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En la primera parte del versículo 10, “Porque todos los que dependen
de las obras de la ley están bajo maldición”, el apóstol Pablo se estaba
refiriendo a quienes erróneamente enseñaban que la salvación podía
ganarse al guardar la ley de Dios. Equivocadamente, estas personas
creían que los seres humanos eran capaces de obedecer cada
mandamiento perfectamente, pero la realidad es que ningún ser
humano ha sido capaz de hacer esto por sí mismo. Exceptuando a
Cristo, quien pudo resistir al pecado por el poder de Dios, todos los
seres humanos han pecado (Romanos 3:23). Pero esto no significa que
no debamos arrepentirnos por infringir la ley de Dios y luchar por
obedecerla, pues Dios espera que guardemos sus mandamientos y
sigamos el ejemplo de Cristo con la ayuda del Espíritu Santo. El
arrepentimiento, la fe en Jesucristo y el bautismo son prueba de que
deseamos obedecer a Dios y, además, corresponden a los pasos
necesarios para recibir el regalo de la salvación (Hechos 2:38; 8:37).