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SEMINARIO MAYOR LOS SAGRADOS CORAZONES

SAN PABLO 2

GIOVANNI PASTUZÁN ROSERO

CUARTA CATEQUESIS DEL PAPA BENEDICTO XVI EN EL AÑO PAULINO: LA

CONCEPCIÓN PAULINA DEL APOSTOLADO

El Papa Benedicto XVI, habla sobre la nueva condición de vida del apóstol Pablo, es decir,

de su ser apóstol de Cristo. Pablo se siente verdadero apóstol, por lo cual, el concepto

paulino de apostolado no se restringe al grupo de los Doce. En sus cartas, aparecen tres

características principales que constituyen al apóstol: La primera es "haber visto al Señor"

(cf. 1 Co 9, 1). La segunda es "haber sido enviado" (1 Co 1, 1; 2 Co 1, 1). El tercer requisito

es el ejercicio del "anuncio del Evangelio" (1 Co 9, 1; 2 Co 3, 2-3). Y, en conclusión, la

misión de todos los apóstoles de Cristo, en todos los tiempos, consiste en ser colaboradores

de la verdadera alegría.

Hoy en día, para muchos, el ser apóstoles de Cristo es un honor, un orgullo que, sin duda,

tiene todas las razones de ser, ¿a qué cristiano no le gustaría ser un apóstol de Cristo? La

cuestión es que, en la actualidad, la noción de “apóstol” se queda muchas veces en la concepción

que tenemos del título, o sea, el quehacer y dignidad exterior que revisten a la persona,

concretamente a los obispos. Hemos puesto nuestra atención en el hacer, y hemos dejado de lado

la reflexión en el ser.

Sabemos que Cristo no vino por unos pocos, sino por muchos, Él no quiere que su Espíritu

Santo y su gracia sea solamente para algunos; entonces, ¿Cristo quiere que todos seamos
obispos? No, hay diversidad de dones (1 Cor 12,4), por eso algunos son obispos, otros

sacerdotes, otros padres de familia, etc. Pero sí se quiere, que todos comprendamos la naturaleza

del ser, pues todos compartimos una misma identidad: ser hijos de Dios.

Cuando el apóstol Pablo deja ver en sus cartas a los corintios ciertas características que

constituyen al apóstol, marca algo más que un título honorífico. Por eso, en su primera

característica: "haber visto al Señor", muestra desde su experiencia, que lo que vale es haber

tenido un encuentro decisivo con el Señor, esto, es lo que justifica y salva realmente; y sabe bien,

que todo aquel que se encuentre con Jesús, ya no puede volver a ser la misma persona, de ahí,

que San Pablo se considere "apóstol por vocación" (Rm 1, 1). Esa es la segunda característica,

“el haber sido enviado”, darle una respuesta generosa a Dios, saber que el gozo del encuentro

con Jesús es tan grande, que se debe comunicar a los demás. Y así, la labor del hombre nuevo, es

el tercer requisito: "el anuncio del Evangelio"; por eso, Pablo se dedicó a la tarea de la fundación

de Iglesias.

En síntesis, san Pablo comprendió bien su identidad (ser hijo de Dios) y de ahí, derivó su

dignidad (comportarse como hijo de Dios). El apóstol se entregó al Evangelio con toda su

existencia, todos sus esfuerzos estuvieron orientados a ello, cumplió su ministerio con fidelidad y

alegría, "para salvar a toda costa a alguno" (1 Co 9, 22).

¿Qué deducimos de todo esto? Que el gozo de llevar a Cristo no se limita a los apóstoles,

todos podemos ser bienaventurados si llevamos a Jesús en el corazón y lo manifestamos con

nuestra vida. Esa es la misión, no solo de algunos, sino de todos, ser colaboradores de la

verdadera alegría.

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