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(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad), aprobando lo que es agradable al Señor.
INTRODUCCIÓN
El Señor Jesucristo indicó que las personas somos un tipo de árboles y que por medio de los frutos, se conocería la
procedencia de cada cual; porque un árbol bueno, da buenos frutos y un árbol malo produce malos frutos (Mt. 7:16, 20).
Los cristianos somos transformados en árboles de justicia por medio de Jesucristo; por lo tanto, tenemos la capacidad de
producir fruto agradable a Dios.
DESARROLLO
El fruto del Espíritu, es el producido en consecuencia de llevar nuestra vida en comunión con el Espíritu Santo, siendo llenos
de Él, siguiendo su guianza, obedeciéndole, permitiendo que forme la Imagen de Jesucristo en nuestra vida.
Este fruto, es para que Dios lo coma, por eso leemos en el libro del Cantar de los Cantares, "venga mi amado a su huerto y
coma de su dulce fruto (Cnt. 4:6)
De acuerdo a los textos de las epístolas a los Gálatas y Efesios, vemos que el fruto del Espíritu tiene varias facetas, veamos
algunas:
Amor, Gálatas 5:22
Palabra Raíz Significado
Amor (Gr.) agape Amor, afección, benevolencia, caridad.
Es interesante saber que, cuando leemos detenidamente los versículos de Gálatas y Efesios vemos que dice el
fruto y no dice los frutos; es una palabra en singular y no en plural. Esto nos deja ver que, el fruto del Espíritu es
solo uno, el amor y la lista que sigue, son sus facetas.
Ahora bien, de acuerdo a 1a Corintios 13, las características del amor son:
1. Sufrido
2. Benigno
3. No tiene envidia
4. No guarda rencor
5. No se envanece
6. No es injuriosa
7. No busca lo propio
8. No se irrita
9. No piensa mal
10. No se goza de la injusticia
11. Se goza de la verdad
12. Todo lo sufre
13. Todo lo cree
14. Todo lo espera
15. Todo lo soporta
Es decir que, cuando en nuestra vida se manifiestan estas virtudes, es evidencia de que el fruto del Espíritu se está
produciendo en nosotros.
CONCLUSIÓN
Debemos permitir que el Espíritu Santo trabaje en nuestra vida, para producir fruto para el Señor al 100%, fruto dulce a su
paladar y también al de nuestros hermanos, y de esta forma agrademos al corazón del Señor y diga de nosotros: Este es mi
hijos amado, en quien mi alma se deleita (Mt. 3:17)