Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Empezar a reflexionar sobre el poder de las historias, sobre la nueva era de los relatos en el
mundo de los negocios, es decir, hablar sobre storytelling. No es más que desenmarañar la
forma en la que vamos construyendo historias con otros. Si bien, el storytelling ha estado
presente en nuestro cotidiano desde siempre, el momento en el que ha tomado
protagonismo como técnica de comunicación para la política, los negocios o el mundo del
pensamiento, es reciente.
En este sentido, Echeverría reconoce tres postulados básicos de la ontología del lenguaje, a
saber:
En las primeras páginas del libro “El hombre en busca de sentido”, Viktor Frankl comienza
diciendo:
Estas sencillas, pero contundentes oraciones, lo que hace es prepararnos a leer las vivencias
que se detallan en el libro. Frankl, sabiamente, nos anuncia que son historias personales, lo
que automáticamente activa nuestras neuronas espejo, descubiertas por el neurocientífico
Giacomo Rizzolatti en la década del noventa, y, por ende, estamos más sensibles a sentir
empatía por lo que se anuncia.
Quizás esta fascinación por escuchar narraciones en la voz de otras personas tiene que ver
con lo planteado por Shakespeare: “Sabemos lo que somos, pero no sabemos lo que
podríamos ser”. Es decir, las historias responden el ¿quién soy? ¿Qué debo hacer en la vida?
¿cuál es el sentido de la vida?, puesto que “los humanos han estado formulándose estas
preguntas desde tiempo inmemorial…” (Harari, 2019, pág. 295). Y, como señala este autor:
“…en casi todos los casos, cuando la gente pregunta por el sentido de la vida, espera
que se le cuente un relato. Homo sapiens es un animal que cuenta relatos, que piensa
en relatos más que en números o en gráficos, y que cree que su propio universo
funciona como un relato, lleno de héroes, villanos, conflictos y resoluciones,
momentos culminantes y finales felices. Cuando buscamos el sentido de la vida,
queremos un relato que explique de qué va la realidad y cuál es mi papel concreto en
el drama cósmico” (pág. 295)
En el mismo tenor, el chileno Rafael Echeverría, indica que las formas que usamos
frecuentemente los humanos para otorgarle sentido a la vida y su devenir, se conforman
tanto con las historias como en las costumbres arraigadas en las comunidades con las que
interactuamos y/o pertenecemos.
“Las historias que contamos de nosotros y de los demás están fabricadas a partir de
un trasfondo de relatos e historias generados históricamente por la comunidad para
darse un sentido. Nosotros, en tanto individuos, nos constituimos siempre dentro y
a partir del trasfondo de esos metarelatos que llamamos discursos históricos”. (2016,
pág. 57)
Como hemos expuesto, las historias en cualquier formato, mitos ancestrales, epopeyas,
leyendas, enseñanzas bíblicas, o storytelling, tienen un lugar común, compartir vivencias con
Primero, concordemos que crear o contar historias, sean estas reales o ficcionadas, nos
impulsa a desarrollar una visión de futuro, en tanto, nos ayuda a abrir nuevos horizontes que
nos motivan a emprender acciones. También, “es a través de la invención de historias que
desarrollamos el trasfondo que dará sentido a desafiar el presente y a realizar acciones” (pág.
247). En un plano psicológico, las acciones ocurren motivadas por una emoción; y son éstas,
las que se transmiten en las miles y millones de historias que vemos o escuchamos a lo largo
de nuestras vidas.
Segundo, no olvidemos que vivimos en la era del hiper humano, capaz de estar en varios
lugares a la vez gracias a la tecnología y la globalización, por lo tanto, su atención se diversifica
en cyber espacios, dificultándole la comprensión, sintonía y escucha activa que se requiere
en un acto comunicativo. Por ende, “en un mundo inundado de información irrelevante, la
Si analizamos esta situación desde un punto de vista comercial, “la creación de marcas y de
su valor suele implicar contar una y otra vez el mismo relato ficticio hasta que la gente se
convence de que es verdad. ¿Qué imágenes le vienen a la mente al lector cuando piensa en
Coca-Cola? ¿Las de jóvenes sanos que se dedican al deporte y que se lo pasan bien juntos?
¿O las de pacientes con diabetes y sobrepeso tumbados en la cama de un hospital? (pág.
263). No cabe duda de que el Marketing tiene largas horas de vuelo en posicionar marcas a
través del uso de narraciones que quedan en el inconsciente colectivo.
Pero hay un aspecto que todas estas narraciones tienen en común, posicionan a un héroe o
a una heroína al centro de la acción. Es por los devenires del, o de los protagonistas, que
podemos conmovernos, entretenernos, criticar o burlarnos a un sólo clic. Episodios de sus
vidas, nos permiten reconocernos en ellos, simpatizar con las circunstancias que viven, y, por
lo tanto, sentirse parte de un grupo humano.
a. De la tragedia al relato del siglo XXI (Catarsis, peripecia y anagnorisis)
Desde situaciones dramáticas a eventos hilarantes, hoy seguimos interesados en saber las
historias de otros. No hace falta que existan historias épicas de reyes, conquistas de otros
reinos y travesías por lugares inhóspitos, hoy, nuestros cerebros, siguen nutriéndose de las
vivencias más humanas.
Aunque el dramaturgo Arthur Miller publicó en febrero de 1949 el artículo denominado “La
tragedia del hombre común” en The New York Times, sus dichos no dejan de estar vigentes
y relacionados con lo recientemente expuesto. Miller, a unos días de estrenar la obra
“Muerte de Vendedor viajero”, en la que cuenta las circunstancias de un patético Willy
“Creo que el sentimiento trágico es evocado en nosotros cuando nos hallamos en presencia
de un personaje que está dispuesto a dar su vida, si fuese necesario, para conservar una única
cosa: su sentimiento de dignidad personal. Desde Orestes hasta Hamlet, desde Medea hasta
Macbeth, la lucha subyacente consiste en que el individuo intenta ganar su posición “justa”
en la sociedad en que vive” (Miller, 1949)
Considerando su planteamiento, contar una buena historia, una historia que movilice, ésta
debe cumplir con ciertas características, las cuales están alineadas con las fábulas de la Grecia
antigua y que Aristóteles analizó en profundidad.
i. El héroe debe enfrentarse a “una falta trágica”. Falta que no es entendida como
debilidad, sino como su natural rebeldía a permanecer pasivo ante lo que él considera un
desafío, un oprobio, o una injusticia a la concepción que él mismo tiene de su lugar en la
comunidad. O sea, si los personajes de nuestras historias fueran pasivos, solamente
testigos inanimados de las consecuencias de la vida, sin buscar el cambio o la venganza,
no serían llamados héroes trágicos. Y como ya mencionamos, no es necesario pertenecer
a una casta monárquica, no, al contrario, los relatos que hoy nos capturan (y en los cuales
está basado el storytelling), son los relatos de la mayoría de nosotros. Son las vivencias
de personas que se revelan a la pobreza, al fracaso, a las condiciones físicas o geográficas,
a los juicios y a las desigualdades.
ii. El relato o fábula debe contener una enseñanza o moraleja. En cuanto a la fábula, y tal
como señalaba Aristóteles, no es necesaria que sea una sola, “puesto que a un solo
personaje le suceden muchas e infinitas cosas, entre las cuales hay algunas que no
constituyen ninguna unidad” (Aristóteles, 2003, pág. 55). La moraleja es un mensaje
implícito o explícito que sirve para reforzar alguna enseñanza. Aunque en las historias
contemporáneas este punto es cada vez menos evidente, no está de más recordar que es
necesario que se vincule con el objetivo del para qué queremos contar esta historia.
iii. La historia debe generar catarsis. Uno de los grandes legados que Aristóteles nos dejó en
su obra, es que las grandes tragedias ejercen sobre los espectadores un efecto de
compasión y terror; que él llama catarsis. Si bien, desde distintas disciplinas se ha
estudiado la catarsis, para fines de este artículo, nos centraremos en comprenderla como
b. Estructura aristotélica y/o el viaje del héroe (planteamiento, conflicto, núcleo, climax y
desenlace)
Siguiendo con la comprensión de las partes que componen una historia o el viaje del héroe,
es preciso mencionar que existen, hoy en día, una serie de estructuras que juegan con la
temporalidad en la que se narran los acontecimientos. El cine, e incluso la literatura, hoy en
día juegan mucho con formas que desestructuran la conocida estructura dramática
aristotélica, ya que no siguen una progresión cronológica de los hechos. Por ejemplo, Julio
Cortázar en su obra Rayuela, nos invita a decidir si queremos leer de principio a fin, o, por el
contrario, leer los capítulos en el orden que el lector prefiera. Lo mismo pasa cuando
escuchamos historias que nos muestran el final, y posteriormente develan la cadena de
acciones que sucedieron previamente. A esta estructura la llamaremos “In media res”. Muy
utilizada en series de ficción, la historia comienza con el desenlace, luego presenta detalles
de los personajes, el nudo y vuelve al desenlace (por ejemplo, la serie estadounidense de
crímenes: CSI).
La estructura básica de un relato tiene un inicio y un fin claros, esto es relevante, ya que
facilita al lector la comprensión de los acontecimientos, disminuyendo la sensación de finales
falsos (este aspecto se desarrollará en profundidad en el cuarto módulo).
1
Concepto propuesto por el director ruso Constantin Stanislavsky en su método de actuación. Consiste en desarrollar un
análisis profundo del personaje bajo estos tres ejes (físico, psicológico y social); con esto descubrirá el espectador formas
de caminar, de relacionarse con otros y consigo mismo, de actuar, de hablar, situándolo también en una clase social
específico, ya que cumple con un arquetipo. Para Stanislavsky, mientras más conozcamos de los personajes, más fácil será
empatizar y comprender por qué hacen lo que hacen.
Esta estructura es la base para cualquier historia. Hoy en día, los creativos y oradores, juegan
con el orden de estas etapas, pero de todas maneras es posible reconocerla en los relatos
que escuchamos a diario. Existen también, otros mecanismos que permiten jugar con el
tiempo de la acción, tales como el flash back o el racconto, los cuales pueden aplicarse
cuando ya se maneja la estructura lineal aristotélica.
Para finalizar este artículo, y sin profundizar en detalles, es preciso destacar que Joseph
Campbell2, propuso otra estructura para evidenciar el viaje del héroe. Esta es conocida como
la estructura del mito único, la cual se divide en diferentes fases y es más compleja que la
anterior, pero que se conecta con la propuesta griega que recién revisamos. A modo de
complementar la información, compartimos un diagrama que resume la teoría de Campbell
para conocimiento del lector.
2
Joseph Campbell (1904-1987) fue uno de los mitógrafos estadunidenses más conocidos del siglo XX. Su trabajo se sitúa en
un ámbito universitario y académico. Fue escritor y profesor.
Examinó cientos de mitos y leyendas, desde Grecia a los incas, pasando por las sagas islandesas o las epopeyas de la India.
Buscó los puntos comunes entre todas las historias a partir de la antropología y de la psicología (psicoanálisis). Encontró así
un patrón que se repetía en muchas historias de cualquier continente y cualquier época.
Sugerimos que el lector escoja cualquiera de estas estructuras y empiece a redactar su propia historia.
Cuando usamos storytelling para hablar de nosotros, se vuelve más verosímil, aumenta la empatía y
definitivamente es más fácil de memorizar la estructura, pues no tenemos que recurrir a improvisar
las experiencias, sino que a rescatar de nuestra memoria los hechos que queramos relatar.
3
Disponible en https://www.researchgate.net/figure/Figura-1-La-Estructura-del-Mito-Unico-de-Joseph-
Campbell_fig1_329210640, consultado el 28 de noviembre de 2020
Dehaene, S. (2019). ¿Cómo aprendemos? Los cuatro pilares con los que la eduación puede
potenciar los talentos de nuestro cerebro. Buenos Aires: Siglo XXI.
Harari, Y. N. (2019). 21 lecciones para el siglo XXI. Santiago: Penguin Random House Grupo
Editorial.
Miller, A. (febrero de 1949). La Tragedia del hombre común. The New York Times.