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¿ Qué es la probabilidad?

El término probabilidad proviene de lo probable, o sea, de aquello


que es más posible que ocurra, y se entiende como el mayor o
menor grado de posibilidad de que un evento aleatorio ocurra,
expresado en una cifra entre 1 (posibilidad total) y 0 (imposibilidad
absoluta), o bien en porcentajes entre el 100% o el 0%,
respectivamente.
Para obtener la probabilidad de un suceso, generalmente se
determina la frecuencia con la que ocurre (en experimentos
aleatorios bajo condiciones estables), y se procede a realizar
cálculos teóricos.
Para ello se sigue lo establecido por la Teoría de la probabilidad,
una rama de las matemáticas dedicada al estudio de la
probabilidad. Esta disciplina es largamente empleada por
otras ciencias naturales y sociales como disciplina auxiliar, ya que
les permite manejar escenarios posibles en base a generalizaciones.
El origen de la probabilidad reside en la necesidad del ser humano
de anticiparse a los hechos, y de predecir en cierta medida el
futuro. Así, en su empeño por percibir patrones y conexiones en
la realidad, se enfrentó constantemente al azar, o sea, a lo que
carece de orden.
Las primeras consideraciones formales sobre esta materia
provienen del siglo XVII, específicamente de la correspondencia
entre Pierre de Fermat y Blaise Pascal en 1654, o de los estudios de
Christiaan Huygens en 1657 y de la Kybeia de Juan Caramuel en
1649, texto hoy en día perdido.
La probabilidad es la posibilidad que existe entre varias posibilidades, que un hecho o condición
se produzcan. La probabilidad, entonces, mide la frecuencia con la cual se obtiene un resultado en
oportunidad de la realización de un experimento sobre el cual se conocen todos los resultados
posibles gracias a las condiciones de estabilidad que el contexto supone de antemano.
El estudio científico de la probabilidad, a diferencia de lo que ha ocurrido con otras cuestiones matemáticas
(porque obviamente ambas disciplinas están estrechamente vinculadas entre sí), no resulta ser una
preocupación que se remonta a la antigüedad, por ejemplo, tiempos en los que la mayoría de los grandes
pensadores ocupaban aparentemente sus pensamientos en otras cuestiones más determinantes para esa
época. Entonces, el estudio y la profundización acerca de la cuestión de la probabilidad, se puede decir que
es más bien un acontecimiento moderno.

La gran aliada de la probabilidad es la llamada teoría de la probabilidad, ya que gracias a lo que esta


postula y sostiene, es que los seres humanos podemos anticiparnos a que algunos sucesos potenciales
ocurran finalmente. La mencionada teoría es muy utilizada y consultada por disciplinas como ser
la estadística, la filosofía, las matemáticas y la ciencia, para sacar conclusiones respecto de los sucesos
potenciales que las ocupan.
La teoría de la probabilidad es un modelo matemático que se ocupa de analizar los fenómenos
aleatorios; esto implica la contraposición respecto de los fenómenos ya determinados, que son aquellos
en los cuales el resultado del experimento que se realiza, atendiendo a determinadas condiciones, produce
un resultado único y previsible, que se repetirá la cantidad de veces que éste vuelva a hacerse, siempre y
cuando se respeten las mismas condiciones.
Por ejemplo, el agua que se calienta a 100 grados Celsius a nivel del mar se convierte en vapor: éste es
un fenómeno ya determinado. En tanto, los aleatorios, que son de los que se ocupa la teoría de la
probabilidad, podrán realizarse miles de veces bajo las mismas circunstancias pero siempre tendrán como
resultado un variado conjunto de alternativas. Un clarísimo ejemplo resulta ser las diversas
posibilidades y combinaciones que permite el lanzamiento de dados cuando se está jugando a la
generala.
Quizá esto que les expuse suene bastante abstracto para nuestra vida cotidiana; sin embargo, la
probabilidad está absolutamente inmersa en nuestro día a día como parte integrante de una
sociedad y comunidad determinada, ya que en el análisis de riesgos y en el comercio de
materias primas, la probabilidad, tiene una incidencia y una importancia vital.
Por citar tan sólo un ejemplo, pero que resulta bien gráfico, la mayoría de los gobiernos, alguna vez, han
echado mano de los métodos probabilísticos, para atender a un futuro escenario en el cual el bienestar de
su población puede entrar en serio riesgo. Las cuestiones inherentes al cuidado del medio ambiente o la
propensión a los ataques exteriores que pueden recibirse de alguna nación vecina, pueden ser el objeto
de una medición probabilística en algún momento. En este sentido, la aplicación de los modelos
informáticos ha permitido, en el marco de políticas sensatas y a largo plazo, incluir las variables más
insospechadas en el cálculo de la probabilidad de una acontecimiento. Por ejemplo, cuando se planifica el
resultado de una cosecha, suelen considerarse en el razonamiento de las probabilidades la superficie a
sembrar, el tipo de semilla, la cantidad de trabajadores, las condiciones de riego... sin embargo, mediante
las computadores actuales, pueden incluirse verdaderos imponderables, como largas sequías o, por el
contrario, anegamientos e inundaciones.
En este contexto, surge la moderna idea, muy aplicada por distintas ciencias, de igualar la idea de
probabilidad con el concepto de riesgo. Esto nos puede parecer tremendista, pero resulta ser un
fenómeno de utilización muy común en la medicina. Así, sabemos que si una persona es fumadora, tiene el
colesterol elevado y no realiza actividad física tiene una mayor probabilidad (o sea, un mayor riesgo) de
sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular. Mediante la aplicación de la teoría de la
probabilidad, sabremos que es necesario invertir un gran esfuerzo en combatir el tabaquismo y promover
una vida sana para reducir la tasa de problemas cardíacos y evitar complicaciones en salud a largo plazo.
Vemos así que la idea de probabilidad forma parte del día a día, desde el simple hecho de cruzar una calle
y definir sus riesgos, hasta el complejo diseño de un viaje por el espacio.

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