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Tras enterarse de que uno de sus dos viejos amigos, que eran hermanos, estaba enfermo,
el protagonista decide visitarle. El resultado inicial fue vano pues el enfermo se había
recuperado y estaba asumiendo un puesto oficial. El otro hermano que sí estaba, le
muestra su diario como prueba de su martirizante enfermedad, del cual copia algunas
frases como objeto de investigación médica. En su reescritura, los nombres se
cambiaron y el titulo fue elegido por el propio autor.
Su paranoia crece en bucle, siente que, como le han dicho, pueden comerle. Cada vez es
más tangible el hecho de que puedan comerle, él sabe que es lo que hacían en la
antigüedad: comer seres humanos. La paranoia es tal que, en cualquier parte siente el
pensamiento persecutorio, incluso leyendo comienza a leer “comer gente”; o confunde
el pescado con carne humana. Así, siente estar en una encerrona, siente la mirada
asesina de manera perpetua, no se fía ni del propio médico, a quien considera el
“verdugo disfrazado”. Y pese a que este le recomienda que no deje a su imaginación ir,
es imposible, la rueda continúa pensando que el comedor de carne humana es su
hermano mayor (analizando frases tergiversadas de él, e incluso creyendo que frases de
textos clásicos han sido dichas por él), o comprobando en libros de estudio que la carne
humana puede ser cocinada.
Cree entonces, que todo humano vive con el deseo de comer humanos y el miedo de ser
comido, con una obsesión que domina su rutina, todos se han unido en la misma
conspiración. De manera perspicaz, trata de alentar a su hermano para no comer
humanos, y este, nuevamente le hace una alusión a un texto clásico sobre distintas
historias de comer humanos. Su paranoia así, sigue en una constante: cuando le
observan las gentes del pueblo, él cree que le observan como un depredador analiza a su
presa en la lejanía; aunque su hermano les grita que dejen de mirarle por loco, sabe que
es una estrategia de estigmatización. Igual que hace con su hermano, trata de pedirles
que dejen de comer hombres. Definitivamente, acaba siendo recluido y su inestabilidad
mental se agudiza, piensa que su hermano es el culpable de la muerte de su hermana y
esa es la razón por la que su madre llora. Su convicción de la condición inhumana de la
sociedad es férrea, y solo pide una última cosa: que los niños sean salvados.