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Reforma de Córdoba
Reforma de Córdoba
dio inicio a una nueva época al romper los moldes tradicionales de la educación superior y
propiciar una proyección de los centros de estudios hacia las necesidades de justicia social.
Este movimiento renovador tuvo amplia repercusión en toda América Latina.
El gran lema de dicha reforma fue “la universidad no es una isla”, título recogido por el gran
pensador y escritor peruano Luis Alberto Sánchez para referirse estos temas en un libro del
mismo nombre publicado en 1961.
Uno de los grandes líderes universitarios de la reforma argentina de 1919 fue el dirigente
universitario de Buenos Aires, Gabriel del Mazo, perteneciente inicialmente a las filas del
Partido Radical. Fue amigo de larga data de Víctor Raúl Haya de la Torre y del movimiento
aprista con el paso de los años. Es autor de una formidable obra en tres tomos que documenta
el proceso de reforma en toda América Latina.
Un gran colaborador de los estudiantes reformistas fue el joven diputado socialista Alfredo
Lorenzo Palacios, autor del libro “La Universidad nueva” (1920, ampliado en 1925), que dio
sólido sustento a las nuevas ideas sobre el destino y la organización de las universidades.
Palacios incluso realizó una gira continental con el fin de propagandizar el “grito de Córdoba”
y visitó el Perú en mayo de 1919. Entabló entrañable amistad con Haya de la Torre y los
futuros fundadores del APRA y fue leal aliado en todas las batallas libradas por el movimiento
indoamericanista por pan y libertad.
No fue casual que luego de la visita de Palacios al Perú, se inicie el movimiento por la
reforma universitaria en el Perú, en junio de 1919, cuyas grandes figuras fueron Haya de la
Torre, Manuel Seoane, Raúl Porras, Luis Alberto Sánchez, Jorge Guillermo Leguía y Manuel
Abastos.
La reforma universitaria argentina tuvo fuentes de inspiración muy importantes. En lo social
recibió el impacto de la revolución mexicana y también en cierta medida de la revolución
rusa, pero en el campo de las ideas, estuvo fuertemente orientada por el “arielismo”,
pensamiento educativo centrado en la búsqueda de la unidad y la identidad de América Latina
a partir de la educación y la cultura creadora, siguiendo los postulados del libro “Ariel”, obra
del uruguayo José Enrique Rodó.
Otra influencia importante fue la del escritor y educador Leopoldo Lugones, quien añadió al
pensamiento “arielista” los principios del librepensamiento europeo y del anarquismo.
El “grito de Córdoba” reclamaba educación pública laica y gratuita, pero sobre todo renegaba
de la política tradicional y llamaba a las clases trabajadoras a tomar conciencia de sus
derechos sin la intromisión de los partidos tradicionales. El mismo mensaje se difundió en el
Perú, siguiendo la huella señera librepensadora de don Manuel González Prada.
-La libertad de cátedra, el derecho de “tacha” estudiantil a los profesores inadecuados y a los
cursos retrógrados y anticientíficos; concurso de méritos para la designación de catedráticos.
-Acción social y antiimperialismo; defensa activa de las libertades y los derechos de los más
necesitados y acción efectiva por la unidad y la defensa territorial de América Latina contra
toda agresión del exterior.
Este es un extracto del “Manifiesto de los Hombres Libres” del 21 de junio de 1918: