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Caídas en Ciudad Universitaria

El 22 de enero de 1981 al término de sus clases en el edificio de la Facultad de Economía de la


Universidad Nacional Autónoma de México, Jesús Manuel Arana Murillo, estudiante de la facultad y
ex-preso político del movimiento enfermo en Sonora, fue seguido discretamente por agentes policíacos
de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía política del régimen priísta, él había sido
detectado, luego de una larga y persistente vigilancia, cuando distribuía el periódico Madera en salones
vacios y en los baños de la facultad. Jesús Manuel encaminó sus pasos hacia un parque ubicado en la la
calle de Odontología, en las inmediaciones de la Ciudad Universitaria de la Ciudad de México.

En el pequeño jardín Miguel Ángel Barraza García minutos antes se había acercado a dos estudiantes
que sentados en el pasto del parque lo esperan haciendo bromas.
—Qué pues Charro –le dijo Miguel Ángel dirigiéndose al más alto a manera de saludo.
—Qué pues Fernando – Contestó Marco Antonio Arana Murillo.
—¡Y ahí les va otro corrido! –dice Miguel Ángel dirigiéndose al otro muchacho simulando tocar una
guitarra, e imitando con el tono de voz un comercial de “sal de uvas picot”.

Después de un largo movimiento de huelga en 1980 la Normal Rural Plutarco Elías Calles en “El
Quinto”, Sonora, la represión gubernamental llevó a la expulsión de los más destacados representantes
estudiantiles, cerca de 30 jóvenes habían sido boletinados por la Secretaría de Educación Pública, para
que tampoco pudieran continuar sus estudios en otra escuela Normal. Ahora, inscritos en la
Preparatoria Popular Tacuba, a dos mil kilómetros de distancia de la Normal del Quinto, Marco
Antonio y su compañero seguían haciendo lo mismo que hacían por allá, repartir propaganda
clandestina, formar círculos de estudio y organizarse con la gente para hacer la revolución.

Hasta cierto punto, la vida de Miguel Ángel había sido la misma, igual que ellos, había nacido en un
lejano pueblecillo de provincia, “El Arenal” en Durango, había logrado entrar a la Normal Rural de
Aguilera, gracias a su esfuerzo personal y a su inteligencia, pero sobre todo, al esfuerzo de sus padres
campesinos. Luego de un periodo de reflexión se había incorporado 10 años antes, siendo muy joven,
al movimiento revolucionario.
Ahora, con sus 30 y tantos años a cuestas, era sin lugar a duda el hombre más buscado por todas las
policías del país. “Fernando”, o “Manuel” era miembro, desde la III Reunión Nacional, de la dirección
histórica de la Liga, había vivido los aciagos días del periodo gris y junto con David Jiménez Sarmiento
y los hermanos Luis Miguel y Jesús Manuel Corral García había respondido a las exigencias que la
situación imponía a la organización clandestina, que a toda costa trataba de ser liquidada por el Estado.
Miguel Angel Barraza García había asegurado la continuidad del trabajo en medio de las dificultades
que la caída de Ignacio Arturo Salas Obregón “Oseas”, dejaba.

En 1977–78 ante la caída de David Jiménez Sarmiento Chano y de los hermanos Corral García,
desarticulada casi por completo la Liga logró la reorganización de las fuerzas y la actividad de la
organización, y posibilitó en gran medida el desarrollo cualitativo y cuantitativo de la Liga Comunista
23 de Septiembre en el nuevo periodo.

Marco Antonio Arana Murillo buscaba con la mirada en dirección al acceso a Ciudad Universitaria a
Jesús Manuel su hermano, que ya debería estar ahí, quién por fin llegó caminando, sin prisa alguna,
aunque ya estaba con un par de minutos retraso.

Lo primero que había hecho Jesús Manuel luego de salir de la cárcel de Hermosillo Sonora, después de
4 años de terribles suplicios, fue continuar con sus estudios de Economía, ahora en la UNAM. Durante
su estancia en prisión había tenido suficiente tiempo para reflexionar y producto de esa reflexión, ahora
estaba escribiendo el libro México en la Fase Imperialista, que ya se publicaba por entregas en el
periódico Madera de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Por su capacidad teórica, Jesús Manuel se
había convertido en uno de los pilares del órgano central.

Ese día los universitarios tendrían una importante movilización. 12 días antes, el 10 de enero de 1981 el
pueblo salvadoreño había lanzado una ofensiva militar de gran envergadura contra su propia dictadura,
varias ciudades se habían levantado en insurrección, tropas del ejército represor habían desertado en
masa con armas y equipaje, para pasarse a las filas insurgentes y a nivel mundial el pueblo Salvadoreño
había solicitado a los pueblos del mundo que se movilizaran en sus respectivos países para impedir el
ataque directo del Ejército de Los Estados Unidos, que como gendarme mundial estaba decidido a
impedir el derrocamiento del régimen asesino afín a sus intereses.
Como en muchas de las escuelas, fábricas y asambleas de gente que luchaba era común encontrarse con
una repartiza de Madera, si bien, ya no se entregaban de mano en mano y con un comando armado de
resguardo, la gente al caminar por los pasillos, o al entrar a los baños o salones, encontraba ejemplares
del periódico Madera, que guardaba rápida y a veces nerviosamente entre sus ropas, para leerlo
después.

Muchas semanas tenía la DFS vigilando los baños y salones de la Facultad de Economía de la UNAM,
utilizando todo tipo de disfraces y tecnología, ese día, la Dirección Federal de Seguridad había
establecido una relación entre la propaganda que se repartía en la Facultad de Economía y el estudiante
Jesús Manuel Arana Murillo. No era cualquier propaganda, se trataba del número 56 del Madera, esto
es, lo último que había impreso la Liga, tal vez la noche anterior. De inmediato se activó un fuerte
mecanismo para su captura, el Estado no escatimaba esfuerzos en estos casos y avisando al sector
central de la Dirección Federal de Seguridad, de inmediato se concentraron tanto los agentes de esta,
como los de la Brigada Blanca, al mando de Sahagún Baca y Arturo Durazo Moreno.

Poco antes de que los 4 jóvenes se dispersaran, desesperados los agentes que los observaban a cierta
distancia, les marcaron el alto, Barraza sacó su arma de la espalda y disparó, Jesús Manuel quien
apenas estaba levantándose del pasto sacó su arma de la bota y también disparó contra los agentes.
—Corran –gritó Jesús Manuel a su hermano y al otro joven—corran.
Aprovechando la cobertura de Jesús Manuel y Barraza, Marco Antonio y su compañero echaron a
correr y sorteando automóviles pudieron escapar de la zona.

Sin saberlo, Jesús Manuel había sido seguido por la policía hasta su encuentro con Miguel Ángel
Barraza García, en la calle de Odontología en las inmediaciones de Ciudad Universitaria.

Luego de un feroz combate, la superioridad numérica de la policía se impuso, ambos militantes


quedaron heridos y fueron trasladados a uno de los centros de torturas de la Dirección Federal de
Seguridad. Durante varios días, el Estado había guardado silencio sobre el hecho, en espera de capturar
más militantes de la Liga.

Marco Antonio y su compañero avisaron a la organización y mas tarde se comunicó por vía telefónica
con su madre en Hermosillo Sonora, quien se presentó ante Miguel Nazar Haro, director de la DFS a
reclamar el cadaver de su hijo Jesús Manuel. Nazar con todo cinismo amenazó a la profesora Consuelo
Murillo: Si no quiere ver igualmente muerto a su hijo Marco Antonio, entréguemelo de inmediato.

La profesora Consuelo Murillo, que ya había pasado por la trajedia de tener 2 hijos presos por motivos
políticos en la cárcel de Hermosillo, se negó rotundamente y la policía arreció sus intentos de capturar
al resto de militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Aún no se sabe con precisión cuantos
detenidos desaparecidos hubo entre el 22 de enero de 1981 y el 11 de enero de 1982, en el periódo
conocido más tarde como periodo negro de la Liga Comunista 23 de septiembre, lo cierto es que la
Liga Comunista 23 de Septiembre continuó con su actividad.

El libro que hoy presentamos, fruto principalmente de la investigaciones y reflexiones de Jesus Manuel
Arana Murillo, quedó trunco debido a su muerte en combate ese 22 de enero de 1981. Aunque en la
cuarta entrega se informa de su continuación en entregas subsecuentes, estas ya nunca vieron la luz.

Hoy, en el 40 aniversario de su caída en combate, presentamos este libro como un homenaje a Jesus
Manuel Arana Murillo, y junto con él a los demás militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre,
que tuvieron una participación directa en la producción final del texto, como Miguel Ángel Barraza
García y los integrantes del Consejo de Redacción del periodico Madera, entre otros Teresa Gutierrez
Hernández, quien sería desaparecida por el gobierno mexicano un año después, luego de la brutal
cacería desatada en su contra durante todo el año 1981.

Este libro también incluye el escrito: Las Bases Objetivas de la Proxima Situación Revolucionaria”
escrito y publicado en 1983 por la Comisión de Enlace de la Liga Comunista 23 de Septiembre y que
pretendió de alguna manera continuar con el abordaje del análisis económico de su tiempo para
identificar las tareas del movimiento.

David Cilia Olmos

8 de enero de 2021

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