vivo, un día el monstruo me encontraría de
nuevo.

Mi única esperanza era que nadie descubriera que yo era la niña pequeña, la
poderosa Healer, quién fue asesinada en el fuego junto con su Talde hace diez años.
Esa era mi única oportunidad de mantenerme oculta de Drake.

Me quedé debajo del caliente rocío hasta que deje de temblar luego cerré el agua
y salí de la tina. Mientras me estiraba para tomar la toalla del gancho, escuché pisadas
en el piso de madera dura afuera de la puerta. Era más allá de la media noche, y
Xamien raramente tenía invitados y si lo hacía, me decía que venían.

Las pisadas se detuvieron afuera de la puerta del baño. Esperaba que llamaran a
la puerta y Xamien me preguntara si estaba bien. Seguido vendría a revisarme si me
despertaba en la noche gritando; en lugar de esto la perilla giró y la puerta se abrió.

Mi respiración se enganchó y rápidamente subí la toalla enfrente de mí mientras


retrocedí algunos pasos. Un escalofrío me recorrió mientras el frío aire de la puerta
abierta golpeó mi piel mojada y la humedad del aire se disipó.

Apreté la toalla a mi piel empapada mientras me encontré con los duros ojos
grises de un hombre que nunca había visto antes. Mi primer pensamiento que vino a
mi cabeza fue pantera, una pantera mortal. Elegante y delgado, sus músculos
definiendo cada centímetro de él incluso a través de su ropa.

Era como si estuviera listo y ansioso por abalanzarse sobre cualquier presa que
tuviera en su mira. Y en este momento, esa era yo. Lo que suavizaba su mirada eran
los rizos sueltos que caían en desorden sobre su cabeza y el ligero tic en la comisura
de su boca como si estuviera… divertido.

—¿Quién eres? —Tal vez debería haber preguntado qué demonios estaba
haciendo entrando a mi baño a la mitad de la noche, pero estaba más preocupada
sobre quién era y de lo que era capaz. Tenía que ser un Scar porque Xamien rara vez
permitía a nadie en su mansión excepto Scars; sin embargo, recientemente, permitió
que una bruja vampiro fuera encarcelada en el ático.
»¿Eres un Scar? —Los escudos alrededor de mis pensamientos para ocultar mis
habilidades eran bastantes resistentes, pero todavía me inquietaba conocer a nuevos
Scars. Este tipo, con su postura engreída y expresión arrogante, parecía que tenía una
gran cantidad de confianza. Solo esperaba que no tuviera la capacidad de emparejar.

—Seguro lo soy. Pero si prefieres que sea otra cosa, estoy dispuesto a jugar por
una noche.

Oh mi Dios. Qué imbécil.

—Estas en mi baño en caso que no te hayas dado cuenta.

—Oh, lo noté. —Sus ojos vagaron atrevidamente por todo mi cuerpo, vaciló en
mi pie donde yacía mi desfigurado tatuaje Ink, y luego la arrastró de vuelta para
encontrarse nuevamente con mi mirada. Su expresión permaneció serena y
despreocupada cuando casualmente apoyó su hombro contra el marco de la puerta y
cruzó los brazos.

—¿Puedes irte por favor? —Intenté mantener mi voz cortés como siempre lo
hacía, pero esta vez había coraje e hizo eco en el baño.

—Una pequeña cosa educada, ¿verdad? —respondió con una dura voz de
barítono, que tenía un toque de escocés acompañado con la suavidad del irlandés.

Mi sangre bombeaba más rápido por mis venas mientras el sonido sexy vibraba
a través de mí. La pesadilla obviamente había dañado mi cerebro.

—Si no te vas, llamaré a Xamien.

Las comisuras de sus labios se crisparon.

—No creo que lo hagas.

Lo fulminé con la mirada.

—¿Por qué no?

—Porque te agrado.

Resoplé.

—Ni siquiera te conozco. Y ciertamente no me gustan los hombres extraños que


vienen a mi baño a mitad de la noche. —El broche de mi cabello se deslizó y cayó al
suelo, haciendo un tintineo cuando rebotó en las baldosas de cerámica. Mi cabello
cayó sobre mi espalda y mis hombros. Sus ojos observaron los mechones hasta que
se asentaron en su lugar y luego su mirada se deslizó sobre mi piel para permanecer
en mi clavícula antes de arrastrarla por la curva de mi cuello.

Carne de gallina se esparció por mi piel húmeda cuando sus ojos cambiaron de
un gris carbón claro a un negro reluciente, como un pavimento mojado en la noche.
Era absolutamente cautivador… y no me gustó ni un poco.

Los Scars tenían emociones mucho más fuertes que los humanos, a veces, tan
poderosas, que eran debilitantes, pero nunca había tenido a mi cuerpo reaccionando
a un hombre de esta forma. No que tuviera mucha experiencia.

Los músculos de sus brazos se flexionaron y mis ojos se clavaron en la tinta


grabada en su piel en un intrincado patrón desde su codo hacia arriba para
desaparecer bajo de su camiseta negra lisa. Miré más de cerca tratando de distinguir
si era su Ink, pero era casi imposible distinguirla de un tatuaje normal. Mi única
ventaja era que tenía una conexión con los Ink. Estudie su tatuaje, buscando por la
familiar vida viviendo debajo…

—Ya ves, te agrado.

Mis ojos volvieron a los de él y una emoción ociosa se elevó en mi interior; ira.
Eso arañó mi escudo mientras se paraba en el umbral como si fuera su derecho estar
allí.

—¿Has terminado de divertirte? Me gustaría volver a la cama.

Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba y capté un vistazo de sus
perfectos dientes blancos.

—No creas que habré terminado por un tiempo. —La palabra terminado salió en
una pronunciación lenta que permaneció en el aire entre nosotros.

Durante años, he mantenido mis emociones contenidas, sin embargo, en un


minuto, este tipo estaba cargando como un jabalí. Tenía el impulso de acercarme a
él, darle un golpe en el rostro y luego cerrarle la puerta en las narices. Era un impulso
que me sorprendió. No había pensado en reaccionar ante nadie en mucho tiempo.
Era tranquila, paciente y desconectada, pero todo eso estaba balanceándose en la
cuerda floja. Lo que no me gustaba era el extraño torbellino en mi estómago como si
estuviera nerviosa.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó.

—No es asunto tuyo. —Los Scars eran inmortales y envejecían hasta los treinta
y dos años, así que era difícil para mí adivinar cuánto tiempo él había estado
alrededor. Yo solo tenía veinte años, y para un Scar eso era realmente joven.
—Oh, nena, ahora mismo, eres mi asunto.

Un tumulto de sensaciones salpicaron a través de mí y rogaron por salir a jugar.


No podía dejarlas. No permitiría que me descontrolara con algunas miradas y un par
de palabras. Era más fuerte que eso. Pero había algo en él que me ponía nerviosa.

Dios, ¿por qué me estaba mirando como si pudiera ver a través de mi toalla? ¿Por
qué yo no le estaba llamando a Xamien? Él estaba lo suficientemente cerca para
hablar telepáticamente, pero no había usado esa forma de comunicación desde que
tenía diez años.

Bien. Si él no iba a marcharse, entonces yo lo haría. Me incliné para alcanzar


otra toalla para cubrir mis hombros, pero mantuve mis ojos en él. No era estúpida y
sospechaba que si quitaba mis ojos de él, tomaría ventaja. No sabía cómo todavía,
pero no estaba arriesgándome con este imbécil. Pero mi error fue que debería haber
estado prestando más atención a lo que estaba haciendo.

Pasó rápido. Me incliné demasiado. El talón de mi pie resbaló en el charco de


agua debajo de mis pies y perdí el equilibrio. Me apresuré a aferrarme a algo… ese
algo fue el toallero. Pero incluso mis cincuenta y dos kilogramos fueron demasiado
y la varilla de metal salió del soporte y cayó al suelo.

Un extraño grito estrangulado emergió de mi garganta cuando aterricé sentada


en el inodoro con el paquete de toallas ahora en el piso a mis pies; incluida la que
había estado usando.

Mis mejillas ardían mientras agarraba una y la puse frente a mí, luego salté sobre
mis pies. Nuestras miradas se cruzaron y noté el cambio rápido en su expresión de
cejas fruncidas sobre sus molestos ojos color carbón a la diversión de nuevo.

Él sonrió y medio resopló.

—Impresionante.

Momentáneamente sin palabras, no tenía ni idea de cómo responder. La


respuesta educada sería una sonrisa tímida y avergonzada; mi respuesta visceral era
un “¡Vete a la mierda!” en cambio, guardé mis pensamientos para mí misma. Era
más seguro de esa manera. Tenía que mantenerme a salvo.

Sin confrontación. Simple. Sin embargo, no había nada simple acerca de este
hombre. Podía verlo escondido en el fondo de sus ojos: oscuridad, dureza. Y había
cambiado de expresiones tan rápido como si no quisiera que yo presenciara las partes
más oscuras de él.

Cruzó los tobillos, luciendo casual y cómodo, y apreté los dientes.


»Entonces, ¿te duchas normalmente en el medio de la noche?

—Entonces, ¿eres normalmente grosero?

Él rió y un suave rizo cayó frente a sus ojos. Casualmente lo empujó detrás de su
oreja.

—No sabes quién soy, ¿verdad?

No. Y no me importaba.

—Jasper Kyelin.

Kyelin. Entonces hizo clic. El Scar renegado. El mercenario o asesino; ambos.


Se había quedado aquí varias veces, pero nunca lo había visto. Cuando había sido
atacada hace un par de días por la bruja-vampiro, él había estado ahí, pero estado
sintiendo tanto dolor que no lo vi.

—¿Y tu nombre, rayito de sol?

¿Rayito de sol? Dios, odio las palabras cariñosas. Eran degradantes. Quería decirle
que tomara su rayito de sol y se lo metiera en el culo donde el sol no brillaba, pero
no jugaría su juego y, por su actitud divertida y engreída, esto era un juego y yo era
la pieza del juego.

—Mi nombre es Max, no “Rayito de sol”, aunque sospecho que eso ya lo sabes
—respondí.

Él se encogió de hombros.

Sí, lo hacía. Dios, su medidor de imbecilidad estaba aumentando por segundo.

—Eres la pequeña mascota de Xamien.

El medidor saltó de la escala y explotó. Encontré sus ojos y los sostuve,


fijamente. Bastardo. No tenía ninguna intención de tener más conversación con él y
él estaba comprobando rápidamente mi teoría de que la gente rara vez escuchaba, y
si lo hacían, no les importaba ni una mierda. Todo eran pretensiones para obtener
algo de ti en su propio beneficio. La pregunta era… ¿qué quería Jasper de mí?

Se apartó del marco de la puerta y casualmente caminó por el suelo de baldosas


hacia mí. Confiado. Seguro de sí mismo. Ni un rastro de inquietud.

—¿Qué estás haciendo? —Mi voz tembló y él sonrió. Jesús, junta tu mierda, Max.
Se agachó frente a mí y mis ojos siguieron su ágil movimiento mientras tomaba
mi pinza para el cabello. Lentamente se levantó de nuevo y dio otro paso hacia
adelante. Estaba tan cerca de mí que su aliento rozó mi rostro cuando exhaló.

Mi pecho se apretó cuando su esencia se derramó dentro de mí. Era tierra fresca
mezclada con un toque de cedro seco; sensual. Traté de ignorarlo, pero cuando
respiré, se instaló en mis pulmones y provocó que una ola de calor se extendiera por
mi piel. Rápidamente bajé mi mirada, intentando ignorarlo; en cambio, mis ojos se
arrastraron por sus largos y musculosos muslos.

Tragué saliva y curvé los dedos en los bordes de la toalla, apretándola más en mi
cuerpo. Mantuve mis ojos pegados al suelo, tratando de ignorar las nuevas
sensaciones recorriéndome.

—De pie aquí, mejor mírame, cariño. —Su dedo se coló bajo mi barbilla y apreté
mi mandíbula mientras levantaba mi cabeza para que nuestros ojos se encontraran—
. Y no soy alguien que se repita. —Sostuvo mi pinza en su mano opuesta.

No me moví hasta que bajó las cejas. Le arrebaté mi pinza de la palma y la


enrosqué en mi mano.

Me miró con tanta intensidad que no estaba segura de lo que él estaba haciendo.
Y eso no me gustó. Él era un Scar y no sabía de qué tipo, y algunos Reflectors eran
realmente buenos rompiendo escudos. Había una ligera pesadez en mi cabeza y ese
era él intentando leer mis pensamientos, pero sabía por la presión que no era lo
suficientemente fuerte. Afortunadamente, era una ventaja que había obtenido de mi
cautiverio, un muro de concreto alrededor de mis pensamientos. Tomó varios años
antes de que consiguiera controlarlo, e incluso Xamien, que era casi tan poderoso
como el Taldeburu Norteamericano, Waleron, era incapaz de leer mi mente.

—Un Scar con pensamientos ilegibles. —Sus cejas se elevaron y las comisuras
de sus labios se curvaron hacia arriba—. Pero… —Su pulgar me acarició la barbilla—
. Hay algo más en ti que eso.

Me puse rígida, mis ojos se abrieron, luego tiré de mi cabeza hacia un lado,
quitando su mano. ¿Cómo lo leyó? Oh, Dios, no podía saberlo solo por tocarme
¿cierto?

—Rayito de sol, no me importa ni una mierda lo que estás ocultando. —Me miró
audazmente y luego arrastró las palabras—. Excepto tal vez lo que hay debajo de esa
toalla.

Mordí mi labio inferior, duro. Tan duro que saboreé sangre. Liberé la presión y
saqué mi lengua para acariciar la superficie dañada.
»Me gusta la acción de la lengua, pero mejor la mantienes apartada o perderás
esa toalla. La moral raramente cruza por mi mente. —Jalé mi lengua de vuelta dentro
de mi boca. Él sonrió, pero no coincidió con la mirada penetrante en sus ojos.

—Solo sal de aquí.

Él chasqueó.

—No es la forma de tratar al tipo que estaba preocupado por tu…seguridad.

—¿Seguridad? —¿Estaba loco? No estaba en ningún peligro.

—Soy un Sounder, nena. Escuché tu revoloteo desde mi habitación. —Vaciló


como si estuviera decidiendo qué decir—. Me doy cuenta de que algunos sueños
eróticos pueden ser más bien…vívidos, pero es posible que desees mantenerlos en
secreto mientras estoy aquí. O… —Sonrió—. Estaré tentado de hacerlos realidad.

Traté de cubrir el deseo que me sofocaba, pero él estaba arruinando todo mi


control y yo estaba entrando en un territorio desconocido.

»¿A menos que por supuesto, tú y Xamien estén follando?

Mi boca se abrió. Bastardo. En primer lugar, no era de su incumbencia y, en


segundo lugar… no era su maldito asunto. Reprimí mi respuesta, que sería mi puño
golpeándole el rostro, y en su lugar utilicé la respuesta que Drake me había impuesto.
Sin confrontación significaba que permanecería protegida.

—No, señor —dije en voz baja y me miré los pies.

De repente, me encontré siendo presionada contra la pared, sus manos agarrando


mis caderas con una mordida feroz. Jadeé, mis ojos relampagueando hacia los suyos.
Había desaparecido cualquier rastro de humor burlón mientras sus ojos se
estrechaban sobre mí, con las cejas fruncidas, la boca apretada.

—¿Señor? No tu puto señor. Cualquier cosa menos un señor, mejor que


recuerdes eso.

Tan repentino como llegó, la violencia en su expresión desapareció y las


comisuras de su boca se curvaron hacia arriba y una chispeante calidez invadió sus
ojos. Sus manos dejaron mis caderas solo para moverse lentamente por mis costados
hasta que sus pulgares descansaron justo por debajo de mis pechos.

»Jodidamente hermosa.

Se apartó de mí, y por un breve segundo, deseé que no lo hubiera hecho.


Entonces deseé haberle clavado un golpe en la ingle.

Dio media vuelta y se fue, dejando la puerta del baño entreabierta.

Me derrumbé sobre el asiento del inodoro y puse mi cabeza entre mis manos.

¿Qué demonios acababa de pasar? Perdí la calma. Mi control. Irrumpió a través


de mi escudo y tuvo a mis emociones desencadenándose como fuegos artificiales. Él
era peligroso para mí y para lo que yo estaba ocultando.

Me arrastré de regreso a la cama, pero no pude dormir. En cambio, imágenes de


Jasper inundaron mi mente y me hicieron dar vueltas.

A la mañana siguiente, según Xamien, Jasper se había ido antes de que saliera
el sol. Debería haberme sentido aliviada; en cambio, me encontré pensando en él y
no fue solo ese día. Continuó días después.

Entonces una semana más tarde, me desperté en la noche y percibí su esencia en


mi habitación. Salté fuera de la cama, encendí la luz esperando verlo, pero Jasper no
estaba ahí. Día tras día durante semanas, lo sentí cerca de mí, pero Jasper no había
vuelto.

Me obsesioné con él. Pensando en él todo el tiempo y luego constantemente


reprendiéndome por ello.

Y lo peor era, que mis pesadillas recordándome que debía permanecer oculta y
a salvo se llenaron de sueños eróticos sobre Jasper.

Pero la sensación de que él estaba cerca de mí nunca fue consistente. Era como
si él estuviera ahí y luego… se hubiera ido. No podía entenderlo y después de varios
meses, dejé de intentarlo. Lo que sí sabía fue que cuando ya no lo percibí, me sentí…
sola.
Max
Seis meses después
Rodé, gimiendo mientras el profundo rugido del silenciador de una motocicleta
sonaba fuera de la ventana de mi dormitorio. Puse la almohada sobre mi cabeza
mientras derrapaba en la graba y luego el motor resonaba antes de apagarse.

Abrí un ojo y miré al número digital rojo en el reloj sobre mi mesa de noche: una
quince. ¿Qué estaba haciendo Xamien... ?

La puerta frontal se azotó al cerrarse y me senté de inmediato.

Xamien estaba en Toronto, con Waleron.

Xamien no tenía una motocicleta.

Disparos de miedos mancharon mi piel mientras oía los pasos en el piso de abajo.
Mi corazón golpeó contra mi pecho y lancé los cobertores a un lado, saltando fuera
de la cama y luego arrodillándome en el piso, tanteando allí hasta que encontré el
azulejo ligeramente levantado. Enterré mis uñas debajo y lo desencajé, entonces la
deslicé a un lado.

Estirándome dentro del hoyo, saqué mi pistola y rápidamente revisé si aún estaba
cargada, aunque siempre la dejaba así. Nunca asumía que estaba segura, incluso
luego de años de estar libre del monstruo. Ni fingía creer que el sentimiento se alejaría
alguna vez.

Sin embargo, un arma no lo detendría. Nada lo haría si él me encontraba.

Me aferré al arma, mi dedo curvado alrededor del gatillo mientras los pies con
botas subían las escaleras, dos escalones a la vez. Dos a la vez... Drake nunca las
subiría de esa forma. Él lo haría calmadamente, tranquilo y con gracia. Con completo
control. Majestuoso.
Rápidamente miré a mis manos... estaban normales, no calientes. Después de
años de sanar los pulmones de Drake, semana tras semana, mis manos
automáticamente solían calentarse cuando sea que él estaba cerca. Se volvió mi señal
de advertencia de que él llegaba... a casa. A pesar de lo que pasó allí, sin embargo se
volvió una casa para mí por seis años. No tenía nada más. No tenía a nadie más. Él
se aseguró de eso.

El ritmo de mi corazón se estabilizó y el temblor en mi cuerpo se detuvo cuando


noté que no podía ser Drake. Podría ya no tener miedo a morir, pero era lo
suficientemente lista para temer de Drake y de regresar a él. O lo que me haría, si
alguna vez descubría lo que le había estado ocultando todos estos años que viví con
él.

Mi única fuerza era que había aprendido a estar adormecida. A apagar el bucle
interno de emociones. Era mi forma de no sentir el dolor. De detener mis habilidades.
De detenerlo todo.

Hasta él. Jasper.

Traté de ignorar la chispa encendiéndose dentro de mí al pensar en él, pero por


meses, imaginé el toque de sus dedos sobre mi cadera cuando me presionó contra la
pared. Olía su aroma en la brisa que vagaba a través de la ventana, en la noche,
cuando yacía en mi cama. Y en esos momentos, juraba que él estaba observándome...
que estaba en mi habitación cuando yo dormía. Eso liberaba un anhelo por él que se
negaba a ser apagado.

Y lo odié por eso. Odiaba cómo despertaba algo dentro de mí. Él era como una
larva, cavando profundo en mi piel, del que no podía deshacerme.

Mientras que él controlaba con tanta facilidad sus emociones, las mías habían
estado por todas partes, como mariposas en una tormenta de viento.

Los pasos avanzaron confiadamente por el corredor, así que rápidamente fui de
puntillas detrás de la puerta de mi dormitorio y presioné mi espalda contra la pared.

Sostuve el arma con ambas manos en frente de mí, mi dedo firme sobre el gatillo
mientras esperaba que mi puerta se abriera. Miré a mi ventana y pensé en correr, pero
no quería correr. Pasé cuatro años aprendiendo cómo manejar armas y era buena en
ello.

Varias veces, atrapé a Xamien observándome desde la ventana de la cocina,


mientras yo practicaba incansablemente, empuñando mis espadas circulares. Vi la
tristeza en sus ojos y la decepción. Nunca me presionó, pero sabía que quería que
confiara en él. Que le dijera quién era yo y lo qué me pasó. Todo lo que él sabía era
que era un Scar y mi nombre era Max, aunque lo último obviamente era una mentira.
Mi respiración se atascó a medida que el aroma familiar de Jasper se escurría
bajo la pesada puerta de madera. Mis latidos salieron disparados y mis terminaciones
nerviosas se pusieron firmes.

Oí el crujido de la manija girando y luego la puerta estalló abierta muy fuerte, se


suponía que mi pie la detuviera, pero no lo hizo y fui aplastada entre la puerta y la
pared.

Se apresuró a entrar, girando y pateando la puerta para cerrarla con el talón de


su bota.

Esa sonrisa engreída que usó tan fácilmente en nuestro último encuentro había
desaparecido. Ahora lucía... violento. Despiadado. Y, de repente, el alivio de que
fuera él desapareció y la inseguridad me dominó. Sus ojos grises entornados
destellaban con una constante gravedad mientras me miraba. La afilada silueta de su
mandíbula palpitaba y los músculos en su cuello se tensaron.

—Cámbiate —ordenó Jasper. No hubo disculpa por golpearme con la puerta.


Sin explicaciones. No hubo reconocimiento del arma en mi mano, apuntando a su
pecho.

Y yo no iba a ir a ningún sitio con él. No tenía idea de por qué estaba aquí en
medio de la noche, pero ciertamente no confiaba en un renegado y asesino Scar, sin
importar cuánto pensé en él los últimos seis meses.

—Necesitamos salir de aquí como la mierda. —Lo miré mientras él iba hacia la
ventana, separando las cortinas y mirando al exterior. Usaba pantalones cargo
negros, que colgaban perfectamente de sus caderas y una ceñida camiseta negra, con
una pistolera colgada sobre su hombro. Mis ojos se deslizaron hacia abajo por sus
brazos tatuados y a su mano, que estaba curvada alrededor del mango de un cuchillo.

Se giró y se me acercó.

»Mierda, rayito de sol. ¿Tienes un problema con las instrucciones? —Me agarró
de la parte superior del brazo.

Inmediatamente reaccioné a su toque brusco y traté de liberar mi brazo, pero se


negó a ceder.

—Suéltame. No iré a ningún sitio contigo.

—Será mejor que esto valga la maldita pena —murmuró.


No tenía idea sobre qué estaba hablando, pero para marcharme de repente con
él, en medio de la noche... era estúpido, considerando el rumor de que este sujeto
tomaba trabajos que estaban muchísimo más allá de ser morales.

Jasper levantaba algo en mí, una rebelión para mi frialdad y tenía la urgencia de
intentar romper ese control que él poseía.

—No voy a ir a ninguna parte con usted, señor. Ahora, déjeme ir.

Su doloroso agarre se apretó y sus ojos se estrellaron en mí.

—Llámame así una vez más y, una vez que salgamos de este maldito lugar, te
lanzaré sobre mis rodillas y azotaré tu culo.

Mi respiración se atascó y jalé para alejarme de nuevo, pero fallé en aflojar su


agarre, así que, en lugar de eso, levanté mi arma y la apunté hacia él.

»Mierda, me estás molestando. Guarda las balas para los idiotas quienes vienen
hacia aquí. —Jaló mi brazo, fuerte. Tropecé hacia él y su mano fue a mi arma.

Apreté el gatillo.

Bang.

El sonido hizo eco a través de la habitación, junto con una fuerte vibración
acompañando su rugido.

»Mierda.

Me soltó, trastabillando varios pasos hacia atrás, su mano en el lado de la parte


superior de su muslo, donde la sangre goteaba entre sus dedos. El destructivo camino
de la bala dejó un agujero enorme en sus pantalones, que rápidamente se estaba
empapando en sangre.

Gruñó, su cabeza disparándose hacia arriba y nuestros ojos se fijaron. La


penetrante mirada era inquietante y mis nervios salieron disparados, y no era por la
posibilidad de que este hombre pudiera matarme; era por lo que él podría hacer antes
de eso.

Lo recordé mirándome en el baño, usando una toalla y nada más. Cómo sus ojos
deambularon sobre mi cuerpo como si él fuera a lanzarme sobre el mostrador y salirse
con la suya conmigo.
Retrocedí un paso, el arma aun apuntándolo. Pero esta vez, estaba teniendo
problemas para mantenerla estable. Nunca antes le había disparado a alguien y no
había pretendido dispararle a Jasper, bueno, no realmente.

Jasper levantó su mano para mirar su herida, entonces resopló.

»¿Recuerdas lo que te dije hace seis meses?

Por supuesto que lo hacía, recordaba cada palabra. Solo no sabía a qué parte se
estaba refiriendo.

»Sin moral, rayito de sol. —Caminó hacia la cama, levantó la sabana y luego,
con su cuchillo, rompió una tira. Elevó la mirada hacía mí—. Nada me afecta. Ni tu
desprecio o el de nadie más. No me importa si me odias o si no puedes esperar por
tener tu boca alrededor de mi polla. Porque, cuando todo esto termine: No. Me.
Importa. Una. Mierda. Lo que sí me interesa, es que me paguen. —Tomó el pedazo
de lino y lo envolvió alrededor de su muslo, varias veces, y la sangre
instantáneamente se filtró a través de esta—. Y ahora, mi paga por salvar tu culo
acaba de triplicarse.

¿Paga? ¿Salvarme? ¿De qué estaba hablando?

Gruñó mientras jalaba con fuerza el vendaje hecho a mano. Entonces, en un


fluido movimiento, saltó al frente y pateó el arma, sacándola de mi mano. Se deslizó
a través de los azulejos de piedra y desapareció bajo mi cama.

Me lancé a por ella.

Jasper se lanzó por mí.

Ambos aterrizamos en una pila sobre el suelo. Yo sobre mi estómago, Jasper


encima, sus manos aferradas a mis muñecas, sobre mi cabeza.

Mi mejilla se presionó en el frío suelo y jadeé fuerte, y no era por el esfuerzo. La


sensación de tenerlo encima de mí, su aroma despertando una turba de mariposas,
una turba que nunca supe que vivía en mí hasta que lo conocí, una turba con la que
había estado peleando por meses. Bueno, ahora estaban teniendo una fiesta ilegal de
aleteos y necesitaba encerrarlas y lanzar la llave.

La repentina dureza hinchándose entre sus piernas, sobre mi trasero, aceleró mi


pulso y ese bajo octano cambió a un dolor mojador de bragas en estado avanzado.
Traté de retorcer para salir debajo de él, pero me detuve cuando gimió.

»Nena, amo esta posición, y estoy seguro de que eres consciente de eso. Pero,
realmente, no tenemos tiempo para esto.
—Sal de encima. —Pensé que mi voz sería estable; en lugar de eso, tembló y
diablos que él lo notó.

—Lindo —susurró junto a mi oído—. Desearía que tuviéramos más tiempo. Te


follaría justo de esta forma. Quizás levantaría un poco tu culo. Mejor para ambos.

Los escalofríos recorrieron mi piel como pequeñas piedrecitas arrastradas por


una corriente moviéndose rápidamente. Su aliento tenía una pizca de frambuesa que
flotaba sobre mi rostro y lo inhalé, cerrando los ojos. Entonces me tensé cuando el
olor a hierro me golpeó. El instinto de curación fue fuerte en mí y el ardor en mis
manos comenzó cuando el impulso de sanar su muslo corrió por mis venas.

—Aléjate. De. Mi.

—Oh, me alejaré —murmuró. Su polla se crispó y empujé hacia atrás mi pierna


tratando de golpear su muslo—. Sí, rayito de sol, yo también lo siento. Llegaremos
allí.

Oh. Mi. Dios. ¿De verdad creía que tendría sexo con él? Probablemente. No,
probablemente no.

Odiaba lo impredecible y el segundo nombre de Jasper rápidamente se estaba


volviendo impredecible. Era buena leyendo a las personas, sabiendo lo que harían
antes de hacerlo. Jasper era una pieza de rompecabezas rota, en un segundo sexy y
coqueto, y al siguiente oscuro y atemorizante. Ciertamente no era un rayo sol, era
más como una densa niebla. Yo era simple e impasible... bueno, al menos lo era hasta
que aparecieron esas mariposas y el fuego dentro de mí se convirtió en un infierno.

De repente, su peso se levantó y fui arrastrada a mis pies frente a él.

»Te desafío a hacer otro movimiento, ángel. —Arqueó una media sonrisa y fue
del tipo que no había podido sacar de mi cabeza por meses—. Nunca he golpeado a
una mujer. Y nunca lo haré. Pero estoy seguro que la pondré en su lugar de otra
manera. Y nalgadas… eso es juego limpio.

Tomé su advertencia en serio. Jasper no parecía el tipo para hacer amenazas


inactivas. Puedo pensar que podría derribarlo, pero yo era práctica y realista. Él era
un asesino y podría romper mi cuello antes de tomar mi próximo aliento.

Su mirada fue con brusquedad hacia la ventana y entrecerró los ojos, con la
cabeza inclinada como si estuviera escuchando.

»Tenemos que irnos, ahora —ordenó Jasper—. Ya casi están aquí.


—¿Quiénes? —pregunté, pero Jasper estaba abriendo cajones y lanzándome
ropa—. ¿Qué está pasando? —Mi pecho se apretó con fuerza cuando pensé en la
única persona que vendría detrás de mí.

—Humanos. No muy fuertes, pero preferiría que no me dispararan otra vez. —


Jasper se dirigió hacia mí—. Cámbiate o irás así.

Me apresuré a buscar en mi mesita de noche, donde cargaba mi teléfono celular,


pero él llegó a mí primero, agarrando mi muñeca.

—Déjame llamar a Xamien.

La mayoría de los Scars eran telepáticas, pero estaban limitadas dentro de dos
kilómetros o menos, excepto por unas pocas que podían llegar más lejos. Tenía que
llamar a Xamien. No confiaba en Jasper y estaba segura de que no saldría con él
hasta que descubriera lo que estaba pasando.

Jasper se acercó y agarró mi celular, luego lo tiró al piso y lo rompió con su pie.

Miré los pedazos aplastados y luego a Jasper.

—Qué...

—Nada de llamadas telefónicas.

Estaba entendiendo que no iba a ganar aquí.

—No puedo irme contigo. No te conozco, y ciertamente no confío en ti. —


Sostuve la ropa en mi pecho con un brazo, mi mente giraba con desconfianza y
emociones desenfrenadas jugaban conmigo como si fuera una muñeca de trapo.

Él se encogió de hombros.

—Nunca te pedí que confiaras en mí y es mejor que no lo hagas. Pero estoy


seguro como el infierno que me conoces. Soy el tipo con el que has estado pensando
follar durante los últimos seis meses. —Oh. Dios mío—. Y vendrás conmigo porque
quieres que me paguen una gran suma de dinero por salvar tu trasero.

Era como si Jasper estuviera deshaciéndose de mi entumecimiento con un mazo


y no podía evitar volver a golpearme.

—No me iré hasta que me digas qué está pasando.

Jasper frunció el ceño y todo su cuerpo se puso rígido. Cualquier rastro de humor
desapareció cuando dio un paso hacia mí. Retrocedí hasta que mi espina golpeó la
barrera de la pared. Mierda. Realmente lo cabreé y no tenía armas, aunque no estaba
segura de sí tendría las agallas para dispararle de nuevo. Él era un Scar renegado y
asesino, un delincuente que parecía que iba a matarme.

Se detuvo a centímetros de mí y luego levantó su cuchillo hacia mi cuello. No


respiré cuando presionó la punta en el hueco de mi garganta y sentí un pequeño
pinchazo. Me mantuve completamente quieta, con miedo de mirar hacia otro lado o
moverme. Sus ojos tenían un brillo peligroso en ellos mientras me miraba.

Sin decir una palabra, agarró el escote de mi pijama. Luego, con su cuchillo, lo
desgarró en el medio. Me quedé boquiabierta. La ropa que tenía puesta, ahora se
sostenía frente a mis pechos desnudos. No se detuvo allí mientras ponía sus manos
en mis caderas y tiraba de mis pantalones de pijama de seda blanca.

—Oh, Dios mío. —Me paré en mis bragas rosadas frente a él, pero él ni siquiera
me estaba prestando atención; en cambio, caminó hacia la ventana otra vez.

—Ponte la ropa jodida o vas desnuda. —Su tono era áspero con un profundo
acento escocés mientras la tensión latía de él.

Sabía cuándo dejar de pelear y en este momento, Jasper se encontraba furioso y


estaba segura de que en cualquier momento, él mismo me pegaría un tiro y tomaría
una pérdida con cualquier dinero que le pagaran, o me echaría por encima del
hombro con nada más que mi bragas puestas.

Rápidamente me puse los pantalones cortos de color caqui y la camiseta rosa


pálida con el caballo blanco brillante en el frente. Un regalo de Xamien en mi primera
navidad aquí. Venía con mi arma favorita: mis cuchillas circulares.

Cuando me vestí, él estaba frente a mí otra vez, agarrándome del brazo y antes
de que incluso me bajaran la camiseta, me jaló hacia la puerta.

Entonces lo escuché; automóviles subiendo por el camino de grava y patinando


hasta detenerse y luego las puertas abriéndose y cerrándose de golpe.

»Parece que tendré que trabajar para mi dinero ahora. Espero que sepas cómo
patear un culo porque planeo vivir para que me paguen por este trabajo. —Nunca
tuve la oportunidad de usar mis armas, pero practiqué con ellas y pensé que podría
defenderme—. Nuestro mejor escenario... salimos vivos de aquí. El peor… tener que
usarte para negociar por mi vida.

Lo miré boquiabierta.

—Tú no lo harías. —Pero de los fragmentos de información que había reunido


sobre Jasper, apostaba que lo haría.
Sus cejas se levantaron.

—¿Quieres probarlo, rayito de sol? —Oí que la puerta principal se astillaba


cuando se abrió forzadamente. Esperó por mi respuesta y finalmente sacudí la
cabeza. Él sonrió, abrió la puerta y me llevó al pasillo.

Me quedé sin aliento cuando el vidrio se rompió y golpeé mi espalda contra la


pared. Jasper no se detuvo y tiró de mí detrás de él hasta que estuvimos cerca del
pasamanos que daba al vestíbulo. Golpeé contra su costado cuando se detuvo
bruscamente. Él me miró y frunció el ceño, pero no dijo nada. Inclinó su cabeza y
entrecerró los ojos como si estuviera escuchando dónde estaban los hombres en la
planta baja.

Luego se volvió hacia mí y dijo sin una pizca de burla.

»En caso de que muera, deberías saber que he querido follarte desde ese día en
el baño.

Guau, realmente no tenía filtro, y ¿por qué iba a querer follarme? Yo era un
alfiletero de cicatrices y quemaduras.

»Sí, vi las cicatrices. Me importa una mierda. Significa que tienes una historia,
es todo. Una que planeo leer mientras me hundo entre tus muslos. —Jasper no se
movía de puntillas a mí alrededor como si fuera una figurita de cristal con rasguños
por todas partes. Era directo, honesto y… completamente ofensivo.

Atrapé sus ojos mirándome de arriba abajo como si estuviese contemplando si


arrojarme contra la pared y follarme antes de que muriéramos o arriesgarnos y
esperar que saliéramos vivos para luego follarme. Y por alguna loca razón, esa idea
hizo que mi corazón se acelerara y mi sexo se apretara. Pero cuando Jasper me miró
con el calor ardiendo en sus ojos, me sentí... querida. Deseada.

Pero yo era un bien estropeado y no tenía tiempo para sexo, punto. El sexo era
carnal y lleno de emoción. Había demasiadas posibilidades de que mis escudos
fallaran y él vería más de quien yo era. Y las consecuencias de que alguna vez
saliera… era más seguro para todos de esta manera.

Bajó la voz e hizo un gesto con la cabeza hacia el hueco de la escalera.

»Estoy suponiendo diez hombres entrenados con armas de alto poder. Esa es la
mala noticia. La buena... —Me sonrió—, peleo más fuerte excitado.

Nunca quise abofetear a alguien antes; simplemente no me importó que alguien


me molestara, hasta Jasper. Ahora quería abofetearlo y luego... besarlo, Jesús. ¿Qué
diablos estaba mal conmigo?
Los pasos de los hombres crujiendo sobre pedazos rotos de vidrio, porcelana y
todo lo demás que habían destruido cubrían cualquier loco deseo con el que estaba
luchando. Xamien iba a estar enojado y Xamien enojado significaba que iba a haber
mucho para pagar. Era genial, tranquilo y tenía la paciencia de un santo, pero cuando
lo perdía era un tsunami.

»Quédate detrás de mí. Me disparan, me apuñalan, lo que sea, y puedes sanar


mi culo.

Mi estómago cayó en picada.

—¿Qué...? —¿Cómo supo que yo era una Healer? Nadie lo sabía.

Él abrió la puerta.

—Nena, en el momento en que te toqué, lo supe.

Mi cabeza giró y las rodillas se debilitaron.

—¿Se lo dijiste a alguien?

Él vaciló, sus ojos observándome como si estuviera evaluando algo.

—No, Vamos. —Levantó la barbilla hacia la izquierda, que conducía a la parte


trasera de la casa, luego soltó mi mano. De espaldas a la pared, se movió a lo largo
de ella, con un cuchillo en la mano, una pistola en los pantalones en la parte baja de
la espalda. Sus pasos rápidamente devoraron el suelo, pero se encontraba callado y
tranquilo.

Jasper se detuvo, se volvió hacia mí, arrastró sus ojos hacia mi frente y luego se
quitó la camiseta negra y me la arrojó.

Lo miré por un segundo, luego su pecho desnudo, que era una dura losa de
músculo con tatuajes atravesados en su hombro izquierdo uniéndose con los de su
brazo.

»Póntela. Sobresales como un maldito caramelo de algodón con esos estúpidos


brillos de caballo.

Rápidamente lo puse sobre mi top y me colgó hasta la mitad del muslo. El olor
a él se arrastró en mis pulmones e inhalé profundamente con mi barbilla hacia abajo
hasta que escuché su risa distintiva. Entonces quise pegarme un tiro en el pie.

La mano de Jasper me rodeó la nuca y me empujó hacia él. Ahuecó mi mentón


con su cuchillo todavía en su mano por lo que el mango estaba frío contra mi
mandíbula. Luego se inclinó y antes de que pudiera tomar mi próximo aliento, su
boca estaba sobre la mía.

Estaba tan asombrada por simplemente quedarme allí y dejar que me besara.
Teníamos hombres viniendo detrás de nosotros. Tenía un disparo la pierna y me
estaba besando y fue... Jesús, fue penetrante, implacable y duro.

Fue hermoso.

No había tenido mucha belleza en mi vida, pero esto... la urgencia en él. La


necesidad. Me envolvió y me dejé caer contra él, mientras su boca inflexible se movía
contra la mía con posesión.

Me dejó ir y sin decir una palabra se dirigió hacia las escaleras.

Me quedé congelada, con los labios hinchados y las rodillas débiles.

Me miró.

»Espera a que tenga mi polla dentro de ti.

Solté un bufido cuando cada mariposa fue asesinada y cayó en picado a una
muerte dolorosa en la boca del estómago.
Jasper
La besé, maldita sea. No lo había planeado... bueno, no aún, al menos, pero
verla inhalar el aroma de mi camiseta... eso rompió mi control. Fue malditamente
caliente como el infierno.

Oí dos conjuntos de pasos comenzando a subir las escaleras y rápidamente


empujé a Max de nuevo contra la pared. Puse mi dedo frente a mis labios, le hice
señas para que se quedara y bajé algunos escalones para echar un vistazo sobre el
barandal.

Regresé la mirada a Max, para asegurarme de que estuviese siguiendo mis


instrucciones, porque rápidamente estaba notando que, bajo el sumiso caparazón tras
el que se escondía, yacía desafío. No lo había esperado hasta que me disparó. Ahora,
eso fue una jodida sorpresa. No creí que tuviera las agallas, pero habiéndola
observado por los últimos seis meses entre trabajos, sabía que ella era capaz de
manejar un arma. Solo que no esperaba que usara una contra mí.

Tembló cuando la besé y esos labios, esa boca había sido cálida y maleable bajo
la mía. Jesús, era mejor de lo que imaginé y lo había imaginado jodidamente mucho.
La cosa era que, ahora, este era un trabajo. Ella era un trabajo. No quería que lo
fuera. Mierda, era el peor jodido trabajo de todos, pero no había forma en el infierno
que algún otro bastardo se acercara a ella.

Tenía que ser yo.

Jesucristo, quería follar a la chica que me contrataron para matar.

Sí, bueno, podría no tener la oportunidad de hacer eso tampoco, si no


conseguíamos salir de aquí. Lancé mis piernas sobre el barandal y salté, aterrizando
de golpe encima de uno de los sujetos y derribándolo. El disparo de dolor en mi
muslo por la herida de bala hizo que mi visión se oscureciera por un segundo, y
sacudí mi cabeza tratando de aclararla.
Oí movimiento frente a mí y pateé con mi pierna buena, golpeando al otro sujeto
en el pecho, haciéndolo rodar por las escaleras como una pelota de playa que se
pinchó y desinfló en el final, mientras yacía sobre su estómago, impactado por un
segundo.

Me di la vuelta, golpeando al tipo en la garganta y él dejó caer el arma para


aferrarse el cuello con ambas manos, jadeando por aire. Aun encima de él, medio
giré y lancé mi cuchillo al sujeto al final de las escaleras, quien ahora estaba de pie,
con su arma apuntándome. Mi cuchillo se incrustó en su pecho, pero no lo
suficientemente rápido ya que oí el distintivo clic.

Rodé a un lado cuando la bala pasó rozando mi oreja izquierda. Jalé a su amigo
en frente de mí mientras el arma continuaba disparando. El abrupto impacto de las
balas golpeando el cuerpo causó que se sacudiera varias veces. Estúpido bastardo.
Lancé el cuerpo al frente cuando estuvo fuera de ritmo y tropezó por las escaleras,
golpeando al idiota y ambos aterrizaron en una pila.

Cuando llegué a ellos, el tipo vivo estaba intentando liberarse de su amigo


muerto mientras yo me paraba encima.

—¿Necesitas ayuda? —Arrastré al tipo muerto fuera de él. Entonces, antes de


que tuviese oportunidad de llegar al cuchillo en su bota, aterricé un fuerte golpe de
mi puño sobre su herida en el pecho, donde había estado mi cuchillo—. ¿Quién te
contrató?

El sujeto tosió sangre y salpicó mi pecho en un delgado roció. Cuando recuperó


el aliento, levantó su cabeza y encontró mi mirada.

—Vete a la mierda. —Entonces, tuvo las bolas de escupirme el rostro.

Era bastante malo que yo tuviera unas más grandes.

Deslicé mi cuchillo a través de su garganta y observé mientras sus ojos


entornados se ampliaban, y gorgojeó a medida que la sangre se rociaba desde su
cuello. No tenía tiempo para mierdas y el imbécil no iba a decirme nada. Por
supuesto, eso podría haber cambiado si lo llevaba con nosotros y lo torturaba por un
rato. Pero, a pesar de lo que hacía para vivir, la tortura no era mi cosa y esos quienes
oyeron de mí sabían eso.

Sin joder por ahí. Dime lo que quiero o muere. Ahórrame un infierno de tiempo
perdido arrancando uñas o sacando dientes.

La oí aparecerse detrás de mí y entonces olí el delicioso aroma de su champú de


coco. Jesús, no me gustaba el hecho de que estaba pensando en besarla de nuevo,
con dos cadáveres a mis pies y varios hombres más quienes, sin duda, escucharon los
disparos e iban a estar sobre nosotros en cualquier momento.

Debería estar pensando en salir de aquí como la mierda. Podría querer follar
mujeres, pero mi trabajo estaba primero. Siempre. Y este trabajo era bastante
importante, porque Max tenía algo que yo quería. Eso era si podía mantenerla viva
y fuera de las manos del sujeto quien estaba tras ella. Si él se acercaba demasiado, no
tendría opción... tendría que matarla.

Era esa la razón por la que me escogieron. Era el único Scar quien la mataría si
necesitaba hacerlo. No estaba orgulloso de eso. Mierda, nunca pensaba en los
trabajos que hacía y a quien tenía que matar. Ellos eran un medio para un fin, excepto
que mi fin nunca llegaba. No podría salir de abajo de la tormenta que se avecinaba
en mi interior. Atrapado en un círculo vicioso de la atormentada pena de mi familia
y mi culpa comiéndome por dentro.

—¿Jasper?

Me tensé, entonces levanté la mirada hacia la chica que había estado acosando
por meses. Al principio, lo dejé suceder como lujuria, y siendo el bastardo enfermo
que era, quería romper a la chica que conocí en el baño. Pero cuando me fui por un
trabajo, ella jodió con mi mente y era en todo en lo que podía pensar. No podía
esperar para regresar y verla sorber su café en el patio, o ver el sudor gotear por sus
mejillas sonrojadas mientras practicaba con esas rudas cuchillas circulares. Lo peor
fue deslizarme en su dormitorio en las noches y tener que irme cuando ella
comenzaba a girar y gemir.

Su mano tocó mi brazo y giré mi mirada en su dirección. Ella estaba viendo a


los cuerpos. Quieta y calmada, como si hubiese visto muerte regularmente. Tuve la
necesidad de lanzarla contra la pared y besarla de nuevo. No podía evitarlo. Ella me
excitaba. Me excitaba y era incluso peor ahora que probé la rebelión dentro de ella,
que estaba desesperada por salir a jugar.

Jesús, tenía que recomponerme. Ella necesitaba aprender las reglas y yo tenía
que comenzar a pensar en ella como un trabajo.

Enlacé mis dedos con los suyos y luego corrimos hacia la cocina, saliendo por la
puerta trasera. Tan pronto como estuvimos a varios metros de la casa, oí el grito
sobre nosotros, desde la ventana del segundo piso.

—Mierda. —Aceleré mi paso, mi muslo quemando a medida que avanzábamos


a través del jardín—. Mi moto está oculta adelante, cerca del cobertizo.
Su mano de repente se deslizó de la mía y pensé que se caería; en lugar de eso,
cuando me detuve y miré atrás, ella estaba cavando frenéticamente en la jodida tierra
con sus manos.

Me congelé.

Por un segundo. Un maldito segundo me golpeó y me congelé, viéndola


fijamente.

Cavando.

Frenéticamente.

De rodillas.

La fachada se deslizó y tropecé hacia atrás. Mi mano sosteniendo mi cuchillo


tembló y mi corazón palpitó erráticamente. El recuerdo era vivo y brusco, como
papel lija frotándose en mi mente, moliendo la imagen sobre mí, una y otra vez. Era
yo. Era yo, buscando a Beth.

Débil. Había sido tan débil. No lo suficientemente fuerte para salvarla. Luego, el
llanto de mis padres... la bilis se elevó en mi garganta a medida que recordaba los
puños de mi mamá, golpeando en mi pecho, gritando y llorando histéricamente.
Había sido Holden quien la alejó de mí.

Max levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron, pero no la vi realmente.


Era Beth, siendo lanzada en la tumba, la tierra lanzada sobre ella descuidadamente,
mientras se reían.

No podía detenerlos.

No podía salvarla.

No podía...

El débil clic del arma amartillada a quince metros de distancia me sacó del
trance. Jesucristo, curvé mi mano alrededor de mi cuchillo mientras la rabia cubría
totalmente el recuerdo.

—¿Estás tratando de hacer que me maten, chica? Mierda. —Llegué detrás de ella
y la arrastré hacia arriba por debajo de sus axilas.

La tierra se desmoronó de sus manos.

—Mis cuchillas. Necesito mis cuchillas.


Mierda. La había visto ponerlos aquí con bastante frecuencia y vi la expresión
en sus ojos cada vez que los sacaba. Era poder. Necesidad. Desesperación todo en
uno. Ella los necesitaba, al igual que yo necesitaba matar. Joder, incluso me había
masturbado con la imagen de ella en el patio blandiendo sus espadas.

Una ramita estalló. Luego el sonido distintivo de un latido de corazón: un tipo.

Me agaché, luego le di un codazo a Max en el brazo y levanté la barbilla hacia


los rosales a la derecha. Sacó una caja del agujero, luego levantó la tapa y agarró sus
cuchillos. Estas recordaban a las hojas de sierra de mesa, excepto que éstas tenían
agarraderas.

Mi primera impresión de Max ese día en el baño: un dulce y tranquilo conejo


asustado de su propia sombra. Eso duró unos dos segundos cuando vi el destello de
emoción en sus ojos, pero vino y se fue como un rayo, y luego ella era fría y
desapegada.

Y no me gustó. Me gustó ver el desafío que ella intentaba mantener bloqueado;


ese destello de rebelión ardiendo en el núcleo de su cuerpo. Pero esas cicatrices, y
Jesús habían muchas, me hicieron querer abrirla de par en par y luego sanar cada
una de ellas con mis besos.

Mierda. Podría tener que matar a esta chica. Tengo que tranquilizarme.

Max se puso en pie de un salto, con una cuchilla en cada mano, y maldita sea si
mi polla no se endureció.

Fruncí el ceño.

—Trata de recordar que eres una Healer y no hagas nada estúpido. —La agarré
del brazo y comenzamos a correr otra vez, aunque fue más un trote con mi pierna
que me ralentizaba.

Dos tipos salieron por la puerta lateral y corrieron tras nosotros, las balas pasaron
volando, pero noté que apuntaban hacia abajo, a nuestras piernas para no matar a
Max. La empujé hacia adelante tratando de tenerla frente a mí para que estuviera
protegida cuando escuché su rápida inhalación. Ella se tambaleó, su peso me detuvo
y cayó de rodillas.

Su mano fue a su lado y salió cubierta de sangre.

—Joder. —La levanté en picada y me escondí detrás del cobertizo para cubrirme.
La bajé, me puse en cuclillas y le levanté la camiseta para ver qué tan malo era. Ella
no podría morir. La necesitaba con vida. Traté de convencerme de que era por el
pago si la mantenía con vida, lo que era mucho más lucrativo que mi pago si me
obligaban a matarla. Pero sabía que era otra cosa. Algo peligroso para sentir. Algo
que no dejaba entrar por mierda justo como ésta.

La herida sangraba, pero la bala le había pegado y la había atravesado. Jalé la


camiseta hacia abajo, la agarré de la mano y la presioné contra su costado, con fuerza.
Sabía que debía estar dolida, pero no reaccionó. En realidad, parecía tranquila para
ser una chica que acababa de recibir un disparo.

—Quédate aquí. —Me puse de pie y luego me fui tras los pendejos. Disfrutaba
el extraño juego del gato y el ratón, pero habíamos jodido por mucho tiempo y estaba
apostando a que estos tipos estaban pidiendo refuerzos. Los humanos eran fáciles de
matar, vampiros muchísimo más difíciles, pero por lo que Adrian me había dicho,
este era uno de los nuestros, un Scar que estaba detrás de Max y que tenía la habilidad
de Transportarse. Si él se transportaba aquí antes de que nos fuéramos a la mierda,
estaría fuera del trato, y más que probable, mi vida.

Calmé mi respiración mientras los escuchaba acercarse. Deslicé mi arma en el


cinturón y saqué mis cuchillos. Con calma esperé, usando mi habilidad para
enfocarme en sus movimientos. Los maté a los dos con segundos de diferencia.
Limpio. Tranquilo. Y solo una leve protesta de un tipo cuando cayó.

Era bueno en lo que hacía. Por eso lo hacía. Me importaba una mierda el por
qué era contratado para un trabajo. Hacía por lo que me pagaban y me marchaba.
Era simple. Mi vida era simple. Lo mantuve de esa manera.

Hasta Max. Entonces, lo simple se volvió complicado porque no pude olvidar la


imagen de ella mientras estaba semidesnuda contra la pared. Su piel blanca y sedosa,
húmeda y cálida por la ducha; agua goteando por la curva de su cuello; nada entre
nosotros excepto una toalla blanca. Vi las cicatrices recorriéndole la piel y rabia
quemando dentro de mí hacia quien le había hecho eso. Quería destrozarlos por
incluso tocarla.

No podía olvidar a Max sin importar lo que hiciera. Intenté alejarme de la casa
de Xamien, pero no dejaba de regresar, ansiaba echarle un vistazo siquiera.
Jodidamente la aceché. Durante semanas la observé hasta que me necesitaron para
un trabajo, pero luego... luego estaba de vuelta. Siempre malditamente regresé.

La forma en que se movía silenciosamente a través de los jardines, sus sutiles


movimientos como un pétalo de rosa flotando en una suave brisa. Tranquila, sutil,
hermosa. Pero Max tenía espinas. Ella simplemente los mantuvo ocultos; al menos
ella pensó que lo hacía.

Y luego estaban las noches en que escuché sus gritos de las pesadillas. Tuve la
necesidad abrumadora de decir “a la mierda” y correr hacia ella, abrazarla. Pero no
pude. No podía importarme. Tenía que dejar de preocuparme. Esas fueron las noches
que me fui y encontré algo para matar.

Xamien descubrió que yo estaba allí, persistente como una sombra negra en las
afueras de su propiedad. Solo se contactó conmigo una vez telepáticamente,
preguntándome qué demonios estaba haciendo. Me fui ese día y no volví durante un
mes. Y cuando lo hice fue después de la llamada de Adrian sobre el trabajo. El que
rechacé al principio y le colgué.

Entonces la sensación helada se intensificó cuando pensé en lo que estaba


pidiendo y supe que tenía que ser yo. Mi trabajo habitual era matar y lo hacía bien.
Proteger a una chica por la que me obsesioné... una que tendría que matar si existiera
la posibilidad de que el Scar pudiera llevársela... pero prefería ser yo. No había forma
en el infierno que dejara a nadie más acercarse a ella.

Si la mierda saliera mal, ella moriría y mi obsesión enfermiza también. Una


especie de ganar y ganar.

Pero cuanto más la observaba, más quería ver lo que había debajo de la dura
capa exterior detrás de la que ella se escondía. Quería liberarla, romper el sello y oírlo
sisear, burbujear y gritar.

Todo sobre esto era jodido. Lo sabía, pero había una posibilidad de que pudiera
obtener lo que necesitaba y alejarme de esto, de ella.

Corrí de regreso al cobertizo donde dejé a Max hace un minuto, esperando


encontrarla gimiendo de dolor, pero debería haberlo sabido, ella se había ido.

—Jesús. —Corrí hacia mi moto, bueno, cojeando porque mi puta pierna dolía
como un hijo de puta. Me detuve cuando la vi y casi volé mi carga. Estaba sentada a
horcajadas sobre mi moto buscando las llaves. Me pregunté, si los habría dejado en
el encendido si ella se hubiera ido sin mí.

Levantó la vista y yo las saqué del bolsillo y las dejé colgando. Me imaginé que
me sonreía, que no era así y me di cuenta de que esta chica nunca sonreía. La había
visto esporádicamente durante meses y nunca la había escuchado reír o haberla visto
sonreír. Y eso me molestó mucho.

Noté que sus navajas estaban metidas en mi bolso de cuero al costado de la moto
y no pude evitar quedar un poco impresionado. Y maldita sea ella sentada a
horcajadas sobre mi motocicleta, un maldito ángel.

Lo que pasaba era que ya no tenía mucho de ángel en ella. Según Adrian, quien
era responsable de encontrarme la mayoría de mis trabajos y era tan corrupto como
yo, tal vez peor, había dicho que Xamien la encontró encadenada en el piso en un
dormitorio cuando tenía dieciséis años. Le llevó un año hablar y decirle a Xamien
que su nombre era Max. Quienquiera que haya tomado a esta chica cuando era niña
había chupado su felicidad y la había cubierto de piedra. Bueno, yo era capaz de
cincelar a través de la piedra. Solo necesitabas saber cómo manejar el puto cincel.

»Creo que debería haber arrancado esa toalla hace seis meses. —No, sabía que
debería haberlo hecho. Me moví y noté que se ponía rígida—. Es una lástima que me
pusieras una bala en la pierna que empieza a doler como el infierno; de lo contrario,
iría a matar al resto de esos hijos de puta y luego hundiría mi polla dentro de ti, justo
aquí en la parte superior de mi moto.

Esperaba algún tipo de reacción; eso fue para lo que la presioné. Pero Max
simplemente me miró con esos ojos en blanco, su mano presionada a su lado. Parecía
que tendría que trabajar un poco para hundirme entre sus piernas. Porque eso era lo
que esto era. Una obsesión lujuriosa con una chica que no debería tomar, pero era
bueno en hacer lo incorrecto. Había hecho lo incorrecto toda mi vida, ahora lo
acababa de aceptar y no puse excusas por ser quien era.

»Deslízate hacia atrás, rayito de sol. —Concentré mi capacidad auditiva y


escuché a los hombres corriendo por la cocina hacia la puerta de atrás.

Ella no dudó. Me gustó eso. Fui yo quien tuvo problemas cuando subí y luego
tuve que jalar de ella hacia adelante sobre el asiento de cuero para que su pelvis
quedara ajustada contra mi trasero. Apreté los dientes mientras mi polla se tensó
contra mis pantalones.

»Brazos.

Cuando ella no puso sus brazos alrededor de mi cintura, yo iba a hacer que lo
hiciera, cuando dos tipos llegaron corriendo por el costado del cobertizo. Pateé el
pedal de la moto para encenderla y patiné por la entrada.

No dispararon y supe por qué; no era el único que quería que Max viviera.
Max
Rodamos por una hora, con mi cuerpo presionado contra el suyo. Me las arreglé
para sostener la barra de metal en la parte posterior durante unos cinco segundos
antes de ceder y poner mis brazos alrededor de él. Jasper montaba su motocicleta
como si estuviera pegada a la carretera y cuando tomó la primera curva y nuestras
rodillas casi besaron el pavimento, lo agarré. Estaba bastante segura de que lo había
hecho a propósito cuando escuché su risa. Idiota.

Con las palmas de las manos apoyadas contra su estómago, sentí los profundos
contornos de los músculos, surcos y duros. Tragué saliva y traté de pensar en otra
cosa, en cualquier otra cosa, pero nada me vino a la mente excepto la sensación de
él bajo mis manos. Su culo y mi pelvis ajustados, la vibración de la motocicleta debajo
de nosotros.

Apreté con fuerza mi codo contra mi costado donde la bala había penetrado y
gruñí de dolor. Mucho mejor. Conocía este tipo de dolor. Era familiar y sabía cómo
manejarlo. Lo que sentía por Jasper era nuevo y estimulante y no tenía lugar en mi
vida. Tenía que controlar mis emociones, y Jasper las hacía chasquear y crujir.

Jasper disminuyó la velocidad después de veinte minutos y navegamos a lo largo


de los sinuosos caminos de Andalucía, España. Me relajé un poco, mis brazos
descansaban suavemente a su alrededor mientras el viento acariciaba mi cabello, el
olor amacerado de los pálidos olivos y el calor de su cuerpo cerca del mío.

Él era tan casual, maniobraba fácilmente la motocicleta con un aire de confianza


como si nada pudiera desequilibrarlo. Y sabía que eso era lo que me atraía de él: esa
incapacidad para estar agitado. El control. También era lo que me inquietaba porque
mi habilidad habitual para mantener a los demás a distancia no funcionaba con él.
Jasper no me trataba como si me hubiera roto; en cambio, me empujaba al borde.

La calidez de su mano en mi muslo desnudo hizo que cada músculo se contrajera


y la respiración se detuviera. Un estremecimiento me atravesó y la piel se puso de
gallina. El calor de su mano se filtró en mi piel fría al instante calmante.
Con un lento deslizamiento casual, deslizó su mano hasta mi rodilla, la ahuecó,
sus dedos se apretaron y luego volvieron a subir. Mi corazón pasó de un latido por
segundo a diez mientras mis mariposas asesinadas resucitaban.

Estaba decidida a ignorarlo y no era como si pudiera escapar tampoco, o alejarlo


de mí. Sospeché que él también lo sabía. Él tenía que saber exactamente lo que estaba
haciendo y yo estaba molesta porque estaba enojada. Que él podría tirarme
fácilmente con un simple toque de su mano.

Apreté mis dientes y cerré mis ojos, esperando ignorar su suave caricia. En
cambio, la imagen de él encima de mí mientras empujaba brilló y rápidamente abrí
los ojos otra vez.

No pude soportarlo más cuando su dedo acarició el punto sensible debajo de la


curva de mi rodilla y una marea de deseo me golpeó.

Mi mano se disparó a su muñeca y me prendí y saqué su mano de mi pierna. Él


no se opuso, simplemente puso su mano de nuevo en el manillar. Tomé una
respiración profunda y mis pezones erectos presionaron su espalda. La motocicleta
se sacudió hacia delante y las comisuras de mi boca se crisparon.

Condujimos durante horas, dándome suficiente tiempo para pensar en lo que iba
a hacer. Todo lo que sabía sobre Jasper era que era un asesino y un amigo de Xamien.
Aunque, estaba recelosa de llamarlos amigos, ya que según los rumores, Jasper no
tenía amigos.

Había logrado mantenerme alejada de cualquier asunto relacionado con los


Scars hasta hace seis meses cuando conocí a Jasper. Había estado en casa de Xamien
para ayudar con una situación que involucraba a la Scar Delara.

Era la primera vez que conocía al Taldeburu, Waleron, que vivía en Toronto. Él
se sentaba en el consejo con los Wraiths y se sabía que era frío, carente de emociones
y que haría cualquier cosa para proteger a los Scars. También tenía un Ink que intentó
tomar el control de él.

Fue entonces cuando Waleron descubrió que yo tenía la capacidad de


comunicarme con el Ink de un Scar. Lo que nadie sabía, y que era imprescindible
seguir así, era que tenía la capacidad inaudita de devolverle la vida a un Ink muerto.

Lo mantuve oculto de Drake durante seis años. Nunca supo que podría haber
curado su Ink y que sus pulmones dañados se habrían reparado con el renacimiento
de su Ink. Pero yo sabía las consecuencias si lo hubiera hecho.

Drake había matado a todo mi Talde solo por mi habilidad para sanar sus
pulmones. Si él supiera que podía sanar su Ink, un Ink que la Diosa mató por lo
peligroso que se volvió, Drake no se detendría ante nada para volver a encontrarme
y eso se sentó en la boca de mi estómago todos los días desde entonces. Mi única
esperanza era que él estaba muerto. Que sus pulmones finalmente cedieron a la
negrura que los sofocaba.

Pero Drake era uno de los Scars originales, más viejo que Waleron, que era
conocido como el Scar vivo más poderoso. Estaba decidido y buscó un día gobernar
o destruir a los Scars.

Jasper repentinamente se desvió de la carretera asfaltada hacia un


estacionamiento y avanzó frente a la puerta de un edificio tipo bungalow, luego se
detuvo, dejando el motor encendido por un segundo antes de apagarlo. Eché un
vistazo al letrero titilante, medio iluminado, que colgaba de un poste de metal que
tubo caliente ocasionalmente parpadeaba en español e inglés. Debajo de eso, decía
vacante.

Puse mis manos en sus caderas mientras bajaba de la motocicleta e hice una
mueca de dolor por mi costado. Me quedé frente a él, con los brazos cruzados sobre
mi pecho.

—¿Qué pasa? ¿Quién me busca?

Había algo detrás de sus ojos oscuros, una dureza despiadada que incluso cuando
mostraba esa sonrisa engreída, se asentaba allí como una mota de arena mojada en
el desierto.

—No sé quién, pero Xamien llamará mañana y puedes preguntarle, aunque dudo
que él tampoco lo sepa. En este momento, estoy cansado como el infierno y necesito
esa bala fuera de mi muslo.

—¿Por qué debería quedarme contigo? —Aunque, por el momento no tenía


dónde ir, sin dinero y ciertamente no podía volver a Xamien.

Él se encogió de hombros.

—Porque quieres vivir unos días más. —Buscó en su bolsillo y sacó una pila de
billetes—. Ve, consíguenos una habitación. Es más probable que ignoren la sangre
en ti que en mí. No necesitamos atención adicional.

—Te refieres a dos habitaciones.

Jasper frunció el ceño, bajó de la motocicleta, agarró mi muñeca, metió el dinero


en mi palma y cerró mis dedos alrededor.
—No, cariño, una. Con dos, estarías desperdiciando mi dinero porque estarás en
mi habitación esta noche.

Quería devolverle el dinero a la cara; en cambio, lo arrugué en mi puño y lo


fulminé con la mirada.

»¿Estás esperando un beso o un golpe en el culo? Ambos están en juego, rayito


de sol.

No pensé que fuera capaz de gruñir como chica, pero hice un sonido que vino
desde el fondo de mi garganta y Jasper lo escuchó porque se rio y luego se recostó,
descansando en su motocicleta, con los tobillos cruzados.

Luego me giré y entré a la oficina donde conseguí dos habitaciones. Cuando


volví, le arrojé una llave con la pequeña etiqueta amarilla que mostraba el número
de la habitación y luego metí la mano en su bolso, agarré mis cuchillas y me dirigí a
mi habitación, que estaba justo al lado de la suya. Esperaba que eso lo hiciera más
dispuesto a inclinarse sobre el tema porque no estaba compartiendo una habitación
con él. Mierda, era un Sounder y podía escuchar los latidos de mi vecino si él quería.

Acababa de poner la llave en la cerradura cuando de repente me llevaron en el


aire y me arrojaron por encima del hombro, el hombro de Jasper. Y maldición si no
trajo lágrimas a mis ojos cuando aterricé con fuerza y sentí como si alguien me
golpeara en mi lado herido.

»Te dije cómo iba a ser. Debería haber escuchado. —Me llevó a la puerta de al
lado, metió la llave en la cerradura y luego la abrió. La cerró de golpe con la punta
del pie, entró en la habitación y me tiró a la cama.

El colchón chirrió cuando reboté sobre él un par de veces cuando aterricé.


Rápidamente volteé y me arrastré hacia el lado opuesto de la cama, y me puse de pie.

»No te estoy persiguiendo, Max. —Era la primera vez que usaba mi nombre y
vacilé—. Sienta tu culo. —Sus palabras fueron como rocas chocando y su postura
era amplia, lista para agarrarme si siquiera intentaba llegar a la puerta—. Voy a
limpiar esa herida de tu costado y luego sanarás mi pierna que tu tan amablemente
le clavaste una bala. Después de eso, ambos tendremos un descanso. —Cruzó sus
brazos sobre su pecho desnudo—. En ésta habitación. Juntos.

Miré hacia la colcha naranja y marrón, ocultando mi ira detrás de mí cortina de


cabello. Él era realmente un imbécil y normalmente podía escapar de la gente, pero
estaba obligándome a tratar con Jasper y cualquier enojo mantenido encerrado estaba
doblando el escudo mental a mí alrededor, listo para liberar toda la furia que
mantendría encerrada muy apretado desde Drake.
Caminó hacia mí, deteniéndose a centímetros de distancia. Entonces, para mi
sorpresa, se acercó y me apretó la cintura. Fue un gesto suave y tranquilizador y tan
diferente de Jasper. Nuestros ojos se mantuvieron fijos el uno sobre el otro por unos
momentos, antes de que él girara y desapareciera en el baño.

Consideré correr a la puerta de al lado. Todavía tenía la llave enroscada en la


mano, pero como aprendí hace mucho tiempo, a veces era más fácil no pelear. Tenía
cicatrices para probarlo.

Cuando volvió a salir, tenía una tela mojada en la mano. Se dirigió hacia una
bolsa de cuero junto a la puerta, la abrió y la revisó hasta que sacó una botella de
plástico. Caminó hacia mí, con el pecho aún desnudo, las líneas vívidas de sus
músculos manchados en sangre seca. Dios, él no tenía una sola cicatriz en su piel
ligeramente bronceada, perfecta. Todo lo contrario de mí.

Me puse rígida, sentándome más recta mientras colocaba mis manos sobre mis
muslos llenos de cicatrices. Luego levanté la barbilla y miré hacia adelante.

Eso no importa.

Nada importaba.

No me importa.

Se agachó frente a mí y oí el crujido de sus pantalones y su suave gruñido.


Mierda, ahora me sentía culpable disparándole y nunca experimenté esa emoción.
No tenía ninguna razón para ello... hasta ahora.

Jesús, él me estaba jodiendo.

Sonó el crujido de un sello y miré la botella en su mano, whiskey. Esto iba a


doler como el infierno y tal vez eso era exactamente lo que necesitaba para juntar mi
mierda.

Él se encogió de hombros.

»Tendré que hacerlo hasta que lleguemos a mí… el lugar de una amiga mañana.
—No me gustó el sonido de eso. Y él dudó en la palabra amiga y estaba suponiendo
eso porque Jasper no tenía amigos; él tenía relaciones comerciales.

—¿Un Scar? —Esperaba que no. Logré mantener ocultas mis habilidades
durante años, pero tenía cuidado con quién me reunía. Conocer a Waleron hace
varios meses fue un error y entonces Jasper había sentido que yo era una Healer.
Todo lo que necesitaba era que un Scar se metiera en mi cabeza y descubriera que
podía dar vida a los Ink, y entonces se correría la voz y sería una desventaja.
—No. Ella es humana. —Alcanzó el dobladillo de mi camiseta, su camiseta, y
retrocedí. Su mano agarró mi cadera y me mantuvo firme—. Sí, quiero follarte, pero
en este momento, no se trata de eso. Así que necesitas aguantar y dejarme hacer esto.

—Puedo hacerlo yo misma —respondí y agarré la botella.

—No, no puedes. —Resopló—. Es irónico, la diosa le dio la capacidad a las


Healer de sanar a todos excepto a sí mismas. Una verdadera putada si me lo pregunta.

Las yemas de sus dedos calentaron mi piel a través del material y no había nada
sexual en eso, sin embargo, era todo sexual. Mi pulso latía en mi garganta y
hormigueaba como estrellas fugaces irrumpiendo a través de mí en todas partes. No
tenía restricciones y lo odiaba. Aparté su mano de mí y luego abruptamente levanté
la camiseta.

Se suponía que era un movimiento fluido. Se convirtió en varios cuando tuve


que levantar el trasero para sacar la camiseta de debajo de mí; luego se adhirió a la
herida debido a la sangre seca y cuando finalmente se despegó, se puso demasiado
alta para revelar mi abdomen y caja torácica.

Mis ojos se clavaron en los suyos, pero él no dijo nada, simplemente mantuvo su
mirada fija en mí. Era casi mejor cuando decía algo porque al menos yo sabía lo que
estaba pensando.

Levantó la botella de whisky y el olor penetrante se elevó en el aire y me quemó


los pequeños vellos de la nariz.

»¿Quieres acostarte para esto?

Negué con mi cabeza.

Él asintió, luego inclinó la mano y vi el líquido ámbar derramarse de la botella.


En el momento en que golpeó mi carne, el ardiente dolor cortó mi costado. Apreté
los ojos, tensándome, pero me quedé quieta.

Después de algunos segundos, abrí mis ojos mientras el dolor se disipaba... hasta
que él comenzó a limpiar la sangre seca de la carne abierta. Era gentil, la esquina de
la cálida tela húmeda frotándose ligeramente sobre mi piel.

Bajó la botella al suelo y luego puso su mano de regreso a mi cadera, sus dedos
calmados y abiertos sobre mi piel. Me sorprendí de que nunca alejara la mirada de
mi costado y de lo que estaba haciendo, sus cejas fruncidas juntas en un profundo
ceño de concentración.

Estaba considerando agradecerle cuando dijo:


»Pudimos haber evitado esto si no me hubieses disparado y salido de allí más
rápido. Trata de recordar que eres una Healer y actúa como tal.

Íntegramente imbécil.

Jasper se inclinó sobre sus talones, sacó un cuchillo de su bota y se estiró hacia
mí. No me moví. Estaba acostumbrada a cuchillos sobre mi carne y si tenía que cortar
o limpiar quitando carne, entonces debía hacerse. Mis dedos se curvaron en el
cubrecama y no pude evitar la aguda inhalación cuando él se acercó más con el
cuchillo.

En lugar de eso, perforó a través de la tela y la rompió al medio, entonces vertió


whisky en ella. Sin advertencia, hundió el pedazo de tela empapada en mi herida.

—Jesús. —Mi visión se puso borrosa y habría estado a mitad de camino a través
de la cama si él no hubiese anticipado esa reacción y se hubiera aferrado con fuerza
a mi muslo.

—Si no te gusta, la próxima vez que no te disparen.

Mordí mi labio inferior con fuerza, para evitar decir algo. No le permitas hacerte
reaccionar.

Para el momento en que Jasper terminó de limpiar la herida, estaba bastante


adormecida. Vertió algo más de whisky en ella, luego se levantó y fue por su bolsa.

Creo que la única forma en que lo soporté fue repetir una y otra vez en mi cabeza,
que bastardo insensible era. Pero él tenía razón. Debí haber sido más cuidadosa y no
estaba segura de qué me molestaba más, no haberlo sido o el comentario de Jasper.
Decidí enfocarme en el comentario de Jasper, porque estaba siendo un idiota y
apostaba que la mayoría de las chicas caían a sus pies y extendían sus piernas tan
pronto como les sonreía.

»Ve a ducharte y luego lo vendaré.

Iba a decirle que sanaría su pierna primero, así podía terminar con eso, y luego
decidí que él podía sufrir un poco más. Me levanté de la cama, fui hacia el baño y
cerré la puerta. Busqué el seguro... no había uno.

Me detuve por un segundo, recordando cuando Jasper se encontró conmigo


antes. La forma en que sus ojos vagaron sobre mí como si yo fuera... como si a él no
le disgustara mis cicatrices.

Rápidamente, giré lejos de la puerta, evitando el espejo mientras me quitaba la


ropa, y luego abrí las llaves. El fondo de la tina lucía como si tuviera un anillo de una
capa de jabón sucio a su alrededor, pero no tenía otra opción. Me paré bajo el rocío,
tensándome unos segundos cuando el agua golpeó mi herida, y luego agarré la barra
de jabón empaquetada del hotel del anaquel. Abrí el papel y rápidamente me
enjaboné. Mi cabello necesitaba lavarse para deshacerse de todo el polvo del camino,
pero el motel no tenía champú o acondicionador, y fui obligada a usar el jabón.

Terminé y tenía una pierna fuera de la tina cuando la puerta se abrió. Agarré los
bordes de la cortina de ducha y lo jalé a mi alrededor.

»Ropa —dijo él y puso una pila sobre el mostrador. Me sonrió—. Podrías


acostumbrarte a bloquear la puerta.

—No hay un maldito seguro —grité. Me congelé, notando que había gritado.
Dios, no había gritado desde... desde que Drake lo extrajo de mí. No tenía permitido
gritar, chillar o pelear.

Él levantó su mano y agitó la cadena deslizante dorada en la cima de la puerta.


Mierda. ¿Quién pone un seguro allí?

—Si quieres que te vea desnuda, todo lo que tienes que hacer es pedirlo, rayito
de sol. Soy un sujeto bastante directo. No necesito los juegos.

¿Juegos? ¿Él pensaba que yo estaba jugando? Deseé como el infierno poder
fácilmente bajar mi cabeza y decir “sí, señor”... pero no podía. Jasper me irritaba
demasiado, arruinando mi habilidad para mantener mi boca cerrada.

—¡Sal!

Se rio y asintió hacia la cortina de la ducha.

—El naranja no te queda realmente. Prefiero los rojos. Luces jodidamente


hermosa de rojo. —¿Qué? Él nunca me había visto de rojo—. Estoy pensando en
tacones negros puntiagudos también. Quizás podríamos buscar algunos y...

Recogí la barra de jabón, pero antes de que pudiera lanzársela, él desapareció.


Estaba tan enojada conmigo misma por reaccionar a sus palabras. Él estaba
disfrutando viéndome luchar y yo tenía que volver a poner mi mierda bajo control,
después llamar a Xamien y descubrir qué sucedía. Luego, tenía que alejarme de
Jasper tanto como pudiera.

Dejé el agua abierta completamente en caliente mientras me secaba, y para


entonces, el baño entero estaba en una densa niebla de vapor. Me puse la camiseta
de cuello en V, extra grande que él me dejó... suya. Levanté los boxers cortos en el
aire... suyos. Sentí un pequeño tirón en la esquina de mi boca mientras los veía
fijamente. ¿Él esperaba que usara sus boxers? Eché un vistazo a mis pantalones cortos
cubiertos de sangre y luego de nuevo a los boxers.

El pensamiento de usar sus boxers... Cómo habían estado junto a sus muslos,
con su polla rozándose contra el material...

Detente.

Me los puse de un jalón, rodándolos hasta la cima para que permanecieran en


mis caderas y luego cerré el agua caliente, la cual ya no estaba caliente. Salí del baño
y me detuve. Jasper estaba recostado contra la cabecera, sus brazos cruzados detrás
de su cabeza mientras veía un canal de noticias español en la televisión. Lucía como
un rey, confiado, casual e ignorándome por completo.

Llegué al lado de la cama y me senté antes de que él dijera algo.

—Ducha larga.

Me encogí de hombros. Sin duda, él sabía exactamente lo que había hecho.

»No te preocupes. Me sientan muy bien las duchas frías. Y si me enfrío


demasiado, te tendré para calentarme. —Antes de que pudiera responderle con algo,
dijo—: ¿Vas a poner esas manos sanadoras sobre mí ahora? Estuve sentado aquí,
pensando en ellas tocándome por la última hora, en la que has estado usando mi
agua caliente.

—No fue una hora. —Fruncí los labios. No iba a entrar en su juego.
Necesitábamos algunas reglas de campo antes de que lo tocara—. No me beses de
nuevo... nunca.

Bajó sus brazos de atrás de su cabeza.

—Oye, solo tomo lo que quieren dar, rayito de sol. Y solo me refiero a las
mujeres. Cualquier otra cosa... en su mayoría, solo tomo.

Sí, apostaba que tomaba cualquier cosa que quisiera y ni siquiera lo pensaba dos
veces.

—Bueno, no pedí ser besada.

Sus cejas se elevaron.

—Podrías querer volver a pensar esa respuesta, porque estás mintiéndote a ti


misma y a mí.
Lo ignoré.

—Y tú dormirás en el suelo.

No dijo nada, simplemente me miró y, diablos, no podía decir lo él qué iba a


hacer.

—¿Vas a sanarme o a admirarme?

Ponle un freno, Max. Tomé una profunda respiración, trepé sobre la cama y gateé
sobre su muslo herido. Mis ojos golpearon la ligera hinchazón en sus pantalones,
entre sus piernas.

Se encogió de hombros.

»Está fuera de mi control, ángel. Las chicas calientes gateando en sus manos y
rodillas hacia mi región inferior... es la maldita fantasía de cualquier hombre. Incluso
una mejor es que uses mis calzoncillos.

Jadeé, sentándome derecha, mi boca cayendo abierta. Luego, gruñí:

—Bóxer.

Se rio, un sonido que hizo calentar a mi interior e hizo enloquecer a esa


muchedumbre de mariposas. Ronca y profunda, como si viniera profundo de su
interior, pero el sonido despreocupado nunca coincidía con esa mancha de dureza
en sus ojos.

Cómo apestaba que me gustara el sonido de su risa, muchísimo. Era bueno que
él raramente se riera. Sus risitas y sonrisas podía manejarlas, pero su risa, no tanto.

Entonces, hice lo que terminaría su risa y presioné mis manos con fuerza en su
herida. Se detuvo abruptamente y frunció el ceño, sus músculos flexionados. Eché
un vistazo a sus tatuajes en sus brazos, que se abultaron con la tensión.

De lo que había oído sobre las otras Healers, no podían tocar a nadie con una
herida sin que sus manos reaccionaran. Pero yo era diferente, tenía que concentrarme
y enfocarme en la sanación y solo entonces, comenzaría a suceder. A veces, se sentía
como si pudiera hacer lo opuesto a quitarlo. Que tenía que decirle a mi habilidad qué
camino tomar, sanar o destruir.

Temblores se sacudieron a través de mí mientras mis manos ardían, y cerré los


ojos. Las imágenes venían con la habilidad como sentir el mismo dolor que la
persona que sanas. Apreté mis dientes mientras el impacto de la bala me golpeaba la
pierna. Permití entrar al dolor, filtrándose a través de mí, entonces empujé a un lado
la sensación. Sabía cómo bloquear el dolor, pero también sabía cómo soportarlo.

Mi sanación tomó control mientras el ardor crecía en mis manos y las imágenes
se movían más rápido a través de mi mente, como una película en cámara rápida.
Pensé en todos los momentos en que sané a Drake, semana tras semana por seis años,
sanando sus pulmones así él podría respirar. Sabía que era porque su Ink estaba
muerto. Mi madre me lo dijo antes de morir. La diosa habían matado a su Ink para
debilitar a Drake y, sin mi sanación, él podría no haber muerto, pero sería frágil.

Solía ponerse muy enojado cuando la sibilancia comenzaba a solo una semana
después de sanarlo, luego el dolor en su pecho. El castigo era hacerme intentar con
más fuerza, obligarme a sanar sus pulmones por completo, pero no podía. No podía
sin sanar su Ink al mismo tiempo, y nunca podría hacer eso. Él mataría a todos los
que alguna vez amé. Y sin importar lo que me hizo, nunca le fallaría a mi madre o
al Talde. Nunca sanaría su Ink.

—¿Max?

Me sacudí. El calor en mis manos y las imágenes se deshicieron


instantáneamente. Se estiró por mí y me moví hacia atrás, rápidamente alejando mi
mirada de la suya. Recogí la bala que extraje durante la sanación y Jasper lo sacó de
mi agarre, empujándola en el bolsillo lateral de sus pantalones.

—¿Por qué querrías eso?

Jasper colgó sus piernas sobre el borde de la cama.

—No muy a menudo te quedas con la bala que te disparó una mujer a la que vas
a follar.

Resoplé. Luego, me encontré observando fijamente, con ojos amplios y el


corazón golpeando contra mis costillas, mientras Jasper soltaba los botones de sus
pantalones y capturé un vistazo de los vellos esparcidos que guiaban hacia abajo,
como una señal de flecha. Sus pantalones cayeron al suelo y los pateó fuera de sus
pies descalzos.

—Jasper, ¿qué...?

—Voy a ducharme, y espero que estés aquí cuando salga. Si no lo estás...


tenemos un problema, y no te gustará cómo lo resuelvo.

No podía dejar de mirar. Los contornos de sus muslos eran como montañas con
grietas en un valle, largos, duros y firmes. Tenía la necesidad de correr las puntas de
mis dedos sobre ellos y...
—Oh, Dios.

Jasper se detuvo justo afuera de la puerta del baño y medio giró.

—¿Qué sucede? —Estaba en alerta en un instante, sus ojos enfocados, su cuerpo


tenso. Sabía que tenía que estar usando su habilidad de Sounder, para buscar algún
peligro en el área alrededor del motel.

Lo divertido era que él era el peligro.

—Nada. —Chillé y bajé la cabeza. Eché un vistazo hacia él justo cuando sus
dedos fueron al borde de su bóxer.

Tragué. Me congelé. Entonces miré desde debajo de mis largas pestañas mientras
él se inclinaba y se los bajaba de una sola vez.

Mierda.

Capturé un vistazo de su culo tenso antes de que desapareciera de la vista. No


porque él cerró la puerta, no, la dejó completamente abierta, sino porque entró tras
la ordinaria cortina de ducha.

Caí hacia atrás sobre la cama, cubriéndome el rostro con mis manos. Estaba
excitada. Caliente, húmeda y palpitando. Estaba excitada por las piernas y trasero de
un sujeto. Pero Jasper no tenía solo cualquier trasero; era redondo, duro como roca
y curvado perfectamente en sus muslos esculpidos. Era mortificante. Yo estaba
usando su bóxer, húmeda y sintiendo emociones que nunca supe que tenía. Y la peor
parte era que él lo sabía.

Nunca había estado preocupada por los pensamientos de los otros sobre mis
cicatrices, pero de repente lo estaba. Ahora importaba. Ahora, quería mantenerme
cubierta de él y odiaba sentirme insegura sobre mí misma, pero Jasper mirando a mi
piel arruinada... elevaba mi consciencia de cómo lucía.

Oí el crujir de papel y sospeché que él encontró los jabones baratos que lancé a
la basura junto con el que usé.

—Mierda, eso es frío —gritó Jasper.

Mordí mi labio inferior y sonreí. No noté cuán bien se sentía sonreír, cuánto lo
extrañaba hasta que lo hice. Era como si estuviera más ligera, más cálida y la cubierta
de oscuridad se desvaneció por un segundo.

Entonces, lo bloqueé de nuevo. Porque con una emoción, venían otras. Otras
que me romperían por completo.
Me levanté, jalé el edredón fuera de la cama y luego lancé una almohada sobre
el suelo a su lado. Jalé de nuevo las sábanas blancas, me arrastré debajo y me
acurruqué sobre mi lado, mis manos bajo la almohada. El sonido de la ducha
mezclado con la estable voz mecánica de un presentador en la televisión me
arrullaron al sueño en segundos.
Jasper
Me sequé con una toalla el cabello mientras estaba desnudo al lado de la cama
viendo Max, acurrucada profundamente dormida. Una hebra de cabello caía sobre
su nariz y cuando exhalaba, las finas hebras se levantaban y luego caían de nuevo.
Me acerqué para empujarlos a un lado y luego me detuve.

¿Qué mierda estaba haciendo? Jesús. No tenía por qué tocarla así. Sin derecho
de gustarme esta chica y sin embargo... lo hacía. Al principio, pensé que era lujuria
y lo era; quería follar con ella, todavía lo quería, pero después de verla... ver cómo
retenía la sonrisa mientras corría sus yemas de los dedos a través de las flores
silvestres cada mañana. Cómo soplaba su café cada vez antes del primer sorbo. La
forma en que sus cejas se reunían cuando estaba practicando con sus navajas. Era la
única vez que veía esa determinación oculta en ella. Lo escondía de Xamien con la
forma en que inclinaba la cabeza y hablaba tranquilamente con él, pero siempre había
tensión en sus hombros. Y una vez, cuando él se alejó, vi el parpadeo de tristeza en
sus ojos mientras ella lo miraba fijamente. Y eso no me gustó. Sabía que no pasaba
nada entre ellos, pero de igual forma no me gustaba el hecho de que sintiera algo por
el poderoso y noble como el infierno Taldeburu.

Lo que me encantaba era joder con ella, ver su furia elevarse y el calor en sus
mejillas. Era la única manera en que podía obtener una reacción de ella y lo anhelaba.
Lo necesitaba. Y joder si no quería besar cada centímetro de ella hasta que
ronroneara en mis brazos.

Pero yo no tranquilizo.

Yo follo.

Follar no era emocional. Era una necesidad básica. Pero por alguna jodida
razón, la idea de follarla era completamente consumidora.

Retrocedí un paso de la cama y mi pie aterrizó en el edredón. Mis ojos golpearon


la almohada junto a este. Como el infierno que iba a dormir en el maldito suelo. Esta
chica realmente tenía unas cuantas lecciones para aprender en cómo todo esto iba a
pasar.

Pero Max tenía problemas de límites. No me iba bien con eso. Me gustaba pelar
las capas, hacerlas sangrar entonces si lo necesitaba podía usar lo que tenía contra
ellos para conseguir lo que quería.

Era bueno rompiendo límites, reglas y cualquier otra cosa. Viviendo mi forma
de vida no había tiempo para tonterías personales. Las mías estaban cerradas tan
fuerte, ni siquiera un Scar Reflector podría llegar a mis secretos.

La forma en que Max se estremecía sutilmente cuando la tocaba, cuestión de


límites.

Queriendo su propia habitación, cuestión de límites.

Edredón y almohada en el suelo, cuestión de límites.

Al carajo eso.

Rompí ese límite con el beso. Ella estuvo tiesa bajo mis labios al principio y
supuse que había tenido la maldita experiencia o si ella lo hizo, fue con un pobre
besador de mierda que no podía tomar lo que él quería. No me equivocaba al
mostrarle a una mujer cómo era ser tomada. Mierda, ellas querían eso y si no lo
hacían, entonces no eran una chica en la que me importaba hundir mi polla.

Me había desvestido a propósito antes de ir al baño. Si hubiera visto mi sonrisa


o mi erección por pensar en ella mirándome, porque sabía que ella lo había hecho
por el sonido de su acelerado latido, ella habría corrido a la puerta. Casi desearía que
lo hubiera hecho porque entonces habría tenido que atraparla. Mi polla se agitó con
la idea de sujetar su cuerpo luchando contra mí.

No tenía ninguna duda de que pelearía conmigo la primera vez. Sería una batalla
de voluntades, pero estaría mojada como el infierno y palpitante para mí. Sentiría el
deseo atado a través de sus venas, necesitando ser liberado. Y yo iba a ser el que lo
rompería mientras me conducía dentro de ella.

Corrí mi mano a través de mi cabello húmedo, y luego pateé la almohada. Joder.


Necesitaba tener sexo. No había estado con una chica durante meses.

Meses. Sí, malditos seis meses.

Siempre era claro con cualquier chica en la que hundía mi polla, tomar y salir.
Mi lema. Le daría el mejor sexo que hubiera tenido y entonces me iría. No lo veía
como egoísta, lo contrario de hecho. Le daba el mejor placer que había tenido y me
iba antes de que llegara a conocerme, le estaba haciendo un favor al irme. A veces,
volvía por segundos, meses después, pero permanecer demasiado tiempo en la cama
de una mujer llevaba a los apegos. Los apegos llevaban a preocuparse y preocuparse
no tenía nada que ver en mi vida. Me mataría y a cualquier otro cercano a mí.

Elegí esa vida y nada podría interponerse en el camino. Ni siquiera mi pequeña


obsesión. Tendría que terminarlo pronto y la única manera era hundirme entre sus
muslos. Una vez que la tuviera, toda esta mierda que estaba sintiendo se iría. Era la
persecución. El no ser capaz de tener algo y quererlo más.

Enganché la almohada del suelo y la arrojé en la cama, y luego fui y cerré las
cortinas. Me dirigí de nuevo a la cama y miré a Max de nuevo, un maldito ángel con
actitud.

Un ángel atrapado en el infierno. Un sol bloqueado por nubes densas. Sí, esas
marcas en su cuerpo tenían una gran historia. Normalmente me encogería de
hombros, no era asunto mío, pero quería que fuera asunto mío. Quería matar al
bastardo que le hizo eso. No, quería hacer más que matarlo. Quería crucificarlo,
hacerlo sufrir, hacer que rogara por misericordia, por su vida mientras yo reía. Solo
entonces lo mataría.

Tortura. Joder. Yo no torturaba, pero de repente quería ver sufrir a otra persona
antes de morir.

Me deslicé bajo las sábanas y me acosté sobre mi espalda, codos doblados y


manos debajo de mi cabeza. Traté de bloquear los sonidos de su ritmo cardíaco, su
respiración, pero los había escuchado desde una distancia durante meses y ahora
estaban tan cerca, era como si estuvieran dentro de mí.

Y si tuviera que matarla, no podría negar el hecho de que las piezas de ella que
se habían asentado en mi interior detonarían.
Max
Me deslicé, agarrando la almohada en un extraño momento de dicha después de
haber dormido toda la noche sin pesadillas. Suspiré, sintiéndome renovada mientras
estiraba mis piernas y golpeaba cálido, duro…

Mis ojos se abrieron de golpe y me encontré cara a cara con un torso liso y
desnudo con líneas de tinta negra recorriendo todo su costado. La sábana cubría sus
piernas y luego se detenía en un caos arrugado en sus caderas. Mi mirada siguió por
el camino de vellos hacia... Me deslicé hacia la derecha, tirando de la sábana
conmigo.

—Buenos días, rayito de sol. —Estaba sentado en la cama apoyado contra la


cabecera, con los ojos pegados a su teléfono mientras sus dedos tocaban la pantalla.

—Estás en la cama. —Jasper ignoró la insinuación de un edredón y una


almohada en el piso y durmió en la cama conmigo. Debería haber sabido que lo
haría. Su pierna se frotó contra la mía y bruscamente, aparté la mía.

—Ciertamente eres observadora a primera hora de la mañana.

—Y tu botón de imbécil no tiene un interruptor de apagado.

Se rio entre dientes.

—Ya era hora de que despertaras. Estuve despierto por horas escuchándote
roncar como un elefante con su trompa doblada.

Jadeé.

—Elefante... retorcido... eres un imbécil.

—Hmm, también careces de variedad en tu vocabulario. —Su boca se crispó y


quise golpearlo. No lo hice porque no tenía intención de poner mis manos cerca de
él. Estaba desnudo o al menos, parcialmente desnudo. Yo estaba en su camiseta y
bóxer y no podía descifrar si la oleada de rápido bombeo por mis venas era de enojo
o por la idea de estuviera desnudo en la cama conmigo.

Había recorrido los últimos cuatro años sin tener que decir mucho y de repente
en las últimas veinticuatro horas, estaba respondiendo, discutiendo e incluso
sonriendo.

—¿Qué estás haciendo?

—Jugando Angry Birds. Es adictivo. El pájaro rojo es la mierda...

Exploté. No como yo. No como lo hago, pero estaba furiosa. No había sentido
emociones como esta desde entonces... mis primeros meses en cautiverio.

—¿Qué demonios estás haciendo en la cama conmigo?

Continuó jugando en su teléfono sin siquiera reaccionar a mi arrebato. Sus cejas


se redujeron en concentración y sus labios se apretaron mientras deslizaba su dedo
por la pantalla.

»¿Me estás escuchando? —La indiferencia de Jasper me hacía reaccionar


irracionalmente y tenía la sensación de que era exactamente lo que él quería. Y esta
era la razón por la que prefería callarme más que hablar, porque las personas rara vez
escuchaban algo más que a sí mismas—. Dios, tan típico.

—Oh, soy todo menos típico. Y te escuché, solo elegí ignorarte. Mi derecho. Y
es el tuyo salir de mi cama.

—¿Tu cama?

Las cejas de Jasper se levantaron y no había señales de su sonrisa juguetona.

—Sí, rayito de sol, mi cama. Recuerdo claramente empujando un puñado de


billetes en tu mano para pagar esta habitación. Y pagué la habitación de al lado, que
por cierto todavía me molesta. No me gusta malgastar el dinero.

—Bueno, no se habría desperdiciado si me dejaras dormir allí.

—No se habría desperdiciado si me hubieras escuchado desde el principio.

Bajó la mano de su teléfono y luego acarició lentamente su abdomen, moviendo


los dedos sobre los bloques de músculos. Miré, sin aliento, incapaz de apartar la
mirada de su cuerpo suave y duro. Luego su mano se deslizó más abajo, por el
sendero de los vellos... la sábana se levantó y su mano desapareció. Tragué. La
sábana tentándome... no estaba segura de si era su mano o... Aparté los ojos, pero
mi mirada no fue muy lejos; en cambio, estaba mirando su pecho, admirando los
duros valles y montículos.

»¿Has terminado con el escrutinio?

Mis ya ardientes mejillas lo hicieron aún más.

—Sorprendente, incluso sabes una palabra como esa.

—Oh, cariño, te sorprenderían muchas cosas que sé. ¿Te importaría averiguarlo?

Me levanté de la cama y me llevé la sábana. Un gran error. Bueno, no lo habría


sido si no hubiera mirado, pero lo hice y él solo tenía calzoncillos y su polla estaba
obviamente dura como una piedra y enorme. Mis ojos volaron a los suyos y no hubo
sonrisa, ninguna sonrisa engreída... él estaba ardiendo de deseo.

—Oh Dios. —Giré, corrí al baño y cerré la puerta. Escuché la profunda risa de
Jasper siguiéndome.

¡Al demonio! Me sentía como un arma nuclear viajando en una carretera plagada
de baches. Incierta y lista para explotar en cualquier momento. Todo lo que él hacía
era probar mi control. Mierda, no lo estaba probando; lo estaba dividiendo.

Puse mis manos sobre el borde del lavabo, cerré los ojos e intenté alejar la
erupción de emociones, pero la imagen de Jasper, tendido en la cama medio
desnudo, casual, seguro, sin disculparse por su erección, no la haría desaparecer.

Él me deseaba. Estaba excitado y ni siquiera lo habíamos tocado. Me hizo


sentir... querida. Deseada. Dios, ¿por qué quería que él me quisiera? Era arrogante.
Egoísta. Un asesino que fue contratado para protegerme de alguien... alguien que no
tenía ninguna razón para querer a una chica que vivió durante cuatro años escondida
en España.

—Max. Vamos a movernos. —Jasper llamó a la puerta. Era una voz sin sentido,
severa como diciéndole a sus soldados que salieran.

Tenía que detener esto... esto... bueno, lo que sea que era. La gente usaba
personas para obtener lo que querían en la vida. Aprendí realmente joven y Jasper
estaba ciertamente en la parte superior de la lista de usar a otros, excepto que no
trataba de ocultarlo. Sabía que le pagaban para protegerme. También sabía que
estaba jugando conmigo y disfrutándolo.

Encendí los grifos y me lavé el rostro con agua fría, el ardor en mis mejillas se
disipó lentamente. Pasaron unos buenos cinco minutos antes de juntar mi mierda.
Cuando abrí la puerta, Jasper estaba vestido y en su teléfono, de pie de espaldas
a mí. Quienquiera que estuviese en el otro extremo debe haber estado hablando por
completo, porque Jasper dijo unas breves palabras y luego colgó. Sin mirarme, abrió
la puerta y se marchó.

Cuando escuché que la motocicleta arrancaba, noté que su bolso y mis cuchillas
habían desaparecido. Salí y me acerqué a él.

—Necesito ropa. No puedo usar esto. —Hice un gesto hacia el bóxer y la


camiseta.

—Te ves bien para mí. —Jasper estaba sentado a horcajadas sobre su
motocicleta, sus manos descansaban sobre sus muslos luciendo completamente en
control. Mierda, él tenía el control.

Ladeé la cadera y puse mi mano sobre ella y luego vi la ligera contracción en las
comisuras de su boca. Él estaba jugando conmigo otra vez.

—Quiero ropa y una llamada telefónica antes de ir a algún lado contigo.

Jasper apagó el motor, sacó su celular del bolsillo delantero de su camisa y me


lo entregó. Fue tan casual, como si hubiera esperado que lo pidiera.

—Hazlo, rayito de sol. Y dile que su casa es pérdida total.

—¿Cómo has…?

Jasper arqueó una ceja.

—No tienes amigos. Sin novios. Nunca viajas y pasas los días cuidando el jardín
de Xamien y practicando con esa navaja tuyas. Lo del jardín es aburrido como el
infierno, pero supongo que es algo de Healer... haciendo que las cosas crezcan y esa
mierda.

—Sabes mucho sobre alguien que acabas de conocer.

Él apretó su mandíbula.

—Mi trabajo es saber. —Levantó la barbilla hacia el teléfono—. Llámalo si te


hace sentir mejor. Número tres.

Presioné el número tres y Xamien respondió al segundo timbre.

—Jasper.

—No, señor, es Max.


—Max. ¿Cómo estás? ¿Están en algún lugar seguro?

Miré a Jasper y apoyó su codo contra el manillar. Noté que sus ojos se mantenían
enfocados e intensos, incluso cuando estaba molestando y coqueteando conmigo.

—Tu casa... está arruinada, señor. Jasper dice que los hombres que lo hicieron
están detrás de mí y que ha sido contratado para protegerme. ¿Es eso cierto? —Luego
añadí, porque Jasper me estaba molestando por parecer tan arrogante y lleno de sí
mismo—, ¿Debería matarlo?

Jasper se echó a reír y el sonido me hizo sonreír, pero me volví ligeramente para
que no pudiera verlo.

Xamien se rio entre dientes y lo escuché murmurar algo a alguien en el fondo.

—Haz lo que dice y te mantendrá a salvo. Yo confío en él.

—Xamien, ¿qué está pasando? ¿Por qué alguien me querría? —Contuve la


respiración ya que había silencio en el otro extremo de la línea.

Una ola de terror me invadió y mi aliento se cerró con fuerza en mi pecho.

—Max. Sé que eres una Healer. —Cerré los ojos, apretando con la mano el
teléfono—. Las Healer siempre están en peligro y creo que es por eso que lo
mantienes oculta.

Miré a Jasper. Él sonrió.

—¿Te lo dijo Jasper?

—No —respondió Xamien. No sé por qué me importaba, pero me alivió que


Jasper no me hubiera mentido. Que había guardado mi secreto—. Lo sé desde hace
años, pero nunca te obligaría a usar tu habilidad si eliges no hacerlo, Max. Nunca se
lo dije a nadie tampoco. Me reuniré contigo y Jasper mañana. Para entonces, puedo
saber más. Por ahora, haz lo que dice Jasper. Él es el mejor en... lo que hace.
Mantente cerca de él —Hizo una pausa, entonces—, y Max... ten cuidado. Déjame
hablar con él.

Me despedí y le tendí el teléfono a Jasper.

—Quédate en la motocicleta, nena. —Pasó la pierna sobre el asiento y luego se


alejó, con el teléfono en la oreja. No pude escuchar lo que se dijo, pero su sonrisa se
desvaneció y su columna vertebral se tensó, los dedos sosteniendo el teléfono un poco
más fuerte.
Se dirigió de vuelta a mí y guardó el teléfono en su bolsillo.

»¿Satisfecha?

—En realidad no. —Pero podía esperar hasta ver a Xamien mañana.

—No te preocupes, la advertencia de Xamien de mantener mis manos alejadas


no me detendrá.

Ignoré su intento de hacerme enojar.

—¿Tienes ropa para mí o vas a seguir siendo un idiota?

Él sonrió.

—Es bueno ver que hemos pasado de ser un imbécil.

Fruncí el ceño.

—¿Quién dijo que ser un idiota1 es mejor que ser un imbécil?

Elevó las cejas y miró el bulto entre sus piernas. Puse los ojos en blanco y él se
rió, un sonido que hizo que mis entrañas se iluminaran como si me hubiera tragado
una bengala. Asintió con la cabeza hacia la alforja de cuero.

—Pantalones y una camiseta en la bolsa. Y un par de dulces bragas rojas. —Mi


boca se abrió—. Tienes un maldito infierno de cajón con ropa interior.

¿Qué?

—¿Qué? —Escarbé en el contenido de la bolsa y escudriñé su ropa y ahí en la


parte inferior, capté el destello de rojo. Tiré de mis bragas, luego mis jeans y la
camiseta. Para cuando me puse de pie, con la ropa en mi mano, estaba hirviendo de
coraje—. ¿Tenías ropa para mí?

—Supongo que no me vas a agradecer por tomarme el tiempo de tomar un par


de cosas para ti.

—¿Cuándo?

—¿Cuándo qué?

1
Dick en inglés que también significa pene o polla.
Pisé fuerte con mi pie y eso me molestó porque no pisoteaba, ni me enojaba, ni
me ponía nerviosa y estaba sintiendo todo lo anterior.

—Sabes malditamente bien lo que estoy preguntando.

Jasper me atrapó por la cintura y me atrajo hacia él. Aterricé con fuerza contra
su muslo, mis manos yendo a su pecho con mi ropa siendo lo único que nos separaba.

—Nena, tú y yo… no fue un estímulo del momento. Tomé algunas de tus cosas
cuando estabas en el jardín hace unos días solo en caso de que la mierda empeorara.
Luego la mierda definitivamente empeoró y tuve que sacarte de ahí. —Me jaló más
cerca y su rodilla se metió entre mis piernas. Mi aliento se atascó en mi garganta—.
Ahora, ángel, ¿quieres cambiarte o permanecer aquí parada hablando sobre cómo
conseguí tu ropa? Porque necesito café.

La forma más rápida de conseguir que me liberara era estar de acuerdo con lo
que sea que él dijera.

—Sí.

Sus dedos ser curvaron en mi cintura.

—¿Sí qué, rayito de sol?

Me mordí el labio para no sonreír cuando dije:

—Sí, señor.

Sus cejas bajaron y frunció los labios, justo como sabía que sucedería. Luego
sacudió la cabeza y se rió entre dientes; la vibración volviendo loco mi interior.

—Mierda, eres linda cuando tratas de molestarme. —Me dio una palmada en el
culo y me aparté, tambaleándome un par de pasos hacia atrás y luego lanzándome
hacia la habitación del motel. Esperaba que su risa me siguiera, pero no lo hizo.

Cuando volví afuera vestida con mi ropa, ni siquiera lo miré mientras lanzaba
mi pierna sobre la parte posterior de la motocicleta. Esta vez, no iba a agarrarme a él
sin importar qué tan rápido fuera o cuán brusco tomara las curvas. Preferiría
convertirme en una muerte más del camino. Agarré la blandengue barra detrás de mí
y Jasper no dijo nada mientras arrancaba.

Treinta minutos después, nos detuvimos en un lindo restaurante al borde de la


carretera, venta, con grandes ventanales y paredes de estuco naranja. Se llamaba
Medina´s y estaba lleno.
Encontramos un lugar y noté que Jasper escaneaba el lugar como si esperara que
en cualquier momento uno de los clientes sacara un arma y empezara a disparar.
Jasper pidió dos cafés negros, churros, panecillos dulces y tostadas de centeno con
mantequilla. Yo era más una persona de café y tostadas para desayunar, pero de
repente, me estaba muriendo de hambre con el aroma de los panecillos dulces
flotando a mí alrededor.

La camarera trajo la jarra y nos sirvió el café. Noté que vertía el de Jasper más
despacio mientras sus ojos seguían parpadeando desde debajo de sus pestañas
cubiertas de máscara para mirarlo. La chica era linda, con una melena morena corta
al estilo bob y brillantes ojos azules. También parecía joven, no es que eso le
importara a Jasper.

Tomé mi café y envolví mis manos alrededor de la taza.

—¿Quién te está pagando para protegerme?

Jasper ignoró a la chica que trataba desesperadamente de llamar su atención


inclinándose sobre la mesa y colocando servilletas cerca del extremo opuesto de la
mesa. Rodé los ojos y espeté.

—Gracias. Estamos bien ahora. —La mesera se enderezó abruptamente, me


miró brevemente y se alejó.

—Adrian.

—¿Es un Scar?

—Sip. —Levantó su café y vi sus labios curvarse alrededor del borde de la taza
y luego a su manzana de Adán moverse arriba y abajo mientras tragaba.

—¿Por qué le importa si vivo?

Vaciló y luego dijo:

—No le importa exactamente.

—¿Qué significa eso? ¿Por qué te contrataría para protegerme entonces? Y no


entiendo por qué Xamien no lo haría.

Jasper dejó su café, estiró sus piernas hacia un lado y cruzó los tobillos.

—Muchas preguntas para una chica a la que no le gusta hablar.


Odiaba hablar. Peor era hablar y hacerle preguntas a un tipo que estaba siendo
reservado. Era como abrir la boca de un cocodrilo. Luego meter la cabeza en su
interior y esperar que no se cerrara repentinamente en la respuesta que no querías
escuchar.

—¿Por qué estás siendo evasivo?

—No es mi trabajo darte respuestas, cariño.

Bien, no quería darme respuestas, entonces me estaba yendo. Bueno, no


realmente dado que no tenía a dónde ir y ningún vehículo, pero quería respuestas y
Jasper las tenía, o al menos algunas. Estaba a medio camino de mis pies, cuando la
mano de Jasper salió disparada y agarró mi brazo.

»Siéntate. Ahora.

No lo hice.

Su agarre se apretó.

»No estoy jugando. Causamos una escena, y nena, haré una jodida escena si eso
es lo que se necesita para evitar que salgas, y entonces quienquiera que esté tras de ti
tendrá una pista sobre en qué camino estamos viajando. —Asintió a los clientes—.
¿Crees que estas personas no hablarán sobre el chico y la chica que causaron
disturbios en Medina’s?

El estruendo de los platos siendo dejados caer sobre la mesa llegó.

—¿Necesitas algo más, sexy? —preguntó la mesera, ignorándome parada ahí.

Jasper seguía mirándome en espera de mi respuesta y no reconoció a la mesera.

—¿Vas a sentarte?

—¿Vas a darme algo?

Su mandíbula se apretó y luego me dejó ir, se inclinó hacia atrás y medio sonrió.

—Por supuesto. Te daré algo.

Lo fulminé con la mirada.

—Jasper.

—Bien. Siéntate.
La mesera miró entre nosotros.

—¿Hay algún problema?

Me senté y arqueé una media sonrisa y él también. Alcanzó una servilleta.

—Estamos bien, gracias —le dijo a la mesera sin mirarla y ella se alejó—. Come
rayito de sol, y te diré lo que sé.

Hice un gesto hacia toda la comida que ordenó.

—Me convertiré en un hipopótamo si me como todo eso. —No tenía miedo de


comer, pero la cantidad de azúcar en los platos frente a mí era como golpearme con
una tina de manteca en el trasero.

—Los ángeles no pueden ser hipopótamos. No sucederá.

No pude contener la contracción en las comisuras de mi boca.

—¿Por qué no?

—Porque un hipopótamo es un cabrón malo. Los ángeles no lo son. Y he


decidido que tú eres un ángel. Con problemas, por supuesto. Ya sabes, los que se
quedaron en la tierra del limbo porque le dispararon a un tipo en el muslo.

Esta vez no pude controlar la sonrisa mientras negaba con la cabeza.

—Eso es ridículo.

Se rió entre dientes y una extraña burbuja de risa se elevó en mi pecho. Él levantó
la barbilla hacia el plato.

—Come. No sé cuándo nos detendremos de nuevo. —Dio un mordisco a un


panecillo dulce y polvo de azúcar roció su plato.

Envolví mis manos alrededor de mi taza de café y la levanté antes de soplar una
corriente de aire en ella y tomé un sorbo. Cuando la estaba bajando de vuelta, los
ojos de Jasper estaban sobre mí. Rápidamente miró hacia otro lado y fue la primera
vez que pensé que se veía incómodo. Fue sorprendente y era incluso más
sorprendente que me gustaran sus ojos sobre mí. Me gustaba que me mirara como
si… como si fuera más que un trabajo. Más que una mujer a la que se quería follar.

Después de unos minutos, comenzó a hablar, manteniendo la voz baja, aunque


ahora no había nadie en el lugar junto a nosotros.

—Adrian administra una… organización reservada.


—¿Secreta?

Él asintió.

—Es para los trabajos que son… diferentes.

—Entonces, ¿rompe las leyes de los Scars?

Jasper mordió una tostada, la arrojó sobre el plato y se apoyó contra el respaldo
de plástico verde.

—Se trata más de situaciones de cuidado que no cree que deban llevarse al
Deaconry. Eso debería tratarse internamente.

Mi Talde me había enseñado sobre nuestra historia y sabía cómo vivíamos bajo
un juramento a la Diosa que nos creó para defender las leyes. Por como sonaba eso,
este tipo Adrian y su organización estaban encontrando una forma de evitarlos.

—Pero, ¿cómo sabía que alguien estaba detrás de mí? Y si tú y Xamien no le


dijeron a nadie que soy una Healer, entonces ¿cómo lo sabe alguien más?

—No sé eso. Adrian tiene conexiones, muchas, y sabe cuándo la mierda se viene
abajo antes que nadie. Supongo… que es como escucho que alguien estaba
buscándote.

—¿Y no sabes quién o por qué?

—No, no sé quién. Todo lo que me dijeron fue que era un Scar y puede
Transportarse.

Una oleada de miedo se apoderó de mí cuando pensé en Drake. No. No podía


ser. ¿Cómo podría encontrarme? ¿Por qué ahora? No podía ser él. Sus pulmones
necesitaban curación y no podría haber sobrevivido todos estos años, y si lo hubiera
hecho, estaría débil y no podría Transportarse. Necesitaba curación para usar esa
habilidad.

Él encontró mis ojos, inquebrantables, oscuros y arremolinados. Tomó un sorbo


de su café cuando la mesera se acercó, retiró nuestros platos y colocó una cuenta
sobre la mesa. La chica vaciló en la mesa, y Jasper la miró por primera vez y luego
sonrió. La chica se sonrojó y yo arrugué mi nariz con disgusto. Jasper lo vio y fue
esa profunda risa áspera la que tuvo a mi estómago revoloteando.

Esperé hasta que ella se marchó antes de preguntar.

—¿Xamien sabe algo sobre Adrian?


—Nop.

—¿Waleron? —Su madre era una de las Scars originales de Zugarramurdi y de


la única vez que lo conocí… Waleron era poderoso.

—Waleron sabe casi todo.

—Entonces, Adrian debe tener un montón de dinero. —Porque apostaba a que


Jasper no era barato.

—Adrian mantiene sus asuntos, su negocio, y nunca me ha importado una


mierda ni el por qué, ni cómo.

—¿Y tomas trabajos de este tipo? —No podía entender por qué Jasper haría esto.
¿Por qué tomaría trabajos de un hombre del que realmente no sabía nada?

—Sí, nena. Lo hago. Eso es lo que soy. —Su voz se endureció y abruptamente
sacó su billetera y arrojó algo de dinero. Él estaba en silencio y sus cejas bajaron con
un ligero movimiento en su mandíbula—. Y mi vida y lo que hago no es asunto tuyo.

Aparté mi taza y le hice la pregunta cuya respuesta temía escuchar, pero tenía
que saber qué tan lejos llegaría Jasper.

—¿Tomarías dinero de quien sea que te ofreciera más?

Se puso rígido y sus ojos se estrecharon y se oscurecieron.

—Probablemente.

—Entonces, si este tipo que está tras de mí te ofreciera mucho dinero para
entregarme, ¿lo harías?

—Jesús, Max. —Se levantó tan bruscamente que mi taza se derrumbó cuando la
mesa se movió y los restos del café se derramaron sobre la mesa. Luego escupió—:
Sí, lo haría. ¿Eso es lo que quieres oír? ¿Lo que has escuchado de mí? No te
preocupes, rayito de sol, él nunca podría igualar lo que Adrian me está dando.

Debería haber esperado esa respuesta. Esperaba esa respuesta, pero por alguna
razón, esperaba más de Jasper. Pensé que cuando tocó mi brazo, su voz se había
suavizado, y el gris de sus ojos se calentó, había algo bueno en Jasper.

Aparentemente, estaba equivocada.

—Vámonos. —Enganchó mi mano y antes de que pudiera quitarme la servilleta


del regazo, me levantó y salimos del restaurante.
Max
Anduvimos hasta el atardecer, solo deteniéndonos dos veces para ir al baño y
tomar un refrigerio. Nunca dije nada y tampoco él. Mantuve mis manos lejos
mientras viajábamos y él mantuvo su velocidad razonable.

Dobló por un largo y angosto camino de entrada y luego apagó el motor frente
a una linda casa de estilo español con un porche envolvente. Me deslicé y miré
brevemente a mí alrededor, notando los hermosos claveles rojos y campanillas en el
costado de la casa.

Mi pulso se elevó lentamente mientras los admiraba. Las flores silvestres tenían
una belleza frágil con una resistencia increíble para resistir la prueba de la naturaleza.
Sus tallos se balanceaban e inclinaban ante los duros vientos y la lluvia; sin embargo,
si eran lo suficientemente fuertes, se paraban de nuevo cuando los rayos del sol los
iluminaban.

Y aun así...

Cuando las personas cortaban fácilmente sus tallos, la vida de la flor se


desvanecía lentamente cada día.

Eso fue lo que me hicieron cuando Drake me llevó. Cortada de mi tallo, mi


hogar. Tomada de mi elemento, y cada día me secaba hasta que no me quedaba nada.

Una raíz de lo que una vez fui. En quien se suponía que debía crecer.

Xamien pudo haber salvado mi caparazón, pero nunca volvería a ser la misma.
Y ahora Jasper... era la tormenta violenta, tratando de desenterrarme y yo estaba
agarrándome con ambas manos y luchando. No podía dejarlo ir. Tenía que
permanecer escondida tanto para mi propia supervivencia como para la de los demás.
Ya había perdido a mi madre y al Talde por ser quien era.

Me quedé sin aliento cuando sus manos se posaron en mis caderas, su pecho
contra mi espalda.
Mi pulso se aceleró.

Apreté los dientes. Fruncí mis labios. Iba a darle un codazo en el estómago
cuando sus manos se apretaron y su voz baja rozó mi oído como un distante y
ensordecedor rugido de trueno.

—Sé amable, rayito de sol.

Oh, no tenía idea de lo agradable que había sido con él.

Oí el ruido de una puerta mosquitera y miré hacia la casa. Una mujer, que
parecía tener unos treinta años, se detuvo en el escalón superior del porche y luego
se protegió los ojos con la mano. Una sonrisa brillante y un respetable grito salió a la
superficie, si se podía llamar a cualquier grito respetable, pero esta mujer lo logró de
alguna manera.

—Mon cheri. —Y era francesa, genial—. Deberías haberme dicho que vendrías.
—Ella caminó... no, se paseó hacia nosotros, moviendo las caderas rítmicamente de
lado a lado como un péndulo, un péndulo voluptuoso.

Jasper se movió más cerca y su polla se presionaba contra mi espalda baja, su


polla dura. Y en lugar de pensar qué mierda estaba haciendo con una polla dura,
¿estaba pensando si su polla dura era por mí o por ella?

Susurró:

—Sigue el juego, por favor. Ella es humana y no sabe nada sobre los Scars.

Odiaba seguir el juego. Esa fue la razón por la cual me mantuve callada.

—¿Por qué estamos aquí? —Habíamos pasado una buena cama y desayuno hace
quince minutos.

—Porque su café es buenísimo.

Estaba bastante segura de que Jasper pensó que su café era buenísimo porque la
mujer francesa se había servido algo más de antemano. Y estaba bastante segura de
que si la mujer le servía barro después de tener sexo, él habría pensado que sabía bien.

Se apartó de mí y por un breve segundo, lo quería de vuelta. Quería ser yo quien


era buenísima. Crucé los brazos, con la espalda rígida mientras miraba la escena.

La mujer con elegante cabello rubio hasta los hombros, con algunas rayas de
sutil color rojo entretejidas, se mordió el labio inferior y luego lentamente lo dejó
deslizarse entre sus dientes. Ciertamente no me estaba poniendo atención. Podía
agitar los brazos y bailar como un pollo y la mujer no se habría dado cuenta. Sus ojos
estaban en Jasper mientras caminaba hacia ella.

Ella cayó contra él, largos brazos como arañas envolviéndole el cuello, pintadas
uñas de color rosas desapareciendo en su cabello. Arrastró la cabeza de él abajo...
arrastró era la palabra incorrecta ya que Jasper no parecía que lo arrastraran a ningún
lugar al que no quisiera ir. Y luego lo besó.

Jasper tenía sus dos manos en su cintura y un extraño dolor se agarró a mi pecho
cuando desvié la mirada.

Pero fue como tratar de no mirar un accidente automovilístico y levanté la vista


de nuevo justo cuando se separaban. La mujer le susurró algo y lo escuché reír en
silencio. Creo que la mujer podría haberme ignorado por completo si Jasper no se
hubiera vuelto hacia mí y luego le dijo algo que la hizo mirarme y reírse. Era un
chillido agudo que sonaba como un violonchelo desafinado.

Era buena en actuar impasible. Así fue como sobreviví viviendo con Drake por
tanto tiempo. Entonces, cuando Jasper y la mordedora de labios se volvieron hacia
mí, sostuve mi barbilla en alto y los encontré de frente.

—Max. Julianna nos ha ofrecido una cena y un lugar para dormir por la noche.
También tiene un desinfectante para poner en ese rasguño tuyo.

Jodidamente adorable.

Julianna pasó un dedo por su mejilla hasta su barbilla y luego bajó para seguir
un camino por su pecho. Él la tomó de la mano y la apartó, y luego le dijo algo. Ella
me miró y disparó cuchillas con su mirada. Jasper se inclinó hacia ella otra vez y dijo
algo más y sonrió, sus dientes blancos brillando contra sus labios rojos como la
sangre.

Ella deslizó su mano por su brazo tatuado hasta que sus dedos se unieron a los
suyos y luego se giró, regresando adentro escoltada por Jasper. Me agaché junto a la
motocicleta y comencé a desenganchar la bolsa.

»Lo haré más tarde. Entra aquí, Max. Necesitamos vendar esa herida —llamó
Jasper por encima del hombro. Entonces la puerta mosquitera se cerró ruidosamente
detrás de ellos.

Lo ignoré y agarré la bolsa, me puse de pie y la arrojé sobre mi hombro. Nunca


me había importado mi apariencia, pero ahora estaba pasando los dedos por el
cabello enredado que se había convertido en el nido de un pájaro después de haber
pasado horas en la parte trasera de su motocicleta. Juliana se había peinado, el
maquillaje estaba perfectamente y llevaba un lindo par de pantalones cortos color
beige y una blusa blanca abotonada que estaba atada a la cintura para mostrar su
estómago bronceado.

La puerta mosquitera se abrió de nuevo.

»Ángel —gritó Jasper. Frunció el ceño cuando echó un vistazo a la bolsa y esperó
mientras caminaba por el patio. Evité mirarlo mientras me deslizaba junto a él. Tomó
la bolsa de mi hombro y luego me detuvo tomando mi mano. Me empujó hacia él,
así que mi espalda estaba ajustada contra su pecho. —Julianna y yo...—. Se detuvo
y un temblor estalló en su pecho mientras gruñía.

No tuve reparos en terminar lo que estaba a punto de decir.

—¿Han follado? No hay necesidad de explicar. Realmente no me importa. —


Las palabras se escucharon duras a pesar de que hice mi mejor esfuerzo para ocultar
mi enojo. Jesús, ¿por qué estaba enojada? Debería estar feliz de que estuviera
teniendo sexo. Entonces me dejaría malditamente en paz.

Se inclinó y bajó la voz, sus labios junto a mi oído.

—¿Segura de eso? —Su brazo alrededor de mi cintura se apretó y clavé mis uñas
en el dorso de su mano tan fuerte como pude.

Repentinamente me soltó y me volteé y esperé hasta que sus ojos estuvieron en


los míos antes de imitar la acción labial de Julianna, el lento deslizamiento de mi
lengua humedeciendo mi labio inferior.

—Sí, señor. Estoy segura.

Su mandíbula se apretó y la sonrisa satisfecha se borró mientras sus labios se


apretaban.

—Cuidado —murmuró.

Sabía que estaba jugando con un hombre peligroso, pero estaba cansada de ser
cuidadosa y Jasper desataba mi imprudencia. Inhalé su aroma y sentí como si un
pestillo se levantara y finalmente pude tomar una respiración profunda. Sonreí y él
frunció el ceño.

Escuché pasos y miré más allá de la pintoresca casa de Julianna. Ella de pie en
la escalera de roble mirándonos y, con sus delgados labios rojos fruncidos y las uñas
clavadas en la barandilla, parecía un gato cabreado con los pelos de punta.
No sabía por qué lo hice, tal vez porque Jasper estaba abriendo una parte de mí
que no entendía. Pero algo se levantó dentro de mí y fue rencoroso. Me consideraba
inteligente, calmada, cuerda... hasta este momento.

Me acerqué a Jasper y puse mi mano en la pretina de sus jeans justo en el botón


y luego jugueteé con él, asegurándome de que mis dedos rozaron su abdomen. Su
cuerpo se tensó y pude sentir sus ojos dirigiéndose hacia mí, pero mantuve mi cabeza
baja.

Luego, cuando pensé que podría romperse y agarrarme de la muñeca y tirar de


mí, deslice mi mano más abajo sobre el bulto tensado. Escalofríos fluyeron de
inmediato por mi cuerpo, pero no fueron escalofríos; fueron chispas de fuego. El
toque de él debajo de mi mano era magnético y me tomó un segundo controlar mi
expresión antes de mirar por encima del hombro a Julianna.

Ella no tenía idea de lo que estaba haciendo con la mano mientras acariciaba
arriba y abajo, y luego apretaba suavemente. Y eso lo hizo. Jasper se aferró con fuerza
a mi muñeca y tiró de mi mano.

Y esta fue la parte de la estupidez. No debería haberlo mirado, lo hice. Y lo que


vi fue una mirada ardiente y acalorada en sus ojos que era ira y deseo todo en uno.

Quería que me lanzara la pared y me follara allí mismo. Ni siquiera me


importaba que Julianna lo viera suceder. Mierda, quería que lo hiciera.

Ten control de ti misma, Max. Estaba resbalando, pero por una vez, quería que
Jasper fuera el que tuviera fuera de control.

Forcé una sonrisa, me incliné más cerca, me puse de puntillas y le susurré al


oído:

—¿Quién soy yo para ti? —Sabía que mi pregunta podía ser tomada de dos
maneras diferentes y no era una seductora; en realidad, nunca había seducido a un
hombre en mi vida.

Jasper no estaba sonriendo. Parecía cabreado.

—No me jodas, Max. No eres nada para mí, excepto un trabajo.

Fue cruel, duro, pero ¿qué había esperado?

—No es lo que estaba preguntando. —Sus manos se posaron en mi cintura y


traté como el infierno de mantener mi respiración estable—. Quise decir quién soy
yo para ti. Como ¿qué sabe la diosa del sexo por allá?
Las cejas de Jasper se levantaron y sus manos se levantaron un poco más arriba
de modo que sus pulgares descansaran justo debajo de mis pechos. Se inclinó y
susurró:

—Mi hermana.

Solté un bufido.

—Nunca lo creerá.

—Me importa una mierda lo que ella crea. Aceptará lo que le diga. —Entonces
sus manos se apartaron de mí y se giró, caminó hacia Julianna y le rodeó la cintura
con un brazo—. ¿Hay algo para comer, Jules?

Su risa envió un chillido por mi espina dorsal y la fría pared de hielo apagó mis
emociones. Caminaron hacia la cocina cogidos del brazo; Julianna se inclinó como
para mordisquear su oreja y lo vi alejarse de ella, pero luego ella dijo algo y él se rió
entre dientes.

Lo odiaba.
Max
Gritaba y temblaba tanto que apenas podía soportarlo. Él se pudo de pie detrás de mí,
asegurándose que no escapara, aunque había aprendido hace mucho tiempo que correr y
desobedecer solo causaba más dolor, más cicatrices.

Miré por encima de mi hombro hacia él.

—Por favor. Lo haré mejor.

Me fulminó con la mirada; brazos cruzados, una barricada contra cualquier escape. Bajé
la cabeza y luego entré en la ducha, el agua helada al instante empapándome.

Dolor.

¿Cómo podría el agua causar tanto dolor? Pero en cuestión de minutos, cada centímetro
de mí estaba tan frío que sentía como si estuviera ardiendo. Envolví los brazos para tratar de
controlar los escalofríos, pero nada lo detendría… excepto él.

Él controlaba mi dolor y mi comodidad.

Finalmente, asintió y salí de la bañera. Esperó con la toalla y luego me envolvió en su


calidez, sus manos frotándome suavemente los brazos y espalda.

De repente, todo cambió y tenía cadenas en las muñecas y tobillos y él venía hacia mí con
la ardiente varilla de metal. No. Dios no. Mi Ink. Iba a matar mi Ink.

Sollocé en el suelo, mi pie con mi Ink metido debajo de mí.

»No. No.

Ahora estábamos en la casa de mi Talde y tenía diez años otra vez; el día que él me llevó.
Estaba viendo la escena mientras Drake y yo permanecíamos juntos, su mano casualmente
sobre mi hombro mientras veíamos mi casa arder. No estaba llorando. Estaba tranquila y
aceptándolo.
Luego dijo:

—Veamos a Jasper quemarse.

Me desperté gritando.

Me enderecé en la cama, piel húmeda, el cabello pegado a las mejillas como una
envoltura. La sábana estaba envuelta alrededor de mi cuerpo como un capullo. Entré
en pánico y salí del enredo, me caí de la cama y me postré sobre las rodillas. Sabía
que era solo un sueño, pero aun así me froté las muñecas y los tobillos, asegurándome
de que los grilletes no estaban allí.

La manta de miedo me sofocó. Era esa chica otra vez, cerrando los ojos con una
súplica desesperada de que el mundo imaginario que estaba viviendo era solo eso;
imaginado, no fue así.

Desesperada.

Sola.

Asustada.

Me dirigí tambaleándome a la esquina de la habitación a oscuras, la luz de la


luna prestó su mano para mostrarme el camino y dejarme caer al suelo. Poniendo las
rodillas en el pecho, las abracé y entrelacé los dedos. Estaba sudando pero helada,
incapaz de detener los violentos temblores.

La puerta se abrió de golpe y levanté la cabeza.

Jasper estaba de pie en nada más que sus jeans que obviamente habían sido
arrojados apresuradamente porque estaban desabrochados y revelaban el rastro de
vello ralo. Su daga estaba en la mano derecha, con la postura muy abierta y lista
mientras escaneaba la habitación. Cada músculo estaba flexionado, los ojos negros y
estrechos con las cejas sobre ellos. No había ni un centímetro de él que no pareciera
tenso y listo para cortar cualquier cosa que se cruzara en su camino.

Este era el Scar asesino. El hombre que tenía todo el derecho de ser arrogante
como el infierno. Una bestia. Amenazante y viril. Un depredador.

Y sin embargo, fue reconfortante. Tomé una respiración temblorosa cuando me


vio sentada en el piso en la esquina de la habitación. Bajó el brazo y hundió los
hombros.

—Jesús, Max. —Pateó la puerta con el pie descalzo y se dirigió hacia mí. Se
acercó y se agachó frente a mí. Escuché el crujido de sus pantalones de mezclilla
mientras se estiraban. Extendió la mano y recogió un mechón de cabello húmedo y
lo frotó entre sus dedos. Dejándolo ir, pasó un dedo por la humedad de mi mejilla—
. Estás sudando. Y llorando.

—Hace calor.

—Tonterías. ¿Tienes fiebre? ¿Cómo está la herida? —Puso el dorso de la mano


en mi frente y lo aparté.

—Eso fue solo un sueño.

Su ceño se hizo más profundo y las líneas alrededor de sus ojos se acentuaron.
Jasper se veía primitivo; cada hueso mostrando su propósito. No había incertidumbre
con la estructura de su rostro, o sus expresiones. Y de alguna jodida manera, lo que
más me gustaba era su ceño fruncido. Eso respiraba emoción.

—Es un maldito sueño estar gritando como una horda de vampiros en tu


habitación.

Me encogí de hombros.

—Malditamente no me encogerás los hombros.

Los restos de mi sueño desaparecieron a medida que aumentaba mi enojo.

—Fuera, Jasper. Estoy bien. Vuelve con tu mujer.

Frunció el ceño por un instante y luego regresó con toda su fuerza.

—Se llama pesadilla. —Lo que sea—. ¿De qué se trataba, Max?

Agachado, con los brazos apoyados en los muslos y los ojos penetrantes. Y no
era con un ardiente deseo a fuego lento; esto era una ira acalorada. Él estaba enojado.
No estaba segura de por qué esto lo molestaba tanto. ¿Porque lo había despertado?
O tal vez había estado en medio de la jodida Julianna.

—Nada.

—¿De qué mierda fue la pesadilla, rayito de sol? No has tenido una así en meses.

Me puse rígida, con los ojos clavados en él.

—¿Qué? —¿Cómo lo sabría? Sabía que tenía una esta noche por lo que estaba
pasando, pero él tenía razón—. ¿Cómo lo sabes?

—Mi trabajo es saberlo.


No le creí. ¿Había estado allí? Todas esas veces que lo sentí cerca de mí. Oliendo
su olor en mi habitación. Sintiéndome como si me estuviera mirando. ¿Había sido
verdad?

—¿Dónde estuviste los últimos seis meses?

Se puso rígido, pero después de un momento, suspiró y luego suavizó el rostro.

—He estado alrededor. Ahora, ¿de qué se trataba el sueño? —Se movió hacia la
pared a mi lado, se sentó en el suelo y se apoyó en ella. Luego estiró las piernas y
cruzó los tobillos como si se estuviera acomodando para un largo viaje.

¿Estado alrededor? Miré por un segundo a sus pies descalzos, cómo sus uñas se
mantenían cortas y ordenadas. Por alguna razón, eso no me sorprendió... que se
cuidaba a sí mismo.

—¿Vigilándome?

Ignoró mi pregunta.

—¿De qué se trataba el sueño, Max?

Creo que era la segunda vez que me llamaba por mi nombre y, a pesar de odiarme
por gustarme, lo hacía. La forma en que rodaba fuera de su lengua en un profundo
sonido pícaro envió hormigueo a través de mi piel.

—Mi pasado. Nada inusual —dije.

Levantó el brazo y luego, con un movimiento suave, vacilante, metió el cabello


detrás de mí oreja. En el momento en que las yemas de sus dedos me tocaron el
rostro, se me puso la piel de gallina y se me cortó la respiración. Su expresión se
suavizó y luego secó las lágrimas con el pulgar una por una.

—¿Sobre quién te causó esas cicatrices?

Se me cortó la respiración y miré hacia otro lado.

»Quienquiera que sea él… nunca lo dejaré acercarse a ti. —No le creí y por qué
debería. Yo era un trabajo para él y cuando terminara, se iría y esas palabras no
significaban nada.

—¿Mientes a todos tus trabajos?


Era como si un interruptor de luz se disparó en él y de repente estaba rígido y
tenso. La expresión ablandada había desaparecido y en su lugar había una rabia dura
y fría.

—Gritas así en el lugar equivocado, en el momento equivocado y es un puto


faro. Planeo vivir lo suficiente para terminar mi trabajo.

No tenía ideas erróneas sobre quién era este hombre. Sin embargo, Xamien
probablemente sí. Era un asesino y asesinaba por dinero. Pero este trabajo era todo
lo contrario. Le pagaban para protegerme. ¿Me preguntaba por qué incluso lo haría?
¿Por qué un asesino tomaría este trabajo? No tenía sentido.

—¿Realmente no sabes quién me persigue?

—No. No me dieron esa información. —Su duro agarre en mi barbilla se deslizó


y guardó silencio un minuto. Empecé a levantarme para volver a la cama cuando me
agarró el brazo—. ¿Vas a tener más pesadillas esta noche?

Negué con la cabeza. Nunca tuve más de una por noche. Al menos así era en los
últimos años.

Asintió, se levantó, entró en el baño contiguo y encendió la ducha. Mi corazón


se detuvo y una astilla de inquietud se desplazó a través de mí. ¿Por qué Jasper haría
eso? ¿Cómo supo que tenía una ducha caliente después de una pesadilla? Incluso
cuando nos conocimos, él no sabía por qué me había estado duchando a medianoche.

Salió y caminó directo hacia mí y extendió la mano. Lo miré por un segundo y


fue un segundo demasiado largo porque se inclinó y me agarró del brazo, llevándome
a mis pies.

Me llevó al baño y luego se volvió para irse.

—¿Cómo lo supiste? —Mis palabras lo detuvieron.

Hizo una pausa y vi la tensión en sus hombros, pero quería verle el rostro, porque
a menos que Xamien le dijera, que estaba cien por ciento segura de que Xamien no
hablaría de mis pesadillas con nadie, entonces Jasper había descubierto otro camino.

—Tienes frío y sudor. Simple deducción.

Antes de que pudiera decir algo más, la puerta del dormitorio se abrió y pude ver
a Julianna de pie con un negligé rojo que acentuaba todas sus curvas y no dejaba
nada a la imaginación. Nunca tuve la necesidad de sentir celos, pero lo hacía ahora.
Quería correr hacia la puerta y golpearla en el rostro. Mejor aún, agarrar a Jasper y
besarlo justo en frente de ella.
No lo hice tampoco.

—¿Todo está bien, mon cheri?

Mi pecho se apretó y apreté los dientes. La tensión en la habitación era tan


intensa que era como si se hubiera tirado del pasador de una granada.

—Sí. Está bien. —Jasper se dirigió a la puerta, y comenzó a cerrarla, pero no


antes de que pudiera ver a Julianna poniéndole la mano sobre su brazo.

No dormí el resto de la noche.

●●●
Jasper entró a mi habitación antes de que el sol se levantara. Estaba vestido
apropiadamente esta vez, con el cabello mojado y peinado, y oliendo a papaya y
lavanda. No le quedaba bien. Jasper tenía un aroma terroso natural, erótico.

Se detuvo justo dentro de la puerta y brevemente me miró acurrucada en la


mecedora junto a la ventana. Capté la contracción de sus cejas al bajar y la inquieta
tormenta en sus ojos. Algo estaba mal y me pregunté si Julianna no lo habría
satisfecho.

Había estado sentada aquí desde la ducha, tratando de descubrir mis opciones.
Jasper podría pensar que no tenía opciones, pero las tenía. Podría haberme ido
anoche y estaba apostando a que habría estado demasiado ocupado follando con su
princesa francesa para darse cuenta de que me había ido.

Pero Xamien me dijo que me mantuviera cerca de Jasper, que él me lo explicaría


todo, y confiaba en el juicio de Xamien. Podría decidir qué hacer cuando vea a
Xamien.

—Vístete. Necesitamos estar en el camino en cinco. —Salió, dejando la puerta


abierta.

Un minuto después, escuché el rugido del motor de la motocicleta y luego tres


revoluciones. Mierda. Me puse los jens y corrí al baño contiguo, oriné rápidamente
y me puse un poco de pasta de dientes en la boca. Me puse los zapatos, salí corriendo
por la puerta del dormitorio y choqué contra la diosa del sexo.

Debería haberle agradecido cortésmente por su hospitalidad y haberme ido. La


vieja Max hubiera hecho eso. Pero el estruendo dentro de mí al ver a Jasper salir de
mi habitación la noche anterior todavía hervía a fuego lento. Mi ira estaba dirigida a
Jasper, pero Julianna estaba jugando conmigo y eso no me gustaba.
—No pienses que eres especial porque mi hermano estuvo contigo anoche. —
Mantuve la voz baja y controlada.

Julianne sonrió lentamente, sus labios se retiraron para revelar sus dientes
blancos como perlas.

—Ambas sabemos que él no es tu hermano. —Alzó la barbilla y mi mano se


curvó en un puño mientras imaginaba golpearla en la nariz y verla aterrizar de culo
en la tierra, piernas como de ciervo en el aire—. Él estuvo en mi cama, no en la tuya.
Y ha sido varias veces. Eso me hace especial.

Levanté las cejas.

—Oh, ¿no lo sabías? Los especiales son lo que sea que se debe usar antes de que se
vuelvan malos. —Su espalda se puso rígida.

—¡Max! —gritó Jasper.

Miré más allá del hombro de Julianne y lo vi de pie en el otro extremo del pasillo,
luciendo omnicomprensivo con su postura amplia, los hombros anchos casi llenando
el ancho del pasillo. Sabía que me había escuchado; la pregunta era si había
escuchado toda la conversación. Por supuesto que sí; era un Sounder.

—Pon tu culo en la motocicleta. ¡Ahora!

Julianna rió disimuladamente.

Lo miré y murmuré.

—Sí, señor.

Él me escuchó.

—Por el amor de Dios. —Giró sobre sus talones y dos segundos después, la
puerta de pantalla se cerró de golpe.

Eché un vistazo a Julianna, luego levanté la barbilla y me encontré con su


mirada.

—Gracias por su hospitalidad. —Luego pasé junto a ella, seguí a Jasper afuera,
caminé hacia su motocicleta y me subí. La encendió de nuevo y puse las manos en
la barra trasera. Él estiró la mano hacia atrás, agarró ambas muñecas y las empujó
hacia adelante para que mis brazos estuvieran a su alrededor.

Luego dejamos la casa de Julianna.


Pasó una hora antes de que nos detuviéramos nuevamente y fue solo porque
tenía que orinar tan mal. Le di un golpecito en el hombro cuando el siguiente café al
borde de la carretera apareció y él paró y se detuvo. Yo ya había salido de la
motocicleta y corría hacia el baño antes de que apagara el motor.

Me atrapó en la puerta del restaurante y me agarró la muñeca.

—Jesús. Tienes un tipo que se puede Transportar. ¿Podrías querer recordar eso
antes de salir corriendo? Porque, rayito de sol, no importa lo bueno que soy, no puedo
jodidamente Transportarme, así que si él llega a ti primero, eres historia.

Dudé por un segundo cuando sus palabras hicieron que un temblor se


estremeciera a través de mí. Incluso la palabra Transportar me recordaba a Drake.

Jasper se cruzó de brazos, su pie mantuvo la puerta abierta. Un hombre y una


mujer caminaron hacia nosotros, echaron un vistazo a Jasper y optaron por la otra
puerta.

—No tengo miedo. Quiero saber quién me persigue. Es importante, lo sé.

Su mandíbula se apretó.

—Te lo dije. No lo sé. Él nunca me lo dijo. Pero sé que tienes miedo. Estás
aterrorizada como el infierno, de quien te dio esas cicatrices; de lo contrario, no
tendrías pesadillas sobre él. El miedo te está devorando desde adentro hacia afuera.
Puedo ver eso tan claro como el jodido sol.

—No creas que me conoces, Jasper. —Porque todo lo que él veía era a una chica
dañada con un pasado jodido y el fajo de dinero que obtendría cuando terminara el
trabajo—. Nunca me conocerás.

Nos quedamos mirándonos uno al otro antes de que finalmente la tensión en su


brazo mantuviera la puerta relajada.

—¿No tienes que orinar?

Tenía que hacer pipí… mucho. Intenté alejarme, pero Jasper enganchó mi mano
y me llevó al mostrador. Levantó la barbilla hacia la camarera.

—¿Baño?

Ella respondió en español y señaló hacia la derecha del mostrador. Jasper no dijo
gracias, simplemente tiró de mí detrás de él, golpeó con la palma de la mano la puerta
y entró. Una chica volviendo a aplicar lápiz labial protestó a él, con los ojos abiertos
de par en par. Dejó caer el lápiz labial en el lavabo y sonó, balanceándose de ida y
regreso dentro del cuenco de porcelana. Me estaba dando cuenta de que Jasper tenía
ese efecto en las chicas. Ya sea que ella estaba impactada con un hombre en el baño
de mujeres o porque él estaba actualmente irradiando rabia, era discutible.

—Fuera —ordenó Jasper.

Yo iba con la ira.

La chica buscó a tientas su maletín de maquillaje y rápidamente corrió a nuestro


lado. Estaba a punto de decirle algo a Jasper sobre su rudeza, pero me encogí de
hombros. Como siempre decía, las personas rara vez escuchaban lo que no querían
escuchar. Jasper ciertamente no quería escuchar lo que yo tenía que decir, así que era
una pérdida de aliento.

Se apoyó contra el tocador, con las manos enroscadas alrededor del borde del
mostrador laminado. Sus cejas se levantaron cuando me miró por la puerta.
¿Realmente iba a quedarse allí de pie mientras orinaba? Esto era acerca de la dignidad
y hacer pis delante de Jasper, incluso con una puerta cerrada... Bueno, no iba a
hacerlo.

El grifo goteaba.

El maldito mostrador manchado de cigarrillos crujía bajo su control.

Los platos resonaron en la cocina cercana.

—Rayito de sol, Jesús. Tiene que mear.

Mierda. Doble mierda cuando cruzó los brazos. No tenía sentido pedirle que
esperara afuera; su respuesta sería no.

Entré en el cubículo, cerré la puerta, deslice el pestillo a un lado y luego desaté


mis jeans, me senté y oriné. Cuando salí, se apartó del mostrador y caminó hacia la
puerta. Me lavé las manos y luego fui a presionar el botón de la secadora cuando me
tomo la mano húmeda con la suya y me sacó del baño.

—Oye, necesito secarme las manos.

Continuó caminando.

—Sopla tan fuerte, cuando estoy tratando de escuchar a cualquiera que venga...
sentido común.

—Necesitas lecciones de civilidad humana básica —murmuré.


—No soy humano, ángel. —Tocó el brazo de una mesera en su camino—. Dos
cafés solos y dos tostadas de centeno con mantequilla. Para llevar.

Era molesto que a pesar de su rudeza, la mujer lo mirara con una mirada aturdida
y una sonrisa brillante. ¿Qué significaba que los hombres calientes se salieran con la
suya por ser groseros? Si yo hubiera hecho eso, ella me habría llamado perra y no me
hubiera servido.

—Claro, cariño —dijo con un fuerte acento y un guiño.

—Gracias, amor. —Jasper ladeó una sonrisa.

Puse los ojos en blanco.

—¿Cómo sabías que tomo mi café negro?

Jasper me guio hasta un taburete y me senté.

—Noto cosas.

—En el primer restaurante, le dijiste a la camarera dos cafés negros. ¿Cómo lo


supiste? —La ducha. El café. Mis pesadillas. Sabía que comía tostadas de centeno
con mantequilla por la mañana en lugar de los tradicionales churros azucarados—.
¿Jasper?

Se encogió de hombros.

—Te dije que estuve vigilando la casa de Xamien por unos días.

—¿Obtienes todo eso en unos días? —Un hilo de inquietud bailaba tap sobre mi
piel.

—Es mi trabajo, Max.

De repente, todo cambió en él y la tensión cambió al playboy despreocupado.


Tenía este aura a su alrededor, un imán que despertaba las moléculas en mi torrente
sanguíneo del lento río flojo hacia un océano de maremotos.

Su mano casualmente me apartó el cabello del cuello y mi aliento se contrajo.


Lo miré mientras su dedo trazaba los nódulos en la parte superior de mi columna
vertebral. Las mariposas revolotearon, las bragas se humedecieron y mi corazón
triplicó su ritmo.

—Necesitamos jugar un papel aquí, cariño. —Pensé que podría dejarme ir


cuando su dedo dejó de acariciarme. En cambio, se inclinó más cerca y me besó. Fue
un suave beso en los labios, pero en el momento en que nuestros labios se conectaron,
las chispas se encendieron.

Profundizó el beso, su mano se apretó en la parte posterior de mi cuello. Mi boca


cedió a su duro ataque de fluidez carnal. El calor saturado de la necesidad cruda
rompió los límites de lo que éramos.

No pensé que ninguno de nosotros lo esperaba. Nada podría haberme preparado


para ser tomada por él con un poder que no solo me atrapaba, sino que me cambiaba.

No podía respirar mientras me balanceaba hacia él, mis manos subiendo para
descansar sobre su pecho, dedos curvándose en su camisa. Fue el debilitamiento de
la rodilla, la amortiguación de las bragas y el corazón palpitante. Debería haberlo
alejado. No lo hice.

Jasper Kyelin era un imbécil autoritario y moralmente deficiente. Pero por ese
único momento en que sus labios tomaron los míos, me hizo suya. Y por primera
vez, me sentí querida y hermosa.

Luego gimió.

Y el sonido rompió mi momento de vulnerabilidad. Me retiré con tanta fuerza


que casi me caí sobre la parte posterior del taburete de la barra. Lo hubiera hecho si
Jasper todavía no me hubiera agarrado del cuello.

Nuestros ojos se encontraron. Mis labios se separaron como para decir algo, aún
sin aliento por su beso. No había esperado que fuera tan potente, como una droga
que me atraviesa las venas. No era estúpida. Sabía que quería follarme y sospechaba
que sabía que yo lo quería.

Pero necesitaba pisotearlo antes de que pisoteara todo sobre mí. No estaba
siendo blanda, a segundos de Julianna.

Sus dedos se entrelazaron a través de mi cabello y me atrajo más cerca. Me resistí


y frunció el ceño.

—Tu boca es un infierno de un lugar para estar, rayito de sol. No esperaba eso.
—Su agarre se apretó—. Si hay una próxima vez, y sospecho que lo habrá, tu boca
no tocará a ninguna otra. No mientras juega con la mía.

Guau, ¿qué?

—¿La próxima vez? ¿Me estás tomando el pelo? No debería haber habido una
primera vez. ¿Tuviste tus labios cerrados en alguna otra chica hace cuántas horas?
No, no habrá una próxima vez.
—No la besé, Max. Ella me besó y la detuve.

—Oh, es esa una de tus reglas. ¿Sin besos, solo follar? —¿Por qué me molestaba
si se follaba a otra mujer? No me debería importar No me importaba. Pero lo hacía.

—No la follé tampoco. No en años. —Rápidamente me dejó ir como si lo


hubiera quemado—. Tenemos compañía.

Me tensé y fui a mirar alrededor cuando su voz penetró en mi mente.

—Hombres junto a la puerta. Dos de ellos. Vamos a caminar junto a ellos. Hacen un
movimiento, te diriges a la motocicleta y te encontraré allí.

Era la primera vez que me hablaba telepáticamente. Era una forma muy íntima
de comunicación, como si la persona estuviera dentro de ti, parte de ti. La voz de
Jasper era diferente, más ronca y su acento era más distinguible. Pero su sutileza lo
hacía misterioso y oscuro, pero con una dulzura como si me acariciara con sus
palabras. También percibí el agujero negro que encerraba su corazón.

Jasper Kyelin era más que un Scar asesino con una arrogancia que luchaba
contra la Diosa que nos creó. Contra las leyes de los Scars. Tenía partes de él que
yacían ocultas bajo su comportamiento de imbécil.

—Max —siseó Jasper. Estaba tratando de llamar mi atención, una mano en mi


brazo y ojos perforando dentro de mí—. Un maldito buen momento para soñar
despierta sobre mi beso.

Hubo una ligera presión en mi cabeza mientras trataba de pasar las paredes
alrededor de mis pensamientos. Le tomaría un tiempo llegar porque vivir con Drake
me había enseñado a aprender a bloquear a los demás. Me había llevado años, pero
el hecho de que Drake leyera mis pensamientos me preparó para recibir más castigos
porque él sabía exactamente lo que estaba pensando.

Jasper era un Sounder, probablemente había escuchado hablar a los dos hombres
y supo al instante que me estaban buscando. La tensión zumbaba en su cuerpo, los
músculos enroscados listos para reaccionar. Un tipo como Jasper se mantenía con
vida siendo vigilante y cauteloso.

Sus dedos jugaban casualmente con mi cabello, tentador y sensual. Sin embargo,
su atención estaba en otra parte. Si yo hubiera sido observadora, habría visto a un
hombre concentrado en su chica, los ojos ardientes y la cercanía de los cuerpos.

Mecánico. Se sentía y se veía sensual, pero si mirabas más allá de lo que había
allí, leías los signos, era mecánico. Una máquina bien engrasada. Rítmico. Enfocado.
Inquebrantable a la amenaza.
Esta era la razón por la cual se le pagó a Jasper para protegerme.

—Aquí tienes, cariño. —La camarera dejó el pedido en el mostrador y Jasper


metió la mano en el bolsillo y sacó unos billetes y los arrojó sobre el mostrador. Cogió
la bandeja de cartón con los cafés y la bolsa de papel marrón que colocó en la bandeja
que los separaba.

—Gracias —murmuró, me tomó de la mano, me sacó del taburete y comenzó a


caminar directamente hacia los hombres.

No había duda en nada de lo que hacía. Me preguntaba por qué no salíamos por
la puerta de atrás tal vez a través de la cocina. Los hombres nos miraron mientras
nos acercábamos. Sabía por la falta de perfume de regaliz negro que no eran vampiros
ni Cuellos Largos, CWOs, que parecían recién salidos de un contenedor de basura.
Así olían también.

—¿Qué son?

Jasper me ignoró.

Caminó directamente hacia los hombres y mi mano en su agarre se tensó. ¿Qué


demonios estaba haciendo? Me miré los pies y me incliné más cerca de él. Odiaba no
tener mis cuchillas conmigo. No tenía defensa como una Healer.

—Disculpe —le dijo al único hombre que bloqueaba parcialmente la puerta con
su estructura.

Contuve la respiración. Esperando el golpe. El disparo. Ser agarrada y raptada.

Los pies se movieron y luego pasamos junto a ellos y salimos por la puerta. Jasper
arrojó los cafés y tostadas en el cubo, y en cuestión de segundos, estábamos en la
motocicleta y de vuelta en la carretera.

No tenía idea de hacia dónde nos dirigíamos, pero donde sea que fuera, fue
rápido. Jasper nunca dejaba pasar una buena hora. Cuando finalmente se detuvo
sobre la orilla, en un camino más tranquilo donde pasaban pocos automóviles.
Apagó la motocicleta y me deslicé fuera. Y esperé. Porque Jasper se quedó dónde
estaba, con las manos apoyadas en los muslos y sin decir nada.

Entonces lo hizo.

—¿Intentas matarnos? —Estaba parada detrás de él, así que tuvo que volverse
para mirarme. Y joder, era una mirada. Una que levantaba los vellos de mi nuca y
me hizo rechinar los dientes—. Nunca... —Se enganchó en mi muñeca, con los dedos
magullados—, hables telepáticamente con cualquiera cuando no sabes qué carajos
son ellos.

—Tú lo hiciste. —Tal vez debería haber mantenido mi boca cerrada y solo decir,
“sí, señor” como lo había hecho con Drake. Pero Jasper me había abierto y no podía
permanecer callada. Mi lucha para recuperar el control que solía tener y la facilidad
de vivir en la oscuridad… se estaba escapando.

Jasper desgarró mi escudo negro y me salpicó con un espectro de colores. Y a


pesar de odiarlo por ello, con cada respiración me sentía más viva que nunca.

—Desde cincuenta pies de distancia y conozco mis límites. ¿Me entiendes? —


Me soltó y meneó la cabeza de un lado a otro—. Y si dices jodidamente, “sí, señor”,
haré lo que debería haber hecho días atrás y te golpearé el culo aquí mismo al costado
del camino.

El tirón en la esquina de mi boca me sorprendió. Realmente era un ibécil, pero


por primera vez desde que había irrumpido en mi habitación, Jasper se veía y parecía
preocupado. Sí, era sutil como el ligero cambio en la dirección de la brisa, pero lo
sentí cuando me tomó de la muñeca. El picante de sus nervios despertando bajo su
piel caliente.

¿Había estado preocupado por esos hombres? ¿Sobre él mismo? ¿Sobre mí? ¿O
fue simplemente mi imaginación?

—Súbete a la motocicleta.

—¿Al menos me puedes decir adónde vamos? —Sabía que nos encontraríamos
con Xamien, pero no estaba segura de dónde o cuándo.

—A Francia.

—¿Francia?

—Hay un lugar que es seguro para ti. Xamien se encontrará con nosotros cerca
de allí. Ahora, ¿te subirás a la motocicleta? —dijo.

Mierda, todavía estaba enojado. Lancé mi pierna sobre la motocicleta y me


instalé detrás de él. Había un tiempo para presionarlo y este no era uno de ellos. No
era el miedo a él lo que me mantuvo en silencio. Fue la simple deducción que no
habría hecho ningún bien. Él tenía razón. No debería haber hablado telepáticamente
tan cerca de esos hombres porque si hubiera Scars renegados, habrían sabido al
instante que nosotros también lo éramos.

—Lo siento.
Su espalda se puso rígida y luego golpeó el manillar y se volvió para mirarme.

—No lo sabías. Está bien. —Sabía que no, pero él estaba tratando de hacerme
sentir mejor y esa fue la primera vez. Él encendió la motocicleta de nuevo y lo abracé.

Viajamos durante otra hora antes de que se saliera a un camino de tierra. Nos
movimos a lo largo del sinuoso sendero torturado por árboles a cada lado de
nosotros. Unos minutos más tarde, entramos en un claro y miré por encima del
hombro de Jasper.

Ahora, esto no lo había esperado. Había un pequeño avión y una pista de hierba.
Un avión con alas usadas con la edad del tiempo. Manchas negras cubrían la base
del ala superior y lo que parecía óxido se reflejaba en la hélice del frente.

Jasper se detuvo a su lado y bajamos de su motocicleta.

—¿Un avión?

La esquina derecha de la boca de Jasper se curvó hacia arriba y sus ojos se


iluminaron.

—Conoce a Fiona.

—¿Fiona?

La ira desapareció y fue el juguetón Jasper otra vez.

—Mi avión.

—Sí, lo entiendo. Pero Fiona necesita mejorar su aspecto. Tal vez incluso una
nueva Fiona.

Jasper se rió entre dientes.

—Ella nunca me ha decepcionado. Confío en ella.

Yo no.

—¿Hay paracaídas en el avión? ¿Cascos? ¿Trajes de protección contra incendios?

Se echó a reír y el sonido se hundió en mí, provocando calor desde la punta de


mis dedos hasta los dedos de mis pies. Era obvio por la ligereza en él que Fiona era
su orgullo y alegría. Me sorprendió que Jasper tuviera orgullo y alegría ya que tenía
la impresión de que no le importaba nada.
Me pregunto por quién fue nombrada. Nunca había sentido curiosidad por
nadie. No me importaba. Pero quería saber cómo Jasper llegó a ser como era. Por
qué vivía sin lazos con nadie. Por qué mataba por dinero. No podría haber sido
siempre así.

Lo vi caminar hacia el avión, su brazo se elevó y luego sus dedos recorrieron el


borde del ala. Era una caricia, suave y gentil como si acariciara la curva del lado de
una mujer. Me quedé mirando, mi pulso se aceleró, imaginando que era a mí a quien
estaba acariciando.

Su mano golpeó el metal y me sobresalté.

Una máquina. Nada que pueda devolverle el amor. Algo que fácilmente podría
destruir si lo necesitara. Sin apegos.

Y podría argumentarse que yo tampoco tenía apegos, pero tenía mis razones. La
pregunta era... ¿Cuáles eran las de Jasper?

Escuché el rugido de otra motocicleta y miré a Jasper que estaba ahora frente al
avión revisando la hélice oxidada. Rápidamente abrí la alforja y saqué mis navajas,
una en cada mano. Retrocedí hacia Fiona, sin perder de vista la dirección del sonido
de la motocicleta. ¿Nos habían seguido esos hombres? No, habría dos motocicletas o
un automóvil.

Seguí retrocediendo hasta que tropecé con algo duro, Jasper. Sus manos se
deslizaron por mis brazos para cubrirme las manos con las cuchillas a los lados.

—¿Planeas cortar mi avión, rayito de sol?

Asentí hacia el área cubierta de árboles de donde veníamos.

—Alguien viene.

Me estremecí cuando su aliento atravesó el lóbulo de mi oreja.

—Damien. Y te aconsejo no joder con él. Todavía está enojado con la raza
femenina.

Damien y Xamien eran hermanos y nada en común. El apodo de Damien era


“Odio a las mujeres”, era impaciente y volátil y tenía una actitud de infierno. Vivía
como Solitario en Florida y solía ser llamado para ayudar a Talde cuando era
necesario. Eso cambió. Ahora, cazaba a una chica, Abby.

Damien se bajó de su motocicleta, no una motocicleta para viajar como la de


Jasper, sino una motocicleta de carrera roja, y se dirigió hacia nosotros.
Jasper se inclinó hacia mí.

»Siéntete libre de usar “sí, señor”.

Golpeé mi codo contra su abdomen y golpeé una masa sólida. Estaba preparado
para eso.

Damien se detuvo frente a nosotros, con las piernas cruzadas, los brazos
cruzados y ni una astilla del hombre con el que me había encontrado hace algunos
meses. Sus ojos eran como mirar el agua fangosa, incapaz de ver lo que había debajo
de la superficie. Damien se veía como yo lo había hecho alguna vez... vacío de
emociones. Viviendo y respirando, pero solo en el sentido mecánico.

Sin estrechar las manos, una palmada en la espalda, cómo esas, formalidades
entre los hombres. Directo al punto.

Jasper le arrojó sus llaves.

»Si tenemos suerte, te seguirán —dijo Jasper—. Sugiero ir al sur. ¿Tienes una
chica para montar en la parte posterior?

Damien asintió.

—Sí. Por el camino. ¿Algo más?

Jasper se encogió de hombros.

—¿Dirígete con Adrian y ve cómo está?

—Jodete —murmuró Damien y luego negó con la cabeza. Me preguntaba cuál


era el problema cuando dijo—: No me voy a enamorar por eso otra vez. La puta bala
duele como el infierno.

Jasper se rió entre dientes y luego hizo un gesto con la cabeza inclinada hacia
mí.

—Ella me disparó en el muslo.

Damien levantó las cejas.

—¿No la abandonaste después que la follaste?

Resoplé.

—Jesús, estoy aquí mismo.


Jasper, cuyas manos todavía descansaban sobre las mías que sostenían mis
navajas, se tensó.

—No te preocupes, rayito de sol. Nunca te haría eso. Mis mujeres vienen
primero, literalmente.

Esta vez, golpeé mi talón contra el puente de su pie.

Gruñó y me soltó, pero escuché la risa sutil seguirme.

—Afortunadamente, ella es una Healer. Desafortunadamente, tiene una actitud.


—Me aparté de él y le di la espalda, fingiendo admirar el cubo de óxido de Fiona
mientras escuchaba su conversación—. ¿Alguna pista sobre Abby?

—No —dijo Damien.

—¿Investigaste lo que te pedí?

—Sí. Parece que podría ser él y si eso es... más de lo que puedes soportar —.
¿Estaban hablando de Abby o de mí?—. Puede que quieras... terminar esto. Las
probabilidades no están a tu favor en este caso.

Silencio.

Los miré por encima del hombro. Jasper tenía la cabeza baja, los brazos cruzados
y la espalda rígida. Damien estaba parado, con los brazos a los lados y me miraba
con sus ojos sombríos.

—No —dijo Jasper.

La mirada de Damien se volvió hacia Jasper.

—¿Estás comprometido?

—Me conoces mejor que eso. Simplemente no me gusta perder.

Damien volvió a mirarme y su mirada penetrante vaciló en mis brazos: mis


cicatrices. Me moví inquieta y me froté los brazos, no me gustaba lo intensamente
que me estaba mirando.

—No dejes que te engañe. Son todas perras crueles —dijo Damien y luego giró
sobre sus talones y se dirigió a la motocicleta de Jasper. Descolgó la alforja y la lanzó
hacia nosotros.

¿Qué diablos quería decir con eso?


—Vamos, rayito de sol. Pongamos a Fiona en el aire. —Jasper golpeó el ala con
el puño dos veces y luego agarró su bolsa.

El rugido de la motocicleta comenzó y vi como Damien desaparecía detrás de la


cubierta de los árboles.

—¿Qué fue eso?

—Nada. Vámonos.

No estaba tan segura de si Fiona iría a algún lado. ¿Sabía él lo que estaba
haciendo? No era como si tuviera miedo a volar o morir, pero mi elección de muertes
no sería en picada hacia el suelo.

»Ángel. Culo. Aquí. Ahora.

Jasper ya estaba en la parte superior de las escaleras.

Subí, lo seguí hasta la cabina y me apreté entre los asientos. Me senté en el


asiento junto a él y me abroché el cinturón de seguridad. Pulsó los interruptores,
luego se puso unos auriculares y comenzó a hablarle a alguien.

El motor salió a borbotones y las hélices gimieron unas pocas veces antes de que
giraran de repente. Jasper sonrió.

»Eso es todo, cariño. —Poco a poco el avión se sacudió hacia adelante y vi las
hélices por la ventana lateral girando. Me sorprendió que no haya visto el óxido que
flotaba en el aire.

Jasper puso su mano sobre mi muslo y lo miré. Tenía una sonrisa engreída y sus
ojos brillaban como si supiera algo que yo no sabía.

»¿No vas a pedir mis calificaciones?

Me encogí de hombros. Sospeché que Jasper no haría algo tan estúpido como
volar un Cessna sin ser muy bueno en eso. En realidad, Jasper parecía el tipo de
persona que era condenadamente bueno en todo lo que se proponía, incluido, según
él, el sexo.

Jasper se rió sacudiendo su cabeza.

»Piensa que me va a gustar escuchar que gritas y te retuerces debajo de mí. —Me
puse rígida, preguntándome si había leído mis pensamientos. Pero eso era imposible.
Lo sentiría y mis escudos alrededor de mi mente estaban intactos—. Inclinando tu
mundo en su eje con mi polla dentro de ti… viendo tus ojos llenos de deseo. Ángel,
esa falsa actitud de indiferencia no te tocará cuando yo esté dentro.

Crucé los brazos, más para evitar que el corazón saltara por mi caja torácica que
cualquier otra cosa. Solo el pensamiento de Jasper dentro de mí me estaba
catapultando a través de un laberinto de emociones.

El avión comenzó a avanzar por el campo de hierba y mis emociones estaban


despegando al mismo tiempo que veía a Jasper maniobrar fácilmente el avión en el
aire en un ángulo pronunciado.

Parecía completamente calmado, con el rostro relajado y los músculos


flexionados, pero no con tensión. No, Jasper exudaba tanta confianza en su estatura
que no creía que fuera capaz de ser vulnerable.

Waleron tenía la misma confianza, seguro de sí mismo, intrépido y estoico, sin


embargo, lo portaba de manera diferente. El Taldeburu tenía una intensidad severa
sobre él. Lo había experimentado íntimamente cuando le puse las manos encima
para tratar de calmar a su Ink. El poder inflexible que yacía bajo su piel era una
poderosa confusión, girando como un huracán fuera de control listo para barrer a
cualquiera en su camino.

Pero Jasper, era diferente. Tenía problemas para leerlo. Él no tenía moral. ¿Qué
significaba eso? ¿Qué tan lejos iría a conseguir lo que quería? ¿Mataría a personas
inocentes? ¿Traicionaría a un Scar? En el exterior, Jasper era arrogante y seguro de
sí mismo con una actitud inflexible y sin estupideces. Pero anhelaba saber qué había
debajo.

¿Qué lo hizo un asesino? ¿Qué lo hizo de esta manera? Porque todos éramos
producto de nuestro pasado; era solo la forma en que vivimos con lo que
experimentamos lo que nos moldeaba en lo que nos convertimos.

Lo miré mientras hablaba con alguien por sus auriculares, y no era en inglés.
Frunció el ceño y luego dijo unas pocas palabras agudas antes de que sus manos se
apretaran alrededor de los controles. De repente movió su boquilla y me miró.

El calor en mis mejillas cobró vida al ser atrapada mirándolo.

Él se quitó los auriculares.

»¿Ves algo que te gusta?

Pasé años callando, y aprendí a apreciarlo. Cuanto menos dijera, mejor, pero
con Jasper, tenía problemas para mantener la boca cerrada. Presionaba mis botones
y yo quería empujar de regreso.
—Nada que no haya visto antes. —Me encogí de hombros y miré por la ventana
lateral—. Vivo con Xamien, recuerda. —Xamien era uno de los hombres más
atractivos que jamás había visto, mundano con un aire casual sobre él. También
pensaba en él más como una figura paterna que como un hombre en el que estaría
interesada alguna vez—. Nada inusual en mi mundo.

—¿Tu mundo? —se burló Jasper—. Tu mundo está formado por Xamien y su
mayordomo, Glunk, cerca de cien acres y una mansión. Usted, señorita Rayito de
sol, ni siquiera ha experimentado una taza de té del mundo.

Me tensé, con las manos agarradas a los apoyabrazos de cuero. ¿Una taza de té?
¿Simplemente comparaba mi vida con una taza de té?

—Al menos en mi “taza de té” tengo moral y puedo dormir por la noche.

—Oh, yo duermo bien. —Su voz era baja y suave cuando dijo—: ¿Puedes tú,
Max?

Mi aliento se detuvo y mi mirada se sacudió.

—¿Por qué tienes que ser tan idiota?

—Porque eres linda cuando te enojas. —Su boca se crispó en las esquinas.

Bastardo. A él le gustaba esto. Le gustaba obtener una reacción de mí. Estaba


disfrutando de verme tartamudear y desequilibrada. Bueno, puede que no tenga su
experiencia, pero sí sabía lo que le gustaba a un hombre y lo que lo despistaría.

Lentamente pasé mi lengua por mi labio superior.

Pequeña sacudida.

Acaricié la cadena de plata en la base de mi garganta.

Sus cejas bajaron mientras me miraba.

Luego me mordí el labio inferior y lentamente arrastré mis dientes sobre ellos.

Sus labios se fruncieron y se movió en su asiento.

Juego terminado.

Ahora, yo estaba tomando el control.


Jasper
Max estaba dormida, sus pies escondidos debajo de ella, su cabello tendido en
suaves rizos contra su mejilla rogándome pasar mis dedos a través de ellos. Amaba
el cabello de una mujer; decía mucho sobre ellas. Y el cabello como el de Max, largo
y lujoso con un rebote en las olas relajadas, indicaba que se escondía detrás de la
cortina de hebras. Asustada por el cambio, correr riesgos; quieta con un aura de
misterio. La cosa era... Max fingía no tener miedo de todo, sobre todo de mí, pero
eso era una mentira. La chica se estaba escondiendo, y yo iba a romper y verla
romperse.

Estaba cabreado porque no podía leer sus pensamientos. Hacia mi trabajo más
difícil, protegiendo a una mujer no tenía ni idea de lo que estaba canalizando a través
de su cerebro. La información era mi ventaja y yo era bueno en encontrarla y usarla
para conseguir lo que quería. Tal vez era mejor que no leyera sus pensamientos; era
demasiado íntimo y mi obsesión con ella ya me estaba jodiendo.

—¿Te gusta lo que ves? —dijo ella, sus ojos parpadeando abiertos.

Las esquinas de mis labios temblaron, sabelotodo. Lo que había descubierto con
Max era que era muy luchadora. La forma en que manejó a Jules me hizo querer
agarrarla y besarla hasta que gimiera mi nombre. Sabía que Jules quería que Max
pensara que estábamos follando, pero la verdad es que ya no había nada entre
nosotros. Habíamos follado unas cuantas veces hace un par de años atrás, pero eso
era todo. Y normalmente, no me importaría una mierda lo que otra chica pensara,
pero Max... me molestó escucharla hablando con Julianna. No me gustaba que
pensara que me la follé.

—Sí, lo hago. —No tiene sentido negarlo. Mierda, quería saborearla, acariciarla,
hundirme dentro de ella tanto que era como si mi polla colgara por una soga,
estrangulándose con necesidad.

La cosa era... tenía la sensación de que una vez no iba a ser suficiente y eso me
molestaba. De todas formas no me impedía desearla. Tampoco me había impedido
observarla durante meses. Además, tomaba lo que quería y me ocupaba de las
consecuencias más tarde.

Mi polla se hinchó cuando sus dulces ojos vidriosos me miraron. No me gustaba


cuando no tenía expresión, rostro rígido y controlado. Tenía una sonrisa magnética
que rara vez utilizaba y cuando la había visto, era como si hubiera entregado un trozo
de su alma. Jodidamente brillante.

Aún no la oía reír y maldita sea, quería hacerlo. Apuesto a que inclinaría su
cabeza ligeramente hacia atrás, revelando su delgada y pálida garganta y sus ojos
brillarían como zafiros azules. El sonido... joder, tendría la dulzura del jarabe con el
calor de una salsa picante.

Desenrolló las piernas y puso los pies en el suelo, buscando sus zapatos. La
cicatriz blanca dentada y la piel descolorida en el puente de su pie por encima de lo
que era su tatuaje me llamó la atención. Lo había visto varias veces y era obvio que
alguien había destruido intencionalmente su Ink al quemarla. Por lo que quedaba, el
Ink había sido una especie de araña.

Un rugido se elevó en mi pecho amenazando con escapar de mi garganta con la


imagen de Max siendo quemada, torturada... malditamente herida. Todo mi cuerpo
se puso rígido y quería perforar algo, destruir. Jesús, ¿qué estaba mal conmigo?

Nunca di una mierda por las cicatrices, físicas o emocionales, que la gente tenía.
Todos las teníamos. Nos hacía lo que éramos... bueno y malo.

Pero quería saber exactamente qué le pasó. Quería matar al bastardo. Era mío
para destruir.

»¿Qué pasó? —Asentí con la cabeza a su pie.

Inmediatamente empujó su pie de nuevo en su zapato.

—No es asunto tuyo.

Esperaba esa respuesta. Max era tan cerrada sobre su pasado como yo.

—Es mi asunto. Tú eres mi asunto y hasta que diga lo contrario, me vas a decir
todo lo que necesito saber sobre ti. —Realmente no necesitaba saber nada de ella.
Todo lo que tenía que hacer era mantener su culo a salvo y si no podía hacer eso,
entonces tenía que matarla. Debería haber sido un trabajo sencillo. Pero era
complicado como el infierno y jodía con mis emociones. Traté de enfrentar la lujuria,
pero mi obsesión era más que eso. No solo la quería, quería ser su dueño. Y la parte
loca como la mierda era que quería que ella quisiera ser poseída por mí.
Los labios de Max se fruncieron y supe que estaba llegando a ella. Cuando conocí
a la chica, tenía un escudo alrededor de sus emociones del tamaño de Asia. Pero yo
lo estaba haciendo astillas y ella se estaba desmoronando.

—Y no tengo ganas de decirte.

Esta vez, me hizo reír. Frunció el ceño y su espina dorsal se endureció lo que
hizo sobresalir sus dulces pechos que me dieron una probada al presionarse contra
mí durante horas en la moto. Chasqueé el interruptor para el piloto automático
entonces alcancé su pie.

»¿Qué estás…? —chilló cuando arranque su zapato.

Su puño me en la parte inferior de mi mandíbula, duro.

»¡Déjame!

Se retorció en su asiento, tratando de escapar, pero tenía poco espacio para


moverse. Era lindo como el infierno. Joder, me gustaría verla pelear acostada debajo
de mí desnuda.

—Nena, ¿qué pasó con tu Ink?

—Nada.

—Rayito de sol, dime.

Dejó de luchar y espetó:

—Él lo quemó de acuerdo. Me sostuvo en sus brazos y acarició mi cabello todo


dulce mientras que su súbdito vampiro tomó una barra ardiente y quemó mi Ink. —
Joder. Joder. Joder. Me quedé paralizado, mirándola fijamente—. Ese fue el primer
día.

Dobló la rodilla y debí haberlo visto venir, pero mis manos estaban envueltas
alrededor de su delicado tobillo, y estaba ocupado tambaleándome, la imagen
sofocándome. Ella pateó y me golpeó en el costado de la cabeza, desequilibrándome.
Mis manos se deslizaron de su tobillo y gruñí cuando mi visión se volvió borrosa por
un segundo.

—Jesús, tienes una patada infernal.

Ella estaba de pie y detrás de su asiento, sus manos curvadas alrededor de la parte
posterior del mismo.
—Tócame de nuevo y mi espada será la última cosa que veas. ¿Entiendes?

Sus cuchillas estaban en mi bolsa bajo mi asiento.

»¿Lo entiendes? —gritó.

Estaba temblando, su rostro pálido y la furia ardiente se mezcló con miedo...


joder. Yo era un bastardo. No debí haberla empujado con la cosa de la Ink. ¿Qué me
pasada? El asunto era que normalmente no me importaba un carajo lo que cualquiera
pensaba de mí, pero eso estaba cambiando. Me di cuenta de que me importaba. Me
importaba lo que Max pensaba. Y en vez de hacerle una observación fría, tuve la
necesidad de disculparme.

Juré no volver a preocuparme. Era peligroso, y en mi línea de trabajo, podía


conseguir a cualquiera que me importara muerto realmente rápido.

—Sí, nena. Lo entiendo. —Tomé el auricular y me lo puse.


Max
Seguía conmocionada cuando el avión descendió y mis orejas estallaron.
Entonces, un ruido sordo y los neumáticos rodaban por la pista. Había pasado una
hora desde que Jasper intentó ver mi Ink y cada centímetro de mí gritaba por los
recuerdos de la voz de Drake mientras me sostenía tranquilamente, susurrándome
palabras tranquilizadoras en el oído. Pero nada fue calmante. Sus palabras se
sintieron como un cuchillo apuñalándome con cada sílaba.

No pude caminar durante semanas después de que mató mi Ink.

—Max. —Jasper estaba parado al lado de mi asiento, su mano se levantó como


si estuviera a punto de tocar mi hombro, pero la bajó a su lado.

Conté hasta diez, construyendo el escudo sobre mi mente. No podía dejar que él
llegara a mí. Ya no era esa chica vulnerable. Sabía cómo pelear. Sabía cómo
protegerme.

Levanté mi barbilla.

—Toca mi Ink otra vez y te mataré.

Se encontró con mi mirada fija, y por un segundo, pensé que iba a dispararme
un comentario inteligente, pero esta vez me sorprendió y asintió abruptamente.

—Sí. —Caminó hacia la puerta lateral, la abrió y bajó los escalones.

Cuando bajé las escaleras, estaba apoyado contra el avión, con los brazos
cruzados con la confianza de un león orgulloso defendiendo su montaña y la
montaña era Fiona. Me acerqué y busqué las cuchillas que él tenía en la mano. Los
puso detrás de su espalda y con su otro brazo, me enganchó por la cintura y me apretó
contra él. Mis manos se dirigieron automáticamente a su pecho, una palma plana
contra su corazón.

Su voz era baja y grave con ese toque de acento amortiguador.


»Lo siento, Max. No debería haberlo hecho... joder, lo siento.

Mi respiración se detuvo en mi garganta. No había una sonrisa engreída, ningún


brillo juguetón en sus ojos; en cambio, vi preocupación con las cejas fruncidas y los
labios hacia abajo.

Estaba tan desconcertada por las simples pero poderosas palabras que permanecí
callada y quieta en sus brazos. Sabía que algo había cambiado entre nosotros en ese
momento. Su capacidad para disculparse y la mía... sí, lo acepté porque sabía que
obtener esas palabras de Jasper era monumental.

—¿Qué te pasó, Jasper?

Su expresión de inmediato se endureció. Puso su dedo debajo de mi barbilla y su


pulgar acarició lentamente el hoyuelo. La suavidad en ella contradecía
completamente la mirada dura y fría en sus ojos.

—Soy bueno en tres cosas: matar, follar y no importarme si he hecho cualquiera


de las dos. —Sus dedos se deslizaron sobre mi barbilla, bajando por mi cuello y luego
entre mis pechos y más abajo. Luego estaba debajo de mi camiseta, su piel tocaba la
mía mientras ligeramente apoyaba las yemas de sus dedos sobre mi piel desnuda. De
repente, su mano me dejó y se alejó—. Max, quiero que... necesito que nunca lo
olvides.

No pude entenderlo. Era juguetón y flirteaba, pero era cruel y duro, como si
quisiera lastimarme. Pero sentí algo cuando nos tocamos y fue más que deseo. Era
más fuerte, y si alguno de nosotros cedía, tenía la sensación de que sería la
destrucción de lo que nos convertiríamos.

—¿Max?

Jadeé ante la voz familiar y me volví. Xamien cerró la puerta de un Audi negro
y caminó hacia mí con una amplia sonrisa en su rostro. La tensión en mis hombros
desapareció al instante cuando encontré la brillante calidez en sus ojos. Si había una
persona en este mundo que me importaba, era Xamien. Cada vez que lo veía, el
recuerdo de él levantándome en sus brazos y sacándome del infierno de Drake me
producía un gran alivio.

Fue como ser salvada de nuevo.

Sabía que no me abrazaría. Había mantenido mi distancia de todos, incluido él,


pero algo había cambiado en mí y quería sentir la familiaridad de Xamien a mi
alrededor.
Di un paso hacia él y envolví mis brazos alrededor de su cintura. Le tomó un
segundo antes de que me abrazara y luego me besó en la parte superior de mi cabeza.
Presioné mi mejilla contra su sólido pecho y me apretó. El Taldeburu emanaba una
intensa sexualidad por la forma en que se contenía. Alto y musculoso con rasgos
aristocráticos y un aire de confianza. Nunca me había empujado a decirle nada sobre
mí y ahora sabía por qué... él sabía que era una Healer y probablemente sospechaba
que lo estaba escondiendo por lo que había pasado. Sin embargo, no importaba.
Xamien me había dado un hogar y, sobre todo, había confiado en mí cuando no le
había dado nada en que confiar.

»¿Estás bien?

Asentí y retrocedí.

—Sí, señor. —Escuché a Jasper gruñir.

Mi mirada se disparó hacia él y noté que sus ojos parpadeaban hacia la mano de
Xamien todavía asentada en mi cintura. La mirada furiosa... estaba llena de irritación
Yo era una Healer y no podía sentir emoción como un Scar Reflector, pero nadie
necesitaba una mayor capacidad para sentir la tensión que irradiaba de él.

Xamien era obviamente bastante inmune a la fanfarronería de Jasper o sabía que


era una tapadera porque estaba aprendiendo rápidamente que todo lo que salía de la
boca de Jasper no era cierto.

Los ojos de Jasper volvieron a mi rostro y su ceño se profundizó. Todas esas


pequeñas cosas que notó de mí… cómo me miraba... cómo me cuidó cuando tuve la
pesadilla… esas cosas no podrían ser acciones de un hombre a quien no le importaba.

Y esa comprensión hizo que mi corazón se saltara un latido mientras nos


miramos el uno al otro hasta que la voz de Xamien nos separó.

—Puedo sentir la atracción entre ustedes dos.

Xamien era un Reflector y podía leer emociones; sin embargo, un Reflector no


tenía que romper sus escudos para sentirlos. Cuando lo miré a la cara, era homicida
mientras miraba a Jasper. Lo que lo empeoró fue que Jasper se encogió de hombros.

—No es así —dije rápidamente.

Xamien me ignoró, con su enfoque en Jasper.

—Me dijiste que no lo harías. Te advertí que mantuvieras tus manos alejadas. —
Las palabras salieron una por una, como un puño golpeando un tambor—. Debería
haberlo sabido mejor. Lo sabía bien.
La tensión entre ellos hizo que el aire cambiara y rápidamente puse mi mano en
el brazo de Xamien para atraer su atención hacia mí.

—Xamien, estoy bien. Estamos bien.

—Me importa un carajo él.

¡Guau! No esperaba que algo así viniera de Xamien. Siempre era relajado e
informal, pero este era el lado que otros temían. Xamien se adelantó y me apartó el
cabello del cuello. Escuché a Jasper toser y murmurar algo por lo bajo. Xamien debe
haber distinguido sus palabras porque comenzó a ir hacia él, pero me aferré a su
brazo.

—¿Qué está pasando, Xamien?

Xamien levantó la cabeza y miró hacia el automóvil. El aire se volvió más frío y
luego apareció una nube gris de niebla.

Me puse rígida cuando una figura emergió de la niebla y me encontré con los
ojos azul hielo de Waleron. Me miró y por un segundo, me pregunté si sabía quién
era yo.

Él era un antiguo, defendía las leyes por encima de todos los demás y protegía a
los Scars con su vida. Era excepcionalmente privado y nadie sabía dónde vivía. Pero
dos cosas que todos sabían era que sufrió sesenta y un años de tortura por parte de
un CWO, un Lilac, y que haría cualquier cosa por proteger los Scars, cualquier cosa.

Se dirigió hacia nosotros y me acerqué un poco más a Xamien, quien respondió


apretando mi cintura de manera tranquilizadora.

—Xamien. Jasper —dijo Waleron y luego se volvió hacia mí—. Max. —Me
estremecí al escuchar mi nombre. Era como si supiera que no era mi verdadero
nombre. ¿Era eso posible? ¿Sabía que yo era Breanna y que mentí sobre mi nombre
todos estos años?

Xamien asintió con respeto. Jasper no dijo nada; de hecho, me di cuenta de que
evitaba mirar a Waleron en conjunto, lo cual era extraño porque Jasper se reunía con
todos de frente.

»¿Le dijiste quién la persigue? —Y la voz de Waleron coincidía con su mirada:


helada, abrupta y dura.

Mi corazón saltó y luego comenzó a correr. El calor inundó mi cuerpo cuando


mis nervios comenzaron a dispararse como fuegos artificiales. No. No lo digas. Por
favor no lo digas.
—Todavía no —dijo Xamien.

—¿De qué diablos están hablando? —Jasper apretó los puños a los costados—.
Waleron, maldita sea. Bastardo. Me dijiste que no sabías quién demonios estaba
detrás de ella.

Waleron ni siquiera se inmutó cuando se levantó con calma y mantuvo sus ojos
en mí. Lo supe. Nadie tenía que decir nada. Sabía lo que me iban a decir.

—El Scar buscándote —dijo Xamien—. Ha sido visto en todo el mundo durante
los últimos seis meses en busca de una chica. Una chica de unos veinte años con
cicatrices y una quemadura en la parte superior del pie por un tatuaje. —La bilis se
levantó en mi garganta y tuve que tragar varias veces—. Su nombre es Drake y es un
Scar antiguo, Max. —Dios. Era Drake—. Este Scar... la Diosa mató a su Ink porque
era demasiado poderoso. Quería destruir a los Scars y ser el único en gobernar.
Cuando su Ink murió, debilitó sus pulmones y le quitó la mayor parte de sus poderes,
incluida su capacidad de Transportarse.

Ya no escuchaba sus palabras y no era necesario. Sabía la historia. Lo que ellos


aún no sabían era que Drake me mantuvo prisionera durante seis años como su
Healer privada.

Y ahora me estaba buscando y no le importaba quién lo supiera.

Negro nublo mi visión cuando el miedo abrumador me catapultó a un torbellino


de emociones que de repente se estrelló contra el suelo y me dejó sin aliento.

—Max. —Xamien gentilmente me jaló para enfrentarlo—. La casa en la que te


encontré. Había vampiros, pero... ¿Eran seguidores de Drake? ¿Fue él de quien te
rescatamos? ¿Es por eso por lo que ocultaste que eres una Healer? ¿Por qué has tenido
miedo de que te encuentre?

Mi aliento se cerró en mi garganta cuando pensé en Drake. Él podría


Transportarse nuevamente. Me estaba buscando. Tenía hordas de seguidores de
vampiros para ayudarlo. Tenía humanos ayudándolo. ¿Quién más? ¿CWOs?

»Max, necesitamos respuestas para protegerte. —Xamien frotó mis brazos arriba
y abajo, tratando de consolarme, pero todo lo que podía pensar era en Drake.

—Sí. Lo sané por seis años. —Cerré los ojos cuando el miedo se aferró a mí y
me hizo caer. Temblaba y escuchaba voces que resonaban, discutían, pero no podía
concentrarme en nada excepto que Drake era el que estaba detrás de mí.

Drake mataría a Xamien. Mataría a cualquiera que se interpusiera en su camino,


como lo hizo con mi Talde y mi madre. Era resistente, inquebrantable y determinado.
Me sentí como si estuviera de pie desnuda en el frío helado y la picadura de
escarcha lentamente estaba devorando mi piel.

—¡Max! —Fue el tono cortante de Jasper lo que me cortó y lentamente abrí los
ojos. Jasper tenía sus manos en mis caderas y yo estaba agarrando su camisa mientras
me paraba frente a él, sin saber siquiera cómo llegué allí—. Él no te encontrará.

Pero ninguna palabra podría calmar la creciente tormenta de emociones. El


entumecimiento de Jasper se había desmoronado, rápidamente.

—Sí, lo hará. —Me olvidé de Xamien y Waleron mientras miraba a Jasper a los
ojos, llenos de lágrimas mientras todo lo que había luchado para evitarlo se derrumbó
sobre mí—. ¿Sabías que caminaba por las calles de diferentes ciudades todos los días?
Todo el mundo solo para poder Transportarse a cualquier lugar que quisiera. Lo sané
todas las semanas para que fuera lo suficientemente fuerte para Transportarse. —
Todo el cuerpo de Jasper palpitaba de tensión mientras miraba a Waleron que estaba
a nuestro lado—. Me tomaron cuando tenía diez años. Él mató a mi madre y al
Talde. Quemó todo y luego él...

Luego me torturó durante seis años; me vio sufrir. Me forzó a sanarlo. Dejó
recordatorios en mi cuerpo, por lo que cada vez que me miraba en el espejo lo veía.

—Jesús, el Talde en Inglaterra. La pequeña niña, Breanna —dijo Xamien por lo


bajo—. Todo fue quemado hasta el suelo.

Asentí y me aparté del agarre de Jasper en mis caderas. Instantáneamente me


enfrié y quise la comodidad de sus manos otra vez. Era posesivo y protector y, sin
embargo, Jasper no era ninguno de los dos. No realmente. Era ambos en ese
momento simplemente porque le pagaban por serlo.

Xamien puso su mano sobre mi hombro como si supiera que necesitaba algún
tipo de apoyo.

»Pero no hay Healers desaparecidas. ¿Cómo el bastardo puede Transportarse


ahora? Dijiste que tenías que sanar sus pulmones todas las semanas para que pudiera
Transportarse.

Todos estaban callados.

Waleron aún no reaccionaba ante nada de lo que yo decía, pero rara vez
reaccionaba; frío como la piedra.

—Deberías haberme dicho jodidamente que fue ese bastardo quien le hizo eso.
Que fue Drake quien la perseguía. —La voz de Jasper estalló en el silencio. Me
sacudí, pero sus abruptas palabras no fueron dirigidas hacia mí; eran para Waleron—
. Jesús. —Se dio la vuelta y se alejó, y lo observé, los músculos de su espalda apretada
y su mano corriendo por el cabello mientras se acercaba al auto y luego golpeó con
su puño el techo. El sonido hizo eco y supe que tenía que haber una gran mella.

Cuando se giró y comenzó a caminar de regreso, sus ojos nunca abandonaron


los míos mientras el miedo se deslizaba sobre mi piel en un alquitrán negro sofocante.
Mi miedo no era por Jasper; era por lo que yo sabía que tenía que haber sucedido.
Esto era peor. Mucho peor. Solo había una posibilidad de que Drake fuera lo
suficientemente fuerte para Transportarse sin tener una Healer.

Jasper me alcanzó y sin dudarlo, envolvió su brazo alrededor de mi cintura y tiró


de mí hacia él mientras su otra mano ahuecaba mi mentón.

»Puedo protegerte. —Traté de negar con la cabeza, pero su mano me lo


impidió—. Soy bueno en lo que hago.

—Eres un asesino. Eso es lo que haces. —Lo dije suavemente y no había querido
que fuera malo, solo que era la verdad. Jasper era un asesino. Era bueno en eso. Era
el cazador, no la presa y en este momento, éramos perseguidos por un Scar antiguo
que podía Trasportarse y ahora… ahora era más fuerte que nunca. Porque Drake era
ahora vampiro.

La mandíbula de Jasper se apretó y sus labios se fruncieron. Luego su mirada se


desvió hacia Waleron mientras decía:

—Sí, bueno, alguien tiene que hacer lo que se necesita hacer. —Creí ver a
Waleron asentir, pero no podía estar segura y su expresión nunca cambió.

—Él es un vampiro —dijo Waleron como si me leyera los pensamientos—. Es


la única manera en que podría estar fuerte nuevamente sin una Healer.

Xamien maldijo por lo bajo. No había otra posibilidad, excepto que Drake se
hubiera vuelto un híbrido.

—Balen tiene una gran habilidad para Rastrear vampiros. Podemos llamarlo.

Balen era un Scar Tracker que estaba con un Talde en Toronto. Una vez había
bebido sangre de vampiro a cambio de salvarle la vida a una mujer. Casi había
transicionado a un vampiro, pero luchó contra la sed de sangre y la venció.

Pero no importaría si encontraran a Drake. Si él había hecho la transición,


entonces era más que probable que fuera más fuerte que nunca y que no se detendría
ante nada para encontrarme. Pero, ¿por qué me querría ahora si ya no me necesitaba
para sanar sus pulmones?
Mis piernas cedieron cuando me di cuenta del por qué. Jasper me sostuvo contra
él, su aliento contra mi cuello.

Drake lo sabía. Sabía que podía sanar su Ink. Por eso me estaba buscando. Era
la única posibilidad. El momento era el correcto. Hace seis meses, me había
comunicado con el Ink de Waleron. Hace seis meses, supuestamente Drake había
comenzado a hacer preguntas sobre una chica con cicatrices.

—¿Qué es? —susurró Jasper en mi mente.

No podía decírselo. No podía decírselo a nadie. Si supieran que soy capaz de


curar el Ink de Drake, Waleron me mataría y entonces Xamien tomaría represalias.
Pero sanar el Ink de Drake lo volvería casi invencible. Un híbrido con un Ink tan
mortal que la Diosa tuvo que matarlo…

Entonces me golpeó. Drake quería convertirme en un vampiro. Sería su esclava:


él sería mi maestro. No tendría más remedio que hacer lo que él quisiera y me vería
obligada a sanar su Ink. Pero tenía una pequeña ventaja. Si Drake llegara hasta mí,
tendría que beber voluntariamente su sangre para la Transición.

Pero no importa qué, si Waleron lo supiera, nunca me dejaría vivir y arriesgar


las vidas de los Scars.

Miré a Xamien que le estaba frunciendo el ceño a Jasper. Amaba a Xamien; era
lo más cercano que tenía a una familia y al igual como mi madre y mi Talde habían
intentado protegerme, también lo haría Xamien. Incluso iría contra Waleron.

—Me quedaré con ella —dijo Xamien—. Si él es un vampiro, entonces seré


mejor protegiéndola que Jasper.

Los brazos de Jasper se tensaron a mí alrededor y por un minuto, pensé que iba
a discutir, pero no lo hizo y odié sentirme decepcionada. Entonces me enojé por
hacerlo.

—Xamien —dijo Waleron con voz tranquila y firme—. Te necesito conmigo.


Tenemos más posibilidades de encontrarlo siendo capaces de Transportarnos. Tú y
yo somos los únicos Scars que quedan con esa habilidad además de Drake. —Asintió
hacia Jasper—. Dos semanas. Llévatela.

Jasper vaciló, luego asintió y tomó mi mano, tirando de mí hacia el auto.

—Jasper, espera. —Siguió tirando de mí detrás de él y volví a mirar a Xamien,


que ahora estaba cara a cara con Waleron y la tensión era palpable.
—De ninguna manera voy a dejar que Xamien te tenga. —La voz de Jasper era
abrupta y me sorprendió por su elección de palabras. De lo que no se daba cuenta fue
que no había estado a punto de decir eso. Quería despedirme de Xamien—. Quiero
mi pago y no lo obtendré si caes en las manos de ese imbécil. —Soltó apretadamente
las palabras como si estuviera enojado con ellas.

Me detuve mientras la furia hervía en mi pecho.

—Ya estoy en las manos de un imbécil —le contesté bruscamente.

—Muy graciosa, princesa.

—Entonces, ¿ahora soy una princesa?

—Sí, eres una maldita princesa. Y en este momento, eres mi princesa. —Empujó
hacia abajo mi cabeza—. Entra en el auto.

Lo hice y él cerró de golpe la puerta.

—Max… ¿o quieres que te llame Breanna ahora? —La reconfortante voz de Xamien
entró en mi cabeza.

—Max, señor —respondí. Esa era quien era ahora. Durante seis años, no fui
nadie, algo usado, un objeto, y cuando me convertí en Max, volví a ser una persona.
Xamien no me utilizó ni me lastimó. Simplemente me amaba por la chica rota en la
que me había convertido.

Era más fuerte que Breanna. Luché para enterrar el miedo que Drake me había
inculcado y aunque todavía vivía ahí, ya no me poseía como solía hacerlo. Y ahora
Jasper… lo miré mientras entraba en el auto. Jasper desenterró el miedo y me hizo
querer luchar por la chica que era ahora.

—Lo encontraremos —dijo Xamien—. Sabes que no dejaré que te pase nada.

Lo sabía y eso era lo que me aterrorizaba.

—¿Xamien?

—¿Sí?

—Te…te amo. No como…bueno…

—También te amo, Max. —Hizo una pausa—. Prométeme que tendrás cuidado con
Jasper. Ya sabes a lo que me refiero, ¿verdad?
El tiempo para tener cuidado ya había pasado.

—Sí, tendré cuidado.

Jasper salió de las pequeñas puertas del aeropuerto y las bocinas sonaron
mientras se pasaba la luz roja. No dijo nada y yo tampoco lo hice durante diez
minutos.

Finalmente, me rompí.

—¿Qué pasa en dos semanas?

Me miró y su agarre en el volante se tensó, el cuero crujiendo bajo la presión.

—Mi trabajo termina.

—¿Y entonces? —Mi voz tembló y odié estar permitiendo que el miedo volviera
a entrar, pero no era solo Drake quien ahora me cubría con incertidumbre. Era la
seguridad de Xamien y los sentimientos que tenía por Jasper. Era lo que tenía que
hacer para protegerlos a todos. Lo que mi Talde tendría que haber hecho hace años.
Lo que debería haber intentado hacer durante esos seis años con Drake, pero estaba
demasiado asustada y débil.

—Jesús, Max. Él no te atrapará. ¿Me oyes? —Cuando no respondí, repitió—. Él.


No. Te. Atrapará. Dilo.

No lo hice porque eventualmente Drake me atraparía.

—¿Y si no lo atrapan antes de que termine tu trabajo?

—Estarás bien. Tengo un lugar en el que estarás a salvo.

—Entonces, ¿solo me dejarás allí y eso es todo?

Jasper golpeó su mano en el tablero y la vibración sacudió todo el auto.

—Max, maldita sea. No puedo dar más que eso. Ya estoy demasiado cer… —El
automóvil avanzó aún más rápido—. No puedo.

No estaba segura de lo que quería decir con “no puedo”. Pero sonaba como si
estuviera hablando en voz alta más para sí mismo que para mí.

Miré por la ventana.

Se detuvo en un hotel unas horas más tarde y esta vez fue uno muy agradable,
con un hermoso jardín al frente y un arco amarillo sobre el camino de entrada. Era
pequeño, tal vez con cincuenta habitaciones, y solo tenía cuatro pisos. Las montañas
estaban detrás y me imaginé esquiando aquí en invierno.

Salí y lo seguí hasta el vestíbulo, donde nos recibieron unos impresionantes


suelos de mármol y una escalera en cascada. Jasper ignoró todo y me guío a la
recepción donde una joven mujer impecablemente vestida nos saludó.

Noté que sus ojos vagaban apreciativamente sobre Jasper y esperaba que él le
procurara una media sonrisa. Excepto que esta vez, él fue todo negocios para la obvia
desilusión de la chica. Insistió en una habitación en la planta baja y luego pagó en
efectivo. Sin mirarme, tomó mi mano y caminamos por la hilera de habitaciones
hasta que llegamos a la última. Abrió la puerta, encendió la luz y luego tiró de las
cortinas para cerrarlas, bloqueando la vista de la montaña.

»Descansa un poco.

Me quedé en la puerta mientras él revisaba la habitación.

—Estaba pensando —Fue al baño y se lavó las manos. Cuando salió, continué—
: ¿y si me usamos para atraer a Drake? —Sabía que era arriesgado, pero ellos no
conocían a Drake como yo. Nunca se daría por vencido. Era implacable en su
búsqueda por ser el Scar más poderoso. Eso lo decía todo sobre él.

Jasper se inclinó y revolvió su bolsa, ignorándome.

»Puedo hablar con este chico Adrian y asegurarme de que recibas tu dinero. —
El miedo podía romperte, pero también podía llevarte a conquistarlo y yo lo había
estado intentando durante cuatro años practicando con mis cuchillas. Necesitando
sentirme fuerte de nuevo. Fui una débil marioneta usada por un hombre debido a mi
habilidad—. Lo conozco. Conozco sus debilidades. —Y era más fuerte ahora. Podría
destruir su Ink de modo que nunca pudiera volver a renacer. No sabía con certeza si
podría hacerlo o si era posible, pero por el momento era lo mejor que tenía.

—¡No! —Jasper se enderezó y pateó su bolsa a un lado—. Mierda. No.

—Tiene sentido. No me matará. Soy una posesión para él. Le pertenezco. Él


no…

—Jesús, Max. ¿Escuchas lo que estás diciendo? Tú no le perteneces, maldita sea.


Y eso no está sucediendo. Punto.

—¡Quiero que termine, maldita sea! —grité—. Estoy cansada de vivir en una
burbuja. Quiero salir, Jasper. Podemos usar…
Jasper comenzó a caminar hacia mí, sus manos curvadas en puños, tensión en
cada parte de su cuerpo. Levanté la barbilla, pero mi corazón estaba golpeando mi
caja torácica y no de miedo. No le tenía miedo a Jasper, sus palabras podían ser
duras, pero había algo en él que me hacía confiar. Esa mota en sus ojos que se negaba
a dejarme entrar, pero revelaba su vulnerabilidad, su suavidad.

Me tomo de los brazos, sus dedos magullándome.

—Él nunca se acercará a ti otra vez. Dos semanas, dos jodidos años, doscientos
años. Él no te está tocando de nuevo.

—Lo conozco mejor que nadie. Puedo hacer que confíe en mí y…

—¿Crees que va a confiar en ti siquiera por un segundo? Te encadenará y se


asegurará de que nunca vuelvas a escapar de él. Entonces, si tienes suerte, solo te
torturará. Si no la tienes, encontrará a alguien que te importa y lo torturará justo
frente a ti. Y entonces… entonces beberás voluntariamente su sangre y te convertirás
en su esclava.

—Pero si podemos…

—¿Qué harías si hiciera que Xamien colgara de sus uñas siendo torturado día
tras día? Dime, Max. ¿Te romperías entonces? ¿O lo verías sufrir durante semanas?
Escuchando sus gritos, esperando que alguien venga a tiempo para salvarlos a los
dos. —Su mandíbula palpitó y su voz cargada de ira. Me di cuenta, que esto no era
sobre mí; esto era sobre él.

—Jasper…

—Pero llegarán demasiado tarde y ella estará muerta.

Mi respiración se detuvo. Él dijo ella. ¿Qué le había pasado? ¿Quién era ella?

»¡Joder! —De repente, me apartó de él, entró al baño y azotó la puerta—. No le


perteneces —gritó—. Y no te atrapará.

Escuché la ducha encendiéndose y luego un fuerte golpe. No había duda de que


algo en el pasado de Jasper sucedió exactamente como lo dijo. La frialdad se filtró
en mí cuando imaginé lo que podría haber sucedido. ¿Había hecho una elección
como esa? ¿Era por eso que estaba solo? ¿La razón de por qué mantuvo su distancia
de todos? ¿Lo que lo hizo de esta manera?

Abrió la puerta otra vez media hora más tarde. Agua goteaba de su barbilla y de
los mechones de su cabello. Y su rostro, oscuridad. El devastador dolor se había
deslizado en las profundidades de sus ojos y se asentó allí, oculto bajo la arrogante
confianza que exudaba. Una bestia al acecho y que parecía lista para atacar.

Mientras estaba acurrucada en la silla, camino a mi lado. No sé por qué lo hice,


excepto que fue instintivo. Extendí la mano y la coloqué sobre su antebrazo. Había
un marcado contraste entre mi piel blanca y la vívida tinta negra de sus tatuajes.
Contrastábamos de muchas maneras… excepto por lo que ambos escondemos de
otros y de nosotros mismos.

—Lo siento. Por lo que sea que te haya pasado a ti…y a ella.

Se sacudió, pero no lejos de mí, solo músculos flexionándose debajo de mi


palma.

Nuestros ojos se encontraron y vi el momento en que su crudo dolor cambió y


se escondió bajo un velo de arrogante confianza. Deslicé mi mano por su brazo hasta
que mis dedos se entrelazaron con los suyos.

Echó un vistazo a nuestras manos entrelazadas.

—A menos que quieras follar en este momento, déjame ir.

Sabía que estaba actuando, justo como yo lo hice para mostrarme fría y
silenciosa. Era mi red de seguridad para mantenerme cerrada. Jasper estaba haciendo
lo mismo.

Pero estaba cansada de mi red de seguridad y quería que se rompiera.

Deslicé mi mano fuera de la de él, me puse de pie, luego agarré la parte inferior
de mi camiseta y tiré de ella hacia arriba por encima de mi cabeza.
Jasper
—¿Qué diablos estás haciendo?

Se quitó la camiseta y la arrojó al suelo. Toda la sangre se precipitó desde mi


cabeza hasta mi polla. Su piel blanca perla contra el sostén de encaje negro cubriendo
sus pechos me dejó sin palabras. Joder. Todo sobre ella arrojaba mi habitual
compostura firme en territorio inexplorado.

Quería follarla. Escucharla gritar y rogar, y lo quería una y otra vez.

El sonido de la cremallera de sus jeans tenían a mi corazón golpeando como un


tren de carga en mis costillas. Tragué. ¿Por qué estaba aquí parado? ¿Por qué no
podía reaccionar? Debería agarrarla y follarla para sacarla de mi sistema. Nunca
esperé que fuera ella la que instigara y yo el que vacilara.

Agarré sus brazos.

—No. —¿Qué diablos estaba haciendo? No había tenido sexo en meses. La había
acechado; la observé durante meses y ahora... ahora la estaba alejando.

Pero yo era egoísta y duro y ella misma lo dijo... era un imbécil y de repente no
quería que me viera de esa manera.

—¿Por qué no? Tú me deseas y yo te deseo. Es sexo. No soy tan estúpida como
para pensar que es algo más, Jasper.

Me estremecí con sus palabras. Por alguna razón, las palabras de Max me
molestaron, gran momento. Eso debería ser aún más una razón por la que debería
follarla y demostrarme a mí mismo que esto era solo eso, sexo.

—¿Cuánto hace que te follaste a un tipo?


—¿Qué? —Sus brazos se movieron como si estuviera a punto de cruzarlos sobre
sus pechos y luego decidió ir contra ello y los puso de nuevo a sus costados—. ¿Qué
tiene eso que ver con nada?

—Porque cuando te folle, será duro. Necesito saber si puedes tomarlo. —


Esperaba que tomara su camiseta y se la volviera a poner. Eso era lo que había
intentado. Asustarla. En su lugar, me miró fijamente mientras deshacía su sostén y
lo dejaba caer al suelo.

Joder.

Era un hombre. Un tipo que no le importaba una mierda si una mujer me odiaba
por la mañana, pero nunca lo hicieron. Puede que sea un bastardo egoísta pero nunca
dejé a una mujer insatisfecha. Y era más una razón egoísta, ya que siempre podía
conseguir segundos cuando quería. Pero esto era diferente. Todo era diferente. Max
era diferente.

Y eso debería haberme asustado lo suficiente como para alejarme.

Pero Max... mirando fijamente su piel blanca, desnuda... sus pechos de tamaño
de un puño con pezones erectos y esperando que mi boca les chupe. Debería haber
caminado de vuelta al baño, cerrado la puerta y haberme masturbado en la ducha.

No lo hice.

Movió sus caderas, deslizó sus jeans y salió de ellos.

Jesús. Esa palabra fue por dos razones. Era jodidamente preciosa, incluso con
cicatrices en las piernas y unas cuantas en el estómago. Algunas de ellas eran líneas
débiles como las que vendrían de un cuchillo, pero otras parecían crudas y con
relieve, tal vez quemaduras de algo.

Y eso me jodió hasta imaginarla siendo retenida, quemada y cortada, gritando


con dolor, golpeando contra el mismo bastardo del que yo la estaba protegiendo.
Podía imaginarlo, oírlo y estaba jodiendo con mi cabeza porque yo lo había vivido.
Había visto de pequeño había sido arrojado sin cuidado en una tumba después de
escuchar los gritos.

Mierda, Max merecía más que yo. No podía hacerlo. Quería probarme a mí
mismo que podía y aún alejarme de ella, pero sabía que ya estaba sintiendo más por
ella de lo que debería. Durante meses traté de convencerme de que no era nada, pero
era algo. Era un montón de algo.
—Ponte la ropa. —Me alejé de ella, caminé al otro lado de la cama y me acosté.
Coloqué las manos debajo de la cabeza y cerré los ojos. Desafortunadamente, todo
lo que vi fue a Max de pie desnuda y dispuesta delante de mí.

—¿Es por mis cicatrices?

Ahora, eso me cabreó.

—Jesús, Max. No. No es jodidamente eso. —Y no era así. Sus cicatrices la


hacían más hermosa porque la hacían real. No alguna pieza de culo falso por lo que
no daba una mierda.

Joder.

Joder.

Me importa un bledo Max. Esto era un trabajo. Era un maldito trabajo. Pero no
lo era. Nunca había sido un trabajo. Ella era Max. La chica que observé durante
meses porque no podía permanecer lejos.

El colchón se hundió y crujió y entonces…

Mis ojos se abrieron cuando su mano rozó sobre mi muslo. Tenía una rodilla en
la cama y la otra pierna levantada y se acercaba a ponerse a horcajadas sobre mí. Mis
manos se aplanaron contra sus muslos desnudos y gemí. No tenía que preguntarle
qué estaba haciendo. Sabía malditamente bien qué diablos estaba haciendo. Y yo le
había dado una salida... que expiró en el momento en que se montó a horcajadas
sobre mí.

No pude resistirme. Ya no.

—Joder, rayito de sol.

Mis palmas se deslizaron por sus muslos, curvadas alrededor de sus caderas y
luego sobre la carne desnuda de su culo. Un dedo se deslizó en la cuerda de su tanga
y la tiré hacia arriba, duro.

Su aliento se enganchó y su cuerpo se tensó con la cabeza ligeramente inclinada


hacia atrás. Empuñé la tira en mi mano y tiré de nuevo por lo que la tanga estaba
apretada en su culo y las bragas ejercían presión sobre su coño. Tiré hacia arriba de
nuevo. Ella empujó hacia abajo contra la presión. Había desafío en sus ojos mezclado
con el deseo ardiente que había anhelado desde el día en que la conocí. Era para mí.
Me quería tanto como yo la quería a ella.

—No soy agradable, Max.


Elevó un poco la barbilla.

—Lo sé.

Miré hacia otro lugar por un segundo, asintiendo y dije en voz baja:

—No me odies en la mañana. —Nunca le había dicho eso a una mujer antes
porque nunca me importó si lo hacía o no. Pero Max...

—Oh, ya te odio, así que el sexo no va a hacer la diferencia. —Vi la leve


contracción en las esquinas de su boca y eso fue todo. Toda la resistencia y las dudas
se desmoronaron.

La agarré alrededor de la cintura y en un movimiento, le quité las bragas y la


tenía sobre su espalda. Agarré sus muñecas por encima de su cabeza con una mano,
mis piernas se montaron a horcajadas sobre ella, el peso clavándola debajo de mí,
indefensa e incapaz de hacer nada más que someterse a mí.

Eso era lo que yo quería, sumisión. No lo conseguiría completamente, porque


necesitaba que confiara en mí y eso no estaba en las cartas. Pero tomaría lo que
pudiera como siempre lo hacía

Y en este momento, eso era ella.

Me estiré por el lado de la cama y busqué dentro de mi bolso por un condón.


Rápido, lo rompí con los dientes.

No me quité los jeans, pero bajé el cierre, saqué mi polla y deslicé el condón.
Esto era sexo, crudo, sencillo y sin la intimidad de los besos. Por la mirada dura en
sus ojos, ella sabía exactamente lo que yo iba a hacer y no necesité comprobar si
estaba mojada. Sabía que lo estaba. Su cuerpo temblaba con anticipación debajo de
mí. Su piel enrojecida. Su pulso latía frenéticamente en su garganta.

Sostuve mi polla mientras la deslizaba hacia arriba y hacia abajo entre sus
piernas, su humedad aferrándose al condón. Sus piernas se doblaron a cada lado de
mí y libere sus muñecas para poner una pierna en mi hombro.

—Estás empapada.

—Debe ser tu brillante personalidad —respondió ella.

Sonreí, corrí mi mano por su pierna, sobre las cicatrices con relieve a su muslo,
a través de su abdomen, y luego más abajo. En el segundo en que toqué su clítoris y
presioné, su cuerpo se tensó y empuje mis caderas hacia adelante y llevé mi polla
dentro de ella.
Fue un movimiento duro, sabiendo que ya estaba tensa y apretada, pero nunca
dije que era dulce y gentil, justo lo contrario y vi su expresión, escuché su fuerte
ingesta de aliento. Sorprendida por la repentina intrusión. Dolor. Y luego aceptación
mientras el deseo ardía de las profundidades de sus ojos.

Ella estaba jodidamente apretada como el infierno, aferrándose a mi polla


mientras me movía. Puse más de mi peso en ella, los jeans frotándose contra ella, mi
pelvis meciéndose por lo que golpeaba su clítoris con cada empuje.

Empuje todo el camino y luego vacilé y golpeé de nuevo en ella una y otra vez.
Ella estaba jadeando, los ojos cerrados, las manos curvadas en la almohada a ambos
lados de su cabeza.

La vi tensa con cada empujón de mi polla en lo profundo de su interior. El dolor,


el alivio y luego el placer final mientras lo hacia una y otra vez hasta que su cuerpo
tembló y supe que estaba cerca.

Me salí. Sus ojos se abrieron y se encontraron con los míos. Fue en ese segundo
que supe que no podía hacer lo que me contrataron a hacer sin importar las
consecuencias. Tal vez lo había sabido todo el tiempo, pero traté de convencerme de
lo contrario. Demostrarme que podría si tuviera que hacerlo.

Pero esto no era solo una maldita follada. Era ella, Max. Y no importaba lo que
pasó con Drake, sabía que matarla no era una opción.

»¿Me vas a hacer acabar?

La volteé para que estuviera sobre su estómago.

—De rodillas. —Hizo lo que le ordené y corrí mis manos sobre su culo. Jesús,
era perfecto. Un poco regordete, así tenía algo que sostener, que agarrar, que
abofetear si quería.

Gemí y mi dedo se deslizó por la grieta de su culo, y luego entre sus piernas,
donde estaba empapada. Mierda, eso era lo mejor para excitarme. Una mujer que
estaba húmeda como el infierno. Empujé mi dedo dentro de ella y gimió, su parte
delantera bajando como si fuera un gato estirándose.

—Apresúrate.

Sonreí, y luego saqué mi dedo, curvando el brazo en frente para poder golpear
su clítoris.

—Mierda —gimió y trató de alejarse.


La empujé con fuerza de regreso contra mí y golpeé su clítoris de nuevo, con dos
dedos. Trató de sentarse y empujé mi mano hacia abajo sobre su cuello.

—Quédate ahí.

—Eso duele.

—Sí. Pero te gusta. Lo quieres. ¿Verdad? —No tenía que preguntar, porque sabía
que ella era como yo: escondiendo una parte de sí misma.

Pero el sexo era donde yo encontraba liberación y, si ella lo sabía o no, igual ella.
Era donde podía soltarme y finalmente, solo sentir. Quería que Max experimentara
eso. Que dejara caer el escudo y permitiera entrar al dolor, y con eso, el placer.

No dijo nada y lo hice de nuevo. Esta vez, su cuerpo tembló por el dolor. Sabía
que podía soportarlo.

—Grita, rayito de sol. —Froté su clítoris de un lado a otro, y gimió. Luego, lo


sacudí y su espalda se arqueó. Se estaba rindiendo a ello, rogaba por ello, queriendo
el dolor.

»Suéltate, nena. —Agarré mi polla y la deslicé por la grieta de su culo. Luego,


con un fuerte empujón, empujé dentro de ella y, al mismo tiempo, la golpeé con
fuerza en su clítoris.

Gritó.

»Eso es. —Se rindió a mí mientras su mejilla se presionaba en la almohada y


toda la tensión en su cuerpo se liberaba, volviéndose algo con lo que lidiar para mí,
de la forma en que quería. La mezclilla de mis pantalones crujía a medida que
empujaba más y más rápido en ella, mis dedos jugando con su cuerpo al mismo
tiempo.

—Jasper. Dios.

¿Estaba rogando? No, no aun. Mierda, no aun. Quería más de ella. Detuve mi
mano, pero mantuve mis caderas sacudiéndose atrás y adelante, más y más duro, su
cuerpo moviéndose al frente tan fuerte que puso sus palmas sobre la cabecera para
evitar golpearse la cabeza.

Vi el segundo en que su mano dejó la almohada y se movió entre sus piernas.

—Ni lo pienses. —Estaba profundamente enterrado cuando dejé de empujar y


agarré su muñeca—. Solo yo hago eso.
—Necesito venirme.

—Te vendrás cuando yo te lo diga. —Sabía que no le gustaría eso, pero me


importaba una mierda. Estaba sosteniéndome a mi control de un puto hilo. Apostaba
que mi polla me estaba gritando blasfemias por demorarme tanto tiempo.

—Sal de encima. Terminaré esto yo sola.

Mantuve mi voz firme.

—Regresa tus manos a donde estaban. —Trató de pegarme con su codo en las
costillas, pero con mi brazo ajustado alrededor de su cintura, mi polla dentro de ella
y mi peso empujándola hacia el colchón, no tenía oportunidad—. Ponlas donde
estaban.

Al momento en que se rindió, su cuerpo se relajó y lentamente deslizó sus manos


de regreso por encima de su cabeza. No había peleado con tanta fuerza y sabía que
era porque se sentía exactamente como yo: balanceándome al borde de perder el
control. Este era el único sitio donde ambos podíamos soltarnos y ella aún tenía que
aprender eso. Tenía que presionarla hasta que se rompiera, no para herirla, sino para
liberarla.

—¿Vas a usar esa polla o dejarás que se afloje dentro de mí?

Resoplé e hice lo que había estado soñando hacer desde el día en que la conocí.
Salí de ella, presioné mi mano en su espalda baja y luego, con la otra mano, azoté su
culo con fuerza.

Gritó y trató de menearse para alejarse, pero yo era más fuerte y estaba decidido
como el infierno. La azoté de nuevo.

»Jasper. Detente.

Golpe.

Se las arregló para sostenerse del borde superior de la cabecera y, con un jalón,
se salió de abajo mío y se apoyó en sus pies. Antes de que pudiera salir de la cama,
yo estaba sobre ella y golpeé mi cuerpo contra el suyo, empujándola contra la
cabecera.

»Suéltame, imbécil. —Trató de patear, pero el colchón era suave y perdió el


equilibro. Sujeté sus muñecas y las fijé a cada lado de su cabeza, contra la pared.

—Te siento estremeciéndote. ¿Te gusta esto? ¿La pelea?


—Jódete.

—No. Yo te joderé a ti. —Me empujó nuevamente y me reí, porque ella no tenía
nada de ventaja; justo de la forma en que me gustaba—. Abre tus piernas como una
buena chica y déjame follarte, Max.

Lo que obtuve en respuesta fue un talón en la rótula, el cual me dejó bufando y


gruñendo. La agarré alrededor de la cintura y la lancé sobre la cama, luego caí sobre
ella. Trató de golpearme con su codo en el rostro, y me las arreglé para alejarme antes
de que hiciera contacto.

—Tú ya no me follarás. No follo con tipos quienes me azotan.

—Nunca has sido azotada. ¿Cómo lo sabrías? Y ahora mismo, apuesto que estás
tan malditamente caliente por mí que tu coño está palpitando y está más húmedo
que nunca.

Max era una peleadora. Podría haber permanecido callada y aislada por años,
pero era una rebelde, y eso moría por salir. Y yo iba a ser quien liberara esa parte de
ella.

—Ni siquiera me mientas, rayito de sol. No cuando estamos follando. No


cuando ambos podemos ganar aquí. —Corrí mi dedo arriba y abajo a través de su
humedad y luego llevé mi dedo a su boca. Ella respiraba pesado y sus ojos estaban
muy abiertos.

Inseguridad.

Pasión centelleante.

Necesidad y deseo.

Todo eso.

»Prueba cuán húmeda estás. —Acaricié su labio inferior con mi dedo y entonces
su lengua se disparó hacia afuera mientras lamía mi dedo.

Estuve a punto de venirme justo allí.

—Mierda. Eso es excitante. —Y entonces, hice lo que no había planeado...


Reemplacé mi dedo con mi boca.

No era solo un beso. Era el asalto de nuestras bocas; dejando marcas, anhelando,
probando, por lo que habíamos estado muriendo de hambre. La vibración de su
gemido bajo mis labios hizo manar una salvaje necesidad dentro de mí. La mantuve
fija allí con mi cuerpo y mi boca, mientras agarraba mi polla y empujaba de nuevo
dentro de ella... donde pertenecía, maldita sea.

Sus piernas se envolvieron a mi alrededor, entonces estaba besándola y


follándola, y todo estaba explotando. Con mi mano aferrándose en su cabello,
empujé más y más rápido, el sabor de su boca rindiéndose a mi feroz posesión y,
luego...

Dejó de besarme. Dejó de respirar. Cada músculo en su cuerpo se tensó, tembló


y se estremeció.

»Mierda —gemí mientras mi empuje final dentro de ella iba profundo. Me vine
más fuerte de lo que nunca antes y fue casi doloroso.

Caí hacia el frente, mi cabeza en el hueco de su cuello, respirando su aroma,


llenándome hasta que estaba a punto de darle más de mí mismo.

Fue entonces cuando noté que aún tenía mi ropa puesta. ¿Qué mierda estaba
pensando al follarla con mi ropa puesta? Era lo que normalmente hacía con una chica
cualquiera. Quería estar desnudo y tenerla acurrucada a mi alrededor.

—Por favor, sal de encima. —Sus manos presionaron sobre mi pecho.

Fruncí el ceño y, por un momento, pensé en callarla besando sus lastimados


labios rojos. En lugar de eso, me senté, saqué el condón y até un nudo en la punta,
entonces empujé mi polla de regreso a mis jeans y los levanté. Trató de escapar
deslizándose de abajo mío, pero vi su movimiento y restringí sus brazos.

¿Qué diablos?

—Tuvimos sexo. Ambos lo queríamos. Y fue sexo jodidamente genial. ¿Por qué
estás corriendo? —Mierda. Solo debí salirme de encima y dejarla irse, pero no podía.
No podía dejarla ir.

Me miró fijamente y, por un segundo, pensé que iba a decirme algo mientras su
boca se abría y luego se cerraba de golpe. Vi el cambio en ella, cómo se tensó y luego
la confusión en su expresión.

—Déjame ir, Jasper.

Por alguna razón, hubo un infierno de mucho más significado en esas palabras
que el que solo me quitara de encima, pero me moví, y al segundo en que lo hice,
salió de la cama.

—¿Max?
Me ignoró, tomó su ropa bruscamente del suelo y fue hacia el baño.

La oí girar el seguro.
Max
Agarré el borde del lavamanos, con la cabeza gacha, respirando con dificultad y
mi cuerpo todavía palpitando. ¿Qué había hecho? ¿Qué estaba haciendo? Él tomó
todo lo que escondí y lo destrozó. Lo rompió.

Jesús, me había encontrado.

Cerré los ojos y respiré por la nariz. Dentro y fuera. Dentro y fuera

Me azotó.

Y lo quería. Me excitó. Dios, ¿qué estaba mal conmigo?

Estaba luchando por encontrar la paz de nuevo. El control constante con el que
vivía. Jasper simplemente lo jodió y no tenía idea de cómo recuperarlo. Lo necesitaba
de vuelta.

Si Drake me encontraba... necesitaba el entumecimiento.

Dios, sus manos vagaron sobre mí como... era como si él ni siquiera notara mis
cicatrices. Sin piedad. Sin preguntas. Solo la cruda necesidad del uno por el otro.

Entonces me azotó.

Un pellizco de deseo me golpeó cuando pensé en su mano bajando sobre mí,


luego el dolor instantáneo entonces... luego placer. Una liberación salvaje de la
belleza. No debió gustarme. Pero lo hacía. Porque sabía exactamente lo que había
hecho… él me estaba haciendo sentir. Gritar. Para liberarme del caparazón.

Me froté la mano sobre el trasero, cerrando los ojos mientras la ternura volvía a
despertar el deseo en mí. Lo imaginé detrás de mí, sus duros muslos contra los míos,
las manos en mis caderas y luego corriendo hacia abajo.
—¡No! —grité y golpeé el borde del lavabo y me alejé del espejo para no mirarme.
Ver el rubor en mis mejillas, la mirada de satisfacción en mis ojos.

Él me encontraría. Drake me encontraría y me rompería esta vez. No podía


permitir que eso sucediera.

—¿Max? —Jasper llamó a la puerta.

Me deslicé al suelo, apoyándome en la bañera y levanté las piernas, apoyando la


mejilla en las rodillas. No me gustaba lo que me estaba pasando. Era como si Jasper
estuviera haciendo girar la cerradura de mis emociones y cada número que obtenía
acertadamente liberaba otra emoción en mí.

—Abre la jodida puerta. —Sonaba como si su palma golpeara la endeble madera


de la puerta.

—Hay baños en el vestíbulo.

Escuché un bufido áspero y luego…

El marco de la puerta cedió cuando su pie la pateó, pero hizo más que eso; dejó
un gran agujero en el medio de la puerta. Me rehusé a ser provocada por él y mantuve
mi lugar mientras estaba en la puerta, mirándome.

Se acercó y luego se agachó frente a mí. Mantuve los ojos apartados porque…
porque todavía estaba tratando de juntar mis piezas y estaban cada vez más lejos con
Jasper tan cerca.

No dijo nada mientras me miraba, y era la forma en que lo hacía, como si


sostuviera las frágiles piezas de mí en sus manos. A su merced para ser aplastada o
suavemente acunada.

Se dejó caer a mi lado, con las rodillas dobladas y los brazos casualmente
colgando sobre ellos.

Era lo que hacía. Como cuando tenía una pesadilla.

Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron mientras esperaba su comentario


inteligente, pero se sentó a mi lado y no dijo nada. Después de un rato, me relajé y
cerré los ojos mientras escuchaba su respiración rítmica a mi lado.

No sé cuándo sucedió, pero terminé con la cabeza sobre su hombro, su brazo


alrededor de mí, los dedos acariciándome lentamente el hombro. En algún momento,
me quedé dormida con Jasper acunándome en sus brazos.
Me desperté por la mañana, en la cama, con las piernas enredadas con las suyas
y su brazo tatuado sobre mí, mis labios acurrucados junto a un pecho desnudo, liso
y duro. Y no importa lo bien que se sentía, estaba mal por más razones que solo
Drake. No me arrepentía de tener sexo. Lo quería, pero Jasper estaba equivocado.
Tenía que recordar por qué estábamos aquí, por qué él estaba allí.

Intenté alejarlo, pero solo gimió y apretó su brazo alrededor de mí,


inmovilizándome.

—Jasper, apártate de mí.

—Relájate, cariño. —Su tono era juguetón e informal como si fuéramos… más.

—Quiero levantarme. —Porque ya sentía humedad entre mis piernas y lo que


sucedió anoche no podía volver a suceder.

—¿Estás tratando de obtener otra zurra?, porque todo lo que tienes que hacer es
pedirlo.

Le di un golpe con la palma de la mano en el hombro y se echó a reír, abriendo


un ojo mientras me miraba.

—¿No puedes dejar de ser un culo por un segundo?

—Ya vez, incluso estás pensando en culos.

Levanté mi rodilla tan fuerte como pude. Lo vio venir y se apartó del camino
aun riendo.

—Daña la mercancía y no te voy a sacar de nuevo. —Bajó sobre mí y su dura


polla presionó mi muslo. Una invasión de calor me golpeó y no pude evitar que mi
corazón se acelerara o el apretón entre mis piernas.

Lo mejor que pude hacer fue fulminarlo con la mirada mientras él flotaba arriba.

—Puedo cuidar de mí misma.

—Oh, sé que puedes, pero no lo harás. No cuando me tienes para que te cuide.

—Oh, Dios mío —murmuré—. Eso no volverá a suceder.

—Sí, lo hará. He decidido que te quiero completamente.

—No tienes que decidir eso.


Bajó hasta que sus labios estuvieron a centímetros de los míos y mi mirada se
dirigió a su boca y luego a sus ojos.

—Quieres besarme ahora mismo, ¿no?

Joder, sí.

—No. —Anoche, Jasper hizo mucho más que follarme; él rompió a través de
mí.

Una ligera inclinación hacia arriba en la esquina de sus labios y luego bajó un
poco más, su cálido aliento flotando a través de mi piel.

—No me mientas. —Apreté la mandíbula y fruncí los labios—. Joder, cariño,


eres hermosa.

Mi aliento se detuvo. Lo dijo no de una manera lúdica y juguetona, sino como


si realmente lo hubiera dicho en serio. Excepto que no era hermosa; era la bestia con
cicatrices por todas partes. Él era el más hermoso, pero aun así me hizo sentir por un
segundo verdaderamente hermosa y que las cicatrices no importaban.

Sonó su celular y gimió, se levantó de mí y lo agarró de la mesita de noche.

—Tu sincronización es pésima. —Escuchó un segundo y luego colgó—.


Demasiado para la idea del sexo matinal lento y perezoso. Necesitamos movernos.
Una horda de vampiros fue vista en el aeropuerto haciendo preguntas. Debieron de
atrapar el ardid con Damien y rastrearon el avión. —Cogió los jeans en el extremo
de la cama y entró al baño. Dijo por encima del hombro—: Va a haber mucho más
que una segunda vez, Max. —Escuché que el agua se encendía en el lavamanos—.
Nena, agarra la pasta de dientes en mi bolsa y ven a cepillarte los dientes.

Puse los ojos en blanco y salí de la cama, rápidamente me puse la ropa antes de
tomar su cartera. Encontré en ella un pequeño estuche de cuero negro que tenía su
afeitadora y… lo revisé… colonia, un fajo de billetes, desodorante y condones.

—Max. —Su rostro estaba mojado, agua goteaba de su barbilla para recorrer su
pecho desnudo. Me acerqué y le pasé el estuche de cuero—. ¿Encontraste algo
interesante?

—No.

Me lo quitó.

—No tengo nada que esconder. Nunca encontrarás nada importante.


—Excepto por los condones —dije con indiferencia y fue más para mí que para
él.

Se rió entre dientes.

—Ah, bebé. Estás malditamente celosa. —Extendió la mano y enganchó su


brazo alrededor de mi cuello. Fue inesperado y tropecé con él—. No hay razón para
estarlo. No he follado con nadie desde el día en que te conocí.

Antes de que pudiera siquiera contemplar sus palabras, se inclinó hacia adelante,
movió su mano hacia la parte posterior de mi cuello y luego me besó. Fue duro y
posesivo, como él, tomando lo que quería, cuando lo deseaba. Hacía que mi corazón
bombeara locamente y mi estómago se revolviera como si saltara en un trampolín.

Tan rápido como me trajo a él, me dejó ir. Me quedé aturdida y acalorada, el
dolor entre mis piernas exigiendo atención. Y sus palabras aún giraban en mi cabeza
como confeti.

Jasper casualmente recogió su cepillo de dientes y le puso pasta de dientes y luego


se la metió en la boca. Puso una gota en mi cepillo de dientes y me lo pasó.

Nuestros ojos se encontraron en el espejo mientras empujaba el cepillo de dientes


en mi boca y nos cepillamos los dientes, mirando el reflejo del otro. Un bigote blanco
se le pegó a los labios y quise lamer la menta fresca y luego hacer que me besara de
nuevo.

No sabía si mi escudo alrededor de mis pensamientos estaba vacilante, pero


Jasper sonrió y me guiñó un ojo. No fue con arrogancia engreída, sino con ternura.

Aparté la vista y rápidamente agité, terminé de cepillarme los dientes y salí.

Salió del baño unos segundos después y sacó una camiseta de su bolso,
poniéndola sobre su cabeza. Me sorprendí mirando mientras sus músculos se
flexionaban justo antes de que la camiseta cayera en su lugar. Se agachó, empacó la
bolsa y luego cerró la cremallera.

»Dormiste toda la noche.

Me sacudí y miré sus ojos color carbón sin darme cuenta de que todavía estaba
mirando sus brazos tatuados que habían estado envueltos alrededor de mí la noche
anterior.

—¿Eh?

—Sin pesadilla.
Tiré la almohada que estaba en el piso de regreso a la cama y me encogí de
hombros.

»Solo digo, Max. Pienso… —Se incorporó, recogió su mochila y se la echó al


hombro—. No importa. Vámonos.

Extendió la mano y caminé hacia él y la tomé. No tenía energía para discutir con
Jasper y si quería sostener mi mano, entonces lo permitiría. Arrojó un fajo de billetes
sobre el tocador y lo miré cuestionando.

»La puerta del baño.

Mierda, correcto.

Caminamos por el hotel, nos detuvimos para tomar agua y croissants y luego
salimos por la puerta de entrada donde él le pasó al valet las llaves de su auto.

Su celular sonó de nuevo.

—¿Sí?... Mierda. Lo dejaremos aquí. —Su mano se apretó contra la mía y todo
su cuerpo se puso en alerta—. Ella puede lograrlo. —Comenzó a caminar, tirando
de mí detrás de él—. Dije, ella puede lograrlo.

¿Estábamos dejando el auto? Miré por encima de mi hombro y vi al valet


buscándonos.

Jasper se movió en un trote lento y yo mantuve el ritmo mientras decía respuestas


cortas y cortantes en el teléfono.

—No. —Me miró—. Las cosas han cambiado. —Estaba callado y podía
escuchar a alguien gritar desde el otro extremo—. No me importa una mierda —
respondió Jasper con calma—. Si se trata de eso, entonces me ocuparé de ello… No.
Una puta mierda… entonces ven a matarme. —Presionó terminar, y luego arrojó su
teléfono al suelo y lo aplastó con su bota.

—¿Supongo que no te gustó?

Jasper no dijo nada, pero sus labios estaban fruncidos y tenía la mandíbula
apretada. Después de unos segundos, dijo:

—Algo así. —Asintió hacia la ladera omnipotente de la montaña—. Nos


dirigimos allí y tenemos que llegar al anochecer. ¿Estás lista?

Podría haberse estado refiriendo a cualquier parte de la montaña.


—¿Tengo una opción?

Jasper suspiró y se pasó la mano por el cabello. Algo estaba mal, lo agitaba y no
pensé que Jasper fuera capaz de estar agitado. Al menos no por la inminente amenaza
de los vampiros y algún tipo que lo haya enojado por teléfono.

—No.

—Entonces, ¿por qué estás preguntando?

Se encogió de hombros como inquieto por la pregunta y luego dijo:

—Civilidad, rayito de sol.

—¿En serio? —Eso me sorprendió.

—Sí. —Apartó la vista de la mía y luego se sacó la mochila del hombro, la abrió
y sacó una bolsa de papel marrón con los croissants recién horneados. La boca se me
aguo cuando me pasó uno y rápidamente lo tomé y lo mordí.

—¿Qué pasa allí?

Vaciló y miró hacia la montaña.

—Un lugar para quedarse por un tiempo. Normalmente, podríamos conducir un


poco más arriba, pero como los vampiros descubrieron que volamos en ese
aeropuerto, existe la posibilidad de que eventualmente rastreen el automóvil hasta el
hotel.

—¿Crees que lo harán?

—He vivido tanto porque apuesto a todas las posibilidades.

No sabía con quién había estado hablando por teléfono, o qué me esperaba en la
montaña, pero a pesar de la actitud de Jasper, confiaba en él para mantenerme a
salvo, lo que por ahora era mi mejor opción.

Mis piernas temblaban después de varias horas caminando por el terreno


accidentado cuesta arriba. Habíamos cruzado dos arroyos y mis zapatos estaban
empapados, y justo cuando se sentían secos, nos encontramos con otro. Jasper
apenas caminó con dificultad como si fuera tierra firme.

Me negaba a quejarme, pero a medida que pasaban las horas con el sol y la
temperatura, el frío se hundía en mis huesos. Me estremecí incontrolable al caer la
noche, los músculos de mis muslos quemando y los arcos de los pies dolían.
No pensé que podría dar un paso más cuando Jasper se volvió para mirarme por
primera vez en una hora. Su mirada descendió por mi tembloroso cuerpo hasta mis
pies empapados y luego volvió a subir.

—Jesús —murmuró y luego se dirigió hacia mí. Me agarró del brazo y me apoyó
en un árbol—. Apóyate contra el árbol, bebé. —Su cuerpo presionó contra el mío y
el calor que emanaba de él fue como si me hubiera envuelto en una manta de lana.

Frunció el ceño mientras frotaba mis brazos arriba y abajo varias veces.

—Deberías haberme dicho que estabas fría. —Bajó su bolso al suelo y sacó una
de mis navajas. Lo colocó en mi mano, doblando mis temblorosos dedos fríos
alrededor del mango—. Quédate aquí. Vuelvo enseguida. —Pateó su bolsa más cerca
de mí, así el tronco del árbol la ocultaba, y luego sacó su cuchillo de la funda de cuero
que estaba sobre su pecho.

—Jasper…

—No te muevas. Debo asegurarme de que el lugar sea seguro primero. —No
esperó una respuesta mientras se deslizaba en la oscuridad.

Estaba de pie apoyada contra el árbol, mis músculos gritaban por el esfuerzo y
el frío, y sostenía mi navaja con ambas manos frente a mí. No estaba segura de qué
daño podría hacer si me atacaban. Tenía las manos entumecidas y sospechaba que
colapsaría si daba un paso más.

Pasaron solo un par de minutos antes de que escuchara su voz y luego estuvo allí
frente a mí otra vez.

»Max. —Había un gran moretón en su mejilla y tenía sangre seca en el labio. Me


sorprendió mirándolo y se encogió de hombros—. Ahuyentando un oso. Le di un
puñetazo. El jodido devolvió el golpe. —Hubo un leve tic en la comisura de su boca.
Dios, me gustaba cuando bromeaba así; me hacía olvidar el tipo de hombre que era.
Pero tal vez eso no era algo bueno. Extendió la mano—. Venga. Vamos a calentarte.

Con gratitud tomé su mano y se inclinó, recogiendo su bolsa. Caminamos otro


par de minutos antes de ver un resplandor naranja a través de los árboles. Unos
segundos más tarde, apareció una gran cabaña de troncos de madera con la luz del
fuego ardiendo en la ventana. Era bastante grande y me había imaginado algo
pequeño y rústico, pero era hermoso, con una amplia terraza en el frente que tenía
uno de esos columpios de madera de dos plazas.

Jasper tiró de mí.


No me había dado cuenta de que había dejado de caminar y estaba mirando la
casa. Creo que parcialmente fue mi cuerpo finalmente cerrándose con alivio. Y
entonces me di cuenta… una mujer. Este lugar pertenecía a una de sus mujeres y de
ahí venía el golpe.

—¿Un oso o una mujer?

Al principio, parecía confundido y luego sonrió, lo que me hizo odiarlo más


porque a pesar de mis reservas sobre lo que estaba caminando, cuando Jasper sonrió
de manera tan casual y sin la dureza… me iluminó el interior como un árbol de
Navidad cargado de coloridas luces parpadeantes.

—Holden, mi hermano.

Me sacudí.

—Oh. —Ahora, eso me sorprendió. No había considerado a Jasper teniendo un


hermano o una familia. Simplemente parecía… forastero.

—Lo envié a hacer un mandado. No le gustó. Ahora, ¿podemos entrar antes de


que te congeles hasta morir?

Asentí.

En el momento en que entramos y el calor del fuego me cubrió de calor, cerré


los ojos y suspiré. Jasper me llevó a la chimenea, me dejó en el suelo e
inmediatamente saqué las manos para calentarlas. Vaciló, antes de bajar suavemente
la mano y acariciarme el cabello. Lo miré, sus dedos se curvaron en la parte posterior
de mi cuello y sus duras facciones parpadearon a la luz del fuego.

Tragué saliva, mis ojos se posaron en su boca, queriendo saborearlo de nuevo.

Jasper asintió. No estaba segura de qué, luego se dio vuelta, arrojó su mochila
en un sofá de cuero negro y caminó hacia la cocina y comenzó a abrir los armarios.

»¿Te gusta la sopa de tomate? —Levantó una lata.

—Por supuesto.

Lo vi moverse fácilmente por la cocina, como si estuviera familiarizado con lo


que estaba haciendo. Me preguntaba si tenía una casa propia y cómo era. ¿Cocinaba?
Por el tipo de persona que era, no pensé que lo haría, pero estaba empezando a verlo
de manera diferente.
Lo imaginé teniendo una pequeña casa, nada especial, simple. Estaría en el borde
de un acantilado, el océano chocando contra las rocas dentadas. De pie en el porche
cuando no podía dormir y escuchaba el rítmico sonido de las olas.

Estaba mirando y como si me sintiera, levantó la vista de remover la sopa y me


miró. La agitación cesó y mi aliento se contrajo cuando sus ojos grises y penetrantes
me dejaron entrar. Estaban desnudos, abiertos y sin escudos. Lo vi, Jasper. Casual y
tranquilo, pero aún con una gran confianza en sí mismo. Sabía que era un vistazo de
quién había sido una vez y a quién había escondido de todos.

Era hermoso.

La madera de repente crujió y se rompió, haciéndome saltar. Girándome y


distrayéndome, agarré el atizador de hierro que colgaba del gancho junto al fuego.

En el momento en que lo hice, me quedé inmóvil y el atizador se me escapó de


las manos, haciendo un fuerte ruido cuando golpeó el suelo. Los escalofríos ya no
eran del frío, sino de los recuerdos cuando se abalanzaron sobre mí. La punta
candente del hierro, la agonía que presionaba en la parte superior de mi pie mientras
Drake me sostenía en sus brazos.

El olor. Dios, el olor de mi carne quemada había sido peor que el dolor. Grité y
lloré y le supliqué a Drake que no lo hiciera, pero él me sacudió de un lado a otro
mientras el vampiro quemaba el puente de mi pie, matando mi Ink.

—Max. Max. —Jasper se agachó frente a mí—. Max. —Se inclinó hacia
adelante y se apartó—. Jesús, estás llorando.

No me había dado cuenta de que había estado llorando y rápidamente usé el


brazo para limpiar las lágrimas.

Puso su mano alrededor de la parte de atrás de mi cuello, dedos entrelazando mi


cabello. No fue duro e insistió como esperaba de Jasper; en cambio, fue suave y
reconfortante. Con la otra mano, empujó hacia atrás los pocos zarcillos que se
aferraban a mi mejilla húmeda.

»Estás a salvo aquí. Estás a salvo conmigo.

Jasper puede pensar que sí, y él era lo suficientemente arrogante como para creer
eso, pero yo sabía de manera diferente. Si Drake me persiguiera, entonces no estaría
segura sin importar dónde estuviéramos o quién intentara protegerme de él.

—Estoy bien.
—Puedes mentir, pero siempre sabré la verdad. —Estaba a punto de discutir
cuando él se inclinó más cerca, su boca tan cerca de la mía que podía saborearlo en
la punta de mi lengua sin siquiera tocarla—. No dejaré que se acerque a ti.

Me puse rígida.

—Por dos semanas, quieres decir.

Sus dedos se estremecieron en mi cuello.

—No dejaré que te tenga.

—Sí —susurré.

—Max… —Rozó sus labios contra los míos y al instante mi estómago se revolvió
y fue una invasión de mariposas—. Joder, nena. No sé cómo hacer esto —dijo por lo
bajo y luego me dejó ir. De pie, caminó hacia la cocina—. Siéntate en la mesa.

Lo que le obsesionaba, vivía y respiraba dentro de él, lo sofocaba con su actitud,


su coqueteo, su indiferencia, pero se estaba abriendo y me asustaba porque eso me
hacía quererlo más.

Caminé hacia la larga mesa de madera que parecía pertenecer a un antiguo


castillo medieval y me senté. Jasper colocó un humeante tazón caliente frente a mí y
luego se sentó en el extremo de la mesa a dos asientos de distancia.

—Gracias.

—De nada. —Tomó una cucharada de sopa de tomate, y sin mirarme, comió.

Estaba aturdida. Palabras tan simples y, sin embargo, viniendo de Jasper… era
diferente. Nosotros éramos diferentes. Y no eran solo palabras; ellas tenían un
significado.

Jasper era mi espejo y compartimos una oscuridad similar. Él trataba de ocultarlo


siendo un imbécil, haciendo lo que hacía para no tener que dar una mierda.

Yo hacía lo mismo. Raramente hablaba, me reservaba en silencio y no me


acercaba a nadie, excepto que era muy civilizada. No lastimaba a nadie por cómo
elegí vivir. Jasper lo hacía.

No quería que me importara. No debería. Lo sabía bien. Jasper era claro sobre
quién era y sin embargo… se había deslizado a través de las grietas. Él era un asesino.
Había sido un idiota y, sin embargo, había visto un lado genuino de él. Simplemente
no sabía si confiaba en él. ¿De repente era amable conmigo porque necesitaba algo
de mí? Usaba a las personas. Me lo dijo.

¿Jasper me estaba usando como a todos los demás?

Su cuchara resonó en su cuenco cuando la dejó caer, y luego se apartó de la mesa


y me miró. No hubo una sonrisa engreída, ni un destello brillante de alegría en sus
ojos; en cambio, lo que estaba viendo era el hombre que no tenía compasión por
nadie. Y lo odié. No quería ver este lado de él.

—Sí, uso personas. —Oh, Dios, leyó mis pensamientos. El horror me aplastó
como un martillo y vi el dolor en sus ojos grises—. ¿Quieres lo real? Me pagan para
matar personas. Los que no mato, los uso para mi propio beneficio. Y sabes qué,
princesa, me importa una mierda si confías en mí, en realidad es mejor que no lo
hagas. —Sus labios se curvaron en una sonrisa cruel y un toque tembloroso bailó
sobre mi piel, y esta vez no fue por deseo—. ¿Qué? ¿No te gusta saber que te follaste
un idiota? Bueno, demasiado tarde para eso, rayito de sol. Lo hiciste.

—¿Por qué haces esto? Es como un interruptor de luz que enciendes y apagas.
Nunca sé de qué lado de ti voy a obtener. —Empujé el tazón y se derramó por los
lados y salpicó sobre la mesa—. No te entiendo. —Tenía que alejarme de él. De mí.
De todo lo que estaba sintiendo

Sabía lo que estaba haciendo. Quería que lo odiara. Era como se protegía a sí
mismo, para ahuyentar a las personas. Bueno, estaba funcionando porque las
lágrimas brotaron y necesitaba escapar antes de que las viera.

Saltando sobre mis pies, me dirigí hacia la puerta. Me estaba ahogando bajo todo
lo que estaba sucediendo. Yo era un trabajo para él; un objeto para Drake; una
responsabilidad para todos.

—¿A dónde diablos vas? —preguntó.

Logré abrir la puerta a medias antes de que se acercara y su palma la cerrara de


golpe. Me agarró del brazo y tiró de mí para enfrentarlo y luego se presionó contra
mí para que su pecho estuviera contra el mío.

»¿A dónde carajos crees que vas?

—Lejos de ti. —Traté de quitar su mano de mi brazo, pero apretó su agarre.

—No vas a ninguna parte.

—¿Qué vas a hacer… obligarme a quedarme? No tienes ese poder, Jasper. No


soy una prisionera.
—¿Estás seguro de eso, rayito de sol? —respondió.

Miré su bolsa en el sofá a unos metros de donde estaban mis navajas. Siguió mi
mirada y luego agarró mi barbilla.

»¿Vamos a tener un problema aquí?

—Tuvimos un problema desde el día en que nos conocimos.

—Sí, te he querido. Y no te dejaré ir.

No tenía idea de si él quería decir que no me dejaba salir por la puerta o más que
eso, pero en ese momento, no me importaba. Solo quería escapar de todo. Durante
años, había estado muerta a las emociones y era como si todo dentro de mí estuviera
explotando.

Levanté la mano para alejarlo, pero se movió hacia la derecha y luego usó el
movimiento para empujarme hacia un lado y levantarme así que colgaba sobre su
hombro.

—¡Jasper!

Me ignoró y caminó a grandes zancadas por la casa y por un pasillo. Se detuvo


por un segundo, abrió un armario y revolvió. Golpeé su espalda con mis puños e
intenté patearlo, pero él estaba sosteniendo mis piernas con un brazo.

»Jasper, déjame ir.

Empezó a caminar de nuevo, luego abrió una puerta y la cerró con la punta del
pie. Me arrojó sobre la cama y me apresuré a levantarme, pero se aferró a mi tobillo
y me arrastró de regreso. Tirando de mí hasta la cabecera, acostado sobre mí, me
retorcí debajo de él.

»¿Qué estás haciendo? Jasper.

—Asegurándote de que no te vayas.

Entonces lo vi.

El vistazo de la cuerda me hizo gritar, chillar y golpearlo. No estaba llegando a


ningún lado ya que su peso mantenía mi movimiento al mínimo. En segundos, me
ató las muñecas y amarradas al poste en el lado derecho de la cama.

—No me estoy yendo. No tengo adónde ir, maldita sea. Solo quiero alejarme de
ti.
—Bueno, estás recibiendo tu deseo.

—Déjame ir, Jasper.

Su mandíbula se apretó y se pasó la mano por el cabello. Su mirada se deslizó


por mis brazos estirados sobre mi cabeza y luego de vuelta a mi rostro.

—Max... —Apretó los labios y vi el conflicto en su expresión, la turbulencia en


sus ojos grises como una tormenta eléctrica—. Y para que conste, tampoco confío en
ti.

—No confías en nadie —respondí.

Asintió.

—Cierto. —Se giró y caminó hacia la puerta—. Necesitas darte cuenta cuando
digo algo, lo digo en serio.

Mis dedos se enroscaron alrededor de la cuerda.

—Xamien se entera de esto, te matará.

Tenía su mano en el pomo de la puerta.

—Bueno. Él es el único que se lo ganó.

Mierda. No podía dejarlo irse. No podía dejarme aquí así.

—Iré tras él —grité lo único que podría llamar su atención—. Y no puedes


detenerme.

Lentamente se volvió.

—¿Qué?

—Me escuchaste.

—Sí, pero eso fue tan estúpido que pensé que había escuchado mal.

Tiré de las cuerdas, tratando de deslizar mis manos.

—No es estúpido. Tiene sentido. En lugar de nosotros...

—No te vas a acercar a él.

—En lugar de esperar a que me cace, eso sería más productivo…


—¿Más productivo?

—Jasper, solo desátame.

—No. —Cruzó los brazos y se apoyó contra la puerta—. Pero por favor,
continúa. Me gustaría escuchar tu plan para perseguir a un vampiro / Scar que es un
antiguo y puede Transportarse. Pero no importa lo que digas, no me hará desatarte.

Nuestras miradas se encontraron y el calor se elevó dentro de mí. No tenía un


plan; todo lo que tenía era frustración y... deseo. Me había atado y me iba a dejar
aquí, pero en vez de estar realmente enfadada, un dulce dolor palpitaba entre mis
piernas.

¡Al carajo!

—Bésame —dije. Su arrogante expresión titubeó con un sutil parpadeo de


incertidumbre y luego lo repetí inalterable—: Bésame.

Frunció el ceño y pensé que iba a salir por la puerta, pero de repente, fue como
si todas las emociones enjauladas se liberaran y vino hacia mí.

Mis dedos se enroscaron alrededor de la áspera cuerda mientras se cernía sobre


mí por un segundo, y luego estaba encima de mí. Su mano vino alrededor de mi
cuello, los dedos magullaron mientras apretaba.

—¿Quieres mi polla dentro de ti, Max? Porque un beso no va a hacerlo.

Intenté asentir, pero él me impedía hacer algo.

—Sí. —Logré decir.

El agarre de Jasper se apretó y el aire quedó atrapado en mis pulmones, pero no


peleé con él, lo cual era una prueba. Su propia prueba para ver si confiaba en que me
dejará ir.

Justo cuando pensaba que me iba a desmayar, me dejó ir. Mientras aspiraba aire,
él lo robó con su boca chocando contra la mía. Gemí bajo su duro asalto. Era como
si quisiera castigarme, pero estaba lleno de necesidad y pasión desenfrenada.

—Rayito de sol. —Su voz vibró en mis labios. Era un suave susurro, y sin
embargo, no había nada suave o amable en él en ese momento. Estaba enojado y
feroz cuando su boca rasgaba en la mía, la lengua violando, las manos
desgarrándome la ropa al mismo tiempo. Me subió la camiseta por encima de los
brazos y la dejó allí, luego desabrochó mis jeans y los arrastró por las piernas.
Maldijo cuando se engancharon en mis zapatos y tuvo que tirarlos primero.

Se quitó abrió la camisa y se quedó sin aliento mientras miraba su pecho


perfectamente musculoso y su abdomen esculpido.

Se quitó las botas y salieron volando por la habitación, golpeando el tocador.


Algo se estrelló en el suelo, pero Jasper no pareció darse cuenta, o si lo hizo, no le
importó. Era un animal salvaje tratando de alcanzar a su presa, frenético de que si
no lo hacía pronto, desaparecería en él.

—Jasper. Desátame.

—Joder, no. —Gruñó y luego desapareció en el baño donde escuché cajones que
se abrían y cerraban. Cuando salió, vi el paquete de condones en su mano. Lo rasgó
con los dientes y finalmente me miró, con la camisa abierta, el pecho agitado, las
manos atadas por encima de la cabeza.

Se congeló. El tiempo se detuvo mientras permitíamos que nuestro deseo se


cociera a fuego lento sobre nosotros. Durante esos pocos segundos, nos conectamos
en un nivel que ninguno de nosotros esperaba.

Sabía lo que él estaba sintiendo. Podía verlo en sus ardientes ojos grises; reflejaba
el mío. Había estado goteando de mí desde el día en que nos conocimos, no había
forma de esconderse o huir de esto.

La arrogancia desapareció y la ira se disipó. Y vi el miedo a lo que había entre


nosotros. También parecía que estaba a punto de correr cuando miró hacia la puerta.

Sus cejas bajaron y hubo una contracción en su mandíbula. Lo estaba perdiendo


y, a pesar de saber que esta era una mala idea, lo quería.

—No voy a ir a ninguna parte. —Le di una sonrisa juguetona mientras tiraba de
la cuerda—. Bésame, Jasper. Quiero que me beses y luego quiero tu polla dentro de
mí.

Sus ojos vagaron por toda la longitud de mi cuerpo y había ira y tensión en él
otra vez. Sabía lo que estaba viendo: mis cicatrices. Cerré los ojos, no queriendo ver
su disgusto; miedo de que se fuera y me dejara.

La cama se hundió y luego jadeé cuando sus labios acariciaron una de las
cicatrices en mi estómago cerca de mi ombligo. Luego otro beso justo debajo de mi
pecho derecho. Su lengua se deslizó sobre la superficie elevada y la piel de gallina se
dispersó cuando arqueé mi espalda hacia él.
Sus manos se posaron en mis caderas para mantenerme quieta mientras el calor
aterciopelado de su lengua besaba cada cicatriz en mi pecho y abdomen y luego…
luego me desabrochó el sujetador y se llevó el pezón a la boca y lo chupó.

»Jasper —respiré.

Sus dientes rozaron el pico sensible como advertencia y luego mordió lo


suficiente como para hacerme tensar y gemir. Su boca alivió el dolor punzante con
la tentadora dulzura de su lengua antes de repetirla en mi otro pezón.

Desesperada por tocarlo, tiré con fuerza de las cuerdas, pero una de sus manos
se acercó y sostuvo mis muñecas sobre la almohada.

—No luches, cariño. No esta vez. —Su boca reclamó la mía otra vez y fue lenta
e insinuó una juguetona travesura antes de que se volviera enérgica y reclamara de
nuevo.

Fue entonces cuando le dejé tener todo, todo de mí. Mi necesidad de escapar, de
tener algo de control sobre esto fue arrastrada por su beso, su toque y dejé que me
devorara. Y estaba devorando mientras se tomaba su tiempo explorando mi cuerpo,
sin vacilar nunca en mi piel dañada.

»No soy bueno para ti. —Su voz era irregular mientras besaba mi cuello—. Pero
no puedo parar.

—Estoy segura de que le dices eso a todas las chicas. —Traté de negarlo, pero
Jasper se echó hacia atrás y frunció el ceño.

—No, porque no me importa lo que piensen. Solo tú, Max. Solo tú. —Se sentó,
su polla presionando contra mí, así que empujé hacia arriba, necesitándolo dentro de
mí.

—¿Realmente me observaste por meses?

—Sí. —Luego hizo un gemido estrangulado—. Joder, ángel, quiero darte el


mundo, pero no puedo prometer nada.

De lo que no se daba cuenta era de que ya me lo había dado diciéndome eso.

—No quiero promesas. —Quería la verdad y eso era lo que me dio al admitir
que no podía prometerme nada—. Te quiero. Te he querido desde el principio.

Silencio. Esperé, el corazón latía como loco, la sangre corría por mis venas y el
deseo palpitaba entre mis piernas.
—¿Jasper? —Estaba rebosante de anticipación de tenerlo dentro de mí otra vez.
Y toda esta charla, escuchando su baja voz grave, sintiendo sus manos
sosteniéndome… Jesús, estaba chisporroteando.

El calor en sus ojos iluminó un infierno listo para asaltar, causar estragos en mi
cuerpo y prender fuego a cada pieza de mí.

—Max —murmuró, besándome de nuevo.

La negación había terminado.

Pero no hubo promesas.

Solo aquí y ahora.

Su mano se metió debajo de mi muslo desnudo y se lo llevó hasta su hombro.


Mis músculos se estiraron y dolieron, pero el dolor se sintió bien cuando usó la cama
para apalancarse y presionó fuertemente en mí con su peso.

No importaba. Conocía el dolor. Crecí con eso y era parte de mí. Y por un
segundo, pensé en Jasper dándome nalgadas y cómo me excitaba. ¿Era solo él o era
la pelea? Ambos. El dolor impactante liberó un nuevo tipo de placer y de repente lo
quise de nuevo. Ese dolor fuerte y placer que me despertaba. Me hizo sentir viva.

—Joder, Max —gimió Jasper contra mi boca—. Necesito entrar en ti. Ahora.

—Sí. —Inhalé. Me mordió el labio con fuerza y probé el dulce hierro de mi


sangre. Me lamí el labio justo cuando deslizó su mano entre mis piernas y me ahuecó.
Rápidamente inhalé cuando el apretón se intensificó.

—Jesús, bebé. Estás jodidamente húmeda. —Sus dedos comenzaron a jugar


conmigo y la urgencia de sentir sus duras embestidas, su pene llenándome me hizo
presionar las caderas hacia arriba, las muñecas tirando de la cuerda que me mantenía
trabado en su lugar.

—Hazlo. Ahora.

Pensé por un segundo que iba a negarse cuando su mirada ardiente recorrió mis
labios hinchados y luego hasta mis ojos entrecerrados.

—No me gusta que me digan qué hacer.

Mantuve mi sonrisa para mí, porque malditamente lo sabía. Jasper odiaba a


cualquiera que lo controlara. Vivía libre de todos, todo incluyendo sus emociones.
—A mí tampoco.

—Entonces vamos a tener un problema aquí.

—Sí —susurré—. Pero ganaste esta vez.

Y fue entonces cuando sonrió y un pedazo de mí cayó... duro. Sabía que estaba
mal. Sabía que no había nada bueno en lo que sentía por él. Sin embargo, había
destruido mi resistencia y me hizo desear vivir de nuevo. Me hizo querer luchar por
algo. Para aquellos a los que yo importaba. Para mí.

Se movió hacia arriba y luego volvió a bajar sobre mí. Grité ante la repentina
intrusión de su polla llenándome. Fue apretado y doloroso. Era como si me estuviera
destrozando y luego el placer de ser reconstruido de nuevo.

»Jesús.

Sus labios se acercaron a mi oído cuando dijo:

—Mi rayo de sol. —Y luego empujó y fue él quien me mostró quién tenía el
control mientras me tomaba.

No me importó. Nada importaba excepto este momento de placer puro e


incontrolado.

Nuestros cuerpos se encontraron una y otra vez con una pasión áspera y cruda
mientras se deslizaba dentro y fuera de mí. Su espalda se arqueaba, sus caderas
avanzaban con un ritmo duro que empujó contra mi clítoris.

Abrí los ojos justo cuando el orgasmo me golpeó. No había ninguna advertencia
mientras gritaba, mis manos agarraban la gruesa cuerda mientras todo mi cuerpo se
tensaba. Él golpeó más fuerte. Más rápido. Luego gimió largo y profundo.

Palpitó dentro de mí mientras yo yacía completamente quieta. Seguido por


pequeños besos por mi cuello, lentamente moví mis doloridas piernas de los hombros
de Jasper, y su polla se deslizó fuera de mí.

Levantó la cabeza y en el momento en que nuestros ojos se encontraron, fue algo


más. No había duda de que esta era una necesidad primordial, pero era una necesidad
primordial innegable para cualquiera de nosotros. Había una extraña confusión en el
fondo de sus ojos, no tenía dudas, coincidía con la mía. Y tal vez esto no era algo
que pudiéramos negar. Ambos habíamos luchado lo suficiente en nuestras vidas; tal
vez era hora de dejar de pelear.

»¿Estás bien? —Metió un mechón de cabello en mi mejilla detrás de la oreja.


—Sí —respondí.

Asintió y luego vi su boca abierta como para decir algo más, pero luego la cerró
y bajó las cejas. Se deslizó fuera de mí y se dirigió al baño. Vi como rodó el condón
y lo arrojó a la basura.

Volvió y se inclinó sobre mí y sus dedos se deslizaron por mis brazos hasta mis
muñecas y luego desató la cuerda. La suave caricia de sus manos masajeando donde
las cuerdas habían frotado mi piel me hizo gemir.

Ahuecó mi barbilla, su pulgar acariciando.

—Él no te tiene. —Se inclinó más y me besó larga y lentamente antes de resbalar
en la cama detrás de mí, rodeando mi cintura con los brazos y acercándome a su
cuerpo desnudo y acalorado. Su aliento susurró en mi cuello mientras goteaba besos
sobre mi piel—. Para que lo sepas, rayito de sol, mi polla solo dentro de ti. Ninguna
otra polla, lengua o dedos se acercan a ti.

Me puse rígida. Él sabía. Sabía que Drake tuvo sexo conmigo.

—Odio pensar en él tocándote. —Apretó su agarre sobre mí—. Necesito que


sepas que haré lo que sea necesario para mantenerte alejada de él. ¿Puedes confiar en
eso, Max?

No sabía si estaba equivocada por confiar en él, pero sin el riesgo, no había nada,
y ya no quería nada.

Su mano se deslizó por mi abdomen hasta mis costillas y dejé de respirar cuando
su dedo sacudió ligeramente mi pezón; al instante se volvió erecto. Contuve la
respiración cuando mi cuerpo reaccionó a él. Acarició una y otra vez mi pezón
palpitante, sus nudillos apenas tocando.

Medio gemí cuando me arqueé más cerca, desesperada por más.

Detuvo la mano, sus nudillos descansando en la cúspide de mi pezón. Puso la


pierna sobre la mía y su dura polla presionó contra mi trasero.

—¿Jasper?

—Sí, nena.

—Necesitamos otro condón.

Terminó siendo dos más. Cuando finalmente nos dormimos, Jasper me acunó
en sus brazos; nuestras manos unidas, descansando en mi abdomen.
Jasper
Me desperté sobre mi espalda, con su mejilla sobre mi pecho y su palma
descansando sobre mi abdomen. La sábana se encontraba abajo de mi cintura y
apenas cubría sus pechos. Tenía el cabello recogido detrás de la oreja, excepto por
algunos mechones que escaparon y cayendo a través de su nariz y boca.

La había follado duro, suave y perezoso, y después... ella me follo. Nunca lo


quise de esa manera. Me gustaba el control, pero se sentó a horcajadas sobre mí, la
lenta agitación de sus caderas y el éxtasis en su rostro... valió la pena darle ese control.

Estaba realmente jodido. Debería haberlo sabido desde el principio. Cristo, lo


supe pero lo tome como lujuria, traté de actuar como si no fuera nada. Convencerme
de que era solo otra chica.

Pero nunca lo fue.

¿Cómo diablos llegué aquí? Para quererla más de lo que debería. Anhelar cada
centímetro de ella, necesitando escuchar su voz o verla moverse. No podría soportar
el respirar sin ella.

Era sofocante y lo estaba jodiendo todo porque no solo tendríamos que


preocuparnos de Drake, sino de Waleron y Adrian. Ni siquiera quería considerar la
reacción de Xamien a todo. Él iba a matarnos a todos.

Ya era demasiado tarde. Los dados fueron arrojados y tenía que lidiar con las
consecuencias.

Me deslicé de la cama, con cuidado de no despertarla, me puse los pantalones y


salí a la sala de estar. Mi hermano estaba bebiendo su café, apoyado en la repisa de
la chimenea. Lo escuché regresar anoche cuando me levantaba para coger un tercer
condón del baño.
Agarrando una taza, alcancé la jarra de café y vertí el líquido humeante en ella.
Lo oí acercarse, pero no me molesté en mirar mientras dejaba mi taza en la mesa de
la cocina y sacaba una silla.

—¿Planeas quedarte o perderte antes de que ella se despierte?

Me senté, envolviendo mis manos alrededor de la taza.

—Que te jodan, Holden. No soy tan idiota. —Sí, lo era. He follado a muchas
mujeres e hice exactamente eso. Ella se merecía algo mejor que eso. Se merecía
muchísimo más que yo. Aunque eso no significaba que la estaba dejando ir.

Holden sacó la silla a mi lado, se sentó, y luego estiró sus largas piernas,
cruzando por el tobillo.

—No te has quedado. Ahora lo haces.

Sí. Y nunca me importó una mierda. Hasta ahora. Hasta ella.

Ahora, había retado a Adrian, quien había pasado sobre Waleron y no eran Scars
con los que joder. No sabía qué diablos estaba haciendo. Siempre tenía un plan...
ahora no lo tenía. Todo lo que sabía era que el trabajo nunca fue un trabajo. Era una
forma de acercarme a ella. Para asegurarme de que se encontraba protegida y que
nadie más se acercara a ella. Eso era más crucial que nunca.

Puse mi mano en la empuñadura de mi cuchillo cuando Holden buscó en su


bolsillo lateral. Max tenía razón; no confiaba en nadie, ni siquiera en la familia.
Holden y yo éramos inseparables desde niños hasta la noche en que lo jodí y Beth
pagó el precio. Holden me odio desde entonces y no lo culpo. La última vez que nos
vimos, me llamó un maldito frío bastardo y autodestructivo. Estoy de acuerdo con la
parte bastarda fría, pero lo llamaba supervivencia propia.

—Calma, Avispa —dijo, sacando un cigarrillo que no encendió; en su lugar,


simplemente lo hizo girar de un lado a otro entre su pulgar y su dedo.

Mi hermano comenzó a llamarme Avispa cuando era un niño y traté de bajar un


nido golpeándolo con un palo. Cuando se cayó, el enjambre de avispas cabreadas
vino justo hacia mí. Corrí directamente al corral de los cerdos y me zambullí de
cabeza en la mierda. Me escapé sin una sola picadura, que, como un niño de diez
años, era algo de lo que estar orgulloso.

—Joder, hombre, estás peor que la última vez que te vi.


Resople. No, solo estaba sintiendo emociones que no debería y tenía que juntar
mi mierda. Mis bordes se estaban despegando y ella estaba bajo mi piel tan apretado
que no podía respirar sin ella.

Pensé que después de follarla la primera vez, la obsesión se calmaría, pero al


contrario, creció. Ni siquiera podía mirarla subir la montaña o la habría arrojado
contra un árbol y follado una y otra vez como un adolescente en lugar de un asesino
inmortal. No es un lugar en el que debería haber estado pensando en follar con una
mujer cuando esta montaña tenía todo tipo de recuerdos relacionados a esta.

Luego, cuando la vi fría y temblando... todo lo que quería hacer era tenerla en
mis brazos y hacerlo mejor, hacer que todo fuera mejor. Y ese tipo de pensamiento
fue lo que la hizo peligrosa para mí. Me asustó porque estaba actuando de manera
irracional, del tipo que te mata y aún peor, que la haría aterrizar justo donde
comenzó, en manos de Drake.

Pero eso se suponía que nunca sucediera. Fui elegido porque me aseguraría de
que no pasaría. Dije que haría lo que fuera necesario para evitar que Drake la usara
para recuperar su Ink.

Un Ink que no se detendría ante nada para destruir a todos los seres vivos. Sabía
las consecuencias si no hacía mi trabajo. Era catastrófico y de todas formas... no
había manera en el infierno de que lo hiciera.

—Entonces, ¿esta es la chica que Drake anda buscando?

Me puse rígido y levanté la cabeza para mirarlo.

—¿Escuchaste?

—Xamien y Waleron tienen a cada Scar cazándolo. Sí, lo escuché, pero lo que
no puedo entender es por qué la trajiste aquí. Odias este lugar. Me odias. Odias
nuestro Talde. Joder, odias a todos.

No era verdad. Intenté odiar a Holden, pero la verdad era que me mantuve
alejado de él porque me importaba. Mi mierda contaminada nunca lo tocaría y sin
embargo, aquí estaba.

—¿Quieres que nos vayamos?

—Joder, hermano. No tengo derecho a decirte que te vayas. Pero no he sabido


nada de ti en diez años, y de repente apareces aquí con el pretexto de que necesitas
un lugar donde pasar un rato. Esas son tonterías. Si no quieres que te encuentren, no
lo harán. Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Por qué estás aquí?
Desde el momento en que tomé el trabajo, sabía que traería a Max aquí. Era el
único lugar que podía pensar que no había sido tocado por mi trabajo.

—Necesitaba un lugar al que pocos se han Transportado antes. —Eso era verdad.
Dudaba que Drake hubiera estado alguna vez aquí y eso nos daría tiempo para
escapar si lo escuchaba venir.

Holden era más alto que yo, pero solo por unos cuantos centímetros y más ancho
en los hombros, más como un defensa y en forma mientras yo era un mariscal de
campo. Su cabello oscuro de color nogal colgaba sobre sus orejas, en ligeros rizos
que siempre estaba apartando de su rostro. Era un Scar Tracker y podía rastrear
aromas como un sabueso. Lo usaba para encontrarme cuando me perdía en la noche
para ir a los pubs. Luego, cuando tenía dieciséis años, lo usó para rastrearme cuando
me dejaron colgando para pudrirme. Pero había sido demasiado tarde para nuestra
hermana.

—Adrian está enojado.

Mi espalda se puso rígida. Joder, Adrian debe haber llamado a Holden cuando
no pudo contactarme desde que destruí mi teléfono.

—¿Cuándo no lo está? —Holden a menudo hablaba con Adrian para obtener


información sobre el tráfico de personas. El Talde de Holden se centraba
principalmente en niños secuestrados y raptados por razones que no quería saber. El
Talde entraba y los sacaba.

Holden frunció el ceño.

—¿Has arruinado un trabajo?

—Casi. —Mi trabajo había sido simple. Ahora era complicado.

—¿Qué está pasando, Avispa?

Un montón de mierda.

Holden suspiró.

»Lo que sea que estés pensando, no lo hagas.

Empujé mi taza, el sabor ahora era amargo en mi boca.

—¿Que no haga qué? No tienes idea de lo que pasa por mi cabeza.

Holden se levantó bruscamente, negando con la cabeza.


—Lo sé. Sé exactamente lo que estás pensando. Eres mi hermano. Estuve allí,
¿recuerdas? ¿Crees que no sé lo que has hecho todos estos años? Tratando de borrar
lo que sucedió al no importarte ni una mierda alguien. —Miré hacia mis pies—.
Jesús, eso es. Te preocupas por ella, ¿verdad? ¿Te gusta esta chica?

Me levanté tan rápido que mi silla cayó hacia atrás.

—Deberían haberlo perseguido el día que la encontraron. Xamien y su Talde


deberían haber sabido que el lugar no era solo un escondite para vampiros. —Sabía
que lo que estaba diciendo era ilógico, pero después de estar con ella, abrazarla, besar
cada cicatriz, quería crucificar al bastardo—. Jesús, Holden. Ella tiene cicatrices…
—Cicatrices que había lamido, besado y tocado, intentando de alguna manera loca
y jodida mejorarlas. Hacerla sentir mejor—. Él la lastimó —le susurré en un tono
irregular.

Holden di un paso adelante para poner su mano sobre mi hombro, pero me alejé.
De él.

—Y no eres responsable por lo que Drake hizo. Al igual que no fuiste responsable
de lo que le sucedió a Beth. No importaba lo que hicieras o dejaras de hacer, Avispa,
la iban a matar. Sé lo que estás pensando. Quieres ir tras este bastardo enfermo.
Joder, cazaste a esos vampiros durante veinte años hasta que todos y cada uno de
ellos murieron. Cabreando con muchos vampiros, también. —Y valió la pena. Vale
la pena el sacrificio de todas las vidas que maté para llegar a ellos. No me arrepentía
de lo que había hecho—. Si te preocupas por ella, entonces quédate aquí y haz tu
trabajo. Protégela y deja que los demás lo encuentren.

—¿Protegerla? —Solté un bufido, negando con la cabeza cuando encontré sus


ojos, la frialdad filtrándose en mí mientras hablaba las palabras que sabía que
cambiarían todo—. No, Holden, estás equivocado. Me contrataron para matarla.

Holden se tensó.

—¿Qué...?

Apreté la mandíbula y cerré las manos en puños.

—Cualquiera puede protegerla, esconderla en algún lugar. Piénsalo, ¿por qué yo?
—me burlé—. Porque soy el único jodido que la mataría si hubiera una posibilidad
de que Drake la atrape.

—¡Mierda! —Holden retrocedió tambaleándose, su mano en su cabello mientras


se sentaba en la silla—. ¿Y Xamien sabe?
—Joder no. Xamien nunca consentiría algo como esto y es por eso que ha sido
mantenido en la oscuridad.

—¿Pero Waleron sabe?

Resoplé.

—¿Quién coño crees que lo preparó? Nunca arriesgaría una multitud de vidas
por el bien de uno. —Waleron había sospechado la habilidad de Max seis meses atrás
cuando Max tocó su Ink y la tranquilizó. Según Adrian, Waleron no pensó mucho
en eso hasta que se corrió la voz de que Drake estaba buscando a una joven con
cicatrices y que era una Healer—. Drake está detrás de su habilidad y es muy vital
que no la use en él, nunca.

Recogí un movimiento silencioso en la habitación de Max. El colchón crujió


cuando se levantó y caminó por los pisos de madera. Levanté la vista cuando salió
de la habitación y caminó por el pasillo. Mi corazón latía con fuerza contra mi caja
torácica como si intentara liberarse para poder correr hacia ella, latir junto a ella.

Jesús. Estaba jodido. Cementado. Eso era como se sentía. Todo este tiempo,
pensé que estaba destrozando su escudo cuando ella había estado quitándome el mío.

Me importaba. Me importa un carajo. Holden tenía razón. Ella estaba dentro de


mí y no importaría cuántas veces la tuviera; la querría de nuevo.

—Se dice que es una Healer y es por eso que Drake la quiere de vuelta. Pero esa
no es una razón para que Waleron quiera matarla, Jasper.

—No lo es.

—Así que... ¿qué diablos?

Ella estaba en la puerta y nuestros ojos se encontraron. No sonrió como esperaba.


Joder, la chica nunca reía. Odiaba eso. Quería escucharla reír mientras yacía en mis
brazos y yo la molestaba.

Su mirada fija se deslizó de la mía a la de Holden.

—Porque puedo sanar su Ink.

Holden me miró, con las cejas juntas.

—¿Cuál Ink, la tuya? ¿O de Drake?

Cerré los ojos, bajando la cabeza.


Mierda.
Max
—¿Tuya? —Mi estómago cayo mientras mis ojos se dispararon hacia Jasper.
Lentamente levantó su cabeza y lo supe. Supe en ese segundo que él era consciente
de mi habilidad para curar al Ink. Lo había sabido todo el tiempo. Sentí como si
estuviera rodando por la montaña fuera de control, con mis extremidades agitándose
para agarrarse a algo.

El Ink de Jasper estaba muerta. Sus brazos tatuados no tenían cicatrices, ni


cortes. Los habría visto cuando estuvimos juntos. Pero los Ink podrían morir por
otros motivos.

—Max. —Jasper se levantó y comenzó a caminar hacia mí.

Levanté la mano para detenerlo y lo hizo, aunque frunció el ceño, apretó la


mandíbula y supe que no quería.

—Dime que estoy equivocada. —Ignoré al que nos miraba, el que sospechaba
que era su hermano—. Dime que lo que estoy pensando no es verdad.

Permaneció inmóvil, con la boca apretada, los ojos vacíos de alegría y la mancha
de oscuridad que se extendía por la reluciente superficie. Su silencio me hizo enojar
más porque quería una excusa. Quería que me dijera que no era verdad. Dios, quería
que mintiera si tuviera que hacerlo. Y eso me enojó más porque sería tan patético
que quisiera que me mintiera. Pero después de anoche… no quería perder lo que
compartimos y tuve. Todo se estaba desmoronando y cayendo por la montaña
conmigo.

»¿Qué? ¿Tienes miedo de decirme? Hombre, jódete, Jasper.

Su hermano se levantó en silencio y salió por la puerta principal. Jasper se quedó


dónde estaba, mirándome mientras lo yo unía las piezas. Con su silencio vino la
verdad. No necesitaba decir nada; encajaba perfectamente.

Por qué fue elegido para protegerme cuando era un asesino y no una niñera.
Por qué le importaba que me quedara con vida.

Por qué había preguntado por mi Ink.

Él lo sabía.

Sabía de lo que era capaz y quería usarme para sanar su Ink.

Al igual que Drake.

Tragué saliva, levantando mi barbilla, sin pestañear cuando me encontré con su


mirada inquebrantable. No sería yo quien vacilaría y no sería usada. Drake me había
usado durante seis años y luego me había apartado de la vida.

—Max. —Su acento era más pronunciado cuando su voz cortó a través de mí.

Quería correr. Hacer en lo que era buena y esconder mis emociones detrás de un
escudo de hielo, pero él había roto eso y me había dado una muestra de la vida, de
los sentimientos y, a pesar del daño que eso traía, quería recuperar mi vida y sí, quería
la verdad, la necesitaba.

—No te atrevas a mentirme.

Sus ojos nunca dejaron los míos mientras cruzaba la habitación a grandes
zancadas, el arrogante habitual había desaparecido, pero aún seguía seguro de sí
mismo. Esta vez no lo detuve, y por su expresión feroz, no pensé que lo hiciera de
todos modos.

Se detuvo a centímetros de distancia y mi aliento se cerró en mi pecho cuando


lo sentí. Lo sentí, maldita sea. Él estaba en mí. Era demasiado tarde para detener
cualquier daño mientras la red de traición se extendía a través de mí.

¿Fue por eso que tuvo sexo conmigo? ¿Por qué me había besado? ¿Por qué me
tuvo en sus brazos cuando me rompí?

—No. Lo veo en tus ojos, Max. Ni siquiera vayas allí. —Agarró mis antebrazos,
sus dedos se enroscaron en mí. Quería caer en sus brazos y… llorar. Quería llorar y
eso me hizo odiarlo más—. Para. —Me sacudió una vez, con los dedos
magullando—. Me acosté contigo porque te quería. Joder, todavía lo hago. No tiene
nada que ver con... —Maldijo y luego me soltó y se pasó la mano por el cabello
mientras su expresión se tensaba como si le doliera—. El pago.

Fue como si me hubiera dado un puñetazo en el estómago y me quedé sin aliento


cuando dijo esas palabras. Su pago no era dinero; era mi habilidad.
Extendí la mano y la coloqué en la pared para apoyarme. Mordí el interior de
mis mejillas cuando las lágrimas brotaron. Estaba siendo usada en algún trato. Ni
siquiera sabía que alguien más conocía mi habilidad y la usaron para convencer a
Jasper para que me protegiera de Drake. ¿Cuántas más mentiras? ¿Qué más me
estaba ocultando?

»Maldita sea, Max. Es lo que hago. Nunca he pretendido lo contrario. Yo solo…


no sabía que…

Su voz se apagó y cerré los ojos, incapaz de mirar al hombre que pensaba que
era... diferente. Mis expectativas fueron demasiado altas y pensé... haber visto algo
más en él. Sentir el derretimiento de su núcleo externo para revelar a alguien
lastimado. Oculto. Pero no era un núcleo externo. Era todo su núcleo.

Quería que se fuera.

—Entonces vamos a hacerlo.

—¿Qué?

—¿Por qué esperar hasta que se terminen tus dos semanas? Ahí es cuando tendré
que darte el pago por salvarme la vida durante dos semanas, ¿verdad? Ese es el trato.
—Quité mi mano de la pared—. ¿Por qué esperar? Vamos a terminarlo y luego
puedes seguir tu camino alegremente. —Lo miré, encontrando sus ojos
sorprendidos—. ¿Qué? ¿De repente tomas consciencia? Los dos sabemos que eso es
imposible.

Se quedó congelado, los músculos flexionados, las manos a los lados apretadas
en puños. Pero no fue enojo; fue un shock y quería animarme en silencio, pero nada
podía hacerme feliz en este momento. Sabía que él era malas noticias. Sabía cómo
era él. Putamente sabía que estaba manchado, pero había visto más en él. Al menos
pensé que sí.

»¿Qué? Quieres más. ¿El trato incluyó sexo conmigo después? Bueno, lo tuviste
antes. No puedes tocarme otra vez. No puedes protegerme. Y seguro que no puedes
usarme otra vez. —Metí las palmas de las manos en su pecho y retrocedió
tambaleándose un paso, pero no hizo ningún movimiento para tocarme—. Sanaré tu
Ink y luego te alejarás. Ese es mi maldito trato.

Escuché la puerta principal abrirse, pero mantuve mi enfoque en Jasper. Vi la


cabalgata de emociones que giraban en sus ojos mientras mis palabras lo golpeaban.
La ira se mezcló con incredulidad y… dolor. No pensé que Jasper pudiera sentir esa
emoción por más tiempo, pero me alegraba. Quería lastimar a Jasper.
Mi pasado también me arruinó, pero no lastimaba a quienes me rodeaban. No
usaba personas.

Su tono fue duro cuando dijo:

—No me alejaré.

Lo volví a empujar, esta vez con ambas manos, pero él estaba listo para eso y no
se movió. Luego, pasé a su lado, pero me agarró del brazo y me atrajo. Extendí las
manos para evitar chocar contra él y descansaron sobre su corazón. No era el ritmo
constante habitual. Era frenético.

»Estás sacando conclusiones. Y no te vas a ir. —Sus ojos brillaron negros y su


mandíbula se apretó. Siempre tenía este poder en él, este abrumador control sobre la
habitación y odiaba que quisiera inclinarme ante él—. Las cosas cambiaron. Ya no
es así. Joder, nunca fue así.

No quería escuchar excusas. Sino terminar con esto.

—¿Dónde está tu Ink? —Se negó a responder y elevé la voz—. ¿Dónde diablos
está tu jodido Ink?

—Está en su hombro izquierdo —dijo su hermano desde la puerta—. En su


espalda.

—Jodete, Holden. —Jasper se giró para llevarme con él mientras miraba a su


hermano—. ¡Mantente al margen de esto!

Su hermano se apoyó contra la puerta principal y cruzó los brazos sobre su


amplio pecho. Por mi rápida mirada, él se estaba asegurando de dos cosas, que yo
no me marchara y tampoco Jasper.

No era estúpida y no tenía intención de irme hasta que tuviera un plan.

—Quítate la camisa —dije. En cualquier otro momento, sabía que la respuesta


habitual de Jasper habría sido una sonrisa arrogante, pero todo lo que obtuve fue un
ceño fruncido con las cejas fruncidas y el pliegue entre ellos.

—No estamos haciendo esto. —Jasper lanzó una mirada a su hermano, luego
puso sus manos en mi cintura y las deslizó hacia abajo para agarrar mis caderas—.
Max, te lo dije, la mierda cambió. Era un trabajo. Ahora, no lo es. Mierda, no lo fue
desde el principio. Lo tomé para protegerte.

Bajé la cabeza.
—Sí. —Eran palabras sin significado. No confiaba en nada de lo que decía.

—Rayito de sol. —Un agudo dolor golpeó mi pecho ante su suave acento—.
Joder. Tomé el trato y… —Agarró mi lado de mi rostro y me obligó a levantar la
cabeza para que lo mirara—. Max, no sabía qué me iba a importar. No me ha
importado nada por un maldito siglo. —Desvié mis ojos y apretó su agarre, sus dedos
se enroscaron en mi cabello―. Jesús. No te alejes de mí. —Su tono se estremeció y
se suavizó cuando dijo—: Por favor, Max.

Quería creerle, y tal vez había algo de verdad en sus palabras porque lo sentí.
Pero no cambiaba el hecho de que Jasper me había estado utilizando por mi
habilidad.

—Dile el resto. —La voz de Holden cortó bruscamente el aire—. Díselo o lo haré
yo.

Las manos de Jasper se separaron y mi corazón dio un vuelco con mi respiración


entrecortada en mi garganta.

—¿Qué...?

Jasper se alejó, el color desapareció de su rostro. Oh, Dios, era malo. Peor aún.
Aferré a la mezclilla de mis jeans a cada lado de mí mientras esperaba que la bola de
demolición hiciera su destrucción final.

Jasper miró al piso por un segundo y luego respiró profundamente y se encontró


con mis ojos otra vez.

—Si Drake se acercaba demasiado, se suponía que debía matarte.

Mi respiración se detuvo cuando negué con la cabeza. No. No podría ser cierto.
Xamien... Xamien no permitiría que eso sucediera. Pero de repente no estaba segura
de nada y me estaba alejando en el abismo del engaño. Me estaba ahogando en las
profundidades cuando fui arrastrada por la fuerza de las olas, arrastrada a la
oscuridad donde estaba a salvo.

—Nena, no es…

La ira destelló y fui a por él. Debió haberlo visto venir, pero no hizo nada para
detenerme cuando lo abofeteé, su cabeza sacudiéndose a un lado por la fuerza. El
sonido hizo eco en el silencio de la habitación y luego, estaba golpeando su pecho
mientras las emociones que mantuve ocultas por años se liberaban de repente.

Era como si la gravedad me llevara más y más abajo mientras lo golpeaba


repetidamente. Dormí con un sujeto quien fue contratado para matarme. Me acosté
en sus brazos. Desarrollé sentimientos por él. Y todo este tiempo, él sabía que me
mataría si tenía que hacerlo.

—Eres un frío hijo de puta —grité mientras perdía el control por completo—.
¿Te excita dormir con mujeres a quienes te contrataron para matar? Apuesto que sí.
Apuesto que tú...

Un brazo se envolvió alrededor de mi cintura y me arrastró hacia atrás, lejos de


Jasper.

—Vamos, maldita sea —ordenó Holden. Luché contra el duro cuerpo


sosteniéndome, mi mente girando y cada emoción que encerré liberándose de
repente, mientras me partía a lo amplio.

Sangrando.

Drenándome.

Ahogándome.

Las palabras continuaban repitiéndose en mi cabeza. Jasper fue contratado para


matarme si las cosas iban mal. Xamien nunca dijo nada. Todos sabían sobre mi
habilidad y me querían muerta antes de que terminara en las manos de Drake.

Engaños.

Mentiras.

Traición.

—Xamien no lo sabía. Todavía no lo sabe —dijo Jasper, y luego volteó y salió


por la puerta principal.

Empujé a Holden lejos de mí, trastabillando hacia atrás hasta que choqué con la
pared. Los sollozos retorcieron mi cuerpo a medida que la furia se volvía dolor, y
colapsé al suelo. Pensé que era fuerte. Pensé que era más fuerte, pero me sentí como
lo hacía al vivir con Drake. Un objeto. Usada y golpeada. Quizás, esta vez, no eran
heridas físicas, pero esto era peor. Jasper me había atraído, me hizo sentir segura,
fuerte y viva, antes de lanzarme en un océano de tiburones hambrientos.

Yací en el suelo por un largo tiempo. El llanto se detuvo y la fría insensibilidad


lentamente se filtró de regreso. No abrí los ojos cuando brazos me levantaron y me
llevaron al dormitorio, y luego me recostaron en la cama. Sabía que era Jasper.
Siempre sabía cuándo estaba cerca. Tuve razón desde el comienzo. Y sabía que él
nunca dejaría el dormitorio, sino que se quedaría sentado en el alféizar de la ventana.
Fue entonces cuando finalmente me dormí.

●●●
—Cariño, despierta.

Tan frío. ¿Por qué era tan frío? No podía dejar de temblar. Traté de forzar mis
ojos, pero no se abrían. Drake se cernió sobre mí, burlándose con su mano extendida.

—No. No, no me toques. —No quería esto.

No me obligues.

Sus brazos me rodearon y grité, empujándolo, luchando por alejarme. Tenía que
pelear. Necesitaba pelear con él. No había peleado con él la última vez. Pero era más
fuerte ahora. No le permitiría ganar.

—Max. ¡Mierda, despierta!

Me sacudí ante el sonido de su voz y mis ojos volaron abiertos.

—¿Jasper? —Él tenía sus brazos a mi alrededor y estábamos en el suelo, yo entre


sus piernas mientras me acunaba—. Jasper. —Traté de escapar de sus brazos cuando
todo regresó, una pesadilla reemplazada con otra.

—Shh, relájate. No irás a ninguna parte. —Su tono se endureció mientras


susurraba en mi oído—. Y yo tampoco. —Me sostuvo con fuerza contra él, y su calor
se filtró en mi cuerpo tembloroso. No quería sentir su consuelo, pero lo hice y eso lo
hacía peor. Estaba siendo consolada por el hombre contratado para matarme.

—Nunca te mataría. —Las palabras de Jasper acariciaron mi mente íntimamente


y era como si estuviera dentro de mí—. Demonios, nunca podría herirte, nena.

Pero tenía que hacerlo.

Cerré los ojos mientras él me encerraba a él, negándose a soltarme. Mis dedos se
aferraron a su camisa y su corazón latió sólido y estable bajo mi mano.

—Te tengo. —Sus gentiles palabras me jalaron hacia él, a pesar de tratar de
luchar con ellas. Un dedo acarició mi húmedo cabello fuera de mi rostro y lo metió
tras mi oreja—. No puedo retirar lo que hice, Max. Era un trabajo y no sabía... —
Suspiró y me jaló un poco más cerca—. No sabía que me importaría tanto.
Busqué la verdad en sus palabras, pero no confiaba en mí misma. No confiaba
en él.

—No importa ahora. —Porque era demasiado tarde. Cualquier cosa que hubiese
comenzado a construirse fue derrumbada y pisoteada.

—No —dijo Jasper abruptamente. Me sacudí por la ferocidad en su tono—. No


es demasiado tarde.

Él leía mis pensamientos. Oh, Dios, había encontrado un camino atravesando


las grietas. Luché contra él, empujando su pecho.

—No te atrevas. No tienes el derecho de leer mis pensamientos. No tienes el...

Me besó.

Al principio, estaba sorprendida por su boca agresiva encontrando la mía, una


mano sosteniendo mi nuca para evitar que escapara. Mis labios eran suaves contra
los suyos, el cosquilleo entre mis piernas pulsando, mi estómago retorciéndose con
aleteos de ángeles alados.

Entonces, la cordura me apuñaló en el pecho y traté de apartarme, pero su agarre


era firme e inclinó mi cabeza, obligándome a aceptarlo. A permitirle entrar de nuevo.

Sus labios vibraron bajo los míos mientras hablaba.

—Por favor. —Era un demacrado ruego, que arrancó otro pedazo de mí porque,
lo que sea que había pasado entre nosotros, estaba perdido en las turbias mentiras.

Me quedé floja contra él, mi boca sin moverse mientras me besaba. Se detuvo y
descansó su frente contra la mía, respirando pesado. Mis labios cosquilleaban y se
sentían hinchados. Corrí mi lengua sobre ellos, de inmediato saboreándolo y
arrepintiéndome.

»Ella me siguió al río una noche, a donde yo iba a nadar a veces. No teníamos
permitido dejar nuestro Talde esa noche, a causa de las amenazas de vampiros y...
bueno, no éramos lo suficientemente fuertes aun. —Su voz era baja y vacilante—.
Holden solía molestarse conmigo cuando salía de noche. Él siempre era el práctico y
yo odiaba las reglas.

Su mano se deslizó por mi espalda y se fijó en mi cadera.

»No creí que hubiese daño alguno si ella venía conmigo. No hubo señales de
vampiros en meses. Yo era bastante... confiado en mí habilidad de Sounder y pensé...
pensé que era lo suficientemente fuerte a los dieciséis. No lo era. —Se quebró en las
últimas palabras y aclaró su garganta, su mano tensándose sobre mí por un segundo
antes de comenzar a hablar de nuevo—. Ni siquiera llegué al río antes de oír sus
acallados gritos desde atrás. Mi mundo se colapsó al escuchar ese sonido. Me
desgarró, pero no fue nada comparado a lo que pasó durante los siguientes días. —
Me miró y lágrimas llenaron sus ojos, pero no cayeron, solo inundaron sus párpados
inferiores—. Ellos querían saber dónde estaba Lillian, una Healer realmente
poderosa. No les diría. Nunca me rendiría. Pero entonces sus gritos... los gritos de
mi hermana... —Dejó caer su cabeza al frente y su voz bajó—. Tres días. Les dije
donde estaba el Talde de Lillian luego de tres días. Prometieron soltar a Beth, pero
sabía que no lo harían. Mierda, sabía que no lo harían, y les dije de cualquier forma,
porque esperaba que, quizás... mierda, quizás solo me matarían y la dejarían irse.

Debí haberme levantado e irme, pero no lo hice. Me senté en su regazo mientras


me contaba la devastadora historia de lo que pasó con su hermana de diez años. La
tortura que soportó, el sufrimiento mientras colgaba del árbol por tres días,
escuchando sus gritos y ruegos. Luego, su hermana fue lanzada como basura en una
tumba poco profunda, justo en frente de él. La risa mientras ellos pateaban tierra
sobre su cuerpo sin vida.

—Mis padres... su pena... eso los destrozó. Tuve que irme. Ya no podía observar
lo que les había hecho. Nunca los vi de nuevo y pasé el siguiente año cazando a los
vampiros quienes mataron a Beth. Y cada día que lo hice, me preocupaba menos y
menos sobre... todo. Era más fácil de esa forma. Sin preocuparme nunca sobre
nada... o nadie, de nuevo. —Su mano encontró la mía y enlazó nuestros dedos—.
He vivido de esa forma cada día desde entonces... hasta ti.

No tenía palabras y no creía que pudiera decirlas mientras asimilaba su historia.


Sabía que Beth había sufrido. Quizás mi historia era diferente, pero yo sabía el miedo
que ella debió sentir antes de morir. Habíamos tenido la misma edad, alejadas de
esos quienes amábamos, de nuestro hogar.

Pero su historia no cambiaba nada.

Me arrastré fuera de su regazo y él me dejó. Me paré, con las piernas temblorosas,


y bajé la mirada a él, sentado sobre el suelo, luciendo totalmente... vulnerable, con
tristeza nublando sus ojos y su boca hacia abajo. Pero eso ya no importaba.

—Eres amigo de Xamien. Él confía en ti. —Incliné mi barbilla hacia arriba


mientras pensaba en el día en que conocí a Jasper—. Yo no era una extraña, Jasper.
Me conociste seis meses antes y aun así, aceptaste un trato para usarme por mi
habilidad. Un trabajo con la posibilidad de que tuvieras que matarme.

El rostro de Jasper palideció y oí su aguda inhalación.

—Max, mierda. No lo habría hecho...


Resoplé y levanté mis cejas.

—Eso no es lo suficientemente bueno. Lamento lo que le pasó a tu hermana.


Pero compartir por qué eres el bastardo que eres... no cambia ese hecho. —Giré sobre
mis talones y salí del dormitorio.
Jasper
Doblé las rodillas, descansé los brazos sobre ellas y bajé la cabeza, cerrando los
ojos. La jodí. Me contuve de contarle la verdad sobre el trabajo y lo que sentía por
ella hasta que fue demasiado tarde para arreglar lo que había hecho.

Ella tenía razón. No era solo ella con quien la había jodido; era Xamien. A pesar
de lo que trataba de ignorar, él era mi amigo. “Era” siendo la palabra clave porque
Xamien me mataría cuando se enterara de esto.

—Jesús. —Puse mis manos en mi cabello cuando la abrumadora necesidad de ir


tras ella me golpeó. Sabía que no se había ido; podía oírla en el columpio del porche
cuando crujía de un lado a otro. Mierda, no podía evitar que mi habilidad se
concentrara en ella donde sea que estuviera.

¿Cómo diablos esto se volvió tan fuera de mi control? Cuando la conocí hace seis
meses, sabía que algo era diferente. La aceché por el amor de Dios. Cuando estaba
lejos, era como si hubiera dejado mi corazón atrás para que pudiera quedarse con
ella.

Pero luché contra eso. Fingí que no era más que lujuria cuando sabía que sí lo
era.

—¿La hubieras matado?

Levanté mi cabeza, viendo a Holden de pie en la puerta. Estaba tan concentrado


en Max que bloqueé todos los demás sonidos. Tenía sus manos en sus bolsillos, y por
una vez, no había juicio en su expresión. Incluso pensé que vi un destello de simpatía.

—No. —Tal vez intenté convencerme de lo contrario, pero ella... Max me hizo
sentir como si respirara aire puro y sin contaminación. Me dio de comer la vida que
había sumergido en la tierra con Beth. Tomé el trabajo para estar más cerca de ella,
para protegerla, y al mismo tiempo, mi lado autodestructivo lo tomó para tratar de
convencerme de que no me importaba. Que podría hacer el trabajo y alejarme con
mis dispersas piezas fragmentadas.
Lo que no me había dado cuenta era que Max había estado reparándome
lentamente sin que yo lo supiera. Me importaba un comino que mi Ink se sanara y
tomé el trabajo para que ningún otro bastardo la matara.

Lo tomé para hacerla mía.

Nada de eso importaba ahora.

—Deja de pensar en lo que has hecho y arréglalo. —Solté un bufido y los labios
de Holden se tiraron hacia abajo con esa ceñuda desilusión que siempre me daría
cuando la jodía cuando era niño—. Es rescatable, hermano, y ella lo vale, ¿no? Vale
intentarlo. ¿Vale la pena lo que sea necesario?

Ella lo vale todo.

—Joder, sí.

—Dale algo de tiempo y luego habla con ella. No tu mierda, Avispa, realmente
habla con ella.

Levanté la cabeza cuando mi habilidad sintió a alguien que se acercaba a la casa.


Me puse de pie y estaba empujando a mi hermano cuando él llamó:

—Es solo Guise. Se quedará unos días.

Llegué a la sala de estar justo cuando se abrió la puerta de entrada. Guise se


detuvo y nos miramos el uno al otro por un minuto. No había hablado con él ni lo
había visto desde ese día en que él y Holden me encontraron; me vio cavar por Beth.

Levantó la barbilla hacia mí.

—Avispa. —Se dirigió a la cocina, sacó una taza del armario y vertió café
humeante en ella.

Y típico de Guise, no le dio gran importancia al encuentro.

Guise era un Visionary, lo que significa que tenía la capacidad de ver muy lejos.
Lo extraño era que llevaba gafas, con montura ligera, sutil y sentadas de forma casual
en el puente de su nariz. Lo hacían parecer inteligente y cálido cuando Guise era
todo lo contrario.

El Scar era de corte limpio, vestía inmaculadamente y no había un tatuaje visible,


aunque tenía que tener su Ink en alguna parte de su cuerpo. Guise vivía con un
propósito en mente: matar. Puede hacerlo en silencio y con delicadeza, pero cuando
le corta la garganta a un hombre o decapita un cuerpo, es como si estuviera cortando
una sandía. Suave, fácil y sin preocupaciones. Sin embargo, a diferencia de mí, Guise
no recibía dinero por sus asesinatos.

Guise también era el mejor amigo de mi hermano. También era mío cuando
éramos niños, aunque era mucho mayor que yo. Adrian me daba actualizaciones
sobre él y Holden, si los quería o no. Con los años, solo aceptaba la información y
había una ligera ola de alivio cuando escuchaba algo; significaba que estaban vivos.

El columpio dejó de balancearse y el peso de Max cambió. Escuché cada paso


que daba mientras cruzaba el porche hacia la puerta. Entró a la casa y los ojos de
Guise recorrieron todo su ser. Observé cómo las comisuras de su boca se inclinaban
hacia arriba, y luego el apenas perceptible enderezamiento de su espalda.

De ninguna puta manera. Un gruñido bajo se hincó en mi interior y apreté mis


manos en puños. No tenía ideas erróneas sobre cómo se vería Guise para una mujer:
musculoso, alto, cabello oscuro como el mío, y crudas facciones definidas que se
suavizaban con las gafas: un maestro del disfraz. Exactamente, cómo obtuvo su
apodo. Nada era lo que parecía.

El aire cambió cuando Max me vio y se congeló. Sus ojos enrojecidos brillaban
y cada segundo que me miraba era como si estuviera apretando su mano alrededor
de mi corazón y tratando de romperlo.

Me lo merecía. Mierda, me merecía muchísimo más por toda la mierda que


había hecho en mi vida.

Y Max... Max estaba hecha de todas las bondades. Pero también estaba
compuesta de contradicciones. Silenciosa y sutil en los bordes exteriores mientras
intentaba mantenerse encerrada detrás de su mente protegida, pero debajo de eso:
fuego. Y sentí el ardor de ese fuego ardiendo con su ira desenfrenada. Pero preferiría
tener su enojo que la chica cerrada que conocí hace seis meses.

Observé a Max, cada músculo rígido, palpitante y ansioso por responder con lo
que estaba luchando: yo mismo. Guise caminó hacia ella tendiéndole la mano para
darle un café, el jodido caballero perfecto y sin embargo... Guise era el engaño
perfecto. Deslizaría su cuchillo entre sus senos sin mirar atrás ni arrepentirse si ella
fuera una criminal que hiriera a un inocente.

Justo como yo lo haría. Usualmente. Normalmente. Joder, no estaba tan seguro


de si podía hacerlo más y de alguna manera me dieron ganas de hacerlo solo para
demostrar que podía. Pero la idea de nunca tener la oportunidad con ella... Ya la
había perdido.

—Gracias. —Asintió hacia Guise y su voz se movió a través del espacio de casi
cuatro metros entre nosotros como un gorrión en las alas de una suave brisa. La
forma en que dijo gracias me golpeó y ya tenía mis piernas corriendo hacia ella. Y
estaba totalmente jodido porque quería arrastrarla de vuelta a la habitación y follarla
hasta que me perdonara.

—De nada... Max. —Guise enfatizó su nombre en un lento acento.

Me aclaré la garganta mientras se tensaba. Quería hundir mi puño en su garganta


y luego darle una paliza. Sería un disparate sobre quién ganaría, pero si la tocaba…

—Déjalo, hermano. Él sabe que estás mirando y está tratando de hacerte enojar.
La venganza por alejar su amistad durante el último siglo. —La voz de Holden tenía
un tono profundo y resonante cuando se acercó a mí. Fue una advertencia que calmó
el rugido que jugaba con mi control.

Suspiré y bajé mi mirada de Max.

—No puedo jodidamente respirar, Holden.

—Sí, se llama dar una mierda. Bienvenido a los vivos. —Me dio unas palmaditas
en la espalda—. Ella necesita tiempo, Jasper. —Max se sentó junto a la mesa y dobló
sus piernas debajo de ella y luego levantó la taza. Contuve la respiración,
esperándola. Frunció los labios y luego sopló suavemente sobre el café humeante. Vi
el sutil temblor en sus manos y supe que fui yo quien causó eso. No Drake. La hice
temblar y no fue en el buen sentido.

Cuando bajó el café, Max me miró y nuestros ojos se encontraron. Entonces mi


polla se sacudió y cambié mi posición para aliviar la incomodidad. Jesús, la quería y
no me gustó que Guise se sentara cerca de ella en la mesa. No me gustó que hablara
en silencio con ella. Fui a dar un paso hacia ellos cuando Holden me agarró del brazo.

»Ella ya está rota... no termines el trabajo.

Dudé, incapaz de mirar hacia otro lado, cautivado y atado por ella. Sabía que las
palabras no eran suficientes para Max. Y solo había una forma en que tuviese la
oportunidad de traerla de vuelta a mí.

—Mantenla a salvo. —Me volví para bajar por el pasillo para agarrar mi bolso y
luego salir por la puerta de atrás.

—Guau. Jasper. Estás jodido ahora mismo. No seas estúpido. Sé lo que estás
pensando, pero no es la única manera.

—Las palabras no significan nada para ella. Estoy haciendo lo que debería haber
hecho en el segundo que Adrian me ofreció el trabajo. —Porque sabía que la amaba
o al menos me estaba enamorando de ella. Empecé a caminar por el pasillo, pero
Holden me siguió.

—¿Qué? Suicidarte. Joder, Avispa. No eres indestructible. No puedes ir tras un


antiguo Scar solo. ¿Cómo vas a encontrarlo?

Resoplé.

—No es un Scar antiguo, es un Scar híbrido antiguo, pero una cosa que he
destacado en los últimos años... es mantener una reputación de ser un idiota.

—¿Qué estás pensando?

—Drake habrá oído hablar de mí. Sabe lo que hago para ganarme la vida y sabe
que cambiaré de bando por el suficiente dinero.

Holden negó con la cabeza.

—No creo que puedas hacer eso, Avispa.

Me encogí de hombros.

—Quizás no ahora. Pero él no lo sabe.

Holden me agarró del brazo y tiró de mí para detenerlo. Sacó su teléfono celular
de su bolsillo y me lo pasó.

—Creo que esto es un error.

—Puedes pensar lo que quieras.

—Al menos... Jasper, tu Ink. Puedes hacer que ella…

—¡No! —Tiré su brazo de mí—. Nunca. Nunca dejaré que toque mi Ink. —Me
detuve para no mirarla una vez más, sabiendo que no podría irme si lo hacía y luego
me alejé.
Max
Me levanté de la mesa cuando Jasper desapareció por el pasillo con Holden. El
Scar, Guise, estaba diciendo algo acerca de su Talde y lo que hacen, pero yo había
estado centrada en Jasper y no escuché nada de lo que dijo.

—Se está yendo —dijo Guise.

Eso atrajo mi atención. Bruscamente lo miré, casualmente sentado hacia atrás,


sus largas piernas estiradas, los tobillos cruzados.

—¿Yéndose? ¿A dónde?

Se encogió de hombros, miró más allá de mí y dio un sutil asentimiento. Me


volví y Holden se quedó mirándome, su expresión solemne con los bordes de su boca
hacia abajo y ojos medio cerrados y cansados. Sentí la lenta propagación de malestar.

—¿Jasper? —Era todo lo que podía manejar en el momento con mi garganta


apretada y el miedo patinando sobre mí. No quería preocuparme, pero lo hice. No
quería ir tras él, pero mis piernas ya corrían en mi cabeza.

Guise se levantó.

Holden se acercó.

»Dime. —Dirigí mis palabras a Holden.

—Ha ido tras Drake.

Mi corazón se estrelló a través de su barrera protectora y cayó al hoyo de mi


estómago.

—No. —Negué con la cabeza—. No. No puede. —Drake lo mataría sin un


segundo pensamiento. Era un antiguo, sus habilidades diez veces más fuerte que un
Scar común. Y ahora era un vampiro con la insaciable sed de sangre. Su crueldad no
conocía límites y yo tenía las cicatrices para probarlo. Una precisión lenta a su
método de destrucción con el fin de romperte a su voluntad. Él no solo mataría a
Jasper, rasgaría a través de su mente y tomaría cada bocado que pudiera utilizar
contra él y luego lo torturaría hasta que obtuviera lo que quería.

Y en este caso era yo.

Había hecho todo lo que pude quedándome callada y sola en casa de Xamien.
Me había hecho invisible, oculta para mí misma. Oculté mis habilidades de los Scars
para que nunca hubiera una oportunidad de que Drake oyera hablar de mí. Descubrir
dónde estaba.

Que nunca matara a nadie que me importara otra vez.

Pero no fue suficiente.

Hice lo que mi mamá quería. Hice lo que se suponía que debía hacer y nunca
curé su Ink. Ellos no murieron por nada. Durante seis años sobreviví a Drake.
Finalmente libre de él, tuve que permanecer oculta así nunca me volvería a encontrar
y mataría a más personas.

Pero Jasper me encontró. Había cavado y cavado hasta que desenterró las
emociones atrapadas y finalmente me sentí… viva. Y me gustó. Me gustaba pelear
con él; me gustaba sentir el calor entre nosotros. Me gustaban las burlas y la ligereza
en mi pecho cuando estaba conmigo.

Jasper hizo eso.

Sentí algo.

La gran mano de Holden se deslizó en la mía y dio un apretón tranquilizador,


antes de dejarla ir.

—¿Cuáles son sus posibilidades?

Mi aliento se atrapó en mi garganta y no podía tragar mientras mi garganta se


apretaba con las palabras.

—No hay ninguna posibilidad. —Lágrimas inundaron mis ojos y mi garganta se


apretó—. Y Adrian tiene razón —le dije—. Soy demasiado peligrosa viva.

Holden me agarró bruscamente de los hombros.

—No. No es una opción. Vamos a encontrar otra manera.


Endurecí la espina dorsal y levanté la barbilla mientras dejaba que el frío se
apresurara sobre mí.

—Soy yo.
Jasper
Encontré el auto de Holden oculto a un lado de la colina con un montón de
hierbajos encima. Tiré de cada rama con frustración. Desde que salí de la cabaña,
había tenido la urgencia de volver corriendo.

Para suplicar. Rogar que me perdonara.

Jesús, era patético. Yo era patético.

La pintura se desprendió del techo cuando arrastré una pesada rama sobre ella y
la aparté a un lado. La vi volar por el aire, aterrizar con dureza y rodar por la montaña
fuera de control.

Como yo. Me sentía como esa rama, incapaz de detenerme. Bombardeado con
emociones que no me había permitido sentir en un siglo. Tal vez fuera en parte
debido a dónde estábamos. Aquí en las montañas donde juré que nunca volvería.

Mi corazón se asentaba en la boca de mi estómago, ya no más constante y


rítmico, sino todo jodido, robándose mi calma. No me gustó dejarla. Pero no tenía
elección. El riesgo de que Adrian encontrara a otra persona que hiciera aquello para
lo que me habían contratado era demasiado grande. Drake tenía que ser eliminado
antes de que eso sucediera. Y Holden y Guise eran los mejores para mantenerla a
salvo.

Apostaba que tenía dos días. Dos jodidos días para cazar al bastardo que la
lastimó. No quería nada más que causar destrucción, pero había mucho más en esto
de lo que quería admitir.

La amaba. Jodidamente me importaba, la amaba y tenía que arreglar esto. No


podía perderla.

Quería sostenerla en mis brazos mientras dormía. Quería verla cruzar una
habitación sabiendo que era mía. Quería ser quien la hiciera reír. Ver el destello de
brillantez en sus ojos mientras inclina su cabeza hacia atrás y libera el sonido
atrapado dentro de ella.

Me encantaba su instinto de pelea; la forma en que trató de esconderlo detrás de


sus suaves palabras al principio y después…y después cómo su culo inteligente se
volvió contra mí. Pensé en cuando pagó por dos habitaciones esa primera noche, en
su pequeña sonrisa y su mentón levantado mientras se alejaba de mí. Desafiante y
linda.

No había tenido miedo de mi reacción. No me tenía miedo, pero estaba aterrada


como el infierno de Drake.

—Jesús. —Estampé ambos puños contra el techo del auto. Sabía lo que tenía que
hacer. Tenía más conexiones en el bajo mundo que nadie y sería fácil avisarle a Drake
que quería encontrarme con él para llegar a un acuerdo. Mi reputación lo haría
posible. Cualquiera que hubiera oído hablar de mí sabía que haría cualquier cosa por
dinero. Y estaba apostando a que Drake lo sabía. Lo que quizás podría delatarme
sería Drake siendo un Scar Reflector capaz de leer y sentir las emociones. Si
descubriera mis sentimientos por Max, vería mi plan a la perfección.

Mi plan. Mierda. Era un riesgo… no, era un alto riesgo que había estado
golpeando en mi mente desde el momento en que descubrí que él era un vampiro.
No sabía que iría tras él hasta ahora, pero estaba vivo porque nunca dejaba de pensar
en todos los escenarios posibles en mi cabeza. Y joder, quería matar al bastardo que
se llevó a Max…no, Breanna…la pequeña niña de diez años que vio morir a su
madre, a todo su Talde y que luego la rompió durante seis años. Seis jodidos años.

Aplastó su alma hasta que ella enterró cada parte de quién era y de esa chica…
esa chica con el desafío, la lucha, la fuerza y la dulzura que lo calmaba todo con su
belleza. Mierda, ella había confiado en mí. Se entregó a mí y no había palabras para
reparar el daño que vi en sus ojos.

Las palabras no lo repararían y no merecía otra oportunidad con ella, pero


quitaría el miedo que intentaba ocultar de todos al matar a Drake. Sabía que él era
más fuerte que yo. Joder, era un híbrido, un antiguo que podía Transportarse. Estaba
vivo porque era inteligente como el infierno y, a pesar de que la Diosa mató su Ink
para debilitarlo, se estaba volviendo más fuerte de nuevo. Drake nunca se detendría
hasta que consiguiera lo que quería.

Pero sabía cómo funcionaba su mente porque conocí a los hijos de puta más
crueles y desagradables de este mundo, y había una forma de que confiara en mí.
Tendría que ser como él, un híbrido. Un vampiro.
Me metí en el auto y conduje por el traicionero camino de tierra, y cuanto más
avanzaba, más ansioso me sentía. Era como si mis células corrieran frenéticamente
por mi cuerpo en su búsqueda… por Max.

Saqué el celular de Holden y recorrí los contactos hasta que encontré a Xamien.
Tomó un medio tono para que respondiera.

—¿Holden?

—Jasper.

—¿Max está bien?

—Ella está a salvo. Por ahora.

Xamien estaba en silencio, pero podía escuchar la tensión en su respiración.

—¿Waleron está contigo?

—Sí y Balen. Hemos captado el rastro no muy lejos de ti. Los vampiros que
llegaron al aeropuerto se dirigen en tu dirección. ¿Estás seguro de que ella está a salvo
ahí? Deberíamos alcanzarlos antes de que se acerquen pero…

—¿Puedes alejarte de él? —No necesitaba a Waleron escuchando la


conversación y Xamien iba a estallar en el momento en que se lo dijera.

Xamien hizo una pausa, obviamente sospechando que algo estaba por caer.

—¿Quién?

—Waleron. Y tienes que mantener tu mierda junta.

—¿Qué mierda, Jasper? —Escuché el roce de sus jeans mientras caminaba.


Debió haber puesto su mano sobre el teléfono para amortiguar su voz cuando dijo—
: Waleron, dame cinco… —Entonces estaba clara de nuevo—. Dime.

—Me contrataron para proteger a Max, pero si las cosas iban mal y había una
posibilidad de que se la llevara… fui contratado para matarla. No sabía que se trataba
de Drake en ese momento…

—Estás muerto. —El tono bajo de Xamien era amenazante y podía decir que
apenas se estaba conteniendo. En cualquier momento me colgaría y entonces…
entonces me cazaría.

—Ella puede curar los Ink, Xamien. Waleron lo sabe. Por eso hizo que Adrian
me contrató. —Escuché su fuerte inspiración y luego el teléfono crepitó, y supe que
él estaba caminando de regreso y sospeché que iba por Waleron. Mierda, yo lo haría,
pero yo no era Xamien, quien generalmente era controlado y nada impulsivo—. No
lo hagas, Xamien. Waleron lo hizo para proteger a los Scars. Eso es lo que hace. Eso
es lo que es. Si Max curara el Ink de Drake, las repercusiones serían demasiado
grandes y ahora… —Ahora que era un vampiro sería aún peor—. Drake intentará
destruir a los Scars. Creo que todos sabemos que quiere el control del inframundo.
La Diosa no puede matarlo porque es su creadora, así que nosotros tenemos que
hacerlo antes de que tenga la oportunidad de acercarse a Max y recuperar su Ink.

Xamien estaba en silencio pero ya no lo escuché caminar, y supe que estaba


considerando si tratar de matar a Waleron o venir a buscarme. Pero Xamien también
era sensato y uno de los hombres más inteligentes que conocía. Nunca actuaba
impulsivamente y eso era lo que lo convirtió en un honorable Taldeburu.

—La tocas… y tu muerte no será rápida. —La voz de Xamien era firme y estaba
en control, pero mezclada con una verdad ominosa en cada palabra.

—Lo sé. —Y me lo merecía, pero no me importaba. Me preocupaba Max y tenía


que asegurarme de que Xamien permaneciera cerca de Waleron—. Drake y yo
tenemos algunas cosas en común. Nuestros Inks están muertos y ambos somos unos
imbéciles. Puedo convencerlo de que quiero unirme a él en su búsqueda de poder.

Xamien se burló.

—¿Quieres morir ahora? Porque eso es lo que va a ocurrir. Drake nunca confiará
en ti.

Puse el teléfono en altavoz y lo dejé en el asiento del pasajero cuando el camino


se volvió difícil para conducir.

—Tal vez no, pero no estoy esperando hasta que Drake o alguien más vaya tras
ella y… —Todo en mí se quedó en silencio. Fue como si el latido de mi corazón, mi
sangre, mis células se detuvieran por un momento antes de que ella hablara. La calma
antes de una tormenta furiosa.

—Jasper.

El silencio se rompió y mi corazón dio un vuelco, y la sangre corrió por mis


venas.

—Max. ¿Qué pasa?

—No lo sé. El aire… es más frío y… mis manos están ardiendo.


Pisé los frenos, puse la palanca en reversa y presioné mi pie en el acelerador
rumbo a la montaña. No había un camino en todo el trayecto, pero podría recorrer
una parte de vuelta antes de tener que correr. Ignoré los gritos de Xamien en el
teléfono mientras hablaba con Max.

—Nena, ve por Holden y Guise. —Esperé un segundo, casi estampando el auto


alrededor de un árbol. Me desvié hacia la derecha, mi cuello inclinándose hacia atrás
para tratar de ver hacia dónde diablos estaba yendo.

—¿Están contigo?

—Sí.

—Tienes que decirles. Consigue tus cuchillas, bebé. Estoy regresando.

—Él está cerca. —susurró—. Mis manos, se calientan cuando está cerca.

Jesús. Fue como si un martillo se estrellara contra mi pecho y mi aliento se


escapara. Drake estaba cerca. ¿Cómo demonios? ¿Qué tan cerca estaba? ¿Podría él
llegar a ella antes que yo?

—Sal de la casa. Dile a Guise y Holden, y salgan.

Traté de girar el auto pero el capó se estrelló contra un árbol y se arrugó como si
fuera un acordeón, el vapor y un silbido comenzaron a escapar del motor.

—Mierda. —Extendí la mano, agarré mi teléfono y me lo puse en la oreja—.


Drake está cerca de la casa de Holden. No puede Transportarse, pero no sé cuántos
vampiros tendrá con él. —Ya había salido del auto y corría hacia la cabaña mientras
decía las últimas palabras y metía el teléfono en mi bolsillo—. Max, él no puede
Transportarse donde no ha estado. —Pero si sus manos estaban reaccionando a su
cercanía, Jesús, él podría estar más cerca de lo que yo lo estaba.

Corrí más rápido mientras alcanzaba a mi hermano. Mis pulmones gritaban por
aire y empujé más fuerte, mis músculos temblando, el corazón latiendo desenfrenado
y el miedo arrastrándose a través de mí como una lenta red, sofocándome.

—Sácala de ahí. Jesús, sácala de ahí.

—Avispa, cálmate. Estoy intentando Rastrearlo y no puedo encontrarlo cerca.

—Su habilidad no miente. Está entrenada para curarlo. Joder, tal vez él no sea capaz de
Transportarse allí, pero seguro como el infierno que puede usar sus malditas piernas. Y si le
pone una sola mano encima, ella se irá.
—Te encontraremos en el río.

Tropecé, caí de rodillas y abrí la palma sobre una roca dentada. No. Esto no
estaba destinado a suceder así. Grité en mi cabeza. Mierda. Me levanté y corrí más
rápido colina arriba. Tenía que recorrer una milla para llegar al río.

Me deslicé en la mente de Max e intenté controlar mi respiración mientras


hablaba con ella.

—Rayito de sol, tienes que cubrir tus manos. Él es un Reflector y siente tus emociones.
Sentirá la curación y podrá seguirte más fácilmente.

—¿Jasper?

Sólo el hecho de que dijera mi nombre con ese ligero temblor en su voz despertó
el miedo inquietante del que había tratado de huir desde Beth.

—Necesito que lo hagas justo ahora.

—No tengo… no tengo miedo de morir, Jasper. Es lo correcto, pero… no tú. No permitas
que seas tú quien lo haga.

Jesucristo. Esas palabras hicieron un agujero en mi corazón y fue como si me


estuviera desangrando.

—Joder, nena, no estás muriendo. No estás jodidamente muriendo y él no te está tomando.

Me tragué la bilis en la garganta cuando me vi corriendo a través de la hierba


hacia Beth, ella gritando y yo sabiendo que ya era demasiado tarde.

No llegues demasiado tarde.

Joder, no me dejes llegar demasiado tarde otra vez.

—Está bien.

Ella estaba sin aliento y supe que estaban corriendo. Holden y Guise la
mantendrían a salvo. Tenían que hacerlo.

Corrí hasta que mis pulmones sangraron, hasta que finalmente, aspiré un soplo
de aire que se roció con ella.

—Estamos en el río.

—Esa es mi chica. Estoy casi ahí. —Porque no importaba lo que ella estuviera
pensando en ese momento, yo sabía que ella era mía. Y nadie la apartaría de mí.
Todos estos años asesinando con facilidad, convirtiéndome en el mejor en lo que
hacía… era todo por esto. Tenía un propósito. Yo tenía un propósito.

Para salvarla… Max.

Escuché el silbido del viento desde unos cientos de pies a mi izquierda y luego el
distintivo aroma a regaliz negro. Mierda. Vampiros. Estarían sobre mí en diez
segundos.

Derrapé para detenerme, mi respiración pesada mientras miraba en dirección al


río. Fue entonces cuando capté un vistazo de ella, cuchillas en mano, Holden y Guise
flanqueándola. Ella dio un paso hacia mí y mi hermano la agarró del brazo, tirando
de ella hacia atrás. Él lo sabía. Por supuesto que lo sabía. Sabía por qué había dejado
de correr y haría lo que tenía que hacer.

—Hazlo, Holden —dije con calma.

—Jesús, hermano.

Estaba a cincuenta yardas de distancia cuando el aire cambió y luego se sacudió


como un fuego crepitante en un tornado.

—Holden. Ahora. Los retendré tanto como pueda.

En segundos, estaba rodeado.

—Jasper. No, Jasper. Podemos… —El grito de pánico de Max hizo eco en mi
cabeza, pero lo ignoré, apartándola de mi mente.

No volví a mirarla porque sabía que Holden y Guise ya estarían corriendo con
Max, ya fuera de buena gana o no.

Conté nueve vampiros. Podría luchar. Y siempre había una posibilidad de que
saliera con vida, pero esta vez no. Esta vez tenía que hablar para salir de ahí y darle
a Max el tiempo suficiente para escapar. Drake estaba a pie, así que su ventaja de
Transportarse había desaparecido, y Holden conocía esta montaña como si fuera su
propio patio trasero. Ambos la conocíamos.

—Ahhh, el famoso Scar Asesino, Jasper. —Una voz profunda y áspera surgió de
entre los árboles y siguiéndola solo podía ser Drake—. Y puedo olerla toda sobre ti.
Interesante y… no demasiado bueno para ti. No le gustará mucho cuando te corte en
pequeños pedazos. O tal vez la dejaré ver cómo tu cuerpo arde como lo hice con su
madre.
La oportunidad de lograr que Drake confiara en mí se deslizó entre mis dedos.
Sentí la posesión en él, la rabia caldeada de la necesidad arremolinándose en las
profundidades de sus ojos rojos y brillantes. No le había gustado ni un poco que yo
hubiera estado con Max y eso era lo que me iba a matar.
Max
—No. No —murmuré bajo la mano de Holden, acallando mis gritos.

Holden me levantó y comenzó a correr. Me agite, pateándolo y dándole codazos


muy fuerte en las costillas, y él se tambaleó, pero no me soltó.

—Él me matará.

Recuerdos de Drake alejándome mientras mí madre estaba muriendo. Sabiendo


que yo podría sanarla y siendo obligada a marcharme.

—Jasper. Jasper. —Pero mi voz golpea una pared de ladrillos y se regresa a mí. Él
se cerró para sí mismo.

Jasper. No podía perderlo a él también.

Pero, ¿no lo había hecho ya? Él se fue por mi culpa. Lo alejé porque él sintió que
tenía que probarme lo que dijo. Tomó el trabajo para protegerme de cualquier otro
que quisiera a matarme.

¿Le creía? ¿Confiaba en él? ¿Estaba usándome por mi habilidad?

Pero lo supe. Lo sentí cuando estuvimos juntos. No pudieron haber sido todas
mentiras. No se sintieron como mentiras. Hubo una devastación en esos ojos grises
cuando conocí la verdad. Ese no era un hombre a quien no le importaba.

La forma en que besó mis cicatrices anoche... cómo me sostuvo en sus brazos...
cómo se sentó conmigo luego de mi pesadilla. Cómo admitió haberme observado por
meses. Cómo supo las pequeñas cosas sobre mí.

Le interesaba. A Jasper le interesaba. Sabía que era enorme, porque yo entendía


cómo era perder a alguien a quien amas y nunca quieres atravesar la agonía de nuevo.
Sabía que era como encerrarte lejos de todo. Yo lo hice para que Drake no
pudiera encontrarme y para proteger a todos. Y Jasper... Jasper lo hizo para alienar
a todos, así nunca tendría que preocuparse por ellos. Nunca nadie usaría a alguien
contra él.

Colgaba débilmente sobre el hombro de Holden mientras él corría junto al río,


luego lo cruzó y subió el terraplén empinado, y entró a la cubierta del bosque. Guise
estaba a varios pasos por delante, pero continuaba mirando sobre su hombro, sus
ojos brillando como oro brillante mientras usaba su habilidad de Visionario.

Esperaba que el miedo me cubriera de nuevo, sabiendo que Drake finalmente


me había encontrado, pero no temía por Drake. Temía por Jasper. Porque sabía que
Drake no mostraría piedad. Él no la poseía para sí mismo y aun así, huimos.
Dejándolo. Su propio hermano iba a dejarlo morir.

Holden se detuvo y me deslizó fuera de su hombro. Antes de que pudiera hacer


algo estúpido, como correr de regreso a Jasper, Guise agarró mi mano.

Asintieron entre sí y luego, como una máquina automática, cada uno sabiendo
qué hacer sin dudar, comenzamos a correr de nuevo... sin Holden.

—Guise. No. No podemos dejarlos. —Tropecé detrás de él, y no dudó mientras


me alzaba y me lanzaba sobre su hombro. Continuó corriendo a través del matorral.

Después de lo que se sintió como una hora, pero que probablemente fueron diez
minutos, se detuvo y me dejó de pie. Di un paso para dirigirme de regreso a donde
vi a Jasper por última vez, lo cual ahora tenía que estar a kilómetros, cuando Guise
se aferró a mi brazo y me jaló al frente con tanta fuerza, que caí de rodillas. Bajó la
mirada hacia mí, su rostro una dura estatua firme de ira.

—Vas a correr, maldita sea. No corres, eres responsable por la muerte de Holden,
porque él está asegurándose de que lleguemos a salvo.

Palidecí, mi estómago retorciéndose mientras peleaba para evitar vomitar.

»No podemos permitir que Drake te tenga. —Agarró mi otra mano y me


sacudió—. Sin importar qué. Y yo no mato mujeres inocentes. Así que, mierda,
correrás hasta que te diga que te detengas. —Ahuecó mi barbilla y fijó sus
amenazantes ojos sobre mí—. Jasper sacrificó su vida por ti. No lo desperdicies.

Fue como si me hubiese pateado en el pecho y me lanzara para que caiga por la
montaña cuando el asfixiante sollozo se retorció en mi garganta y el dolor me llenó.

Me sacudí sin control y con cada respiro, dolía... pero corrí. Tomé la mano de
Guise y corrí.
Pasó un rato antes de que Guise se detuviera y sostuviera su teléfono en alto,
buscando señal. Colapsé contra un árbol, doblada por la mitad, ahogándome y
escupiendo mientras mis pulmones gritaban por el esfuerzo. Puse mis manos sobre
mis muslos, mi cabello una cortina a través de mis mejillas manchadas de lágrimas.

—Xamien. —La voz de Guise parecía tan alejada, pero estaba justo en frente de
mí, sus pies con botas caminando de un lado a otro—. En la base. Jasper... sí... no
estoy seguro sobre él. Busca a Holden. Se quedó atrás... bien... el hotel en la base de
la montaña de esquí.

Dijo algo más, pero mi mente se quedó en blanco mientras me hundía al suelo y
envolvía mis brazos alrededor de mis rodillas. Pude haberlo detenido. Pude haber
evitado que Drake lo matara. Hacer un intercambio. Haber hecho algo.

—No, no podías —dijo Guise abruptamente. Hubo una fuerte presión en mi


mente mientras él leía mis pensamientos. Estaba débil e incapaz de bloquearlo.
¿Importaba? ¿Aún importaba si Guise o alguien más leía mis pensamientos? ¿Qué
tenía para esconder?

Se agachó en frente de mí.

—Jasper peleó toda su vida, tratando de redimirse por algo sobre lo que no tuvo
el control. —Guise se estiró y frotó su pulgar sobre un punto sobre mi frente, donde
indudablemente tenía mugre—. Se preocupaba por ti. Cualquiera podría verlo en
cuestión de segundos, al verlo mirarte. Bueno, tuvo la oportunidad de probarte, y a
sí mismo, que él valía algo.

Me rompí. Quería ser fuerte y pelear contra la pena que me comía viva. Sabía
cómo. Lo había hecho por años, pero se había ido. El caparazón se había roto y yo
era vulnerable al dolor.

Abrí todos mis escudos, esperando que si a Jasper le quedaba algo de vida, me
oiría.

—Jasper —susurré su nombre en mi mente, rogando oír el indicio de su acento


escocés deslizándose por mi mente.

—Breanna. Ahí estas, mi amada.

Sacudí mi cabeza hacia arriba y Guise se tensó, saltando a sus pies y llevándome
con él. Mi corazón golpeteó por la profunda voz ronca que no había oído en cuatro
años.

—¿Cómo me encontraste? —Él podía habernos rastrado al hotel, pero no a casa de


Holden en las montañas.
—Fue una simple deducción una vez que descubrí quién estaba protegiéndote. —
¿Jasper?—. Tengo a tantos seguidores vampiros, mi amor. Vampiros a quienes realmente no
les agrada ese patético Scar inservible. Parece que él molestó a algunos hace mucho tiempo,
cazando a aquellos quienes mataron a su hermana. —Su risa vibró en mi cabeza—. Una
vez que rastreamos el auto al hotel, todo cayó en su sitio. La casa en la montaña... ¿sabías que
el río está cerca de donde Jasper y su hermana fueron a nadar esa noche? —Oh, Dios. No—
. De acuerdo con los amigos de los vampiros que él mató, Jasper tenía una casa construida
cerca, pero nunca vivieron allí. —Chasqueó su lengua, como si regañara a un niño—.
Qué pena, se desangrará hasta morir en el mismo sitio que su hermana. Le doy una hora, si no
se mueve demasiado. Mucho más de lo que le di a tu madre. —No pude evitar que mi
estómago se retorciera y caí de rodillas mientras vomitaba. Fue una colisión de alivio
que Jasper aun viviera, y terror de que Drake lo tuviera.

Retrocedí. Guise estaba diciendo algo, pero no podía escucharlo mientras


bloqueaba fuera todo, excepto la voz de Drake.

»¿Te lo follaste, Breanna?

—No lo mates. —Jasper estaba vivo. Aún tenía oportunidad.

Él se rió de nuevo. Recordaba el sonido tan claramente y un toque de miedo me


invadió. Porque sabía que venía a continuación. Y haría cualquier cosa para salvar
la vida de Jasper; es por eso que Drake no lo había matado aún.

—Sabes lo que quiero. No me hagas perseguirte... —Hizo una pausa y pude oírlo
respirar en mi mente—. Habrá consecuencias por dejarme y por mentirme, lo sabes. Pero lo
haré más fácil para ti, si dejas de correr.

—¿Y Jasper?

—¡Max! —Las manos de Guise agarraron mis brazos y me sacudieron, tratando


de llamar mi atención.

—¿Jasper? —repetí.

—Él vivirá, si vienes a mí. Incluso seré generoso y te permitiré sanarlo. Pero él se va y tú
regresas conmigo. A donde perteneces, Breanna.

Tenía una oportunidad y si fallaba... no fallaría. Ahora era más fuerte, y si mi


plan funcionaba, tendría que ayudar. Conocía a Drake mejor que nadie. Mataría a
Jasper. Nunca le permitiría alejarse, sin importar lo que dijo. Sus mentiras ácidas se
escupían con tanta facilidad de su boca.

—Me encontraré contigo. Pero si Jasper no está vivo, nunca sanaré tu Ink. —No tenía
intención de sanar su Ink alguna vez, incluso si mi idea no funcionaba.
—Como mi esclava, lo harás.

—Debes saber esto, Drake. Si él muere, nunca beberé tu sangre. Y pasaré cada uno de los
días peleando contigo. Sé cómo odias cuando peleo. —Mi pecho se hinchó con algo del
poder que tenía sobre Drake. Ya no era miedo, sino decisión. Ya no era sumisión,
sino rebelión. Podía torturarme, herirme y destruirme mentalmente, pero lo que no
podía hacer era arrebatarme mi voluntad. Para volverme un vampiro y su esclava,
yo tenía que beber voluntariamente su sangre, y ya no era la niñita de diez años quien
no tenía a nadie.

Tenía algo por lo que pelear: Jasper.

—Y lo torturaré hasta que lo hagas —dijo Drake, confiado.

—No, porque lo sanaré y luego le dejarás marcharse. Él se alejará primero. Así que,
maldición, será mejor que te asegures de que permanezca con vida, Drake. —Siseó, sabiendo
que yo tenía la ventaja—. Y las cuchillas que tengo en mi garganta. No temo morir. Tú te
aseguraste de eso. No jodas conmigo, Drake.

Estuvo callado y, por un segundo, pensé que dejó mi mente, pero la fría negrura
cruel aún permanecía y supe que estaba decidiendo qué tan lejos podía presionarme.

—Hay una casa blanca junto al camino, al otro lado del hotel donde te quedaste... con él.
Encuentra una forma de llegar allí. Tienes menos de dos horas. ¿Recuerdas tu casa, ardiendo
con tu madre dentro? Eso es lo que le pasará en dos horas si no te presentas... sola, Breanna.

Y entonces, se fue.
Jasper
Me recogieron bajo mis axilas y me obligaron a estar de pie. Colgué sin fuerzas
entre dos vampiros y apenas podía levantar la cabeza; estaba tan jodidamente débil.
La sangre empapaba la herida en mi pecho y era solo cuestión de tiempo antes de
que inundara mis pulmones y tomara mi último aliento.

Pero ella se escapó. Sabía que lo había hecho, de otro modo el bastardo no estaría
aquí conmigo.

Apreté los dientes cuando Drake me agarró la barbilla y me obligó a levantar la


cabeza.

—Ella te quiere vivo. Suficiente para sacrificarse por tu miserable y patética vida.

Joder, no. No. Jesús. Mi corazón y mis pulmones se detuvieron y mi estómago


se rebeló. Tuve que tragar continuamente para evitar que la bilis se levantara. Traté
de ocultar mi reacción, pero en el interior, era una agonía rugiente de horror. ¿Qué
había hecho ella? ¿Por qué arriesgaría su vida por la mía? Ella sabía que no había
ninguna posibilidad en el infierno de que Drake me dejase marchar. Sabía las
consecuencias de la curación de la Ink de Drake, de su renacimiento.

Ella no lo haría. Era inteligente. Incluso cuando era niña, Max ocultó su
habilidad de Drake. Seis años de tortura y dolor y lo que sea que él le hizo sobre lo
que ni siquiera podía pensar. Pero lo que más me asustaba era saber que Max no lo
haría. Ha tratado de proteger a todo el mundo escondiéndose a sí misma y su
habilidad, así que no había ninguna posibilidad en el infierno de curar el Ink de
Drake. No, se suicidaría o haría que alguien más lo hiciera antes de hacerlo.

Jesús, Max.

—Ya te habría matado solo por tocar lo que es mío si no fueras necesario… por
ahora. Tráiganlo.
Mi cabeza cayó hacia adelante mientras él me soltaba la barbilla y usé la poca
fuerza que me quedaba y levanté la cabeza de nuevo. Drake ya se había girado y
estaba caminando a una camioneta negra.

—No es la misma chica que rompiste. —Forcé cada palabra fuera—. Y no


importa lo que hagas, nunca te pertenecerá. Nunca lo hizo. —Porque Max era más
fuerte ahora y sabía que no importaba lo que Drake le hiciera, ella pelearía y eso me
aterrorizaba.

En la muerte o en la vida, la conexión que teníamos era innegable e


inquebrantable.

Fui suyo durante meses, observándola, enamorándome de ella cada día un poco
más y sin embargo negándolo. Luchando. Y Max... tal vez no me amaba todavía,
pero lo sentí dentro de ella, estado en sus pensamientos y me dio todo de ella. Me
dio las piezas que escondía de todos.

Drake giró sobre sus talones y vino caminando hacia mí. Mantuve mis ojos en
él, su furia embravecida en sus ojos mientras ardían de rojo. Pero no me mataría.
Arriesgaría demasiado y a pesar de que Drake era un maldito Scar, era inteligente.

Me tensé mientras su puño volaba hacia mí y me golpeaba en el pecho. Mi


aliento salió de mis pulmones y me desplomé, pero los dos vampiros me arrastraron
hacia arriba, haciendo que el dolor empeorara. La sangre se precipitó violentamente
por mis venas y mi herida de cuchillo pulsó y latió brutalmente. Finalmente recuperé
el aliento y luego comencé a toser y tuve arcadas mientras el dolor rasgaba a través
de cada parte de mi cuerpo.

—Lo veremos cuando te tenga rogando que acabes con el dolor mientras ella
mira.

Apreté la mandíbula, mi estómago rodando en un campo de batalla de


determinación por luchar, y entregarme así podía tomar otro aliento solo para amarla
por un momento más.

Pero la rendición no estaba en mí. Y no estaba en Max. Ambos nos habíamos


rendido una vez de diferentes maneras y nos llevó a cada uno por un camino diferente
de destrucción.

Mis piernas se arrastraron detrás de mí mientras me llevaban a la camioneta y


luego me tiraron en la parte de atrás. Fueron solo minutos antes de que la agonía del
vehículo rebotando por el camino de la montaña finalmente pusiera borrosa mi visión
y mi mente se convirtiera en una neblina justo antes de que me desmayara.
No tenía ni idea de cuánto tiempo estuve inconsciente, pero me desperté con los
brazos atados detrás de mi espalda alrededor de un haz de madera en lo que parecía
un sótano. Sin ventanas. Como una gran bodega pero la mayoría de las ranuras de
madera para las botellas estaban vacías.

Sacudí la cabeza para despejar mi visión mientras todo se balanceaba de ida y


regreso como si estuviera borracho. Pero sabía que era por la pérdida de sangre.
Probé las cadenas alrededor de mis muñecas e hice una mueca mientras jalaban los
músculos alrededor de mi herida.

El líquido llenó lentamente mis pulmones y cada respiración se convirtió en más


dolor. Me sorprendió que hubiera vivido tanto tiempo, cuanto sea que había sido.

Joder. No podía parar el temblor mientras mi cuerpo ya no podía mantener el


calor y apenas funcionaba. Había estado así antes. Débil e incapaz de hacer nada,
excepto morir lentamente.

La escuché antes de que la viera. El sutil latido de su corazón que coincidía con
sus ligeros pasos, un ciervo; un ciervo entrando a un matadero.

Lo esperaba, el momento en la verla. Fue aplastante saber que ella vendría y al


mismo tiempo, joder, quería verla. Pero no aquí. Dios, no aquí de esta maldita forma.

Jesús. Cerré los ojos mientras sus pasos se acercaban y con ellos, los de él.

El pomo se giró y entonces la puerta se abrió.

No podía evitar mirar y pasó un mero latido de corazón antes de que sus ojos
encontraran los míos.
Max
—Oh, Dios. —Las palabras quemaron mi garganta cuando el grito estrangulado
emergió al segundo en que lo vi. Traté de liberarme de Drake, pero él me devolvió
de un tirón—. Renace mi Ink primero, luego permitiré que lo sanes.

Reprimí las lágrimas que amenazaban con caer y me convertí en la niña débil
que se quebró bajo el hombre que ahora me tenía en sus manos. Pero ya no era esa
niña pequeña. Había luchado para mantener mi secreto oculto. Había luchado por
seguir con vida y ahora estaba peleando por la vida de Jasper. Eso era más poderoso
que las pesadillas de seis años con Drake.

Levanté la barbilla y me encontré con sus ojos rojos y brillantes.

—No, Drake. Lo curo primero.

Siseó revelando sus colmillos y luciendo aterrador como el infierno, pero me


negué a vacilar, sabiendo que nuestra única oportunidad existiría si podía llegar a
Jasper primero.

Pensé que estaría más aterrorizada de él, pero no lo estaba. Él era una lastimosa
desgracia para los Scars y lo que representaban. No había honor en él y era débil.
Usó vampiros y a una niña pequeña para llegar hasta aquí. Era un monstruo que
destruía a otros para sentirse mejor.

No me atreví a mirar a Jasper de nuevo. Necesitaba que Drake creyera que no


tenía otra opción aquí. Si pensara aunque fuera por un segundo que podría
romperme, mataría a Jasper y me llevaría lejos y esperaría hasta que cediera y bebiera
su sangre. Pero conocía a Drake. Él no quería esperar. Quería que su Ink viviera
ahora y eso era a lo que estaba apostando.

Finalmente, Drake asintió y su mano se deslizó lentamente de mi brazo. Di un


paso hacia Jasper cuando Drake me agarró por la nuca, sus dedos presionando con
fuerza mientras me empujaba contra él tan fuerte que choqué contra su pecho.
—Recuerda a quién perteneces, Breanna. No hagas nada estúpido.

Sabía exactamente lo que estaba diciendo. No debía tocar a Jasper, excepto para
sanar su herida.

—No le pertenezco a nadie, Drake. Soy tu prisionera. —Aparté su brazo,


apretando los dientes mientras la presión sobre mi nuca aumentaba antes de que me
dejara ir.

Me tomó todo lo que tenía caminar lenta y constantemente hacia Jasper cuando
todo lo que quería hacer era correr y rodearlo con mis brazos. Mi corazón latía
erráticamente, y mi sangre corría por mi cuerpo como una lluvia torrencial.

Sabía que los Scars tenían que estar buscándome para este momento y lo planeé.
No sabía en ese momento cómo me alejaría de Guise, pero cuando entramos en el
bar del hotel para esperar a Xamien, Waleron y, con suerte, a Holden, supe que tenía
que hacerlo en ese momento o nunca tendría una oportunidad. Esperé diez minutos
e incluso eso fue una batalla mientras miraba el reloj por encima de la barra. Tenía
una hora antes de que Drake volara la casa en la que estaba Jasper. Y no hubo dudas
en mi mente de lo que haría. Él no tenía nada que perder si yo no aparecía.

Afortunadamente, Guise era un Visionary y no un Reflector porque estaba


apostando a que ningún escudo que pusiera alrededor de mis emociones podría evitar
que lo que estaba sintiendo fuera leído. Esto significaba que tenía que irme antes de
que llegara Xamien. Él vería directamente a través de mí y sabría lo que estaba
tramando.

Mi oportunidad llegó cuando la camarera me preguntó si necesitábamos algo en


francés. Cambió al inglés cuando ninguno de nosotros le respondió. Ella me miró de
arriba abajo, frunció el ceño y luego miró a Guise quien le devolvió la mirada. Yo
era un desastre y sospeché que tenía más que unos pocos cortes y rasguños de nuestra
loca carrera por el bosque.

Ella me ofreció su mano.

—Ve. Vamos a limpiarte. Hombres. —Negó con la cabeza, frunció los labios y
le sonrió a Guise—. Siempre son los calientes los que son unos idiotas.

Guise resopló y se puso de pie cuando lo hice.

—¿A dónde vas?

—Llamaré a la policía si no te comportas bien —dijo la camarera, cuya placa de


nombre decía, Vee—. Tu chica aquí tiene mugre y cortes sobre toda ella. ¿Quieres
explicarle a la policía lo que le sucedió?
El ceño fruncido de Guise se volvió feroz, pero se volvió a sentar.

—No vayas lejos. Nos vamos al segundo en que lleguen aquí.

La camarera se pasó el cabello sobre el hombro y luego tiró de mí hacia el baño


en el rincón más alejado del bar. No fue tan difícil deshacerse de la camarera diciendo
que necesitaba un tiempo a solas y luego sonrió como si entendiera. Esperé unos
segundos y luego eché un vistazo por la puerta y la vi servir a una pareja en el bar.
Guise estaba en su teléfono. Me escabullí en las sombras del pasillo y salí por la
puerta trasera reservada para incendios.

Entonces corrí. Sospechaba que Guise y los demás me seguirían rápidamente a


la casa, pero solo necesitaba el tiempo suficiente para hacer lo que debía.

Y ahora… viendo a Jasper de nuevo, supe que hice lo correcto. Podría hacer
esto. Tenía que hacerlo. Quería hacerlo.

La viga a la que Jasper estaba encadenado se alzaba desde el suelo hasta el techo
y era gruesa y sólida. Tendría que encontrar una manera de deshacerme de las
cadenas. No ahora, Drake estaría mirando todo lo que hacía, pero cuando llegara el
momento correcto… después de que lo matara.

Había una buena posibilidad de que no pudiera. Que mi plan fracasara, pero ésta
era la única forma de intentar salvar a Jasper. Drake lo habría matado si hubiera
tenido algún indicio de que los Scars estuvieran conmigo.

Me detuve frente a Jasper, nuestros ojos nunca separándose desde que comencé
a dar los diez agonizantes pasos hacia él.

—Rayito de sol.

Fruncí mis labios y el ceño, esperando que entendiera lo que estaba diciendo.
Drake era un Scar antiguo y aprendí a aislarlo de mis pensamientos, pero ahora
también era un vampiro y podría ser capaz de interceptar nuestra telepatía. No podía
correr el riesgo de que nos escuchara. Solo esperaba que Jasper entendiera lo que
estaba haciendo.

Mi instinto era gritar, llorar y sostenerlo entre mis brazos, pero si lo hiciera,
destruiría todo lo que había conseguido para salvarnos a ambos.

No podía decirle que le creía. Que confiaba en él.

Puse una mano sobre su hombro izquierdo como si lo utilizara para


estabilizarme y la deslicé ligeramente hacia atrás, de modo que mis dedos tocaban su
omóplato. Sus cejas se juntaron y su cuerpo se tensó, pero no dijo nada. Llamé a mi
habilidad de sanación y puse mi otra mano en su pecho justo debajo de su corazón.

Centré toda mi curación en su hombro, en lugar de su pecho. Jasper debe haberlo


sentido porque su respiración se aceleró y sus ojos se abrieron con sorpresa.

Cerré los ojos cuando las imágenes me golpearon y lo vi todo. Jasper colgando
de un árbol por las muñecas, las puntas de los dedos de sus pies apenas tocando el
suelo. Tenía cadenas alrededor de su hombro para evitar que llamara a su Ink y
hematomas en todo su cuerpo, pero no sangraba ni tenía heridas. Las estrellas
brillaban sobre su piel desnuda mientras temblaba con tanta violencia que las cadenas
se sacudieron.

Había una expresión devastada en su rostro, la rabia palpitaba a través de él


mientras colgaba impotente ante los elementos. Me moví un poco más cerca de él
cuando escuché los gritos de la chica haciendo eco en su mente. Los gritos de la
pequeña niña que lo desgarraba mientras él colgaba, incapaz de hacer otra cosa que
escucharla.

Su hermana. Beth.

Las imágenes vinieron más rápido como una película que se reproduce en
cámara rápida y me debilité, tal como lo hizo Jasper cada día que lo dejaron ahí. Su
cuerpo comenzó a cerrarse y entonces… su Ink. Sus gritos estrangulados suplicaban
ser liberado de las cadenas que los vampiros habían arrojado sobre el tatuaje para
mantenerlo atrapado.

Pero estaba encerrado en su cuerpo a medida que él se debilitaba.

Escuché los pasos de Drake caminando hacia nosotros y supe que si se acercaba
lo suficiente, notaría que la herida en el pecho de Jasper no había sido curada y que
mi mano en su hombro era la única que ardía con el calor.

Tenía que correr el riesgo de que Drake no pudiese oírnos. Necesitaba la ayuda
de Jasper. Moví ambas manos al omóplato y usé todo lo que tenía para devolverle la
vida a su Ink. Tenía segundos.

—Levántate. Él te necesita. Respira. —No se podía invocar a un Ink si el Scar estaba


herido. Pero yo podía. Por lo menos creía que podía. Me comuniqué con el Ink de
mi madre muchas veces. Si le devolviera la vida al de Jasper, entonces podría
llamarlo sin él.

La quemadura en mis manos era tan intensa que era como si estuviera
sosteniéndolas sobre las llamas de un fuego ardiente. Pero no podía parar. Nunca me
detendría.
—Jasper, ¿cuál es el nombre de tu Ink? Necesito llamarlo.

—Nena, ¿qué estás haciendo? Mi Ink… no puede… no puede ser llamado cuando estoy
herido.

—Por ti no puede. Pero yo puedo llamarlo. Jasper, no hay tiempo, dime. Ahora.

Sabía que Drake estaba detrás de mí y entonces… me tiró hacia atrás tan fuerte
que caí sobre mi trasero. Escuché el rugido de Jasper y el sonido de las cadenas
mientras luchaba por liberarse.

—Groar. Es Groar. —Dejó de moverse y lo vi cerrar los ojos, y supe que estaba
tratando de ayudarme a llamar a Groar a la vida.

No tenía elección. Necesitaba decir las palabras en voz alta para que fueran más
efectivas que telepáticamente.

—Levántate, Groar. Jasper te necesita. Vive y lucha por él. Protégelo.

—¿Qué hiciste? —Drake me agarró del cabello e hice una mueca cuando tiró de
mí para ponerme de pie—. Perra. —Levantó su puño y me preparé para el dolor,
sabiendo que si me noqueaba, nuestra oportunidad estaría perdida. El Ink de Jasper
estaría lento e incluso peor, eso debilitaría aún más a Jasper.

Pero su puño nunca conectó cuando algo chocó contra los dos. Aterricé fuerte
sobre mi costado y quedé aturdida por un segundo antes de buscar a Drake. Estaba
sobre su espalda con un salvaje monstruo parecido a un jabalí, de piel plateada
cubierta de tatuajes, encima de él gruñéndole. Había sangre salpicada sobre todo
Drake. Me apresuré hacia ellos y vi el daño que el Ink había hecho con su primer
asalto. Los cuernos tan filosos como una hoja de afeitar estaban cubiertos con la
sangre de Drake después de haber penetrado en su pecho.

Pero él sanaría. Era medio vampiro y en unos minutos, sanaría de nuevo. Drake
agarró al Ink por los cuernos y tan pronto como lo hizo, sus palmas sangraron
mientras lo cortaban. Ignorando el daño, Drake arrojó a Groar al otro lado de la
habitación. Hubo un fuerte chillido cuando golpeó la pared y cayó de costado, y
luego estaba de nuevo sobre sus cascos y lanzándose hacia él para desgarrarlo.

Me puse de pie y corrí hacia Drake al mismo tiempo.

—Max. No. —Las palabras de Jasper se perdieron cuando Groar saltó sobre
Drake otra vez pero en esta ocasión Drake estaba listo y se lanzó hacia la derecha y
luego giró, agarró la pierna de Groar y tiró tan fuerte de ella que oí el crujido de los
huesos cuando se rompieron.
Pero los Ink nunca se rendían y de eso dependía. Groar pelearía hasta la muerte
o hasta que su maestro lo llamara nuevamente.

La saliva espumó de las comisuras de la boca de Groar mientras jadeaba varias


veces. Luego lanzó un profundo gruñido, giró sobre sus cascos y tacleó a Drake en
el piso, sus colmillos yendo por su garganta. Drake lo mantuvo apartado, con sus
manos presionando sobre el grueso cuello.

Me acerqué a ellos y presioné mis manos en el pecho de Drake cuando Groar lo


inmovilizó en el piso. No tenía mucho tiempo. No había ninguna duda de que Drake
ganaría contra el Ink; físicamente él era más fuerte y más rápido. Mi ventaja había
sido la sorpresa, pero todo lo que necesitaba eran unos minutos.

Llamé a mi habilidad y mis manos se calentaron. Me descolocaron por un


segundo cuando se voltearon hacia un lado y Groar usó su cuerno para cavar una
hendidura de cinco pulgadas en la mejilla de Drake.

—Lo mataré —gritó Drake—. Desearás estar muerta, Breanna. Me rogarás por
ello y nunca te mataré.

Miré a Jasper y él me estaba observando. Dios, estaba pálido y apenas podía


mantener la cabeza en alto. Tenía que llamar a su Ink antes de que agotara todas sus
fuerzas. Mis manos ardieron cuando las presioné tan fuerte como pude dentro del
pecho de Drake, pero en vez de curar, hice lo opuesto. Lo drené de todo lo viviente.

—¿Qué estás haciendo? —Su voz era un susurro mientras tomaba todo lo que
tenía. Su corazón se desaceleró cuando me abalancé sobre él. Las manos de Drake
se apartaron del cuello de Groar y luego sus ojos rodaron en la parte posterior de su
cabeza.

Detuve la sangre fluyendo por sus venas. Sus órganos de funcionar y luego…
finalmente… le robé el aire a sus pulmones. Pulmones que había estado sanando
durante seis años.

La repentina y cruel risa que Drake soltó con su último aliento envió escalofríos
a través de mi cuerpo. Sus ojos se abrieron de golpe y se encontraron con los míos
por un breve segundo mientras decía:

—Él morirá conmigo de todos modos. Recuerda tu hogar, Breanna. Él arderá


justo como tu madre lo hizo.

El Ink de Jasper clavó su cuerno en el cuello de Drake al mismo tiempo que su


corazón vacilaba y entonces…

Nada.
Me desplomé de costado, mi cuerpo temblando y frío, incluso mis manos se
congelaron. No podía parar; tenía que llegar a Jasper. Me puse de pie, me tambaleé
y caí de rodillas.

—Ve con él —le dije a Groar. El jabalí con sus hombros anchos y su peso pesado
caminó a mi lado, la sangre goteando de sus cuernos para dejar gotitas en el suelo a
lo largo de su camino. Luego saltó en el aire hacia Jasper, siguiendo la brillante luz
que los ataba. El rayo de luz disminuyó cuando se fusionó con Jasper nuevamente y
vi su cuerpo sacudirse por el impacto.

»Jasper. —Me puse de pie de nuevo y corrí hacia él, colapsando contra su pecho,
con los brazos alrededor de su cuello—. Jasper.

Tenía los ojos cerrados y estaba helado. Su corazón era tan débil que tuve que
presionar mi oreja contra su pecho para escuchar los latidos lentos e irregulares.

»Aguanta, cariño.

Puse mis manos sobre su herida pero se mantuvieron frías. No estaban


calentándose. No se estaban calentando.

»Oh, Dios. —Lloré mientras las presionaba más fuerte en la herida—. Por favor.
Por favor.

Contuve los sollozos mientras enfocaba y trataba de volver a despertar mi


curación, pero había usado todo lo que tenía en mí para tomar la vida de Drake y
estaba demasiado débil.

»No —sollocé mientras trataba desesperadamente de darle calor. Hubo una


chispa, como un fósforo que estaba siendo acariciado y su corazón comenzó a latir
más fuerte cuando un destello de calor comenzó en mis palmas—. Vamos, Jasper.
Pelea conmigo.

Gimió y empujé más, forzando a mi cuerpo a transferirle mi calor.

—Cariño. —Su murmullo demacrado fortaleció mi resolución y empujé más y


más hasta que levantó la cabeza y sus ojos se abrieron parpadeando.

»Detente —dijo—. Joder, para. —Se tensó contra las cadenas—. Morirás. Max,
es demasiado. Detente.

Mi corazón se ralentizó y se tambaleó cuando la frialdad que tomé se filtró en


mí, pero nunca me detendría. No hasta que nos fuéramos de aquí juntos.
De repente, un fuerte estampido desde el piso de arriba vibró a través de la
habitación y caí hacia atrás. El polvo y los escombros se desmoronaron desde el techo
mientras la casa gemía bajo la presión. Miré a Jasper y su rostro se contorsionó en
agonía ante el sonido. Estando débil, no era capaz de atenuar su habilidad.

Me puse de pie y corrí hacia la puerta.

»Max —llamó.

Otro fuerte golpe como si los muebles cayeran. Abrí la puerta y, en el instante en
que lo hice, olí el penetrante olor a humo y oí el chisporroteo del fuego.

»Max, vete de aquí. El techo va a ceder.

Corrí hacia el cuerpo de Drake y busqué en sus bolsillos y encontré su teléfono.


Destelló la pantalla del reloj.

—Oh, Dios —Mató a sus seguidores vampiros en el piso de arriba solo para
asegurarse de que Jasper no escapara. Que ardiera aquí, al igual que mi madre y el
Talde. Y lo haría si no saliéramos pronto. La casa colapsaría sobre nosotros o el
humo nos sofocaría.

Corrí de regreso a Jasper e intenté deshacer las cadenas.

»Jasper. No... No puedo deshacerlas. —El pánico se apoderó de mí y mi


respiración se aceleró, haciendo que me mareara. Tenía que calmarme. Saldríamos
juntos. Lo haríamos. Los Scars tenían que saber que me había ido y luego verían el
fuego y vendrían por nosotros.

»Un arma. Algo —dije y corrí hacia el cuerpo de Drake, buscando rápidamente
cualquier tipo de arma para romper la cerradura—. Tiene que haber...

—No —dijo Jasper—. Él nunca planeó dejarme ir, Max.

—No. No. —Negué con la cabeza mientras tiraba de las botas de Drake
buscando un cuchillo, cualquier cosa—. Él no haría eso.

Pero sabía que eso era exactamente lo que había planeado. Por eso sabía que
tenía que intentar matarlo. Lo que no había previsto era no poder sacar a Jasper de
las cadenas.

—Max, ven aquí. —Fue su voz tranquila y constante la que me sacó de mi


búsqueda frenética—. Ven acá.
Me levanté y corrí hacia él, mis brazos envolviéndole el cuello mientras
presionaba mis labios contra los suyos.

—Tiene que haber una manera.

Se retiró y le acaricié la mejilla.

—Tú lo mataste. Lo detuviste, ángel.

—Lo hicimos —corregí—. Tenemos que encontrar una manera de sacarte de


aquí.

—Quiero que me escuches, Max. —Inclinó su cabeza hacia abajo y me miró


mientras yo ahuecaba su rostro en mis manos. El gris en sus ojos me envolvió en su
intensidad mientras esperaba hasta que calmara mi respiración y mis ojos estuvieran
firmes en los suyos.

»Buena chica. —Esbozó una media sonrisa y luego se fue y lo supe. Sabía lo que
vendría—. Mi corazón es tuyo, rayito de sol. —Mi propio corazón se estrelló a través
de su jaula de protección y cayó en mi estómago—. Nunca supe que tenía uno hasta
ti. Perdió su ritmo hace mucho tiempo cuando me perdí. Nunca pensé que latiría de
nuevo, hasta a ti.

—Jasper. No. —Sabía por qué estaba diciendo esto y negué con la cabeza—. No.
No lo quiero. No lo quiero sin ti. —Me agarré a su camisa, las lágrimas manchando
mis mejillas mientras le suplicaba.

Él gruñó y sus músculos se flexionaron. Busqué frenéticamente de nuevo para


tratar de deshacer las cadenas en sus muñecas. Me atraganté con el sollozo atrapado
en mi garganta.

»Ayúdame. Ayúdame. Tu Ink. Groar puede…

—Nena —susurró Jasper.

Lo ignoré, tirando de las cadenas, la desesperación borrando la realidad de lo


que estaba haciendo. Tenía que liberarlo.

»Nena, detente.

—No. Vete a la mierda, Jasper. Que te jodan. No puedes rendirte.

—Necesito que me mires, Max. —Agarré sus muñecas atrapadas hasta que él
agregó—: Por favor.
Mis manos temblorosas se deslizaron por sus brazos estirados y lejos de las
cadenas que iban a rompernos; desgarrarnos antes incluso de que nos reuniéramos.
Cambié de posición, así que estaba de pie frente a él otra vez, ignorando los sonidos
crecientes del crujir y golpear escaleras arriba.

—No puedo —dije. Porque en el momento en que mis ojos se clavaran en su


barbilla, tendría que cerrarlos. No podía mirar lo que sabía que vería.

—Sí, sí puedes. Porque es todo lo que me queda.

Oh, Dios, el dolor que aplastaba mi pecho era tan debilitante que tuve que
agarrarme de él para mantenerme en pie.

»Mírame para que pueda ver las estrellas en tus ojos. Voy a llevarlos conmigo,
ángel.

Me desplomé a sus pies, con las manos en el suelo, mi cortina de cabello


escondiendo la angustia en mi rostro cuando la realidad me golpeó. No había
escapatoria para él y yo era incapaz de salvarlo.

»¿Vas a darme tus ojos, rayito de sol? Porque joder, no quiero morir sin volver a
verlos.

Me arrastré hacia él, mis piernas vibraban tanto que necesitaba usarlo para
mantenerme de pie. Levanté mi barbilla y luego mis ojos borrosos y llenos de
lágrimas se deslizaron por su cuerpo, más allá de su barbilla, su nariz y luego...

Fijamos las miradas. Y me robó la respiración y tranquilizó mi corazón.

De esto se trataba. Esta era la razón por la cual cualquiera pasaría por
sufrimiento porque en el otro lado era esto... la brillantez abarcadora de lo que Jasper
y yo compartimos. Éramos nosotros fusionándonos, con esa única mirada y
convirtiéndonos en uno.

»Eso es todo, bebé. Joder, eres hermosa. Estoy tan orgulloso de ti. —Arqueó una
media sonrisa y por la mueca de dolor después, supe que era doloroso para él darme
eso. Recorrí sus labios con mis dedos mientras las lágrimas seguían corriendo por
mis mejillas—. Max. Necesito que salgas de aquí. Toma la camisa de Drake y ponla
sobre tu cabeza, mantente baja y corre. Usa tu telepatía para tratar de alcanzar a los
demás. Tienes que irte antes de que sea demasiado tarde.

Pero estaba demasiado débil para usar mi telepatía y no iba a dejar a Jasper.
Nunca. No tenía miedo de morir; tenía miedo de irme.
—No. No te dejaré. —Me puse de puntillas y enrosqué mis manos alrededor de
su cuello y luego lo besé. Su gemido vibró debajo de mi boca y profundicé el beso,
mi lengua saboreando, mi necesidad tan intensa que era como si no pudiera respirar
sin él.

—Max. Ve —murmuró Jasper cuando me negué a dejarlo ir—. Joder —gruñó y


desvió la cabeza hacia un lado para separarnos—. Sal de aquí. Dame eso. Déjame
morir sabiendo que estás a salvo.

—No estoy a salvo. Nunca estaré a salvo sin ti. Eres mi refugio, Jasper. ¿No lo
ves? —Me encogí cuando sus ojos se endurecieron. No. No. Sentí náuseas por las
lágrimas, los sollozos, el dolor que tenía a mi corazón en la mano y lo apretaba hasta
que sentí como si estallara y me estaba ahogando con mi propia sangre.

—Haz esto por mí. Jesús. No puedo verte morir. No me hagas hacerlo. Eres
libre, Max. Finalmente eres libre de él.

Pero no podía darle eso. No lo haría. Había vivido toda mi vida encerrada
haciendo lo que tenía que hacer para proteger a todos. Ahora, estaba haciendo lo que
quería y nunca lo dejaría. Nunca.

Me alejé de él y esta vez, cuando lo miré a los ojos, levanté mi barbilla y me


negué a vacilar ante su expresión dura y decidida que estaba usando para tratar de
hacer que yo hiciera lo que él quería.

—No te estoy dejando.

Nos miramos el uno al otro durante unos segundos, ambos inquebrantables. Fue
Jasper quien desvió la mirada primero y fue él quien suspiró. Luego cada músculo se
relajó mientras colgaba, aceptando lo que no podía luchar.

—Ven aquí, nena —susurró.

Me aferré a él y fue en ese momento sentí como si tomara su corazón y él tomara


el mío. Porque cada día que sufrí en manos de Drake, todos los días que me escondí,
todo valía la pena para este momento, sabiendo que Jasper era mío. Que él estaba
dando los pedazos se habían dispersado en el viento hace tantos años.

Atrapé cada uno y los traje de vuelta y ahora eran míos. Él era mío y yo era suya.

»Mierda, eres terca. —Su voz era un susurro irregular y escuché el tinte de
miedo—. Pero te amo, Max. Te amo maldita sea.

Presioné mi frente contra su pecho, su corazón aún latía fuerte y firme a pesar
de las paredes que se derrumbaban a nuestro alrededor. Se estaba acercando. El calor
me quemaba la espalda y el humo se escapaba por debajo de la puerta para hacer una
ligera niebla en la habitación.

—Te amo. Te amo. Te amo —le dije cuando se produjo un choque repentino de
lo que sonaba a partes del techo.

—Jesús, Max. —Sabía que debía haber escuchado el miedo en mi voz. Pero no
era miedo a morir; siempre lo acepté. Lo que me asustaba era que no nos
estuviéramos muriendo al mismo tiempo. De tenerlo muerto en mis brazos o él
verme siendo quemada viva.

Jasper me besó en la frente.

»No mires, está bien. Bésame, bebé. Solo bésame y nos iremos juntos.

Me sobresalté cuando la puerta se abrió de golpe y el infierno de humo y calor


llenó la habitación. Cerré mi boca sobre la suya y lo besé con todo lo que me quedaba.
Porque esto era lo todo lo que teníamos.

Mantuve los ojos cerrados, ignorando la agonía del calor que quemaba mi
espalda, el humo llenando mis pulmones con cada respiración que era la de Jasper y
la mía juntas.

Pero mi beso terminó demasiado rápido mientras luchaba por respirar y mis
manos se deslizaron de su cuello mientras tosía violentamente. No. No.

De repente, me apartaron y un grito escapó de mis pulmones, sin saber qué


sucedía hasta que una tela húmeda cubrió mi nariz y mi boca, y vi los fríos ojos azules
de Waleron.

Entonces Xamien se acercó a nosotros y algo más. Un Ink. Una luz brillante unía
la sombra negra de una bestia masiva a Xamien. Era transparente, excepto por la
boca, los ojos y las garras que brillaban con un color turquesa brillante. Tenía que
medir más de dos metros de altura con descoloridas marcas grises en toda la forma
negra sombreada. Xamien me tomó de Waleron y luego le habló a su Ink.

—Las cadenas, Grief. —El Ink se movió como el viento y pasó a nuestro lado.
Gruñó y surgieron afilados colmillos. Bajó la cabeza y apretó las cadenas alrededor
de Jasper. En cuestión de segundos, cayeron al suelo.

Waleron agarró al ahora inconsciente Jasper por la cintura mientras se


desplomaba y lo arrojó sobre su hombro. Extendí la mano al Ink de Xamien, sin
esconder lo que me habían obligado a hacer durante diez años.

—Gracias, Grief —le susurré al Ink en mi mente.


Sus ojos brillantes se lanzaron en mi dirección y luego inclinó la cabeza hacia un
lado como si estuviera tratando de determinar si me escuchó o no. Después de unos
segundos, Grief inclinó su cabeza hacia mí, luego barrió el piso y se fusionó con
Xamien.

Logramos salir del sótano justo cuando el techo cedía.


Max
Veinticuatro horas después
Jasper se paseaba de un lado a otro.

Miré desde la cama, mis piernas cruzadas debajo de mí mientras él caminaba de


un lado al otro como un animal enjaulado. Su cabello estaba desordenado y un poco
húmedo de su ducha y sus jeans colgaban en sus caderas, botón deshecho como si se
los hubiera puesto rápidamente. No llevaba una camisa lo que me dio gran placer
porque admiraba sus músculos que en ese momento estaban flexionados. Y estaban
flexionados porque Jasper estaba... agitado. No, estaba más que agitado, estaba
cabreado.

Habíamos regresado a casa de Xamien por unas horas después de la larga


caminata de regreso.

A pesar de las protestas de Xamien que yo estaba demasiado débil, tan pronto
como escapamos de la casa ardiendo, curé lo suficiente a Jasper así estaba segura que
no moriría. Había intentado curarlo por completo pero fue Guise quien me apartó en
el momento en que comencé a temblar por el esfuerzo. Guise era aterrador como el
infierno de una manera silenciosa y sutil, pero todavía luché contra él para volver a
Jasper y terminar de curarlo. Fue cuando Holden y Xamien vinieron con sus
expresiones inflexibles y bloquearon mi campo de visión, y a Jasper que cedí.

Waleron se fue tan pronto como estuvimos a salvo. La tensión entre él y Xamien
era obvia por sus miradas feroces el uno al otro. En algún momento lo dejarían salir
y no sería bonito.

Jasper permaneció inconsciente todo el camino de regreso y supe que era debido
a la pérdida de sangre. Podía curar una herida y reparar el daño, incluso ofrecer el
calor de mi propio cuerpo, pero no podía dar sangre. Pero su latido del corazón era
constante a pesar de que no era fuerte todavía y ya no estaba sangrando.
Xamien voló el cubo oxidado de Jasper, Fiona, y yo estaba menos preocupada
por morir de una muerte ardiente esta vez ya que estaba demasiado preocupada por
Jasper. Holden vino con nosotros a la mansión, pero Guise dijo que se iba al hotel.
Algo sobre la camarera, Vee, y que necesitaba hablar con ella.

No fue hasta que lo tuve en mi cama y terminé de curarlo, con su temperatura


elevada que finalmente me relajé. Holden y Xamien me dejaron sola con él y me
quité la ropa y me subí a la cama, necesitando sentirlo contra mí.

Fueron horas más tarde cuando me desperté y él se había ido. Entré en pánico y
salí de la cama tan rápido que tropecé con la sábana y caí de rodillas. Entonces
escuche la ducha.

Ahora Jasper se paseaba de un lado a otro.

Me senté en la cama en mis bragas y camiseta viendo al enojado Scar asesino y


yo debería haber estado nerviosa. Tal vez incluso un poco preocupada por mi
bienestar. En cambio, solo podía pensar en cómo iba a hacer que se quitara los jeans.

—Jesús, ¿en qué estabas pensando?

Y esto lo había dicho tres veces ya, tanto así como “no estabas pensando” y
“pudiste haber muerto”. Enloqueciendo. Sí, Jasper ha estado en un alboroto desde
que salió de la ducha y me vio despierta, sentada sobre la cama.

Creo que la realidad de lo que pasó finalmente lo golpeó y el alivio inicial de que
ambos estábamos vivos se había desplazado a la ira sobre cómo se hizo.

»En serio, Max. ¿Por qué? —Dejó de caminar para ponerse delante de mí; sus
brazos a los costados, las manos en puños—. ¿Y si no hubieras sido capaz de
despertar mi Ink? ¿Pensaste en eso? Cristo, ¿y si no pudieras...? joder, ni siquiera sé
qué mierda le hiciste a Drake, pero seguro que no fue curarlo.

—Hice lo contrario. Le quité la vida.

Me miró un segundo como si lo contemplara, y luego maldijo bajo su aliento.

—¿Puedes hacer eso?

—Bueno, pensé…

—Pensaste —gritó.

Me encogí de hombros. Tal vez no fue el gesto más inteligente cuando se estaba
tambaleando porque eso le molestó más.
»Tú, de buena gana, caminaste directo a los brazos de Drake, sola, con un plan
para despertar mi Ink, que por cierto, un Ink del que no sabes nada. Crees que puedes
manipular tu habilidad para hacer lo contrario, a un Scar antiguo híbrido. —Levantó
la voz en la parte de Scar antiguo híbrido —. Y luego te niegas a dejar un edificio en
llamas. Joder, Max. —Inclinó la cabeza y le oí rugir bajo en la parte posterior de su
garganta—. ¿Algo de eso suena sin sentido para ti?

—Tal vez. —Esa era mi respuesta más segura en este momento y había sido
riesgoso, pero lo volvería a hacer. Yo era una Scar, una luchadora y ya no iba a
esconderme.

Sabía que no había terminado todavía, así que esperé tranquilamente en el borde
de la cama mientras corría su mano por su cabello varias veces más. Jasper estaba
luchando mucho más que con lo que pasamos. Debía haber enfrentado situaciones
peores a través de los años en su línea de trabajo, pero éste era él teniendo que hacer
frente a todo lo que éramos ahora. Su pasado chocaba con lo sucedido. De casi perder
a alguien que le importa de nuevo.

Pero para lo que no estaba preparada era que caminara directamente hacia mí y
cayera de rodillas, sus manos agarrando mis caderas, su cabeza cayendo hacia
adelante para descansar en mi regazo. Dejé de respirar.

—No te irías. Jesús, jodidamente no te fuiste.

Puse mi mano sobre su cabello húmedo.

—Jasper...

—Max, todo sobre mí está arruinado y amargo y no te merezco. —Sus dedos se


apretaron en mis caderas y levantó la cabeza y se encontró con mis ojos—. Pero juro
que cada pieza dañada que me queda te pertenece.

Oh, Dios. Las lágrimas se agruparon y ahuequé el costado de su rostro.

—Jasper...

—Shh, no he terminado todavía, rayito de sol. —No había ninguna diversión en


él y su frente estaba surcada mientras mantenía sus ojos pegados a mí—. Tú eres las
estrellas que queman la oscuridad, Max. Así es como se siente cuando estoy contigo.
Como si estuviera iluminado por dentro con brillantes motas de luz. Y cuando te
toco, es como si hubiera agarrado una del cielo y la estuviera sosteniendo en mi
mano. Impecable. Brillante. Y malditamente hermosa. —Sus manos se deslizaron
por mis costados y la piel de gallina salpicó mi piel—. Quiero esto, nosotros. Para
dormirme con las estrellas en mis brazos. Entonces despertarme con el sol. No puedo
perderte nunca y lo que pasó... —Se acercó más y apretó sus labios en mi cuello, y
luego siguió un camino lento hasta mi barbilla hasta que su boca se cernió sobre mis
labios—. Te amo, Max.

Una lágrima resbaló por mi mejilla y la limpió con la almohadilla áspera de su


pulgar.

—Yo también te amo, Jasper.

Me besó ligeramente en los labios y cuando me incliné hacia él, queriendo más,
se apartó bruscamente.

—Bien, porque, bebé... —Su tono se endureció así como también su apretón en
mí—, arrojas mierda como esa otra vez... Te daré una paliza tan fuerte que no
caminarás durante días.

Arrastré mis dientes por encima de mi labio inferior mientras el innegable dolor
aumentó. Debe haber notado el ligero endurecimiento en mi cuerpo y mi sutil cambio
en la respiración porque sus cejas se levantaron.

—¿Te gusta eso, rayito de sol? ¿Eso te hace humedecer?

Oh, Dios. Me atraganté. Sí, me hizo humedecer y lo quería dentro de mí.

No, era más que eso. Quería vivir. Quería sentir todas las emociones que había
y quería hacerlo con Jasper.

Se puso de pie y me miró.

»Respóndeme, nena. ¿Estás húmeda en este momento?

Dudé y no debería haberlo hecho porque Jasper se aprovechó de mi falta de


voluntad para admitir que la idea de que me azotara me excitaba. Y él era rápido y
ágil como una pantera mientras saltaba por mí.

Hice un pequeño grito de niña y me fui a un lado, pateando mi pierna para


empujarlo en el pecho. Gruñó y aterrizó en el suelo sobre su espalda. Me miró, con
la boca abierta y ojos muy abiertos, sorprendido de que lograra esquivarlo. Mi ventaja
era que él no estaba en la mejor forma, pero eso no duraría mucho.

Pero ver a Jasper caer al suelo con esa expresión... era invaluable. Comencé a
reírme. No pude evitarlo. Y luego, una vez que comencé, no podía parar ya que el
desconocido sentimiento se apoderó de mí y no me dejó ir. Me dolía el pecho y me
mareé al inhalar cortas respiraciones de aire mientras reía.
Cuando finalmente encontré un poco de control y lo miré, mi risa se detuvo. Él
estaba en un codo sobre su costado, mirándome. Sus ojos grises suaves y llenos de...
afecto y asombro. Su voz era ronca y tenía esa sexy entonación escocés en ella
mientras decía:

»He querido eso desde el día que te conocí.

—¿Qué?

—Tu risa. Escucharte reír. Y es más hermoso de lo que jamás imaginé. —


Lentamente se levantó y caminó hacia mí.

—Pero me reía de ti.

Medio sonrió.

—Nena, haría cualquier cosa por oírte reírte así.

—¿Lo harías?

Sus cejas se levantaron.

—¿Qué tienes en mente, rayito de sol?

Lo pensé un segundo.

—¿Tú atado a la cama mientras yo te hago cosquillas implacablemente?

Resopló.

—No va a suceder. Nunca. Solo tú estarás atada, cariño.

Hice un mohín, pero eso me excitó totalmente. Se echó a reír antes de que se
inclinara y me recogiera en sus brazos y se montara de nuevo a la cama.

—Quiero oírlo de nuevo. Pero primero quiero oírte gritar mi nombre. —Mis ojos
se ensancharon de horror—. Y tenemos un problema que resolver. —Se sentó en el
borde de la cama y yo estaba a horcajadas en su regazo, rodillas en el colchón a cada
lado de él. Vi el deseo ardiendo en sus ojos y estaba bastante segura de que mis ojos
estaban haciendo lo mismo porque mi cuerpo ya estaba caliente y dolorido por él.

De repente, me encontré tendida sobre mi estómago sobre su rodilla, el trasero


en el aire.
—¡Jasper! —Me moví y retorcí, tratando de escapar, pero él me sostuvo
firmemente en su regazo, su brazo a través de mi espalda baja manteniéndome en el
lugar—. ¿Qué estás haciendo?

—La próxima vez, no pienses en mentir, nena. No sobre esto. No sobre lo que
te excita. —Me arrancó la camiseta y me bajó las bragas con un tirón afilado y luego
su mano me acariciaba el culo.

No podía parar el gemido de escapando por el suave toque mientras él acariciaba


la superficie.

—Puedo reír de nuevo. Déjame levantarme y me reiré.

—Creo que quieres más esto —dijo Jasper, su dedo deslizándose por la raya y
dentro de los pliegues que estaban manchados de humedad—. Sí, lo haces. Y, rayito
de sol... siempre te daré lo que necesitas.

Volví a intentar moverme para poder mirarlo, pero la dura palmada en la


superficie desnuda de mi trasero me hizo gritar y arquearme. Me dolió. Mierda, me
dolió. Jasper no estaba jugando. Bueno, sí, pero él estaba haciendo un punto y traté
de nuevo de escapar.

Nalgada.

Ardor. Dolor.

Nalgada.

Oh, Dios. Fue como una explosión de fuegos artificiales dentro de mí. Dolía
como el infierno, pero me prendió fuego. Me liberó. Me hizo querer chillar, gritar, y
pelear. Y lo hice. Luché contra él, pero fácilmente me sostuvo en mi sitio, mientras
sus manos bajaban sobre mi trasero varias veces más, y no fue agradable. Fue
realizado para hacerme gritar.

Y lo hice. Grité.

—Mieeeerda, Jasper.

—Eso es, cariño. —Y fue entonces cuando se detuvo y acarició el ardiente dolor,
suave y gentil, luego deslizó sus dedos por mi grieta hacia la humedad, y entonces...

Jadeé cuando sus dedos se condujeron dentro de mí, mis manos curvándose.
»Voy a hundir mi polla dentro de esto. —Empujó otro dedo dentro y luego
embistió dentro y fuera—. Y vas a decirme que nunca harás eso de nuevo. Nunca
arriesgarás tu vida así de nuevo.

Sabía lo que pasaría si me negaba, pero no mentiría. Porque lo haría de nuevo.

—No puedo hacer eso, Jasper.

Sacó sus dedos de mi humedad y luego su mano golpeó mi trasero de nuevo.


Sabía lo que venía y mi sexo se apretó. Pero el dolor no llegó sobre mi culo. En lugar
de eso, me volteó y me lanzó hacia atrás, así que aterricé sobre mi espalda, encima
del colchón.

Se puso de pie. Me apoyé sobre mis codos y lo observé cuidadosamente, mientras


él lentamente volteaba, subiéndose los jeans. ¿Subiéndose los pantalones? ¿Qué
demonios?

»¿Qué estás haciendo? —Gateé para ponerme de rodillas al borde de la cama—.


¿Qué sucede?

Se apresuró al baño, el mismo baño donde nos conocimos por primera vez, y
agarró su camiseta negra del mostrador, poniéndosela por encima de su cabeza. Solo
entonces, me miró y su expresión era tensa, firme.

—Sabes lo que hago, ¿verdad, Max? Sabes que me pagan por matar. —Asentí.
Sí, por supuesto que lo sabía—. Entonces, necesito que estés de acuerdo a nunca
hacer algo así de nuevo. Porque, a causa de mi mierda, las personas con las que lidio,
no te tendré persiguiéndome si un jodido pone sus manos sobre mí.

Ahora, estaba enojada y mi corazón palpitaba mientras me arrastraba fuera de


la cama.

—No puedes dictar que puedo y que no puedo hacer. Ya no me esconderé. Sé


cómo arreglármelas y por primera vez en mi vida, puedo vivir.

—¿Escuchaste lo que acabas de decir? Vivir, Max. Mierda, vivir.

Caminé hacia él. Estaba preparado, listo para mí, luciendo como una enorme
roca inamovible.

—Sí. Vivir. —Empujé mis manos hacia su pecho. Por supuesto que no tuvo
efecto y él permaneció sólido—. Vivir, Jasper. Así sea un día o mil años, quiero
vivir... contigo. Y si vas a continuar arriesgando tu vida, entonces puedes esperar
condenadamente bien que arriesgue la mía para conservarte.
Su expresión decidida se debilitó. Hubo un destello de sorpresa mientras sus ojos
se ampliaban brevemente, y entonces se entornaron de nuevo.

—No —dijo él. Pero la única palabra fue suave y ya no tenía la fuerza de la
decisión.

—No puedes protegerme simplemente encerrándome. —Apoyé mis manos


sobre su pecho, sintiendo su latido estable bajo mis palmas.

Tomó una profunda respiración.

—Te usarán contra mí.

Como a su hermana.

—Quizás. Pero no será tu culpa. Así como lo que le pasó a Beth no lo fue. —Su
mandíbula se tensó—. Jasper, ámame, protégeme, pero permíteme amarte y
protegerte también.

Pasó su mano a través de su cabello, sus ojos fijos en los míos.

—No puedo perderte.

—Entonces, sabes por qué estoy peleando contigo en esto. Yo tampoco puedo
perderte.

—A la mierda. —Giró y caminó hacia el tocador, tomando el teléfono. No tenía


idea de qué estaba haciendo o a quién llamaría en medio de nuestra conversación,
pero cuando puso el teléfono en su oído, me miró y era el confiado hombre decidido
que siempre se salía con la suya.

»No me envíen más trabajos —dijo al teléfono, entonces presionó terminar, sin
siquiera esperar una respuesta. Presionó varios números más y puso el teléfono de
regreso a su oído—. Guise... sí, estoy bien. Sí, ella también está bien... sí, lo haré...
dile a Holden que estoy con el Talde... mierda, ¿él está aquí? Bien, yo mismo le diré.
—Oí un abrupto “mierda, ya era hora” a través del teléfono, entonces Jasper presionó
terminar y lo lanzó sobre la cómoda.

Crucé mis brazos y las esquinas de mis labios se curvaron hacia arriba. Así era
como él planeaba ganar la discusión.

—¿No más trabajos?

Negó con la cabeza.


—Nop.

Vi una mirada de auto satisfacción en su rostro. Bastardo engreído.

—¿Y te unirás al Talde de tu hermano?

Asintió.

—Sip.

Y eso significaba que él tendría a Guise, Holden y a los otros que aún tenía por
conocer en el Talde. Me protegerían y, suponía, me detendrían de ir tras Jasper si
alguna vez se metía en problemas. La cosa era que... ahora él tenía un Talde para
defenderlo y protegerlo.

—No siempre vas a ganar cuando estemos en desacuerdo.

Ladeó una sonrisa.

—Sí, lo haré, cariño. Vete acostumbrando. —Caminó de regreso al baño y salió


con un pequeño y delgado paquete cuadrado, el cual rompió con su dientes para
abrirlo. Entonces, soltó el botón superior de sus jeans y bajó la cremallera.

Uní mis labios juntos y observé mientras se quitaba sus pantalones. Estaba
desnudo debajo, y ya duro. Me puse de pie, palpitando, mi respiración desigual
cuando se puso el condón.

»Y ahora, voy a follarte. Sobre la cama, rayito de sol.

Oh, yo quería follarlo. Dios, quería follarlo. Y aún estaba palpitando, dolorida
por él, pero Jasper no podía obtener lo que quería todo el tiempo y, a pesar de que
me perdería sexo caliente, tenía que probar un punto. Me dirigí hacia la puerta.

Casi llegué cuando su brazo me rodeó la cintura. Me jaló con fuerza hacia atrás,
contra su pecho y luego mis pies estaban fuera del suelo cuando me alzó y llevó a la
cama, mi cuerpo agitándose como un pez fuera del agua.

—Jasper, bájame.

Lo hizo. Me lanzó sobre la cama y, antes de que pudiera moverme un


centímetro, estuvo sobre mí, sus manos agarrando mis muñecas y fijándolas juntas
por encima de mi cabeza. No tenía ventaja mientras su peso me presionaba con
fuerza hacia el colchón.
Sus dientes atraparon el lóbulo de mi oreja y, entonces, su lengua lamió la
superficie mordida.

—Nunca trates de huir de mí. —Gimió cuando movió sus caderas y su polla
sobresalió en la parte inferior de mi muslo—. Siempre te atraparé. —Deslizó una
mano por la longitud de mis brazos estirados y luego a lo largo de mi cintura y hacia
mi cadera. Su respiración barrió contra mi nuca mientras hacía un camino de besos,
y daba diminutos mordiscos a mi piel—. Y no siempre te va a gustar cuando lo haga.
—Se movió a un lado y me hizo voltear, entonces estuvo encima de mí de nuevo.

No peleé con él. Estaba tan caliente y adolorida, era una tortura solo esperar que
pusiera su pene dentro de mí. Pero sabía que, si rogaba, me haría esperar. Le gustaba
el control. No, necesitaba el control y a mí me excitaba eso. Finalmente, podía dejarme
llevar y sabía que él me cuidaría.

»Joder, Max, amo cada parte de ti. Cada jodida parte. Incluso tu lado irracional
y terco. —Deslizó su mano entre nosotros, mientras bajaba su cabeza y su boca
tomaba la mía.

Suspiré bajo sus labios, nuestro beso incendiando las chispas cargadas entre
nosotros. Su mano sosteniendo mis muñecas encima de mi cabeza me soltaron, y
mis manos se movieron a su cabello, arrastrándolo más cerca, necesitándolo más
cerca.

Me arqueé cuando sus dedos hicieron círculos sobre mi sexo, y mis piernas
cayeron abiertas, más amplio, entonces rompí el beso, inclinando mi cabeza hacia
atrás, mis ojos cerrados mientras gemía:

—Dios, Jasper.

—No aún, princesa. —Su dedo se detuvo y gemí con frustración—. Siempre te
vendrás alrededor de mi polla o mi lengua. En este momento, será mi polla.

Pensé que estaba lista para él. Mierda, lo estaba, pero él era grande y se empujó
con fuerza dentro de mí, y dolía, pero diablos, también se sentía bien. Besó mi cuello,
el hueco de mi garganta y luego justo encima de mi pecho derecho.

—¿Estás bien con eso? —Tomó mi pezón en su boca y chupó, mientras sus
caderas se movían lentamente y con facilidad.

¿Qué? ¿De qué estaba hablando?

Me mordió y mi cuerpo entero se tensó.

—Auu.
Su lengua lamió la superficie sensible de mi pezón y oí la dulce succión de su
caliente boca sobre mí. Retrocedió.

—¿Estás bien con eso?

—¿Sí? —Aún no estaba segura qué estaba preguntando, pero diría cualquier cosa
para hacer que me follara más duro—. Jasper... por favor.

Salió a medias de mí, entonces embistió de regreso dentro y encontré su golpe


con mis caderas, así que nuestros cuerpos se azotaron juntos.

—Jesús. —Jasper envolvió su mano alrededor del cabello en mi nuca y me besó,


empujando repetidamente hasta que estaba palpitando y adolorida.

Curvé una pierna alrededor de su cintura y él agarró la otra, subiéndola sobre su


hombro y empujando más profundo. Entonces, me soltó, puso sus manos sobre la
cama, a cada lado de mí, y se movió más rápido y fuerte.

—Jasper —suspiré, la cima de mi orgasmo colgando en frente de mí y


manteniéndome en el limbo. Por algunos segundos, continuó empujando y entonces,
se tensó, e hizo un bajo gruñido profundo, enviándome sobre el borde. Grité su
nombre mientras cada parte de mí se tensaba y sacudía alrededor de él.

—Joder, cariño. Joder. —Sus caderas se sacudieron al frente varias veces más.

Me besó de nuevo y, esta vez, estuvo lleno con gentileza mientras sus labios me
amoldaban a él.

Y eso era, nosotros, amoldándonos al otro. Nosotros, volviéndonos uno.

No estábamos arreglados y ninguno de los dos pretendía estarlo. Me enamoré de


las partes rotas de Jasper y él de las mías.

Besó las esquinas de mis labios y, gentilmente, mordisqueó la punta de mi nariz


antes de retroceder. Lo sentí levantarse para deslizarse fuera de mí, pero rodeé su
espalda con mis brazos, manteniéndolo en su sitio.

—Quiero vivir contigo.

Sonrió.

—Cariño, no voy a dejarte ir. Podemos vivir donde sea que quieras.

—La casa en las montañas. Tu casa Jasper.

Se quedó quieto.
—¿Lo sabes?

Eventualmente, sabía que tendríamos la conversación de cómo yo lo sabía, pero


por ahora, esto era acerca de nosotros, teniendo una familia de nuevo.

—Jasper, es hora de que vayas a casa. Y quiero que me lleves contigo. Tú eres
mi hogar ahora, Jasper.

Su cabeza bajo al hueco de mi cuello y su boca estaba húmeda contra mi piel.


Esperé callada hasta que finalmente levantó su cabeza de nuevo, y entonces acunó el
lado de mi mejilla.

Sus ojos estaban cristalinos y su voz tembló cuando dijo:

—Sí, rayito de sol. Te llevaré a casa.


Nashoda Rose bestselling en New York Time y USA, quien vive en Toronto con
su diversidad de mascotas. Escribe romance contemporáneo con poquito de
oscuridad, o tal vez es una marejada.

Cuando no está escribiendo, la puedes encontrar sentada en un campo leyendo


con sus perros a su lado mientras sus caballos pastan cerca. Le encanta interactuar
con los lectores y charla sobre su adicción —libros.
Realizado sin fines de lucro para promover la lectura.
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