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concentrar bilis la que posteriormente pasa por el conducto cístico hacia la vía biliar
principal y luego a la segunda porción del duodeno. Mide entre 7 a 10 cm de largo y
puede almacenar entre 30-50 ml de bilis, con la capacidad de contener hasta 300 ml
cuando se produce algún tipo de obstrucción en el tracto de salida.
Se denomina colelitiasis a la presencia de cálculos al interior de la vesícula biliar.
es una enfermedad frecuente, siendo su prevalencia mayor en mujeres (2:1) sobre todo a
partir de los 65 años1-3.
En la mayoría de los casos se trata de cálculos de colesterol que suelen pasar
desapercibidos al ser asintomáticos, pues suele tratarse de un proceso benigno con
escasa morbilidad a largo plazo.
El síntoma característico de la litiasis biliar es el dolor intenso, de horas de evolución,
localizado en el hipocondrio derecho, y que puede irradiarse al epigastrio o la espalda, a
veces acompañado de náuseas, vómitos, o ambos.
La dispepsia biliar que con frecuencia suele aparecer en estos pacientes (intolerancia a
las grasas, flatulencia, digestiones pesadas, etc.) no es específica de este proceso y su
desaparición tras la colecistectomía no está asegurada.
Etiopatogenia
Los cálculos más frecuentes en los habitantes de los países occidentales son los de
colesterol o mixtos (75%), de mayor incidencia en mujeres, aunque existen variaciones en
función de la región y la raza. La historia familiar, la obesidad o la pérdida ponderal rápida
por dietas hipocalóricas son factores de riesgo3,4 (tabla 1). Entre otros factores, también
cabe incluir el tratamiento hipolipemiante (fibratos), las gestaciones previas, el by-pass
yeyunoileal o los tratamientos estrogénicos.
Los cálculos pigmentarios, formados por sales cálcicas de bilirrubina (que pueden ser
cálculos negros donde la bilirrubina está en forma polimerizada y son de aspecto amorfo o
bien son cálculos ocres de forma laminada con mayor cantidad de colesterol), suponen un
25%, y su frecuencia aumenta con la edad. Aparecen en relación con enfermedades
hemolíticas, alcoholismo crónico, cirrosis y en ancianos.
Criterios diagnósticos. Cólico hepático frente a sospecha de colecistitis. ¿Qué
señales de alerta deben tenerse en cuenta en el diagnóstico diferencial?
El síntoma característico principal es el dolor, no estrictamente cólico, sino en «oleadas»,
que suele durar horas, localizado en el hipocondrio derecho y que en ocasiones se irradia
a la espalda, al epigastrio y, a veces, al mesogastrio, acompañado o no, de náuseas y
vómitos.
En la exploración, el paciente está afebril (la fiebre sería sugestiva de colecistitis aguda o
colangitis), no presenta ictericia aunque a veces puede ser sutil y debe descartarse un
cólico biliar complicado, si se acompaña de acolia y coluria. En el abdomen se detecta, a
la palpación, dolor e incluso defensa voluntaria a nivel del hipocondrio derecho3,4,6.
En la colecistitis aguda el paciente refiere antecedentes de cólico hepático en el 75% de
los casos, con dolor de similares características, pero en la exploración el paciente está
febril, pudiendo encontrarse ictericia (10%) por coledocolitiasis asociada o compresión de
la vía biliar (síndrome de Mirizzi), signos de peritonismo con signo de Murphy positivo1,2.
El signo de Murphy en un hallazgo relativamente específico de las colecistitis agudas,
durante la palpación en la región subcostal derecha se genera dolor; se reconoce al
acercar la mano del examinador a la vesícula inflamada.
Las complicaciones asociadas a la litiasis biliar son: pancreatitis agudas, coledocolitiasis,
colecistitis aguda, fístula colecisto-intestinal o colecisto-coledociana, íleo biliar y más
raramente, neoplasia de vesícula.
Hay que diferenciar el cólico biliar de otros procesos del abdomen superior, como son: un
brote ulceroso, perforación encubierta, pancreatitis, apendicitis, pielonefritis derecha o
patología de origen hepático (tumores, hepatitis, quiste hidatídico, entre otras)4.
Hay que tener en cuenta, además, procesos de origen torácico, como el espasmo
esofágico, hernia de hiato, coronariopatía, neumonías del lóbulo inferior derecho, derrame
pleural o infarto pulmonar.
Se debe considerar también la patología que se origina en el raquis dorsolumbar y la
dispepsia funcional.
¿Qué exploraciones complementarias es necesario realizar?
En el cólico biliar simple (de corta evolución y que cede con analgesia o
espontáneamente) no existen alteraciones analíticas y el estudio radiográfico simple es
poco demostrativo en el diagnóstico de colelitiasis (su visualización es la excepción).
Se solicitarán pruebas complementarias en el caso de cólico biliar complicado, ante la
sospecha de colelitiasis complicada, sospecha de complicaciones o en el cólico biliar
atípico1,2.
Las pruebas de laboratorio (grado de recomendación B) que se deben solicitar son las
siguientes:
• Hemograma, que suele ser normal; la leucocitosis o la neutrofilia es un dato inespecífico
que sugiere proceso inflamatorio. En ocasiones, los pacientes con cálculos pigmentados
presentan anemia crónica con datos de hemólisis. La anemia aguda por hemorragia
digestiva, ictericia y antecedentes de traumatismo abdominal sugiere hemofilia.
• Bioquímica básica, con enzimas hepáticas, que suelen ser normales.
• Sedimento de orina para excluir otras causas de dolor abdominal.
• Amilasemia/amilasuria. Se da una elevación discreta en la colecistitis aguda y otras
causas de dolor abdominal y, si la elevación es importante, es sugestiva de pancreatitis
aguda.
• Test de gestación para descartar que la causa sea de origen ginecológico-obstétrico.
En cuanto a las pruebas de imagen:
• Radiografía simple de abdomen, evidencia cálculos en un 10-15% de los casos y, más
rara vez, la presencia de aerobilia (por fístula biliodigestiva en el íleo biliar); también
puede detectar la vesícula de porcelana por la calcificación de las paredes vesiculares,
pero debe solicitarse como método de exclusión de otros diagnósticos (cálculos uretrales,
hepatomegalia, lesiones de raquis dorsal, entre otras).
• Radiografía de tórax, puede ser de utilidad para descartar neumonía o derrame pleural,
que a veces aparece en pacientes con pancreatitis, o también para ver un
neumoperitoneo.