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martes, 28 de noviembre de 2023

El Espíritu Santo, Su obra VI

Serie: Doctrina del Espíritu Santo

Introducción
La vida cristiana tiene solamente importancia, poder y victoria cuando seguimos las
normas del Espíritu. Romanos 8:5–7, presenta el plan del Espíritu contrapuesto al de
la carne. Dice que los que son del Espíritu deben ocuparse de las cosas del Espíritu
que es “vida y paz”. Tristemente, entonces los que no pueden vivir ocupados en el
Espíritu, desconocen el valor de la vida y de la paz. La rendición de nuestro ser, de
nuestro yo, al Señor nos traerá consecuencias grandes e indescriptibles. Notemos:
1. La guía del Espíritu. Gálatas 5:18
Para hallar la guía del Espíritu debemos depender constantemente, de Dios.
Signi ca que con deseo e inteligencia se somete a lo que el Espíritu dice y por su poder
propone.
Es en las Escrituras donde encontramos la voluntad de Dios a la que debemos
acatar (Efesios 5:17; 6:6; 1 Tesalonicenses 4:3; 5:18; Hechos 10:36; 1 Pedro 3:17;
4:2). Debe expresarse, en consecuencia, por los dones que El mismo crea para
producir esta experiencia. Nuestra propia irrupción carnal estorba muchas veces el que
así sea, dejando un vacío en la experiencia de la fe (comp. Romanos 8:14).
2. El fruto del Espíritu. Gálatas 5:22–23
Es el resultado de la vida espiritual en acción. El fruto no puede ser imitado ni
reemplazado (Mateo 7:16–20; 12:33), tal como es fácil comprender al leer Romanos 8.
Cada árbol lleva su propia sabia de acuerdo a su naturaleza (Juan 15:1–5),
nosotros tenemos la naturaleza de Dios y producimos el fruto de la nueva vida
(Romanos 6:21–22).
Según el texto de Gálatas que leímos, tiene nueve partes y descansa sobre el andar
por la fe que Dios nos propone (Gálatas 2:20; Filipenses 1:21). De El uye el amor (1
Juan 4:12); el gozo (Hechos 13:52; 1 Juan 1:4); la paz (Romanos 8:6; 14:17); la
paciencia (Efesios 4:2–3; Colosenses 1:11); la benignidad (Colosenses 3:12; 1
Tesalonicenses 2:7); la bondad (Efesios 5:9; 2 Tesalonicenses 1:11); la fe o quizás
delidad (Efesios 6:21; Colosenses 1:7; 1 Timoteo 1:12); la mansedumbre o carácter
humilde (Efesios 4:2; 1 Pedro 3:15); la templanza o autocontrol (2 Pedro 1:5–7). En la
expresión o manifestación de estas cosas descansa el poder de la nueva vida.
3. La sensibilidad del Espíritu

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Es muy importante que estudiemos e imprimamos en nuestro ser que el Espíritu es
muy celoso de nosotros. Por lo menos podríamos anunciar seis errores a los que es
sensible.
a. Mentimos al Espíritu cuando actuamos deshonestamente (Hechos 5:1–5).
b. Resistimos al Espíritu cuando ignoramos las enseñanzas bíblicas (Hechos
7:51).
c. Afrentamos al Espíritu cuando desechamos el valor de la sangre de Cristo
(Hechos 5:9).
d. Tentamos al Espíritu cuando hacemos arreglos fuera de su voluntad (Hechos
5:9).
e. Contristamos al Espíritu cuando mantenemos actividades dirigidas por la carne
(Efesios 4:30–31).
f. Apagamos al Espíritu cuando rechazamos la voluntad de Dios (1
Tesalonicenses 5:19–20).
Aunque algunos de estos pecados están directamente relacionados con los incrédulos,
nos aterra pensar que muchos cristianos no busquen más del Señor como para no
hacer nada que dañe o atente contra la armonía y libertad de una vida sujeta a la
voluntad y guía del Espíritu Santo.

CONCLUSION
Podemos hablar del Espíritu con argumentos bíblicos, y aun estar haciendo cosas que
no tienen nada en común con él. Podemos invocar el Espíritu y aún no disponer de su
poder y su unción.

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