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DIÓCESIS DE PASTO

PARROQUIA SAN SEBASTIÁN

NOVENA A SAN SEBASTIÁN

ORACIÓN INICIAL
Dios, creador del universo, de quien viene todo bien y a quien adoran
rendidos los cielos y la tierra. Te damos gracias porque creaste y santificaste
al mártir san Sebastián, derramando en él a raudales tu misericordia. Le
hiciste santo entre los barbaros, penitente entre los opulentos, apóstol en una
corte gentil y mártir glorioso de tu amor entre los más floridos halagos de la
fortuna. Por el fecundo amor que mostró en tu servicio, por la gracia de
milagros que le diste, por el gran fervor con que sacrificó la vida por ti, y por
la excelencia con que le honraste como abogado en los rigores de la peste; te
rogamos, Dios eterno, nos libres de la mortal peste del pecado, para amarte
en esta vida y en la eterna. Amén.

GOZOS
Somos soldados de Cristo lucharemos por la paz y tú serás nuestro jefe
Glorioso San Sebastián.

Sagrado prodigio
Ilustre campeón,
Que de Dios tomaste nuestra protección.
Dentro de tu gala
Cuantas veces vió
El mundo, de cilicio, para confusión.

Valeroso joven
Que el mundo exaltó,
a Dios le ofreciste
Tu vida y honor.
Cortes de delicias
No pudieron, no
Robar con atractivos
Tu fiel corazón.
Servir al tirano
Del mundo era honor
Pero tu trabajo
Consagraste a Dios.
Capitán te hizo
Con alto fervor
Pero tu lo fuiste
Del mejor Señor.

Esa noble mano


Siempre se extendió
En largas limosnas
Tesoro mayor.
Esa lengua de oro
Del cielo pregona:
Cuantos bienes hizo,
Cuantos convirtió.

En los hospitales
cuando entrabas tú
de Dios ya traías
la consolación.
En cárceles duras
Alentó tu voz,
a entregar la vida
por el mismo Dios.
ORACIÓN FINAL

Bienaventurado San Sebastián, a ti acudimos en nuestra tribulación y después


de invocar el auxilio de Dios Todopoderoso, solicitamos confiados tu
intercesión delante de Él, por la fe y serenidad que tuviste en las torturas y
por la fortaleza de aceptar el martirio, humildes te suplicamos, nos des el
valor para confesar a Dios delante de los hombres y fortaleza para llevar con
resignación las dificultades y reveses de nuestra vida. Que la Sangre de
Cristo derramada en la cruz por nosotros y tu sangre que brotó a raudales
cuando las flechas penetraron en tu cuerpo atado a un árbol, laven nuestros
pecados para presentarnos limpios y dignos ante Dios y ante ti glorioso
mártir. Danos la gracia de amar a Dios con valentía, servir a los hermanos
con humildad, fortaleza para vencer las tentaciones y el don de la
perseverancia final. Amén.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria.

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