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Fuerza pública
El fin de las monarquías absolutas dio paso a los Estados liberales. La lógica de
esta nueva modalidad de gobierno implica, entre otras características, la cesión
del uso de la fuerza a un ente externo. “El Estado tiene el monopolio del uso de la
fuerza, es una atribución exclusiva del Estado para un objetivo, que es asegurar la
paz, el orden público, hacer cumplir la ley y, en esa medida, también permitir el
ejercicio de derecho”, explica Cristina Blanco.
Principios básicos
Legalidad: supone que el beneficio del uso de la fuerza se encuentre velado por
ley, porque es una garantía de claridad, de previsibilidad y de conocer aquellos
supuestos en los cuales puede ejercerse la fuerza.
Proporcionalidad: supone que existe una relación armoniosa entre el riesgo que se
presenta y las diferentes alternativas para hacer uso de la fuerza porque,
evidentemente, el uso de esta puede ser letal o no letal. Dentro de cada una de
esas categorías hay varias subcategorías.
Estos tres principios son los básicos, además recogen los estándares
internacionales en la materia. Asimismo deben guiar la actuación de la Policía y,
en general, de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Por esta razón,
órganos internacionales de DDHH. los han acogido.
“El uso de la fuerza debería tener al ser humano como un componente central. Es
decir, debe ser un medio para asegurar el libre ejercicio de derechos”, afirma la
abogada antes de citar al crimen organizado y al pandillaje como elementos que
impiden a la ciudadanía ejercer derechos. Desde una perspectiva de derechos
humanos, destaca tres componentes que deben estar presentes ante cualquier
uso de la fuerza. En primer lugar, proscribir la arbitrariedad. Esto se refiere a
respetar los límites y no usar la fuerza arbitrariamente. También es importante que
exista claridad sobre esos límites. Finalmente, indica que es necesaria la
disuasión y prevención del uso de la fuerza. “Aquellas medidas positivas que
debería adoptar el Estado a efectos de evitar situaciones de violencia en las que
sea necesario el uso de la fuerza”, comenta.
Los casos
Impunidad
Para Cristina Blanco, uno de los agravantes más comunes en casos de violencia
por parte de la fuerza pública es la impunidad. Esta se encuentra relacionada más
con la administración de la justicia que con la administración de la fuerza pública
en sí. Su existencia permite y favorece que los hechos se repitan. “Frente a una
situación de uso arbitrario de la fuerza por parte de un agente público, estamos
ante un posible caso de ejecución extrajudicial, por tanto, la afectación de un
derecho humano y fundamental, como el derecho a la vida. Existe la obligación de
investigar de oficio esos hechos y, si fuera el caso, sancionar penalmente a los
responsables. La justicia siempre brinda las condiciones para dar una respuesta
clara y decidida de sanción a actos de esta naturaleza. Así da un mensaje no
solamente a las mismas victimas o a sus familiares, sino también a la sociedad en
su conjunto”, concluye.