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CONTROVERSIAS FICTICIAS según el criterio de verificabilidad de Ayer:

 “El mundo de la experiencia sensible es irreal”


 La cuestión metafísica entre monistas y pluralistas sobre la cantidad de sustancias.
 La faz metafísica de la controversia entre realistas e idealistas en el cual no hay un
procedimiento que pueda probar satisfactoria mente la primacia del concepto de real o de
ideal con referencia a un determinado concepto. Ejemplo: Cuadro de Goya en pàg 48 de
Lenguaje, Verdad y Lógica. Sin embargo si esto se enfoca desde el punto de vista de las
proposiciones existenciales involucra un problema lógico que ya no es ficticio sino factible
de ser resuelto de manera definitiva

Para Ayer el propósito de la filosofía no tiene nada que ver con la metafsica y es posible
encontrar un método adecuado para afrontar sus problemas reales que no tienen nada
que ver con los que tradicionalmente se han planteado los filósofos. Además sostiene que
la mayoría de los “grandes filósofos” no fueron esencialmente metafísicos.
Las proposiciones metafísicas que conforman un sistema filosófico son sentencias que
intentan expresar una proposición genuina, pero que de hecho no expresa ni una
tautología ni una hipótesis empírica (las cuales componen la totalidad de la clase de las
proposiciones significativas). De acuerdo con esta definición Ayer concluye que las
proposiciones metafísicas carecen de sentido y se propone mostrar por qué vía se ha
llegado a formularlas. Para ello Ayer toma como ejemplo el término SUSTANCIA: este
autor considera que como en nuestro lenguaje no podemos referirnos a las propiedades
sensibles de una cosa sin introducir una palabra o frase que “parezca representar” la cosa
misma frente todo lo que se pueda predicar de ella algunos filósofos se dejan atrapar por
la “superstición primitiva” de que a cada nombre corresponde una única entidad real. Pero
Ayer advierte que del hecho de que utilicemos esa única palabra como sujeto gramatical
de las sentencias en las cuales nos referimos a la apariencia sensible de la cosa en cuestión
no se desprende que sea una entidad simple diferente a la totalidad de sus propiedades. Y
no se desprende porque no se trata màs que de un “accidente del uso linguìstico” que el
metafísico toma por la verdad.

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