Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CONTENIDO
PREFACIO
Este pequeño libro está compuesto de mensajes dados por el hermano Witness Lee el 7 y
8 de julio de 1990 a fines del Entrenamiento de Verano en Anaheim, California.
UNA PRESENTACION BREVE
DE LO QUE ES EL RECOBRO DEL SEÑOR
Lectura bíblica: Mt. 28:19; 2 Co. 13:14; Jn. 14:16-20; Ef. 1:4-14: Ro. 8:5-11; Ef. 4:4-6,
12-13, 15-16; Col. 1:18; 1 Co. 12:12; Col. 3:10-11; 1:12; 3:4; 1:27; 1 Co. 1:24, 30; Col.
2:16-17; Ef. 3:8; Jn. 3:34b; 2 Co. 12:9; Ap. 1:4b; 4:5b; 5:6b; 22:17; 1 Ts. 5:23; Ro. 12:5;
Gá. 2:20; Ro. 15:16; 8:23, 30; 1 Co. 6:17; Jn. 15:1-5, 16; 1 P 2:5, 9; Ef. 1:3, 23, 19-22;
3:14-19; 4:3, 11-13; 3:9-11; Jn. 17:6, 11, 14-24; Ap. 1:11; 1 Jn. 5:6; Hch. 2:42; 1 Jn. 1:1-3;
Hch. 14:23; Tit. 1:5; Ap. 1:12-13; Jn. 21:15; 1 Co. 14:1-5, 23-26, 31
Si preguntáramos hoy a los santos, a los líderes o incluso a los colaboradores: “¿Qué es
el recobro del Señor?” o “¿Qué ha sido recobrado en el recobro del Señor?”, no creo que
muchos podrían contestar de una manera adecuada. Algunos podrían contestar que el
recobro del Señor ha recobrado asuntos tales como el bautismo por inmersión, el
presbiterio (esto es, el manejo y la administración de la iglesia por un grupo de
presbíteros o ancianos), el cubrirse la cabeza y la mesa del Señor. Aunque puntos tales
como éstos figuren en el recobro del Señor, son cosas menores. Ninguno de ellos toca
directamente la economía neotestamentaria de Dios; ninguno de ellos tiene que ver con
el dispensar divino o el mezclar divino. En contraste, asuntos tales como la economía
neotestamentaria de Dios, la dispensación de la Trinidad divina en el ser tripartito de
los creyentes, el mezclar de divinidad y humanidad, y la edificación del Cuerpo orgánico
de Cristo son asuntos importantes.
Las cosas divinas de Dios han estado con Su pueblo neotestamentario por casi veinte
siglos. Sin embargo, tal parece que durante este período ha habido muy poco progreso
en la teología cristiana. Cuando hablo de progreso no digo que podemos cambiar la
verdad. Como ejemplo: nadie puede cambiar la Tierra. La Tierra fue creada por Dios, y
la mano humana no puede cambiarla. Pero el transporte, el medio de viajar sobre la
Tierra, ha progresado constantemente por casi seis mil años. La historia nos dice que
para poder viajar sobre la Tierra, la raza humana aprendió primero a usar la rueda. La
rueda es un elemento básico en casi todas las formas de transporte. Las carretas, las
bicicletas, los automóviles e incluso los aviones utilizan la rueda. Desde la carreta, a la
bicicleta, y al vehículo de motor, hasta el avión a reacción, ha habido una gran mejora en
el medio por el cual el hombre viaja sobre la Tierra. Mucha gente ha estudiado
diligentemente los campos del transporte y la tecnología computarizada y se han
logrado grandes avances en estos campos. Pero muy pocos cristianos han dedicado su
tiempo y energía para estudiar las cosas divinas; en consecuencia, ha habido muy poco
avance durante siglos en este campo.
El primer punto del recobro del Señor es el recobro de la revelación divina con respecto
a Dios. No hay necesidad de recobrar a Dios mismo; pero entre los cristianos la
revelación con respecto a Dios se ha perdido, ha sido hecha a un lado y aun se ha
abandonado. Por lo tanto, existe la necesidad de recobrar la revelación divina acerca de
Dios.
A. En Su esencia
B. En Su economía
En Su economía, Dios es tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Los grandes teólogos de los
siglos cuarto y quinto se refirieron a los Tres de la Trinidad como a tres hipóstasis. El
sentido principal de la palabra griega que se traduce hipóstasis es algo que está por
debajo, es decir, un soporte o un fundamento. Como ejemplo, una mesa tiene cuatro
patas que la sostienen, y las cuatro patas de la mesa son sus cuatro hipóstasis. De igual
manera, hay un solo Dios, pero El es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Estos tres —el Padre,
el Hijo y el Espíritu— son las tres hipóstasis divinas. La palabra hipóstasis, que fue
usada en los escritos teológicos que se escribieron en griego, puede también ser
traducida sustancia. Después, cuando la teología se escribió en Latín, se usó la palabra
persona. Luego, en el inglés, el término llegó a ser person [persona]. Por esto, se dice
que el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres personas. Sin embargo, no debemos concluir
que esto quiere decir que Ellos son tres personas separadas, de acuerdo al
entendimiento común de la palabra persona.
Es incorrecto decir que los Tres de la Trinidad divina son tres Dioses separados; ésta es
la enseñanza del triteísmo. Igualmente, es incorrecto decir que hay dos Padres divinos,
uno, el Padre en la Trinidad (Mt. 28:19), y el otro, el Padre eterno mencionado en Isaías
9:6. No tenemos dos Padres divinos; tenemos sólo un Padre divino. Así que, el Padre
eterno es el Padre en los Tres de la Trinidad divina. Además, la enseñanza particular
expresada en la frase “Jesús solo” también es incorrecta.
El Padre está incorporado en el Hijo, y el Hijo se hace realidad como el Espíritu. Esto es
plenamente revelado en Juan 14:16-20. Si leemos estos cinco versículos, veremos que el
Espíritu es la realidad del Hijo, Cristo.
4. El Padre propuso,
el Hijo logró
lo que el Padre había propuesto,
y el Espíritu aplica
lo que el Hijo ha logrado
El Padre propuso (Ef. 1:4-6), el Hijo logró lo que el Padre había propuesto (Ef. 1:7-12), y
el Espíritu aplica lo que el Hijo ha logrado (Ef. 1:13-14).
El Hijo vino con el Padre para efectuar la redención (Jn. 6:46), y mientras el Hijo estuvo
sobre la Tierra, el Padre estuvo con el Hijo todo el tiempo (Jn. 8:16b, 29). En Juan 6:46
la preposición traducida de tiene el significado de de y con. Así que, cuando el Señor
Jesús vino a la Tierra para efectuar la redención, El vino no solamente del Padre sino
también con el Padre. En Juan 8:16 y 29 el Señor Jesús nos dijo que El no estaba solo,
sino que el Padre estaba siempre con El.
El Hijo también vino en el nombre del Padre (Jn. 5:43). Es por esto que en Isaías 9:6 el
Hijo es llamado el Padre. Además, el Padre envió al Espíritu en el nombre del Hijo (Jn.
14:26a). Estas dos cosas son evidencia no sólo de que el Hijo y el Padre son uno, sino
también de que el Espíritu es uno con el Padre y con el Hijo. Los Tres de la Trinidad
divina son uno solo.
Esta clase de economía, arreglo, o plan, es para el dispensar de la Trinidad divina en los
creyentes. En Romanos 8:5-11 podemos ver este dispensar.
Este arreglo también es para que los creyentes experimenten y disfruten al Dios Triuno
procesado (2 Co. 13:14).
Este arreglo también es para que el Dios Triuno procesado y los creyentes regenerados
sean mezclados en uno (Ef. 4:4-6) para la edificación del Cuerpo orgánico de Cristo (Ef.
4:12-13, 15-16). En Efesios 4:4-6 se nos dice que hay un solo Cuerpo, un solo Espíritu,
un solo Señor, y un solo Dios y Padre de todos. Esto indica que el Dios Triuno está
mezclado con el Cuerpo de Cristo, esto es, con nosotros los creyentes. Este mezclar tiene
como fin la edificación del Cuerpo orgánico de Cristo. Efesios 4:12-13 y 15-16 son cuatro
versículos que nos muestran que el mezclar de la Trinidad divina con los creyentes tiene
por objeto una edificación orgánica, la edificación del Cuerpo de Cristo.
Todos los puntos anteriormente mencionados han sido pasados por alto por la mayoría
de los cristianos hoy en día. En el adiestramiento recibido por la mayoría de los
estudiantes de teología, se les dice meramente de una manera general que Dios es
triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. La mayoría de los cristianos no han avanzado más
allá de este punto en su entendimiento de la Trinidad divina. Sin embargo, todos los
puntos anteriormente mencionados son revelados claramente en la revelación divina,
especialmente en el Nuevo Testamento.
El segundo punto principal del recobro del Señor es el recobro de la revelación divina en
cuanto a Cristo.
A. En la eternidad, Cristo es
la Palabra de Dios y Dios mismo
En la eternidad, Cristo era la Palabra de Dios y también era Dios mismo (Jn. 1:1). El era
no solamente la Palabra de Dios, sino también Dios mismo. Juan 1:1 dice: “En el
principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios” (gr.). La
Palabra no sólo estaba con Dios, sino que la Palabra era Dios.
En el tiempo, Cristo como la Palabra de Dios se hizo carne para ser un hombre y
extender tabernáculo entre los hombres (Jn. 1:14), lleno de gracia (la cual es Dios, a
quien el hombre puede recibir como su disfrute) y de realidad (la cual es Dios, a quien el
hombre puede experimentar como realidad).
Como el Hijo dado, Cristo es llamado “El Padre eterno” (Is. 9:6); por lo tanto, es uno con
el Padre (Jn. 10:30; 14:8-10). Podemos decir que Cristo es tanto el Padre como el Hijo
porque El es todo-inclusivo. Si fuera únicamente el Hijo y no el Padre, no sería todo-
inclusivo.
3. En Su resurrección, se hizo
el Espíritu vivificante, por lo tanto,
es el Espíritu y el Señor Espíritu
En 1964, un poco después de que vine a los Estados Unidos, un querido amigo me
advirtió, diciéndome que aunque esta clase de enseñanza está en la Biblia, el
cristianismo no la aceptaría. Así que me aconsejó que hiciera esta enseñanza a un lado.
Como respuesta, le dije a este hermano que ya que esta enseñanza está en la Biblia él
debía darme la libertad de hablar este punto como el Señor me había guiado a hacerlo.
Le dije que si yo no podía hablar acerca de Cristo como el Espíritu no tendría nada de
qué hablar. Ahora, veintiséis años después, es común oír que los santos en el recobro del
Señor hablen de Cristo como el Espíritu. En las reuniones de la mesa del Señor, muchos
de los santos alaban al Señor no sólo porque murió por nosotros en la cruz y porque
resucitó de entre los muertos, sino también porque es el Espíritu vivificante que mora
dentro de nosotros. Si alabáramos al Señor sólo porque murió por nosotros en la cruz,
por Su resurrección, y por estar hoy sentado en los cielos, nuestro sentir no sería tan
agradable, porque Cristo estaría lejos de nosotros. Pero, ¡aleluya, hoy el crucificado y
resucitado es un Espíritu vivificante que mora en nosotros! Nadie puede negar esto.
Esto es un punto importante en el Nuevo Testamento. También es un punto principal en
el recobro del Señor.
Cristo es Aquel que es digno de abrir los siete sellos de Dios que tienen que ver con la
administración de Dios en todo el universo de acuerdo a la economía de Dios (Ap. 5:2-
5). El es el único que es digno de abrir los sellos secretos de la economía de Dios.
7. Es la Cabeza del Cuerpo,
y también es el Cuerpo del Cristo corporativo
Cristo es la Cabeza del Cuerpo (Col. 1:18), y también es el Cuerpo del Cristo corporativo
(1 Co. 12:12). Esto significa que El es tanto la Cabeza como el Cuerpo.
Así que, Cristo es todos los miembros del nuevo hombre (Col. 3:10-11). El nuevo hombre
es Cristo. Cristo es todo- inclusivo.
Cristo es la porción asignada por Dios a los creyentes (Col. 1:12) como su vida y
suministro de vida hoy (Col. 3:4) y como su gloria en el futuro (Col. 1:27). Colosenses
1:27 dice que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria. Como porción que Dios nos ha
dado, Cristo es nuestra vida hoy, y El será nuestra gloria en el futuro.
Cristo es la piedra del fundamento (1 Co. 3:11; Is. 28:16), la piedra angular (Ef. 2:20b), y
la piedra principal (Zac. 4:7) del edificio de Dios.
Cristo nos da el Espíritu sin medida (Jn. 3:34b). Debido a que El es todo-inclusivo y
todo-extensivo, Cristo también es inmensurable.
Todos los puntos anteriores tocante a Cristo están incluidos en el recobro del Señor.
Casi todos estos puntos se han perdido, se han descuidado o han sido pasados por alto
por el cristianismo.
El tercer punto del recobro del Señor es el recobro de la revelación divina en cuanto al
Espíritu.
El Espíritu es el Espíritu Santo (Hch. 16:6b), el Espíritu de Dios (Ro. 8:9a), el Espíritu
de Jesús (Hch. 16:7), el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9b), el Espíritu de Jesucristo (Fil.
1:19b), y el Espíritu de vida (Ro. 8:2a). Aunque yo estuve en el cristianismo por muchos
años, nunca oí a nadie hablar acerca del Espíritu de Jesús, del Espíritu de Cristo, y del
Espíritu de Jesucristo. Sin embargo, el Espíritu de Jesús se menciona claramente en
Hechos 16:7, se habla del Espíritu de Cristo en Romanos 8:9, y el Espíritu de Jesucristo
se menciona en Filipenses 1:19. Al leer estos tres libros, podemos ver que hoy el Espíritu
Santo, quien es el Espíritu de Dios, ha venido a ser algo más: El es el Espíritu de Jesús,
el Espíritu de Cristo, y el Espíritu de Jesucristo. Y no sólo eso, El también es el Espíritu
de vida.
C. El Espíritu vivificante
El Espíritu también es el Espíritu vivificante (2 Co. 3:6b). No debemos olvidar que hoy
el Espíritu vivificante es un Espíritu compuesto.
E. El Espíritu séptuple
En Apocalipsis 1:4; 4:5 y 5:6b, el Espíritu es revelado como el Espíritu séptuple. En estos
versículos el único Espíritu de Dios es llamado “los siete Espíritus”. Sin embargo, aquí
no tenemos siete Espíritus separados; más bien, tenemos un solo Espíritu que es
séptuple.
El cuarto punto del recobro del Señor es el recobro de la revelación divina con respecto a
la vida eterna. Muchos cristianos tienen el concepto de que la vida eterna es una
bendición dada a los creyentes, en la cual ellos meramente van a una mansión celestial a
disfrutar una vida mejor. Cuando yo estuve en el cristianismo, nadie me dijo que la vida
eterna no es una bendición, sino que es simplemente vida. En nuestro cuerpo físico
tenemos una vida biológica (bíos), y en nuestra alma tenemos una vida psicológica
(psujé). Antes de ser salvos teníamos estas dos clases de vida. Pero cuando fuimos
salvos, recibimos otra vida, la vida eterna (zoé).
A. La vida que
no meramente perdura por siempre,
sino que es eterna
tanto en tiempo como en naturaleza
La vida eterna es la vida que no sólo perdura por siempre sino que es eterna tanto en
tiempo como en naturaleza (Jn. 3:16, 36; 1 Jn. 1:2). Esta vida es ilimitada tanto en
tiempo como en naturaleza; por lo tanto, es eterna.
La vida eterna es la vida increada de Dios (Ef. 4:18), la vida indestructible (He. 7:16), y
la vida incorruptible (2 Ti. 1:10). Con respecto a la definición de la vida eterna, recibí
mucha ayuda a través de los escritos de Watchman Nee, Mary McDonough, Ruth
Paxson y T. Austin-Sparks. A través de sus escritos descubrí que ser regenerado es
simplemente recibir a Dios dentro de nosotros como nuestra vida, recibir una vida que
es divina, una vida diferente de nuestra vida humana.
La vida eterna es la vida que está en el Hijo de Dios y que es el Hijo de Dios (1 Jn. 5:11-
12; 1:2; Jn. 14:6). Esta vida no solamente está en el Hijo de Dios, sino que es el Hijo de
Dios mismo.
D. La vida con la cual
los creyentes son regenerados
y que viene a ser la vida de los creyentes, haciendo a los creyentes hijos de
Dios
y miembros de Cristo
La vida eterna es la vida con la cual los creyentes son regenerados y la cual viene a ser la
vida de los creyentes (Col. 3:4a), haciendo a los creyentes hijos de Dios (Jn. 1:12-13) y
miembros de Cristo (Ef. 5:30).
En 1 Timoteo 6:12 el apóstol Pablo nos encarga que echemos mano de esta vida eterna.
El Nuevo Testamento nos enseña que la vida eterna tiene tres etapas, y estas tres etapas
están en tres eras: la era presente, es decir, la era de la iglesia; la era venidera, es decir,
la era del reino; y la era eterna, en el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén
como el centro. En la primera era, es decir, la era de la iglesia, recibimos la vida eterna.
Así que, viene a ser nuestra vida, y la disfrutamos y vivimos por ella. En la era de la
iglesia es un asunto de recibir la vida eterna, pero en la siguiente era, la del reino, la vida
eterna no estará allí para que la gente la reciba, sino para que la gente entre en ella. En
Mateo 25:46, aquellos de entre las naciones que sean juzgados por el Señor Jesús siendo
hallados “ovejas”, entrarán en la vida eterna en la era del reino. Así que, en la era
venidera la vida eterna llegará a ser una esfera para que la gente entre en ella. En esa era
la vida eterna se dará como recompensa. En esta era la vida eterna está a disposición
para que la recibamos como un don gratuito (Ro. 6:23b), pero en la era venidera la vida
eterna estará allí para que entremos en ella, no como un don gratuito sino como una
recompensa. Esta recompensa se dará tanto a los creyentes vencedores como a las
“ovejas” que se mencionan en Mateo 25, que pagaron un precio por cuidar de los
hermanos de Cristo durante la gran tribulación. Luego en la era eterna, es decir, en el
cielo nuevo y la tierra nueva que tienen a la Nueva Jerusalén como centro, la vida eterna
finalmente será el don consumado para que todo el pueblo redimido de Dios manifieste
al Dios Triuno por la eternidad.
Si tenemos esta visión, podremos entender muchos versículos de los Evangelios. En los
Evangelios el Señor le dijo a la gente que entrara en la vida eterna y que recibiera la vida
eterna. En Mateo 19:17 el Señor le dijo al joven que entrara a la vida eterna, pero en
Juan, especialmente en el capítulo tres, El habló de recibir la vida eterna. Hemos
recibido la vida eterna como un don, pero que entremos o no a la vida eterna en el
futuro como recompensa está por ser determinado. Podemos recibir la vida eterna sin
hacer ningún trabajo, como un don gratuito, pero para entrar en la vida eterna se
requiere que hagamos las obras apropiadas, que tengamos las virtudes apropiadas y que
paguemos un precio. Si no entendemos bien esto, tal vez sintamos que el Nuevo
Testamento se contradice al decir, por una parte, que recibiremos la vida eterna como
un don gratuito, y por otra, que tenemos que pagar el precio para entrar en ella.
Necesitamos entender claramente que en la era actual, la vida eterna es un don dado
para que nosotros lo recibamos, pero en la era venidera la vida eterna será una
recompensa para premiarnos por el precio que hemos pagado por causa del Señor.
Entonces, en la era eterna, el recibir y el entrar serán una sola cosa.
Es por medio de esta vida eterna y en ella que los creyentes han sido producidos. La vida
eterna es crucial para la producción de los creyentes y para la edificación del Cuerpo
orgánico de Cristo.
A. Los creyentes
son seres tripartitos:
tienen espíritu, alma y cuerpo
Los creyentes son seres tripartitos constituidos de espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23).
B. Los creyentes
son redimidos, justificados y reconciliados
con Dios en Cristo
Los creyentes son redimidos, justificados, y reconciliados con Dios en Cristo (Ro. 3:24;
5:10a). No sólo hemos sido salvos, sino que también hemos sido redimidos, justificados
y reconciliados con Dios en Cristo.
C. Los creyentes
han sido bautizados
en el Dios Triuno
para tener una unión orgánica
con el Dios Triuno procesado
Los creyentes han sido bautizados en el Dios Triuno para tener una unión orgánica con
el Dios Triuno procesado (Mt. 28:19). M. R. Vincent en Word Studies in the New
Testament [Estudio de las palabras del Nuevo Testamento], dijo con respecto a Mateo
28:19: “Bautizar en el nombre de la Santa Trinidad implica una unión espiritual y
mística con Él”. Tal pensamiento, tal revelación, se ha perdido en el cristianismo. El
bautismo tiene como fin bautizarnos en el Dios Triuno para que tengamos una unión
orgánica con el Dios Triuno procesado.
D. Los creyentes
son regenerados en su espíritu
por el Espíritu y con la vida divina,
la cual es Cristo,
para ser hijos de Dios,
teniendo la naturaleza divina,
y para ser miembros de Cristo
en la unión de la vida divina
Los creyentes son regenerados en su espíritu por el Espíritu (Jn. 3:5-6) y con la vida
divina, la cual es Cristo (Col. 3:4a), para ser hijos de Dios (Jn. 1:12-13), teniendo la
naturaleza divina (2 P. 1:4b), y para ser los miembros de Cristo (Ro. 12:5) en la unión de
la vida divina. La regeneración tiene lugar en nuestro espíritu; es llevada a cabo por el
Espíritu con la vida divina, y nos hace, primero, hijos de Dios, y luego, miembros de
Cristo.
E. Los creyentes
han sido crucificados con Cristo,
habiendo llegado a su fin en su viejo hombre
Los creyentes han sido crucificados con Cristo, siendo muertos en su viejo hombre (Gá.
2:20; Ro. 6:6).
F. Los creyentes
tienen a Cristo viviendo en ellos
como el Cristo pneumático,
el Espíritu que mora en ellos
Los creyentes tienen a Cristo viviendo en ellos como el Cristo pneumático, el Espíritu
que mora en ellos (Ro. 8:11).
G. Los creyentes
han sido santificados posicionalmente
por la sangre de Cristo y están siendo santificados disposicionalmente
por el Espíritu, para que puedan ser renovados,
transformados en su alma, conformados
a la imagen del Hijo primogénito de Dios
y glorificados en su cuerpo en la gloria
del Dios Triuno procesado
Los creyentes han sido santificados posicionalmente por la sangre de Cristo (He. 13:12)
y están siendo santificados disposicionalmente por el Espíritu (Ro. 15:16; 6:19, 22), para
ser renovados, transformados en su alma (Ro. 12:2a; 2 Co. 3:18), conformados a la
imagen del primogénito Hijo de Dios (Ro. 8:29), y glorificados (redimidos) en sus
cuerpos (Ro. 8:23) en la gloria del Dios Triuno procesado (Ro. 8:30, 17-18). Aunque los
creyentes han sido regenerados en su espíritu, su alma y su cuerpo, siguen siendo viejos.
Por esta razón, los creyentes necesitan ser renovados, transformados en su alma,
conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios, y glorificados en sus cuerpos en
la gloria del Dios Triuno procesado. Los creyentes son seres tripartitos constituidos de
espíritu, alma y cuerpo. Primero, su espíritu es regenerado, luego su alma es
transformada, y finalmente su cuerpo será glorificado. De esta manera, todo el ser de los
creyentes será saturado con la vida espléndida de Dios. La vida de Dios es una vida de
esplendor, y ese esplendor es la gloria de la vida divina. Cuando seamos invadidos,
saturados y empapados con el esplendor de la vida divina, estaremos en la gloria.
H. Los creyentes
son saturados en su ser tripartito
con el dispensar de la Trinidad divina para que
sean mezclados con el Dios Triuno procesado
Los creyentes son saturados en su ser tripartito con el dispensar de la Trinidad divina
(Ro. 8:5-11), para que sean mezclados con el Dios Triuno procesado.
I. Los creyentes
están unidos al Señor en un solo espíritu
J. Los creyentes
son los pámpanos de Cristo,
la vid, el organismo del Dios Triuno,
para expresar al Dios Triuno procesado
mediante llevar fruto para el aumento de Cristo
Los creyentes son los pámpanos de Cristo, la vid, el organismo del Dios Triuno, para
expresar al Dios Triuno procesado mediante llevar fruto para el aumento de Cristo (Jn.
15:1-5, 8, 16). Como pámpanos de Cristo, los creyentes deben llevar una vida que
produce fruto para el aumento de Cristo.
K. Los creyentes
son los sacerdotes neotestamentarios de Dios,
sacerdotes de Su evangelio para ofrecer a los pecadores salvos como
sacrificios a Dios
El sexto punto del recobro del Señor es el recobro de la revelación divina con respecto a
la iglesia.
La iglesia es la iglesia de Dios (1 Co. 10:32), escogida y predestinada por Dios el Padre
(Ef. 1:3-6), redimida por Dios el Hijo (Ef. 1:7-12), y sellada por Dios el Espíritu (Ef. 1:13-
14).
La iglesia es el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Ef.
1:23), como Su expresión, unida orgánicamente a la Cabeza resucitada, ascendida y
transmisora (Ef. 1:19-22).
D. La iglesia es el complemento
de Cristo como Su aumento,
una iglesia gloriosa,
santa y sin mancha
La iglesia es el complemento de Cristo, tal como Eva era el complemento de Adán (Gn.
2:21-23), como Su aumento (Jn. 3:29-30), una iglesia gloriosa, santa y sin mancha (Ef.
5:27).
E. La iglesia es el nuevo hombre
creado en Cristo, mediante Su cruz
con los creyentes judíos y gentiles
La iglesia es el nuevo hombre creado en Cristo, mediante Su cruz, con los creyentes
judíos y gentiles (Ef. 2:14-16).
F. La iglesia es la mezcla
del Dios Triuno procesado y los creyentes,
edificada como el Cuerpo orgánico de Cristo
por los miembros dotados y por cada parte activa
mediante el crecimiento en vida
La iglesia es la mezcla del Dios Triuno procesado y los creyentes (Ef. 4:3-6), edificada
como el Cuerpo orgánico de Cristo por los miembros dotados (por cada coyuntura del
rico suministro) y por cada parte activa mediante el crecimiento en vida (Ef. 4:11-13, 15-
16). La iglesia como Cuerpo orgánico de Cristo es edificada por dos categorías de
personas: primero, las personas dotadas, que son las coyunturas del rico suministro, y
segundo, cada parte activa en su propia función. Debemos tener, y de hecho tenemos,
estas dos clases de personas entre nosotros. En la edificación del Cuerpo de Cristo, las
personas dotadas perfeccionan a los santos para que los santos hagan la obra del
ministerio del Nuevo Testamento, es decir, para que edifiquen el Cuerpo de Cristo.
La iglesia es la casa de Dios (Ef. 2:19b; 1 Ti. 3:15), la habitación de Dios en nuestro
espíritu (Ef. 2:22).
La iglesia es hoy el reino de Dios, la realidad del reino de los cielos (Mt. 16:18-19). En
Mateo 16:18 el Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia”. Luego, en el versículo
19 El dijo: “A tí te daré las llaves del reino de los cielos”. Esto muestra que hoy la vida
apropiada de la iglesia es la realidad del reino de los cielos.
La iglesia existe universalmente como la única iglesia universal (Ef. 1:22-23), pero se
expresa localmente en muchas iglesias locales (Ap. 1:4a, 11).
J. Todo esto es conforme al arreglo
de la economía eterna de Dios
Todo esto es conforme al arreglo de la economía eterna de Dios (Ef. 3:9-11; 1:9-11).
Como continuación de los seis puntos principales anteriores en cuanto al recobro del
Señor, me gustaría añadir dos puntos más, que son: el recobro del terreno de la iglesia y
el recobro de la práctica de las iglesias locales.
El tercer elemento del terreno de la iglesia es la realidad del Espíritu de unidad, que
expresa la unidad única del Cuerpo universal de Cristo, basada en el terreno único de
localidad de una iglesia local. En pocas palabras, el tercer elemento del terreno de la
iglesia es la realidad del Espíritu, quien es la realidad viviente de la Trinidad divina (1
Jn. 5:6; Jn. 16:13). Es por medio de este Espíritu que la unidad del Cuerpo de Cristo se
hace real y viva. También es por medio de este Espíritu que el terreno de la localidad se
aplica en vida y no en legalismo. Y es por este Espíritu que el terreno genuino de la
iglesia está ligado al Dios Triuno (Ef. 4:3-6).
La iglesia de Dios, como Cuerpo viviente de Cristo, necesita las iglesias locales para su
existencia y función. Sin las iglesias locales, el Cuerpo de Cristo no tiene manera de
existir ni de llevar a cabo su función en el aspecto práctico. En realidad, las iglesias
locales son el Cuerpo de Cristo, y el Cuerpo de Cristo es todas las iglesias locales.
Las iglesias locales son las muchas expresiones en muchas localidades del único Cuerpo
de Cristo. Las iglesias locales, siendo la existencia del Cuerpo de Cristo para su función,
son las muchas expresiones del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo puede existir en
los cielos, pero para expresarse, tiene que llegar a ser las iglesias locales.
Una iglesia local es una que existe en una localidad, o sea una ciudad. La jurisdicción de
la iglesia está dentro de los límites de la ciudad. Hemos visto que todas las iglesias
locales están ubicadas, respectivamente, en diferentes ciudades. Ubicar una iglesia en
una ciudad es práctico y conveniente para su administración y su función. La
jurisdicción de una iglesia local para su administración está dentro de los límites de la
ciudad en la cual existe; pero su obra y testimonio no debe estar limitado o restringido
por ninguna frontera. Para su administración, la jurisdicción de una iglesia local es la
localidad; pero el testimonio de una iglesia local a través de su obra es tanto local como
universal.
Una iglesia local se administra por el cuerpo de ancianos, el cual consta de un grupo de
ancianos (1 Ti. 3:1-5; 5:17) designados por las personas dotadas que han establecido la
iglesia (Hch. 14:14, 23; Tit. 1:5). Una iglesia local, siendo una expresión orgánica del
Cuerpo de Cristo como organismo del Dios Triuno, no debe administrarse en ninguna
manera organizativa que la haga una organización mundana. Se debe administrar por
los ancianos como entidad orgánica, los componentes de la cual son personas orgánicas
que han sido regeneradas por el Dios viviente con Su vida divina, y quienes viven en esa
vida y con la misma (1 Ti. 3:1-4; Tit. 1:5-9). Además, su administración bajo este cuerpo
de ancianos debe, en todo, llevarse a cabo de una manera orgánica, no por ningún
método organizativo.
La administración de una iglesia local no debe estar bajo el control de ninguna iglesia
mayor. Entre las iglesias locales no hay un centro; no hay una iglesia mayor o menor; no
hay arzobispo sobre los obispos y no hay obispos sobre los ancianos. Todas las iglesias
locales están en el mismo nivel, y todos los ancianos, en calidad de los que vigilan y
protegen, también están en el mismo nivel; y cada cuerpo de ancianos administra sólo
su iglesia local.
Después de que una iglesia local ha sido establecida por las personas dotadas y después
de que sus ancianos han sido designados por las personas dotadas, una iglesia local
todavía necesita el ministerio de las personas dotadas que la establecieron y que
designaron sus ancianos, para ser edificada como un testimonio viviente de Cristo. Este
aspecto se comprueba plenamente por el caso de la iglesia en Efeso, la cual recibió
siempre el ministerio del apóstol Pablo (Hch. 20:17-35), hasta que el apóstol murió
como mártir (Ef. 6:19-22; 2 Ti. 4:6).
Una iglesia local se edifica por medio del funcionamiento de todos sus miembros con el
perfeccionamiento de las personas dotadas, tales como los apóstoles, profetas,
evangelistas y pastores y maestros (Ef. 4:12), por medio de:
1) la predicación del evangelio para salvar y bautizar a los pecadores (Mt. 28:19);
Las personas dotadas llevan a cabo su ministerio en cuanto a perfeccionar a todos los
miembros de una iglesia local en una localidad, para que todos los miembros de esa
iglesia local puedan hacer lo que las personas dotadas hacen (Ef. 4:12) en los cuatro
puntos anteriormente mencionados, para la edificación de esa iglesia local, lo cual
resulta en la edificación del Cuerpo universal de Cristo. Las personas dotadas no
edifican la iglesia directamente; más bien, son todos los miembros que han sido
perfeccionados por las personas dotadas quienes lo hacen.
La edificación de una iglesia local no sólo tiene como fin su edificación a nivel local (1
Co. 14:3), sino la edificación de todo el Cuerpo de Cristo a nivel universal (Ef. 4:12). De
hecho, la edificación de las iglesias locales es la edificación del Cuerpo de Cristo, porque
las iglesias locales son el Cuerpo de Cristo, la expresión del mismo Cuerpo. Sin la
edificación de las iglesias locales, ¿de qué otra manera podría ser edificado el Cuerpo de
Cristo de modo práctico?
Lectura bíblica: Ef. 4:3-6; Hch. 2:42a; 1 Jn. 1:3; Jn. 17:11b, 20-23; Ap. 1:11; Ro. 14:1-6;
15:1-7; 16:17; 2 Jn. 7-11; 1 Co. 5:9-13; 2 Co. 2:5-11; Tit. 3:10
En esta palabra adicional, tengo la carga, primero, de compartir con ustedes acerca de la
comunión de las iglesias en el recobro del Señor. Hoy necesitamos tener un
conocimiento cabal con respecto a la comunión del Cuerpo de Cristo, y también con
respecto a la comunión de las iglesias locales.
Como hemos visto en este libro, el recobro del Señor es el recobro de la revelación divina
con respecto a ocho puntos principales y básicos: Dios, Cristo, el Espíritu, la vida eterna,
los creyentes, la iglesia, la base apropiada de la iglesia, o sea el terreno mismo, y la
práctica de las iglesias locales. Entre estos puntos, el recobro de la base apropiada de la
iglesia toca un problema práctico importante al que nos estamos enfrentando hoy. Hoy
el recobro es, en su forma más práctica, el recobro de la base apropiada de la iglesia.
Hoy todas las divisiones y confusiones entre los cristianos provienen de esta única
fuente: el hecho de que la mayoría de los cristianos carecen del conocimiento de la base
apropiada de la iglesia. Hoy todo el cristianismo está lleno de divisiones. Con el tiempo
la división produce confusión; de hecho, estos dos asuntos son dos lados de una misma
cosa. En los últimos tres años hemos estado afrontando un verdadero problema entre
nosotros, un problema al que se le puede llamar una rebelión, un disturbio, o una
división. Este problema no ha sido causado por la falta de conocimiento con respecto a
la base apropiada de la iglesia, sino al hecho de que aquellos responsables del problema
no están dispuestos a practicar la verdad con respecto al terreno apropiado de la iglesia.
No quisieron guardar el terreno apropiado de la iglesia. Además de la necesidad de
conocer el terreno de la iglesia, también se necesita el conocimiento adecuado de la
comunión del Cuerpo de Cristo para tener la práctica apropiada de las iglesias locales.
Ahora necesitamos ver, en breve, la comunión del Cuerpo de Cristo. En nuestro cuerpo
físico hay un torrente sanguíneo, al cual podemos llamar la circulación de la sangre. Este
torrente o esta circulación fluye continuamente en nuestro cuerpo. Si este torrente, o
esta circulación sanguínea se detuviera por sólo unos minutos, moriríamos. Por lo tanto,
es la circulación de nuestra sangre lo que nos mantiene vivos. Nuestra salud corporal
depende de la circulación de la sangre. Podemos decir que esta circulación es la
comunión de nuestro cuerpo.
Siempre tenemos que recordar que estamos en el recobro del Señor y que Su recobro es
único. No hay otro recobro, así como no hay otro Cuerpo de Cristo ni otro Nuevo
Testamento. La comunión de los apóstoles es la comunión para este recobro único, el
recobro del Señor. Cuando vemos que en el recobro ocurre algo que no está bien,
necesitamos tener este tipo de comunión y también una actitud apropiada. Cuando un
hombre se casa con otra persona, está obligado a quedarse con ella por toda su vida. Si
no está contento con ella, no puede divorciarse de ella. Debe tratar de hacer todo lo
posible por ayudar a su esposa a mejorarse, pero lo debe hacer mediante la comunión de
una manera agradable y viviente. No debe ordenarle que se mejore sino que debe
ayudarle a mejorarse. Esta es la manera correcta. Cuando vemos algo malo en el recobro
o en una de las iglesias locales, debemos tratar de hacer todo lo posible por resolver la
situación por medio de la comunión para que puede mejorar y corregirse. Si hay algo
malo, podemos, y debemos, tener comunión y orar juntos y así buscar la guía del Señor
con el fin de mejorar la situación para beneficio de todos los santos. Esto será de gran
ayuda para el recobro del Señor.
No debemos tener el concepto de que podemos hacer una obra específica según nuestra
propia manera en el recobro. Tal vez seamos muy dotados y tengamos una gran
capacidad para producir algo. Pero lo que produzcamos puede ser lo mismo que lo que
produzcan las personas del mundo al realizar cierta empresa. Nosotros tenemos que
entender que en el recobro del Señor hay una sola obra.
D. La necesidad de que
haya comunión entre las iglesias
Incluso tenemos una carencia de comunión con las iglesias que están muy cerca de
nosotros geográficamente. Hay muy poca circulación. Si mi hombro no participara
adecuadamente de la circulación de la sangre que corre por mi cuerpo, se enfermaría.
Ninguna parte de mi cuerpo físico puede separarse de las otras partes, ya que todas las
partes deben participar de la misma circulación sanguínea. Algunos piensan que quizá
son prudentes en mantenerse apartados. Pero si alguna parte del Cuerpo de Cristo está
separada, esa parte, con el tiempo, morirá. La mejor manera de mantener buena salud
es “recibir más sangre y dar más sangre”, es decir, permanecer en la comunión, la
circulación de la vida. Entonces nos salvaremos y promoveremos la sanidad del Cuerpo.
En algunos lugares no ha habido paz debido a la carencia de comunión. Cuanto más
comunión tenemos, más paz tenemos.
La razón por la cual muchos son débiles físicamente es que se quedan sentados
demasiado tiempo; no se mueven. Es lo mismo espiritualmente. Estamos enfermos y
débiles porque permanecemos con nosotros mismos, en nosotros mismos y para
nosotros mismos. Necesitamos salir de nosotros mismos por medio de tener comunión
con las otras iglesias. Si queremos recibir ayuda, el secreto es ir a ver algunos hermanos
en otra localidad. Los hermanos de Tejas no deben tener tráfico entre ellos solos;
necesitan ir a Chicago, a Cleveland y a Seattle y sobrepasar los confines de Tejas.
Yo quisiera proponer algo a los hermanos que están en el liderazgo. Tal vez dentro de
diez días, cincuenta hermanos de cincuenta ciudades diferentes puedan ir a cierta iglesia
para estar en la reunión matutina el día del Señor a las 10 a.m. Puedo asegurarles que
recibirán ayuda y que la iglesia recibirá ayuda. Hoy en día hay muchas opiniones entre
las iglesias con respecto a las iglesias mismas. Otras iglesias tienen opiniones en cuanto
a la iglesia en Cleveland y a la iglesia en Anaheim. Es posible que la iglesia en cierta
ciudad tenga muchas opiniones acerca de otras localidades. Puede ser que cada iglesia
local tenga algunas opiniones acerca de otras iglesias locales. Hay que tirar todas estas
opiniones. ¿Cómo pueden ser desechadas? Por la circulación, la comunión. Si los
desechos que hay en nuestro cuerpo físico no se expulsan regularmente, moriremos. La
circulación de la sangre dentro de nuestro cuerpo es como un río que siempre se lleva
los desperdicios que hay en nuestro ser para que sean expulsados. Del mismo modo, la
comunión del Cuerpo se lleva todas las cosas negativas.
Algunos hermanos tal vez tengan miedo de que otros vengan a visitarlos. Pero lo que
necesitamos hoy entre las iglesias es más circulación divina, más comunión. Hay cerca
de cincuenta iglesias en California, pero no hay mucha comunión entre ellas. Aquí se
encuentra nuestra deficiencia, y es por esto que somos débiles. La circulación nos ayuda
y ayuda a otros; ayuda a todos en el Cuerpo. Necesitamos la comunión. Esta comunión
es la comunión de los apóstoles, la cual es hoy la comunión del recobro. La comunión
hoy entre nosotros es la comunión recobrada de los apóstoles.
Todas las iglesias que hay sobre la faz de la tierra son parte del recobro del Señor. No
debe haber fronteras de separación entre las iglesias. Anteriormente algunos
colaboradores pensaban que cierta región era su territorio. Pero nosotros debemos ver
que no es saludable ni provechoso en el recobro del Señor que algunos tengan fronteras
en cuanto a su obra. La única frontera es la frontera del recobro. No debemos decir:
“Esta es mi iglesia; aquélla es la obra en mi jurisdicción”. Solamente tenemos una obra.
Dicha obra es la obra del recobro, la cual está basada en la enseñanza de los apóstoles.
El remedio al problema de aquello que llaman fronteras y jurisdicciones entre las
iglesias, es la comunión. No debemos tener el concepto de que la visita de otros a
nuestra localidad puede perturbar la obra. No tenemos necesidad de defender nuestra
obra. Nuestra obra es la obra del Señor, la cual es la obra del recobro. Necesitamos la
debida comunión entre todas las iglesias de todas las naciones, y necesitamos una visión
clara en cuanto a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión de los apóstoles.
Esta comunión tiene como fin guardar la unidad universal del Cuerpo de Cristo (Jn.
17:11b, 20-23; Ef. 4:3-6). Efesios 4:3 nos encarga que seamos solícitos en mantener la
unidad del Espíritu. Podemos guardar esta unidad porque ya la poseemos. Tenemos esta
unidad; así que, sólo la tenemos que guardar. Independientemente de cuán débiles
seamos, tenemos esta unidad. Esto se debe a que todavía tenemos la circulación de la
“sangre”, es decir, la circulación del Espíritu. Si no tuviéramos esta circulación,
estaríamos muertos espiritualmente. Mientras tengamos vida, no importa cuán débiles
seamos, tenemos esta unidad. Es la posesión de cada creyente. Así que lo que
necesitamos, es simplemente guardar esta unidad. Cuando guardamos esta unidad,
estamos en la única comunión del recobro del Señor.
Ahora llegamos a otro aspecto de la comunión, esto es, la comunión de las iglesias
locales. Parece que no hay ningún problema con la comunión universal del Cuerpo de
Cristo; sin embargo, cuando ponemos en práctica esta comunión, inmediatamente se
convierte en una comunión local, es decir, la comunión de las iglesias locales.
Las iglesias locales son muchas y están en diferentes localidades (Ap. 1:11). El Cuerpo de
Cristo, el cual es la iglesia, la única iglesia universal, se expresa en las iglesias locales. Es
imposible que el Cuerpo de Cristo se exprese sin las iglesias locales. Las iglesias locales,
que son las expresiones del Cuerpo de Cristo, están esparcidas por esta tierra en
localidades donde existen para expresar el Cuerpo de Cristo.
Las iglesias locales están localmente alejadas entre sí porque están en diferentes
localidades. Yo no digo que están separadas entre sí; la palabra separada puede tener la
connotación de división. He usado el término alejadas porque estar alejado no es estar
dividido. Las iglesias están alejadas sólo por su localización y no por otra cosa. Sin
embargo, universalmente no están divididas.
3. Las iglesias locales deben tener comunión
con todas las iglesias locales genuinas
en toda la Tierra
Cada iglesia local debe tener comunión con todas las iglesias locales genuinas en toda la
Tierra a fin de guardar la comunión universal del Cuerpo de Cristo. Si alguna iglesia no
guarda la comunión universal del Cuerpo de Cristo, entonces es divisiva y se convierte
en una secta local. Algunas llamadas iglesias locales no son genuinas y se han convertido
en divisiones; nosotros no tenemos que mantener comunión con tales “iglesias”. Pero sí
debemos tener comunión con todas las iglesias locales genuinas en toda la Tierra para
guardar la comunión universal del Cuerpo de Cristo. De no ser así, ya no somos una
iglesia sino una secta. Una iglesia es aquella que se mantiene en el Cuerpo; una secta es
un grupo de creyentes que se separa del Cuerpo. Cuando mi brazo se mantiene en el
cuerpo, es parte de mi cuerpo viviente; si es cortado y separado de mi cuerpo, se
convierte en algo muerto.
Toda iglesia local debe recibir a toda clase de creyentes genuinos en Cristo (Ro. 14:1-6;
15:1-7). No tenemos derecho de rechazar a ningún creyente, a menos que sea divisivo.
Cuando un creyente se hace divisivo, él ya está dividido de la iglesia. Pero mientras el
creyente no sea divisivo, no le debemos rechazar. Si un creyente prefiere guardar el
sábado mientras que nosotros guardamos el día del Señor, o si él come sólo legumbres
mientras que nosotros comemos todo tipo de comida, de todos modos debemos
recibirle. Lo tenemos que recibir porque Dios lo ha recibido (Ro. 14:3) y porque Cristo lo
ha recibido (Ro. 15:7). Debemos recibir a todos los creyentes en Cristo conforme a Cristo
(Ro. 15:5).
En el trato con los divisivos, también necesitamos tomar la palabra de Pablo en Tito
3:10: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo”.
Una persona sediciosa es una persona divisiva y sectaria. De acuerdo a la palabra de
Pablo en Romanos 16:17 y en Tito 3:10, después de la primera y la segunda
amonestaciones, debemos rechazar a tales personas y apartarnos de ellas. Hacer esto es
poner en cuarentena a tales personas. Poner en cuarentena a una persona no quiere
decir que odiemos a esa persona. Si un miembro de una familia contrae una enfermedad
contagiosa, el resto de la familia necesita ponerlo en cuarentena por la seguridad de toda
la familia. De lo contrario, toda la familia sería afectada. De igual manera, practicar lo
que Pablo dice en Romanos 16:17 y en Tito 3:10 es poner en cuarentena a los miembros
divisivos del Cuerpo de Cristo. Esto no es mi enseñanza, sino mi presentación de la
Palabra santa a ustedes.
La segunda razón por la cual un creyente debe ser alejado de la comunión de la iglesia es
el ser hereje, es decir, negar que Cristo vino en carne (2 Jn. 7-11). Esto implica negar la
obra redentora de Cristo, la cual fue efectuada por Cristo en la carne (Ro. 8:3; Col. 1:22).
Enseñar herejía no es meramente asunto de enseñar equivocadamente o de una manera
diferente. En 1 Timoteo 1:3 Pablo dijo que había rogado a Timoteo que permaneciera en
Efeso a fin de que mandase a algunos que no enseñaran diferente doctrina. Sin
embargo, en 2 Juan 7:11 no se refería a aquellos que enseñaban diferente doctrina, sino
a aquellos que enseñaban herejía, es decir, que negaban que Cristo hubiera venido en
carne, es decir, negar la persona de Cristo en Su humanidad y negar Su obra redentora.
Ellos no creen que Cristo es Dios y hombre, que vino en la carne para lograr redención
para nosotros, los pecadores. El apóstol Juan dijo que si una persona así viene a
nosotros, no debemos recibirlo en nuestra casa, ni aun saludarlo. Entonces Juan dijo
que si nosotros lo saludamos, diciendo: “Bienvenido”, nos haremos partícipes de su
pecado. Esta no es mi palabra, sino la palabra del apóstol Juan.
Hasta ahora, entre nosotros no hay ninguno que enseñe herejía. Sin embargo, hay
algunos que causan divisiones y hacen que otros tropiecen.
La tercera razón por la cual un creyente debe mantenerse alejado de la comunión de una
iglesia local es el cometer pecados graves y vivir en ellos sin querer arrepentirse ni
alejarse de ellos (1 Co. 5:9-13). Una persona que comete pecados graves en esta manera
debe ser alejado de la comunión de la iglesia. Pero tan pronto como él se arrepienta y se
aleje de sus pecados, la iglesia debe perdonarlo y recibirlo en la comunión para que
Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros (2 Co. 2:5-11). En la primera Epístola a
los Corintios, Pablo encargó a la iglesia en Corinto que quitaran de la comunión de la
iglesia al hermano pecaminoso. Más adelante, éste se arrepintió, y Pablo se enteró.
Inmediatamente, Pablo escribió la segunda Epístola, encargando a la iglesia que
perdonara a ese hermano y que lo recibiera de nuevo. Si no hacemos esto, Satanás
puede tomar ventaja sobre nosotros y devorar al arrepentido.
En cuanto a tratar con las divisiones, grupos que se han separado de las iglesias locales
genuinas y que han quebrantado la única comunión del Cuerpo de Cristo, me gustaría
presentarles mi sugerencia, y creo que ésta es de acuerdo a la santa Palabra.
Primero, debemos considerar estas divisiones como sectas divisivas, igual que las
denominaciones, no conforme a su condición sino conforme a su posición, es decir,
conforme a su terreno, su base. Si usted fuera a una reunión de personas divisivas, verá
que en apariencia ellos tal vez se comporten de una manera muy espiritual. Esta clase de
conducta tiene que ver con su condición. En este libro he usado el ejemplo del
matrimonio. El matrimonio se basa en la castidad o pureza de la esposa, no en su
amabilidad. Tal vez una esposa sea muy amable, pero si su esposo es el señor Smith, y
ella comienza a llamarse señora Jones, no importa cuán amable, humilde y sumisa
pueda ser ella para con su esposo, la base de su matrimonio está anulada. La base de un
matrimonio no es el estado de la esposa, sino la castidad. Si una esposa es casta, aunque
en ocasiones no trate amablemente a su esposo, es decir, aunque su estado sea algo
pobre, ella todavía tiene la posición apropiada de esposa. Acerca de la situación entre
nosotros hoy en día, necesitamos ejercitar el discernimiento apropiado. Debemos
discernir si cierto grupo de creyentes es una iglesia genuina o una secta, no conforme a
su estado sino conforme a su posición, es decir, conforme a su base. En cuanto al estado
de alguien, es posible que finja, pero con respecto a la base en que alguien se encuentra,
nadie puede fingir. O estamos en la base apropiada o no lo estamos. Tal como una mujer
no puede fingir que tiene un solo esposo, nosotros no podemos fingir que estamos en la
base apropiada de la única comunión de la iglesia.
Si algún creyente que se reúne con cualquiera de estos grupos sectarios asistiera a las
reuniones de las iglesias locales, o tuviera contacto con los creyentes que se reúnen en
las iglesias locales, no debe ser rechazado, siempre y cuando no promueva nada divisivo.
Lectura bíblica: 1 Co. 1:2; Ro. 16:16b; Ef. 4:3; Hch. 8:1; 13:1; Ro. 16:1; 1 Co. 1:2; Ap.
1:11
A. La naturaleza
En segundo lugar, las iglesias son las iglesias de Cristo (Ro. 16:16b). Una iglesia local
debe ser una iglesia de Cristo, que esté en el elemento de Cristo. Todo elemento tiene
una naturaleza, y la naturaleza es la esencia del elemento. Cristo es el elemento de la
iglesia, y Dios es la naturaleza de la iglesia. Dios está en Cristo; esto indica que la
naturaleza está en el elemento. Una iglesia local debe poseer la naturaleza divina de
Dios y estar en el elemento de Cristo.
B. La base
La base de una iglesia local es la unidad genuina del Cuerpo de Cristo, es decir, la
unidad del Espíritu. Efesios 4:3 nos manda que seamos diligentes en guardar la unidad
del Espíritu. La unidad del Espíritu es la unidad del Cuerpo de Cristo, la cual es el
elemento fundamental de la base única de la iglesia local.
La unidad genuina del Cuerpo de Cristo debe practicarse con el terreno único de la
localidad dentro del límite de la frontera y la jurisdicción de la localidad en la cual existe
la iglesia, es decir, en el terreno de la localidad, como el caso de la iglesia en Jerusalén
(Hch. 8:1), la iglesia en Antioquía (Hch. 13:1), la iglesia en Cencrea (Ro. 16:1), la iglesia
en Corinto (1 Co. 1:2), y las siete iglesias en siete ciudades de Asia (Ap. 1:11). Todas estas
iglesias estaban afirmadas en el terreno local, el terreno de la localidad.
C. La condición
La condición de una iglesia local puede fluctuar y diferir de la de todas las demás iglesias
locales, tal como la condición de cada una de las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3
diferían entre sí. La iglesia en Efeso estaba en una condición determinada, y la iglesia en
Esmirna estaba en otra. Las siete iglesias eran diferentes en cuanto a su condición. Sin
embargo, aunque la condición de las iglesias difiere, el terreno de las iglesias locales
permanece igual. Debido a que la condición de la iglesia puede fluctuar, nuestro
reconocimiento de la iglesia local debe basarse en su naturaleza y terreno, y no en su
condición.
En los últimos dos años, algunos han dejado la iglesia local genuina y han comenzado a
reunirse en una forma divisiva. Ellos tal vez digan que no son una división sino
simplemente una reunión de grupo de la iglesia. Sin embargo, éstas no son reuniones
genuinas de grupo sino divisiones sectarias, porque no les interesa la unidad del Cuerpo
ni el terreno de localidad.
El primer factor de una denominación o una secta es una enseñanza especial que difiere
de “la enseñanza de los apóstoles” (Hch. 2:42) en todo el Nuevo Testamento, tal como el
bautismo por inmersión, el presbiterio (la administración de la iglesia por ancianos), el
cubrirse la cabeza, el observar ciertos días o dietas, o un énfasis particular en cierto
punto de la profecía. Tal vez todos estos asuntos sean muy bíblicos, pero no debemos
hacer de ninguno de ellos una enseñanza especial. Es correcto que tengamos todas
nuestras prácticas conforme a la Biblia. Así que, en nuestra práctica bautizamos a las
personas por inmersión y tenemos ancianos, pero no hacemos de estas cosas puntos
particulares que nos dividan de otros creyentes. Ciertos cristianos se dividen de otros
cristianos por el asunto del bautismo por inmersión. Si un creyente desea ser recibido
como miembro, le exigen que se bautice por inmersión, en su bautisterio, por su pastor,
y en sus aguas. Si él ya ha sido bautizado por inmersión en otro lugar y por otras
personas, no lo reconocerán. Esto es una enseñanza especial y particular que divide a
aquellos creyentes de otros cristianos, haciéndolos una secta y una denominación.
C. Un nombre especial
Cualquiera de los tres factores anteriores divide a los creyentes de otros que son
diferentes de ellos en enseñanza o en práctica. Por lo tanto, aunque nosotros debemos
practicar cosas tales como el bautismo por inmersión, el presbiterio, y el cubrirse la
cabeza, no debemos hacer de estas cosas un punto especial que nos divida de otros.
Además, no debemos hacerlos nuestro credo, y no debemos designarnos con un
nombre, tal como luteranos, bautistas, o presbiterianos, es decir, conforme a una
enseñanza o práctica en particular.
Cualquier pan en la mesa del Señor que no represente al Cuerpo universal del Señor
sino al cuerpo de cierta secta, es divisivo. La denominación en la cual yo crecí en la
China continental, tenía su “comunión” periódicamente. En cada ocasión anunciaban de
manera enfática que quien no fuera miembro de esa denominación tenía que abandonar
el lugar de reunión. El pan del cual participaban no era un símbolo del Cuerpo de Cristo,
sino un símbolo de aquella secta o aquella denominación. Nosotros no debemos
participar de esa clase de pan, esa clase de “comunión”, o esa clase de mesa. No
debemos tener parte en eso; es un símbolo de una secta.
Tal vez algunos de los nuevos creyentes entre nosotros se pregunten cuál es la diferencia
entre el recobro del Señor y el cristianismo. En este libro, incluyendo esta palabra
complementaria, hemos visto, primero que todo, que lo que nos mueve a reunirnos así
es el recobro, y también la unidad del Cuerpo. Estamos aquí en el recobro de la
revelación del Dios Triuno, de Cristo, del Espíritu, de la vida, de los creyentes, de la
iglesia, del terreno de la iglesia, y de la práctica de las iglesias locales. En resumen,
estamos en el recobro de la unidad del Cuerpo de Cristo. Así que, necesitamos
conducirnos apropiadamente, y también necesitamos ejercitar nuestro discernimiento
debido a la confusión que hay a nuestro alrededor. Mientras haya divisiones, habrá
confusión. Así que debemos ser cuidadosos y acudir al Señor para que podamos
discernir la situación que hay entre nosotros.