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Informe de trabajo de campo

Daniel Esteban Quiroz


Curso: Didáctica II (Filosofía)
Profesor: John Fredy Lenis
Fecha: 25/03/14

Intervención escolar en el área de filosofía

1. La institución.

Si queremos pensar adecuadamente una didáctica de la filosofía, no sólo es necesario


remitirse a lo teórico, es decir, a lo que se ha dicho sobre este asunto, sino también observar
ciertas experiencias concretas acerca de esta enseñanza. Este es el sentido de este trabajo;
más aún por lo que se encontró en la intervención que se realizó.
Ahora bien, este trabajo de campo fue realizado en la Institución educativa Eduardo
Santos, ubicada en la comuna 13 del municipio de Medellín. Ya es de sobra conocida la
dificultad que subsiste en los barrios de esta comuna, sobre todo en lo que tiene que ver con
el tráfico de estupefacientes y las bandas delincuenciales; la cotidianidad de la institución
no escapa a esta circunstancia y, por tanto, sufre las consecuencias de todo esto.
Antes de la entrevista, el docente de filosofía Hernán Rodríguez comentó una razón
particular del porqué de estas dificultades que padece la institución tanto en lo académico
como en lo disciplinario. Según él, después de la operación que realizó el ejército para
recuperar la comuna, conocida como “Orión”, ésta quedó con heridas muy profundas, las
cuales no hace falta detallar. Por consiguiente el estado colombiano, en un débil intento por
resarcir y reparar los daños producidos por esta operación, regaló kits escolares a todos los
colegios de la comunidad; además de esto, se produjo una política implícita que implicó
una exigencia académica menor a los estudiantes. Según el docente, los estudiantes
terminaron por acostumbrarse a ello, y hasta la actualidad se siguen viendo las
consecuencias de ese paño de agua tibia estatal.
Por lo demás, es del caso destacar que la población de este colegio es, según comenta
el profesor, muy heterogénea: hay estudiantes con capacidad económica escasa; existen
algunos más acomodados o pudientes; y otros con muy buena capacidad de adquisición,
según él, posiblemente por su relación con ciertos personajes del barrio. Sin embargo, si
tuviéramos que asignar un promedio, podría decirse que los estudiantes de la institución son
de estrato 1 o 2. Además, también nos cuenta el profesor que, como consecuencia de lo
mencionado más arriba, aunque las directivas apoyan mucho a los profesores en su
quehacer, esto no se ve reflejado en una exigencia a los estudiantes; más bien, aquéllas
prefieren exhortar a los docentes a ser más flexibles, a “tirar más suave”, a hacer más
actividades de recuperación. Esto hace que el nivel académico de los estudiantes sea muy
bajo.
Las modalidades que ofrece la institución, por ser de carácter público, van desde la
básica primaria y secundaria hasta la educación media. La primera se ofrece en la mañana y
la segunda y tercera en la tarde.
Ahora bien, el papel de la filosofía en la institución puede verse de dos maneras:
primeramente, según lo consignado en los planes institucionales, en otras palabras, en el
papel, la filosofía tiene un lugar privilegiado y unos objetivos específicos, a saber: fomentar
principios y valores en los estudiantes y suscitar en ellos una actitud crítica y reflexiva
frente a su existencia. No obstante, si lo vemos desde la cotidianidad de la institución, la
filosofía no pasa de ser una materia más, con una importancia menor a otras como
matemáticas, química, etc., lo cual no es extraño; una razón de esto es su intensidad horaria
y el hecho de que sólo se ofrezca en los grados 10 y 11, como en todos los colegios
públicos.

2. Rol del maestro. Estudiantes. Dificultades en el trabajo escolar.

Ya adentrados en nuestro tema específico, lo primero que se va a tratar es el papel del


docente de filosofía en esta institución. Un detalle que es necesario destacar es que el
docente había comenzado a trabajar en el colegio en febrero de 2013 (la entrevista se
realizó en octubre del mismo año), por lo que su trabajo iba en una etapa en que recién
había diagnosticado su ambiente y estaba trabajando en él; esto lo retomaremos más
adelante. Se dará inicio a la exploración general del docente.
Hernán Rodríguez es licenciado en filosofía por la Universidad Pontificia
Bolivariana. Al egresar de su pregrado el profesor Rodríguez tenía (y sigue teniendo) la
siguiente concepción de la filosofía: como ejercicio básico e imprescindible del ser humano
en todo el trasegar de su existencia, cuyo resultado es la fundamentación del saber o los
saberes y cuyo sustento es el asombro. Lo que sí ha cambiado un poco, tal vez por las
dificultades con las que se ha encontrado, es su concepción sobre la enseñanza de la
filosofía; según él, su visión era un poco romántica, puesto que buscaba la transformación
de seres humanos, la profundización del pensamiento de los estudiantes en el sentido de
que indagasen por su ser, su existencia, la motivación de su función en el mundo. De lo
anterior se deriva su concepción actual sobre la finalidad de la filosofía desde su
experiencia docente: llevar al ser humano a estructurar su pensamiento para que éste tenga
mayor validez, suscitar el acercamiento a una verdad y desde ahí saber el porqué y el para
qué de las cosas; o en otras palabras, estructurar el pensamiento de una forma lógica para
poder dar respuesta a los interrogantes de la vida.
Luego de indagar por lo que tiene que ver con las concepciones personales del
docente acerca de su trabajo, pasamos a su desempeño en el escenario educativo. Al
preguntarle por el enfoque conceptual de su enseñanza, el profesor habló acerca de las
limitaciones que impone el estado en el quehacer docente, el cual se refleja en las
orientaciones pedagógicas y en el afán institucional de un buen desempeño en las pruebas
Saber 11. Según él, es posible hacer ciertas modificaciones, pero en esencia la planeación
ya está hecha. Por lo cual, lo que hace en su labor es trabajar los contenidos del plan estatal
tal cual; sin embargo, lo hace con la mayor rapidez posible, para así tener tiempo de realizar
lo que él realmente quiere: transformar a las personas. Durante ese tiempo se dedica a hacer
discusiones y conversatorios con los estudiantes sobre temas de actualidad o del pasado que
tienen que ver con lo actual.
En lo tocante a los formatos, el profesor explica que en la institución hay una plantilla
llamada “planeador”, el cual se entrega cada período académico y en el que los profesores
consignan el número de clases que van a tener y los contenidos que se van a tratar, además
de los logros. Según el profesor, los supuestos plasmados en este planeador jamás se
cumplen; si, por ejemplo, en un período académico está planeado dictar 16 clases, no es
raro que se terminen dictando 6; hay distintas razones para ello, desde actos cívicos, salidas
pedagógicas y reuniones, hasta eventos ajenos a la institución. No es raro que cualquier día
el rector o el coordinador les diga a los profesores que sólo se dará clase hasta las 4 de la
tarde por algo que está pasando afuera; por lo general son hechos violentos. Ahora bien,
además de este planeador, el profesor Rodríguez usa, a modo personal, un diario de campo
en el cual consigna la actividad real de su área; dicho diario le permite, a su vez, saber
dónde y cómo va con cierto tema en cierto grupo.
En cuanto a los contenidos trabajados, el profesor cuenta que los trabaja por período,
y comentó lo que hizo ese año con el grupo de décimo: en el primer período, aunque se
suponía que debía trabajar primero el paso del mito al logos, en lugar de ello trabajó el
componente ético. En el segundo trabajó las ramas de la filosofía. En el tercero tendencias e
inclinaciones filosóficas por épocas. Y en el cuarto sí trabajó el paso del mito al logos. Más
arriba había mencionado que el profesor había comenzado a trabajar en la institución desde
febrero del año 2013; pues bien, por esto mismo se vio obligado, ese año, a trabajar en el
grado once los mismos contenidos que en décimo, pues según él, el profesor anterior de
filosofía sólo se limitaba a contarles historias a los estudiantes, por lo que los alumnos de
once no tenían el más mínimo conocimiento de filosofía. Ya al interrogarlo sobre sus
planes de trabajo originales en grado once, el docente afirmó que su objetivo es trabajar el
pensamiento contemporáneo con énfasis en autores latinoamericanos, entre ellos mencionó
a Fernando González; además de esto, también busca tratar temas de la vida real: la
comunidad, la cotidianidad, los deseos, etc.
Cuando se le preguntó por las competencias, el docente comentó que su objetivo
fundamental es desarrollar las competencias fundamentales de todo saber: la interpretativa,
la argumentativa, la propositiva y la comunicativa.
Después de esto se pasó a la cuestión de las estrategias de enseñanza y aprendizaje. El
docente dice que primero asigna una consulta previa al tema que se va a trabajar en la clase;
aunque no todos realizan dicha consulta (la pereza les puede o no los dejan sus “múltiples
ocupaciones”), esta herramienta, según él, resulta muy útil para el desarrollo de su clase
puesto que los que sí la realizan llegan con preguntas, lo cual posibilita en gran medida que
la clase tenga mayor contenido; esto a razón de que los estudiantes tienen unos saberes
previos que es importante explicitar. Otras estrategias que el docente utiliza son: primero:
cuestionarios que los alumnos trabajan en equipo basados en sus saberes previos, en
preguntas de los estudiantes que pueden ayudar a desarrollar mejor el tema que se trabaja; y
segundo: juegos, dinámicas que hagan las clases un poco diferentes y posibiliten el
aprendizaje de los conceptos y las ideas de otra manera.
Todos los contenidos que el profesor trabaja con sus estudiantes son evaluados a
través de exámenes con preguntas abiertas. El docente afirma que dichos exámenes hacen
que el estudiante se confronte a sí mismo y confronte su saber. Esto lo hace en aras de ir
más allá de una memoria enciclopédica e inicua.
Por último, se trató el tema de las dificultades en su trabajo como docente. Sin dudas,
la mayor dificultad para el profesor es la apatía, el hastío que tienen los estudiantes por el
conocimiento; a muchos de ellos simplemente no les interesa el saber, no tienen una
motivación intrínseca para adentrarse en él. Esto es producto de una mediocridad que,
según el docente, se volvió circular: son mediocres los alumnos y también los docentes. No
se sabe, comenta, dónde comenzó esta mediocridad. Esto se ve reflejado en lo que se
destacó más arriba: las directivas poco o nada hacen para acabar con dicha mediocridad;
antes bien, en cierta medida incluso la promueven al exhortar a los profesores a ser más
flexibles y dar más oportunidades. A pesar de ello, los estudiantes no aprovechan tal cosa;
por lo que el profesor terminó la entrevista diciendo: “aquí, según entiendo, se les da
múltiples facilidades para ganar… y yo no sé si es que no les da neuronalmente para
ganar, o si simplemente no quieren hacerlo, no tienen motivación”.
Después de la entrevista al profesor Hernán Rodríguez, se quiso indagar por la clase
de filosofía en esta institución desde la perspectiva del estudiante; por lo cual se entrevistó
a una alumna del grado décimo y se le preguntó algunas cosas acerca de la filosofía y de la
clase que ella ve con su profesor.
En primer lugar, se le preguntó a Manuela qué era, para ella, la filosofía, a lo cual
respondió que ésta es la comprensión de ciertos temas utilizando la lógica, la razón, la
búsqueda del origen de las cosas. Luego se le interrogó sobre la importancia de la filosofía,
a lo cual arguyó que ésta es necesaria para la comprensión, puesto que hay ciertas cosas
para las que uno puede tener una respuesta que parece muy obvia, pero que en lugar de
resolver el interrogante lo que hace es suscitar más preguntas que pueden llevar a que tal
respuesta no sea tan obvia como se pensaba. Tras afirmar que su tema predilecto de la
filosofía es el paso del mito al logos, se le preguntó por la posible utilidad de la filosofía en
la vida cotidiana, a lo que respondió diciendo que ésta ayuda a abrir la mente a ciertas ideas
a las que uno puede no darle mucha importancia; también ayuda a la búsqueda de otros
puntos de vista sobre las cosas que pueden decir mucho más que lo que uno pensaría
normalmente. Después, tras afirmar que su vocación profesional es la medicina, se le
preguntó por un posible papel de la filosofía en la medicina, a lo que respondió que a un
médico le puede servir la filosofía en el sentido de la necesidad de buscar el origen de las
cosas y no quedarse con la primera respuesta que obtenga; la filosofía hace que uno busque
otras posibilidades que pueden ser más acertadas. Se nota cómo en todas las preguntas
anteriores hay una idea arraigada de la filosofía como elemento que posibilita la búsqueda
de múltiples posibilidades para la comprensión de las cosas.
Luego de ello se pasó a la clase de filosofía como tal. En primer lugar se le pidió que
calificara su experiencia en la clase que dicta el profesor Rodríguez, a lo cual ella respondió
que la clase era buena en tanto que el profesor explicaba de manera muy detallada los temas
y buscaba que los estudiantes entendieran lo mejor posible; además de ello, ella calificó la
clase como divertida en razón de los comentarios sarcásticos que a veces hace el profesor.
Partiendo de esto se le pidió que describiera con más detalle lo que se hace en la clase de
filosofía; Manuela comentó que, puesto que el grupo de ella es bastante indisciplinado,
siempre se pierde algo de tiempo esperando a que el grupo se organice y se disponga para
la clase. Una vez esto se da, ella dijo que a medida que el profesor va explicando el tema,
muchos se van “encarretando” con él puesto que la clase no es tan magistral como sí lo es
en otras materias, sino que se basa más en las posibles preguntas que puedan tener los
estudiantes acerca del tema. En suma, esta estudiante dio una visión muy positiva de la
metodología del profesor y, en general, de la clase de filosofía. Luego de ello se le
interrogó por la importancia de la enseñanza de la filosofía en los colegios, a lo que ella
aseguró que es necesario aumentar la intensidad horaria de esta clase, puesto que las
escasas dos horas semanales que se dictan no son suficientes para comprender de manera
suficiente los conceptos; según ella, hay términos que uno no conoce y en los cuales es
necesario profundizar más. En suma, es necesario que la filosofía se dé con mayor
frecuencia, pues así se puede leer más y se puede aprovechar más el contenido. A partir de
esto último se le preguntó sobre cómo creía que se debía enseñar la filosofía en el colegio, a
lo que respondió que es necesario leer más, puesto que, según ella, la filosofía es “algo de
entendimiento”. Finalmente, al preguntársele sobre qué va a pasar con lo que le enseñaron
en filosofía una vez se gradúe, volvió a tomar su tópico de la filosofía como herramienta de
indagación, y dijo que le llamaba mucho la atención que, a partir de la respuesta a una
pregunta, se den otras preguntas que pueden llevar a una mayor comprensión de lo que se
está tratando; este “estar filosofando sobre muchas cosas”, según ella, hace que uno vea la
vida de otra manera.

3. Conclusión: posibles transformaciones de la práctica educativa.

Decía Philip Jackson en La vida en las aulas, refiriéndose a los estudiantes de


primaria de Estados Unidos, que la vida en la escuela no sólo depende de los logros
académicos, sino también del cumplimiento de unas expectativas institucionales que
suponen una serie de actitudes que no se hacen necesariamente explícitas; en suma, no sólo
hay que cumplir con el currículum explícito, sino también con el currículum oculto. Para
ello los estudiantes adoptan una serie de estrategias o actitudes que les posibilita el éxito en
su paso por el aula de clase; llama la atención la que consiste en un cumplimiento de lo
mínimo necesario tanto en lo explícito como en lo oculto; una persona se vuelve “experta
en la escuela” y sabe cómo manejarla, conoce sus dinámicas y sabe moverse en ellas.
Se ha dicho todo esto para tomar un punto de partida con respecto al trabajo que se ha
desarrollado en este informe; y es que, en efecto, la descripción que hace Jackson no
coincide en muchos puntos con lo que se encontró en esta institución (y creo que en general
con las instituciones de nuestro contexto). Aunque sí puede haber algunos individuos que
adopten tales estrategias y cumplan con las expectativas institucionales, y unos pocos que
realmente le sacan provecho a su proceso educativo, muchos de los estudiantes, al menos
del grupo en el que se indagó, ni siquiera se toman la molestia de cumplir eso mínimo
necesario que requiere la institución. Fuera de que sus intereses son absolutamente ajenos a
los del profesor y del colegio en general, no se preocupan por buscar ese equilibrio del que
habla Jackson, sino que efectivamente hacen valer en su totalidad ese interés propio.
Además de ello, la institución tampoco hace mucho por lograr otra realidad en este sentido.
Esto se ve en la dificultad que señaló el profesor Rodríguez con respecto a su labor docente,
la apatía y el hastío de los estudiantes por el saber; la completa indiferencia por la
institución y el proceso educativo en general revelan claramente lo que se ha dicho, y
suponen un punto de partida importante en la búsqueda de una transformación de la
práctica educativa.
Si bien dichas dificultades tienen muchos factores, tanto propios como ajenos a la
institución, lo que imposibilita que la labor de un solo docente logre un cambio
significativo, es posible suscitar en algunos estudiantes ciertas actitudes que contraríen lo
que se ha señalado. Tal es el caso de la estudiante entrevistada cuando hace esos
comentarios positivos acerca del profesor, la clase y la filosofía en general (confiando en la
buena fe de ella). Sin dudas, la labor del profesor Rodríguez, a pesar de llevar tan poco en
la institución, tiene unos objetivos señalados y unas orientaciones claras, y sabe muy bien
cómo llevar su saber y la importancia de éste a la mayor cantidad posible de estudiantes.
Además de ello, en el poco tiempo que lleva ha logrado cierta conexión con los estudiantes,
lo cual es bastante positivo a pesar de todas las dificultades que ofrece el contexto de la
institución.
A pesar de los posibles desacuerdos que pueda tener personalmente con el profesor
Rodríguez acerca del contenido de su clase, una cosa queda clara: debido a las limitaciones
de la reglamentación misma con respecto a la enseñanza de la filosofía en los colegios
públicos, a la hora de enseñar hay que jugársela por unos objetivos y tomar unas decisiones
concretas que implica tomar unas cosas y dejar de lado otras. Eso lo tiene muy presente el
profesor y creo que es necesario seguir su ejemplo en este sentido.
Ahora bien, el problema principal que se encontró en este trabajo puede resumirse en
dos preguntas: ¿cómo suscitar en los estudiantes la conciencia de la importancia del
conocimiento y del proceso educativo y formativo que están llevando a cabo? ¿Cómo
suscitar en los estudiantes la conciencia de la importancia de un saber, independientemente
de su gusto por él? Estas preguntas buscan que la reflexión tome un camino: la indagación
de los fines de la educación, en general y en filosofía. Si se quiere realizar una buena labor
en la enseñanza de la filosofía, es necesario poner sobre la mesa unos objetivos claros,
preguntarse para qué se enseña esta materia; luego de ello, como lo ha hecho el profesor
Rodríguez, a partir de la respuesta a ese para qué, tomar decisiones claras acerca de qué
tipo de sujetos se quiere formar y jugársela por ellas.

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