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BENEMÉRITA Y CENTENARIA ESCUELA NORMAL

DEL ESTADO
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN
ESPECIAL
INTRODUCCIÓN:
Una de las características básicas de nuestra sociedad, es la diversidad. Dentro de este
sistema tan complejo se vislumbra la pluralidad, en tradiciones, culturas, lenguas,
formas de organización, creencias, valores que interaccionan entre sí.

En el transcurso de los años nos percatamos que el proceso de globalización ha


contribuido a revitalizar e incrementar la diversidad.

Actualmente no podemos limitar nuestro concepto de diversidad al plano de etnias,


religiones o lenguas, la variedad está presente en cualquier ámbito.

La realidad a la que aludimos cuando nos referimos a la diversidad suele ser una noción
que refleja una multiplicidad de significados e intereses.

DIVERSIDAD EN EL CONTEXTO ESCOLAR:


El término de diversidad como etnoeducación se asocia a:

Multiculturalismo

• Interculturalidad

• Coeducación

• Minorías étnicas

• Minorías religiosas

• Minorías sexuales

• Necesidades educativas especiales

Nos enfrentamos a un concepto polisenso, que en sí mismo encierra diferentes


realidades, matices e implicaciones.

Hablamos desde la perspectiva de un macrosistema, para abordar con facilidad la


diversidad en el aula.

Entonces, entenderemos por diversidad a todos aquellos elementos que hacen distinta y
peculiar la cultura en la sociedad, y se manifiesta de distintos modos en la llamada,
cultura escolar.

Sin embargo, en la actualidad nos enfrentamos a la difícil realidad de que apenas


estamos eliminando los esquemas tradicionales en el que prevalece la memorización
mecánica de definiciones, la verticalidad en la relación maestro/estudiante, la
homogeneidad y la ausencia de espíritu crítico.
Por lo general, el docente se limita a cumplir un programa académico, sin utilizar la
libertad que tiene para desenvolverse dentro de los programas curriculares debido al
hábito persistente de reproducir los libros de texto.

En otras palabras, el maestro se circunscribe a reproducir como una receta los


contenidos, esperando que el alumno los interiorice y luego se los “recite” al pie de la
letra.

Esta reflexión sobre cómo se lleva a cabo el proceso de enseñanza aprendizaje, nos
incita a cuestionarnos de que manera se evalúa, nuevamente se aprecian algunas
deficiencias, llegamos a la conclusión de que no son los más adecuados, en
consecuencia, el alumno estudia solamente para obtener una nota, pseudomotivado a
través de la presión externa ejercida por el profesor.

Viendo esta panorámica, la diversidad se convierte en un reto pedagógico que implica


todas las dimensiones del proceso educativo.

Educar para la diversidad, es intentar desarrollar aptitudes y comportamientos


cooperativos, solidarios y plurales, propiciar pautas de aprendizaje en la que
intervengan todos los implicados en un proceso educativo independientemente de su
sexo, raza o cultura, convirtiéndose en un principio y una meta, pero también en un
camino y un proceso. (Sáez Carreras, 1997:30)

El ideal sería partir de la situación real de un alumno y alumna, considerar los intereses
con los que estos interpretan la realidad, percibir las expectativas sociales que se
generan en torno a las funciones que cumple o debe cumplir la educación, y, respetar los
ritmos y estilos de los que aprenden, detectando en definitiva las preconcepciones desde
donde parten los alumnos y alumnas.

La existencia de la heterogeneidad debiera ser la primera de las premisas o diagnósticos


de los que deberíamos partir.

DIVERSIDAD Y DISCRIMINACIÓN

Estamos conscientes de que en muchas ocasiones la diversidad conduce a la


discriminación.

Es importante aclarar estos dos términos.

La diversidad, nos hace tomar conciencia que no se puede llevar un proceso pedagógico
pensando en un grupo homogéneo, donde todos deben, necesariamente, aprender lo
mismo, en cantidad y calidad.
Distinta es la discriminación, la que, según el Diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua, es equivalente a distinguir y a separar. Según Abraham
Magendzo y Patricio Donoso, la capacidad de discriminar ha sido estimada como una
habilidad importante del intelecto. Nos dicen: “El mundo se volvería enteramente
caótico si no tuviéramos la capacidad de distinguir una cosa de otra.” (2000:14)

Agregan además que se discrimina cuando se hacen distinciones, exclusiones,


restricciones o preferencias con el propósito de menoscabar o anular los derechos
fundamentales de las personas.

Dentro de una sociedad, no solamente podemos ubicarnos en el plano de las víctimas


de discriminación, sino que en ocasiones también hemos sido los victimarios.

Debemos entonces comenzar por reconocer en nosotros mismos actitudes de


discriminación, lo que nos permitirá dar pauta al cambio, y hacer lo posible por
evitarlas.

La Declaración Fundamental de los Derechos Humanos (1948), al sostener como


premisa fundamental que todos los humanos, hombres y mujeres, no importando el
contexto en que viven en el mundo, nacen libres e iguales en dignidad y derechos, está
sentando las bases por un lado para rechazar y erradicar todo tipo de discriminación, y,
por el otro, para salir en la defensa de cualquier manifestación discriminatoria.

“ESCUCHAR” LA HETEROGENEIDAD

En un aula de 40 alumnos es posible reconocer 40 estilos, modalidades de aprendizaje,


intereses, vocaciones diferentes: las de los estudiantes y las del docente que trabaja en
ellas.

Tener la errónea creencia de que las actividades que les ponemos a los estudiantes son
comprendidas por todos por igual, generan el mismo tipo de expectativas o provocan en
todos el mismo deseo es desconocer la vital, cambiante y compleja naturaleza humana.

FAVORECIENDO LA HETEROGENEIDAD 

Desde las narrativas de los profesores

La narrativa ocupa un lugar imprescindible entre las tareas que desempeñan los
docentes. La estructura narrativa es la característica de las explicaciones de la historia,
la filosofía, la ciencia política o de las biografías, relatos de casos y de tantas otras
alternativas con las que los docentes cubren un amplio espectro del curriculum escolar.

Es probable encontrar formas narrativas en todas las disciplinas. En algunas ocupando


un lugar central y, en otras, formando parte de las explicaciones en tanto se intercalan
en los recuerdos, las bromas, los ejemplos. Se trata de un proceso oral y expresivo que
se presenta en el estilo de la conversación.

La narrativa constituye una manera de conocer pero también de organizar y comunicar


las experiencias.

La participación de los estudiantes en las actividades que se despliegan a partir de las


narrativas nos permitiría identificar los intereses diferentes por las preguntas que a partir
de los relatos o narraciones pueden formular. Tratar de entender la pregunta, contestarla
y analizar su sentido nos permitiría identificar la naturaleza dispar de los intereses,
preocupaciones o dificultades de cada uno. Además, es posible que los estudiantes
intervengan incorporando sus propios relatos, experiencias o anécdotas generando en la
clase una conversación animada cuya característica sustantiva es su diversidad. Se
instalaría así un clima de conversación grupal, a la par que se reconocen las diferencias,
se conforma un grupo animado en el que se privilegia la escucha y se anima el
intercambio y el diálogo.

La observación o cuando la heterogeneidad es condición de aprendizaje

Presentar objetos y situaciones para que se observen y se analicen constituye una


actividad que se despliega con frecuencia en la enseñanza.

Las capacidades de observación difieren y se educan pero una de las maneras claves del
aprendizaje de la observación consiste en el reconocimiento de los relatos personales de
lo captado u observado. De esta manera el reconocimiento de las dimensiones
visualizadas y comprendidas por otro constituye un material que educa para aprender a
ver. Detener el tiempo de observación, ver la totalidad o ver las partes, conjeturar,
establecer las dimensiones de lo observado constituye una actividad individual que
alimenta a cada uno al reconocer diferencias y sutilezas.           

Leer la escritura

En la clase de todos los niveles de la enseñanza deberíamos proponer a los estudiantes


la realización de relatos, a modos de ensayo, de los diferentes temas o problemas en
estudio. Si cada alumno escribiera uno y lo intercambiara con al menos otros tres que lo
leyeran, escribiendo las preguntas que el ensayo les sugiere, comentarios o
señalamientos sobre sus fortalezas o debilidades, es probable que el relato pueda ser
mejorado por su autor. Es así como las perspectivas personales constituyen un motor
indispensable para el mejoramiento de la escritura que luego podrá contemplar también
la sugerencia o las preguntas del maestro o  profesor.
 

Problemas y soluciones

La formulación de un problema, más de una vez, requiere que los estudiantes realicen
preguntas para aclarar lo que para ellos constituye una situación confusa. Cada
pregunta, que muy probablemente arroje las necesidades individuales de aclaración,
ayuda al conjunto para visualizar la situación que se deberá resolver. La resolución del
problema es el mayor desafío cognitivo. Es posible que mostremos a los estudiantes las
diferencias que encaran los recorridos alternativos y también es interesante una vez
resuelto que mostremos el valor de los diferentes recorridos. Sólo en el reconocimiento
de los recorridos cada estudiante aprende el valor de uno u otro camino, entiende su
modo de razonamiento y las razones por las que eligió una alternativa. Se trata de un
aprendizaje valioso si como docentes fuimos capaces de alentar las diferencias y no
estereotipamos las búsquedas.

Promover las diferencias

Al proponer una actividad con el objeto de favorecer el proceso constructivo podríamos


permitir que cada estudiante decida cuál es la actividad que prefiere entre varias
posibles. Para ello, podremos escribir fichas que indican actividades alternativas,
algunas grupales y otras individuales, otras que incluyan representaciones diferentes,
análisis de casos o situaciones, resolución de problemas, ensayos, etc. La variedad de
alternativas ayuda para que cada estudiante cumpla con la tarea pero también reconozca
la que resulta en un determinado momento, más placentera, adecuada a sus intereses o
más desafiante. Podremos explicitar los criterios que subyacen a las diferentes
actividades, mostrar los desafíos diferentes que implican y colaborar para que las
elecciones sean diferentes entre una y otra vez.     

La evaluación de los diferentes

Una evaluación respetuosa y pertinente de las diferencias probablemente podrá señalar


los mínimos requeridos para la aprobación y hacer hincapié en la valoración de las
variantes. Se trata de señalar el valor de respetar las características personales, las
inclinaciones y la calidad de los productos personales en los que se valoriza el esfuerzo
y el compromiso con la tarea efectuada. Valorar las diferencias implica hacer de la
evaluación un acto natural y no forzado, ayudar a que cada estudiante comprenda el
significado de lo realizado y cómo avanzar para lograr que la próxima producción sea
más satisfactoria para él. 

En síntesis, la heterogeneidad, su conciencia y su estímulo son claves para el


crecimiento de los grupos en los salones de clase. Sólo una clara perspectiva que
alimente la diversidad podrá generar una plataforma enriquecida para la vida cotidiana
del aula.

CONCLUSIÓN:
En lo que respecta a nuestra labor como docentes, la diversidad y heterogeneidad en el
contexto escolar, debe ser entendida como un enriquecimiento de aprendizajes,
especialmente en la relación con los valores y actitudes.

Debemos de eliminar esas concepciones arraigadas de que la homogeneidad “nos


facilita el trabajo y requiere menos inversión de tiempo”, si continuamos con estas
ideas, se verán reflejadas importantes repercusiones y será un patrón que se seguirá
repitiendo de generación en generación, es necesario reflexionar que el ámbito
educativo tiene proyección e influencia en otros contextos, así que empecemos a
cambiar y a aprovechar las potencialidades educativas que pueden aportar las
diferencias.

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