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LA FE… HEBREOS 11:1-3.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de


lo que no se ve” (Hebreos 11.1).
El elemento esencial de la fe es la confianza. La fe es (1) “la
certeza de lo que se espera”, (2) “la convicción de lo que no se
ve”. En otras palabras, es una confianza muy segura en algo que
no podemos ver o tocar. Hay cosas que percibimos por los
sentidos de la vista, del oído, del tacto, etc.; otras las
conocemos simplemente porque confiamos en que se nos ha
dicho la verdad. Por ejemplo, usted cree que existieron tales
hombres como Julio César, Martín Lutero, Simón Bolívar y otros
personajes históricos no porque los conoció, sino porque
usted confía en los medios por los cuales recibió la información.
Las cosas que llegan a nosotros directamente por medio de los
sentidos no son de fe, sino de conocimiento.
Hay personas que dicen que es sólo por ignorancia que la gente
acepta algo como verdadero sin una evidencia positiva y
directa. Pero la vida misma de los que así dicen contradice su
dicho, pues casi no hay un día en que ellos mismos no dejan de
confiar en la palabra de otros, sin preguntar. Por ejemplo, al
subir a bordo de un autobús para viajar hasta un pueblo que no
conocen, las mismas creen que van hacia ese pueblo porque así
se los informó el conductor. No saben si van para ese pueblo,
pero sí lo creen. Por todos lados están rodeados de cosas o
circunstancias de las cuales no saben absolutamente nada,
excepto lo que otros les han dicho. Como la fe cristiana es
esencial a la vida cristiana, así la fe en lo que no se ha visto es
esencial a cualquier clase de vida. Notemos, pues, algunas tipos
de fe.
Esencial para la salvación
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16.31). “El
que no cree, ya ha sido condenado” (Juan 3.18). El Señor nos
advierte que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos
11.6). Estas declaraciones nos aseguran que la única manera
posible para llegar a la gracia salvadora de Dios es por medio de
la fe viva. Si no hay fe, no hay salvación.
¿Cómo es que viene la fe?
1. Por oír la palabra de Dios.
“La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos
10.17). Es el plan de Dios que la gente llegue al conocimiento
de la verdad por medio de la predicación de la palabra (1
Corintios 1.21). De los millones de almas no salvadas de este
mundo se dice: “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?” (Romanos 10.14).
2. Por la oración.
La oración de los discípulos al Señor fue: “Auméntanos la fe”
(Lucas 17.5). Nosotros también debemos orar lo mismo. Fue la
oración de fe de Cornelio (Hechos 10.30–31) que le trajo el
mensajero que lo guio a él y a su casa a la fe viva. ¿Siente usted
una falta de la fe vencedora? Ore. ¿Siente usted que otros
deben ser bendecidos con una fe más fuerte? Ore. ¿Siente usted
la necesidad de un avivamiento que traerá a los salvos y a los
incrédulos a una fe victoriosa? Ore.
3. Por el Espíritu Santo.
“...a otro, fe por el mismo Espíritu” (1 Corintios 12.9). La
misión del Espíritu Santo es guiarnos a “toda la verdad” (Juan
16.13), testificar de Cristo (Juan 15.26) y traer el evangelio de
Cristo a nuestra memoria (Juan 14.26). Podemos ver que por él
los santos de Dios son guiados a una fe plena. A la misma vez,
por su poder convincente los pecadores son conmovidos a creer
en la predicación de la palabra.
4. Por el ejemplo de otros.
“Sé ejemplo de los creyentes” (1 Timoteo 4.12). A medida que
su fe se fortalece por la influencia de otros, su propia influencia
sobre otros fortalecerá o debilitará la fe de ellos, dependiendo
de qué clase de ejemplo sea usted.
Lo que Dios hace cuando tenemos fe.
La fe en Jesús es la llave que abre la puerta a todas las
bendiciones de la vida redimida. Cristo resume todo esto
cuando dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas
el que no creyere, será condenado” (Marcos 16.16). Volvamos a
la palabra de Dios y aprendamos de ella lo que Dios hace por el
creyente cuando éste pone su fe en Jesús.
1. Nos da seguridad de la salvación.
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16.31).
(Lea también Juan 3.16; Romanos 3.28; 5.l.)
2. Nos asegura un lugar en la familia de Dios.
“A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1.12). “Pues
todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3.26).
3. Asegura la justificación
“En él es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13.39).
“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las
obras de la ley” (Romanos 3.28).
4. Trae gozo y paz
“Aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y
glorioso” (1 Pedro 1.8). “Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”
(Romanos 5.1).
5. Sana el cuerpo
“La oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”
(Santiago 5.13–15). No es la voluntad de Dios sanar en cada
situación, pero muchas veces sí lo es. Lo cierto es que él
contesta las oraciones de fe al sanar al enfermo.
6. Provee un escudo para el cristiano
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar
todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6.16).
7. Guía al cristiano
“Por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5.7). Cuando
andamos por vista lo hacemos tal y como el mundo lo hace.
Pero cuando andando por fe, nuestros pasos se dirigen hacia el
cielo afirmados en nuestra confianza en Dios.
8. Santifica al cristiano
“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas
a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban,
por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los
santificados” (Hechos 26.18).
9. Nos une a Dios
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1.13).
(Lea también Juan 6.67–69; 1 Pedro 1.5.)
10. Nos asegura que Dios nos dará poder
“Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte:
Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”
(Mateo 17.20). “Al que cree todo le es posible” (Marcos 9.23).
La fe nos une con los propósitos y el poder de Dios. Las
montañas de dificultades se vencen por medio del poder de la
oración de fe.
11. Nos asegura que Dios nos dará poder para vencer
“Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1
Juan 5.4). Para un estudio más profundo de lo que hace la fe
por el creyente, lea el capítulo 11 de Hebreos.
La prueba de nuestra fe
Santiago habla del lado práctico de la fe cuando nos recuerda
que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2.20). Es más
fácil decir “yo creo”, que demostrar nuestra creencia por lo
que hacemos cuando estamos expuestos a las pruebas y la
aflicción. Entre tanto que había panes y peces para comer,
todos creyeron en Jesús; pero cuando él predicó su sermón
acerca del pan de vida (Juan 6), poniendo así al pueblo a la
prueba verdadera en cuanto a su fe, dice Juan 6.66 que
“muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con
él”. En aquel momento la fe de muchos fue probada y fue
evidente que a algunos les faltó la fe.
1. Prueba la veracidad de nuestra profesión
Aquel sermón escudriñador de Cristo sobre el pan de vida
resultó en una purificación de los discípulos. Los fieles se
quedaron con él; los demás “volvieron atrás”. Otro ejemplo se
encuentra en la historia de Rut. Ella siguió fielmente con
Noemí, mientras que Orfa, por mucho que quería acompañarla,
volvió atrás al darse cuenta de todo lo que significaría
acompañarla. Así hoy en la iglesia, cuando hay oposición o
tentación, los fieles quedan firmes mientras que los infieles se
descarrían.
2. “Produce paciencia”
El testimonio de Santiago es el siguiente: “Sabiendo que la
prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1.3). Este
testimonio se verifica frecuentemente en las vidas de las
personas que profesan seguir a Cristo. Hay un poder refinador
en las pruebas que trae la vida diaria que consume la escoria y
produce lo mejor que hay en el hombre. Además, tenemos los
ejemplos de fe de algunos de los personajes bíblicos. Abraham,
por ejemplo, cuando fue llamado a ofrecer al hijo de la
promesa; José, perseguido por sus hermanos y esclavizado y
encarcelado en Egipto; Daniel y sus tres compañeros en
Babilonia. Por tanto, “tened por sumo gozo cuando os halléis en
diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce
paciencia” (Santiago 1.2–3). En todo esto es importante saber
que no nos ha “sobrevenido ninguna tentación que no sea
humana, pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de
lo que podéis resistir” (1 Corintios 10.13). Esto quiere decir que
Dios suple la gracia para resistir cada prueba que viene a
nuestra vida. Cada prueba que nosotros resistimos purifica
nuestra fe y añade valor a la utilidad de nuestra fe en nuestro
servicio a Dios y a los hombres.
3. Cuando se resiste, se asegura la corona de justicia
Los que resisten y triunfan ante la prueba pueden testificar
como lo hizo Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado
la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada
la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en
aquel día” (2 Timoteo 4.8).
Las obligaciones de la fe
Ahora nos enfrentamos con otra pregunta: ¿Cuál debe ser la
actitud del cristiano hacia la fe? Al volver a la palabra de Dios
nosotros vamos a encontrar la siguiente amonestación:
1. “Cree en el Señor Jesucristo” (Hechos 16.31)
Este versículo bíblico ya ha sido considerado como
una condición para la salvación. Ahora nosotros lo estamos
presentando como una obligación cristiana. Los que obedecen
este mandamiento cumplen los requisitos de la fe cristiana.
Cuando se obedece este mandamiento de creer en el Señor
Jesucristoentonces llegamos a apreciarlo a él como:
(1) “Señor” —él es nuestro Maestro que tiene autoridad sobre
nosotros en todo; (2) “Jesús” —el Hombre de Galilea, quien
nació de una mujer; (3) “Cristo” —el ungido de Dios. Si su fe en
Cristo abarca estas tres identidades, usted cumple todos los
requisitos de la fe cristiana.
Tome su Biblia y vea cuántas veces se nos manda a creer.
2. “Que contendáis ardientemente por la fe” (Judas 3)
No es suficiente que creamos solamente; se nos exhorta a
promulgar nuestra creencia. Esta actitud se ejemplifica en
Lucas 1.1–4. Comprobamos la sinceridad de nuestra fe en Jesús
apoyando fielmente su evangelio y dándolo a conocer a otros.
3. “Estad firmes en la fe” (1 Corintios 16.13)
Esto quiere decir que: (1) Después de haber recibido la fe en
Jesús, manténgala; “estad firmes”. (2) Mientras que otros caen,
usted permanezca firme y constante (1 Corintios 10.12; 15.58).
(3) No practique una fe pasiva; abrácela y promúlguela con todo
su corazón; “estad firmes”. (4) Deje que su firmeza esté en “la
fe”, no en las doctrinas de los hombres.
4. “Sé ejemplo de los creyentes en (...) fe” (1 Timoteo 4.12)
Sus obligaciones no terminan con usted mismo, sino que se
extienden a otros también. Por su ejemplo anime a otros a
aceptar, a creer y a vivir fielmente.
5. “Permanecéis fundados y firmes en la fe” (Colosenses 1.23; 1
Timoteo 2.15)
La fe en Jesucristo no es algo que es sólo por un tiempo, sino
que debemos continuar en ella hasta el fin. Una de las palabras
más importantes en la vida cristiana y para el servicio cristiano
es la palabra continuar.

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