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Manuel de Sumaya(Ciudad de México, c.

1680 — Oaxaca, 1755), fue un compositor,


organista y director de coro mexicano, quién es el representante más prolijo del
barroco musical en el continente americano y posiblemente el más famoso de entre
los compositores mexicanos del periodo colonial de Nueva España.

Fue maestro de capilla de la Catedral de México desde 1715, en sustitución de


Antonio de Salazar. Años más tarde pasó a la Catedral de Oaxaca, donde ocupó
igualmente el magisterio de la capilla musical.

Escribía el musicólogo Aurelio Tello: “Manuel de Sumaya, el compositor


novohispano más notable de la primera mitad del siglo XVIII, estuvo activo en la
antigua Antequera de Oaxaca, después de haber sido maestro de capilla en la
catedral de México por casi un cuarto de siglo.

La suya fue una carrera musical íntegramente catedralicia. En 1690 ingresó en la


capilla musical de la catedral de México como mozo de coro o seise.
VESTIMENTA DE SEISES

En 1694 el deán recomendó que Sumaya fuera asistido con 30 pesos y un salario
anual de 50 o 60 pesos mientras tomara lecciones con el organista titular de la
catedral don Joseph de Idiáquez, estudiara composición con Antonio de Salazar y
asistiera a los servicios de la catedral cuando fuera necesario.

Cuando Salazar pide al Cabildo que se le exima de sus obligaciones docentes (c.
enero de 1700), el Cabildo designó para tal cargo a Sumaya. Aunque siempre se
tituló “bachiller”, hacia 1710 ya era sacerdote, año en que se le nombra asistente del
anciano Maestro de Capilla Salazar; en 1711 pasa a sustituto; en 1714 asciende a
organista mayor y en 1715, cuando muere Salazar, Sumaya era el mas adecuado
para el cargo, de lo cual se cumplió la costumbre y se hizo oposición pública, a la
que solamente concurrió, aparte de Sumaya, el maestro de capilla de la Catedral de
Puebla, Atienza, quien pidió “fueran los exámenes públicos”. Efectuada la oposición,
todos los jueces otorgaron a Sumaya, ​nemine discrepante*​, la plaza de maestro de
capilla de la Catedral metropolitana, con salario de 500 pesos anuales.

En agosto de 1739, inesperadamente, Sumaya abandona Ciudad de México y se


traslada a Oajaca junto con su protector, el deán Tomás Montaño, que acababa de
ser nombrado Obispo de dicha diócesis. Cabe a su protector hizo funciones de
organista, de párroco de la catedral y aun de traductor de libros italianos, hasta que
el 1 de enero de 1745 el Cabildo le nombró maestro de capilla, cargo que ocupó
hasta su muerte, en 1751. De él es el mayor conjunto de partituras que se
conservan en el archivo de la catedral oajaqueña. A su muerte, el Cabildo acordó
que recibiera sepultura en la cripta catedralicia donde se enterraba a los obispos.

La obra de Sumaya, es cuantiosa, pero, además, es bella y expresiva en calidad,


tanto en la polifonía sacra como en los villancicos para todo tipo de celebraciones;
cantados en español, como era costumbre, son extensos y con voces e
​ s a ocho voces, con violines,
instrumentos variados; el titulado ​Angélicas milicias e
oboe y acompañamiento; el ​Celebren, publiquen, entonen y canten e ​ s a siete voces,
con tres violines, clarín y acompañamiento.

Algo que se debe destacar de Sumaya es que fue el autor de la música de la


primera ópera estrenada en Norteamérica: ​La Parténope​, compuesta a petición del
virrey duque de Linares, estrenada en el Palacio virreinal el 1 de mayo de 1711, con
libreto de Silvio Stampiglia, en tres actos, con XIV, XII y XII escenas,
respectivamente. Anteriormente había compuesto la música incidental para el drama
El Rodrigo​, estrenado el 25 de agosto de 1707.

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