Explora Libros electrónicos
Categorías
Explora Audiolibros
Categorías
Explora Revistas
Categorías
Explora Documentos
Categorías
El actor tiene en sí mismo su campo de trabajo. Dicho campo es más rico que el del
pintor, más rico que el del músico, puesto que el actor, para explorarlo, ha de apelar a
todo aspecto de sí mismo. La mano, el ojo, la oreja, el corazón son lo que estudia y con lo
que estudia. Vista de este modo, la interpretación es el trabajo de una vida: el actor
amplia paso a paso su conocimiento de sí mismo a través de las penosas y siempre
cambiantes circunstancias de los ensayos y los tremendos signos de puntuación de la
interpretación.
Estos tres teatros -Cunningham, Grotowski y Beckett-, tienen varías cosas en común:
escasos medios, intenso trabajo, rigurosa disciplina, absoluta precisión. Al mismo tiempo,
y casi como condición, son teatros para una élite. Merce Cunningham suele actuar en
salas humildes y el escaso respaldo con que cuenta, y que escandaliza a sus
admiradores, le tiene sin cuidado. Beckett raramente llena una platea de mediana
capacidad. Grotowski no acepta más de treinta espectadores. Está convencido de que los
problemas a los que ha de hacer frente, tanto él como los actores, son tan grandes que un
mayor número de espectadores llevaría al desleimiento del trabajo. Me dijo lo siguiente:
"Mi búsqueda se basa en el director y en el actor. Usted la basa en el director, el actor y el
público. Acepto que esto sea posible, aunque para mí es demasiado indirecto." ¿Está en
lo cierto? ¿Son éstos los únicos teatros posibles para tocar la "realidad"? Sin duda son
auténticos para sí mismos, sin duda afrontan la pregunta básica de por qué el teatro, y
cada uno ha encontrado su respuesta. Todos ellos parten de su hambre, todos ellos se
afanan en disminuir su propia necesidad. Y sin embargo, la misma pureza de su
resolución, la elevada y seria naturaleza de su actividad, colorea inevitablemente sus
elecciones y limita su campo de acción. No pueden ser esotéricos y populares al mismo
tiempo. No hay muchedumbre en Beckett, no hay ningún Falstaff.
LA NECESIDAD DE LA COMUNICACION
la necesidad origina de repente extraños poderes. He oído decir de una mujer que levantó
un enorme automóvil para sacar de debajo a su hijo herido, proeza técnicamente
imposible para sus músculos en cualquier posible situación.
LA BIOMECANICA EN BROOK
EL ABSURDO EN LA EXPRESION
En las obras naturalistas el dramaturgo crea el diálogo de tal manera que, aun pareciendo
natural, muestra lo que quiere que se vea. Al emplear un lenguaje ilógico, mediante la
introducción de lo ridículo en el discurso y de lo fantástico en la conducta, un autor del
teatro del absurdo se adentra en otro vocabulario. Por ejemplo, llega un tigre a la
habitación y la pareja no se da cuenta: la mujer habla, el marido contesta quitándose los
pantalones y un nuevo par entra flotando por la ventana. El teatro del absurdo no buscaba
lo irreal por buscarlo. Empleaba lo irreal para hacer ciertas exploraciones, ya que
observaba la falta de verdad en nuestros intercambios cotidianos, y la presencia de
verdad en lo que parecía traído por los pelos. Si bien ha habido algunas obras notables
surgidas de esta manera de ver el mundo, en cuanto escuela el absurdo ha llegado a un
callejón sin salida. Lo mismo que en tanta estructura novelística, lo mismo que en tanta
música concreta, por ejemplo, el elemento de sorpresa se atenúa y tenemos que afrontar
el hecho de que el campo que abarca es a veces pequeñísimo....
INICIARSE EN TEATRO
Creo que es algo que no se puede perder, porque un arte no tiene fin. Un oficio es una
escalera. Siempre tiene que haber otro peldaño para todo. Hoy en día, a la gente le
asusta enormemente cualquier escala de valores. He aquí un ejemplo: tómese la palabra
“símbolo”. En otro tiempo tenía un gran significado. Ahora la prensa elige a cualquier
chica guapa, ni más guapa ni mejor que otras cien mil como ella, y la convierte en un
símbolo. Y este es un signo de nuestro tiempo. Muestra una escalera en sentido
descendente. Pero una escalera también significa que se puede subir. Así que si uno
considera que hay una escalera oculta en la palabra “símbolo”, puede empezar a
preguntarse qué es realmente un símbolo. Entonces te das cuenta de que lo tosco tiene
oculto en su interior algo más refinado. Ésta es la gran tradición de cualquier oficio, todo lo
perfecto puede perfeccionarse cada vez más. Esto es lo que condujo al establecimiento
de los gremios. En un gremio, uno empieza de aprendiz. Lo primero de lo que se ocupa el
aprendiz es del trabajo burdo. Y avanza porque hay un maestro que le anima a investigar
sus herramientas. Mientras las afila y desarrolla sus dones, el aprendiz reconoce que el
siguiente nivel es simplemente una capa que oculta algo todavía más perfeccionado. Y de
esa forma el proceso no tiene fin.
EL DIRECTOR CONSTRUYE
Cualquier aprendiz de director tiene que trabajar entre dos extremos. Debe haber un
objetivo, y un objetivo no tiene herramientas, pero un oficio está compuesto sólo de
herramientas. Un pintor de iconos no comienza con Cristo, sino buscando tierra y
frotando. Y bien, ¿cuál es la tierra y el frotamiento en la dirección? Primero tienes que
desarrollar un vivo interés por las relaciones. Significa comprender que tú y un actor, tú y
un autor, tú y las palabras, estáis siempre en relación. Eso te hace desarrollar una mejor
capacidad de observar, de escuchar, utilizar de manera más refinada tus instintos e
intuiciones. Entonces comprendes rápidamente que sólo lo puedes desarrollar en ti mismo
ayudando a otros a desarrollarlo. Un director que naufraga en una isla desierta, no vuelve
30 años más tarde infinitamente mejor preparado. El único trabajo posible habría estado
en tu imaginación. Eso es muy importante, pero constituye sólo un aspecto muy limitado.
La forma de desarrollar todas esas dotes es la interrelación. Todas las interrelaciones son
importantes, sobre todo el sentido del público. Si tienes un respeto total por el público, ves
que, al ser consciente de qué le atrae y qué le hace perderse, desarrollas cada vez más la
percepción de lo que el ritmo, el espacio, todos los aspectos físicos del teatro despiertan
en el público, y de esta forma desarrollas tus herramientas. El otro puente que hay que
construir es aquel que va de un símbolo, en el sentido más refinado del término, a la
corrección equivalente del tosco artesano incoherente que viene y te dice, “bueno, maldita
sea, todo lo que sé es que hace falta un martillo”. Esa es la razón por la que nunca debe
despreciarse cualquier forma de teatro tosco, popular, tradicional. Recientemente, hablé
con jóvenes directores de Nueva York, y lo más importante que pude decirles fue “no
perdáis de vista que los grandes directores de los musicales de Broadway de hace
cincuenta años se sentaban en el patio de butacas y pasaban un montón de tiempo
gritando ‘¡más deprisa, adelante, seguid!”. Con esas toscas palabras se estaban haciendo
eco de los principios fundamentales del oficio. En un taller reciente para jóvenes
directores realizado en el National Studio les dije, “hemos hablado de los aspectos más
elevados del arte de dirigir, pero ‘corten', ‘demasiado lento', ‘habla más alto' son tan
fundamentales como ‘¿dónde está el alma?' ‘¿dónde está el corazón?', ‘¿dónde está el
significado?”.
.LOS ACTORES
un actor que te escucha, te deja explicar con todos tus medios de persuasión algo que tú
piensas es absolutamente perfecto, si luego hace exactamente lo contrario y te das
cuenta de que es exactamente lo que tú querías. Esa es colaboración creativa. Pero el
actor que dice: “No, voy a hacer lo contrario, porque maldita sea, no me fío de ti”, es una
calamidad. Es una mala relación, y los dos sufrimos. Necesitas apertura unida a una
absoluta independencia.
EL REALISMO Y LA ACTUACION
....Debut en el sótano de una tienda De origen ruso y judío, Peter Stephen Paul Brook
creció en una familia pequeñoburguesa. Estudió en el Magdalen College de Oxford,
aunque a los 16 años abandonó el colegio para hacer un curso de fotografía como primer
paso a la realización cinematográfica. Su iracundo padre consiguió que se graduase a
cambio de ofrecerle trabajo en unos estudios de cine londinenses donde Brook conoció a
un fabricante de zapatillas de ballet, al que engatusó para convertir el sótano de su tienda
en un teatro. Ya en la Universidad de Oxford funda la Oxford University Film Society. Su
primera obra fue un proyecto universitario, “Doctor Fausto”, de Marlowe en un minúsculo
teatro cerca de Hyde Park. Ese mismo año, en 1947, comienza en el cine con una
película titulada “A sentimental journey”. Sus primeros montajes teatrales, con apenas
veinte años, tuvieron un gran éxito y supusieron el inicio de una carrera fulgurante. En
1945, con 20 años, dirigió “King Lear”, de Shakespeare, y dirigió al actor inglés Alec
Guiness en “Vicious Circle”. El Covent Garden se convirtió entonces su meta, algo que no
tardó en conseguir: de 1947a 1950 fue nombrado director de producción. La década de
los 50 fue su consagración en los escenarios londinenses de la mano de Shakespeare, a
quien Brook descubrió de niño en la librería casera de su padre. El director adquiere fama
internacional con “Tito Andrónico”. En 1962 es nombrado director del Royal Shakespeare
Theatre donde dirige varios textos del autor de Stratford-on-Avon. Sorprendente también
es su rompedora propuesta de “Marat-Sade”, de Peter Weiss, de la que también dirige
una versión cinematográfica, o “El sueño de una noche de verano”.
Exilio en defensa del mestizaje Brook, que siempre se ha rodeado de actores de distintas
nacionalidades, decide abandonar la Royal Shakespeare Co. y trasladarse a París, en
1971, ante la prohibición de trabajar con actores internacionales. En la capital del Sena
funda el Centro Internacional de Creadores Teatrales, y reabre el teatro “Les Bouffes du
Nord”, convirtiéndolo en un espacio simbólico. Uno de los montajes más famosos de
Brook es “Mahabharata” , un montaje teatral de seis horas y que le llevó diez años de
preparativos. Esta obra, basada en un poema hindú y que ha recorrido los escenarios de
todo el mundo, es quizás su montaje más emblemático. Con él ha ganado el premio
Internacional Emmy de teatro en 1990.
Brook ha dirigido a actores como Jeanne Moreau, Jean Paul Belmondo, John Gielgud o
Natasha Parry –su mujer desde 1951 y con la que tiene dos niños, Irina y Simon–, y ha
trabajado en Europa, India, Sudáfrica, Irán, Bali e Iberoamérica. Sus obras son también
un eslabón entre artistas de orígenes culturales diferentes. En mayo de 2002 estrenó en
Berlín una versión en francés de “Hamlet”, de William Shakespeare, en el festival Franco-
germano “perspectives nouvelles”. El director visita constantemente nuestro país, donde
ha participado en varios festivales de Otoño, inauguró el Mercat de Barcelona con “La
tragedia de Carmen”, y ha presentado recientemente “La Tragédie d`Hamlet”, en junio de
2003 dentro del Festival Grec de Barcelona. Ha recibido las distinciones teatrales
internacionales más importantes, incluido el Premio Europa para el Teatro en 1989 y es
autor de varios libros, entre ellos, “El espacio abierto” (Ediciones de Bolsillo), donde afirma
que “en el teatro, la verdad siempre está en movimiento”.
SOBRE EL ROL DE DIRECTOR