Está en la página 1de 2

AMOR EN LA CUARENTENA

Él y yo. Él en su apartamento y yo en el mío, edificios contiguos, wassap y


mensajes a tutiplén, estaba cantado, tuvimos que encontrarnos. Por las noches
quedábamos en mi portal o en el suyo, dábamos cortos paseos en la oscuridad
(cortos y en la oscuridad porque estaba prohibido).

Cuarentena por pandemia, nadie en la calle, la policía pasando a cada rato,


algún vecino vigilando en su balcón. Hablábamos sin parar, reíamos, nos
mirábamos, nos deseábamos, aún sin atrevernos a ir a su casa o a la mía, todo
muy tradicional como corresponde a dos personas ya no tan jóvenes.

Pero un día dimos el paso, a propósito de una avería en mi calentador que


empezó a manar agua y no había manera de pararlo. Lo llamé y estuvimos
recogiendo el agua toda la noche. Lo organizó todo, limpió el suelo, me fregó
los platos que se amontonaban en el fregadero y ya de madrugada nos
acostamos.

Después vinieron otras noches y otras madrugadas, nos amamos. Se desvivía


por mí y yo por él, todo hay que decirlo. Me compraba comida, cervezas,
güisqui y cosas así. Nos enamoramos. Estábamos solos y perdidos en un
pueblo de la costa y no hubo remedio.

Pero acabó la cuarentena y volvimos a la vida, a la otra vida. Él empezó a


cambiar no hacia mí sino él mismo, estaba más guapo, también más cansado,
me animaba a viajar (yo sola, claro). Se volvió más atento, si cabe, más
protector, más cariñoso, más de todo. Y una que ya está curtida en mil batallas
empezó a sospechar ( los regalos de la culpa, decía yo ). El culpable de
infidelidad tiene casi siempre la necesidad imperiosa de cuidar y proteger a la
persona agraviada para así poder justificarse ante su propia conciencia.

Yo, finalmente, viajé pero hablábamos mucho, nos peleábamos por tontunas,
hasta que una vez me dijo que cuando pensara volver le avisara con dos días
de antelación (sic). Ahí se encendieron todas las alarmas.

Finalmente volví, lo vi raro, y la segunda noche ya no quiso quedarse conmigo.


Supe enseguida que no era la única en su cama y empezó la crisis: gritos,
peleas, borracheras, mensajes crispados, insultos y celos.

Por fin ayer me dijo que lo nuestro se ha terminado, que nos estamos
destrozando y que no somos compatibles. Y lleva razón.
. Hoy le he mandado un último mensaje diciéndole que lo noble cuando alguien
quiere cortar una relación es explicar las cosas con claridad y con verdad.
Poner una excusa y culpar al otro, eso… tiene otro nombre. No me ha
contestado.
Él sigue manteniendo que todo son imaginaciones mías, como corresponde a
un buen canalla.
Camino Meca.

También podría gustarte