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Sobre la Santísima Trinidad

1. Es una doctrina del Nuevo Testamento, aunque


en Gen. 1. 1: ‫הָ אָ ֶרץ‬ ‫ֱֹלהים אֵ ת הַ ּׁשָ מַ יִ ם וְ אֵ ת‬
ִ ‫אׁשית ּבָ ָרא א‬
ִ ‫ֻ ְְּב ֵר‬
Dios = ‫ֱֺלהים‬
ִ ‫ = א‬Dios/plural= Ex. 3. 15 =
‫ = יהוה יְ ה ֺוָה‬YEHOWAH = YAHWEH =
JEHOVA
Jn. 1. 1 h|n oJ lovgo~, kai; oJ
: jEn ajrch/
lovgo~ h|n pro;~ ton; Qeovn, kai; Qeo;~ h|
n oJ lovgo~. ou|to~ h|n ejn ajrch/ pro;~
ton; Qeovn
v. 14 y el Verbo se hizo carne
2. Es una doctrina que está implícita en las Escrituras,
sobretodo en N.T.
3. EL PROTOEVANGELIO Gen. 3. 15 la primera referencia del
SALVADOR
4. Algunos textos del A.T.
Gn. 16:7–13; 18:1–2, 10, 13, 17; 32:24–30; cfr. Os. 12:4–5; Zac. 3:1–5
Is. 48. 16

2Co. 13. 13, 14 = La bendición apostólica


La gran comisión Mat. 28. 19…el evangelio se escribió hacia 64 – 68
Hechos 62 - 63
Porque en Hechos Bautizaron en el Nombre de Jesús. Hec. 2. 38; 8. 16; 10. 48; 19. 5
En el discurso de Pedro se encuentra el v. 38 que se usa como texto de prueba por aquellos
que creen en la regeneración bautismal. En primer lugar, el método de texto de prueba es
un recurso que, si no es erróneo, es débil, quienquiera que lo use. Casi cualquier individuo
puede enseñar lo que desea, autorizándolo en la Biblia, según su propia hermenéutica y su
propio juicio. Un “texto de prueba” es aquel que queda solo o aislado, no teniendo ningún
apoyo claro en las Escrituras en forma total, o aun se lo puede contradecir por la Escritura
en su totalidad. Al contrario, un “texto de resumen” es aquel que recoge en una declaración
clásica una enseñanza o un número de enseñanzas. Juan 3:16, por ejemplo, es un “texto de
resumen”, no es un “texto de prueba”, porque abraza verdades que son establecidas en la
Biblia aparte de este gran versículo. La enseñanza clara del NT en su totalidad excluye la
regeneración bautismal. Y además el sentido común lo excluye también; el resultado
espiritual que se desea no se puede realizar a través de un medio físico. Eso no es pasar por
alto el hecho importante de que cualquier función física (por ejemplo, las ordenanzas)
asume significado moral y espiritual en términos de las actitudes y motivos de las que
surgió. Por ejemplo, el bautismo por inmersión en agua tiene significado si de veras la
persona ha muerto en Cristo (Rom. 6:3–11). El perdón de pecados y el don del Espíritu
Santo no están atados a un rito físico y arbitrario. Dios nunca es arbitrario.

El rollo y el Cordero Apo. 5


5. La iglesia sigue intentando trabajar a Jesús con los términos
“naturaleza” ( Physis) y “persona”.(hipóstasis) La naturaleza como la
suma total de todas las cualidad esenciales de una cosa, estas son las que
hacen ser lo que es. La persona es una sustancia completa capacitada con
la razón, sujeta y responsable de sus propias acciones.

En Teología cristiana se emplea la palabra persona


para referirse a la hipóstasis G5287 HEB. 1.3 ujpovstasi~ = de ujpo ; bajo y ivjtemi
; sentarce o estar tener; lit: estar de pie bajo fundamento comienzo y de hay
confianza
de la Santísima Trinidad, queriendo significar "sustancia individual o singular",
algo distinto de la naturaleza fuvsi~ g5449 de lo que esta constituido
y la esencia (ousía). G3776 Propiedad patrimonio
en la Deidad hay una sustancia, y tres subsistencias.

Unión hipostática es, según la teología cristiana, la unión entre el Verbo de Dios
(Dios Padre) y El Hijo Jesús de Nazaret. Esta es la base de la Doctrina Cristiana,
en la Tri unidad, el Dios único de la tradición judeocristiana, hipóstasis (persona),
fuvsi~ naturaleza) en la unidad de una misma ousía (sustancia); el Verbo
corresponde,entonces a la segunda hipóstasis o persona, el Hijo. El calificativo de
hipostática que se da a la unión, en Jesús de Nazaret, de la naturaleza humana y
la divina alude al hecho de que se trata de una unión según la hipóstasis/persona
del Verbo o Hijo de Dios; vale decir, si bien tanto la naturaleza divina como la
humana mantienen todos los atributos que les son propios, de modo, por ejemplo,
que se puede decir que, en Jesús de Nazaret, se dan dos voluntades, dos
entendimientos y dos naturalezas (todas a la vez divinas y humanas), forman con
todo, una sola Persona
La Doctrina de la Trinidad establecida en estos tres antiguos credos -el Niceno, el
Constantinopolitano y el (llamado) Atanasiano - es la Forma Eclesial de este fundamental artículo
de la fe cristiana. No hay diferencia, excepto en amplificación, entre estas varias fórmulas.

El Padre no es hecho por nadie, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, no
creado, sino engendrado. El Espíritu Santo es no creado por el Padre y el Hijo, ni engendrado, sino
que procede. Por ello, hay un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no
tres Espíritus Santos.

Pericoresis: es un concepto teológico cristiano que expresa el grado de unión entre las
personas de la Trinidad. El “ser en” de las personas entre sí: implica el modo en que el
Padre es en el Hijo y el Hijo en el Padre; el Padre es en el Espíritu Santo, y así
sucesivamente. El evangelio de Juan es el que ofrece el más sólido fundamento a la
doctrina de la pericóresis. Son más explícitas las afirmaciones sobre la relación entre el
Padre y el Hijo, pero la tradición también ha encontrado textos que sostienen la relación
con el Espíritu Santo.

El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que
hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo.
Jn 5, 19
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre… ¿No crees que yo estoy en el Padre y
el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre
que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y
el Padre está en mí.
Jn 14, 10-11

“el que me envió” (7)


Juan 4 .34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que
acabe su obra.
Juan 6.39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me
diere, no pierda yo nada, * sino que lo resucite en el día postrero.
Juan 7.28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis,
y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es
verdadero, a quien vosotros no conocéis.
Juan 8.16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que
me envió, el Padre.
Juan 8.26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es
verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.
Juan 8.29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque
yo hago siempre lo que le agrada.
Juan 12.44 • Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me
envió

ORACION DE JESÚS
que él me envió, que tú me enviaste (4), que tú
me has enviado, tú me enviaste
Juan 8.42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente • me
amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí
mismo, sino que él me envió.
Juan 11.42 • Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que
está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Juan 17.8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han
conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Juan 17.18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Juan 17.21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
Juan 17.23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, • para que el
mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado.
Juan 17.25 Padre justo, • el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos
han conocido que tú me enviaste.
TRINIDAD. Este término, empleado por primera vez por Tertuliano (siglo II d.C.), expresa
una magna verdad bíblica. El Dios único se revela a nosotros en las tres Personas del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Hay dos facetas a considerar en base a los textos:
(a) la deidad esencial del Hijo y del Espíritu Santo, siendo innecesario tratar la del Padre;
(b) el hecho de que las tres Personas son un único y mismo Dios.
1. Deidad de Cristo. Está implícitamente presentada y claramente anunciada en el AT.
Las teofanías del Ángel de Jehová (véase ÁNGEL DE JEHOVÁ) debieron hacer comprender
a los patriarcas que Dios ejercería un día un ministerio de salvación, al asumir forma
humana (Gn. 16:7–13; 18:1–2, 10, 13, 17; 32:24–30; cfr. Os. 12:4–5; Zac. 3:1–5). Está
escrito de una manera expresa que el Mesías será el Hijo de Dios (Sal. 2; 110:1; cfr. Mt.
22:44), y el mismo Dios (Sal. 45:6–7). Se anuncia su nacimiento milagroso (véase
VIRGEN), de manera que Él podrá ser Emanuel, Dios con nosotros (Is. 7:14; Mt. 1:22–
23). Recibe nombres divinos (Is. 9:5). Su ministerio y Sus sufrimientos son presentados
de una manera expresa como los del, Señor: es Jehová quien es vendido por treinta
monedas de plata (Zac. 11:4, 13); el Salvador de Jerusalén se presentará a la vez como
Dios, el Ángel de Jehová y el representante de la casa de David (12:8); es el mismo
Jehová quien dice: «Y mirarán a mí, a quien traspasaron» (v. 10). El pastor herido por las
ovejas recibe el nombre de «compañero de Jehová» (13:7). Se afirma de una manera
expresa la eternidad del Mesías (Mi. 5:1).
El mismo Cristo destaca Su divinidad. Se aplica a Sí mismo el «Yo soy» de Jehová
(Jn 8:24, 58). Los judíos comprendieron sin sombra de duda Su afirmación de divinidad,
y quisieron apedrearlo (v. 53; cfr. 5:18; 10:30–33). Jesús afirma que Él es el Señor del
AT (Mt. 22:42–45) y que es en esencia uno con el Padre (Jn. 10:38; 14:9–11; 17:3, 11,
22). Posee los atributos divinos: omnipresencia (Mt. 18:20; Jn. 3:13), omnisciencia (Jn.
2:24–25; 11:11–14; Mr. 11:6–8), omnipotencia (Mt. 28:18; Lc. 7:14; Jn. 5:21–23),
eternidad (Jn. 8:58; 17:5); santidad (8:46), gracia salvadora (Mr. 2:5–7; Lc. 7:48–49).
Jesús acepta y aprueba la adoración de los hombres (Mt. 2:11; 14:33; 28:9; Lc. 24:52; Jn.
5:23; 20:28).
Los escritores del NT atribuyen a Cristo los títulos y atributos divinos (Jn. 1:1, 3, 10:
Ro. 9:5; Col. 1:16–17; He. 1:2, 8–12; 13:8; 1 Jn. 5:20). Enseñan que se le debe rendir
adoración al igual que al Padre (Hch. 7:59–60; 1 Co. 1:2; Fil. 2:6, 10–11; Col. 2:9–10;
He. 1:6; Ap. 1:5–6; 5:12–13). Su resurrección de entre los muertos fue la prueba
deslumbradora de Su divinidad (Ro. 1:4).
2. Deidad del Espíritu Santo. Es asimismo afirmada de una manera clara. El Espíritu
Santo recibe el nombre de Espíritu de Jehová, de Dios, del Señor, con toda la intimidad y
unidad que ello comporta (cfr. 1 Co. 2:10–11). El Señor es el Espíritu (2 Co. 3:17). Dios
es espíritu (Jn. 4:24). El Espíritu habla y actúa como siendo el mismo Dios (Hch. 13:2).
Mentirle a Él es mentirle a Dios (5:3–4). Le son atribuidas obras divinas (Job 33:4; Sal.
104:29–30; Jn. 3:8; 6:63; Ro. 1:4; 8:11; 2 Co. 3:18, etc.). El Espíritu Santo procede del
Padre y es enviado a la vez por el Padre y el Hijo (Jn. 15:26; 14:16, 26; 16:7; Hch. 2:33).
(Véase ESPÍRITU SANTO.)
3. La unidad de esencia de las tres Personas divinas. Ya al revelar constantemente al
Dios único, el AT hace presentir la pluralidad en el seno de la Deidad. En Gn. 1:1 se dice,
lit.: «En el principio creó los Dioses» (Elohim, forma plural, con el verbo en singular), y
el v. 2 ya menciona al Espíritu de Dios presente en el acto creacional. El v. 26 dice:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza». Después de la
caída, Dios dice: «He aquí el hombre es como uno de nosotros …» (Gn. 3:22). El NT
presenta constantemente a las Tres Personas unidas en la obra de la salvación de la misma
manera en que se han manifestado unidas en la de la creación. El Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo se manifestaron en el bautismo de Jesús (Mt. 3:16–17). Cristo ordenó que
los discípulos sean bautizados en el nombre (singular) del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo (28:19). El nuevo nacimiento es posible por la regeneración obrada por el Espíritu
Santo, el amor del Padre, y el don del Hijo, que murió en la cruz por nuestros pecados
(Jn. 3:5–6, 14–16). El Padre, el Hijo y el Espíritu vienen a hacer Su morada en el corazón
del creyente (14:17, 23; cfr. 1 Co. 3:16–17; 6:19; Col. 1:27); comunican juntos la plenitud
de la vida divina (Ef. 3:14, 16–19). La bendición apostólica se da en el triple nombre de
la Deidad (2 Co. 13:13). La resurrección de Cristo es atribuida al Padre, al mismo Jesús, y
al Espíritu (Hch. 2:24; Jn. 2:19; 10:17–18; Ro. 8:11); así será con la resurrección de los
creyentes (Jn. 5:21; 6:40; Ro. 8:11; cfr. otros pasajes trinitarios: Hch. 2:33; 1 Co. 12:4–6;
Ef. 4:4–6; 1 P. 1:2; Ap. 1:4–6, etc.).
Las Tres Personas de la sola Deidad están unidas de tal manera que manifiestan la
plenitud del solo Dios viviente: Cada persona cumple las mismas obras y recibe la misma
adoración; participan del único Ser indiviso de la Deidad, manteniendo al mismo tiempo
una relación tripersonal de amor y comunicación en el seno de la Deidad, con una
perfección y armonía infinitas, con una total unidad, un amor infinito, una sumisión
perfecta al Padre, de quien proceden eternamente el Hijo y el Espíritu Santo, que procede
del Padre y del Hijo (Jn. 15:26; Ro. 8:9; Gá. 4:6). El estricto monoteísmo del AT no
queda afectado en absoluto. Simplemente, al revelarse plenamente en la persona de
Cristo, Dios nos ha dado a conocer más realidades acerca de la inefable naturaleza del
Dios único y verdadero. En el AT, tenemos ante todo la revelación del Creador y Señor
soberano, «Dios por nosotros»; en los Evangelios, el Señor se encarnó, llegando a ser
Panacea «Dios con nosotros», Emanuel. Una vez obrada la redención, en Pentecostés
vino a ser «Dios en nosotros» por el Espíritu Santo.
El dogma de la Trinidad ha suscitado numerosas controversias y ensayos de
explicación. Sin embargo, el creyente debe aceptar que un ser finito no puede abarcar al
Infinito. ¿Quién puede sondear tal hondura? Acerca de nuestro mismo ser, Pablo
menciona el espíritu, el alma y el cuerpo (1 Ts. 5:23), y no nos es posible determinar
cómo están unidos y cómo tres esencias llegan a formar una sola persona. El hecho
revelado de Tres Personas en el único ser de la Deidad, manteniendo, en el contexto de
este único ser, una relación interpersonal de amor y comunión mutuas, no puede ser
rechazado como contrario a la razón. No hay ninguna contradicción. No se afirma que
Dios sea «una persona en tres personas», sino «Tres Personas en un solo Ser». Esto no es
contradictorio. Supera la razón humana, pero no milita contra ella. La negación de esta
verdad no proviene de una imposibilidad lógica; nuestra incapacidad de comprenderlo se
debe a nuestra limitación. Es una doctrina que debe ser aceptada aunque no pueda, ser
comprendida. Como tampoco puede ser comprendida la existencia eterna de Dios, la
maravilla de Su creación; como el hombre no puede comprender su propia naturaleza. La
misma realidad, ignorada por nuestra familiaridad con ella, es incomprensible. ¡Cuánto
más las riquezas del Ser de Dios, que Él se ha placido en comunicarnos en cierta medida!
La respuesta ante este misterio revelado en la Biblia es la adoración al Dios único y
verdadero, Padre, e Hijo, y Espíritu Santo.1

1 Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (pp. 1171–1173).


TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

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