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La Inmaculada Concepción de Maria - Julia
La Inmaculada Concepción de Maria - Julia
LA INMACULADA CONCEPCION
1. In t r o d u c c ió n
233
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - l L B A ! ) im 0 de EI.K17.ALDE ~
2. L a In ma c ul a da Co n c e pc ió n
2. C a t e c is m o de la I g l e s ia C a t ó l ic a , n. 491.
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MASIA, m a d r e d el r edent or
235
J . L BASTER O DE E L E17AI.DE
3. Gal ot , J., Immaculée Conception, en, Maria, (Mano ir , H. Du), t. VU, pp. 50-53.
4. Cfr. San Ef r én, Himnos Nisebinos, edición Bickell, Leipzig-Brockhaus 1866, p. 112.
5. San Epif anio , Adv. haer., 79, 7, PG 42, 782B.
6. Cfr. San Gregorio Nac ianc eno , Sermo 3 8 , 12, PG 36,325.
7. Tal es el caso de San Basilio, San Juan Crisostomo, Anfiloquio de Iconio, San Cirilo
de Alejandría, etc.
8. Cal ero , A~M., María en el misterio de Cristo y d e là Iglesia, Madrid 1990, p. 183.
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MARIA, MADRE DEL REDENTOR
9. «lile virginitatem Mariae partas conditione dissolvit; tu ipsam Mariam diabolo nas-
centi conditione transcribís» (Sa n A g u s t ín , Opus imperfection adv. Julianum, IV. 122, PL 45,
1417). Julián sencillamente destaca con lógica que la exclusión de todo pecado en María
comporta también la exclusión del pecado original.
10. «Non transcribimus diabolo Mariam conditione nascendi, sed ideo quia ipsa conditio
solvitar gratia renascendi». Sa n A g u s t ín , Op. imp, adv. Jul. IV, 122, PL 45 1417-1418.
11. T e o t e k n o s d e L ib ia , Panégyrique pour la fête de l’A sssomption, 5, ed. de A. Wenger,
L'Assomption de la T. S. Vierge dans la tradition byzantine du VI au X siècle Paris 1955”
pp. 275 ss. ’ ’
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././.. BASTERO DE El.Ei/.ALDE
12. Consta por el canon de San Andrés de Creta la existencia de la fiesta de la concep-
ción de Ana. La primera homilía conocida de esta fiesta es de Juan de Eubea. El objeto de la
fiesta, por lo que se colige de las homilías, comprende tanto la concepción activa milagrosa en
el seno estéril de Ana, como la concepción pasiva de María, que se realiza con una santidad
que excluye toda mancha.
13. Pozo, C., María en la obra de la salvación, Madrid 1990, p. 304.
14. Sa n T e o d o r o E s t u d it a , H om il in Nativ. Deip., PG 96, 967.
15. Sa n T a r a s io , Homil. de Praesent. B. M. V., PG 98, 1481. 1489.
16. A r is t a r c h u s , Discursos y homilías de Focio, Constantinopla 1901, t. II, pp. 372-374.
17. J o r g e d e N ic o m e d ia , Homil. in Praesent., PG 100, 1453.
18. J u a n G e ó m e t r a , In Deip. Annuntiat., PG 106, 820.
19. P a s c a s io R a d b e r t o , D e partu Virginis, PL 120, 1371.
20. Sa n F u l b e r t o d e C h a r t r e s , In ortu Virginis, PL 141, 326.
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MARIA, MADRE DEL REDENTOR
21. Pedr o Lombar do , Com. in Sent. II, dist. 31, PL 192, 724.
22. San Ber nar do , Carta contra los canónigos de Lyon, PL 182, 332-336.
23. San Aeber t o Magno , In III Sent., dist. m , a. 4, en edit. Bor gnet , S. C. A. Overa
omnia, París 1894, t. XXVTU, pp. 46-47.
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XL. BASTERO DE ELEIZALDE
Las bases planteadas por San Anselmo sirvieron para superar las
explicaciones excesivamente materialistas de la transmisión del peca-
do original, y sus discípulos pudieron afirmar esta verdad.
F,admero (f 1124) defiende con sólidos argumentos que María
fue concebida sin mancha de pecado2728*. Distingue entre la concep-
ción activa y la pasiva y dice que, si en la concepción de María hubo
algún influjo del pecado original, fue en los padres (concepción
activa), no en María (concepción pasiva), que fue preservada del
pecado cometido por otros. De hecho se trata de mostrar el momen-
to en que se interrumpe la cadena de pecado de la humanidad.
Hay en toda persona que comienza una radical novedad con
respecto a los padres y, al mismo tiempo, esa persona viene al ser a
través de la herencia de ellos. Así, mientras que la concepción activa
implica continuidad, la concepción pasiva es el comienzo de un
nuevo ser, y es precisamente en esta novedad donde se puede encon-
trar la ruptura con la larga cadena del pecado.
Así pues, —prosigue Eadmero en su argumentación— Dios pudo
hacer nacer algo realmente nuevo en las espinas de la carne. Ahora
bien, si ha podido y ha querido, lo ha hecho2S. El argumento hará
fortuna con Duns Escoto y a partir de él será umversalmente utiliza-
do en la defensa de la inmaculada. Para mostrar que Dios no sólo
ha podido hacer Inmaculada a Santa María, sino que ha querido,
Eadmero presenta diversos argumentos para mostrar cuán convenien-
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MARIA, MADRE DEL REDENTOR
te era que Dios quisiese hacer Inmaculada a la que iba a ser Madre
de su H ijo29.
Se hace notar frecuentemente —y es de gran importancia— que
Eadmero no habría podido tomar esta postura de defensa de la
Inmaculada Concepción frente a la mayor parte de los teólogos de
su tiempo, si no hubiese tenido, además, la convicción de que Dios
comunica su verdad en la humildad y pequenez de los sencillos, que
celebraban la fiesta de la Inmaculada movidos por el afecto de la
piedad y de la sincera devoción hacia la Madre de Dios y que se
sentían ofendidos cuando oían decir que María fue mancillada por
el pecado. En efecto, en el tema de la Inmaculada Concepción, la
liturgia y la fe popular fueron muy por delante de la teología docta,
sirviendo de guía. En su defensa de la Inmaculada, Eadmero puede
calificarse como el primer teólogo del medioevo que presta su fuerza
argumentativa a esta creencia popular30. Y lo hizo con vigor v sa-
biduría.
La segunda objeción contra la Inmaculada Concepción fue re-
suelta por la escuela franciscana, al formular la redención preservati-
vo.. Guillermo de Ware ( t 1300), maestro de Duns Escoto en Oxford,
niega que María haya contraído el pecado original, ya que fue pre-
servada. Y esta preservación se debe a los méritos de la pasión de
Cristo31.
Duns Escoto es quien expone armónicamente toda la doctrina
inmaculista32. En sus lecciones de Oxford presentó como probable la
opinión favorable a la Inmaculada Concepción; en las de París la
presentó como posible. En estas lecciones, Escoto presenta su opi-
nión con verdadera m odestia33.
Es claro, sin embargo, que Duns Escoto se inclina decididamen-
te por la opinión favorable a la Inmaculada Concepción. «Sus méri-
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-------------------------- -- -------------------------TL rm S T ERQ- m EtEIZALBE - ------------------------
37. Además de la cita 28 de este capítulo, cfr. Eadmer o , D e quatuor virtutibus quae
fuerunt in Beata Maria, PL 159, 584. lAnu líio l
38. Cfr. Duns Escot o , In III Sent., dist. 3, q. 1, n. 5 (edi. Vives, vol. XTV, p. 160b-161a).
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MARIA, MADRE DEL REDENTOR
ÍÍ^NSI’. ^ ’ Cfr- S o n , G , Stona dei dogmi mariani, Roma 1981, pp. 300-302.
40. Cfr. Pér ez , N., La Inmaculada y España, Santander 1954.
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-------------------------------------------------------------------------------------- j:irMSTEK0VEELEIZALDE
41 Bulas Cum praeexcelsa (D 1425) y Grave nimis (D 1426). Para este tema cfr. La ur e n -
t in ,
R., L ’action du Saint Siège p ar rapport au problème de l ’I nmaculée Conception, Act. Congr.
Mar. Roma 1954, t. Il, pp. 1-98.
42. D 1516.
43. D 2015.
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MARIA, MADRE DEL REDENTOR
44. D 2803.
C’ T 10 ° bm de la salvación> o.c., p. 310. N o queda definido que
Mana haya sido preservada de las consecuencias del pecado original, como, por ejemplo del
í! S n L n e i!a muert%.d® f 111181110 Salvador quiso estar exento, por solidaridad con
el genero humano (Heb 4 15). Igualmente, del hecho que la Virgen no haya tenido pecado
original no se infiere que Dios le haya concedido los dones preternaturales,
ir ' 6'u w Bí a defimíon!1 tampoco aclara la controversia del «débito». Escoto afirmaba que
Mana habna sido enemiga de Dios, si no hubiera sido preservada. Es decir, para este teólogo
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J.L. BASTERO DÉ ELEIZÁLDE
3. F u n d a m e n t a c ió n E s c r t t u r ís t ic a
M ana habría sido enemiga de Dios, si no hubiera sido preservada. Es decir, para este teolo^o
y para todos sus seguidores, María habría contraído el pecado ongmal si Dios no la preserva
de él- por tanto la Virgen estaba dentro de la ley de la transmisión del pecado ongmal, pero
foe ¿ z mida de esa le /p o r una gracia y privilegio singular de Dios. En tanto que los teotogos
que no admiten el «débito» en María, sostienen que la Virgen no estaba incluida en la ley de
la transmisión del pecado original. Cfr. Pozo, C., María en la obra de la salvación, o.c., p. 31 .
47. Pabl o VI, Credo del Pueblo de Dios, n. 14. „ ,. . . . .
48 El argumento bíblico no se presenta separado, smo englobado en la Tradición, mas
aún, se introduce «donde se habla de los Padres y escritores eclesiásticos que mterpretm la
Escritura. Por tanto, la Biblia no se separa nunca de la lectura que de ella ha hecho la Iglesia»,
Ser r a , A., Inmaculada, en N.D.M. p. 920.
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í ' MARIA, MADRE DEL REDENTOR
4. M a r ía , l i b r e d e l «f o m e s p e c c a t i »
5. M a r ía , l i b r e d e t o d o p e c a d o p e r s o n a l
49. D 1520.
50. Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8, D.M. 269.
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------------------------------------------------------- J L HÁm;R0 D¡iPj,i-;r/.AiJ)i:
Madre de Dios si hubiera pecado alguna vez; y esto por tres razones:
1. a) porque el honor de los padres redunda en los hijos, y a la
inversa, la ignominia de la madre hubiera redundado en el Hijo;
2. a) porque María tuvo una especial afinidad con Cristo, que
tomó carne de Ella;
3. a) porque el hijo de Dios, que es la Sabiduría de Dios, habitó
en Ella de una manera singular; no sólo en el alma, sino también en
sus entrañas51. .
El Concilio de Trento enseña que Dios concede gracia suficiente
a todos los justos para observar los preceptos divinos52. Aunque
caigan en pecados leves y cotidianos —pecados veniales—, no por
eso dejan de ser justos. Aquí, por tanto, no se trata de plantear si la
Virgen cometió pecados mortales —porque es patente que no los
cometió—, sino de saber si también se vio libre de los pecados
veniales que pueden cometer los justos.
La Virgen María fue inmune toda su vida de cualquier pecado
venial, por especial privilegio de Dios. No cometió pecado alguno, ni
mortal, ni venial. Dice Trento: «Si alguno dijere que el hombre, una
vez justificado... podría evitar todos los pecados durante su vida
entera, aun los veniales, sin especial privilegio, como de la Virgen lo
sostiene la Iglesia, sea anatem a»53. San Pío V enseña que en María
no hubo pecado actual54. Pío IX afirma que fue limpia de todo
pecado, y libre de toda mancha en el cuerpo, el alma y el enten-
dimiento S5. , . ,
La misma idea es subrayada por Pío XII: «María —dice— esta
inmune de toda mancha, ya personal, ya hereditaria»56 y «jamás se
alejó ni siquiera mínimamente de los preceptos y de los ejemplos de
su divino H ijo»57, de tal manera que «allí donde está María, no está
Satanás»58. .
El Concilio Vaticano II ha reiterado la misma doctrina, al decir
que enriquecida desde el primer instante de su concepción con el
resplandor de una santidad enteramente singular59.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que «María ha perma-
necido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida»60.
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' MARIA, MADRE DEL REDENTOR
6. La s a n t id a d d e M a r ía
7. La s v ir t u d e s d e M a r ía
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------------- ------------------------------------------ J.I.. BASTERO DE ELF.17.A1.DE
hay que decir que las virtudes infusas —teologales y morales— flo-
recieron en Fila no conforme a la común medida, sino en sumo
grado y con cierta eminencia especial.
Con respecto a otras gracias, denominadas técnicamente caris-
m a s63,46 habría que concluir que «tuvo todo cuanto convenía a su
condición» M.
D e todas formas, esta perfección en las virtudes y en los caris-
mas, que le hace ser la criatura más perfecta salida de las manos de
Dios, no nos debe hacer olvidar que Ella vivió una existencia plena-
mente humana, corriente y normal, a los ojos de los demás. «Si Dios
quiso ensalzar a su Madre, es igualmente cierto que durante su vida
terrena no fueron ahorrados a María ni la experiencia del dolor, ni
el cansancio del trabajo, ni el claroscuro de la fe» 65.
Bibliografía
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So c ié t é Fr a n ç a is e d ’E t u d e s Ma r ia l e s , EtMar 5 (1947).
63. Por carisma se entiende la gracia datis data, que no pertenece al desarrollo normal
de la vida sobrenatural y que más bien es para provecho de los demás que para el propio
provecho (por ejemplo: el carisma de profecía, el hablar lenguas, hacer milagros, etc.).
64. Sant o Tomás, S. Th., 3, q. 27, a. 5, ad 3.
65. Escrt vá de Bal aguer , J., E s Cristo que pasa, Madrid 1989, n. 172.
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