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El poderoso movimiento estudiantil que dio inicio a la reforma universitaria argentina de 1918

dio inicio a una nueva época al romper los moldes tradicionales de la educación superior y
propiciar una proyección de los centros de estudios hacia las necesidades de justicia social.
Este movimiento renovador tuvo amplia repercusión en toda América Latina.

El gran lema de dicha reforma fue “la universidad no es una isla”, título recogido por el gran
pensador y escritor peruano Luis Alberto Sánchez para referirse  estos temas en un libro del
mismo nombre publicado en 1961.

Las acciones de protesta demandando la reforma tuvieron inicio el 15 de junio de 1918 en la


Universidad de Córdoba, Argentina; siguiendo el mismo ejemplo las de Buenos Aires, la Plata
y Tucumán en muy pocos días. La fecha simbólica de este proceso fue el 21 de junio, día en
que los estudiantes publicaron un “Manifiesto de los Hombres Libres”, dirigido a los
estudiantes de todo el continente llamándolos a sumarse a la reforma en sus propios países.
Desde entonces se recuerda el 21 de junio y dicho Manifiesto como “el grito de Córdoba”.

El gran conductor de la protesta cordobesa fue el estudiante de derecho Deodoro Roca,


principal redactor del “Manifiesto de los Hombres Libres”. Deodoro Roca fue influyente
periodista, promotor de la unidad de América latina y defensor de los Derechos Humanos.
Otros líderes notables del movimiento de Córdoba fueron los estudiantes Enrique F. Barros,
Alfredo Castellanos y Horacio Miravet.

Uno de los grandes líderes universitarios de la reforma argentina de 1919 fue el dirigente
universitario de Buenos Aires, Gabriel del Mazo, perteneciente inicialmente a las filas del
Partido Radical. Fue amigo de larga data de Víctor Raúl Haya de la Torre y del movimiento
aprista con el paso de los años. Es autor de una formidable obra en tres tomos que documenta
el proceso de reforma en toda América Latina.

Un gran colaborador de los estudiantes reformistas fue el joven diputado socialista Alfredo
Lorenzo Palacios, autor del libro “La Universidad nueva” (1920, ampliado en 1925), que dio
sólido sustento a las nuevas ideas sobre el destino y la organización de las universidades.
Palacios incluso realizó una gira continental con el fin de propagandizar el “grito de Córdoba”
y visitó el Perú en mayo de 1919. Entabló entrañable amistad con Haya de la Torre y los
futuros fundadores del APRA y fue leal aliado en todas las batallas libradas por el movimiento
indoamericanista por pan y libertad.

No fue casual que luego de la visita de Palacios al Perú, se inicie el movimiento por la
reforma universitaria en el Perú, en junio de 1919, cuyas grandes figuras fueron Haya de la
Torre, Manuel Seoane, Raúl Porras, Luis Alberto Sánchez, Jorge Guillermo Leguía y Manuel
Abastos.
La reforma universitaria argentina tuvo fuentes de inspiración muy importantes. En lo social
recibió el impacto de la revolución mexicana y también en cierta medida de la revolución
rusa, pero en el campo de las ideas, estuvo fuertemente orientada por el “arielismo”,
pensamiento educativo centrado en la búsqueda de la unidad y la identidad de América Latina
a partir de la educación y la cultura creadora, siguiendo los postulados del libro “Ariel”, obra
del uruguayo José Enrique Rodó.

Otra influencia importante fue la del escritor y educador Leopoldo Lugones, quien añadió al
pensamiento “arielista” los principios del librepensamiento europeo y del anarquismo.

El “grito de Córdoba” reclamaba educación pública laica y gratuita, pero sobre todo renegaba
de la política tradicional y llamaba a las clases trabajadoras a tomar conciencia de sus
derechos sin la intromisión de los partidos tradicionales. El mismo mensaje se difundió en el
Perú, siguiendo la huella señera librepensadora de don Manuel González Prada.

En el aspecto estrictamente universitario, los postulados del Grito de Córdoba se resumían


en:

-La defensa intransigente de la autonomía universitaria contra todo control estatal;

-El cogobierno democrático de los estamentos universitarios (docentes, estudiantes y


trabajadores), considerando en forma especial el derecho de los estudiantes a la organización
gremial y a la representación en los órganos de gobierno de la universidad;

-La libertad de cátedra, el derecho de “tacha” estudiantil a los profesores inadecuados y a los
cursos retrógrados y anticientíficos; concurso de méritos para la designación de catedráticos.

-El fomento de la Extensión Universitaria, brindando cultura, conciencia de sus derechos y


facilidades educativas a la población trabajadora.

-Acción social y antiimperialismo; defensa activa de las libertades y  los derechos de los más
necesitados y acción efectiva por la unidad y la defensa territorial de América Latina contra
toda agresión del exterior.

Este es un extracto del “Manifiesto de los Hombres Libres” del 21 de junio de 1918:

“La Juventud Argentina de Córdoba a los Hombres Libres de Sudamérica.


Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo
XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a
todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el
país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que
faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos
pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.

La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento


propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de
soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede
desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.

La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los


compañeros de la América toda y los incita a colaborar en la obra de libertad que se inicia”.

En Argentina, se dio a comienzos del siglo XX, uno de los movimientos


sociales más importantes de latinoamérica. La denominada rebelión
universitaria de Córdoba de 1918 es, por lo general, considerada como
la primera manifestación reformista universitaria. En la misma, la
Iglesia perdió todo su poder y de allí surgieron la educación
universitaria gratuita y la participación de los alumnos en los planes
de estudio. Asimismo la agrupación Franja Morada, relacionada con el
partido Unión Cívica Radical, surgió de aquella rebelión y conduce
aún hoy los destinos de muchos centros de estudiantes.

En este sentido, el Cono Sur se trasformaría en la cuna de los


movimientos universitarios que daría génesis a esa visión de la
universidad popular e integrada a las causas de la sociedad; para a
finales de la década de 1950, se dieron movilizaciones masivas de
ciudades enteras que iniciarían la mayoría de los movimientos
insurgentes. La principal de ellas fue el llamado Cordobazo, ocurrido
en Argentina en 1969, que terminaría derrocando al gobierno militar
del general Juan Carlos Onganía. Asimismo, durante los años de las
dictaduras militares de la década de 1970, miles de estudiantes
argentinos, chilenos y uruguayos fueron detenidos por los regímenes
militares.

Como secuela de la Reforma de Córdoba, se daría también hechos en


continentes tan lejanos como el asiático, en 1989, los sucesos de la plaza
de Tiananmen de Pekín, que fue escenario de manifestaciones
estudiantiles prodemocráticas y que desembocaron en violentos
enfrentamientos con el Ejército y la Policía. Los sucesos de Tiananmen
lograron una amplia cobertura por parte de los medios de
comunicación de todo el mundo, y demostraron que los estudiantes
universitarios no son eunucos intelectuales y que fijan posiciones
determinantes en la construcción de su sociedad. En la década de 1970,
tomaron auge las universidades a distancia, que comenzaron a ofrecer
cursos de carácter universitario a todo tipo de personas a través de la
televisión, la radio y el correo. La primera universidad a distancia se
creó en el Reino Unido en 1971. Con el surgimiento de las
Universidades a distancia, aparecieron aspectos fundamentales de
interacción ideológica y cultural de estas instituciones con la
comunidad a la que se debía como entidad formadora. El producto
final de esta intencionalidad de acción social es lo que se conoce como
Extensión Universitaria, que ya había delineado matices con la
Reforma de Córdoba en 1918, pero que terminaría de tener forma en la
segunda mitad del siglo XX.

La Extensión Universitaria, viene a ser el pilar conceptual e ideológico


de la Universidad Reformista, junto a la enseñanza y la investigación
(funciones básicas de las Universidades Modernas), desarrolla y
multiplica su actividad y su alcance.

En este siglo XXI, la Extensión Universitaria está transitando su


momento más importante. Los paradigmas de formación, integración y
calidad que debe encarnar la Universidad y la aceleración de los
procesos (tecnológicos, demográficos, urbanos, ambientales, sociales,
productivos, económicos, entre otros) en el país y en el mundo, hacen
de las universidades, la unidad base para interpretar la extensión en su
sentido más amplio, relacionándola en los más diversos aspectos de
vinculación con la sociedad y el medio, no sólo transfiriendo, sino y
fundamentalmente escuchando, aprendiendo y reflexionando sobre el
contenido de los mensajes. No es suficiente abrir las puertas de la
universidad pública al medio, no alcanza con ofrecer lo que sabemos
hacer, ni con hacer lo que nos demandan; hoy la universidad debe
hacer lo que es necesario. Es necesario salir y formar parte. El desafío
es escuchar, integrar a la universidad con la Sociedad e involucrarse
para elaborar una respuesta útil y comprometida, no sólo con el futuro,
sino con el presente.

A todas estas, se da la presencia de un movimiento estudiantil que


lejos de estar al servicio de intereses nacionales y de alto contenido
moral, hoy se presentan como grupos de presión de intereses foráneos,
y en algunos casos, grupos proclives a la delincuencia y la pillería. Se
ha perdido la esencia revolucionaria, ideológica y dialéctica de lo que
significa el movimiento estudiantil. Se hace necesario rescatar esas
banderas del “Grito” de Córdoba, elevar la majestad ética y moral del
movimiento estudiantil. No es suficiente con manifestar “buenas
intensiones”, hace falta la praxis revolucionaria para elevar la postura
de quienes son el presente y futuro de la sociedad latinoamericana.

Esa postura de dignidad y apego a la transformación y modernización


de la sociedad globalizada, parte también por docentes universitarios
comprometidos con la academia y portadores de un conocimiento
emancipatorio que eleve la dignidad universitaria y refuerce los lazos
entre la universidad y la sociedad. Sólo de este manera contribuiremos
a afianzar los vínculos con el anhelado principio de independencia
hacia donde se encamina la sociedad moderna latinoaméricana.

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